Conviviendo con la Mentira ©...

By LadyGual

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[Historia GANADORA en los PREMIOS WATTY 2013 en español, en la categoría erótica, no adolescente, chick lit... More

Capítulo Uno: ¿Por qué a mí?
Capítulo Dos: Preparativos de Boda
Capitulo Tres: Caos desatado.
Capitulo Cinco: Sucesos Confusos
Capítulo Seis: ¿Actriz? Creo que no...
Capítulo Siete: Principio del deseo.
Capítulo Ocho: ¿Película y Hormonas? Mala combinación...
Capítulo Nueve: Malas Noticias
Capítulo Diez: Pesadilla.
Capítulo Once: ¿Líos y confesión? Menudo día...
Capítulo Doce: La bomba decidió estallar.
Capítulo Trece: ¿Alex es gay?
Capítulo Catorce: La prueba y, Elisa, ¿qué planeas?
Capítulo Quince: Beso con sabor a tarta de queso
Capítulo Dieciséis: ¡Sorpresa, somos nosotros!
Capítulo Diecisiete: Vaya noche. I
Capítulo Dieciocho: Vaya noche. II
Capítulo Diecinueve: La felicidad dura una navidad.
Capítulo Veinte: Chantaje.
Capítulo Veintiuno: El jodido vengador.
Capítulo Veintidós: Comienza la guerra, ¿en la discoteca?
Capítulo Veintitrés: La llamada. ¡Te lo dije!
Capítulo Veinticuatro: Verdades que escuecen.
Capítulo Veinticinco: Familia, Daniel es Ren...
Capítulo Veintiséis: Adiós a las vacaciones.
Capítulo Veintisiete: ¡Comienza un nuevo trimestre! ¿Las cosas pueden ir peor?
Capítulo Veintiocho: Tentaciones. ¡Maldito Daniel!
Capítulo Veintinueve: Ex novia psicópata.
Capítulo Treinta: Hondo, muy hondo...
Capítulo Treinta y uno: Sentimientos confusos, ¿por qué ahora?
Capítulo Treinta y dos: Oscuros secretos.
Capítulo Treinta y tres: Acontecimientos.
Capítulo Treinta y cuatro: Plan de ataque.
Capítulo Treinta y cinco: El juego...
Capítulo Treinta y seis: ...ha...
Capítulo Treinta y siete: ...terminado.
Capítulo Treinta y ocho: Tras la tormenta
Capítulo Treinta y nueve: Buenos amigos.
Capítulo Cuarenta: A pesar de todo, le quiero.
Capítulo Cuarenta y uno: La mentira de Alex
Capítulo Cuarenta y dos: Se acabó la tortura... ¿o no?
Capítulo Cuarenta y tres: Haciendo lo correcto.
Capítulo cuarenta y cuatro: Un nuevo plan y una propuesta.
Capítulo Cuarenta y cinco: Re-enamorar. Parte I
Capítulo Cuarenta y seis: Re-enamorar. Parte II.
Capítulo Cuarenta y siete: Un accidente inesperado.
Capítulo Cuarenta y ocho: El nuevo Alex
Capítulo Cuarenta y nueve: Confesión, preocupación.
Capítulo Cincuenta: Mi historia no ha hecho más que comenzar.
¡Los premios Watty! Y últimas noticias

Capitulo Cuatro: Sorpresa y Trato.

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By LadyGual

Capítulo Cuatro: Sorpresa y trato.

Estábamos en la habitación de Daniel, su cuerpo tan cerca del mío, me ponía nerviosa. No dejaba que me escapara, era su rehén y no me gustaba serlo, me sentía acorralada por todas partes…

¡Vamos a poner las cosas en orden!

Yo he descubierto que él no es un tonto como aparenta ser delante de TODOS. También sé que no quiere que le descubran y que, ahora que yo tengo ese conocimiento, él está metido en un lío… Luego Daniel descubre, no sé como lo ha sabido, que estamos engañando a Lidia, y eso nos empata en secretos. Entonces… ¿por qué narices tengo que obedecerle a él si yo puedo desvelar su secreto? Ya, porque él sabe el mío, mas no puedo caer en su trampa. Si el quiere guerra, yo se la daré, lo que no es justo es que tenga que hacer de criada para el señorito.

Aunque, por otro lado, lo que él sabe es mucho más grave que lo que yo conozco de él… además de que es imposible sospechar de la apariencia de Daniel porque la camufla genial… ¿qué diantres quiere demostrar con eso? No lo sé, ¡pero estoy fatal con esta situación y no puedo negarme, diantres!

–Entonces, ¿aceptas, santita? –inquiere sin apartarse ni un centímetro. Desvío mis ojos al suelo y asiento sin ganas.

–Si con eso no desvelas el secreto… acepto. –añadí a regañadientes –. ¿¡Pero para qué me quieres hacer tu criada si tienes a todos los empleados a tu disposición!? –. Espeté disgustada. Daniel se alejó conforme y se cruzó de brazos a la vez que me miraba con perversión.

–Esos empleados no pueden hacer lo que yo te voy a ordenar… –susurró con voz ronca y me miró de arriba abajo. ¡Qué descarado!

–¡Oye! ¿Qué pretendes? –esto se me ha ido de las manos. ¡Estaba loco si pensaba hacerme algo más allá de lo debido! –. Si no querías que estuviera en tu vida, ¿por qué me obligas a esto? –Daniel pareció fingir que pensaba en la respuesta.

–Porque he cambiado de opinión… además de que me vendría bien algo de ayuda… y solo puedo pedírtela a ti. –explicó descruzándose de brazos. No lo entendía del todo… ¿con qué tendría que ayudarle?

–Bueno, primero voy a dormir y ya mañana me lo explicas, ¿de acuerdo? –le aconsejé mientras abría la puerta dispuesta a irme.

Daniel se acercó rápidamente a mi y me cerró la puerta de golpe, ¿es que no se cansaba? Me di la vuelta para encararle y éste me susurró al oído…

–Ni se te ocurra decirle nada a nadie, tenemos un trato… –antes de alejarse me dio una cachetada en el culo y, sin creérmelo, me guiñó un ojo. Como es normal en mi, me puse más roja que el tomate y salí de allí por patas.




A la mañana siguiente, me desperté cansada y eso que eran las 12:30… Con todo lo ocurrido, no me había dormido hasta las 5 de la madrugada, por lo que ya podéis imaginar el aspecto que ofrecía… Además, había soñado con mi “amado” hermanastro y no se trataba de un sueño agradable…

Bajé a desayunar encontrándome la mansión vacía. ¿Dónde se habían metido todos los empleados? No le di mucha importancia porque vi a la cocinera cuando entré a la cocina. Era una mujer regordeta a la que le gustaba hablar hasta la saciedad. La había conocido esta semana que pasé conociendo mi nueva “casa”.

–¡Buenos día, Rosa! –saludé intentando disimular mi desgana tan temprano. La mujer se giró, se ve que estaba haciendo alguna comida pues traía las manos pringosas, y sonrió abiertamente.

–¡Buenos días, Miriam! ¿Has dormido bien? – ¿tanto se nota que no he descansado lo suficiente?…

–Pues, más o menos… no me acostumbro a mi nueva habitación aún… –mentí mientras miraba qué hacía Rosa.

–¡Te estoy preparando un desayuno mega especial! Sé que te encanta comer, así que… –Rosa no lo dice porque sea gorda, sino porque, la verdad, es que me he muerto de hambre las pasadas semanas y, al comer ahora tan buena comida, pues lo aprovechaba y tragaba grandes porciones…

–Está bien porque tengo mucha hambre. –sonreí –. Por cierto, ¿dónde están los empleados? –pregunté apoyándome en el poyete. Rosa siguió con su labor.

–Pues el señorito Daniel ha ordenado que, excepto los empleados imprescindibles, todos se fueran de vacaciones por esta semana. Yo tengo que cocinar, por lo que me quedo, también el ama de llaves y solo un mayordomo… En total hemos quedado tres… –explicó preocupada–. No sé por qué lo habrá ordenado, pero no me gusta ni un pelo, dejar aquí a dos chicos, solos… es muy peligroso. – ¿Qué pensaba que íbamos a hacer? Al ver mi cara, intentó excusarse –. Quiero decir, que es peligroso porque no sabéis manejar ciertas cosas… y más en una mansión tan grande como esta. ¡En una semana podríais hasta quemarla! –se rió de su chiste, pero a mi no me hacía gracia. – ¡Menos mal que yo estoy aquí para vigilaros! –suspiró aliviada y yo la imité.

Si, al menos no nos quedaríamos solos del todo, no sabía qué iba a pedirme Daniel como su nueva criada, pero ayer demostró que no iban a ser muy… decentes sus pedidos…

Me fui de la cocina y esperé en el comedor, Rosa me comunicó que el desayuno estaría en unos minutos, así que caminé por el lugar impaciente.

Cuando me sirvió el desayuno, le pedí que me acompañara para no estar sola, pero ella se negó. Insistí y a regañadientes, aceptó. Yo encendí la tele para entretenerme, en mi casa no teníamos porque no podíamos permitírnosla, así que no veía programas de TV a no ser que fuera a las de mis amigas.

Al encender la tele, aparecieron una serie de anuncios de: coches, propagandas, perfumes... Hasta que apareció el estreno de una película, la darían por primera vez en el país el próximo viernes. Estaba ambientada en los años de la segunda guerra mundial, y trataba de dos amantes que tenían que separarse porque el hombre debía ir a dicha guerra…

Mientras estaba bebiéndome el zumo de naranja, observé entretenida cómo la mujer abrazaba al hombre, quien estaba de espaldas… mmm, se me hacía familiar…

Cuando se volteó y quedaron frente a frente, pude ver, con total incredulidad, que se trataba de Daniel, con otro color diferente de pelo. Al mismo tiempo, Rosa suspiraba soñadora al ver a Daniel actuar, obviamente sin saber quien era realmente…

Consecuencia: le escupí el zumo a Rosa en toda la cara.

–¿¡Qué te ocurre!? –preguntó Rosa alarmada y limpiándose con un paño. Yo tardé en contestarle pues estaba embobada mirando la tele y no la escuchaba… ¡¡Daniel era actor!! ¡Venga ya! ¿¿Cómo no había caído antes si era un experto en cambiar de apariencia y actuar de otro modo??

–Na–nada, es solo que me he impresionado con esta película… –disimulé mis ganas de ir corriendo a por ese imbécil y exigirle explicaciones… Rosa pareció creérselo y se marchó para cambiarse de ropa, pobrecita…

De repente, mi apetito se esfumó, y, en lugar de acabarme el plato, fui tras Rosa para saber dónde estaba Daniel.

–¡Rosa! Perdona mi estupidez… –me disculpé, ella sonrió como si nada.

–No te preocupes, a cualquiera le podría pasar. –le restó importancia.

–¿Sabes dónde está Daniel ahora? –pregunté sin rodeos. Ella contestó algo dudosa.

–Pues… no del todo. Me dijo que iba a salir y que no volvería hasta la hora de comer. Ese chico siempre sale a menudo y vuelve cuando le da la gana… –anunció algo molesta.


¡Claro que salía muy a menudo! ¡¡Era actor y mantener ese trabajo requería mucho sacrificio!!

Entonces até cabos… tenía la ligera sospecha de que él se disfrazaba de ese modo para que no le reconociesen… ¿¡pero llegar a esos extremos era demasiado!?

No tuve más remedio que esperar hasta que llegara ese estúpido mentiroso y que me aclarara de una vez qué pintaba yo en sus cosas…

Nunca, jamás había pasado el tiempo tan largo, bueno, sí, en clase de biología… Al final, Daniel llegó a las tres menos cuarto de sus “mandados” y fue directo a su cuarto, yo, al estar en mi habitación, le pude oír perfectamente. Así que fui en su busca, pero esta vez no pasaría sin llamar a la puerta…

Tras oír un, “adelante”, pasé. Estaba tumbado en su cama y… ¡semidesnudo! ¿Es que no tenía decencia ni frío? Solo llevaba unos vaqueros muy ajustados con un cinturón gris.

–¿Es que no tienes vergüenza? –espeté cruzándome de brazos. Él sonrió despreocupadamente.

–Bien que te haces la inocente pero me estás mirando descaradamente… –anunció mientras se acomodaba en la cama. ¡Ogg, me sacaba de quicio! Pero era verdad… ¡¡es que estaba muy bueno y no podía apartar mis ojos de sus bien definidos músculos!! ¡Era una pervertida!

–No digas tonterías, por otro lado, ¿cuándo me ibas a comentar que eras actor? –espeté cabreada. No sé porqué estaba así de alterada, pero el caso era que me sacaba de quicio que ese chico engreído y transformista pareciera tan… tan increíblemente sexy y tranquilo con la situación cuando se supone que era él quien tendría que estar nervioso, ¡no yo!


Daniel me miró sorprendido y, caminando hasta mi lado, puso una mueca de engreído. Yo, sabiendo que le gustaba el manoseo, me alejé de él por precaución. Ante mi reacción sonrió como un lobo. Esos ojos azules oscuros chispearon…

–Bueno, en realidad pensaba decírtelo mientras veíamos una de mis películas, pero, ¿qué más da? Ya lo sabes, que es lo importante y… –se acercó a mí mucho. Ya empezamos… –. Ya tengo la primera orden para ti, santita. –tragué saliva esperando lo peor. Mis sentidos se alarmaron cuando él posó sus manos en mi cintura y las dejó allí por un buen rato. Me puse nerviosa e intenté alejarle de mi, pero simplemente me aplastó contra la pared fría y me retuvo sin más alternativa que la de esperar.

No solo se contentó con eso, sino que su nariz, la cual rozaba la mía, recorrió mi mejilla y descendió hasta el cuello apartando algunos de mis mechones largos y castaños. ¿Qué hacía? Porque desde luego se sentía increíble… ¡¿qué, espera, soy tonta o qué?!

–…esta tarde te vienes conmigo hasta un sitio, necesito que me ayudes en algo… –dictaminó posando sus labios en los míos. Solo fue un roce, y aun así temblé de arriba abajo. Desvié mi rostro del suyo, estaba jugando conmigo y no se lo iba a permitir.

–Está bien, pero esto es abuso. –miré de reojo sus manos, que, a esta altura, se habían posicionado debajo de mis pechos. Estaba más sonrojada que nada y no soportaba cuando me pasaba eso. Era estúpido sentirse así por las caricias de este imbécil –. Así que suéltame. Por favor. –le pedí suavemente. Daniel pareció reaccionar ante mis palabras pero, en lugar de soltarme, me obligó a que le mirara a esos ojos mar, tenían una chispa pervertida y, a la vez, divertida con la situación. Yo disimulaba mi terror, aun así, sentía que iba a desmayarme en cualquier momento.

Joder, qué condenadamente guapo era. ¡Maldito hombre multipersonalidades!

–Recuerda que tenemos un trato, tu me obedeces ahora y, si te quiero allí… –señaló la cama –, vas a estarlo. –sentenció con voz grave. Bufé ante su estupidez, pero estaba aterrada de que pudiera cumplir su cometido.

–Venga ya, si soy un estorbo en tu vida, no me querrás tener en ese sentido… –dije atropelladamente. Estaba nerviosa y no podía evitar mirar a todos los lugares menos al hombre que tenía delante.

Daniel sonrió maléficamente y, sin pedirme permiso, me cogió de la muñeca y me empujó hasta la gran cama echándome como si se tratase de una vieja mochila escolar. Acto seguido, se posicionó encima de mi y me agarró las muñecas y las llevó hasta encima de mi cabeza, inmovilizándome. Me movía tanto como me era posible sin éxito, hasta le advertí que si intentaba algo, gritaría, pero nada, siguió con la tarea de besuquearme por el cuello, brazos y cara, sin llegar a la boca.

¡¿Qué la pasa a este trastornado?! ¡¡Definitivamente se ha vuelto loco!!

–¡Por favor, para! Esto no debería ser así, somos hermanastros, déjame, te ayudaré en lo que sea, ¡pero no me violes! –alcé la voz para que alguien me salvara. Ya me estaba desvistiendo y me estaba forzando a que hiciera lo mismo con él.

–¿Violarte dices? Pero si tu eres la primera que quiere hacerlo. –anunció tan pancho…

–¿Qué dices? Estás loco Daniel… –espeté aprovechando su pausa y saliendo de su encerrona. El muy desgraciado me había quitado la chaqueta y la camisa, ¡gracias sujetador! Menos mal que todavía llevaba mis vaqueros pitillo color marrón.

–Venga ya, anoche te escuché gemir en tu habitación y repetías mi nombre una y otra vez… –explicó sentándose en la cama, yo salté de ella como un muelle y le miré entrecerrando los ojos.

¡Ahh! Ya me acuerdo… ¡¡¿Cómo se atreve a decir que eso eran gemidos!!? Quizás si, pero eran de terror. Tuve una pesadilla con él...

–¡Te has confundido! –exclamé poniéndome rápidamente la camisa –. Soñé contigo, si, pero era una pesadilla. –reconocí avergonzada, mira que contarle eso…

Daniel pareció estar asombrado y ofendido a la vez. Se quedó sin argumentos y, finalmente, se echó a reír.

–¡Venga ya! ¿Una pesadilla? – no paró de reír en un buen rato y yo, mientras tanto, intenté no matarle allí mismo. ¡¡Había estado a punto de cometer el peor error de mi vida!!

–Pues si, una pesadilla horrible, y, ahora, tenemos que bajar a comer, así que muévete, sino, sospecharán… –argumenté abriendo la puerta.

Antes de salir, escuché un tímido: “lo siento” por su parte. Si, ya lo iba a sentir, por su culpa estaba temblando y a punto de llorar…


Comí, si, pero en total silencio. Daniel se había vuelto a disfrazar de pardillo para que los pocos empleados que hubiera no se dieran cuenta de nada. Por otra parte, Rosa había estado ausente, no comió con nosotros y, personalmente, el silencio entre los dos era insoportable, además de que me sentía ultrajada, muy mal. Ahora si, Daniel se iba a enterar de quien era yo, podía ser todo lo ingenua que quisiera, pero no iba a dejar que se saliera con la suya por mi horrible secreto. ¡Ni hablar!

Entonces, cuando me levanté del asiento, Daniel lo hizo también y fue a mi lado. Estaba preocupado, lo sabía por el modo en el que intentaba disimularlo. Hombre, contando con que casi me viola, es normal que se sienta ¡culpable! Aun así no iba a detener mi venganza.

Me dirigí a mi habitación, no quería seguir a su lado hasta que él me ordenara lo contrario… Pero mi plan se fue al garete cuando Daniel me agarró del brazo e hizo que volteara para verle.

Estábamos en el pasillo de las habitaciones, por lo que no había nadie y eso me asustó, ¿y si no se daba por vencido?

–Siento lo de antes, de veras. –se disculpó con frialdad. Como si lo dijera por protocolo. Lo odiaba, era frío, engreído y se creía el centro del mundo. ¿Podía haber un chico peor que él? NO.

–Que no te haya abofeteado no significa que te haya perdonado. –le eché en cara deshaciéndome de su agarre. Éste no pareció asombrarse, al contrario, sonrió.

–Pero sigues siendo mi criada, así que ahora te vienes conmigo. –tiró de mi de nuevo dirigiéndose a su habitación. Cuando estuvimos en la puerta, Daniel se deshizo del agarre y me ordenó que me cambiara de ropa.

–¿Qué tiene de malo mi ropa? –espeté cansada de él.

–Pues que es horriblemente decente. –dijo una vez me miró de arriba abajo. –Debes ponerte ropa moderna y no de los años 50, ¿es que Lidia no te ha comprado ropa? –preguntó como todo un experto.

–¡Oye! No te metas con mi estilo, pardillo cuatro ojos. –no podía evitar querer meterme con su imagen.

–Da igual, no me dejas otra opción que cambiarte yo mismo. –me arrastró hacia mi cuarto y entramos rápidamente.

–¡Ni hablar! Yo elijo mi ropa, no tu. –dije a punto de gritar. Daniel ni me miró, en vez de eso, fue directamente al armario y empezó a tirar prendas en la cama.

–Eso te irá bien, y esto otro también… –siguió con ocho trapos más –. Ya está, pruébate esto.

Me tendió una falda muy corta, unas medias y una camisa rosa con un diseño espectacular. Una vez que me lo puse todo, entrando en el cuarto de baño por supuesto, me observé en el espejo del lavabo.

Todo me quedaba espectacular, la camisa rosa que me caía hasta la cintura, con un dibujo de flores abstractas y las mangas largas acababan con unos pliegues monísimos. La falda corta, que me llegaba por los muslos, era vaquera y tenía unas cintas cruzadas a los lados en forma de “X”. Las medias eran rosa pastel y las botas altas marrones y con las mismas cintas que la falda.

Cuando salí, Daniel me miró aprobatoriamente y, mientras caminaba a mi alrededor en círculos, me desató el pelo que llevaba recogido en una cola alta para dejarlo suelto. Me pasó la mano por la cabeza para desordenármelo y luego sonrió aprobatoriamente.

–Y tu madre quería que te modernizara… –susurré entretenida.

Luego de eso, salimos a la calle, hacía un frío que pelaba, así que me eché el chaquetón de piel, mi querido hermano así quiso…

Daniel no me dijo a dónde íbamos, aunque él seguía con la apariencia de un pardillo. Claro, como era actor, no quería que le reconociesen. En lugar de llevarnos un chófer, Daniel cogió su propio coche, era un Audi blanco precioso. Se me caía la baba con su diseño. Tantos lujos cuando antes ni veía un DVD…

Me senté en el asiento del copiloto y aspiré el aroma de la carrocería. Dios, lástima que me quedara un año para sacarme el carnet de coche que si no…

Fuimos en silencio todo el trayecto salvo un pequeño diálogo que comencé…

–Oye, ¿cómo quieres que te ayude? –pregunté nerviosa. –Porque de poco te puedo servir… –Daniel sonrió de lado.

–Ya lo verás, ahora cállate. No quiero oír a personas rencorosas… –anunció con sorna. ¡¡Qué pretende el idiota este!! ¿Qué le perdone así como así? Pues las llevaba claras…

Al final, llegamos a un edificio enorme en el que ponía: T.A S.A (Talented Actors S.A)

Quedé asombrada con el edificio, con las personas que allí se encontraban, y con el glamour que se respiraba. Daniel aparcó el coche en el parkin subterráneo y bajamos del vehículo. Allí, lo seguí hasta que encontramos una puerta que rezaba: Vestidores.

Entramos y, cuando lo hice, abrí la boca como una idiota. Parecía una habitación de las Barbies. Había tal cantidad de ropa que me perdí siguiendo a Daniel. Desde disfraces hasta ropa de modelos, ¡era genial! El pardillo se detuvo frente a una puerta y, abriéndola, me dijo que esperara allí.

Así hice, después de cinco minutos, Daniel apareció de nuevo con su aspecto cool y yo quedé estupefacta. Llevaba puesto un atuendo casual, aun así, le quedaba genial. Consistía en unos vaqueros oscuros con una camisa de cuello vuelto negra y unos zapatos negros también.

–Vamos. –ordenó caminando hasta otra puerta. Eso era enorme, pasamos, a lo que parecía, una sala enorme de trabajadores construyendo un escenario. Piezas de madera, telas de colores, techos improvisados, todo eso pululaba alrededor y yo me impresioné, al contrario que Daniel, quien no se paró y siguió caminando hasta dejar esa sala.

A continuación, fuimos hasta un despacho, era el del director, ¿¡Director!? ¿Qué iba a pasar ahora?

Daniel llamó a la puerta y, escuchando un “adelante”, la abrió. Lo seguí hasta la mesa de madera y pude ver quien era el director. ¡¡¡Alex!!!

–Hola primo, ¿Miriam? ¿Qué…? –empezó a tartamudear al verme y no pude más que reír ante su comportamiento. – ¿Qué demonios hace aquí, Daniel?

–Va a ayudarme con mi secreto. –anunció despreocupadamente. Se sentó en una silla y yo lo imité incómoda ante la nueva perspectiva, así que Alex estaba metido en el ajo… un momento, ¿Alex era el director de todo esto?

–¿Director, eh? ¿Tú no estudiabas psicología? –espeté tratando de sonar indiferente. Él asintió ajustándose la chaqueta.

–Si, y también ejerzo de director en este sitio. ¡Bienvenida a Talented Actors S.A! –exclamó levantándose de su asiento. Me miró detenidamente al ver mi ropa y luego arqueó una ceja –. ¿Qué ha pasado con la Miriam recatada que conocí? –preguntó sonriendo. Yo carraspeé incómoda y Daniel miró la escena con el ceño fruncido.

–Sigo siendo la misma, solo que aquí, el señor trastornos, quería que me vistiera así. –expliqué suspirando avergonzada.

–Pues, te queda genial, ¡buen trabajo primo! Estás muy buena. –lo miré con los ojos bien abiertos y se me encendieron las mejillas. ¿¿Qué pasa con esta familia??

–Bien, pasemos a lo importante, ¿no crees, Alex? –sugirió Daniel irritado.

–Claro, te dije que vinieras porque, ya que has acabado de rodar esa película, me han pedido que actúes en muchos proyectos, claro que es imposible hacerlos todos, por eso he querido que tu eligieras los que te gustaran más… –Alex se sentó de nuevo y abrió uno de los cajones de la mesa. Sacó una carpeta beige y se la tendió a Daniel quien la estudió unos minutos antes de anunciar:

–Esta tiene buena pinta… –señaló uno de las muchos apartados de series y películas, también había unos cuantos anuncios de ropa interior, colonias y otras cosas.

–Si, tienes razón, esta serie también me ha gustado a mi. –añadió Alex de acuerdo –. ¿Y qué te parece esta película? –sugirió segundos después. Daniel lo pensó.

–No quiero involucrarme en otra película, si hago una serie larga como esta, prefiero hacer anuncios. ¿Sabes?

Así nos tiramos una media hora en la que escuchaba atenta a los dos hombres. Intenté quedarme con los nombres de las personas que mencionaban y los sitios a los que iban a menudo. Era una total intrusa en ese sitio, aun así, me gustó estar allí. Todo iba bien hasta que Alex dijo…

–¿Y qué pinta Miriam aquí? Sin ofender. –se excusó sonriendo. Daniel sonrió con burla…
–Tenemos un… trato, ¿verdad? –me miró esperando mi respuesta.

–Si. –respondí secamente. Alex no lo entendió del todo, así que continuó con el interrogatorio.

–¿Y de qué va? Si se puede saber. –miré a Daniel suplicante esperando que no le dijera nada de mi padre.

–Ella sabe mi secreto, como has podido comprobar, así que tengo que hacerle un favor y le he obligado a prometer que no dijera nada si yo le iniciaba en este mundillo. –explicó como un total embustero. ¡¡Joder, qué bien mentía!!

–Ahh, ¿te gusta la actuación? –preguntó Alex con un brillo de emoción en la voz. –Si es así, ¡genial! –Sonrió de oreja a oreja y yo disimulé mis ganas de echarme a llorar. ¡Yo odiaba la actuación! Es más, no quería ser el centro de atención por más que me pagaran. Bueno, no es que me haya puesto nunca a actuar, pero suponía que no me gustaría. Con todo y con eso, estaba aliviada de que no le contara nada de mi padre a su primo.

Cuando acabó la pequeña reunión, salimos a tomar un café. Obviamente, dentro del edificio, paseando con los demás actores y actrices. No conocía a nadie, claro, nunca veía televisión, por lo que mis conocimientos de este tema eran nulos o básicos. En cualquier caso, nos tuvimos que detener como unas ocho veces a causa de las fans de Daniel, eran también actrices, según me contó Alex mientras le firmaba éste una camiseta a una chica muy guapa y joven. Vi como coqueteaba con ella un rato y me dio asco. Esa mañana estaba a punto de desvirgarme y ahora va y quiere ligarse a otra chica, ¡idiota!

Al final, y gracias a que no había más fans, logramos llegar hasta la cafetería y allí pudimos conversar de otras cosas. Yo me senté al lado de Alex evitando todo el tiempo estar junto a Daniel. Éste no le dio importancia…

Cuando se nos acercó la camarera, nos sonrió y, mirando descaradamente a los dos hombres con cara de libido, nos preguntó qué queríamos tomar. ¡HUUG! Me sentía tonta, ¿allí todos iban a ligar o qué? Vale, solo estaba furiosa porque nadie se me acercaba para intentar ligarme… Alex se dio cuenta de mi estado de ánimo…

–¿Has visto alguna vez rodar una serie o película? –preguntó tratando de suavizar mi humor.

–No he tenido el placer. –contesté educadamente. Daniel nos miró entretenido.

–Pues hoy vas a verlo, ¿te apetece? –preguntó posando su mano en la mía, que tenía sujeta una servilleta. Daniel dejó la taza de café sonoramente en la mesa y los dos volteamos a verle.

–Si no te importa, la llevaré yo, después de todo, es mi “aprendiz”. –sentenció Daniel sonriendo falsamente. ¿Qué bichos le ha picado a este? Como no quería estar sola con ese maníaco, discutí ese aspecto.

–No, ya que es el director, me puede llevar él, seguro que sabe más cosas que tu, Daniel. –entrecerré los ojos y sonreí delicadamente. Le estaba declarando la guerra, pero no me importaba.

–Claro, Daniel, de todas maneras, puedes venir con nosotros. –éste no lo vio de manera agradable así que, levantándose rápidamente, me cogió de la mano y me arrastró a los servicios.

–¿A dónde…? –oí preguntar a Alex, pero ya estábamos lejos de él.

Antes de llegar a los servicios de hombres y mujeres, había una salita pequeña, allí me retuvo un momento sin soltarme la muñeca.

–¿Qué crees que haces? –espetó cabreado. –Tu me obedeces, si yo digo que tú te vienes conmigo, es que vienes conmigo y con nadie más. ¿Entiendes? –inquirió pegando su cuerpo al mío.

–Si… –recordé el trato y casi lloro allí mismo –. Pero dime una cosa, ¿por qué no quieres que ande con Alex? –Daniel se calló de repente y se alejó de mi.

Me miró con odio y luego se alejó de mi dejándome sola, ¿qué le pasaba a ese idiota?

 

Continuará…

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