Un beso bajo las estrellas ©✓

By usernotfounted3443

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«Las estrellas siempre serán su recordatorio de que alguna vez tuvieron algo en común» Él guarda secretos. Al... More

★SINOPSIS★
★PRÓLOGO★
★CAPÍTULO 01
★CAPÍTULO 02
★CAPÍTULO 03
★CAPÍTULO 04
★CAPÍTULO 05
★CAPÍTULO 06
★CAPÍTULO 07
★CAPÍTULO 08
★CAPÍTULO 09
★CAPÍTULO 10
★CAPÍTULO 11
★CAPÍTULO 12
★CAPÍTULO 13
★CAPÍTULO 14
★CAPÍTULO 15
★CAPÍTULO 16
★CAPÍTULO 17
★CAPÍTULO 18
★CAPÍTULO 19
★CAPÍTULO 20
★CAPÍTULO 21
★CAPÍTULO 22
★CAPÍTULO 23
★CAPÍTULO 24
★CAPÍTULO 25
★CAPÍTULO 26
★CAPÍTULO 27
★CAPÍTULO 28
★CAPÍTULO 29
★CAPÍTULO 30
★CAPÍTULO 31
★CAPÍTULO 32
★CAPÍTULO 33
★CAPÍTULO 34
★CAPÍTULO 35
★CAPÍTULO 36
★CAPÍTULO 37
★CAPÍTULO 38
★CAPÍTULO 39
★CAPÍTULO 40
★CAPÍTULO 41
★FINAL
★EPÍLOGO
★EXTRA I "29 de julio"
★EXTRA III "no existe una última estrella"

★EXTRA II "soltar"

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By usernotfounted3443

Dejen su corazoncito morado (💜) aquí después de taanto tiempo>

Si aún estás leyendo UBBLE y no lo has terminado, te recomiendo que no leas este extra ya que contiene una infinidad de spoilers.

-

"Think i miss
you forever
like the stars
miss the sun
in the
morning sky"
Lana del Rey.

Toronto/Canadá.

09/11/23

HADES EDEVANE

Un año y medio encerrado aquí, en un psiquiátrico.

Hace aproximadamente un año y seis meses, dejé mi rutina para someterme a un cambio.

18 meses sin ella.

Días que se convirtieron en meses y luego en un año y medio, ¿Lo más gracioso? Tanto tiempo y no podía dejar de sentir lo mismo por esa chica que cuando miraba sus ojos encontraba una galaxia entera. Podría olvidar muchas cosas como su olor, incluso su voz, pero nunca sus ojos, y mucho menos su sonrisa.

Y ahora, frente a las puertas que me darán salida de este lugar, me pregunto: ¿Habrá válido la pena? ¿Este tiempo había sido suficiente para sanar? ¿O me estoy apresurando? Para mí fue suficiente, sin embargo, difícil. Mi vida cambió radicalmente después de que tuve una sobredosis, y por milagro estoy vivo, ¿Así que, qué más iba a considerar? Tenía que elegirme a mí, tenía que preferir mi bienestar.

Y después de un año y medio, podré salir del internado. Podré retomar mi vida de nuevo, como una persona libre. Ya no estaría regido por normas, ya el árbol del parque del psiquiátrico, un cuaderno y un lápiz sería mi único lugar a donde escapar, ya no tendría que tomar pastillas para calmar el dolor emocional, ni mucho menos recurrir a auto lesiones para dejar en segundo plano lo que sentía.

¿Ella ahora era una persona libre?

¿Ella se había liberado de sus demonios, así como yo me había librado de los míos?

Sacudí mi cabeza y en mis labios se creó una fina sonrisa de nostalgia al recordarla, mientras arrastraba mi maleta hasta la salida del psiquiátrico donde se encontraba Max, quizás alguien más, pero no lo esperaba.

¿Ella pensaba en mí como yo pensaba todos los días en ella?

Disfruté el viento otoñal en cuanto salí por completo de ese lugar. Hace mucho no sentía la frescura de la brisa impactar en mi piel, y no recuerdo haberla disfrutado tanto como hoy. Caminar por el estacionamiento se me hizo complicado, estaba nervioso. Los nervios de volver a ver a todos fuera del psiquiátrico, ¿Ellos que esperaban de mí? ¿Estarían orgullosos?

Yo sí estaba orgulloso de mí.

Lo había logrado por mi cuenta, el Hades de años atrás ni siquiera tenía la voluntad para hablar de su estado psicológico.

Ahora, sí podré decirlo: llevo un año y medio limpio. A "limpio" me refiero en general. Sin cicatrices de autolesion, sin humo en mis pulmones. Era una persona completamente nueva, ya no diría "soy adicto a..." O "tengo depresión por..." Desde hoy sería: "tenía problemas de adicción y psicológicos, pero logré superarlo".

Se sentía jodidamente bien.

Busqué la camioneta de Max en el estacionamiento por una vez más entre tantos carros. Bingo, lo había encontrado. Él se encontraba recostado en la puerta de su camioneta negra, con las manos en los bolsillos, a pesar de la distancia que estábamos noté sus labios apretados, conteniendo una sonrisa, sonrisa que se reveló en su totalidad cuando estuve al frente de él por primera vez en tanto tiempo.

Sonrisa que me contagió a mí.

Y sin pensarlo dos veces, solté mi maleta y lo abracé. Extrañaba la sensación de abrazarlo y sentir esa relación de hermandad. Max me recibió como si me estuviese esperando desde siempre. Aunque sí podía hablar con él cuando estaba dentro del psiquiátrico, eran visitas muy cortas y siempre había alguien observándonos, no era lo mismo.

—Estaba pensando en ir a un bar para celebrar que lo lograste, campeón, felicidades. —Él soltó una risotada en mi oído y luego de unos segundos me aparté con los ojos entrecerrados y una sonrisa de incredulidad—. Pero sería un poco...irónico, así que...

—No pienso tomar ni una gota de licor ni nada que pueda joderme de nuevo por el resto de mi vida, Max.

—Lo tengo claro. Vamos, súbete a la camioneta que tú madre está desesperada por verte, ya quiere darte tu abrazo de cumpleaños.

Cumpleaños, era mi cumpleaños también, aparte de que salía de donde viví por mucho tiempo, se podía decir que era una fecha especial. Bueno, realmente nunca me han gustado mis cumpleaños, me dan igual. Pero hoy tengo que fingir felicidad máxima porque mamá seguro anda con la ilusión de que es mi cumpleaños número diecinueve y que volveré a vivir con ella.

Max subió y yo rodeé la camioneta para subirme en el asiento de copiloto, antes de eso, le di una última mirada al centro psiquiátrico. Ese lugar quedaría en mí mente como la etapa en donde dejé mis miedos y aprendí que no estaba mal tener heridas internas. De hecho, considero que todos tenemos grietas, no importa si pequeñas, grandes o profundas, pero todos tenemos derecho a sanar, todos tenemos derecho a pedir ayuda.

Max comenzó a conducir una vez estuve en el asiento de copiloto. Empezamos a hablar de una infinidad de cosas, de que había pasado en su vida, en la de mamá, en como iba el divorcio de mis padres, también pregunté por mí hermano y su esposo, por Hannah, por Jennie.

—Así que mamá está considerando irse a Alemania —analicé sus palabras anteriores.

—¿Y qué más podría hacer? Su familia está allá, sus raíces son de allá, Hades. Ella quiere comenzar una nueva vida.

Asentí mirando el atardecer por la ventana.

—¿Cuándo piensa irse?

—Dijo que quería llegar a un acuerdo contigo.

—¿Conmigo? —Arrugué mis cejas—. Es su decisión, no la mía.

—Sí, Hades, pero ambos sabemos que no te vas a quedar aquí en Canadá con tu padre. Y aunque ya tienes diecinueve, no te irías a vivir solo porque sabes que tu madre te necesita. Ese es tema entre ella y tú, así que dejaré de entrometerme.

¿Mamá quería que me fuera con ella?

Dejar Canadá...

No quise hablar más sobre el tema porque se me hacía difícil imaginarme en otro país, sin conocer a nadie, pero después de que eso rodara por mis pensamientos, llegué a la conclusión de que no podría ser tan malo. Comenzar desde cero nunca es malo.

—Ya...¿Jennie y Hannah?

Max sonrió ladeando la cabeza.

—Están más enamoradas que nunca, jamás he visto a una pareja que se quiera tanto como ellas. Sabes que yo no creo en esas mierdas de almas gemelas, pero cuando las miro es como si...estuvieron creadas para estar juntas. Son el amor de la vida de la otra, de eso no hay duda.

Almas gemelas.

"El amor de sus vidas"

Entonces, ¿Eso sí existía, no?

¿Por qué me lo estaba cuestionando?

—Jennie acompaña a Hannah en cada una de sus citas médicas o a las terapias que tiene por sus piernas —siguió contándome y de repente su tono se volvió melancólico—. Aunque los médicos están un noventa y nueve porciento seguros de que Hannah no volverá a caminar, las terapias la ayudan mucho. Sus quemaduras ya sanaron, simplemente le quedaron marcas, pero, ella está más feliz que nunca, Hades, agradece al menos estar viva.

La mención de las quemaduras y las piernas de Hannah, me hicieron llevar mis pensamientos a otro lado, a cuando pasó todo lo que pasó. Recordé cuando ella estaba en su peor momento y no se dejaba ayudar, cuando me dolía no recibir sus "buenas noches", pero la comprendía, ella estaba lidiando con su dolor, así como yo luchaba contra el mío de una manera distinta. ¿Cómo podría culparla? Y por mucho que hubiese pasado, aún la amaba.

Aún la amaba.

¿Cómo podría dejar de hacerlo? Si la parte que se robó de mi corazón ya es suya.

Al parecer Max notó mi presencia ausente, sus ojos se clavaron en mí al pararse en el semáforo en rojo, tenía la cuenta regresiva en noventa aún, Max tenía tiempo para preguntarme la clara pregunta que yo ya sabía que haría.

—¿Estás pensando en Estela, no?

Estela...

Estrella.

Francesita.

Decidí guardar silencio.

Recordé sus labios apretados cuando la llamé por primera "francesa dramática", esa mirada fulminante y ceja levantada, como si hubiese querido quejarse, pero prefirió acostumbrarse.

Observé una vez más el cielo que ya se teñía de colores oscuros y a mí mente llegaron todos esos coqueteos, sonrisitas y miradas de anhelo. La anhelaba.

¿Estela en algún momento se dio cuenta de todas esas veces que la miraba cuando se encontraba distraída?

—¿Aún la extrañas, Hades? —Preguntó y a mí perspectiva, fue una articulación muy estúpida.

Él comenzó a conducir cuando el semáforo se tornó verde de nuevo, así que puso su mirada en la carretera y dejó una risita de ese tipo de burla que se suelen hacer los amigos.

—La extraño —admití, anhelando volver a abrazarla—. ¿Cómo no podría hacerlo? Si ella...—Giré mi cabeza ligeramente para verlo con esa sonrisa de idiota burlón que siempre me molestó, sin embargo no podía quejarme porque yo le hacía lo mismo cuando a él le gustaba una chica.

Suspiré recostándo mi cabeza del cabezal.

—La extrañaré y querré siempre.
Supongo que me olvidaré de ella cuando todas las estrellas del universo se quemen y sean polvo —sonreí irónicamente—. La quiero tanto que aprendí a dejarla ir, eso es lo mínimo que puedo hacer por ella...dejarla sanar. ¿Ella cómo está...? ¿Es feliz?

Sabía que Max y ella aún eran amigos, supuse que tendrían una relación cercana.

—Ella está radiante —me confirmó lo que tanto deseé escuchar—. Está feliz, sí. Aún sigue yendo a sus citas psicológicas y obviamente sigue superando su pasado, pero ya es un gran avance lo que ha logrado, ahora puede sonreír sin culpa, sin remordimientos. Le queda un poco menos de dos años en la universidad, y...

—¿Estela ha preguntado por mí?

Mi corazón latía más rápido por la simple mención de su nombre, de su felicidad.

—Estela ni siquiera sabe que estabas internado en un psiquiátrico.

Vaya, se tomó muy en serio eso de desaparecer de la vida del otro.

Yo desaparecí de su vida, pero ella no de la mía.

Tenía esa esperanza de que Estela quisiera saber cómo yo estaba, que era de mi vida y quizás vernos de nuevo, pero si no se ha molestado en preguntar por mí, ¿Para qué querría verme de nuevo?

Ella me había sacado de su vida, de su presente.

Y está bien, ella decidió seguir con su vida sin quedarse estancada en el pasado.

—¿Y ella...está ahora en Francia, no?

Miré a Max, su boca se abrió y se cerró sin dejar ni una palabra, tenía esa mirada sobre mí, dudoso. Y yo dudé en lo que iba a decirme.

—Está aquí. Ella está aquí en Canadá, Hades.

Y por un momento, todo mi mundo se detuvo.

¿Había vuelto?

—Vino para pasar navidad con su mamá. Hace unos días nos vimos y de hecho, me encargó una caja de vinos los cuales debo llevarle en una hora aproximadamente. Si gustas podemos ir ahora para que tú y ella...

Me reí entre dientes, ocultando lo mucho que me dolía no poder estar con ella.

—¿Para qué iría, Max? Estela me lo dejó claro, no quiere verme.

—Que no quisiera antes no significa que no quiera ahora, idiota.

—No ha preguntado por mí, ¿Quién soy yo para entrometerme en su vida?

—Joder, deja de cuestionarte y decide rápido —masculló con molestia—. Entiendo que tienes miedo a que te rechace, sin embargo no vas a ganar nada si no arriesgas.

—No soy nadie para quitarle su paz. —Puse una de mis manos detrás de mí cabeza apoyada en el cabezal—. Tú mismo lo mencionaste, ahora es feliz.

Estábamos justo al frente de mi residencia y Max detuvo la camioneta, dejándome una última decisión. Claro que quería verla, abrazarla y besarla, lo deseaba, pero Estela está bien, es feliz y yo no soy tan egoísta como para entrar de nuevo a su vida sin saber el impacto que eso podría causar en ella.

Tenía la oportunidad de sentirla otra vez.

Está a solo unos kilómetros. Porqué sí, la casa de la madre de Estela queda al frente de la residencia donde reside mi familia.

¿Debería...?

Un movimiento brusco me hizo sobresaltar en mi asiento, Max estaba dando la vuelta hacia la otra residencia.

—Te conozco, anhelas aunque sea verla desde lejos. Te conozco tanto que sé que cuando llegues a casa te arrepentirás de no haber venido.

Nunca me arrepentiría cuando se trata de su bien.

Pero tampoco podía negarme, simplemente no podía decir "no quiero ver a Estela de nuevo" porque ambos sabíamos que era la mentira más grande.

Sentí el corazón en mi garganta cuando estuvimos pasado por la calle donde vivía Estela anteriormente. Una línea de casas iguales solo que en diferentes colores se presentó a nuestra vista, y aunque todas fueran del mismo diseño, nunca se me olvidará la casa de ella. Esa casa donde por primera vez me besó en la mejilla, donde hubieron tantos coqueteos.

"—Me gustan tus ojos —admitió sin pensarlo. Las comisuras de los labios de Estela se levantaron en una linda sonrisa al ver mi expresión confundida—. Tú sonrisa —señaló mis labios, rozandolos con su uña—. Y hablar contigo de cosas raras."

No debería estar aquí.

Esta vez yo tenía una ventaja: los vidrios de la camioneta tenían papel ahumado, yo podría estar ahí, pero ella no me vería.

Max se estacionó al frente de su casa y se bajó de la camioneta sin decir nada, fue hasta el maletero y sacó una caja de los vinos que importaba su empresa, se acercó hasta la puerta y tocó varias veces.

Joder.

Apreté mi mandíbula cuando la puerta se abrió y salió esa hermosa mujer que hasta el día de hoy me seguía robando latidos y se escabullía en mis pensamientos cada vez que podía.

Mi estrella...

Ella le regaló una sonrisa a Max y lo abrazó con calidez, después le indicó que entrara a su casa para supongo, dejar la caja de vinos. Ambos entraron y pasaron unos cuantos minutos en los cuales consideré mis opciones. Me mataba la ansiedad de bajarme y sorprenderla, ¿Pero y si no se sorprendía? ¿Si no le alegraba?

¿Por qué decidí venir aquí, por qué no me quejé?

Esto era como una maldita tentación, tenerla tan cerca y tan lejos a la vez.

Mi garganta de sintió como un nudo irritante.

Cerré los ojos y me apoyé del espaldar, calmando tantas emociones en segundo. ¿Cómo ella aún podía activarlas todas con tan solo una sonrisa?

«—Di algo en alemán —me pidió.

—Ich würde lügen, wenn ich sagen würde, dass ich dich verdammt noch mal nicht liebe.

Mentiría si dijera que no estoy jodidamente enamorado de ti.

Reprimí una sonrisa de burla. Ella nunca comprendería lo que dije.

La frente y nariz de Estela se arrugaron y eso me pareció tierno, como siempre, parece querer aparentar molestia, pero lo único que logra es que guste más.

—¿Qué es? El alemán no está en mi sistema

—Mentiría si dijera que a veces no me molesta tu presencia —le dije, mintiendo. Ella no tendría porqué enterarse de la verdad»

Recuerdo que ese día cuando la besé, me sentí como el chico más afortunado del mundo, más feliz.

«—¿Cómo quedamos? ¿Amigos, conocidos? —inquirió y obtuve la respuesta perfecta para eso.

—Cómo un recuerdo.»

Y también recuerdo que el día en que decidimos darnos nuestro último adiós, se sintió como la noche más vacía y solitaria. Ausente.

Ella me lo había pedido, quedar como un recuerdo. No podía ser egoísta.

Max y Estela salieron de nuevo y esta vez mirarla fue una tarea más fácil. Ella aún tenía el cabello rizado y castaño hasta la cintura, su mirada tan expresiva y ahora con un detalle nuevo, su sonrisa demostraba todo lo que no tenía en esa época tan difícil que pasó. Ella vestía de un corto vestido negro y tan solo pensé en lo bien que se verían mis manos alrededor de su cintura; tenía una chaqueta negra con flecos plateados y unos tacones a juego con los flecos, supuse que saldría a alguna fiesta.

Bonita.

Entonces decidí quedarme con esa imagen de ella feliz, en paz. Ese era el mejor regalo de cumpleaños que podría recibir.

Estela estaba bien, estaba sanando.

No podía arruinar ese proceso.

Tenía la opción de tomar la manilla y abrir la puerta de la camioneta, pero ese no era yo. Mantener la distancia como acordamos era lo mejor para los dos.

Yo prometí dejarla ir.

Y ahora lo había hecho por completo.

Amar también es soltar.

NOTA: ESTE EXTRA PASA AÑOS ANTES DEL EPÍLOGO Y FINAL DE UN BESO BAJO LAS ESTRELLAS.

¡Y bueeenooo! Después de tantos nos volvemos a leer, de verdad que los extrañé a ustedes tanto como escribir UBBLE. Tanto tiempo que ha pasado desde que culminó la historia.

Feliz cumpleaños, Hades, por siempre serás mi chico de ojos verdes💚

¿Qué les pareció este extra?

¿Cómo estaan? ¿Qué es de sus vidas?

Quería que vieran un poco de lo que fue la recuperación de Hades y otra cosita que pasó pero ustedes no se habían enterado hasta ahora, jeje.

MUCHÍSIMAS GRACIAS POR LEER, de verdad lo agradezco<3 Espero les haya gustado. 💜 (Y también disculpen por la hora de tardanza, no tenía internet)

Se les quiere hasta la galaxia,

Soph.

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