DEAR JOHN | taekook

By khaleesi_quinn

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Taehyung, un docente universitario se involucra demasiado con su alumno, Jungkook. El verdadero problema es q... More

nota de inicio
dear
prologue: illicit affairs
01: beauty
02: scars
03: problem
04: pain
05: unfold
06: first
07: broken
08: maniac
09.01: louder
09.02: louder
10: unravel
11: singularity
12: wonderstruck
13: sweet
14: chemistry
15: soul
16.01: wine
16.02: wine
17: fever
18: lies
19: fools
20.01: arson
21: promise
22: eternity
23: orchid
24: gravity
25: headache
26: regrets
27.01: truth
27.02: truth
28: daydream
29: kid
30: if...
31: fuck
32: tortured
33: unmask

20.02: arson

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By khaleesi_quinn

este flashback me quedó muy largo, perdón 


— 방화 —



"Jungkook es muy inteligente" el señor Young lo elogia. "Analítica y emocionalmente"

Yuri sonríe apenas y suspira al sentir que la mano de su esposo sobre su hombro no es suficiente.

"Lo sé" su voz sale tan dañada como su corazón lo está, pero los recuerdos de su hijo sonriendo son lo que la mantienen en pie. "Siempre tuvo buenas notas y tenía ideas excepcionales de pequeño, aprendía rápido y sabía actuar concorde a la situación"

El psiquiatra suspira al darse cuenta de que alguien más a parte de él había llegado a la misma conclusión en cuanto al muchacho y no le da buena espina que haya sido su madre.

Rodea su sofá individual y se sienta en él, frente a la pareja de padres delante suyo.

"Eso es lo que me preocupa" susurra sin anestesia. "Jungkook entiende lo que hizo, sabe el por qué y las consecuencias. Es más, intuía su condición incluso desde antes que se la dijera y trata de manipularme para que lo deje salir"

Yuri no es capaz de digerir todo lo que el psiquiatra le dice y eso le provoca jaqueca, una tan fuerte que la obliga a alzar la mano y acariciar su frente.

"Dios, Jungkook..." susurra consternada de sólo pensar en todo aquello de su hijo.

Kyungsoo nota lo desconsolada que está su esposa por lo que, mientras le acariciaba la espalda, es él quien mira al psiquiatra y toma la palabra.

"¿Cuánto cree que será su estadía aquí?" Inquiere con cierta duda porque no sabe si el psiquiatra le dirá la respuesta que espera.

El señor Young gira sus ojos hacia el hombre, su rostro sin expresión aparente.

"Eso depende de Jungkook y su voluntad" susurra una respuesta que siempre le da a los familiares de los internados. "Nosotros estamos a su disposición y haremos todo lo posible para que mejore, pero necesitamos que él también ponga de su parte"

Yuri vuelve a sollozar y el psiquiatra lo entiende.

Entiende lo difícil que debe ser para los padres admitir la enfermedad de un hijo y darse cuenta de que la única salvación son ellos mismos.

No importa cuánto Yuri y Kyungsoo se esforzaran en ayudar, no importa cuánto el señor Young dedique tiempo en la recuperación, no importa a cuántos hospitales psiquiátricos vaya, cuántos psiquiatras y psicólogos visite; si Jungkook no se esmeraba y decidía tomar las riendas de su vida, jamás mejoraría.

El señor Young lo sabe, como también supone que Yuri no lo aceptará al instante.

Y su teoría se confirma cuando la mujer alza su mirada a él y los ojos oscuros brillan bajos los faroles de la oficina.

"¿Hay esperanza para él?"

El psiquiatra no puede mentirle, su ética y moral no se lo permiten.

"Jungkook ingresó hace casi un mes y hasta ahora no vi ningún avance en su condición" dice sacudiendo la cabeza. "Incluso me atrevo a decir que hay un retroceso. Últimamente lo veo más decaído, me dijeron que no está terminando sus platos de comida y está faltando a las actividades recreativas"

El corazón de la mujer se parte, se ve a través de sus ojos.

"¿Por qué...?" Masculla débilmente, entre sollozos. "¿Qué...? ¿Qué se debe hacer? ¿Qué es... lo que él necesita?"

El señor Young parpadea, se sienta mejor en su asiento y analiza a la mujer con atención.

Conoce su historia, lo leyó en el archivo de Jungkook cuando entró internado, y no puede sentir más que admiración por ella. Perdió a su esposo en el mismo accidente automovilístico que casi mata a su hijo también y ese mismo hijo tuvo un intento se suicidio a los escasos catorce años. Debe luchar contra el eterno dolor de haber perdido a alguien a quien amaba y al mismo tiempo ser fuerte para no perder a su hijo.

Demasiado para cualquier persona.

Pero no se atreve a darles esperanzas que ni él puede asegurar, no puede suavizar un golpe que sentirá tarde o temprano.

El psiquiatra aspira profundamente.

"Una razón para vivir"

"Kook" El aludido cierra el libro que está leyendo y alza la mirada. "Ven"

Jimin está en el umbral de la puerta de su habitación con la mano en alto y hace un gesto para que se acerque.

Jungkook deja su libro en la mesa de luz, sale de debajo de la frazada que se había puesto en las piernas y se pone de pie. No cuestiona la sonrisa pícara de su compañero de cuarto ni a dónde lo lleva, simplemente lo sigue por detrás, vigilando que nadie los viera salir al patio en horas prohibidas para deambular.

Ambos se agachan cuando ven una ventana iluminada y pasan por debajo de ella, se esconden detrás de un arbusto cuando divisan un guardia y se arrastran por el camino que cruza el jardín para llegar a la zona de los matorrales.

Llegan a un claro lo suficientemente oculto para que no lo vean. Jimin se sienta y palmea el lugar a su lado para que Jungkook se siente, y éste lo hace arqueando las cejas cuando siente el césped un poco mojado y se cierra la chaqueta de algodón cuando una ligera brisa fría le hiela el cuerpo.

Jungkook gira su rostro y ve a Jimin buscar algo en su bolsillo y luego sacar una caja que no logra identificar hasta que el mayor la abre y le ofrece.

"¿Quieres?"

Cigarrillos.

"¿Dónde los conseguiste?" Jungkook susurra no sabiendo si aceptar o no.

Jimin se encoge de hombros.

"Un trueque en el baño" responde con presunta inocencia. "Le dí algo que necesitaba y él me dio esto"

Jungkook suspira mientras mira el atado de cigarros y tuerce la boca preguntándose si estaba bien fumar uno con sólo catorce años y nunca haber hecho tal cosa.

Niega con la cabeza.

Jimin no insiste, simplemente se encoge en sí mismo y toma uno de los cigarrillos, lo lleva a su boca y lo prende con un encendedor.

El humor blanco sale de su boca y es así que Jungkook descubre que posiblemente no es de las primeras veces que Jimin hace esto.

Desvía la mirada hacia el cielo y se siente igual de encerrado que en su habitación cuando las ramas de los árboles no le dejan apreciar las estrellas que tanto le gustan mirar. Lleva sus rodillas a su pecho y envuelve los brazos alrededor de sus piernas.

Su cabeza da vueltas, demasiadas.

Piensa en mil cosas a la vez, pero no puede concentrarse en ninguna en particular. Todo se mezcla, no sabe dónde termina un pensamiento y comienza el otro, no sabe ordenarlos en prioridad y le cuesta deshacerse de aquellos que no le sirven más que para dañarse.

Es una tortura.

No puede acomodar los pensamientos que atosigan su cabeza, pero tampoco puede librarse de ellos. Es como ser prisionero de su propia mente, se siente similar a hallarse en una jaula forjada con sus propios traumas y él sólo puede llorar y gritar sentado en el suelo.

"¿Qué te jodió?"

El joven despabila cuando se da cuenta que Jimin le habló.

"¿Qué?" Inquiere porque no prestó atención a lo dicho.

Jimin lo mira, su rostro está serio, pero incluso así se puede ver la compasión y el compañerismo en él.

"¿Qué te hizo querer suicidarte?" Pregunta como si fuera lo más normal del mundo.

Jungkook tiembla.

Presiona sus manos entre sí y se lame los labios, gesto que demuestra que responder esa pregunta todavía le pesa, pero se prepara mentalmente e incorpora aire antes de hablar, queriendo hacerlo rápido y conciso, como si de esa forma no sintiese el dolor que le produce recordar.

"Mi papá chocó el auto conmigo dentro cuando yo tenía cuatro años, se abrió la cabeza y murió desangrado enfrente mío" cuenta de corrido. "Un vidrio explotó en mi cara y me dejó lleno de cicatrices, o sea, bullying desde que tengo uso de razón de parte de mis compañeros"

Gira su rostro, se atreve a mirar a su compañero y se sorprende cuando no ve reacción en Jimin.

Permanece serio, como si lo que escuchó no es la cosa más atroz del mundo y Jungkook no sabe cómo responder a ese rostro tan inexorable porque él está acostumbrado a que las personas se asusten ó sientan pena por él y por todo lo que pasó.

No conoce ese tipo de indiferencia, no sabe qué hacer con ella.

"Qué mierda..." Jimin contesta de manera un tanto fría.

Y es ahí que Jungkook entiende que cosas como las que le pasó a él, en ese lugar, no eran excepcionales.

Recuerda que hace una semana conoció a Choi, un chico de unos quince años que a los doce prendió fuego su propia casa y se quemó parte del rostro al hacerlo, tres años internado y aún no encuentra paz. También le viene a la mente Yuno, de casi diecisiete años que sufría severos ataques de pánico en plena madrugada porque toda su infancia fue maltratado por su madre, lleva dos años gritando en las noches por el hospital.

Mientras en la escuela Jungkook era el bicho raro, en ese lugar es uno más.

De repente comprende que todos tienen una historia igual de trágica por detrás y se interesa por la de Jimin, mas no se atreve a mirarlo y hace la pregunta con la cabeza gacha y la mirada clavada en el césped.

"¿T-tú?"

Por otro lado, Jimin lo mira porque no le afecta contar algo que semanalmente habla con su psiquiatra.

Pero cuando Jungkook no le regresa la mirada, dirige sus ojos al cielo nocturno escondido tras las ramas y le da una pitada a su cigarro antes de responder.

"Un amigo de mi mamá quería jugar a las escondidas conmigo cuando yo tenía cinco años"

Jungkook se paraliza al escuchar aquello porque no necesita más pistas para leer lo que se oculta detrás de esas palabras. Entiende perfectamente y el corazón se le achica al hacerlo.

Suspira y osa a levantar la vista a su compañero de cuarto con la garganta obstruida por la impotencia de saber que alguien le había hecho algo así de una persona tan buena como Jimin.

"Lo siento" susurra con inocencia, sintiéndose realmente mal.

Pero Jimin ya tiene kilos de realidad por encima suyo y de manera un poco tajante porque así aprendió cómo eran las cosas, le contesta.

"No lo hagas" dice y le da otra calada a su cigarrillo. "Es inútil hacerlo. Pasó lo que pasó, no lo pudimos evitar, ni tú ni yo"

Y a pesar de la crudeza de las palabras que dijo, sonríe de manera linda cuando voltea su rostro a Jungkook nuevamente. Éste baja la vista nuevamente y toma un pequeño palo que usa para escarbar la tierra mojada en búsqueda de distraerse.

No puede negar lo que su compañero de cuarto dice, pero tampoco puede darlas por sentado completamente.

"¿Crees olvidar alguna vez?"

Jimin arquea las cejas.

"¿Qué? ¿Cómo abusaban de mí? Nunca" dice sin una pizca de debilidad y vuelve a mirar al cielo. "Vivo con ese recuerdo atormentándome día a día y tú seguro que también"

Sus miradas se encuentran y es así que Jimin se da cuenta que dio en el blanco.

Él y Jungkook no son niños caprichosos que buscan llamar la atención como muchas personas ignorantes del desastre en sus cabezas los definían. Ellos son dos niños heridos en profundidad, unas heridas que nunca dejan de sangrar y que sufren debido a ellas.

Jungkook siente que la plática se volvió muy íntima de repente y eso le da el coraje para abrirse sobre sus propios pensamientos.

"Por eso quise morir, para olvidar" confiesa en voz alta por primera vez. "Estaba harto de cerrar mis ojos y recordar todo. Todavía lo estoy y tengo el presentimiento que soy sólo eso, una cosa rota que vive sufriendo por el mismo recuerdo y no lo voy a poder olvidar"

"Y siempre estaremos hartos" Jimin le responde. "Una cicatriz tan profunda nunca desaparece, un dolor tan agudo nunca se va, un recuerdo tan fuerte jamás se olvida; pero todo eso no significa que todo eso te define"

El otro frunce las cejas.

"¿A qué te refieres?"

Y Jimin le sonríe porque le genera ternura que Jungkook fuese tan inocente.

"Que tú y yo perdimos nuestra niñez antes de siquiera vivirla, pero eso no quiere decir que perdimos absolutamente todo. No somos sólo eso que nos pasó. No te veo como Jeon Jungkook, al adolescente suicida que vio morir a su padre y yo no soy Park Jimin, el chico que se quiso quitar la vida porque un pervertido pedófilo abusó de él" explica con suavidad y se encoge de hombros. "Tú eres Jungkook, un adorable gruñón y yo Jimin, una dulzura andante. ¿No lo crees?"

Aquello le saca una sonrisa a Jungkook porque hablar de estos temas con Jimin es más fácil que con el señor Young porque tiene el punto de vista de una persona que está igual de rota que él.

No es que le emocione mucho, pero puede ser confesar este tipo de cosas no es tan malo como creyó.

"No lo sé... supongo" responde con timidez y se encoge de hombros.

Jimin le sonríe mostrando completamente sus dientes, abultando sus mejillas y dejando que sus ojos desaparezcan, como si lo que estuvieran hablando no fuese algo deprimente.

Jungkook permanece sorprendido porque, a pesar de que el psiquiatra le dio un abanico de posibilidades para que se pueda pensar como otra persona, aquella que quiera ser y en el lugar que quiera estar, nunca se pensó como él mismo de esa forma.

Jamás se vio a él aceptando y superando lo que le pasó y haciendo frente a la situación que vive, pero aún siendo él.

No alguien más, no su 'yo' de otra dimensión.

Sino él mismo.

El mayor de los dos le extiende el cigarro encendido al más joven.

"¿Quieres probar?"

Jungkook duda un segundo antes de aceptar con un leve asentimiento con la cabeza porque, ¿qué más da?.

Toma el cigarrillo de la forma que había visto en miles de películas y en las personas mayores de su familia que fuman, con lentitud lleva el extremo a su boca y lo rodea con sus labios. Aspira profundamente sintiendo que su garganta se llena de humo y éste viaja a sus pulmones para asfixiar sus bronquios.

Aleja el cigarro de su boca en el momento en el que siente que no puede respirar y tose para expulsar el humo contaminante.

"Sabe horrible" masculla con asco devolviendo el cigarrillo a su dueño.

Jimin se ríe escandalosamente, arriesgándose a que los descubran, pero es que el proceso de expiar sus demonios tiene como regalo sentirse aliviado luego y la permisión de reír de esa forma.

Una forma tan adorable que hace a Jungkook sonreír apenas.

El cigarro vuelve a sus pomposos labios y toma una profunda calada para luego soltar el humo.

Mira al menor de lado, con complicidad.

"Te acostumbras" le dice. "Tú y yo sabemos hay cosas peores"

Y Jungkook no puede estar más de acuerdo con él.

Ambos permanecen en silencio la media hora que se quedan en las afueras y es ahí, observando en silencio un cielo que no pueden ver, pero que saben que está ahí; que la reflexión llega a Jungkook y piensa por primera vez que tal vez las cosas son como Jimin dijo.

Puede ser que ellos no sean sólo su pasado, no sean sólo sus traumas ni esos recuerdos que los sofocan día a día, minuto a minuto.

Quizá por eso la conversación tuvo impacto en él, porque sufrieron aquel padecimiento, los lastimaron y los volvieron las personas que son hoy en día; pero no son sólo sus sufrimientos, no son esas heridas y tal vez hay más de ellos como persona que aún no han descubierto.

Sólo quizás... sólo tal vez...

Ese día Jungkook se siente triste.

Debe ser uno de esos episodios comunes cuando se tiene depresión que el señor Young le comentó, acerca de sentirse más desanimado de lo normal.

Jungkook comió poco y nada en el desayuno, su habitual taza de café con una tostada en vez de dos y aunque los vigilantes lo vieron de reojo al no terminar la comida que le habían servido, no lo molestaron. Durante el taller casi no prestó atención y como consecuencia terminó enredando los hilos del brazalete tejido que estaba haciendo. Se salteó el almuerzo con la excusa de que se sentía enfermo y aunque la señora Lee le trajo un té, la taza sigue en su habitación intacta.

Y tal vez parte de esa melancolía está relacionado con las dos personas que tiene sentadas delante suyo, en el salón de las visitas.

Una mujer sencilla, sin maquillaje que tape sus ojeras y sólo un simple labial para verse presentable. Al lado se halla un hombre igual de simple, dulce en cada pulgada de su existencia, alguien con quien no comparte sangre, pero que Jungkook pretende que sí.

"Hola, mi amor" Yuri susurra y toma la mano de su hijo. "¿Cómo estás?"

Jungkook mira su mano entre las de su madre y suspira. Su voz al contestar es muy débil y de tono bajo porque ni ganas de hablar tiene hoy.

"Bien"

"¿Te tratan bien?" Kyungsoo pregunta y recibe la mirada de su hijastro seguido de un asentimiento leve de cabeza como respuesta. "¿Te gusta la comida? ¿Es interesante ese taller de manualidades que nos comentaste?"

El joven sólo asiente porque no puede mentir sobre la buena calidad de atención que le da el personal del hospital.

"Qué bueno" Yuri comenta. "Eso está bien, bebé"

"¿Cómo...?" Jungkook cambia de tema mientras mira a su padrastro y trata de formular adecuadamente la pregunta. "¿Cómo está Soyoung nonna?"

El rostro de Kyungsoo se deforma al escuchar a su hija en la conversación.

Jungkook hizo aquella pregunta porque Seokjin le contó que la madre de su hermanastra había sucumbido al padecimiento de un agresivo cáncer mientras él estaba inconsciente en el hospital. Y aunque no tiene mucha relación con su hermanastra debido a los diez años de diferencia y el hecho que no son parientes sanguíneos, le interesa saber cómo está al sentir empatía como hijo que perdió a un padre.

Kyungsoo sonríe un poco, casi de manera triste porque como padre le duele admitir que no estuvo tan pendiente de su hija con todo el asunto de Jungkook y se siente culpable por ello.

"Está bien, Kook" le contesta con simpleza, no queriendo ahondar en el tema. "Gracias por preocuparte por ella"

Jungkook presiona los labios y traga la saliva acumulada en su boca, gesto que demuestra la culpa que siente por acaparar toda la atención y dejar a Soyoung, una persona que necesita la consideración de su situación tanto como él, a un lado.

Yuri ladea la cabeza dejando que su cabello largo y chocolate caiga hacia el costado que se inclina y a pesar de querer hacerlo, no le sale sonreír

"Hablamos con el señor Young, Kook"

Los ojos de Jungkook ganan color al escuchar aquello.

"¿Van a sacarme de aquí?" Susurra con las cejas arqueadas y un desesperado anhelo de que la respuesta sea afirmativa notándose en su tono de voz.

Pero al ver los rostros de sus padres, todo se desmorona y su visión se vuelve a pintar de gris.

"Escucha, mi cielo..." su madre habla y él ya intuye lo que le va a decir.

"Tienen que sacarme" Jungkook la interrumpe apartando su mano lentamente de la de su madre. "No quiero estar aquí, quiero irme a casa"

Y es una súplica que Yuri no puede obviar porque consentir a Jungkook es una de las cosas que más hace, a veces era justificado y otras para poder compensar todo lo que le ocurrió. Si fuera por ella, tan débil emocionalmente como es, sacaría a su hijo de aquel lugar y se lo llevaría a su casa.

Mas esta vez tiene a Kyungsoo a su lado que le pone la mano en el hombro y mira a Jungkook con esa paternidad que siempre supo tener con él.

"Kook, estás aquí por tu bien. Volver a casa no te beneficiará en lo más mínimo, necesitas ayuda y necesitas este lugar. ¿No te gusta? Buscaremos otro, pero debes recibir un tipo de ayuda que nosotros no podemos darte" le explica con el mayor tacto que tiene.

Pero Jungkook es un adolescente herido que no piensa bien las cosas y a pesar de ser consciente de lo dañado que está, lo que no puede ver es una salida de ese lugar tan oscuro en el que está hundido.

"No necesito ayuda" replica. "No necesito este lugar, no quiero ayuda y no quiero quedarme aquí. ¿Les pesa tenerme en casa? Déjenme ir a vivir con hyung o... no sé" sus ojos se llenan de lágrimas. "Pero no puede dejarme aquí tanto tiempo"

Y si Jungkook es un hueso duro de roer, así también lo es Kyungsoo.

"No nos pesa tenerte en casa, Jungkook, tú necesitas esto. No estás bien y no está mal eso, todos nos hemos sentido así alguna vez, pero tú necesitas una ayuda extra para volver a sentirte bien"

"¡No!" Jungkook se exaspera y alza la voz. "No necesito todo esto. Quiero irme"

Sus lágrimas corren libres por sus mejillas, sus cejas se arquean solas y las manos se apoyan sobre la mesa que los separa de sus padres porque está desesperado.

No la pasa del todo mal en aquel lugar, la comida es comestible por lo menos y ha formado un vínculo estrecho con Jimin, pero no quiere seguir allí. No quiere que lo estén controlando a cada paso que da, no quiere que le den medicamentos y le pregunten cómo está cada vez que se lo cruzan en el pasillo. Odia tener que levantarse de la cama y asistir a taller y a clases, detesta las terapias grupales en las que nunca habla y despreciar con todo lo que es las visitas al psiquiatra.

Él no quiere todo eso, prefiere volver a su casa, a su cama y hundirse bajo las sábanas donde nadie puede criticarlo, examinarlo o controlarlo.

"Jungkook" Kyungsoo dice su nombre con suavidad.

"Papá" lo nombra sabiendo lo mucho que al hombre le pesa que lo llame así. "Les estoy pidiendo por favor, no puede hacerme esto, no puede dejarme aquí. Quiero ir a casa"

Es ahí que Yuri rompe en llanto, se tapa la boca con la mano mientras tiembla incontrolablemente y se ahoga con cada sollozo que deja salir.

Ver a su hijo así la destroza.

Jungkook la observa sorprendido porque la ha visto llorar en otras ocasiones, pero no de esta forma tan frágil. A él le duele ver a su madre así aunque no lo hace notar y ser la razón principal por la que ella se pone así, pero lo hace, siente el llanto como propio.

Kyungsoo desvía la atención de su hijo a su pareja y trata de calmarla porque sabe que Yuri es quien más está sufriendo con toda esta situación.

Los vigiladores que se encuentran en el salón de visitas se acercan a la familia y uno de ellos, un enfermero amable, posa su mano en el hombro de Jungkook.

"Jungkook, ¿vamos a tu cuarto?"

El joven reacciona y se pone de pie lentamente, se aleja de la mesa y su interior se revuelve cuando ve que ninguno de sus padres lo despiden.

Camina por el salón notando que más de un compañero lo mira mientras están recibiendo la visita de sus familias y sus mejillas se acaloran al darse cuenta que montó un espectáculo innecesario. Llega al pasillo principal con el enfermo por detrás, guiándolo hacia el baño donde entran y ahí se separan.

Jungkook ya está llorando, respira por la boca tratando de recuperar el aliento porque el nudo en su garganta lo ahoga y sus pulmones fallan al querer incorporar el oxígeno que necesita.

El enfermero lo toma de las manos y se agacha un poco para estar a su altura.

"Tranquilo, Jungkook, respira" le pide con suavidad. "Respira... así. Inhala y exhala, hazlo lento, primero por la nariz y luego por la boca"

El joven logra calmarse lentamente, no deja de llorar, pero sí recupera el ritmo normal de respiración al cabo de un par de minutos de ejercicios para hacerlo con el enfermero como guía.

"Eso" el enfermero lo elogia. "Tranquilo, Jungkook. No fue nada, estamos en un lugar a salvo, ¿sí? Nada va a lastimarte aquí, nadie va a hacerlo. ¿Estás mejor?" le sonríe de manera afable. "Lávate la cara y puedes ir a tomar una siesta, ¿qué dices?"

Jungkook asiente y se gira hacia el lavado queriendo calmarse, pero la imagen que ve en el espejo lo termina de quebrar.

Es él con la nariz y las mejillas rojas, mojadas e hinchadas. Es él con los ojos marchitos y los labios despellejados. Se ve a él mismo y no ve el Jungkook que Jimin describió, no ve al Jeon Jungkook que el señor Young le dijo que visualice, no veía al Kook que su madre sí lo hace.

Ve una persona rota, un muchacho quebrado que no encuentra ni el norte ni el sur, un rostro lleno de cicatrices que no puede ocultar.

Un niño asustado, llorando porque la cara le ardía de tantos cortes, en la parte trasera del auto volcado que observaba lentamente como su padre moría.

Sigue siendo ese joven, el mismo que se encerró en el baño con el tarro de las pastillas antidepresivas que su madre solía tomar y se tomó todas sin pensar dos veces en todo el problema que podía ocasionar.

Eso es y no podrá cambiarlo jamás.

"¿Jungkook?" La voz del enfermero lo distrae y se gira a mirarlo. "¿Estás bien?"

Él asiente nuevamente y regresa al lavado, refriega su rostro con agua y luego se lo seca.

El enfermero lo acompaña a la habitación y lo deja en la puerta de esta. La abre un poco, no demasiado, sólo lo suficiente para que Jungkook entre.

"Duerme un poco, Jungkook-ssi" el hombre le dice empujando un poco su espalda. "Si quieres te despierto para tus medicinas, ¿sí?"

Jungkook no se voltea a verlo, simplemente asiente con la cabeza una última vez y camina lentamente hacia el interior del cuarto, notando la penumbra en la que el lugar está sumergido.

La puerta se cierra a sus espaldas y el silencio se apodera de la atmósfera.

Aspira un poco y siente el perfume del suavizante de las sábanas porque hoy les dieron nuevas para que las cambien, y el aroma a él y a Jimin. No va a mentir, le gusta el silencio, muchos ruidos lo ponen nervioso y se alivia que Jimin no esté porque no le gustaría que lo vea así.

Pero nada lo tranquiliza, nada logra calmarlo.

Tiene una piedra pesando en su pecho, sofocando sus pulmones y no lo deja respirar, y la desesperación por no poder hacerlo lo lleva a llorar. Las lágrimas vuelven a lastimar sus ojos ya hinchados y la garganta le duele de tanto sollozar en silencio, ya ha llorado muchas veces allí, pero esta vez es distinta.

No llora por una cosa en específico, sino un cúmulo de ellas.

Cosas pequeñas, algunas sin sentido y otras que hasta su mente enferma inventa para lastimarlo; cosas más graves que aún siguen escarbando en las heridas que una vez le hicieron y agravan ese dolor del cual no puede escapar.

No puede evitar sentir, no puede evitar sudar sangre, no puede hacer nada más que padecer aquel sufrimiento.

O terminarlo definitivamente.

Jungkook piensa en la misma salida que lo hizo semanas atrás, la única forma que puede librarse de sus demonios y dejar de resignarse al martirio con el que su vida fue condenada en sus primeros años.

Se acerca a la cama sin pensar en nada más que la manera de alejar su padecimiento.

Si sus padres no van a sacarlos, bien, él saldrá por sí solo.

Si el mundo lo considera loco, él se volverá demente.

Si el destino lo empuja lentamente a su muerte, él acelerará el proceso.

Pero su corazón se paraliza cuando levanta el colchón y no encuentra la bolsa con las pastillas que durante días estuvo recolectando.

No, mierda.

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