Lo que encontré en ti

By Alewriting29

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Soledad, tristeza, odiar con toda tu alma a las personas que te hacen daño y tener un rencor tan grande al no... More

PROLOGO
01 VALENTINA
02 VALENTINA
03 VALENTINA
04 SEBASTIÁN
05 VALENTINA
06 SEBASTIÁN
07 VALENTINA
08 SEBASTIÁN
09 VALENTINA
10 SEBASTIÁN
11 VALENTINA
12 VALENTINA
13 SEBASTIÁN
14 VALENTINA
15 SEBASTIÁN
16 VALENTINA
17 SEBASTIÁN
18 VALENTINA
19 SEBASTIÁN
20 VALENTINA
21 SEBASTIÁN
22 VALENTINA
24 VALENTINA
25 SEBASTIÁN
26 VALENTINA
27 SEBASTIÁN
28 VALENTINA
29 SEBASTIÁN
30 VALENTINA
31 SEBASTIÁN
32 VALENTINA
33 SEBASTIÁN
34 VALENTINA
35 SEBASTIÁN
36 VALENTINA
37 SEBASTIÁN
38 VALENTINA
EPILOGO SEBASTIÁN
Agradecimientos

23 SEBASTIÁN

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By Alewriting29

Inesperado, solo puedo decir eso, inesperado.

Nunca imaginé que los invitados de mi madre fueran los padres de Valentina. Mamá no me quiso decir quienes iban a venir, que sería una sorpresa, y fue una grande, yo admiraba a esos señores, pero quede más anonadado cuando la vi a ella, en ese vestido blanco que resaltaba tan bien con su piel, sus cabellos estaba en unas ondas preciosas, estaba radiante.

Lo admitiré, desde que la vi quise tenerla solo para mí, así que lo primero que se me ocurrió para llevármela fue una "tarea" que habían dejado, sabía que no me rechazaría, y cuando tomo mi mano quise solo salir corriendo con ella, pero tuve que controlarme, era nuestra invitada, a los ojos de los demás tenía que ser decente, solo frente a los demás.

Ya en mi cuarto de juegos era libre de hacer lo que fuera, no sabía que decir, estaba nervioso, pero traté de no demostrarlo. Reí mucho cuando le di de beber un trago de whisky y con tan solo dejarlo pasar por su garganta su expresión fue un poema, pero creo que la mía también lo fue cuando me tuve que callar por la mirada que me lanzo, ok, me dio miedo, lo admito, pensé que me iba a tirar el trago encima, pero igual una pequeña mueca se me escapo y pensé que iba a morir, pero solo se levantó y fue a la ventana.

La admiré por unos segundos, Dios, era tan hermosa, ese vestido se ceñía tanto a su cuerpo que solo quería quitárselo para ver que tenía debajo de él, ver sus curvas sin nada encima, tocar su piel, morderla, chuparla, quería hacerle tantas cosas. Debía controlarme, no podía hacer nada de lo que estaba pensando sin que ella me lo permitiera.

Fui junto a ella y observe el cielo también, estaba hermoso como ella.

- Estas preciosa Vale – dije de repente, no sé en qué momento voltee a mirarla, y las palabras solo salieron. Disimulé mi asombro.

- Gracias, tú también estas muy guapo hoy.

- Me encanta tus ojos, sobre todo cuando me miras – la observaba fijamente, tratando de no perder ningún detalle de su rostro.

Comencé a acariciar su mejilla y ella cerro lo ojos, estaba tan perdida en mis caricias. Arreglé un mechón de su cabello y no pude evitar llevar mi mano hasta su cuello, seguí acariciándola hasta llegar a su nuca y sentí como se erizaba por el simple contacto, era muy sensible y eso me mataba, comencé a besar los puntos que más amaba de su rostro o uno de tantos, comencé por la frente, seguido de sus mejillas, su nariz, su barbilla y para finalizar di pequeños picos en sus labios tratando de controlarme para no devorarla entera. Abrió los ojos y eso fue todo lo que necesite para colapsar, sus ojos, como los amaba.

- Quiero besarte – dije, ya no podía soportarlo.

- Y yo quiero que lo hagas – no tenía que decir más, estaba a punto de probar esos deliciosos labios.

- Sebastián, Valentina.

MALDICION.

Mi madre interrumpió para decirnos que fuéramos a comer, quería cerrarle la puerta en la cara y que me dejara besar a Valentina hasta que me cansara. Pero solo disimule y le di el paso para que ella se fuera, cuando salió me llevé las manos a la cabeza y mi madre me miro con una sonrisa pícara.

- ¿Interrumpí algo? – dijo divertida y la mire con odio.

- En estos momentos no pensé que podría odiar tanto a la mujer que me dio la vida – dije con los ojos entre cerrados.

No se ofendió, sabía que no lo decía en serio.

- Es muy linda y educada, me agrada, la acepto como yerna – me dio un pulgar arriba y yo solo reí, como amaba a esta mujer.

Me acerqué a ella y le di un beso en el cabello.

- Vamos a la mesa, nos deben estar esperando – la tomé de la cintura y juntos nos dirigimos al comedor.

Ya en la mesa los adultos hablaban de sus cosas y nosotros solo movíamos la cabeza para asentir, estábamos en automático. Nos sentamos con mi madre a la cabeza, yo a su lado izquierdo y a mi lado Valentina, y del otro lado, el señor y la señora Leister. Observaba cada movimiento que hacia Valentina con cuidado que no se diera cuenta, su forma de agarrar los cubiertos, como se llevaba la comida a la boca, la forma en la que tomaba la copa de vino y como bebía de ella, todo en ella irradiaba delicadeza.

- Sebastián – llamó mi madre y fue cuando despegué la mirada de ella.

- Dígame.

- ¿Daniel no debería estar ya en casa? me tiene preocupada – dijo y en su voz se le notaba que si estaba inquieta. Cuando reí ella me miro extrañada, así que procedí a explicar.

- Daniel esta con su novia, así que no lo esperemos despiertos, dijo que la llevaría a comer y a otros lugares – dije y miré a Valentina, ella rio y negó con la cabeza.

- Ah, cierto, con Isabella.

- ¿De cuál Isabella? – preguntó la madre de Valentina y esta vez ella fue quien habló.

- Nuestra Isabella ya tiene novio mamá – dijo con una gran sonrisa.

- Ay ya nuestra pequeña Isa consiguió pareja, y tu sobrino es un amor por lo que tú me has contado Lilian – volvió a hablar la señora Leister.

- La verdad si, al igual que Sebastián, los dos son unos amores, los he sabido criar bien – dijo mi madre tomando mi mano, pero mi sonrisa no fue muy grande, aunque no era mentira de que ella nos había criado como se debía, siempre estaba su ausencia y eso me mataba cada día.

Sentí una mano tocar mi pierna y vi a Valentina mirarme de un forma ¿consoladora? Sí, eso era, yo bajé la mano y apreté la suya, ella me entendía, recordé cuando me contó que sus padres tampoco estaban presentes en su vida cotidiana. Entrelacé nuestros dedos y ella se sorprendió y se ruborizo un poco.

Ellos siguieron hablando hasta que tocaron un tema que me puso muy tenso.

- ¿Y tu esposo? Lilian, ¿no ha vuelto a contactar contigo? – preguntó esta vez el señor Leister y el rostro de mi madre se descompensó un poco, pero levantó la mirada como siempre hacía.

- Desde que se fue no ha vuelto a aparecer, y tampoco quiero que lo haga, es un cobarde – dijo tajante y con eso dio por terminado ese tema.

- Discúlpame, no quise ser imprudente – dijo él con pesar y mi madre relajó su semblante.

- No, no, discúlpame tu, pero de verdad no me gusta tocar ese tema, mejor hablemos de otra cosa – dijo con una sonrisa forzosa y tomó un poco de vino.

Valentina apretó mi mano y cuándo la voltee a ver su rostro estaba confuso, era normal, yo estaría igual.

- Te explico después – dije solo moviendo los labios y ella asintió.

Ya terminada la comida, por fin, comimos el postre y con eso nos levantamos de la mesa. Mi madre les ofreció más vino a los padres de Valentina y ellos aceptaron.

- Madre, puedo ¿llevarme una botella? – dije caminando a la vinera.

- Claro, corazón.

Tome una de las mejores que había y me acerqué Valentina tomándola de la mano.

- Señor Leister – dije llamando su atención, todos estaban sentados en los sofás acepto yo – ¿me permite que Valentina beba conmigo?

Voltee a verla y sus ojos estaban de par en par. Miré de nuevo a su padre y el dudó un poco, pero después asintió.

- Esta bien, pero no quiero que se ponga mal ni nada por el estilo – dijo con carácter y yo asentí.

- Se lo prometo.

Ella se levantó sin que le dijera nada y con eso nos fuimos.

- Te saliste con la tuya – dijo pasando la puerta para ir al jardín.

- Siempre lo hago – dije con arrogancia y ella rio.

Nos sentamos en unas de las sillas que allí había y coloqué las copas sobre la mesa, abrí la botella y vertí el vino dentro de ellas. Le ofrecí una a Valentina y ella la tomó.

- Salud – dije y ella chocó mi copa con la suya.

- Salud.

Bebí un sorbo, pero me quedé choqueado cuando vi que ella se la bebió entera, cuándo la puso bacía sobre la mesa en su rostro no había muestra que le hubiera hecho algún efecto.

- Más por favor – pidió descaradamente y comencé a reír con fuerza mientras le servía más.

- Wao, me dejas impresionado. Ni pestañeaste cuando la bebiste.

- Se beber, aunque no lo creas. Isabella y yo una vez nos tomamos una botella de vodka nosotras solas, y al día siguiente ella estaba muriendo en el baño vomitando y yo estaba de lo más tranquila preparándole una sopa.

Solo pude reír, lo que le iba tocar cuidar a Daniel cuándo esa chica estuviera ebria. Ella rio también y esta vez bebió poco.

- No pensé que te gustara el alcohol, creía que eras de las niñas buenas que lo rechazaba.

- Soy una niña buena, pero no significa que no me gusta beber hasta perder el conocimiento, a veces lo hago con Isabella o sola, mayormente sola.

Eso me dio tristeza.

- Te comprendo, pero como Daniel vive conmigo siempre lo hacemos los dos, pero nosotros no somos tan malos bebedores como Isabella – dije y ella volvió a reír.

- Si, mi mejor amiga no es buena en eso – hubo un silencio y por su rostro sabía que preguntaría algo que no quería – ¿A caso tu madre no pasa tiempo contigo Sebastián?

- Ya te habías tardado en preguntar – tomé un sorbo de vino y hablé – Mi madre no está mucho en casa, para ser exactos, nuca está, o si no, está cuando yo no, hace tiempo que me acostumbre a no tenerla muy presente, me duele no tenerla, pero no puedo hacer más nada, siempre está en el trabajo – dijimos esto último al mismo tiempo y nos miramos.

- Yo te entiendo Sebastián, lo hago mucho – dijo con una sonrisa triste y yo hice lo mismo.

- La amo, pero la quiero siempre conmigo, Valentina, me hace mucha falta a veces – tomó mi mano y la apretó.

- ¿Y tu padre? ¿Qué pasó con él?

Sabía que preguntaría eso después.

- Él se fue hace unos seis años, no hemos vuelto a saber más de él desde entonces – dije con mucho pesar, joder, esto dolía tanto y ella se dio cuenta de eso.

- No tienes que seguir diciendo nada, está bien, entiendo – acercó más su silla a mí y quedamos más cerca.

- Gracias – y sin esperarlo me abrazó y yo hice los mismo, la hice sentarse en mis piernas y la apreté con fuerza, Dios, tenía tiempo que no sentía un abrazo en un momento así.

Nos separamos y al mirarnos ella limpio algo mojado de mi cara ¿estaba llorando?

- Sebastián, a pesar de que a veces no sé qué pasa contigo, que me tratas mal y que pareciera que me quieres lejos de ti – hizo mi cabello hacia atrás – eso no va a cambiar el hecho de que eres importante para mí, de que me preocupo por ti, y sobre todo, no cambia el hecho de que te entiendo más que a nadie. No sé cuál es el motivo de tus maltratos hacia mi persona, pero quiero que sepas que aunque me enfade y me aleje... nunca me tendrás lejos.

Sentí más lagrimas salir de mis ojos. Maldita sea, estaba tan enamorado de ella, y ella lo estaba de mí, tenía que ser estúpido como para no darme cuenta que ella me daría el cielo si se lo pidiera, y yo le daría el mundo sin que ella lo hiciera, pero debía callar, por su bien, odiaba esto, si tan solo Natalie no hubiera aparecido en mi vida, justo ahora podría ser feliz junto con esta chica tan, pero tan preciosa.

Su mirada era profunda y sus manos seguían secando mis lágrimas.

- Quero besarte – dijo de repente y me sorprendió su atrevimiento.

- Y yo quiero que lo hagas – dije y ella se acercó a mí, pero no besó mis labios, besó mis ojos, mis mejillas dándose tiempo en cada una, con mi frente dio unos cuantos muy lentamente, bajo hasta mi nariz y evadió mis labios para besar mi barbilla y mandíbula. Yo tenía los labios entre abiertos esperando el rose de los suyos, y cuando llegó me dio pequeños picos los cuales correspondí gustosamente hasta que por fin me besó como esperaba, profunda y deliciosamente.

Nuestros labios reproducían sonido mientras se rosaban, nuestras lenguas se entrelazaban entre sí y nuestra respiración se agitaba con cada beso, más y más. Ella me acariciaba el rostro, seguido del cuello y la nuca. Profundizó el beso jalándome del pelo, estaba siendo ruda, pero suave a la vez, no conocía esa parte de ella, pero me gustaba, no, gustar era poco, amaba, yo la amaba y este era el primer beso que nos dábamos que estaba totalmente cargado de sentimientos.

Al separarnos nuestras respiraciones eran un desastre, nos miramos por largos segundos, segundos que me parecieron eternos, no quería hablar, quería seguir besándola y como que leyó mi pensamiento, porque se acomodó sobre mi sentándose a horcadas y tomándome de la cara volvimos a lo de antes. Dios, amaba su versión pervertida y dominante, no pensé que tuviera una, pero amo ver que sí.

Esta vez los besos eran más fuertes, con más decisión, ella tenía el control y me lo estaba dejando claro. La tomé de la cadera e hice que se moviera un poco sobre mi haciendo que gimiera un poco, que hermoso gemía. Adentré mi mano en su vestido y acaricie sus piernas, pasé a besar su cuello y ella jadeaba mientras jalaba el cabello de mi nuca, yo la tomé del pelo e hice que me besara de nuevo. Me iba a volver loco, si no me detenía ahora no creía poder hacerlo después, y no quería hacer nada que ella no quisiera, así que me separé un poco y la miré, ella abrió poco a poco los ojos y acerqué nuestras frentes.

- No quiero sobrepasarme contigo – dije jadeando y me sorprendió con lo que hizo después. Tomo mi mano y la llevo a su intimidad, me hizo tocarla, y abrí los ojos de par en par cuando noté su ropa interior húmeda, cerró los ojos cuando ella misma movió un poco mi mano.

- No estoy haciendo nada que no quiera, así que no te detengas, por favor – dijo en voz baja, pero tan sensual que solo la tomé del cuello y mientras la besaba la acariciaba de igual manera.

Sus gemidos eran bajos pero constantes, me separé y besé su cuello aumentando el ritmo haciendo que jadeara más y más. Aparté su ropa interior y el simple contacto de mis dedos con su intimidad me puso más excitado de lo que ya estaba.

- Ah, Sebastián, ahí, m-me gusta, ah – gimió y la acaricié más fuerte, introduje un dedo poco a poco, sabía que era virgen, así que lo hice gentilmente para que no sintiera dolor. Observe sus expresiones y no había molestia, solo satisfacción.

- ¿Dime cuanto te gusta? – pregunté con arrogancia, quería escuchar de sus labios cuanto gozaba con mi toque, como la volvía loca.

- Me encanta, me encanta mucho, no pares, no pares por favor – dijo con desesperación, ya estaba a punto de llegar al orgasmo, y estaba ansioso por eso.

Moví más rápido mi mano haciéndola gemir más fuerte, así que tuve que besarla para callarla.

Entonces pasó, con un grito ahogado llego a un orgasmo provocado por mí, me sentía tan orgulloso que no pude evitar sonreír cuando se recostó en mi hombro.

- ¿Vale?

- ¿Si?

- ¿Estas bien?

Levantó su rostro para mirarme, su respiración estaba agitada y sus ojos brillantes, pero tenía una gran sonrisa en sus labios y eso me hizo sonreír también.

- Más que bien – con esa sola respuesta volvió a besarme.

Si, nunca quiero tenerte lejos.


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Hola lectores, se que estuve un poco desaparecida estos meses, pero es que han pasado una serie de cosas que bueno, me han impedido seguir subiendo contenido, pero no crean que me he olvidado de ustedes, siempre estan presentes en mi vida aunque no lo crean, y no piensen que dejare de darles contenido, eso jamas, porque lo que se viene los dejara con ganas de mas y mas. Asi que esperen con ansias el proximo capitulo, porque a partir de ahora se vienen interrogantes, verdades y sobre todo, revelaciones.

Les mando un beso y un gran abrazo, gracias por amar mi historia y por sus votos, no saben lo feliz que me hacen y espero de igual forma hacerlos felices.


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