Arriésgate Liz.

By Alleguerra

1.8K 574 2.5K

Muchas veces nos aferramos a relaciones que nos hacen daño, simplemente decidimos quedarnos por miedo a estar... More

Prólogo
Capítulo I: Conociendo A Raell
Capítulo II: Encuentro Fatal
Capitulo III: Raell Al Rescate
Capítulo IV: Se Terminó
Capítulo V: Ahogada En La Verdad
Capitulo VI: Mala Idea
Capítulo VII: En La Misma Habitación
Capitulo VIII: El Reto.
Capitulo IX: ¡Raell Traidor!
Capitulo X: Tu Paz, Es Mi Paz Liz
Capitulo XI: ¿Que Me Estas Haciendo Liz?
Capitulo XII: ¿Nos Daremos Un Tiempo?
Capitulo XIII: Todo Por Ella
Capitulo XIV: Desde Cero
Capitulo XV: Andrea Fuera De Control
Capitulo XVI: Te Casas Y Punto
Capítulo XVII: Te Lo Buscaste Aaron .
Capitulo XVIII: Hasta Nunca Aaron
Capitulo XIX: Al Perderte, Me Encontré ♥️
Capitulo XX: Solo Tú Y Yo
Capitulo XXI: Es Un Buen Partido 😏
Capítulo XXII: ¿Vives Con Él ?
Capitulo XXIII: Raiden
Reparto Masculino
Capitulo XXIV: Tu Mirada ♥️
Capitulo XXV: ¿Y Ahora Qué?
Capitulo XXVI: Celos
Capítulo XXVII: Resentimientos
Capitulo XXVIII: Mi Luz
Capítulo XXIX: Malentendido.
Capitulo XXX: En Mil Pedazos
Capitulo XXXI: Dejar Ir
Capitulo XXXIII: te Seguiré Amando
Capitulo XXXIV: Aun Dueles
Capitulo XXXV: ¿Raell Que Haces?
Capitulo XXXVI: Noticias
Capitulo XXXVII: La Cizaña En Forma De Cuñado
Capitulo XXXVIII: El Mirador .
Epílogo

Capitulo XXXII: Perdonar Sana El Alma

18 6 44
By Alleguerra

Agotada.

En ese término se resumía mi estado en este momento. El tiempo es un recurso que no se detiene y pues, debemos avanzar  a su paso.

Inicié clases nuevamente, también estaba con Andrew adelantando lo del centro comercial (porque todos teníamos fe que Raell iba a despertar), así que estábamos finiquitando los detalles y luego de toda esa rutina me iba con mi chico al hospital a pasar la noche con él.

En todo este proceso he visto la mano amiga de muchas personas que aman a Raell y ayudan a su cuidado. Su padre y yo nos hemos unido demasiado, aprecia que esté apoyándolo en esto y como no, si amo a su hijo. También muchas personas de la iglesia vienen a orar por él y colaborar en su tratamiento. De verdad que todo ese amor y apoyo me hace saber que toda su bondad con los demás está siendo regresada.

Si siembras amor, recibirás amor.

Además de sus amigos que han estado aquí presente, incluyendo a Aaron. Cosa que me sorprendió mucho, considerando por todo lo que pasó. Sin embargo; hemos mantenido distancia, no lo quiero cerca y él lo sabe muy bien.

Justo ahora me encontraba en el sillón que se volvió mi cama estos meses. Meses..., se oía lejano. Pero si, han pasado cuatro desde que todo esto ocurrió. Cada día miraba a Raell impresionada de como podía estar dormido tanto tiempo, si despertaría este año, el próximo, o el siguiente.

La incertidumbre era abrumadora.

El sueño me estaba venciendo, los ojos se me cerraban solos y estaba apunto de dejarme llevar por morfeo cuando escuché el pulso de Raell acelerado. Rápidamente me levanté a ver que le pasaba y su pecho bajaba y subía con desespero.

Me asuste y salí a buscar ayuda con las enfermeras cercanas, unas corrieron a mi ayuda y otras fueron a buscar el doctor. Entre a la habitación con ellas y vi como revisaban a Raell con apuro, el doctor entró a lo poco y vio las palpitaciones en el aparato.

—Rápido, hay que llevarlo a quirofano —avisó y mi corazón empezó a latir con fuerza.

Dios no.

¿Ahora qué pasa?

Todos se movían rápidamente de un lado a otro y trajeron una camilla para sacarlo del cuarto, yo los seguí de cerca pero cuando entraron a quirofano no me dejaron avanzar.

—Debe esperar afuera señorita —dijo una enfermera y con el alma echa Pedazos, tuve que quedarme al otro lado de la puerta.

No sabía que hacer, estaba en pánico. Solo caminé de un lado a otro en el pasillo del quirofano con muchas preguntas en mi cabeza.

¿Qué había pasado con Raell?, ya tenía meses estable y ahora de la nada se complica hasta el punto de operarlo.

Me faltaba el aire, la opresión en mi pecho era ofuscante, era como una mezcla de dolor e impotencia. Las lágrimas querían salir pero estaban atascadas, quería gritar pero no podía.

Yo solo quería a mi Raell de vuelta.

¡Por Dios que quería ver sus ojos abiertos de nuevo!

Me senté en una de las sillas de espera en el pasillo y sufrí agonía toda la noche, se estaban quedando demasiado en el quirofano y nadie salía a decir nada. Miré la hora en mi teléfono y eran las tres de la madrugada. Suspiré, pidiéndole a Dios que todo saliera bien.

A las cuatro y casi dormida en la silla vi que traían una camilla fuera del quirofano, me levanté enseguida y le pregunté a una enfermera si era Raell.

—Así es señorita es él —confirmó, mientras avanzaban por el pasillo.

Me dio alivio saber que aún estaba vivo.

—¿Y adonde lo llevan ahora? —pregunté en un hilo de voz.

—A terapia intensiva, debe estar en observación —me informó.

—¿Y esta fuera de peligro? —seguí interrogando.

—No puedo decir nada, lo siento.

Me pasaron de largo y se lo llevaron fuera de mi vista. Trague grueso y quise golpear algo. Ya estaba perdiendo la paciencia y el control. Tanto dolor no era sano para mi cordura.

Amaneció y me dolía la cabeza horriblemente, el papá de Raell me llamó para saber como había pasado la noche y como pude le expliqué lo que pasó. Vino lo más rápido que pudo y juntos esperamos que el doctor viniera a dar noticias. Se hicieron las siete de la mañana y nada, las ocho y nada, Val llegó a las nueve con Andrea y tuve que contener las lágrimas cuando las vi preocupadas.

—¿Familiares del Joven Raell Figueroa? —por fin apareció el doctor en escena.

Todos salimos a su encuentro.

—Soy su padre —avisó el señor Figueroa.

—¿Todos son familia? —preguntó viéndonos.

—Cómo si lo fuéramos —dijo Val.

—Pues la condición del paciente ha cambiado —continuó el doctor—: su cerebro sufrió un colapso y produjo un paro cardíaco, estuvo apunto de morir pero lo reanimamos.

Cada palabra que salía de su boca era una daga en mi corazón.

—¿Y qué pasará ahora? —pregunté al borde del llanto.

—Debemos tenerlo en terapia intensiva hasta que despierte del coma —siguió diciendo el doctor—, las máquinas lo mantienen con vida, por lo tanto depende de mucho cuidado y un milagro.

No pude seguir escuchando más, me alejé de todos y las lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas. La poca esperanza que tenía había desaparecido, no me quedaban más fuerzas y en mi pensamiento solo había un pensamiento: si Raell muere mi vida ya no tiene sentido.

En mi camino hacia afuera del hospital tropecé con alguien, me disculpé y seguí caminando.

—¿Joven Liz? —escuché y me detuve a mirar quien era.

El pastor Elías de la iglesia donde va Raell me sonrió.

—Lo siento, ahora no puedo hablar —dije en un mar de lágrimas.

Seguí mi camino fuera del hospital y llegué al estacionamiento, el sol estaba en su mayor esplendor y me quemó cuando estuve fuera. Así sentía mi pecho, quemándose por dentro.

—¡Liz espera! —oí de nuevo y estaba enojada.

No quería hablar con nadie.

Lo enfrenté fruncida.

—Por favor quiero estar sola —le pedí lo más amable que pude.

—Es lo que quieres, pero no lo que necesitas –dijo y enfurecí más.

¿Y él qué sabe que necesito?

—A Raell sano, eso necesito —dije en cambio, sin saber que ya me estaba desahogando con este señor—. Necesito creer que hay un Dios que me oye y no dejará que le pase nada al único chico que me ha dado alegría.

No pude hablar más, empecé a llorar y soltar todo lo que sentía por dentro. No había dormido nada, estaba cansada, triste, desperanzada y con mi chico peor que antes.

¿Qué más podría pasarme?

Sentí el abrazo de alguien y aunque sabía que era el Señor Elías, era un abrazo diferente. Me quemaba, ardía el dolor en mi corazón y a pesar que no podía estar en pie, tuve fuerzas para mantenerme así.

—Todas las cosas que pasan nos ayudan a bien hija —dijo en mi hombro y yo más lloraba—, aunque duele el proceso que estás pasando pronto vendrá la calma.

Con cada palabra que decía llenaba un poco el vacío en mi corazón. Me fui calmando poco a poco hasta que me soltó.

Seque mis lágrimas y lo miré con los ojos ardiendo de tanto llorar.

—Raell empeoró anoche, depende de máquinas para poder respirar —le conté dolida.

Negó la cabeza, —Él no depende de esas máquinas Liz, su vida está en manos de Dios —dijo muy seguro—. Si vive o muere es Dios quien lo decide.

—Pues ojalá decida que viva, porque no quiero perderlo tan pronto —de verdad deseaba que viviera.

—Ten paz Liz, pase lo que pase debemos ser fuertes ¿si?

Negué la cabeza sin resignarme, no podía aceptar que muriera, me rehuso totalmente.

—Para usted es fácil decirlo, porque no tiene que pedirle perdón y decirle cosas que no pudo así como yo —el nudo se formó en mi garganta.

Bajé la mirada al suelo.

—Y si es la voluntad de Dios que se las digas, él lo permitirá Liz —reconfortó, pero seguía sin lograr nada.

Raell igual estaba mal.

—Tengo tanto dolor acumulado, mi vida es un desastre en este momento —sentía que me iba a volver loca.

—¿Quieres que entremos y hablemos mejor? —preguntó el Pastor Elías y asentí. Aquí había mucho sol y calor.

Nos dirigimos a la cafetería y él pidió dos café, me preguntó si tenía hambre pero negué enseguida. Con todo esto tenía mi estómago vuelto un nudo. A duras pena me bebí el café.

—¿Estas más calmada? —preguntó cauteloso.

—La verdad no, el dolor no se quiere ir —le dije.

Y siendo sincera no se iría hasta que Raell mejore.

—Liz quiero que entiendas una cosa en todo esto —empezó hablar y le preste atención, increíblemente siempre sabía que decir. Me recordaba mucho a Raell—. El destino de Raell lo tiene Dios, nosotros no podemos hacer nada más que orar por él y mantener la fe que todo saldrá bien.

Sonaba más fácil decirlo que ponerlo en práctica.

—No es sencillo.

—Y lo sé bien, yo también he perdido familiares cercanos Liz y duele, pero nuestra fe no puede irse por eso.

—¿Entonces qué debo hacer, esperar y creer aunque todo marche mal? 

—Exactamente eso —respondió y no me cabía en la cabeza—. ¿Prefieres aferrarte a la idea que Raell vivirá o que morirá?

Su pregunta me impactó mucho.

—Quiero que viva.

—Entonces aferrate a eso, sigue creyendo que Raell despertará —aconsejó y cerré los ojos aliviada.

Porque ya había dado todo por perdido y alguien me pedía que mantuviera la esperanza.

—Eso haré, seguiré esperando ese momento —musite más tranquila. Elías sonrió—. Gracias de verdad, sentía que el mundo se me venía encima hace un rato.

—Ten paciencia Liz, mientras tanto enfócate en ti, en renovar tu interior y conseguir la paz que necesitas.

Solté una risita melancólica.

—Hay tanto que quiero soltar y no puedo —decidí desahogar algunas cosas con él—. Una vez dijo en su sermón que debíamos perdonar y recibir a quienes nos hicieron daño como si nada —Suspiré—, sigo sin poder hacer eso.

Admiti avergonzada, bajando la mirada a la mesa. Todavía tenía mucho rencor en mi corazón hacia Aaron, Raiden e incluso hacia Tito. Quería poder amarlos sin importar lo que me hicieron, pero algo me impedía hacerlo.

—Para poder perdonar a los demás, debes perdonarte a ti misma primero Liz —continuó aconsejando—: y principalmente pedir perdón a Dios por tus errores y ser una mejor persona.

Sonreí por lo bajo, porque eso lo decía mucho Raell.

—¿Y como pido perdón a Dios? —estaba confundida.

—Reconociendo en tu corazón lo que has hecho mal y arrepentirte sinceramente.

Me lo pensé un momento, recordando todo lo que he sido y lo que me gustaría cambiar de ahora en adelante.

—Tengo mucho que arrepentirme —reconocí.

—Te espero este domingo en la iglesia Liz —invitó muy amable—. Ahí encontrarás la paz que necesitas —me invitó y aunque no tenía ánimos, me comprometí.

—De acuerdo, iré este domingo. Necesito escapar de mi realidad un momento.

Elías sonrió y se levantó para ofrecerme un abrazo, con cariño me levanté también y se lo correspondí.

—Gracias por sus consejos —musite muy agradecida cuando terminamos el abrazo.

—Aquí estoy para lo que necesites ¿bien? —ofreció y asentí.

Cansada de la hostia volví al pasillo de terapia intensiva, ahí organizamos con el doctor como serían las visitas y quien se quedaría con Raell en las noches. Por supuesto me ofrecí yo todos los días, pero el señor Figueroa quiso quedarse los fines de semana para que yo pudiera descansar. Quise negarme pero era su papá y tenía derecho a decidir sobre su hijo.

Y así continuamos, con Raell más delicado que antes pero conservando la esperanza.


Es increíble lo que puede pasar en tu vida cuando tienes un encuentro cercano con Dios. Últimamente me estoy dando el tiempo para curar las heridas de mi corazón, manejar mi estrés y dejar todo en sus manos.

Aunque todo con Raell sigue igual mi alrededor no y en eso me estoy enfocando, ayudo en las obras benéficas de la iglesia, estoy asistiendo a un grupo de apoyo y he conocido personas maravillosas que me ayudan con este dolor.

Ver la situación de otras personas me hizo saber que no soy la única con problemas, en ese lugar asisten personas con cáncer, tumores e incluso con traumas del pasado y aún así sonríen y aman a Dios. Todos esperan un milagro.

Ahora entiendo que no debo quejarme, ni intentar cambiar la situación porque todo depende de Dios. Él hará como quiera y cuando quiera.

También estoy trabajando con eso del perdón, de hecho; estaba esperando a Aaron en la cafetería de la universidad para hablar con él. Me alivió mucho cuando aceptó mi invitación.

De verdad necesito soltar todo este peso que tengo encima para poder salir adelante.

—Hola Liz —oí a mi lado y supe que era él.

—Hola —sonreí y aunque sentía mi corazón apretado, no le deseaba lo peor como antes.

Él se sentó junto a mí y su cercanía era extraña, para nada como meses atrás cuando me des vivía por él.

—Siendo sincero me sorprendió tu llamada —empezó a decir y tomé aire.

—Estoy haciendo cambios en mi corazón y tú eres parte de eso —le hice saber. Me miró fijamente y por primera vez en años no pude mantenersela.

—¿Por qué sospecho que estas dejándome atrás para siempre?

—¿Y todavía tenías esperanzas conmigo? —pregunté con una ceja arqueada.

—Nunca las he perdido Mi amor, la única forma es que te vea casada y con hijos y ni así dejaras de ser el amor de mi vida —comenzó con sus palabras de conquistador y bufé.

—Aaron yo quiero a Raell ahora, creí que lo entendías —le dejé claro—. Te invité a venir porque una vez me pediste perdón y fui incapaz de dártelo —fui al grano.

—¿Y Ahora quieres dármelo? —preguntó áspero. Seguro le molestó que le dijera lo de Raell.

Me vale.

—Si, necesito perdonarte y dejar este capítulo de mi vida atrás —admiti, ignorando su aspereza.

—Yo sé que te hice daño Liz y no solo a ti a muchas personas —reconoció—. Y cuando te pedí perdón lo hice para intentar recuperarte.

—¿Osea que no fue sincero? —lo interrumpi.

Soltó un suspiro.

—En realidad no y cuando supe que te enamoraste de mí amigo quise matarlos a los dos —dijo y me impactó tanto odio—, pero eso fue antes, ya no les deseo mal. Si me duele verlos juntos pero aprendí a perder, yo mismo me lo busqué.

—¿Entonces estamos en Paz? —pregunté mirándolo esta vez. Quería saber si era sincero o no.

—Estamos en Paz, todo quedó atrás —en su sonrisa relajada pude saber que si—. ¡Ah y otra cosa! Hay algo que no te he dicho —recordó y lo miré fruncida—. Tus amigos están enojados contigo por mi culpa.

Eso me tomó desprevenida.

—¿Cómo dices?

Bajó la mirada, —Yo fui quien envió los mensajes que Tito vio cuando te acusó —dijo y mi barbilla casi cae al suelo.

—Yo nunca me lo imaginé Aaron —estaba atónita.

—Lo sé, me pasé de la raya y por eso le conté todo a Tito anoche cuando me pediste que habláramos.

Negué la cabeza impresionada de todo el daño que me hizo Aaron, fue alguien que me dio felicidad y tormento a cantidades extraordinarias. Más lo segundo que lo primero.

—Ya no importa, ahora solo quiero ser feliz —dije sin rencor.

Ya nada de lo que pasó tiene importancia ahora.

—Cité a tus amigos aquí también, no quiero cerrar este capítulo sin disculparme con todos ustedes en persona —avisó y eso tampoco me lo espere.

—Y debo admitir que tuve mis dudas sobre venir —escuché la voz de Tito detrás de mí y luego se hizo presente.

Después de tanto tiempo sin verlo solo pude mirarlo con nostalgia. Lo extrañaba.

—Vinimos por ti Liz, porque mereces una disculpa de nosotros —dijo mi Tomás.

—Sobretodo de mí —saltó Tito—, espero que me perdones el haberte dejado sola cuando más me necesitabas Lizie.

Sentí una punzada en mi corazón y las lágrimas se atoraron en mis ojos. Añore tanto este momento y por fin estaba pasando.

—No tengo nada que perdonarte amigo, porque el amor olvidó todo.

Fui abrazarlo y eso fue suficiente para los dos, con eso volvió nuestra amistad y sabía que para siempre.

—Te amo amigo —dije en su cuello.

—Y yo a ti Lizie.

—Y yo quiero pedirles perdón por todo lo que hice. No sé lo merecían —dijo Aaron.

Tito y yo cortamos el abrazo.

—Sin rencores Capullo, a menos que te vuelvas a meter con nuestra amiga —espetó Tomás.

—Despreocupense —les aseguró Aaron.

—Bueno, esto terminó bien a pesar de todo —dije feliz. Por primera vez después de tanto tiempo, me sentía en paz.

Respirar no dolía tanto.

Definitivamente, el perdón sana el alma.

******

:')

Me encantó este final... La palabra perdón tiene un poder tan grande que trasforma guerras en unión y amor.

Podrán haber familias, matrimonios o amistades rotas por años. Pero si alguien pide perdón primero o da el perdón, lo que se destruyó durante años se repara en segundos.

♥️♥️

Los amo preciosos lectores y si tienen algo que perdonar o a quien pedir perdón.. Dejen el orgullo y sean humildes dando el primer paso. Nadie es perfecto y hasta nosotros cometemos errores y nos gustaría recibir perdón en algún momento.

Pedir perdón no te hace débil, te hace valiente 💕

Continue Reading

You'll Also Like

23M 804K 69
"The Hacker and the Mob Boss" ❦ Reyna Fields seems to be an ordinary girl with her thick-framed glasses, baggy clothes, hair always up in a ponytail...
226M 6.9M 92
When billionaire bad boy Eros meets shy, nerdy Jade, he doesn't recognize her from his past. Will they be able to look past their secrets and fall in...
116K 8.7K 26
Hazel, una chica que es famosa en la escuela por agarrar a patadas a todos y ser muy extrovertida y Noah, la chica mas popular de toda la escuela, a...
445K 28.8K 29
Escucho pasos detrás de mí y corro como nunca. -¡Déjenme! -les grito desesperada mientras me siguen. -Tienes que quedarte aquí, Iris. ¡Perteneces a e...