Conviviendo con la Mentira ©...

By LadyGual

1.5M 42.4K 2.5K

[Historia GANADORA en los PREMIOS WATTY 2013 en español, en la categoría erótica, no adolescente, chick lit... More

Capítulo Uno: ¿Por qué a mí?
Capitulo Tres: Caos desatado.
Capitulo Cuatro: Sorpresa y Trato.
Capitulo Cinco: Sucesos Confusos
Capítulo Seis: ¿Actriz? Creo que no...
Capítulo Siete: Principio del deseo.
Capítulo Ocho: ¿Película y Hormonas? Mala combinación...
Capítulo Nueve: Malas Noticias
Capítulo Diez: Pesadilla.
Capítulo Once: ¿Líos y confesión? Menudo día...
Capítulo Doce: La bomba decidió estallar.
Capítulo Trece: ¿Alex es gay?
Capítulo Catorce: La prueba y, Elisa, ¿qué planeas?
Capítulo Quince: Beso con sabor a tarta de queso
Capítulo Dieciséis: ¡Sorpresa, somos nosotros!
Capítulo Diecisiete: Vaya noche. I
Capítulo Dieciocho: Vaya noche. II
Capítulo Diecinueve: La felicidad dura una navidad.
Capítulo Veinte: Chantaje.
Capítulo Veintiuno: El jodido vengador.
Capítulo Veintidós: Comienza la guerra, ¿en la discoteca?
Capítulo Veintitrés: La llamada. ¡Te lo dije!
Capítulo Veinticuatro: Verdades que escuecen.
Capítulo Veinticinco: Familia, Daniel es Ren...
Capítulo Veintiséis: Adiós a las vacaciones.
Capítulo Veintisiete: ¡Comienza un nuevo trimestre! ¿Las cosas pueden ir peor?
Capítulo Veintiocho: Tentaciones. ¡Maldito Daniel!
Capítulo Veintinueve: Ex novia psicópata.
Capítulo Treinta: Hondo, muy hondo...
Capítulo Treinta y uno: Sentimientos confusos, ¿por qué ahora?
Capítulo Treinta y dos: Oscuros secretos.
Capítulo Treinta y tres: Acontecimientos.
Capítulo Treinta y cuatro: Plan de ataque.
Capítulo Treinta y cinco: El juego...
Capítulo Treinta y seis: ...ha...
Capítulo Treinta y siete: ...terminado.
Capítulo Treinta y ocho: Tras la tormenta
Capítulo Treinta y nueve: Buenos amigos.
Capítulo Cuarenta: A pesar de todo, le quiero.
Capítulo Cuarenta y uno: La mentira de Alex
Capítulo Cuarenta y dos: Se acabó la tortura... ¿o no?
Capítulo Cuarenta y tres: Haciendo lo correcto.
Capítulo cuarenta y cuatro: Un nuevo plan y una propuesta.
Capítulo Cuarenta y cinco: Re-enamorar. Parte I
Capítulo Cuarenta y seis: Re-enamorar. Parte II.
Capítulo Cuarenta y siete: Un accidente inesperado.
Capítulo Cuarenta y ocho: El nuevo Alex
Capítulo Cuarenta y nueve: Confesión, preocupación.
Capítulo Cincuenta: Mi historia no ha hecho más que comenzar.
¡Los premios Watty! Y últimas noticias

Capítulo Dos: Preparativos de Boda

41.6K 993 60
By LadyGual

Capítulo Dos: Preparativos de boda.



Ese chico espantoso se quedó paralizado mirándonos a mi padre y a mi. ¿Cómo se supone que tengo que reaccionar? Vale, hasta ahora me he comportado más o menos bien, pero, ¿ahora? ¿Nadie me dijo que iba a tener un hermanastro. ¡Agg! Irónico momento de mi vida, ¿qué va a ser ahora de mi? Bueno, a lo mejor me estaba pasando y ese chico, por muy feo que fuera, seguro que era una buena persona. ¡Venga, ánimo!

Saliendo de mis pensamientos, sonreí nuevamente y Lidia carraspeó incómoda. Mi padre solo podía disimular el disgusto que le provocaba el careto del chico.

   –Hijo, ¿por qué no dices nada? No te he educado para que te quedes ahí pasmado. –sugirió Lidia reprobándolo con la mirada. El chico, como si nada, dejó de mirar a su madre y se dirigió a nosotros.

   –Hola, soy Daniel, encantado de conoceros. –tendió una mano a mi padre y luego,  me dio dos besos. ¿Cómo podía hablar con ese timbre? Parecía que tenía un pito en la voz. ¡Qué horror!

   –Buenas, igualmente. –susurré sonriendo como una tonta. Luego, Daniel miró a mi padre pensativo y pensé, por un momento, que descubriría el pastel.

   –¿Y bien? ¿Os apetece sentaros? –sugirió Lidia mientras hacía lo propio. Todos la imitamos sonriendo como palurdos. ¡A mi padre se le veía el plumero!

   –Bueno, Miriam, ¿cómo ves esto? –preguntó mirándome fijamente. Ahora observo el color de sus ojos, azules oscuros.

   –Bien, creo que, si estáis enamorados, es la mejor forma de expresarlo. –expliqué tratando de sonar convincente. Lidia suspiró aliviada, parece una buena mujer, a excepción de que es asquerosamente rica, lo cual no es malo del todo.

   –¡Genial! ¿Y tu, Daniel? –preguntó mirando a su hijo. Éste sonrió enseñando sus braquets de colores y asintió.

   –Está bien. –anunció mirando hacia… ¿hacia dónde? Por culpa de esas gafas no divisaba sus ojos. Se acomodó en el sillón y empezó a balancear las piernas de un lado a otro, como un niño chico.

   –Muy bien, si todos estáis conformes, ¡ya no hay problema! –exclamó haciendo palmaditas. –Y, ahora, vamos a conocernos mejor…

Empezamos a lanzarnos preguntas y respondiendo a todas. Casi todas iban dirigidas a mí o a Daniel, ya que, nosotros éramos los que no nos conocíamos de nada. Me preguntaron dónde estudiaba, si era feliz allí, cómo eran mis amigas, mis aficiones… ¡todo! A lo que les respondí amablemente. A Daniel, por su parte, le preguntaba mi padre, en vez de Lidia, para conocerlo mejor. Parece que a él le ha pillado de sopetón, como a mi. Me alegra, así que yo no soy la única estúpida…

   –Bien, como ya nos conocemos – ¡Y una porra! –, ya podemos dar un paseo –. Hace una pausa para luego mirar el reloj de la pared –. ¡Uy! ¡Qué tarde es! Mejor si os quedáis a cenar, ¿qué os parece?

Mi padre y yo asentimos ante la perspectiva de cenar en condiciones, y no esas latas horribles que saben a vómito. Últimamente no hacíamos más que comer alimentos en latas, bueno, solo yo ya que, mi agraciado padre, se la ha estado pasando bien con Lidia, seguro que comían en restaurantes de lujo… ¡Qué vergüenza!

Mientras estaba pensando, veo que Daniel se levanta bruscamente y mira a su madre de una manera muy inquietante. Se ve que la quiere mucho porque la admira con veneración. Mi padre y ella se adelantaron y nosotros nos quedamos un poco atrás. Me incomoda pensar que voy a tener un hermanastro, ¿mayor? Hombre, por la pinta que tiene parece un chico más pequeño que yo, pero, nunca se sabe. Entonces, opto por preguntarle.

   –Perdona, ¿qué edad tienes? –pregunto sonriendo. Éste me mira sonriendo y   responde.

   –Veinte años, ¿y tú? –responde con esa voz afeminada. Mejor no comento.

   –Solo diecisiete, vaya, pareces más pequeño. –comenté paseando la mirada por una estantería repleta de libros. Como estábamos detrás de nuestros padres, iba mirándolo todo para conocer mejor el territorio en el que me tocaría vivir a partir de ahora. Daniel no dice nada, al contrario, se queda pensativo y sigue caminando.

Después de unos minutos, ya estábamos cenando. Se ve que los empleados de ese hogar conocían perfectamente el horario de Lidia y sus exigencias, porque, nada más sentarnos en la gran mesa, ya nos servían platos de exquisita comida. Se me caía la baba con solo mirar los manjares que llenaban la mesa.

Vale, lo admito, estaba muerta de hambre y no me podría contener si no empezaban a comer de una vez. Para no ser descortés, esperé hasta que Lidia comenzó a cenar. Después, me abalancé a por la comida “tranquilamente”. Entre trago y trago, ¡ni degustaba! Miraba a Daniel, que comía como un total niño chico, ya que, se estaba poniendo perdido con la salsa de la carne, no prestaba atención a nadie, salvo a su comida. Me alegra que no sea el típico niño mete caldos, porque sino la llevaría claro. Además, se veía muy inocente, así, no tendría problemas. ¡Lo que tenía de feo, lo tenía de inocente! Muy bien… ¡A ver! Eso no quería decir que yo fuera una chica malvada que le haría la vida imposible a ese pobre hombre, ¡veinte años! Si no lo oía, no lo creería.

Después de cenar, Lidia ordena al mayordomo que traiga unos cafés y algún dulce. Mientras tanto, empezamos una conversación.

   –¿Qué os ha parecido la cena? –pregunta amablemente Lidia, quien se limpia la boca con delicadeza. Mi padre me mira risueño y me hace una señal discreta que insinúa que tengo la boca manchada de algo. ¡Qué vergüenza! Inmediatamente me limpio con la servilleta y contesto.

   –Muy excelente. – ¿Muy excelente? ¡Qué clase de pardilla soy! –. Quiero decir, que todo ha estado muy bueno. –Lidia empezó a reír elegantemente, pero mi padre no se podía aguantar la risa. ¡Lo odio!

   –¡Fantástico! Miriam, tu y yo nos lo vamos a pasar de lujo de ahora en adelante. –anuncia muy feliz. ¿Qué dirá Daniel al respecto? Lo miro de soslayo, parece neutro.

   –Si, lo espero con ansias. –respondo totalmente entregada a mi papel, ¿o lo estaba disfrutando de verdad? Entonces, nos traen los cafés y los dulces. Yo ya no puedo más, pero por no hacerle el feo, me tomo el café.

   –Por cierto – añade Lidia dejando la taza en la mesa –, mañana quiero llevarte a una tienda de ropa  –. Me guiñó un ojo –.Ya sabes, para elegir tu vestido.

   –Pero yo… –empiezo a negar con la cabeza. ¿De dónde voy a sacar el dinero? Además, seguro que Lidia me lleva a tiendas exclusivas, de las de: menos de 1000 euros no te gastas.

   –¡No quiero negaciones! Tú y yo nos vamos a ir mañana y, de paso, quiero que veas mi vestido de bodas. ¡Va a ser genial! –exclama divertida. Asiento, finalmente, derrotada.

Después de las 11 de la noche, mi padre y yo nos vamos de esa mansión. Lidia se ofreció para prestarnos un vehículo de última generación, así que, aceptamos ilusionados y ahora estamos de camino a nuestra humilde y, por poco tiempo, casa.

En el trayecto, mi padre intentó hablar un par de veces, pero no se atrevía. Suspiré y rompí el hielo.

   –Me parece mal lo que haces. –reprocho mirando por la ventana. Mi padre no dice nada hasta que casi llegamos al parking de nuestra casa.

   –Miriam, lo sé, pero esta oportunidad no se te presenta muy a menudo. –hizo una pausa mientras aparcaba el lujoso coche negro –. Además, ¿qué futuro te voy a proporcionar si ni siquiera vas a poder acceder a una universidad en condiciones? –. Me miró esperando una aceptación de mi parte, pero no la tuvo.

   –Me da igual no ir a la universidad si con eso evito que engañes a una mujer inocente. –expliqué encarándolo. Mi padre suspiró de nuevo.

Pensándolo mejor, no estaba nada mal cenar así a menudo. Es más, a lo mejor, mi padre se acabaría enamorando de ella y ya no me sentiría culpable. Quizás…

Abrí la puerta del copiloto y salí del vehículo con paso derrotado. Oí a mi padre cerrar el coche y dirigirse a la puerta de nuestra casa. No me hago la idea de abandonarla por una estúpida apuesta. Es más…

  

   –Papá, ¿no puedes razonar con tus amigos…? – Éste negó con la cabeza.

   –No aposté la casa con unos colegas, hija. – respondió entrando y tirando las llaves en el poyete del mueble de la entrada.

   –¿Entonces…? –insto a que me informara de su acertada decisión. Entramos más hasta llegar al salón y ver cómo se tumbaba en el sofá.

   –Estaba borracho y no sabía lo que hacía, así que, fui a una casa de apuestas, perdí dinero muchas veces, pero, como estaba pedo, no fui consciente de que, para seguir jugando, firmé un papel donde ponía que, si perdía en la siguiente jugada de póker, donaba mi casa al que ganara la partida. ¿A que no sabes lo que pasó a continuación? –preguntó irritado.

   –Perdiste…

   –Punto para la señorita. –hizo una pausa y se quitó la chaqueta del traje. – ¡Odio la ropa elegante! No te deja respirar. –prosiguió a quitarse los zapatos y luego se tumbó en el sillón.

   –Para eso, vete a la cama. Es lo que voy a hacer yo. –anuncié dándole dos besos.

   –Si, tienes razón. –Al ver que me alejaba, carraspeó incómodo –. Miriam, espero que algún día puedas perdonarme por ser tan mal padre –. Lo miré apenada, pero asentí.

   –Sabes que te perdonaré, pero no me pidas que lo haga ahora. Debes escarmentar de tus errores. –expliqué subiendo las escaleras.

   –Te pareces a tu madre. –susurró. Hice como si no lo hubiera escuchado y me metí en mi cuarto para intentar dormir…

Qué desastre…

A la mañana siguiente, me levantó el despertador maldito, el cual, apagué de un manotazo que casi hace que me cargue la mesita. Tenía mucho sueño, mucho, y se debía a que, con los nervios de quedar con Lidia, no había dormido nada en toda la noche. ¡Genial! Ojeras de primera. Habíamos quedado a las 10:00 en el centro comercial más prestigioso de la ciudad. Y eran las 9:00, una hora para asearme, cambiarme, maquillarme, desayunar y dirigirme en autobús hasta ese dichoso centro comercial. ¡¿Yo había puesto el despertador a las 8:00?! Ya es tarde, así que voy a dejarme de lamentos para otro momento.

Hago todo eso en media hora y, lo que me queda de tiempo, lo dedico a despertar a mi padre, el cual, está durmiendo la mona en el sillón del salón. ¡Ogg! ¿No le dije que se fuera a dormir antes? ¡Qué hombre! Iba a despertarle, cuando noto que, en sus manos, sujeta una fotografía de mi madre. ¿Cuándo fue la última vez que le vi con una de sus fotos? Ya ni me acuerdo. A lo mejor me había pasado al decirle que lo estaba haciendo mal… ¡pero era la verdad!

Opto por no levantarlo y, en su lugar, coloco una nota en la que ponía a dónde me dirigía y que no me esperara para comer.

Hecho eso, me acerqué a la parada de autobús y cogí la línea 8. ¡Noventa céntimos ya! ¿Es que esperan arreglar algo subiendo el precio del autobús urbano? ¡¿Adónde íbamos a parar?!

Cuando bajé, miré mi reloj de pulsera, eran las 9:55. ¡Bien! Objetivo cumplido. Me fijé para ver si ya había llegado, como no lo hizo, me senté en un banco cercano y esperé…

Después de cinco minutos, una limusina blanca aparcó justo enfrente de mi. Como era habitual, todas las personas empezaron a mirarme con curiosidad y me sentí incómoda.

Del gran vehículo, una mujer de piernas largas, un vestido lila a la última moda, y con un sombrero a juego, salía con elegancia. ¿Y yo? ¡He, personas de alrededor, estoy aquí! Toda la gente pasó su mirada de mi a la mujer misteriosa que resultaba ser Lidia.

   –¡Hola querida! –saludó abrazándome efusivamente. Su bolso channel me dio en el brazo. Llevaba el perfume de Beyoncé, lo sabía porque mi mejor amiga se lo ponía hasta para dormir. Por cierto, hoy sábado, había quedado con ella para hacer un trabajo de final de trimestre. ¡Lo siento Sandra! Mañana lo haremos.

   –Buenos días. –le correspondí el abrazo y luego, cogiéndome de la mano, me llevó hasta el interior del centro.

Éste estaba a rebosar, claro, sábado como era, es normal que la gente saliera a dar un paseo. Lidia me empezó a decir que traía ropa muy desgastada… ¡si supiera! Así que, con su ayuda, me arreglaría el armario en un santiamén. ¡Ja! Qué graciosa. Primero me llevó a una tienda francamente bonita. Ropa de la que me gustaba, solo para asistir a la boda de una princesa de fantasía, se encontraba en todas las perchas posibles. Me volví loca, pero me detuve por consideración a Lidia, quien me traía vestidos de mi gusto y me los probaba uno tras otro sin perder tiempo.

Al final, terminé por llevarme 10 vestidos glamurosos. Al ver el precio de éstos, le dije a Lidia que no podía permitírmelos, a lo que me respondió que ella invitaba a todas las compras. Acepté sin poder evitarlo, ¡es que esa ropa era escandalosamente bonita! ¡Lo siento, Dios, si me estoy aprovechando de esta pobre mujer!

Después de esa tienda, pasamos por otras ocho, en todas ellas me compré ropa. Lidia también compró lo suyo, creo que lo hizo por complacerme a mi. Claro, es normal, si a mi me empieza a comprar ropa de lujo y ella solo se queda mirando, me sentiría fatal. Un gesto aprobatorio, iba ganando puntos a favor. ¡Y mi padre! El muy aprovechado, quiere engañar a esta mujer rica… ¡qué demonios! Si yo soy la primera que acepta el hecho de que me compre ropa. Lamentable…

Mientras el chófer metía todas las bolsas en el maletero, Lidia me comentó algo que me dejó algo intrigada:

   –Miriam, quería comentarte algo. –comenzó a decir mientras subíamos a la limusina. ¡Vaya! Esto era como un mini mundo, había nevera y todo.

   –Dime. –respondí atenta. El chófer, después de mucho esfuerzo para meter el centenar de bolsas en el maletero, entró y comenzó a conducir.

   –Mi hijo Daniel, es algo apavado y, me preguntaba, si tu, que tienes pinta de ser alguien con conocimiento del mundo, podrías… ¿cómo me expreso?

   –¿Enseñarle a tener más contacto social? –pregunto acomodándome un mechón de mi pelo castaño.

   –¡Exacto! ¡Mira que lo he llevado a sitios con gente famosa! Pero nada, es un chico muy callado, ríe con todo, por eso parece que es tonto. –anunció honestamente. La verdad es que, mirándolo mejor, tenía razón. Además, las pintas que tiene… No sabía si debía decírselo a Lidia, pero, parecía un mono de feria.

   –Está bien, aunque yo no soy relaciones públicas ni nada de eso. –me señalo con el dedo. Lidia se ríe.

   –Ya, pero, podrías, al menos, llevarte bien con él e intentar cambiarlo para mejor…

De pronto, Lidia cambió su expresión por otra más triste. Empecé a pensar que no solo tenía problemas con la vestimenta… ¿y si estaba retrasado? Hombre, no quería ser mala, pero tenía toda la pinta…

   –Tranquila, me llevaré bien con él, ya lo verás. –sentencio sin saber que ya me había comprometido con ella a algo. ¿Y ahora cómo salgo de esta? Lidia me sonreía dulcemente.

   –¡Genial! – Sus ojos azules chispearon ilusionados y yo me sentí fatal. ¿No podía cerrar la maldita boca?

Finalmente, Lidia me llevó a mi casa y me sugirió amablemente que, al día siguiente, comiéramos en su casa para que me enseñara el vestido de boda y la preparáramos entre las dos. Acepté encantada.

Nunca había hecho algo así, así que, ante un nuevo desafío, comencé a tener de nuevo esperanzas. ¡Sí! A lo mejor esto no estaba nada mal…

El día siguiente llegó con rapidez y, cuando menos lo esperaba, estábamos de nuevo en la mansión comiendo tranquilamente. Esta vez, Daniel no se encontraba en casa puesto que, según su madre, tenía clases en la universidad. Entonces, mi padre, comentó algo.

   –¿Qué estudia Daniel? –Lidia, mientras se limpiaba la boca con una servilleta con adornos dorados, responde:

   –Empresariales. –sonrió para mi padre, y yo, fijé mi vista en el plato de comida –. Por cierto, ¿y si vamos a tu casa mañana? Quiero estar allí antes de que tenga que prestarle toda mi atención a los preparativos de la boda. –Mi padre me miró de refilón y yo me encogí de hombros.

   –Está bien, pero debes de saber algo. –musitó dejando de comer. Lidia le prestó toda la atención posible y yo tragué saliva –. Mi casa, la he vendido. –anunció rascándose la cabeza.

   –¿Por qué has hecho eso? –inquiere Lidia sorprendida. Mi padre se acomodó en el asiento. Esto iba a estar bien, a ver qué se inventaba.

   –Pues, verás, como ya sabes, ahora que voy a casarme contigo... – le guiñó un ojo y ésta se ruborizó. ¡Ohg! – Quiero que vivamos en un lugar más grande, y mi casa no lo es en absoluto. – puntualizó tomándole la mano. ¡Qué asco de hombre!

   –Claro, amor. ¡Muy listo! Pues, decidido, después de la boda, mandaré construir una mansión más grande que esta. – indicó alzando los brazos. ¿Esa mujer era tonta o qué? ¿Es que acaso no se daba cuenta de que éramos pobres?

   –¡No! No hace falta que hagas eso, aquí se está muy bien. – exclamé nerviosamente. No quiero que gaste más dinero en nosotros, ¡ni hablar! Tanto Lidia como mi padre me miraron sorprendidos. Éste último furioso, ¿es que no tenía otra cosa que hacer más que Lidia gaste dinero en él?

   –Si tu lo prefieres así, aquí viviremos, pequeña. – asintió Lidia indicando al mayordomo que ya podía retirar las mesa.

Después del postre, Lidia me indicó que pasara a su cuarto para enseñarme el vestido de boda. Mientras, mi padre estaría por la mansión, ¡espero que no robe nada!

Una vez que estuvimos dentro, Lidia abrió su gran armario y sacó un vestido blanco. Lo desenfundó y, una vez que estuvo reposando en la cama de matrimonio, me pregunto si será viuda también, lo contemplé maravillada.

Era largo, como no, y con un acabado en cola con volantes. Era palabra de honor y, debajo del pecho, se apreciaría una cinta azul claro, de la cual, descenderían otras de igual color hasta un poco por encima de las rodillas. También me enseñó su tiara blanca con zafiros y sus guantes largos. Sus tacones blancos eran preciosos, ¡todo era fantástico!

   –¿Te gusta? – preguntó sentándose en su cama. Asentí enérgicamente.

   –¡Claro! Es precioso. – suspiré maravillada. Lidia sonrió dulcemente. – ¿Puedo hacerte una pregunta?

   –Si, por supuesto. – respondió tranquilamente.

   –¿Por qué te fijaste en mi padre? – quise saber sentándome junto a ella. Lidia suspiró encandilada.

   –Pues, primero, porque es muy guapo. – sonrió como una boba. Lo reconozco, mi padre era muy guapo, no por nada era un mujeriego con éxito –. También porque es amable, muy empático y… porque es diferente a los que he conocido. – finalizó nostálgica. La miré queriendo ver la vida pasada de esa mujer de dinero.

   –Ah, ya veo. – toqué el vestido por encima. – ¿Eres viuda como mi padre? –pregunté. Ella carraspeó incómoda.

   –No, me divorcié del padre de mi hijo hará unos dieciocho años. – Me miró infantilmente y añadió: – Te voy a contar un secreto, todo lo que ves. – alzó sus brazos abarcando su habitación y el exterior. – me lo he ganado a pulso. Con mi sudor, mi esfuerzo, y no por ese patán de hombre con el que me casé de joven. –dijo con furia. Se ve que lo ha pasado muy mal. – Admito que él fue quien me inició en el mundillo de las empresas, pero, ¡yo tuve la idea de crear una marca propia de cosméticos! Y me salió de escándalo. Todo el mundo me adora, nadie osa contradecir mi grandeza porque yo me lo he currado. – aseguró señalándose.

   –Claro, no lo dudo. –sentencié solemnemente. Esa mujer era de armas tomar, una mujer dulce pero, a la vez, guerrera. La admiraba.

   –Me casé con él por amor, pero, se apartó de mi lado. Era un hombre frío, sin sentimientos. El cual, le dijeses lo que fuera, él ni te prestaba atención. Solo para su empresa tenía tiempo y, finalmente, se fue con otra mujer y yo me divorcié de él con el rabo entre las piernas. Claro, yo no tenía dinero en ese entonces, pero, cuando gané la custodia de mi hijo, opté por montar mi propia empresa y, ¡salí ganando! Ahora soy una de las mujeres más ricas de este país, ¿a que es genial? –asentí embobada. Si, definitivamente, de mayor quería ser como ella.

   –Si, es muy genial, pero, tienes que saber que mi padre y yo estamos entre las personas de rango “medio” A lo mejor, te acarrearemos problemas. – expliqué con la mirada clavada en mis piernas. Ella me levantó la cabeza con sus delicadas manos.

   –Eso ni lo menciones. Últimamente, los reporteros me han estado atosigando porque salgo con un hombre nuevo. Pero, ¡eso no importa! Lo que sí importa es que me voy a casar con un hombre honrado que conocí hace dos meses.

   –¿Dos meses? – casi me caigo de la cama. Así que la conoció antes de apostar la casa…

   –Sip, pero no importa el poco tiempo que hemos compartido, porque yo lo amo y él también me ama. – sentenció con orgullo.

   –Claro…

Entonces, antes de que me suicidara en vida porque mi padre es un imbécil de primera, alguien llama a la puerta interrumpiendo la atmósfera.

   –Perdonadme, pero, señora Lidia, el restaurante que eligió para su boda quiere que le de las respuestas a sus opciones para el menú. – era el mayordomo viejo y con chepa.

   –Claro, ya bajo. – me mira divertida –. ¿Quieres ayudarme? – me pregunta ilusionada.

   –¡Si!

Después de lo que parecieron minutos, aunque realmente pasaron cuatro horas, pudimos acabar con la decoración del salón de la boda y con los regalos de los invitados. Cuando llegamos a esa parte, Lidia me preguntó si queríamos que nuestros familiares asistieran a su boda. Yo contesté que nuestro único familiar era mi tía, la cual, se mudó a otra ciudad y que ahora estaba muy ocupada. No era del todo mentira, ya que había encontrado trabajo, pero, la verdad, era que no se llevaba bien con mi padre. Ella asintió y seguimos con lo nuestro.

Eran ya las 19:00 de la tarde cuando apareció Daniel por la puerta principal. Iba, cómo no, con un traje amarillo chillón y su cara habitual. Nos saludó y, posteriormente, subió las escaleras hasta esfumarse. Lidia lo disculpó.

   –Siempre sube a su habitación cuando viene de sus clases. Acaba agotado. – sonrió con pesar. Empezaba a sospechar que algo andaba mal entre ellos dos.

   –Perdona si soy curiosa, pero, me pregunto si, vosotros dos os lleváis mal. –quiero saber. Observo su reacción, parece incómoda ante la pregunta, pero responde.

   –Como no quiero que halla secretos entre tú y yo, te diré la verdad. – ¡Vaya, algo de verdad en toda esta historia! – No, no nos llevamos especialmente bien. Es que, como yo he estado muy ocupada con mi trabajo, ya sabes, me lo curré mucho, pues él quedó en un segundo plano por mucho tiempo y no le di todas las atenciones que debí darle.

   –¡Ah! , ya veo. Qué triste. – respondí suspirando.

   –Por eso, ahora que vamos a formar una familia de verdad, quiero que él esté más con nosotros. Para ello, necesito que te acerques a él y lo ayudes. – Si, tarea casi imposible pues parece que no le he caído muy bien.

   –Claro, haré todo lo que pueda. – afirmé sonriendo.

Al acabar con los preparativos, Lidia salió a pasear con mi padre. Yo me quedé en la mansión esperando poder hablar con Daniel apropiadamente. Así que, aquí me encontraba, delante de la puerta de su habitación. Y, me preguntaréis porque sé dónde está su habitación. Sencillo, he ido a preguntarle al jorobado de Notre Dame, quiero decir, al mayordomo, por la habitación de Daniel y él me lo indicó perfectamente. Vale, llamé a la puerta y me abrió Daniel con cara de angelito.

   –Hola, quería hablar contigo sobre… – No pude continuar porque me cortó.

   –Ahora no puedo, ¿en otro momento? – se excusó cerrándome la puerta en las narices.

Eso no me lo esperaba, vaya con el chico este…

No me desanimé, me dije que sería porque estaría ocupado con la universidad, aunque, mañana era domingo y no tendría que ir. ¡Qué fastidio! ¿Y ahora qué hacía yo?

Los días se sucedían como los de hoy. Lidia nos invitaba a comer y cenar en su mansión, con la aparición de Daniel ocasionalmente, y, el penúltimo día antes de casarse, ellos dos visitaron mi, todavía, casa. Faltaba un día para que fuera de alguien que ganó una partida de póker.

Aquél día pasó sin ninguna novedad…

Y, por fin, dentro de veinticuatro horas, daría lugar la boda más falsa que ha podido acontecer esta ciudad…

Lo que no sabía en ese entonces era que, poco me iba a durar el buen royo con Daniel, si es que había alguno, puesto que ese secreto que guardaba pronto saldría a la luz, si, se me acabaría el chollo…

Continuará…

Continue Reading

You'll Also Like

11K 990 50
Isabella es una chica de 17 años que esta apunto de terminar el instituto y tras haber sufrido su primera decepción amorosa pensó que nunca lo olvida...
867 118 10
-Necesito vengarme, él es quien arruinó mi vida -Yo te voy a ayudar -Pero ¡Es tu hermano! -¿Y? Nadie se mete con mi mujer ~~~~~~~~~~~~~~~~~~ Ella e...
2.4K 110 54
La vida nunca ha sido fácil para Birdie. Teniendo que enfrentar duras batallas desde que tiene uso de razón, ahora se considera una mujer fuerte. Las...
2.5K 222 47
Mariana es una joven bailarina cubana de veintitrés años que emigró a Estados Unidos y ahora trabaja como camarera en la cafetería de su tío con la a...