Situación Crítica || #7

By seokjin30_jk26

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Tras ver sus caras publicadas en todos los periódicos y televisiones tras un caso de gran repercusión, los ag... More

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By seokjin30_jk26

Dos horas después de Jungkook le dejara, Jimin se unió a SeokJin la planta baja para el cambio de guardia.

—NamJoon está arriba – le dijo Jimin.

—Genial –gruñó SeokJin. Empezó a subir los escalones, cada crujido del cristal le llevaba más cerca de otro enfrentamiento con Jungkook, a una noche de dormir con su amante justo al lado y sentir que había un extraño en su cama.

Cuando llegó a lo alto, tomó una respiración profunda para tranquilizarse. Cada vez era más difícil frenar la creciente rabia. Había tenido dos horas para pensar en nada más que todas las veces que Jungkook debía haberle mentido para evitar ser atrapado, todas las veces que habían hablado de su tiempo en Miami, Jungkook debía haber estado buscando información.

Todas las veces que Jungkook simplemente le había mirado a los ojos y mentido.

Su fiesta de veinte años. Había visto a Richard Burns allí, y ahora sabía exactamente donde había desaparecido Jungkook. No había estado cogiendo esa maldita orquídea de su coche. Dios sabía lo que habían estado discutiendo. Cerró los puños y se detuvo en los escalones. Quería subir y golpear a Jungkook para sacarse la ira, para hacer algo. Y todo su cuerpo gritaba que tomara una copa. Vaciló, luchando contra el impulso de volver y servirse un whisky.

El tono retumbante familiar de la voz de Jungkook lo detuvo.

Jungkook y NamJoon estaban en el otro extremo del pasillo, fuera de la habitación que debía haber elegido HoSeok. SeokJin estudió la silueta de Jungkook en el pasillo oscuro. Parecía rígido y tenso. Hablaba usando las manos, pero nada del murmullo llegaba a sus oídos.

Maldita sea, Jungkook. ¿Por qué no podías haber hecho esto más fácil? ¿Por qué tenía que contarle la verdad sobre su misión? ¿Por qué ahora? ¿Por qué no aferrarse a ello como decía que había querido en lugar de romperle el corazón? ¿Por qué tuvo que aceptar la misión? Tendría que haberse puesto firme y decir no.

SeokJin habría dicho que no, si sus posiciones hubieran sido a la inversa. Eso sí lo sabía. Nunca le habría escondido un secreto tan grande de Jungkook, no después de esa primera semana en Nueva York. La confianza era todo lo que habían tenido, y Jungkook la había usado, abusado de ella. Lo único a lo que Jungkook tenía miedo era a decir no a un conjunto de órdenes.

Jungkook bajó por el pasillo. Detrás de él, NamJoon apoyó la espalda contra la pared y se deslizó hacia abajo para sentarse. SeokJin suponía que era donde Jungkook había establecido el campamento también. Justo delante de la puerta de HoSeok, usando la sombra como cubierta, con una visión directa de la única salida. Se preguntó qué pensaba HoSeok sobre tener un guardia armado en su puerta, no ser de confianza sin un controlador encima de él.

Entonces SeokJin se dio cuenta de que sabía exactamente cómo se sentía HoSeok.

Jungkook se detuvo frente a SeokJin, ambos de pie en la puerta de la habitación que Jungkook había ocupado una vez. SeokJin apretó los dientes cuando se encontró con sus ojos.

—¿Quieres hablar? —Preguntó Jungkook—. ¿O todavía estás enfadado conmigo?

—¿No crees que merezco estar enfadado un poco más?

Los ojos de Jungkook buscaron el rostro de SeokJin, entonces entró en la habitación. Se quitó los zapatos, tiró de la camiseta sobre su cabeza y la arrojó a la mesa.

SeokJin le siguió, cerrando la puerta detrás de sí. Se aseguró de cerrarla.

—¿En serio vas a dejar las cosas así? —Dijo SeokJin, el tono bajo. Estaban en la habitación con las páginas pegadas a las paredes. Tenía confianza en el trabajo de Jungkook, no podían ser escuchados.

Jungkook se enfrentó a él. Se encogió de hombros.

—¿Qué quieres que te diga? Te dije que lo sentía. Te dije por qué lo hice. ¿Y sabes qué, SeokJin? Lo haría de nuevo. En un instante. Porque estaba protegiendo a alguien que amo.

—No me estabas protegiendo, Jungkook, me estabas espiando. El hecho de que no veas eso, de que marcharías de nuevo por ese camino de nuevo sin pensarlo dos veces, me asusta. ¿Cómo diablos puedo confiar en ti ahora?

Jungkook puso los ojos en blanco.

—Te reuniste con Burns en Baltimore, ¿verdad? —Gruñó SeokJin.

—¡Burns no estaba en Baltimore, SeokJin!

SeokJin dio unos pasos y le agarró por los hombros, empujándolo contra la pared.

—¡Deja de mentirme!

Los ojos de Jungkook destellaron y apretó la mandíbula, mostrando los dientes.

—Llámame mentiroso una vez más y te doy una paliza.

SeokJin apretó las manos. Respiraba más y más rápido. Tal vez una buena pelea les haría algún bien. Sin duda él quería aplastar el puño contra los dientes de Jungkook en este momento.

Se apartó, retrocediendo hacia la puerta para no verse tentado a atacar.

—Es posible que quieras acostumbrarte. Así es como la gente llama a quienes mienten para ganarse la vida.

—¿A dónde vas? —Exigió Jungkook. SeokJin le dio la espalda.

—Necesito un trago.

**

Jungkook necesitó unos segundos para recuperarse ante de seguir a SeokJin por la puerta. A la mierda si SeokJin bajaba a beber, no por su causa, no sin una pelea. Miró por el pasillo mientras se volvía a poner la camiseta. NamJoon se había levantado con el arma en la mano.

—¿Que está pasando?

Jungkook le indicó que nada.

—Lo tengo.

Se precipitó por las escaleras y llegó al bar justo a tiempo de ver a SeokJin servirse una copa de whisky.

—SeokJin.

SeokJin le miró y Jungkook tuvo que luchar con cada fibra de su ser para no desviar la mirada. Siguió adelante, pasó detrás de la barra y se detuvo frente a SeokJin.

—Voy a darle diez segundos para largarte de aquí —gruñó SeokJin.

El corazón de Jungkook tartamudeó. Nunca había visto a SeokJin así, nunca había sabido que pudiera ponerse así. Sin embargo, cuadró los hombros.

—No voy a dejar que hagas esto.

SeokJin se mantuvo completamente inmóvil. Ni siquiera parecía estar respirando.

—Tú hiciste esto, Jungkook—dijo, luego levantó la copa a los labios.

Jungkook agarró su muñeca. El whisky se derramó sobre la barra. SeokJin se movió tan rápido que el taburete cayó al suelo. Jungkook apenas logró bloquear el brazo de SeokJin antes de que el vaso se estrellara contra su cabeza, SeokJin se inclinó sobre la barra y agarró a Jungkook por la camiseta, lo levantó del suelo y lo arrastró por la barra.

Jungkook no podía hacer nada más que agarrarse a los antebrazos de SeokJin y aferrarse mientras tiraba de él por la barra y lo arrojaba al suelo. Rodó y se impulsó sobre manos y rodillas, luego de pie. SeokJin cogió el taburete a su lado y lo hizo girar con una mano, como si no fuera nada más que una almohada.

El taburete cayó al suelo a los pies de Jungkook mientras se tambaleaba hacia atrás. Estaba sorprendido de que SeokJin hubiera arremetido y se castigaba a sí mismo por no haberlo esperado. Sabía lo mucho que había herido SeokJin, y sabía lo que sucedía cuando la ira de SeokJin se soltaba. Debería haberlo sabido. La rabia de SeokJin sólo sirvió para calmarle aún más.

—¡Todo lo que he hecho, Jungkook, lo he hecho por ti! —Gritó SeokJin.

Jungkook era consciente periféricamente de Jimin cerca de la barra y de NamJoon y HoSeok en la escalera observando. Les hizo señas para asegurarse de que nadie interfiriera. No podía permitir que nadie resultara herido en una pelea. Sacudió la cabeza mientras SeokJin se le acercaba.

—No así, SeokJin —intentó.

SeokJin le lanzó el puño. Luego otra vez. Jungkook fue capaz de bloquear los dos primeros golpes, pero el tercero le dio en el riñón y se dobló. Olas de dolor casi lo pusieron de rodillas. Se lanzó hacia delante, envolviendo a SeokJin para tratar de detenerlo sin hacerle daño. Se negaba a darle un puñetazo en venganza.

SeokJin gritó, su voz llena de rabia, de dolor y traición. Levantó a Jungkook lo golpeó contra la gran viga de madera en el centro de la habitación. El cristal de un marco de fotos se agrietó contra los hombros de Jungkook. Este se aferró con más fuerza a los brazos de SeokJin, sujetándolo, tratando de inmovilizarlo antes de que se lastimara o a él.

—Lo siento, SeokJin —jadeó, tratando de aferrarse.

SeokJin apretó la cara contra el cuello de Jungkook, reprimiendo un sollozo. Todo su cuerpo estaba temblando.

Jungkook clavó los dedos en la espalda de SeokJin, sosteniéndolo cerca. Llevó sus labios a la oreja de SeokJin.

—Lo siento mucho.

Los hombros de SeokJin se tensaron bajo las manos de Jungkook.

—Te habría elegido por encima de todo —siseó SeokJin. Se echó hacia atrás, se soltó de Jungkook y le agarró por la camiseta con ambas manos, lo sacudió hasta que estuvieron nariz contra nariz, hasta que los pies de Jungkookya no estaban firmemente en el suelo—. Mi trabajo, mi familia, mi esposa. ¡Habría dado mi vida por ti! ¡Pero tú! ¡Ni siquiera puedes darme la verdad!

Jungkook sólo tuvo tiempo de cerrar los ojos antes de que SeokJin le levantara y lo lanzara a un lado. Se estrelló contra una de las mesas y se deslizó con ella hasta caer en medio de cristales rotos y trozos de madera astillada.

Tardó un momento en recuperarse. Los demás estaban con los ojos de par en par y la boca abierta. Jungkook rodó sobre su estómago y se levantó, acompañado por el tintineo de cristal de un quinqué roto mientras caía en cascada por brazos y espalda.

SeokJin estaba enmarcado por la luz de neón que emanaba de la barra detrás de él, arrojándolo a la oscuridad y la sombra.

—Jesús, SeokJin —murmuró Jungkook.

SeokJin le dio la espalda y regresó a la barra. Sacó un nuevo vaso y se sirvió otro whisky.

—Yo no sé tú, pero yo ciertamente me siento mejor —dijo antes de beber el whisky de un trago.

**

SeokJin se situó ante la barra, mirando la escena desplegada en el espejo mientras el whisky le quemaba al bajar.

NamJoon y Jimin fueron a ayudar a Jungkook a salir de los restos de la mesa y las sillas que habían destruido. HoSeok se quedó atrás, con los brazos cruzados, mirando con una ceja levantada. Cuando Jungkook se puso de pie, su mano se dirigió inmediatamente a un lado y se dobló de nuevo. SeokJin fue golpeado con la preocupación, pero se encogió de hombros. Había sabido que Jungkook todavía estaría tierno en el área de los riñones. Un buen golpe había hecho casi imposible que se defendiera. Había sido innecesario, sin embargo. Jungkook ni siquiera había tratado de defenderse.

SeokJin bajó la cabeza cuando los ojos de Jungkook se encontraron con los suyos en el espejo. SeokJin vio el dolor y la furia a pesar de tratar de no hacerlo. Siguió mirando el vaso vacío frente a él mientras ayudaban a Jungkook por las escaleras.

SeokJin cogió la botella y se sirvió otro vaso.

—¿Es realmente la mejor idea? —Preguntó HoSeok. Se apoyó en la barra junto a SeokJin—. Me las he arreglado para deducir que podrías ser uno que bebe un poco demasiado.

—Vete —gruñó SeokJin.

—Un alcohólico, eso es lo que quería decir —dijo HoSeok—. En caso de que no estuviera claro.

—Dije que te fueras.

—¿O qué? ¿Me vas a tirar sobre una mesa también?

 SeokJin mostró los dientes a HoSeok.

—Te voy a decir una cosa, amor, yo no fallaré mis golpes como él. Parece una ventaja injusta, tratar de herir a alguien que se niega a devolverte los golpes. —Cogió el vaso de la mano de SeokJin y tomó un sorbo—. Bien podría beber también esta noche, ¿no? Mañana, Jungkook va a conseguir que os maten a todos. —Le devolvió el vaso y sonrió.

—¿Qué te hace decir eso?

HoSeok se tocó la sien.

—Él no está pensando. Tú tampoco, para el caso. —Rozó el brazo de SeokJin mientras se apoyaba en la barra de nuevo—. Estos del cártel. Sabes a quien van a enviar, ¿verdad?

—Tengo una idea, sí. Mateo Valencia.

—¿Es bueno?

SeokJin se encogió de hombros y tomó otro sorbo. El whisky quemó su camino por la garganta, encendió un fuego dentro de él que había sido un gran ausente. El mundo a su alrededor se volvió más frío en comparación.

—¿Es mejor que tú?

SeokJin flexionó la muñeca, donde sentía una vaina y un cuchillo contra su piel. Recordó una reunión en una suite del ático cuando uno de los cachorros de Antonio había ladrado demasiadas veces. SeokJin había cortado al hombre desde la boca a la oreja sólo para darle una lección. Sólo para recordarle que no hablara hasta que le hablaran.

—No —respondió. HoSeok ladeó la cabeza.

—Es bueno saberlo. —Miró a las escaleras. Todavía estaban solos. Jimin probablemente estaba comprobando a Jungkook para asegurarse de que no estaba herido—. Cuando hayas terminado de satisfacer tu necesidad de whisky, me gustaría hablar contigo arriba. En privado.

SeokJin resopló. Tomó otro sorbo, cerrando los ojos. Había echado de menos el olor.

El sabor. Había echado de menos el mundo en blanco y negro.

—¿No puedes decirlo aquí?

HoSeok silbó en tono bajo y se acercó para susurrarle al oído.

—Prefiero hablar de estas cosas sin ropa.

SeokJin volvió la cabeza bruscamente, pero HoSeok no retrocedió. Su nariz rozó la de SeokJin, y durante unos instantes, SeokJin pensó que iba a besarle. Sin embargo, HoSeok no se movió y SeokJin finalmente retrocedió con un movimiento brusco.

—Ahora estás soltero, SeokJin, en caso de que no estuviera claro por la forma en que te miró.  Jungkook no pierde el tiempo con personas que no le quieren.

El corazón de SeokJin martilló más rápido.

—Tómate tu tiempo —murmuró HoSeok antes de marcharse.

* *

SeokJin abrió la puerta y entró, cerrándola detrás de él con un clic que pareció resonar a través del edificio. Dio unos pasos tentativos en la oscuridad, y dejó la botella y el vaso en la mesa de la cocina.

Se encendió una luz y SeokJin miró por encima del hombro a la pistola que le apuntaba.

—Guarda eso —gruñó.

Jungkook se sentó en la cama y bajó las piernas al suelo. Metió la pistola debajo de la almohada.

—¿Cuántas has bebido?

SeokJin negó con la cabeza y golpeó la botella.

—No lo suficiente para sentirme bien.

La expresión de Jungkook permaneció impasible, lo que era singularmente molesto, ya que SeokJin por lo general le leía bien.

—Estaba haciendo mi trabajo —dijo, en voz baja y tranquila—. Estaba haciendo lo que tenía que hacer para quedarme contigo. ¿Por qué está tan jodidamente mal?

SeokJin se burló.

—Dime algo, Jungkook, ¿hay algo que no harías por trabajo?

Jungkook no tenía una respuesta para eso. Se puso de pie en su lugar, cruzando los brazos. Sus respiraciones eran entrecortadas, como si con cada palabra que SeokJin lanzara fuera más difícil conseguir aire.

—No hay una parte de ti que no hayas vendido por una cosa u otra —gruñó SeokJin. Avanzó, soltando una risa casi maníaca. Jungkook se mantuvo firme, simplemente ladeando la cabeza cuando SeokJin se paró frente a él—. He pasado la mitad de mi vida adulta con putas. Eres mejor en tu trabajo que ellas.

—Estás borracho, SeokJin —logró decir Jungkook finalmente. La sangre había desaparecido de su rostro, pero estaba de pie recto y alto—. Cierra la boca antes de decir algo que no voy a perdonar.

SeokJin dio un paso más, tratando de acorralarlo hacia la pared o la cama. Pero Jungkook se mantuvo firme.

—Dios no quiera que rechaces una orden, Jungkook. Dios no permita que elijas algo que amas por encima de lo que te digan qué hacer.

Jungkook enderezó los hombros y se enfrentó a las palabras de SeokJin con cara de piedra. Lo único que SeokJin quería ver en los ojos de Jungkook era dolor. Quería golpearlo donde haría más daño que ninguna otra cosa, los puñetazos o arrojarlo por todas partes no herirían a alguien como Jungkook. Los palos y las piedras pueden romper huesos...

Las palabras eran lo que más golpeaba a Jungkook.

SeokJin cerró los ojos. Era difícil reprimir el impulso de golpear en ese punto blando con el whisky fluyendo por su cuerpo. Se apartó y se pasó los dedos por el pelo.

—Jesucristo, Jungkook, pensaba que iba a casarme contigo. ¿Lo sabías? ¡He estado tratando de decidir cómo pedírtelo durante meses! Estaba tratando de pedírtelo cuando jodido O'Flaherty jodido NamJoon llamó pidiéndote ayuda. ¡Sólo tuviste que contestar el puto teléfono!

La fachada de Jungkook finalmente se rompió. Sus labios se separaron, pero SeokJin no le dejó hablar.

—¡Le dije a mi madre que se fuera a la mierda por ti! ¡Me quité el anillo de Becky y lo guardé por ti, hijo de puta! ¡Y todo lo que estabas haciendo era tu trabajo!

—¡Sabes que no es cierto!

—Sólo estabas siguiendo órdenes —gimió SeokJin. Se balanceó mientras daba un paso hacia atrás, cansado de tratar de intimidar a Jungkook para que retrocediera—. Todo lo que sé de ti está basado en mentiras. Eres una caricatura. Sólo un buen soldadito.

La voz de Jungkook se rompió.

—¿De verdad cree eso?

SeokJin agitó una mano hacia él. La calidez del whisky le revolvió el cuerpo, dejando una capa exterior fría que nada iba a penetrar.

—Te conviertes en lo que sea necesario para hacer el trabajo, y luego pasas al siguiente.

Los ojos de Jungkook destellaron.

—Gilipolleces.

—Te hiciste perfecto para mí. Pero ese no es tu yo verdadero tampoco, ¿verdad? Apuesto a que ni siquiera sabes quién es el verdadero tú.

Jungkook no se movió, pero su respiración era dura en el silencio. A través de la bruma de ira, SeokJin podía ver la vida abandonando los ojos de Jungkook, convirtiéndolos en duros y planos. Una parte de SeokJin gritó que se detuviera, que dejara de hablar, dejara de estar enojado, dejara de ir por este camino. No había modo de regresar. Pero la parte de SeokJin que estaba tan herida por la traición de Jungkook, la parte que había seguido bebiendo en la planta baja, no podía superar el dolor y la ira, le obligaba a seguir adelante.

Dio un paso hacia Jungkook y le apuntó con un dedo al pecho.

—¿Cuando este lío se resuelva y volvamos a Baltimore? Hemos terminado. Tú y yo. Terminado.

Jungkook le cogió de la mano y la apartó.

—Vale, SeokJin, genial. Por qué esperar hasta que estés sobrio, ¿verdad?

SeokJin lo empujó.

—¡Hemos terminado!

Jungkook cerró ambos antebrazos contra el brazo de SeokJin y retorció, obligando a SeokJin a retorcerse con un aullido de dolor. Jungkook lo hizo girar y lo empujó de cara por primera vez contra el colchón. Furioso, SeokJin giró una muñeca y uno de sus cuchillos se desplegó. Cortó a Jungkook, que gritó y soltó a SeokJin.

—¡Hijo de puta! —Gritó Jungkook.

SeokJin rodó sobre su espalda y le dio una patada en el pecho, Jungkook se tambaleó cuando SeokJin se levantó.

—¡Estoy tratando de no hacerte daño, Kim! —Gritó Jungkook. Se limpió la sangre del corte en el antebrazo.

—A la mierda.

SeokJin fue a agarrarle, pero Jungkook evitó su mano con un golpe de la palma contra el antebrazo. SeokJin hizo lo mismo con la otra mano y Jungkook repitió la jugada, no esquivando sino simplemente redirigiendo la fuerza de los puñetazos de SeokJin.

—Sambo ruso, ¿verdad? –se burló SeokJin mientras daban círculos uno alrededor del otro—. Otro secreto que probablemente nunca has explicado.

—Súmalo a la lista, justo detrás de la sobriedad.

SeokJin se lanzó y Jungkook realizó una patada modificada, sólo que en lugar de patear, rodó sobre la espalda de SeokJin y aterrizó detrás de él. SeokJin empujó el hombro hacia atrás, dándole en el costado y arrojándolo sobre la cama. Los muelles se quejaron y el cabecero golpeó contra la pared.

SeokJin se subió encima de él y le agarró ambas muñecas, sujetándolo antes de que tuviera la oportunidad de recuperarse. Jungkook se sacudió bajo él, pero no podía luchar contra el peso de SeokJin en esa posición, no a menos que quisiera hacerle un daño serio. Y si había una cosa que SeokJin sabía sobre Jungkook, era que permitiría que le dejara molido a golpes antes de hacer daño de verdad a SeokJin.

SeokJin podía sentir el corazón palpitante de Jungkook, su respiración cada vez más entrecortada, sus duros músculos trabajando para liberarse. Presionó hacia abajo para evitar que se soltara y le besó, duro y sucio, forzando su lengua en la boca de Jungkook y sin darle la oportunidad de decir lo contrario.

Jungkook luchó, corcoveando las caderas. SeokJin se ponía más duro con cada lucha. Como la primera vez que habían peleado en un callejón en Nueva York y luego follado durante toda la noche, la violencia le alimentaba. Empujó hacia abajo, apretando la polla contra Jungkook. Jungkook gimió en su boca, pero aun así trató de soltar las manos del agarre de SeokJin.

SeokJin soltó una de las muñecas y le agarró del pelo, tiró de su cabeza a un lado y le mordió el cuello. Soltó la otra muñeca de Jungkook y alcanzó su camisa, la desgarró por el cuello para poder saborear el sudor a lo largo de la clavícula.

La respiración de Jungkook era dura y trabajosa. Se retorció y su antebrazo le dio a SeokJin en la mejilla. Este le agarró la mano y tiró del brazo sobre su cuerpo, lo empujó a la cama y le sujetó. Jungkook intentó girar, pero SeokJin era demasiado pesado.

—¡Gilipollas! —Gruñó Jungkook.

—Sé que puedes deshacerte de mí —gruñó SeokJin—. Adelante, Jungkook. Hazlo.

Jungkook entrecerró los ojos. Su respiración eran ráfagas en el rostro de SeokJin. Sin embargo, no trató de romper el agarre de SeokJin.

SeokJin soltó la mano para ver si Jungkook iba a luchar más. Cuando sintió su cuerpo relajarse debajo, lo besó de nuevo, empujó entre las piernas de Jungkook, metió la lengua entre esos labios pecaminosos. Mordió el labio inferior. Con fuerza.

Jungkook arrastró los dedos por su hombro y SeokJin soltó el labio. Empujó otra vez, su polla creció dolorosamente dura dentro de sus pantalones vaqueros. Alcanzó entre sus cuerpos para soltar el cinturón y bajar la cremallera, luego se bajó los pantalones y calzoncillos.

Los ojos de Jungkook eran oscuros e ilegibles.

—Creía que habíamos terminado.

SeokJin sonrió lentamente.

—Tan pronto como sepas lo que se siente al ser utilizado. Entonces habremos terminado.

Agarró la camisa de Jungkook para desgarrar lo que quedaba. Jungkook le dio un manotazo a los dedos, pero SeokJin apartó la mano y tiró de las correas de las dos vainas de sus muñecas. Arrojó los cuchillos lejos y se movió sobre Jungkook, presionando sus cuerpos juntos.

—¿Dónde está tu puto kit?

 Jungkook se humedeció los labios.

—Al lado de la puerta.

SeokJin se apartó y fue a hurgar en el neceser de Jungkook. Al final arrojó todo al suelo. Pasta de dientes, crema de afeitar y varios EpiPens rodaron por el suelo. SeokJin cogió el lubricante, pero se detuvo cuando vio una pequeña caja de joyería negra al lado de su pie.

La recogió y se enderezó. Jungkook había tirado su camisa rota al suelo y se estaba bajando los pantalones para quitárselos de una patada, sus movimientos espasmódicos e irritados.

—No tienes que darme órdenes, ya lo sabes –le dijo Jungkook—. En lo que a mí respecta, sigo siendo tuyo.

SeokJin resopló, su estómago cayó ante las palabras de Jungkook. La ira fluía mientras sostenía la cajita para que Jungkook la viera.

—¿Qué es esto?

SeokJin observó la tristeza atravesar el rostro de Jungkook.

—Era para ti.

SeokJin estaba respirando con dificultad, tratando de luchar contra el velo de whisky para ver a través de la única persona que había pensado que jamás amaría. Sin pedir permiso, la abrió.

Dentro había un colgante rectangular de plata. En un lado tenía un ancla tallada. SeokJin la cogió y dejó caer la caja al suelo. Podía sentir algo en el otro lado, pero sus ojos estaban fijos en el ancla.

—Hice que fundieran mi anillo del trabajo en el crucero. Es un colgante de sobriedad.

SeokJin alzó la vista. Jungkook estaba sentado en el borde de la cama, con los hombros caídos y los ojos en el suelo.

—Una vez me dijiste que... yo era tu brújula. Te proporcionaba guía cuando estabas perdido –dijo Jungkook, casi ahogándose con las palabras. Levantó la mirada, los ojos se reflejaban como líquidos a la luz baja—. Bueno, tú eras mi ancla. Eras algo sólido a lo que agarrarme. Quería que recordaras eso.

SeokJin le miró durante un minuto, tratando de sentir algo más allá del calor del whisky, más allá del alcance de la ira. Se había convencido a sí mismo de que el Jeon Jungkook que conocía no era el verdadero.

Pero ¿y si lo era? ¿Qué pasaba si él era el único que había visto al hombre real debajo de todas esas capas?

Giró el colgante en la mano.

En el otro lado estaba grabado "creo en ti". Cerró el puño y lo arrojó contra la puerta con un grito lastimero.

—¡Hijo de puta! —Gritó, yendo a por Jungkook—. ¡Confiaba en ti!

Jungkook se puso de pie para encontrarse con él. SeokJin lo agarró y le dio un beso brutal, hundiendo los dedos en su cabello y golpeándolo contra la pared junto a la cama. Un momento después lo empujó sobre la cama y se subió encima de él, siguió con el beso en todo su esplendor enojado.

—SeokJin —dijo Jungkook, sin aliento. Ya fuera por el peso encima de él, o el peso de sus emociones, SeokJin no lo sabía y no le importaba.

—Cállate, Jungkook. No digas mi puto nombre. –Alargó la mano entre ellos, lo tomó en la mano y apretó. Jungkook abrió la boca y cerró los ojos. Fue más fácil para SeokJin, no verse obligado a mirar a sus ojos.

Se llenó la palma de la mano con lubricante y se acarició, utilizó la otra mano para levantar el muslo de Jungkook. Se inclinó sobre él, le mordió el labio, levantó más su pierna, empujó sus caderas obligando a Jungkook a levantar la otra pierna y se acomodó encima de él. Todo el cuerpo de Jungkook estaba temblando.

—Por una vez en tu vida –dijo entre dientes contra los labios de Jungkook—. Sé honesto por una vez en tu vida.

Empujó la punta de la polla contra Jungkook, esperando el jadeo que sabía que llegaría. La ráfaga de aire entró en sus labios, la misma que Jungkook siempre parecía dejar salir cuando le penetraba por primera vez. SeokJin le mordió el labio para convertir ese jadeo en uno de dolor, luego empujó con más fuerza, penetrando, empujando más allá de los músculos tensos.

Había olvidado lo que se sentía al ahondar en el calor de otra persona cuando lo único que sentía era la calma fría del alcohol y la picadura de la ira sin control. Dios, era tan bueno.

Se agarró al pelo de Jungkook para mantenerlo quieto bajo su peso mientras avanzaba unos centímetros. Era angustioso ir tan despacio cuando lo único que quería era escuchar a Jungkook clamar por misericordia, follarle hasta que no pudiera sentir nada más que la simplicidad de vaciarse en el interior de otra persona, vaciar todo el dolor y la ira en alguien que rogaba por más.

Empujó hasta que estuvo completamente dentro, hasta que Jungkook se retorcía debajo de él, temblando contra él. Respiraba entrecortadamente contra los labios de SeokJin.

—Vamos, entonces, Kim –susurró—. ¿Quieres que me sienta usado?

—Sí —siseó SeokJin—. Quiero que te duela como a mí.

—Entonces hazlo.

SeokJin puso la mano sobre la boca de Jungkook. Se retiró y se obligó a embestir otra vez, demorándose el tiempo suficiente para apreciar el lento movimiento de su polla mientras le penetraba, sentir su cuerpo sacudiéndose debajo de él. Jungkook jadeó contra su mano. Sus uñas le arañaron la espalda. Metió las manos debajo de las caderas de Jungkook y lo levantó de la cama, empujó más profundo, lo que obligó a Jungkook a contorsionarse.

Gritó, el sonido amortiguado por la mano de SeokJin.

SeokJin comenzó un ritmo brutal, sujetaba a Jungkook abajo, los únicos sonidos que escuchaba eran amortiguados e incoherentes. Sus caderas se movían más rápido, más fuerte, la ira y la angustia le guiaban, buscando el placer que sólo su cuerpo registraba y su mente se negaba a dejarle sentir. Enterró la cara contra el pecho de Jungkook, empujando más duro, finalmente dejó que la mano cayera de la boca de Jungkook para poder levantar sus caderas más alto.

Jungkook jadeó su nombre. Era un sonido suplicante, lleno de la misma angustia que SeokJin sentía en cada fibra de su ser. SeokJin puso la palma sobre su boca otra vez.

—No lo digas –gruñó—. No te atrevas a decirlo.

Jungkook le acarició la espalda, arrastrando, arañando. Su cuerpo se retorcía debajo del de SeokJin mientras éste se corría en su interior. A medida que los movimientos de SeokJin se ralentizaban, su mundo se le vino encima otra vez, todo en blanco y negro, todo claro como el cristal y realzado hasta la precisión por el whisky que le recorría. Apartó la mano y Jungkook jadeó en busca de aire.

SeokJin se retiró, pero lo besó de nuevo, pasando los dedos por el cuerpo de Jungkook para agarrar su polla. Se puso más dura mientras la manejaba, sus gemidos vibraron contra los labios de SeokJin.

—¿Necesitas correrte? —Preguntó SeokJin, con una voz sorprendentemente ronca.

Jungkook se quedó sin aliento—. Dilo, di las palabras.

—Kim –intentó Jungkook.

SeokJin lo sujetaba y le acariciaba, aumentando el ritmo del cuerpo de Jungkooka la búsqueda de la liberación.

—Dime lo que quiero oír, Jeon.

Jungkook agarró los hombros de SeokJin, empujando la polla en su mano.

—Te necesito —jadeó.

Las palabras atravesaron a SeokJin con la precisión de un bisturí. Besó a Jungkook con avidez por última vez, le bombeó hasta que todo el cuerpo de Jungkook tembló con la liberación inminente. Luego lo soltó y se alejó de la cama, dejando Jungkook en el precipicio sin ninguna estimulación para empujarlo por encima. Asintió hacia la puerta mientras se encontraba con los ojos de Jungkook.

—Vamos. Apuesto que el jodido NamJoon te está esperando con una bonita cama caliente.

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