Revival +18

By nofarahway

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Eloíse está atrapada, en una mansión y en los juegos retorcidos de Víctor. +18. *** Ella despierta con amnesi... More

Aclaración Importante.
Prefacio: Revival.
Personajes.
PARTE I: Los Cazadores.
1. Amnesia.
2. Extraños.
3. Arte.
4. Pesadilla.
5. Juegos.
6. Neblina.
7. Romperte.
8. Subasta.
9. Prueba.
10. Obra Maestra [+18]
11. Pecados.
12. Secretos.
13. Suave Éxtasis [+18]
14. Cierna Ruza.
15. Rosas Blancas [+18]
16. Laberintos.
17. El Cazador
18. Presas.
19. Flores Lilas.
20. Retrato Obsesivo.
21. Partida Perfecta.
Parte II: Juego de Reyes.
22. Empieza la Cacería.
23. El Tártaro.
24. Miedos.
25. Obediencia [+18]
26. Símbolos.
28. El Escape.
29. La Traición.
30. Lealtad.
Final: El pájaro abrió su jaula.
Epílogo: Las Almas de los Condenados.

27. Un Ángel Caído entre Demonios.

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By nofarahway

CAPÍTULO 27
Un Ángel Caído entre Demonios.


ELOÍSE

Luego de que el fiscal Joaquín Baer se fue, decidí que iría junto con Gabriel a llevar los informes a su oficina central, uno con la explicación de la irrupción en el hotel y la muerte del Mecenas.

Para ser asesinos, eran muy apegados a la burocracia.

Sabía que Gabriel ya me estaba esperando para salir, cuando aproveché un momento para meterme a la habitación al final del pasillo donde tenían a la chica extraña de ayer.

Prendí la luz al entrar, supuse que para ellos era mejor tenerla en penumbras, entendía que quizás la necesitaban dócil, tampoco podían tenerla demasiado confiada o terminaría por llamar a la policía.

Si es que eso serviría para algo.

Ella parpadeó ante la intrusión de la luz, le sonreí mientras dejaba cerca la bandeja con té, galletas y un pedazo de la torta que había horneado con Ángela esa mañana.

──¿No eres alérgica a algo verdad? El pastel tiene frutilla y chocolate, aunque quizás eso ya es una patada de por sí.

La chica no respondió, y cuando alcé mi mirada para verla, su odio era una llama, vibrando hacia mí con un rencor vivo.

──No quiero nada.

──Ya has pasado una noche sin comer, pudieron haberte drogado, no sabes con qué, te conviene eliminar eso cuánto antes de tu sistema.

Su melena negra se sacudió cuando se lanzó sobre mí, la esposa que la sostenía a los fierros de la cama no la dejó proseguir, pero eso no impidió que pateara la bandeja con una furia excesiva.

Té manchó la pared, el jarrón y la taza de Daredevil quedaron hechas añicos en el piso, la torta salpicó parte de mi mejilla.

Me limpié de forma descuidada.

──Te traeré más.

──Eres una maldita idiota ──me ladró, su piel cetrina empeoraba su apariencia de desquiciada──. ¿Qué clase de persona es secuestrada y se pone a hornear con sus captores? ¿Qué clase de imbécil se acuesta con uno? El tipo te encerró, te tiene presa, oí cómo nos decían, presas, quieren matarnos ──Solo entonces sonó extrañamente calmada, hasta divertida──. ¿Cómo puedes ser tan imbécil?

Golpeé su rostro con una bofetada, ansiosa porque sus ideas se aclararan un poco.

Clavé mis uñas en su mentón cuando intentó rehuir como un animal rabioso.

──Escúchame, y escúchame bien ──comencé con paciencia──. Esta es tu situación, te guste o no, no vas a salir, estás atada a una cama y si cualquiera de ellos quiere matarte puede hacerlo, no tienen ninguna razón que los detenga, yo que tú sería muy buena para no darle ninguna.

El odio no cesó en sus ojos.

──Algún extraño sentido de la moral o tu propia suerte es lo único que los detuvo de no matarte, es algo, lo tienes, aprovéchalo, aprende a leer la habitación en la que estás, porque ladrar y quejarte como un animalito desquiciado no te sacará de aquí.

Las lágrimas cristalizaron sus ojos oscuros.

──Prefiero morir ──gruñó con rabia.

──Entonces hazlo, tienes las horas para ser creativa, pero solo recuerda que las dos estuvimos en la misma situación y yo estoy aquí, horneando pasteles y follando muy bien, y tú estás ahí, retorciéndote en tus últimos momentos.

La chica parpadeó varias veces, como si no entendiera el sentido de mis palabras, como si no supiera si estaba más loca antes o después de entrar.

Le di un beso rápido en la mejilla.

──Sé buena y pide un baño, apestas mucho y eso podría enfermarte.

Recogí la bandeja del suelo, junté los pedazos de la taza antes de irme y le dejé los restos del jarrón junto a la cama.

──Úsalo con sabiduría.

Luego, me fuí.

El lugar al que llegamos con Gabriel era un enorme edificio de arquitectura francesa, el palacio de veraneo de un noble en la época rococó, quizás el mismo sueño de Maria Antonieta, en medio de Serkás.

Las verjas se abrieron para dejarnos atravesar el largo empedrado y el jardín coronado con todo tipo de flores.

Nos dirigimos por alguna entrada contigua, una galería cubierta de piedra caliza, al fondo unas puertas francesas de madera caramelo desde donde salían un grupo de tipos con uniformes que llevaban el emblema del Revival, el mismo que reconocí del anillo de Víctor y de cada uno de ellos.

Pudimos evadirlos al entrar, pero saliendo del despacho no tuvimos tanta suerte, nos detuvieron en un corredor donde la luz del sol entraba a raudales.

──Mierda ──murmuró Gabriel.

──Así que no son tus amigos.

──Gabriel ──saludó uno, el más alto, alzando los brazos como si preparara un gran abrazo──. La leyenda.

──El eterno novato ──lo recibió Gabriel.

Solo entonces el tipo frunció una mueca, tenía esa clase de porte, rasgos finos y mandíbula muy marcada, con ojos azules contra su pelo ébano, un digno aristócrata.

──Siempre tan bromista, ¿y esa preciosa?, ¿es de los suyos?

──Es mía, sí ──lo cortó el moreno, detuvo por la muñeca la mano que ya iba a mi pelo.

El tipo sonrió divertido, incluso cuando Gabriel lo soltó como si hubiera tocado basura.

──¿Te conozco, preciosa?

──Si lo hicieras ya te habría dicho que no me digas preciosa ──fulminé, harta de su actitud melosa.

Él sonrió, complacido.

──Puedo llamarte de la forma que quieras.

──Te esperaré adentro ──le avisé a Gabriel.

Continué el camino que habíamos hecho, pero todavía podía sentir los ojos del tipo sobre mí, dos chicas y tres chicos iban con él, el grupo se abrió para darme el paso, y pude ser consciente de su escrutinio.

Cuando Gabriel me alcanzó ya estaba sola en medio de un gran vestíbulo, donde se podía apreciar una excelente réplica de La Escuela de Atenas, de Rafael Sanzio.

──¿Todos aquí son así?

──Es Dante, su grupo murió en una cacería, el primero, luego de eso nadie quería integrarlo, pero consiguió formar uno, ahora tienen años de cacerías perfectas ──explicó──. Es un buen promedio de invictos, es decir, incluso mejor que la mayoría, sus cacerías son más limpias, pero uno de sus compañeros murió en la última subasta, creen que la historia se repetirá.

Me pregunté si sería el mismo que asesinó Víctor.

──Te dijo leyenda.

──Somos veteranos, todos nos dicen así.

──¿Con cuánto tiempo fue su primera cacería? ──quise saber.

──Estás muy preguntona, persepina.

──Dímelo.

──Varía según cada uno, Ángela no estuvo lista hasta los dieciséis, Yamato participó en oficiales ya a los trece.

──¿Y tú?

La luz que se filtraba por la ventana hacía caer un halo dorado en su pelo oscuro, él se lo peinó de forma desprolija.

──Catorce, quizás a los quince.

Caminamos por el largo pasillo, franqueados por retratos de rostros severos y portes elegantes, todos con el emblema del Revival orgulloso junto a su pecho.

──Las cacerías ──proseguí──, hay mucha logística detrás, ¿hay una sola por año o son varias?

──Son doce, pero nunca en el mismo territorio, una por mes, y en distintos lugares del mundo.

──¿Cómo llegaron a hacer de esto algo mundial? Creí que, según las leyendas de Resantra, según los libros en su biblioteca, todo comenzó ahí, ¿cómo podría expandirse desde un pueblo tan pequeño?

──A través de logias, muchas de ellas surgieron en Europa durante las independencias americanas ──continuó, manos en los bolsillos de su pantalón, entrecerró los ojos cuando el sol se reflejó en su mirada verde──. Luego fueron traídas a Latinoamérica, San Martín, Moreno, ¿la Logia Lautaro?

──Entiendo ──dije aunque no lo hacía del todo.

Lo contemplé como si lo viera por primera vez, él alzó ambas cejas en mi dirección, como si quisiera leer la razón de mi repentino interés.

──¿Quién era Ana para ti? ¿Una presa? ¿La llevaste a la gala como Víctor lo hizo conmigo? ¿La espiaste meses antes de acércarte?

──¿Estás esperando un montón de charla profunda, cariño? ──Torció una sonrisa──. Crecí en un circo, mi familia estaba formada por un montón de personas extrañas y más liberales de lo que crees. Odio que me digan qué hacer, no importa si es por mi bien, el bien común, o quien sea que se excuse.

──¿Entonces odias esto solo porque hay muchas reglas? ¿Por qué no te dejan elegir a la presa?

Rebuscó entre sus bolsillos hasta dar con algo, luego encendió un cigarrillo con un mechero que llevaba también las serpientes del Revival.

──Y nos hacen vestir de traje durante las cacerías ──Aspiró con cuidado, sosteniendo la colilla entre sus dedos índice y medio──. Una molestia.

──¿Te arrepientes de lo que hiciste? ¿De ser parte de esto?

Gabriel me contempló de forma larga, quizás para recordarme que era el cazador.

──Deja de jugar juegos para los que no estás lista ──me avisó──. Eres hermosa, Eloíse, pero no me dejo doblegar por nada, no importa lo atractivo que luzca.

──Crees que soy linda.

──Una pintura es linda, un amanecer es lindo, la foto de un perrito es linda, tú eres diferente ──Sonrió mientras esparcía un poco de la colilla sobre el mármol──. Cuando era niño me gustaba contemplar a los acróbatas, miraba a la trapecista caminar sobre los hilos y disfrutaba esa sensación de incertidumbre al verla, observarla era algo grandioso, claro, pero había cierta fascinación en el horror, en pensar que ella podría caer aplastada al piso. Eres eso, y me gusta verte, me cautiva la idea de verte fallar o seguir disfrutando tu espectáculo.

No sabía cómo reaccionar a eso, a la forma en la que lo decía, al tono bajo y suave de su voz y que tenía por completo sentido que él hubiera crecido en una comunidad nómade repleta de ilusionistas.

──¿Me odias? Quisiste entregarme a la policía cuando llegué.

──Quizás podría hacerlo ahora, ¿quién me detendría?

Se acercó lo suficiente para que pudiera apreciar el círculo negro que rodeaba y acentuaba el color verde de sus iris.

──Nadie ──le recordé.

Gabriel bajó su vista a mis labios, sus pestañas lucían más negras en contraste con el musgo de sus ojos, un bosque inmenso y profundo.

──Si me odias, podrías entregarme, vengarte de Víctor, quitarle algo suyo.

Gabriel bajó la vista a mi cuello, me pregunté si recordaba las marcas, los dedos de Víctor sobre mi piel.

Parpadeó, como si fuera a despertar de un sueño.

Luego sonrió, se mordió los labios en un intento muy pobre de borrar su sonrisa.

──Tienes una carita muy angelical para ser tan retorcida ──canturreó con diversión──. Nunca descansa esa cabecita tuya.

──Eres extraño ──No pude llegar a otra conclusión.

Primero parecía odiarme, luego me advertía que huyera, me cuidaba durante un estado de shock y después otra vez saltaba con sus horribles comentarios.

──Y tú una excelente trapecista.

──Me temes ──dije mientras me adelantaba por el corredor.

Escuché sus pasos seguirme un momento después, cuando volví a verlo, Gabriel me dedicó una mirada rápida, sonrió como lo haría un mago, justo antes de esparcir humo para desaparecer con tu dinero.

──Pobre del incauto que no lo haga.

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