El brillo de las estrellas✓

By Mari_p08

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+18 | LIBRO 2. SAGA «COX» Desde el inicio, no lo soportó ¿Podría alguien ser más egocéntrico? Desde el inicio... More

S i n o p s i s 🌟
Capítulo I.
Capítulo II.
Capítulo III.
Capítulo IV.
Capítulo V.
Capítulo VI.
Capítulo VII.
Capítulo VIII.
Capítulo IX.
Capítulo X.
Capítulo XI.
Capítulo XII.
Capítulo XIII.
Capítulo XIV.
Capítulo XV.
Capítulo XVI.
Capítulo XVII.
Capítulo XVIII.
Capítulo XIX.
Capítulo XXI.
Capítulo XXII.
Capítulo XXIII.
Capítulo XXIV.
Capítulo XXV.
Capítulo XXVI.
Capítulo XXVII.
Capítulo XXVIII
Capítulo XXIX
Capítulo XXX.
Capítulo XXXI.
Capítulo XXXII
Capítulo XXXIII
Capítulo XXXIV.
Capítulo XXXV.
Capítulo XXXVI.
Capítulo XXXVII.
Capítulo XXXVIII.
Capítulo XXXIX.
Capítulo XL final.
Epílogo.
Extra.
Extra.
Extra.
Extra
ESPECIAL | 1M
Extra.
Extra final.

Capítulo XX.

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By Mari_p08

Capítulo 20 | Quédate conmigo

03 de junio

Pasaba y pasaba los mismos cien canales sin parar. Jamás había estado tan aburrido en mis veinte años de vida.

Excepto cuando era niño, por andar de loco me subí a un árbol y terminé con el tobillo fracturado, no pude caminar bien por más de un mes. O incluso cuando iba a hacer un experimento en la escuela con comida y terminé intoxicado. Dos semanas en el hospital no eran exactamente el concepto de diversión para un ser humano de nueve años.

Ahora que lo pienso; sí que era un niño problema.

Solté un bufido, arrojando el control remoto a un lado, dejando el canal en un programa de televisión cuya película había pasado de moda hace al menos treinta años.

¿La princesa y el sapo? ¿Qué demonios es eso?

Solo por pasar el aburrimiento decidí tomar mi teléfono a un lado. No había nuevos mensajes, a pesar de que sí tenía mis redes sociales a punto de explotar. 

Se habían enterado del accidente más rápido de lo que imaginé. Tan solo cuatro días y ya personas que no conocía me escribieron para saber sobre mi estado, preguntaron el por qué no me había pronunciado y también recalcaron un rumor sobre yo siendo un criminal.

Mi fama era estresante en ocasiones.

Decidí pasar solo a mirar el chat que compartía con cierta persona que ahora vivía en mi cabeza las veinticuatro horas del día. Empecé a teclear, recostándome por completo en el asiento. Tuve que hacerlo con la mano izquierda así que fue otro asunto complicado.

Yo: ¿Qué estás haciendo?

Apagué la pantalla, esperando. Sin embargo, tuve que encenderla casi al instante cuando ella me respondió.

Roxy: Ahm... estudiando como una persona normal.

Roxy: Si crees que me importa lo que haces estás equivocado.

Roxy: Pero solo por curiosidad...

Roxy: ¿Qué haces tú?

Una sonrisa se extendió por mis labios

Yo: Estaba buscando una película, pero creo que me aburrí.

Yo: ¿Tienes alguna que puedas recomendarme?

Roxy: La del payaso que se come a los niños.

Yo: Mejor te espero y la vemos juntos (:

Roxy: ¿Te da miedo, cariño?

Yo: No, solo descubrí que quiero hacer cualquier cosa contigo.

Sonreí más cuando tardó un poco en responder. Estaba empezando a entender que a ella no le agradaban mucho este tipo de comentarios, según su intelecto, son tan cursis que podría vomitar. 

A mí por otro lado, me gusta ver la cara que pone cada vez que digo algo así.

Roxy: Adiós.

Solté una risita, negando.

Dejé de nuevo el teléfono a un lado justo cuando oí el sonido de la puerta. Las ganas de levantarme no existían, además de que no podía hacerlo pues el dolor punzante en mis costillas podría llegar a ser abrumador. Debía mantenerme en reposo todo el tiempo, de esa forma podría recuperarme más rápido y tal vez alcanzaría a jugar en el siguiente partido que se avecina.

Solté un resoplido de cansancio.

—Quien quiera que seas puedes irte a...

—O me abres o derribo la maldita puerta.

Me mordí el labio inferior, reconociendo esa voz al instante. Con todo el cansancio del mundo, estiré mi brazo bueno hacia ese lado intentando alcanzar el llavero en forma de moneda que encontré. Eran las llaves de Alisson, así que lo más probable es que deba tocar cuando vuelva.

Las tomé con mucha dificultad, respirando hondo cuando pude volver a mi lugar. Tenía un moretón horrible que no se iba ni con las compresas que el doctor me había recetado. El asunto me había salido caro y eso que aún no recordaba qué era exactamente lo que sucedió.

Con la puntería que tenía de vez en cuando, arrojé las llaves y estas chocaron con la puerta, tal como lo visualicé en mi cabeza, quedaron literalmente a un lado del pequeño agujero bajo esta. Luego solo pude ver una mano estirarse y unas uñas negras tomar el objeto para sacarlo.

Recosté mi cabeza, esperando.

Se abrió luego de unos segundos y unos rizos que conocía me dejaron ver a la morena con quien no había hablado en un largo tiempo. Se adentró, cerrando con el ceño fruncido

—¿Dónde has estado?

—A punto de matarme —bromeé

—Así que es verdad —balanceó el objeto en sus manos, acercándose—. ¿Qué fue lo que pasó? Todo el mundo se enteró.

—Estaba en una carrera y un imbécil me atacó. Perdí el control después de eso.

—¿Nunca dejarás de meterte en problemas? —se sentó a mi lado—. Mira tu cara, tienes incluso un golpe en la frente, ¿te duele?

—No por... —maldije cuando lo presionó con fuerza—. ¿Estás loca? No me toques.

—Sangras —comentó, torciendo los labios—. O sea que aún estás mal.

Pasé las yemas de mis dedos suavemente sobre la zona y noté allí la pequeña vendita así que no me abrumé. Volví a relajarme.

—Me disloqué el hombro —murmuré, de malas

—No me jodas —susurró—. ¿Y qué vas a hacer?

—Ahm... ¿esperar? ¿Qué más puedo hacer?

—¿Por cuánto tiempo?

—Falta una semana, supongo. El doctor dijo que cuando cumpliera los días y dependiendo si me sentía mejor podría retirar esta cosa.

—De todas formas, no puedes quitártelo por tu cuenta —quitó una pelusa de mi hombro—. Te conozco, serías capaz de fingir estar bien solo para jugar.

—¿Cómo no quieres que juegue? Soy el capitán.

—Eso lo sé, pero tu salud está primero.

La miré extrañado, a lo que ella blanqueó sus ojos

—¿Me ves más bonita? —enarcó una ceja

—¿Desde cuándo te preocupas así?

—¿Crees que no me preocupé? Por supuesto que lo hice, tonto, eres mi mejor amigo y de la nada me dicen que tuviste un accidente y que casi te matas.

—Quien te lo dijo exageró.

—Cameron no exagera.

Entrecerré mis ojos. Esta apretó sus labios

—¿Volvieron a hablar?

—Me lo encontré ayer en los bolos, iba con una chica y simplemente nos saludamos, lo comentó y heme aquí —se señaló—. Oye, me ofende que no me hayas dicho nada, la próxima vez que me ocultes algo así te golpearé como cuando éramos niños.

—Lo siento —murmuré, sacudiendo mi cabeza—. He estado... distraído.

—Pensando en ya sé quien —sonrió con malicia—. La pelirroja guapa con ojos de envidia, cuyo cuerpo es de modelo de revista, y que... te encanta. ¿Cierto?

—Tal vez —me encogí de hombros

Til viz —imitó mi voz, dándome un golpe en el brazo

—Au —pronuncié

—Joder, lo siento —dejó una suave palmadita—. Pero sí es cierto, ella te conquistó, ¿eh? Ya dilo.

—Tyra, estás demasiado relajada aquí conmigo, ¿qué hay de tus clases?

—Las clases son una mierda como todo lo demás. Ey, no me cambies de tema —me señaló con advertencia—. Tu y ella ya están hablando el lenguaje del amor, ¿a que sí?

Bufé, cuando la vi bailar bastante raro.

—Es mi novia, ¿qué más quieres saber?

—Era tu novia falsa hasta donde sabía —subió y bajó ambas cejas—. ¿Qué? Ya no es falso, ¿verdad? Te estás enamorando y si lo niegas eres un cobarde.

—Yo no usaría esa palabra.

—¿Por qué no? —se encogió de hombros, luciendo más seria—. No es malo. Y estás aprendiendo que en realidad es bastante bueno. ¿O lo negarás?

No valía la pena negarlo.

Como tampoco aceptarlo.

—¿Qué hay de tu amiga? —le pregunté—. ¿Ya no es tu amiga?

—Ya la mandé a volar —resopló—. En la vida se vive una vez, no hay por qué limitarnos con una sola persona cuando podemos tener varias sin pensar en formalizar.

—Tú no eres así —escudriñé su reacción, notando que ya no me miraba—. ¿Qué pasó? Sabes todo sobre mi vida amorosa, es justo que yo sepa sobre la tuya.

Volvió a encoger sus hombros como si no tuviera mucha importancia. Al levantar su vista hacia mí pude ver cómo sus ojos se habían cristalizado tan solo un poco, algo que ella se encargó de disimular.

Rió sin ganas, volviéndome a golpear.

—No era la única persona en su vida, ¿feliz? —parpadeó varias veces—. Ya, no hay por qué hablar de eso. Mejor ven, busquemos una peli.

Se acomodó más junto a mí a pesar de que mi brazo adolorido estuviera hacia ese lado. Tomó el control remoto y empezó a buscar al mismo tiempo que murmuraba cuál le gustaba y cuál no. 

Suspiré, dejándola olvidar el asunto.

Puso la misma que yo estaba "viendo" y después de burlarse acomodó su cabeza en mi hombro, pegándose a mí como si buscara consuelo. Me relajé, permitiéndoselo solo porque no podía darle el abrazo que quizás estaba esperando.

—Elliot...

—¿Sí?

—¿Tu crees que no soy suficiente para alguien?

Quise pellizcarla por pensar de esa manera, sin embargo, comprendí los momentos de vulnerabilidad que a veces todos tenemos así que solo la dejé. Aun así, ni siquiera lo pensé al responder

—Creo que eres más que suficiente, y por eso no mereces a alguien que te haga pensar así.

La sentí sonreír, tiernamente

—Lo había olvidado —levantó su rostro—. Y tienes razón.

Se alejó de la nada rápidamente, poniéndose en pie con una nueva alegría

—Ven, hagamos palomitas.

Negué con la cabeza. Tarde, porque ya había salido volada hacia la cocina

—Tyra, la última vez que intentaste hacerlas tuvimos que llamar a los bomberos.

—Ups, tarde. ¡Ya empecé!

Apenas y pude reír.

Bueno, todo estará perdido. 

🏈🏈🏈

08 de junio

Hice una mueca cuando presionó su mano en la zona golpeada. Respiré por la nariz para fingir que estaba lo suficientemente bien y que no necesitaba más reposo. Lo cual no funcionó para nada, porque él ni siquiera lo dudó cuando negó con la cabeza.

—Le prometo que ya no duele —intenté, en vano

—Elliot, no eres un niño, ocultar el dolor solo terminará de lastimarte —caminó de nuevo hacia su escritorio así que bajé mi camisa, acomodándome en la camilla—. Unos días más de descanso, sin actividades que puedan romperte otra costilla.

—¡No me rompí la...!

—Sh —ella me calló, poniendo su vista en el hombre—. ¿Por cuánto tiempo cree que lo necesite?

—Quizás una semana, dependiendo de su evolución.

Abrí mis ojos a más no poder

—¡Una...!

—Una semana, bien —asintió Roxy

—¡No está bien!

Puso su vista en mí, con las cejas arrugadas

—¿Tú qué?

—Oiga, oiga, espere —me bajé de donde estaba sentado, caminando un poco despacio hasta que me posé junto a ella—. Mire, doctor, no puedo estar una semana sin hacer nada. Necesito jugar.

—Puedes retomar tus clases como estos días sin no hacer actividades físicas, ¿por qué no lo entiendes?

—¡A usted no le importa, pero yo...!

Alisson levantó su dedo, silenciándome

—Lamento que deba oírlo gritar como una niña —se dirigió al doctor

—¡No grito como...!

—Agradecemos su sinceridad, que tenga lindo día.

—Lo mismo —le brindó una sonrisa comprensiva

Tomó su bolso, dispuesta a irse. Yo no me moví

—Mire... —bajé la vista al nombre en su etiqueta a un lado de su bata—. Frank.

—¿Sí, Elliot? —pronunció lentamente, cansado

—No puedes hacerme esto, si no firmas la autorización mi padre no me dejará jugar, ¿entiendes la magnitud de la situación?

—No.

—Creo que podemos llegar a un acuerdo. ¿Cuánto te pagó Ryan? ¿eh? Puedo darte más.

Enarcó una de sus pobladas cejas blancas

—¿Estás intentando... sobornarme?

—Sí —dijo ella

—No —la miré mal, bufando—. No es un soborno, es un acuerdo de paz.

—Acuerdo de... —él rió

—Elliot, ya vámonos, no te dará lo que quieres.

—Creí que estabas de mi lado en esto, Roxy. Me duele.

—Eres patético —rodó sus ojos

—Frank —volví a verlo—. Vamos, debes saber el por qué de mi desesperación. Soy el capitán. Merezco jugar en ese partido, es importante...

—Elliot —interrumpió, suspirando—. Conozco a tus padres, ¿de acuerdo? Literalmente ayudé a tu madre a traerte al mundo, ¿cómo crees que reaccionará si vuelves al hospital no por una costilla fracturada sino por algo peor? Me matará. Y enterrará mis huesos.

—Estás exagerando.

—Una semana —presionó el bolígrafo sobre el papel—. Menos no.

Mascullé una maldición, tomando la hoja cuando me la tendió. Completamente en blanco sin posibilidades de cambiar mi destino. Alisson me tomó de la mano para sacarme de allí

—Caes mal, Frank —murmuré, saliendo

—Suerte —se burló

Enlacé correctamente nuestras manos unidas a medida que caminábamos, demasiado despacio debido a mi condición.

Debía reconocer que a veces si tenía punzadas por el dolor, pero no pensé que literalmente fuese a estar vetado por una semana más. Y eso que posiblemente sean más días si no sano rápido.

¿Por qué tenía que pasar esto?

Salimos del hospital.  Ella empezó a arrastrarme hacia el auto. la detuve antes de llegar, pues logré divisar a lo lejos un sitio que llamaba mi atención. 

«Heladería»

Torcí mis labios, pensativo

—¿Qué pasa? —se acomodó el bolso

—Ven.

Nos adentramos al pequeño local fijándonos en las mesas casi todas vacías. Roxy me siguió cuando tomé la delantera y nos ubiqué en dos puestos un poco alejados. Apenas tomé asiento, mi cuerpo lo agradeció.

Alisson se sentó frente a mí, esperando

—¿Cuál es tu favorito? —le pregunté

Ella tomó la carta que se encontraba en la mesa

—Ahm... chispas de chocolate.

—Bien —susurré, observando como una mesera se acercaba

Le di nuestra orden y esta se fue con la intención de volver en el menor tiempo posible.

Me fijé en la chica frente a mí, ese mechón rebelde que le caía por la frente de forma distraída, su mirada posándose en lo más simple a su alrededor menos en mí. Subió sus manos y pude notar la pintura amarilla en las yemas de sus dedos. 

Prueba de que había estado pintando quizás hasta tarde.

Como hacía habitualmente. 

—¿Qué pasa? —le pregunté

Me miró, negando levemente

—Nada.

—Sí hay algo —lo afirmé, sin tener que ver algo más

Relamió sus labios, pasando ahora a verse inquieta. Se acomodó el cabello en un gesto ansioso más que otra cosa

—Lamento... que no puedas jugar.

—No es tu culpa —murmuré, inclinándome un poco más hacia ella—. No te preocupes, lo solucionaré.

Asintió, sin decir nada más. Busqué sus ojos

—¿Estamos bien?

—Sí —respondió de inmediato—. Lo estamos, claro.

Que lo haya dicho me dejó más tranquilo.

Nuestros pedidos llegaron en menos de cinco minutos más, era una banana Split para cada uno. Me encantaba así que tomé mi cuchara y probé del mío. Ella me imitó, todo en completo silencio

—Por cierto —hablé de nuevo. Ali asintió, animándome a continuar—. El día del accidente...

—¿Qué? —presionó

—Tú estabas ahí, ¿cierto?

—Bueno, sí, pero...

—¿Y lo viste?

Dudó un poco, para segundos después, terminar asintiendo levemente

—Así que seguro concuerdas conmigo —me acomodé un poco en la superficie—. No fue sólo un accidente, ¿verdad? Eso fue provocado.

Noté su cuerpo tensándose

—¿Por qué dices eso?

—Porque es obvio que esos autos no estaban en la carrera. Salieron de la nada y me atacaron.

Se pasó una mano por el rostro

—Elliot, quizás no lo notaste porque estabas concentrado. Pero pudieron estar allí.

Me quedé observándola un poco más. Alisson revolvió su helado sin probar bocado alguno. Al parecer había algo que le estaba quitando el apetito.

—Cuando subí al auto no estabas.

Levantó su rostro para verme, continué

—Quería besarte antes de empezar. Pero no te vi.

—¿Por qué ibas a querer besarme antes de empezar?

—¿Por qué no? Considero que puedes ser mi buena suerte. Y un beso tuyo, definitivamente es algo que siempre quiero. 

Obviamente mis palabras le provocaron algo más que no pudo ocultar. Se dedicó a encoger sus hombros como si no le diera mucha importancia. 

—Probablemente estaba en otro lugar haciendo... —soltó una bocanada de aire—. No lo sé, Elliot, la verdad es que no me acuerdo.

Suspiré

—¿Esto tiene que ver con lo que haces cada noche? Porque no creas que no noté que sales tarde del departamento y vuelves más tarde aún.

Se puso seria

—¿Desde cuándo te crees policía y esto es un interrogatorio?

—Sólo quiero saber qué sucedió realmente.

—Lo que sucedió es que te metiste en una carrera ilegal con miles de personas que te apoyan, que probablemente son exconvictos y si algún oficial te atrapa podrías pasar muchas noches en prisión. ¿Quieres descubrirlo todo? Sólo deja de ir.

—No voy a dejar que vayas sola.

—Antes de conocerte podía cuidarme muy bien por mí misma —me cortó—. ¿Por qué debería cambiar si me lo dices?

—Porque eres mi novia y me preocupo por ti. —respondí, dejándola en silencio—. ¿Quieres que deje de ir? Entonces tampoco vayas. Y quédate conmigo.

Ladeó su cabeza, ligeramente

—¿Me estás proponiendo que pasemos las noches juntos, Elliot Cox?

Eso me hizo sonreír en un instante

—Podría —no dejé de verla a los ojos—. No te niego que es uno de mis deseos.

Alisson soltó una lenta bocanada de aire

—Tonto —blanqueó los ojos

—Si lo pensaste es porque también lo quieres.

—Oh, ya cállate y come —me amenazó con su pequeña cuchara

Ella sí lo hizo, así que la miré por un pequeño momento

Sintiendo muchas cosas justo ahora.

—Voy a estar bien —murmuré—. No tienes que fingir que te preocupas por mí otra vez.

Me dio una mala mirada

Porque ambos sabíamos que no había fingido nada. 

🏈🏈🏈

11 de junio

Maldije por décima vez en el día.

—Pero que idiota —me pasé una mano por la cara, cansado

—¡Vuelven a sus lugares ya! ¡La defensa, quédate en la maldita defensa!

Alguien tomó asiento a mi lado

—¿Cómo va todo?

—Cameron está jugando mal —mencioné, observando

—¿Cameron jugando mal? —elevó las cejas por la sorpresa

—Están distraídos.

—¿Distraídos?

—Mi padre quiere matarlos a todos.

—¿Tu padre quiere matar a alguien? —se oyó más que sorprendida

La miré abruptamente, a lo que ella solo sonrió con inocencia

—Perdón, continúa.

Volví mi vista al frente, haciendo una mueca cuando taclearon al número 87 y lo mandaron al suelo tan fuerte que incluso yo sentí mi costilla palpitar

—Si siguen así nos van a acribillar —me puse en pie—. ¡Solo deben llevar el balón al otro lado, no puede ser tan difícil!

Volví a sentarme, colérico

—Parece que sí te necesitan —comió de sus galletas

—Les pondré una rutina de doscientos ejercicios toda la semana como lleguemos a perder.

—¿Cuándo puedes jugar?

—Eso ya no importa —me exasperé—. Tenía que jugar hoy, no había otra opción.

—No pienses en lo que pudo haber pasado porque claramente no puedes remediar lo que sucedió —habló con la boca llena, ganándose una mirada desaprobatoria de mi parte—. Lo siento, como cuando estoy nerviosa. ¿Quieres?

—No —giré de nuevo hacia el frente—. ¡Papá, diles que le den el pase a Cameron!

Volteó a mirarme, enfadado

—¡Cameron está pensando en los calzones de su abuela, si les digo que le den el pase es capaz de caerle en la cabeza!

Tyra carcajeó. Yo solo resoplé

—¡Defensa, maldita sea! —casi me arrancaba los cabellos

Otro punto. Dejándonos a 15 – 0

La tribuna estalló en aplausos del otro equipo mientras los que estaban cerca de mí solo empezaron a dispersarse. Había sido lo más humillante en la historia del futbol, y nunca me consideré tan indispensable como ahora.

—Si le ves el lado positivo, ellos han demostrado ser unos muy buenos compañeros de equipo que solamente siguen tus órdenes —se cortó a sí misma, riendo

—Ya, vete —mascullé, molesto

—Solo era una broma, ya no te enfades.

Los gritos resonaron con más fuerza

—¡Juega mejor mi hija de seis años!

—¡Es cierto! —apoyé la moción de papá

—Es normal que esto pase —mencionó ella, otra vez—. Significa que sí ven el liderazgo en ti, si no estás para guiarlos quiere decir que estarán perdidos.

—Eso no me anima en lo absoluto, estás queriendo decir que gracias a mí nos humillaron en nuestro propio terreno.

Lo pensó, frunciendo las cejas

—No... ¿o sí?

—No me ayudas con nada —dejé de verla

Mis puños se apretaban con cada golpe, como si yo lo estuviera recibiendo. Definitivamente este no era nuestro juego, y no dejé de pensar cómo fue que todo sucedió y mi futuro se arruinó de la nada.

Mis ojos buscaron la figura en el otro lado del estadio donde noté su cabellera resaltando. Se encontraba un poco agachada tomando fotografías mientras que su amiga la castaña hacía unas cuantas anotaciones en su libreta, Caleb maldecía en voz terriblemente alta y supongo que era por el hecho de que su hermano había sido el más golpeado en lo que llevaba el juego.

Cameron nunca había jugado tan mal, ¿por qué ahora sí?

—¿Qué pasa? —susurré a la nada, desesperado

—Estás empezando a delirar.

—Tyra, ¿de casualidad no tienes una fiesta a la cuál ir?

—Eso me dolió y me ofendió en partes iguales.

—¿Por qué decidiste venir hoy?

—Porque estaba en mi habitación, pensando en la vida, el amor y lo mierda que son ambas cosas juntas, así que solo decidí no deprimirme —se encogió de hombros—. Pero aquí me estoy deprimiendo.

—No bromees con esto.

—Debes ver las desgracias con una sonrisa —masticó con la boca casi abierta—. O si no llorarás.

—Pues no es mi caso —negué con la cabeza—. Llevábamos el primer lugar en el torneo, esto nos bajará al menos al séptimo y eso si tenemos suerte. Tenemos que ganar los que siguen o todo se irá a la...

—¡Mierda!

—Eso —suspiré

—No esa mierda. Mira allá —señaló, poniéndose de pie

Me levanté, siguiendo su dedo a donde indicó. Estaba ocupado quejándome en voz alta y no logré concentrarme en lo que estaba sucediendo. El juego se había detenido y había un círculo en medio del campo con todos los jugadores donde especialmente uno estaba en el centro.

Cameron.

Se enfrentó al del otro equipo y le lanzó un empujón que ocasionó a la mayoría metiéndose, mis compañeros también intentaron defenderlo. Todo se formó una especie de pleito donde el arbitro tuvo que sonar el silbato al menos tres veces y el coach que estaba frente a mí hace unos segundos salió pillado hacia allá.

—¿Qué demonios pasa? —ella se apoyó de mi hombro para poder ver

—Eso intento ver —bufé—. Creo que iré.

—No, tú te quedas —me devolvió de un tirón—. Te conozco, eres explosivo en ocasiones y si vas te meterás en problemas.

—¿Pretendes que deje solo a mi equipo?

—Estás lastimado, Elliot. Nadie te juzgará por eso.

Tenía razón.

Si quería recuperarme rápido no podía meterme en una pelea.

—Parece que ya pasó —su voz me devolvió a la realidad

Observé como volvieron a dispersarse y cada uno volvió a su lugar en el campo, sin embargo, Cameron se encontraba ofuscado y a punto de estallar. Otro de los muchachos empezó a susurrarle algo que consiguió tenerlo un poco más calmado. Aun así, sabía que no todo estaba bien.

Esperé hasta que papá volvió hacia acá.

—¿Qué pasó? —Tyra lanzó la pregunta, completamente interesada

—Chismosa —le puse mi palma en la frente y me manoteó—. ¿Qué pasó?

—Algo sobre una foto —negó con la cabeza, como si no comprendiera—. Ese chico mencionó a alguien y una fotografía que ronda por internet, Cameron enloqueció y casi se van a los golpes. ¿Tú sabes algo de esto?

—¿Una foto? —fruncí el ceño—. No, no sé...

—Pues averígualo, casi nos eliminan del torneo —masculló, volviendo su atención a los cinco minutos que quedaban.

Lo comprendía, pues que nos eliminaran sería el fin, en cambio perder este juego era algo que se podría reponer con los demás que seguían.

—Busca de qué habla —presionó ella a mi lado

—Es que no entiendo... —saqué mi teléfono, adentrándome para mirar. Bajé y bajé, sin ver nada fuera de lo común—. ¿Qué se supone que haga?

—Busca su perfil, supongo —propuso—. No sé. ¿Sabes qué? Dame eso.

Se lo dejé y seguí mirando el juego, intentando al menos darles indicaciones para que hicieran así fuese un punto y no quedáramos en el olvido. Me concentré en eso y olvidé por completo las razones detrás de la pelea.

Pero ella no.

—¿Encontraste algo? —giré para verla, encontrándome con su cuerpo completamente estático mientras veía la pantalla con absoluta perplejidad—. ¿Tyra? ¿Qué pasa?

Tomé el aparato para verlo por mí mismo. Mi cabeza estaba hecha un nudo por la confusión. Y cuando mis ojos lo notaron sentí que todo tenía sentido al fin.

El encabezado era perturbador

«¿Cuánto cobra? ¿Te gustaría saberlo?»

El color abandonó mi rostro en ese momento. Rápidamente miré a la chica a mi lado. Ella tenía los ojos llenos de lágrimas y miraba para todos lados como si alguien la estuviera criticando.

—Tyra —tomé su brazo para girarla—. ¿Qué...? ¿Qué es esto?

—Yo... no lo sé, no sé... Elliot, no tengo idea...

Creí en sus palabras, pues por poco se desploma en ese instante

Era una foto suya semi desnuda. 

*

¡Gracias por leer!

Instagram: mar_.watt

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