Mala Influencia

By mc7frd

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Su vida era perfecta a los ojos de los demás, pero era solo una mascara. En el momento mas inesperado, un chi... More

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By mc7frd

Bajé frente al edificio de Rin y me volteé a ver a Sasuke.

- ¿Y ahora qué? -pregunté, sosteniendo la puerta.

- ¿Con que?

-Nosotros, obviamente. ¿Volverás a ignorarme?

Suspiró sin soltar el volante.

-Necesito tiempo para... pensar.

Asentí y cerré la puerta. Sabía lo que eso significaba.

-Oye -exclamó- ¿no vas a despedirte?

Estuve confundido por unos segundos hasta que el hizo un gesto para que volviera al auto.

Sonreí y volví a entrar para besarlo con entusiasmo.

-Y no pongas esa cara -dijo cuando me alejé- haré las cosas bien esta vez.

Subí y golpeé la puerta, lo que vendría ahora no sería fácil. Rin no tardó en aparecer y sonrió al verme.

- ¡Naruto! -exclamo con felicidad, hasta que notó los golpes en mi rostro- ¡¿Que pasó?!

-Un malentendido -la esquive para entrar al living y me siguió con la preocupación aun plasmada- no te preocupes. ¿Está Menma?

-Debe estar por llegar. ¿Estás seguro de que estás bien?

Asentí con fuerza, llevando las manos a los bolsillos de mi pantalón.

Toqué el collar que se encontraba en mi bolsillo y recorde la breve historia que Deidara me contó.

La abracé con fuerza y ella dió un pequeño grito de sorpresa.

-Tengo algo que mostrarte.

-Naruto, eres un amor pero... me estás asustando -dijo dando unas suaves palmadas en mi espalda.

Saqué el collar del bolsillo y ella lo miró con confusión, hasta que pareció reconocerlo y sus ojos brillaron.

- ¿De donde sacaste eso?

- ¿Lo reconoces?

Lo tomó y acarició el anillo que colgaba de la cadena como si fuera su objeto mas preciado. Sollozó hasta que no aguanto y comenzó a llorar en silencio.

-Es de Obito -me señaló el interior del anillo, sus iniciales estaban ahí- ¿De donde lo sacaste? ¿Esta es la razón por la que llegaste así?

-Algo así -me encogí de hombros. Ella siguió mirando el anillo y juntó sus manos para llevarlas a su pecho- la persona que me lo entregó dijo que... Obito nunca dejó de quererte.

Volvió a llorar con mas fuerza.

-Y que ese anillo nunca dejó de ser tuyo.

Se dejó caer de rodillas, aun apretando sus manos contra su pecho. Acariciar su espalda era el único consuelo que podía ofrecer, sabía que estaba sufriendo por la forma en que lloraba.

Y saber que fui responsable de eso hacia que mi pecho se apretara.

- ¿Que mas supiste? -preguntó, un poco mas calmada.

-Dijo que... Obito estaba sufriendo. Sabía que lo matarían y no hizo nada para evitarlo.

-Dios -tapó su boca, estaba temblando.

Solo segui acariciando su espalda. La culpa me estaba llenando, no podia seguir soportandolo.

-Lo siento.

Negó con la cabeza y se puso de pie. Corrí a la cocina para llevarle un vaso de agua.

-No, yo lo siento -se tomó unos segundos para calmarse y siguió- no lloré cuando supe que murió... ni en el funeral. No pude seguir haciéndome la fuerte.

-Yo estuve ahí -solté de golpe.

Me miró confundida.

- ¿Ahí, donde?

-Cuando mataron a Obito... estuve ahí.

Entreabrió los labios sorprendida y su rostro se tornó pálido. Trataba de hablar pero nada salía de su boca.

-No fui yo quien lo hizo -aclaré. Me sentía tan avergonzado como culpable y ella debe estar pensando lo peor de mi ahora mismo- pero estuve ahí.

-Dios mío... Naruto, ¿que hiciste?

Me encogí de hombros queriendo regresar el tiempo y no haber dicho nada. Miré al suelo, no queria ver su expresión.

No la culpo si decide que no vuelva nunca más.

- ¿Deberíamos conseguir un abogado? -su mano sobre la mia hizo que me sobresaltara.

Negué con la cabeza.

-No... ¿no estás... enojada conmigo?

Rió con melancolía y se abalanzó para abrazarme con fuerza.

-Eras solo un niño... sigues siendo un niño, Naruto. Debí volver por ti, esa es la verdad. Nada de esto habría pasado.

-Pero... estuve ahi, sabía que iban a matarlo.

Frunció el ceño y volvió a acariciar el anillo con los dedos.

-La persona que te entregó este anillo dijo que él sabía que pasaría -suspiró y se apoyó en la pared- Obito era una buena persona pero... siempre tuvo esa necesidad de querer que su familia lo aceptara sin importar lo que tuviera que hacer. Cuando Madara le dio eso que siempre quiso...

Apretó los labios cuando las lágrimas volvieron a amenazar con salir.

-El mató a mis padres.

-...Lo sé. Ese idiota -dijo entre dientes- poco después de que tus padres murieran me confesó que el lo hizo.

Mi respiración se detuvo por un segundo.

-Dijo que si hubiera sabido que eran ellos, no lo habría hecho -explicó con dolor en su voz- pero no quise... no podía aceptar que el fuera capaz de hacer algo así. Le dije que no volviera a buscarme, bueno, mas bien le grité que no volviera a buscarme y le tiré este anillo en la cara.

Se abrazó a si misma y me miró con lágrimas aun mojando sus mejillas.

-Se fue a Suna el dia siguiente. En serio lo siento, Naruto. Si me hubiera esforzado mas, no habrías terminado en ese lugar.

Me sentía tan confundido ahora mismo. Siempre quise convencerme de que Obito era una mala persona y tenia muchas razones para creer en eso. Pero por alguna razón no podia.

-Y yo lo siento por... todo lo que pasó con Obito. El no era tan malo como dicen, ¿sabes? Quiero decir, si, la mayoría del tiempo era un idiota. Pero siempre sentí que era como... una actuación. Cuando no habia nadie cerca dejaba de ser el Obito que todos conocían.

Rin sonrió con tristeza.

-Algunas cosas nunca cambian.

Saltamos del susto cuando la puerta se abrió con fuerza y Menma llegó corriendo a donde estábamos.

- ¡Estás aquí! -gritó, lanzándome su teléfono- ¡Te he estado llamando hace media hora!

Busqué entre mi ropa pero no había señales de dicho teléfono.

-Se me debió haber caído en el auto de... bueno, no importa, ¿qué pasó?

-Hinata está en el hospital. Creo que perdió al bebé.

Nos subimos al auto de Rin y en unos minutos ya estábamos corriendo por los pasillos del hospital intentando buscar la habitación de Hinata. Divisé al pelirrojo y puse mis manos en sus hombros para agitarlo con fuerza.

- ¡¿Qué pasó?!

-Baja la voz, Naruto. Estamos en un hospital -me regañó Temari, entregándole un vaso de café a su hermano.

- ¡¿Perdió al bebé?!

- ¡Naruto! -Rin exclamó entre dientes y mirando alrededor con vergüenza- baja la voz.

-Están bien. Tuvo un sangrado, el doctor dijo que tenía un golpe en su costado... probablemente eso lo provocó -Gaara bajó la mirada, sabía como debía sentirse. Hinata nunca debió estar ahí.

- ¿Su papá sabe?

-Está en la habitación con Hinata.

Luego de unos minutos, su padre salió de la habitación seguido de Hanabi, Neji e Hisashi. Al contrario de Hanabi y su tío, que sonrieron con tristeza hacía nosotros, ambos hombres miraron con odio a Gaara.

- ¿Puedes explicar por qué mi hija tiene un golpe que casi la hace perder a...-apretó sus labios con enfado- dice que fue un accidente pero sé que miente, si te atreviste a golpear-

- ¡Gaara nunca golpearía a Hinata! -Temari dio un paso adelante con una mirada desafiante- asi que no se atreva a insinuarlo.

- ¡Sé que algo pasó! Y que tiene que ver contigo y tu amigo -nos apuntó, la gente comenzaba a mirar por los gritos- o me dirán que se golpearon entre ustedes.

-Fue mi culpa. Hinata terminó involucrada por mi culpa, lo siento.

- ¿Lo sientes? Tu deberías estar en esa cama, no ella - Neji nos miró a todos con altanería.

-Nunca debí dejar que se fuera contigo.

- ¿Dejar que se fuera? Echaste a tu propia hija como si fuera un perro, nunca fue su decisión -Temari estaba que echaba humo por las orejas, el ambiente estaba demasiado tenso.

- ¡No te atrevas a-

- ¡Hiashi! Ya basta.

-Ya vámonos -Hanabi tiró de su padre y se despidió con la mano. Su tío hizo lo mismo con Neji.

El pelirrojo no tardó en dirigirse a la habitación donde Hinata estaba sentada con una mirada de preocupación.

- ¿Que pasó? Escuché gritos.

-No te preocupes -respondio Gaara, empujándola suavemente para que se recostara- ¿como te sientes?

-Mejor, pero me asusté mucho.

-Si, ni lo digas -me senté a su lado y tomé su mano, ella sonrió y apoyó su cabeza en mi hombro- casi me cagué cuando Menma me dijo.

-Naruto -volvió a regañarme Rin- dios mio, voy a tener que enseñarte modales.

-Muy tarde -sonreí, haciendo reir a Hinata.

- ¿Que pasó? -Ino entró corriendo y muy agitada- ¿por qué soy la última en saber? ¡Naruto!

-Lo siento, lo siento -me protegi de sus golpes con la sábana- perdí mi teléfono.

- ¡Hey! Estamos en un hospital -una enfermera nos miraba con severidad- adolescentes.

Se fue balbuceando enfadada. Estuvimos bromeando un rato hasta que la enfermera volvió para decirnos que el horario de visita había terminado, Hinata estaría aquí un par de dias en observación.

Nos despedimos y cada uno se fue por su lado en el estacionamiento.

- ¿Que pasó con tu teléfono? -preguntó Rin.

-Lo dejé en el auto de un amigo.

Menma me hizo señas obscenas sin que Rin se diera cuenta y tuve que aguantar la risa.

Solo quería que todo siguiera así, sin problemas.

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Apenas pude dormir por el dolor y por el vacío en la cama, era extraño como en solo unos meses una persona podía lograr que se volviera parte de tu vida, rutina, futuro.

Volví a mirar el bolso que había preparado para llevar mañana al hospital con las cosas que Hinata necesitaría.

Me senté en la cama y suspiré hondo. Todo era mi culpa, a veces desearía nunca haberme acercado a Hinata, su vida seguiría siendo normal si no fuera por mi.

-Puta mierda -dije entre dientes cuando al levantarme sentí una fuerte punzada en las costillas. Tomé los cigarros y salí de la casa.

Debería llevar el libro que estaba leyendo para que no se aburra, pensé mientras miraba mi cigarro consumirse. Lo llevé a mis labios y levanté la mirada, lo que vi frente a mi hizo que casi me diera un infarto.

Una chica de cabello rojo, no sabía hace cuanto tiempo estaba parada frente a la entrada. ¿Quién mierda se paraba frente a la casa de otra persona en la madrugada?

- ¿Se te perdió algo? -pregunté poniendome de pie y tirando el cigarro con fuerza.

-No -dio un paso atrás con la voz temblorosa- lo siento, solo quería saber... no importa - dio media vuelta y comenzó a alejarse con prisa.

- ¿Qué? ¡Oye! Espera... te recuerdo, eres la chica que saludó a Hinata el otro día, ¿cierto?

La chica se detuvo con la mirada baja y asintió.

-Hinata no está aquí, tuvo un... problema, estará en el hospital un par de dias.

-En serio lo siento -dijo comenzando a llorar- necesitaba el dinero...

Fruncí el ceño extrañado.

- ¿De qué te disculpas?

-Fui yo... yo les dije donde encontrarlos.

No supe que hacer, mi cuerpo no se movía pero sentía la rabia tensando cada músculo de mi cuerpo.

-Necesitaba el dinero...

-Ya dijiste eso.

-Lo siento.

Mi cuerpo reaccionó como un resorte y me acerqué dispuesto a golpearla. Sabía que no estaba bien golpear a una mujer, pero esta mujer en específico se lo había buscado.

Cerró los ojos cuando vio acercarse mi puño, sin moverse. Me detuve, ella la quería que la golpeara.

-Lárgate -exclamé empujándola- y no vuelvas a buscar a Hinata.

-Lo siento...

- ¡Lárgate! -le grité.

No fue fácil conciliar el sueño y sabía que Hinata lo notaría. Entré a su habitación y deje el bolso a los pies de la cama, la sonrisa que tenía cuando me vio se desvaneció.

- ¿Qué pasó? No pudiste dormir de nuevo, ¿cierto?

Fruncí los labios y solo me senté a su lado, era inútil negarlo cuando ya me conoce tan bien.

-La cama se sentía muy vacía.

Besé su frente y suspiró.

-Me pasa lo mismo.

Se hizo a un lado en la camilla y tomamos una siesta hasta que una enfermera llegó.

-Vamos a ver cómo sigue ese bebé -anunció con una sonrisa.

Hinata destapó su vientre y sentí una molestia en mi pecho cuando vi el moretón en el costado.

-Ahí está -dijo apuntando a la pantalla y apretó un botón para escuchar sus latidos- todo bien por aquí, va a ser un chico fuerte.

Hinata retiró el gel de su vientre mientras la enfermera le daba algunas indicaciones sobre su cuidado.

-Mañana podrás volver a tu casa. Y recuerda, nada de esfuerzos -sonrió y le dio unas palmadas amistosas en el hombro antes de irse.

-Ahora que lo menciona -dije sacando mi teléfono- mira quien esta impaciente de que vuelvas.

Le mostre una foto del pequeño gato que ya no era tan pequeño, acostado sobre el bolso que traía para Hinata, como esperando que lo llevara también. Sonrió enternecida.

-Tenemos que hablar -dijo soltando un suspiro.

- ¿Sobre qué?

-Hablé con mi padre y mi tío cuando estuvieron aquí. Quieren que vaya a casa de mi abuela, fuera de la ciudad.

- ¿Que? -mi corazón se detuvo, sentí miedo de la idea de que se alejara de mi y enfado por que todo esto estaba pasando por mi culpa.

-... Acepté. Con la condición de que tu vendrías conmigo.

- ¿Por qué querrías eso? Hace unos dias no le importaba donde estuvieras -levante la voz.

- ¡Tengo miedo! -exclamó con los ojos llorosos- sé que tu también tienes miedo.

-Hinata -me acerqué y ella agachó la cabeza, un par de lagrimas cayeron- todo eso ya acabó, te lo prometo.

-Ya habías dicho eso antes, y volvió a pasar.

-Esta vez es diferente.

- ¡Sabían donde trabajábamos, Gaara! Sabían todo.

- ¿Que pasa? ¿Por que están peleando?

Temari entró a la habitación y nos miró a ambos esperando que respondieramos. Chasquee la lengua y salí de ahí.

Apenas crucé la puerta del hospital busqué un cigarro, palmee mis bolsillos en busca del mechero pero no había rastros de el.

-Mierda -dije entre dientes. Me senté en el borde de la calle soltando un quejido, todo mi cuerpo estaba adolorido.

Una llama apareció frente a mi. Temari estaba a mi lado y sonrió con calma. Prendí el cigarro y aspiré con ganas.

-Hinata me contó.

-No voy a dejarlos de nuevo -respondí.

- ¿De qué hablas?

-A Kankuro, Naruto. A ti. Sé que fue difícil cuidarnos, sobre todo a mi -negué con la cabeza recordando nuestra vida en Suna- no voy a volver a dejarlos solos.

Dejó caer su puño con fuerza sobre mi cabeza.

-Auch.

-A la única que dejarás sola si te quedas, es a Hinata. Y a tu hijo.

Sus palabras me sobresaltaron y la miré con atención.

-Nosotros estaremos bien -esta vez acarició mi cabeza en un gesto maternal- y si allá vas a estar seguro, nos haría feliz. Ahora vuelve y discúlpate con Hinata, que el embarazo la ha vuelto una magdalena.

Al dia siguiente, teníamos todo listo para irnos.

Nos despedimos de todos y subimos al auto. Hinata apretó mi mano con esa mirada de 'todo estará bien'.

En las dos horas de viaje durmió como nunca, con el gato en su regazo. Su abuela nos recibió con alegría y nos llevó a la que sería nuestra habitación.

-Tu padre pidió que les dieramos habitaciones separadas, es tan estricto. Yo tenía un par de años mas que el cuando me hizo abuela ¡oh!, mi primer bisnieto, estoy tan feliz -dijo emocionada, juntando sus manos- y con un chico tan apuesto, ese bebé va a ser una belleza.

-Abuela -Hinata la llamó avergonzada- no digas esas cosas.

-Vengan a la cocina, les preparé comida, sabía que llegarían hambrientos.

No pude evitar soltar una risa, era una mujer peculiar. Hinata nos llevó hasta la cocina y pude ver un poco de la casa, era una casa antigua y tradicional con un gran jardín.

Al dia siguiente, Hiashi llegó junto con Hanabi, que se quedaría el resto de las vacaciones.

Hinata dio un paseo por el jardín acompañada de su padre, charlando tranquilamente con las manos entrelazadas bajo su vientre.

Por unos segundos los rayos de sol la hicieron brillar y su belleza me dejó perplejo. Con el vestido maternal y su rostro sereno podía decir que parecía un ángel.

-En serio la amas -dijo Hanabi con sorpresa.

Me volteé exaltado, no la había escuchado acercarse.

- ¿Lo dudabas?

Hanabi miró al jardin pensativa.

-Sabia que se querían, pero las relaciones a su edad no duran mucho y no creía que fuera la gran cosa. Pero hace un momento la mirabas y no puedo describirlo, solo pude pensar en que alguien solo miraría así a una persona que ama.

Volví a mirar hacia Hinata, se habían detenido y hablaban frente a frente.

-Papá no es tan malo, ¿sabes? Está mas estresado de lo normal desde que supo lo de ustedes.

-Echó a Hinata.

Hanabi miró alrededor asustada.

-No dejes que la abuela escuche eso, por su salud.

Fruncí el ceño.

-Además, ya se dio cuenta de su error. No volverá a dejar a Hinata sola.

-No lo necesitamos -dije de golpe.

-Wow. Eres mas orgulloso de lo que creí. Un poco de ayuda no te convertirá en un inútil, si eso es lo que piensas. Tus moretones me dicen que necesitas ayuda.

Chasqueé la lengua irritado. Será difícil que su padre y yo tengamos una buena relación.

-El no lo admite pero le gusta la idea de ser abuelo -dijo aguantando una sonrisa, como si fuera algo que tenía ganas de decir hace tiempo- y a mi me gusta la idea de ser tía.

Solté un bufido, ese niño tendrá un montón de gente feliz de verlo en cuanto nazca.

Luego de la cena, Hiashi bajó las maletas de Hanabi y se despidió de sus hijas y su madre, cuando llegó junto a mi pude notar como apretaba los dientes para darme un incómodo apretón de manos.

Pasábamos las tardes en el jardín de la casa o nos subíamos al auto con Hanabi para ir al pueblo, no era muy extenso y la mayoría de sus habitantes se dedicaba a la pesca. Cuando volvíamos su abuela nos esperaba con la cena, siempre con el gato siguiéndola en espera de que algo de comida cayera para el.

-Mamá siempre me recordaba que aquí fue donde se dieron el primer beso con papá.

El mirador del pueblo se habia convertido en uno de nuestros lugares habituales. La mayoría del tiempo estaba vacio, algo que aprovechabamos ya que en casa las paredes eran delgadas y siempre estaba todo en silencio.

-Dudo que haya sido solo un beso -dije con una sonrisa burlesca. Hinata se rió sonrojada.

Todo estuvo bien entre nosotros. Hasta que una semana antes de que empezaran las clases tuvimos una pelea.

- ¿A que te refieres con que te quedarás aquí?

- ¡No volveré así! -exclamó apuntando a su vientre. Y la idea de que se avergonzara de tener un hijo conmigo llegó a mi mente.

- ¿Te avergüenza que sepan?

-... Tal vez. Sé lo que dirán y como me mirarán, Gaara. De solo pensarlo siento pánico.

-Te avergüenza que sepan que es mío.

- ¡No!

- ¿Así que solo vas a dejar todo, después de insistirme en que no dejara la escuela?

-Tendré un maestro privado, ya lo hablé con mi padre.

-Lo hablaste con tu padre -caminé por la habitación con ansiedad- entonces te quedarás aquí.

-Si.

Asentí repetidas veces.

-Bien, dejaré el colegio y buscaré un trabajo aquí cerca.

- ¡Gaara! Sólo seran un tiempo hasta que nazca.

- ¡No entiendo! ¿Por qué quieres quedarte aquí?

Hinata bajó la cabeza.

-...No quiero que la gente lo note.

Apreté los dientes.

-Si fuera Sasuke en vez de mi no tendrías problemas, ¿cierto?

- ¿Que? ¡No! Gaara...

Caminé de un lado a otro buscando mis cosas para tirarlas de mala gana en el bolso.

-Gaara, escúchame. Lo estás entendiendo todo mal.

-No -alejé sus manos de mi- todo esto siempre será un problema. No tengo nada que ofrecerte, Hinata. Absolutamente nada.

-Eso no es verdad -su voz comenzaba a quebrarse, volvió a intentar tocarme y me alejé como si su tacto fuera venenoso.

-Siempre seré esto -apunté a mi rostro, con heridas aún sanando- un delincuente, con una vida de mierda en un barrio de mala muerte.

Sus lágrimas comenzaron a asomarse mientras negaba con la cabeza. Sabía que era verdad.

-Estarás bien sin mi.

-... ¿Qué?

Termine de meter todo en mi bolso y lo tomé para salir de la habitación.

- ¿Me estás dejando?

No. Quería decir que nunca lo haria, pero las palabras no salieron de mi boca. Atravesé la puerta en busca de las llaves del auto.

Fijé mi vista en el jardín, donde el gato dormía con soltura bajo una estatuilla. En casa, el idiota no podía estar mucho tiempo fuera porque siempre habría un perro callejero intentando morderlo.

-Estarás mejor aquí -murmuré.

Naruto estuvo enfadado conmigo por un mes. Volvimos al instituto y sabia que mantenía contacto con Hinata.

-Eres un idiota, ella cree que la abandonaste.

-Pues dile que no es así.

- ¡No me cree! Tu dile.

-No puedo, bloqueó mi número.

-Te lo mereces.

Cuando faltaban dos semanas para que nuestro hijo naciera, decidí volver.

-Oh, querido... ella ya no está aquí.

- ¿Que? -tenia un mal presentimiento- ¿Donde está?

-Su padre se las llevó hace un par de días.

Conduje de vuelta y fui directo a su casa, por mucho que tocara el timbre seguian diciendo que ella no estaba. Espere hasta que anocheciera y me metí a escondidas a su habitación.

La puerta del balcón tenia un truco y pude abrirla fácilmente.

- ¿Qué?...

Su habitación estaba vacía. Como si aquí nunca hubiera estado.

-Hinata se fue -dije a Naruto.

- ¿Volvió a Konoha?

-No. ¿Que te ha dicho?

-Que extraño... no ha respondido nada desde ayer.

Nadie sabia nada. Busqué a Neji en el instituto y tampoco aparecía por ningún lado

- ¿Neji? -preguntó Tsunade- Neji fue retirado del instituto hace un par de días.

Los días pasaron y seguía sin saber nada de Hinata, la ansiedad me estaba matando.

-Son las 10 de la mañana -Naruto tomó la cerveza de mi mano y la tiro a los arbustos- Y estamos en el instituto.

-Se fue. Y es mi culpa.

-Hinata no haría eso.

- ¿Como puedes estar tan seguro?

Levantó los hombros, se sentó a mi lado para palmear mi espalda y darme unas palabras de ánimo. Los demás también llegaron a nuestro lado, entre ellos Ino, que tampoco sabía nada. El dia anterior viajamos hasta la costa, donde estaba la casa de verano de los Hyuga. Tampoco habia rastro de que hubieran estado ahi.

De algo estaba seguro; Hiashi estaba detrás de todo esto.

.
.
.

Acaricié mi vientre con cuidado, mientras mas se acercaba la fecha el bebé se volvía mas inquieto.

-Papá dice que ya tiene los boletos -Hanabi entro a la habitación del hotel donde habíamos estado estos últimos dias- ¿Estás segura de esto?
¿Y si Gaara vuelve?

-No me importa. El me dejó, Hanabi, se fue sin querer escucharme.

Apretó los labios y se acostó junto a mi para jugar en su teléfono. Nos iríamos de la ciudad en unos dias, papá ya tenía todo listo.

-Solo digo que deberías pensarlo mejor, también es su hijo.

-Debio pensar eso antes de irse.

Sabía que estaba siendo obstinada, pero lo que hizo fue un golpe muy duro para mi. Lo amo, estoy segura de eso, pero ya no estaba segura si era recíproco.

No abandonas a alguien que amas. Y Gaara me abandonó.

Me encorve al sentir un dolor punzante en mi vientre.

- ¿Estás bien?

-Si... No, no -repetí tocando mi vientre, se sentía un dolor que recorría mi espalda.

-Llamaré a Neji.

En la clínica comencé a asustarme cuando dijeron que dentro de poco vería a mi bebé, pero aún había que esperar. Me paseaba por la habitación sosteniendo mi espalda, las contracciones eran cada vez mas seguidas.

Ojalá Gaara estuviera aquí.

-Puedo hacerlo sola -me dije a mi misma- puedo hacerlo.

-Hola, mi pequeña -mi abuela besó mi frente y dejó unas bolsas sobre la cama- traje unas hierbas que te ayudarán a que el bebé salga mas rápido.

-Gracias, abuela.

- ¿Ya le avisaste a tu novio?

-No. Haré esto sola.

-Querida...

-Lo haré sola.

Cuando ya habían pasado mas de seis horas comencé a llorar del dolor. Sólo queria que terminara.

-Ya sale, por favor -dije entre dientes.

El médico ordeno que me llevaran a otra habitación donde comenzaron a alistar todo.

- ¿Lista para pujar?

-Oh, dios.

Mientras mas pujaba, mas comenzaba a marearme. Mi padre me dió la mano y no dudé en apretarla con todas mis fuerzas cada vez que tenía que pujar.

-Ya está -la sonrisa del médico desapareció cuando vio al bebé- enfermera.

No lo escuchaba llorar.

- ¿Que pasa? -pregunté murmurando, me sentia muy débil.

- ¿Hinata? -papá me hablaba con preocupación en su rostro, todo se volvía extrañamente borroso.

- ¡Enfermera!

Lo último que escuché, fue el llanto del pequeño ser que había traido al mundo.

.
.
.

Desperté exaltada, en una habitación diferente y muy confundida.

- ¿Papá? -intenté sentarme en la cama y el llego rápidamente.

-No, no. Tienes que descansar.

- ¿Que pasó?

-Tuviste una hemorragia.

- ¿Donde está? -pregunté mirando la habitación. Estaba ansiosa por conocerlo.

-Hinata... lo siento.

- ¿Por qué? ¿Dónde está?

-No sobrevivió.

Un frío recorrió mi cuerpo.

-Lo escuché llorar -añadí a punto de llorar.

-Lo siento -se acercó para abrazarme y besó mi frente- el cordón se enredó en su cuello.

- ¡No! ¡Lo escuché llorar! -grite empujándolo.

Las enfermeras llegaron a la habitación e intentaron calmarme, hasta que no les quedó de otra que darme un tranquilizante.

No paré de llorar hasta que me volví a dormir.

.
.
.

-Tio, esto es... demasiado, ¿como convenciste al médico?

-Nada que una buena suma de dinero no pueda comprar.

Vi al recién nacido en mis brazos, tan pequeño y frágil.

- ¿Que hará con el?

-Hay un orfanato a unos veinte minutos de aquí, asegúrate de que nadie te vea.

- ¿Hinata como está?

-Estará bien.

Apreté los labios indeciso, esto estaba mal en todos los ámbitos posibles.

-Esto es lo mejor para Hinata -puso una mano en mi hombro y evitó mirar al pequeño en mis brazos - no quiero que arruine su vida por un error. Podrá retomar su vida.

Asentí inseguro.

Dejé al bebé en el asiento trasero y lo miré por unos segundos, tenía los ojos serenos de Hinata y cabello rojo.

Me estacione a unos metros del orfanato y apreté el volante. Me giré para mirarlo, era un niño muy tranquilo.

No podía simplemente borrarlo de nuestras vidas.

Encendí el auto y manejé hasta el lado sur de la ciudad, donde vive su padre.

Lo cubri con mi sudadera y lo dejé en la puerta. Mi estómago se apretó sabiendo la gravedad de mis actos. Me obligué a pensar en Hinata, había pasado tanto por culpa de Gaara y este bebé, se merecía poder empezar de cero.

Dejé una nota junto a el y toqué la puerta. Tal vez algún dia volveremos a vernos.

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