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—Por todos mis galeones que no tengo, ¿Qué te ha pasado?
Leah miró a George el cual caminaba junto Angelina y sonrió pícaramente.
—Oh, yo nada, vosotros seguir, par de tortolitos.— dijo esta restándole importancia e intentando evitarlos.
—Oh cielos, no seas tonta, ahora quítate esa chaqueta, toma la mía.— dijo este entregándole la suya y literalmente quitándole la prenda de ropa.
—No soy un bebé.— dijo esta algo fastidiada, Angelina por otra parte solo sonrió.— Y no te rías de mis desgracias, cuando te pase a ti, no sonreirás tanto.
—Oh créeme, ya he pasado varias veces por el cariño Weasley, siento decirte que has sido elegida por George, ahora tendrás que aguantar sus mimos y cuidados.— explicó esta haciendo rodar los ojos del pelirrojo.
Leah levantó las cejas algo sorprendida. ¿Cómo que había sido elegida? No quería explicaciones de ningún tipo, así que olió el jersey de George el cual estaba calentito y sonrió nerviosamente.
—Te lo devolveré.— dijo esta.
—Y yo tu chaqueta congelada, nos vemos pequeña.— se despidió este despeinándola mientras se iba junto la morena la cual también se despidió con la mano.
La Slytherin se quedó segundos analizando y asumiendo la situación que acababa de vivir. ¿Por qué razón se sonrojaría por ese gesto? La chica llegó a la conclusión de que era por el frío y se tranquilizó más.
—¿Qué haces?— preguntó una voz por detrás suyo.
Draco no sabía como había pasado, pero en cuanto Leah se giró, le estornudó encima dejándolo en shock. Y es que nunca le había pasado eso... bueno si, Goyle en su primer día de Hogwarts.
—Ay, lo siento, no sabía que... oh, eres tú.— empezó a justificarse la chica, no obstante al ver que se trataba del platinado solo se cruzó de brazos.— ¿Necesitas algo?
—Acabas de estornudar en mi cara. Acabas de infectarme con tus gérmenes y bacterias. ¿Qué quieres que te diga?— empezó a explicar este, aún sin fijarse en el jersey de George. Cuando lo vio, su cara pasó a ser una de asco completo.
Claramente la chica sabía que era por el jersey. En un día normal, le hubiera ignorado y hubiera pasado completamente de él, pero, ese día no. Ese día estaba de buen humor, así que quiso seguir así.
Abrió sus brazos dejando al platinado más que sorprendido y asustado.
—Qué, crees, que estás haciendo, por todo Merlín, aparta.— le dijo retrocediendo lentamente para separarse de ella.
—Oh, vamos Malfoy, dame un abracito con este jersey tan calentito.— siguió bromeando ella acercándose sin poder evitar sonreír al ver la cara del chico.
—No, nada de abrazos, y menos con esa cosa que llevas.— dijo empezando a caminar con rapidez hacia el castillo.
—Vamos Malfoy, no te resistas a mi, se que no puedes.— insistió ella siguiéndolo.
Era muy posible que lo que decía ella era verdad. El chico no pudo mantenerse serio ante los comentarios de la chica, aún así, no dejaría que lo tocara con un jersey Weasley.
—Oh cielos, Draco eres la persona más plasta que he conocido.
"Draco."
¿Acababa de llamarlo por su nombre? Eso parecía. ¿Por qué todo daba vueltas al rededor del platinado? ¿Por qué cuando escuchó su nombre salir de la boca de Leah no pudo caminar más?
Cunado quiso reaccionar, ya era demasiado tarde, la chica ya lo estaba abrazando por detrás de una manera bastante adorable. ¿Por qué empezaba a pensar esas cosas?
Leah se sintió rara al abrazar al chico y es que pensaba que nunca se dejaría. Al principio fue incómodo, luego, se sentía cómodo, y... adictivo. Es que era algo nuevo, y sonaría gracioso pero Leah empezó a ponerse nerviosa cuando sintió que Draco empezaba a reaccionar.
Se separó de golpe y la verdad, se empezó a sentir vació.
—Um, deberíamos ir con los otros.— dijo ella a lo que este asintió para empezar a caminar sin decir palabra. ¿Tan raro había sido?
Leah se maldecía una y otra vez por aquel gesto tan estúpido. Estaba claro que no le había gustado, estaba claro que ahora todo sería incómodo, y claro, que tonta, ni siquiera eran amigos.
¿Por qué lo había hecho? Draco se planteaba esa pregunta mientras la miraba de reojo. Estaba claro que la chica lo había hecho para molestarlo, claramente Leah no había notado ese nerviosismo, todo seguía igual y nada había ocurrido.
—Ahí estáis, ¿Qué estabais haciendo?— los sorprendió la voz de Blaise.
—Nada.— respondieron ambos sin mirarse. Mientras que Draco se fue por un lado, la chica lo hizo por el otro sin decir palabra, confundiendo a sus amigos.
—Vale, treinta galeones a que acaban enamorados.— dijo de repente el moreno mirando al grupo de Slytherins.
—Qué hablas, ¿Leah y Draco? Dame algo mejor.— saltó diciendo la pelinegra, siguiendo a Leah dejando aún más confusos a los restantes.
—30 galeones a que Pansy será un problema.— soltó Daphne viendo el panorama.
—Chicos, ¿en serio estáis apostando por vuestros amigos?— se interpuso Theo.
—Esos comportamientos raros, no son normales. Llevan así desde hace mucho, y quiero ganar dinero.— siguió explicando Blaise.— ¿Acaso tú no has visto la tensión en el aire?
—Si, la tensión de querer matarse entre ellos.
—Bien, si eso crees, apuesta. Yo digo, 30 galeones a que son novios el curso que viene.— insistió el moreno, y Daphne quien miraron a Theo con diversión.
—Bien, 30 galeones a que no.— dijo este ahora con superioridad.— Acabáis de cavar vuestra propia tumba. Si los conocierais bien, sabríais que tienen demasiado orgullo como para admitir que se encantan. Pero buena suerte perdedores, la necesitareis.
La rubia y el moreno se miraron entre si dándose cuenta de que lo que decía Theo era verdad.
—¿Por qué eres tan listo?— preguntó la Slytherin, haciendo sonreír tímidamente al castaño.
—Crees... ¿que soy listo?— preguntó este haciendo rodar los ojos de la rubia para irse con sus amigas.— Um, adiós, supongo... ¡nos vemos luego!
—Joder, te gusta Daphne, tío, te encanta Daphne.— soltó el moreno con una sonrisa orgullosa.
Theo negó muy nervioso y como no sabía que decir, se fue en busca de Draco dejando a Blaise con sus propios pensamientos.
—Esto será divertido...
El moreno sabía que el grupo pasaría por muchos problemas, y sabía que debía hacer algo para frenarlo. Iba a salvar su amistad, porque como decía su madre, las amistades son mucho más importantes que los amores. Su mamá nunca se equivocaba, así que iba a seguir su consejo.
Y de repente, cuando Blaise parecía que había terminado de hablar consigo mismo, todos los alumnos empezaron a entrar al comedor muy alarmados, seguidos de los prefectos y profesores.
—Decirme que hay un apocalipsis zombie, he estado esperando mi momento desde siempre.— dijo muy emocionado a lo que tanto Theo como Draco se miraron raros.
—¿De qué hablas?— le preguntó Daphne quien había escuchado todo.
—Si, veréis, debéis tener cuidado con sus dientes y arañazos, u os convertiréis en uno de ellos.— empezó a explicar como si alguno tuviera idea de lo que estaba hablando.
Para su suerte, Leah se había criado en el mundo muggle.
—Oh, oh, y para matarlos le tenéis que romper la cabeza, o darle con algún palo. Tampoco corren mucho así que será fácil escapar.—mencionó muy emocionada, clocándose delante de Draco el cual rodó los ojos.
—Tontos, no hay zo...no se que habéis dicho, Sirius Black al parecer está aquí, en Hogwarts y tenemos que dormir en el comedor.— dijo, haciendo que tanto Blaise y la chica se empezaran a reír de él.— No entiendo como os soportamos.
—Tiene su gracia, no sabes pronunciar la palabra zombie, y aunque no se que es, diría que es algún tipo de monstruo por las descripciones.— explicó Theo.
Tanto el moreno como Leah se miraron entre si para reír de nuevo, no había motivo pero les hacia gracia confundir a sus amigos magos.
—Vamos a por un saco, no quiero que ese tal Sirius Black me coma o algo parecido.— mencionó la chica yéndose junto con Blaise dejando de lado a Draco, Pansy, Theo y Daphne.
—¿Acaso sabe que Sirius Black es una persona y no un monstruo?— preguntó la pelinegra.
—Déjala.— respondió el platinado mirándola sin entenderla.— Solo déjala ser idiota.