LOVEBUG

By AsEstrada

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Es su tercer año en la preparatoria Saint James y Anne Boonchuy tiene demasiados pensamientos caóticos en su... More

Capítulo 1: Celos
Capítulo 3: Latidos
Capítulo 4: Tiempo
Capítulo 5: Riesgo
Capítulo 6: Realidad
Capítulo 7: Miedo
Capítulo 8: Normalidad

Capítulo 2: Mariposas

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By AsEstrada

Descargo de responsabilidad:

Amphibia y sus personajes pertenecen a Matt Braly. Este es un universo alterno, todos los personajes tienen más de 17 años.

Advertencia:

Lenguaje vulgar, escenas con consumo de alcohol y mención sobre drogas.

*.~.*.~.*

Anne se ajustó los audífonos Bluetooth para que no se resbalaran de sus oídos, mientras tanto, Julia Michaels cantaba Heaven en el reproductor de su teléfono. Y continuó garabateando en su libreta, sus dotes artísticos no eran tan malos, si es que se le permitía alardear un poco, pero tampoco consideraba que fueran excepcionales.

Dibujar tampoco era su pasatiempo favorito.

Simplemente le ayudaba a relajarse y pasar el rato.

No era la mejor artista y tampoco le gustaba mucho dibujar personas, encontraba más consuelo y fascinación en trazar flores, objetos y ropa, especialmente ésta última.

Marcy siempre había elogiado su capacidad para idear conjuntos y patrones totalmente locos y asombrosos. En algunas ocasiones la asiática incluso le había pedido que le ayudara con sus propios diseños de personajes, pues en sus palabras, el sentido estético de Anne era de fantasía.

Incluso unas cuantas veces había diseñado los atuendos de la banda de garaje que tenían con sus dos amigas, y aunque Sasha solía quejarse debido a que los encontraba excéntricos, finalmente aceptaba y los hacía realidad en la vieja máquina de coser de su abuela. Con ayuda de Marcy por su puesto.

Así que ahí estaba ella, sentada en una enorme mesa de cemento en el jardín interior de la Academia de música de Los Ángeles, dibujando un bonito overol con algunos parches que realmente le gustaría tener.

Un trébol, un corazón en llamas y la pieza del caballo del ajedrez.

Esta última solía ser la pieza favorita de Marcy.

Anne sonrió sin poderlo evitar al recordar ese pequeño detalle y apartó su vista del cuaderno para girarse en dirección al edificio frente a ella. Y ahí, en la primera planta del viejo edificio, a través de una ventana angosta y a prueba de ruido, vio a Marcy y el resto de sus compañeros, con sus violines en la posición de descanso.

El instructor se encontraba parado en el medio del salón y al parecer estaba explicando algo, porque su boca se movía muy rápido.

Incluso con la distancia Anne podía notar que el hombre era bastante apasionado respecto a lo que sea que estaba diciendo en su pequeño discurso.

La Boonchuy regresó su atención a la figura de la taiwanesa, quién a los pocos segundos volvió a colocar el violín sobre su hombro.

Seguramente el instructor les había dado la indicación de tocar otra vez.

Postura recta, y un toque suave sobre el arco eran el sello personal de la jugadora a la hora de tocar cualquier pieza.

La castaña siempre encontró fascinante la elegancia que la Wu irradiaba al tocar aquel instrumento. Bastante diferente a esa aura enérgica y explosiva que le caracterizaban al tocar la batería cuando practicaban en la cochera del padrastro de Sasha.

Pocos creerían que se trataba de la misma persona.

Pero ambas facetas eran absolutamente encantadoras.

Anne amaba ver a Marcy hacer las cosas que le apasionaban, cosas como la música, la ciencia y los videojuegos eran definitivamente las fuentes de serotonina predominantes en ese pequeño universo dentro de la cabeza de su amiga.

—Amiga...— murmuró.

La conversación que habían tenido más temprano en el auto regresó a su mente.

Hablar sobre citas, romance o chicos que les gustaban, no solían ser temas de conversación comunes entre ellas dos, lo cierto es que, aquello solía estar más ligado a Sasha.

La blonda amaba los chismes casi tanto como ella.

Pero Marcy no era así.

No, ella podía pasar horas hablando sobre cualquier tema al azar que le pareciera interesante, ya sea que fueran estrellas o la compleja psicología detrás de un juego para teléfonos móviles.

Pero no sobre chicos, o chicas de la escuela.

Así que haber tenido esa pequeña conversación, resultaba bastante... impactante.

No es como si de verdad nunca hubieran hablado de ese tipo de cosas, las conversaciones que solían tener las tres adolescentes en sus tardes libres mientras pasaban el tiempo en el jardín de los Boonchuy o el sótano de los Wu o en la habitación de la Waybright, Anne podía afirmar que ella y sus dos mejores amigas tocaban un montón de temáticas diversas, pero Marcy solía estar más interesada en construir el lore de su próxima partida de Calabozos y dragones, que de abrir su corazón y dejarles ver cuál era su postura referente al amor.

Ahora que lo pensaba, ella nunca había sabido que es lo que Marcy opinaba acerca de eso.

Su conversación en el auto había sido, en efecto, la primera vez que la ojigris hablaba del romance sin referirse a una novela o videojuego.

Y el hecho de que Marcy le hubiera dicho que ella sería la primera persona a la que le contaría cuando encontrara una persona de la cual enamorarse, le llenó de sentimientos paradójicos.

Se sentía feliz y un poco presumida por tener una jerarquía más alta, en su pequeño triangulo amistoso respecto a Sasha.

Sin embargo, también se sentía triste y algo descorazonada, al comprender que aquello significaba que la confianza de Marcy hacia ella pendía de su estatus como mejores amigas.

Por lo tanto, esos sentimientos que le embriagaban y le hacían tener una locomotora en su pecho y ponerse celosa por los chicos que gustaban de la Wu, no tenían cabida en la ecuación.

Su amor, era un problema.

Bastante decaída se recargó sobre su palma izquierda.

¿Desde cuándo había desarrollado esos sentimientos?

No tenía ni la más mínima idea.

O en realidad sí, pero no tenía la energía suficiente de escarbar tan profundamente en su memoria.

Sólo estaba completamente segura de una cosa.

En algún punto de su pasado lejano, ese cariño inocente e infantil, se había transformado en algo más profundo, algo que ardía bajo su piel y se robaba el aire de sus pulmones cada día.

Pero hace tan sólo apenas unas cuantas semanas atrás se había dado cuenta de la existencia de estos sentimientos.

Lo recordaba bien, había sido un miércoles por la mañana, había ido a su entrenamiento de tenis matutino, el entrenador la había reñido por tener un bajo rendimiento durante la práctica y es que la noche anterior había estado jugando en línea con Marcy hasta el amanecer. Y como ya era parte de su rutina, se había encontrado con la jugadora en los casilleros antes de las clases.

Los miércoles tenían los primeros dos periodos escolares juntas.

No había pasado nada particularmente asombroso, como una de esas escenas cliché de las novelas románticas, con alguien impidiendo un accidente o una pelea con algún rival amoroso por la atención de la protagonista.

La situación había sido más ordinaria de lo que cualquiera podría imaginar.

Incluso ella, que era una romántica empedernida, podía decir que aquel momento en que comenzó a avanzar por el pasillo y Marcy se giró para saludarla con esa sonrisa gentil que solía dedicarle sólo a ella, no había sido nada del otro mundo.

Pero para Anne, lo fue.

En un pequeño instante, todo a su alrededor desapareció y el pasillo fue totalmente iluminado por la presencia de la pelinegra. La gravedad ya no era lo que le mantenía sobre sus pies, era ella.

En menos de un segundo, su respiración se había vuelto pesada y un montón de mariposas brotaron en su estómago, revoloteando por aquí y por allá.

Por primera vez en sus 17 años, Anne se había dado cuenta de algo extraordinario.

Estaba irremediablemente enamorada de Marcy Wu.

Y aunque siempre había encontrado a Marcy muy linda, de un instante a otro la chica frente a ella se había convertido en la definición de la palabra "hermosa" y sus ojos no pudieron ver nada que no fuera el rostro de la Wu.

Cada lunar y línea que enmarcaban la piel aceituna de la azabache empezó a dejarle sin aliento.

Fue extraño.

Pero no de la forma aterradora.

Era simplemente desconcertante.

Una sola frase resonó una y otra vez en su cabeza mientras seguía avanzando hacia ella para ayudarle a llevar los materiales para su exposición de Historia mundial.

"Me gusta Marcy"

Así de espontáneo había sido el inicio de su pequeño y silencioso calvario.

No renegaba de lo que sentía. Al menos no en lo más esencial.

¿Se sentía confundida por amar a otra chica?

Para nada.

Amar a Marcy de esa forma, se sentía natural.

Anne podía decir que incluso era inevitable haber llegado a ese resultado.

Pero lo que si le tenía mal, eran las consecuencias que comenzaron a surgir tras ese pequeño pero significativo descubrimiento.

En menos de un parpadeo, una enorme brecha se había abierto entre ambas.

La Boonchuy fue dolorosamente consciente de todas las emociones que Marcy le provocaba, para bien y para mal.

Los romances entre amigos no solían terminar de la mejor manera, al menos no, los que había atestiguado. Que en realidad no habían sido demasiados, pero no se arriesgaría a comprobar lo contrario.

Había llegado a la conclusión de que no había manera de que pudiera confesar lo que sentía sin provocar una catástrofe.

Como resultado, Anne había tomado la resolución de limitar sus acciones, pues no quería hacer movimientos riesgosos, que rozaran entre lo que era un gesto amistoso y un coqueteo descarado, sin darse cuenta.

Estar constantemente al pendiente de sus propios movimientos, la distancia de sus cuerpos, el tiempo que pasaba mirándola y lo que decía, sin duda alguna le drenaba cada gramo de energía que poseía.

Mantener sus sentimientos ocultos, era todo un reto.

Y aunque en un principio pensó que se trataba de un enamoramiento pasajero, lo cierto es que conforme pasaban los días, más se convencía de que esas emociones burbujeantes, esa felicidad y ese calor que le invadían al encontrarse con Marcy, siempre habían estado ahí.

Habían estado cuándo eran pequeñas y se tomaban de la mano para cruzar la calle al salir del jardín de niños; habían estado durante el 5to grado cuando se quedaban despiertas hablando de mil cosas durante una pijamada y se habían colado en cada abrazo y toque furtivo cuando se consolaban en los días malos, en cada sonrisa y carcajada que surgía en sus ratos libres cuando lo único que les preocupaba era alejar el aburrimiento.

No era nada nuevo y, aun así, se sentía como si nunca antes hubiera conocido algo similar.

Por lo tanto, era muy difícil para Anne dejar de hacer algunas de estas cosas para no verse descubierta.

Por ejemplo, había comenzado a mirar menos los ojos grises de la Wu no podía darse el lujo de perderse en ellos.

Los abrazos eran ahora, efímeros y escasos, pues si no tenía cuidado, corría peligro de que, con la cercanía, su corazón le delatara.

Incluso tomarse de las manos se limitaba a devolver los apretones que eran iniciados por la ajedrecista, ella ya no buscaba su mano, por temor a dejar su corazón por ahí.

Sí Marcy lo había notado o no, francamente no lo sabía.

Una parte de ella deseaba que lo notara y que le echara de menos y otra ansiaba que aquello no sucediera, porque no podría dar explicación alguna si la conocida curiosidad de la taiwanesa se hacía presente.

En conclusión, estaba jodida.

Anne soltó un largo suspiro, ni si quiera se había percatado de que había estado sosteniendo la respiración hasta entonces. Quizá debería de tranquilizarse y dejar de auto compadecerse.

Nadie la había metido en ese problema más que ella.

Anne se puso de pie y echó un vistazo a su alrededor, no había otras personas en el jardín, los estudiantes de la academia estaban en sus aulas y al ser viernes por la tarde, los visitantes externos, como ella, eran virtualmente inexistentes.

Hizo algunos estiramientos, pues la parte inferior de su cuerpo se sentía un tanto entumecida, llevaba demasiado tiempo sentada en la misma posición.

Por un segundo pensó en volver a su auto, pero al ver el reloj en su teléfono desistió, quedaban menos de 10 minutos para que la lección de Marcy terminara, así que no había caso en irse ahora.

Así que volvió a sentarse y se puso a revisar las publicaciones de su Instagram.

Sus amigos y compañeros de la escuela habían comenzado a subir fotos de sus actividades después del horario escolar.

Shawn estaba haciendo "arte urbano" cerca de los muelles.

Gaby y Joanna estaban en el centro comercial, probándose la ropa de temporada en C&A, Gaby definitivamente debía de olvidarse de los patrones de leopardo.

Su papá había subido una selfi en la cocina del ThaiGo y en el fondo podía ver a su madre detrás del mostrador atendiendo a los clientes.

Tal vez antes del partido deberían pasar por el restaurante para comprar algunos bocadillos para disfrutar durante el juego.

También había una foto de Sprig, su vecino y nieto del Sr. Plantar, con sus amigos de la escuela secundaria en el boliche, parecía divertido.

Sasha había subido una actualización de su historia, por lo que pinchó en su imagen de perfil para verla.

El logo de los marines y un par de libros junto a la leyenda: "Vamos por esa prueba" y la fecha de aplicación para su evaluación adornaban la imagen, le envió sticker de una rana elevando los pulgares y se rio, las ranas no tenían pulgares, si los tuvieran sería espantoso.

La Boonchuy siguió deslizando su dedo sobre la pantalla, sin prestar mayor atención a las fotografías de sus conocidos, era un mar de información visual.

Se detuvo entonces en un anuncio publicitario del Hollywood Forever Cementery, era el calendario con los eventos del mes, pinchó en la imagen y se puso a leer las actividades que se tenían programadas. Había algunos conciertos y uno que otro show de comedia, pero ninguno logró captar su interés, así que decidió ver qué películas habría y vio que el sábado de la próxima semana proyectarían The Breakfast club, una de las películas favoritas de Marcy y ella. Bender era el mejor tipo de todos los tiempos.

"Debería decirle"

Pensó guardando la publicación para mostrársela a la violinista más tarde.

Después de otro rato sin encontrar nada interesante, dejó su teléfono de lado y se recostó sobre el banco, no sin antes poner la libreta como almohada improvisada. Se dedicó entonces a observar las hojas de los árboles, éstas estaban pintadas de tonos amarillos, marrones rojizos y anaranjados, el otoño sí que estaba haciendo su trabajo.

Por alguna razón, hacer aquello siempre le relajaba.

En sus audífonos ahora sonaba Hero de Family of the year, la castaña sonrió y cerró sus ojos, aquella era una de sus canciones favoritas.

El viento sopló, arrancando las hojas secas de las copas de los árboles y las hizo caer por todo el jardín y sobre su cabello, sin embargo, no sé molestó en quitarlas.

Podían quedarse ahí un momento, de cualquier forma, nadie la estaba viendo.

Anne se perdió entre las notas y estrofas, al menos se permitiría disfrutar de esa canción sin pensar en nada más.

Dejó caer una de sus manos sobre su estómago, mientras la otra la recargó en su frente, cubriéndose con el antebrazo.

Pronto, comenzó a tararear la melodía y a mover la punta de su pie derecho al mismo ritmo de la guitarra y dejó de estar consciente de la realidad.

Cuando el cantante terminó y la última nota sonó, la atleta permaneció quieta, hasta que la siguiente canción empezó.

Latch de Kodaline había hecho sonar sus primeras dos líneas cuando la chica abrió sus ojos, encontrándose inesperadamente con un par de iris grisáceos que le miraban con una mezcla de diversión, ternura y otra cosa que no supo identificar.

¿Quizá burla?

El corazón de Anne dio un salto y sin querer contuvo el aliento.

Marcy se encontraba parada detrás de ella, exactamente a la altura de su cabeza, con medio cuerpo flexionado en un ángulo de 45 grados que le permitía apreciar perfectamente el rostro de la tailandesa. Su estuche de violín colgaba de su hombro y sus manos estaban escondidas en los bolsillos de su chamarra.

¿En qué momento había llegado?

—Hey, Annie ¿Te aburriste? — preguntó la azabache tomándose la libertad de retirar uno de los audífonos de Anne, colocándolo en su propio oído. Desde que la había visto tan metida en su propio mundo, al salir del edificio, la curiosidad por saber que estaba escuchando se había instalado en ella.

Anne se dedicó a verla en silencio.

Marcy por su parte pensó que los audífonos deportivos eran bastante cómodos.

Un revoloteo en su vientre le obligó a sonreír.

Ahí estaba de nuevo ese aleteo de las mariposas que vivían de forma permanente en sus entrañas.

El rubor invadió las mejillas de la de piel bronceada.

—La clase de Estadística fue peor— contestó intentando recuperar la compostura y no parecer demasiado alterada.

Anne debía controlar esos insectos del amor antes de que alguna saliera volando por su boca y le delatara con la chica frente a ella.

— ¿No estabas a punto de dormirte? —la Wu la señaló con el mentón y el corazón le explotó de emoción, por las ranas y mariposas, Anne cálmate.

La tenista le dedicó una sonrisa torcida, arrojando a una celda en lo más profundo de su ser, su creciente necesidad de incorporarse y besar a la otra asiática.

—Me cansé de estar sentada— explicó.

—Ya veo...— la pelinegra soltó una risa pequeña— ¿Qué estás escuchando? — agregó poniendo atención a la música— Oh, ¿Es Kodaline? Nunca había escuchado ésta.

—La encontré hace poco, la puse en mi lista de reproducción.

— ¿En Spotify?

—Si.

—La agregaré a la mía también.

—...

— Por cierto, tu cabello es un desastre.

—¿No es siempre así?— inquirió alzando una ceja con burla.
Marcy sacó su diestra y la llevó directamente a una de las hojas enredadas en los rizos superiores de la melena caoba.

—A menos de que estás hojas sean tus nuevos accesorios, no lo creo— exclamó divertida— no te muevas voy a quitarlas— añadió.

"¿Quieres matarme?"

El corazón de la Boonchuy latía fuertemente dentro de su tórax, tanto, que casi podía sentir como sus costillas se incrustaban en él.

Marcy seguramente podía oírlo.

"Por favor no lo escuches"

Rogó porque el volumen de su teléfono fuera lo suficientemente alto para que su corazón no fuera escuchado.

Anne casi podía jurar que la violinista tenía un oído supersónico y que en cualquier momento la atraparía por no poder controlar sus palpitaciones.

Por el amor del universo, esa tarde estaba exagerando demasiado.

Quizá debería de comenzar a relajarse, o terminaría enfermándose de la presión arterial o algo parecido.

Por otro lado, y bastante ajena a las cavilaciones de la Boonchuy, Marcy quitaba una a una las hojas en el cabello de la pelicaoba, y en ningún momento dejó de sonreír, pues el aspecto desalineado que le daban a la deportista le parecía algo de lo más tierno.

Anne parecía un cachorro que había estado jugando en el jardín todo el día.

Además, siempre le había gustado mucho hundir sus dedos en los rizos de la tailandesa, su cabello era suave y esponjoso.

La música seguía sonando en cada uno de los audífonos y ninguna de las dos chicas dijo nada más durante los siguientes 30 segundos.

La Wu continuaba religiosamente con su labor de limpieza.

Anne se preguntó si acaso su cabello estaba lleno de hojas como un arbusto o algo así, ya que le parecía una eternidad desde que Marcy se había cernido sobre ella para quitárselas.

Sinceramente no le molestaba en absoluto la cercanía, pero casi podía jurar que el rostro de la azabache estaba cada vez más cerca de su espacio personal. Y aquello definitivamente no le estaba ayudando a controlar sus sentimientos.

Tenía muchas ganas de besarla.

Si levantaba su mano, fácilmente podía hacer que Marcy se girara hacia ella y con ayuda de la gravedad y un ligero tirón, sus labios no tendrían problemas para encontrarse.

Era muy simple, un único movimiento y el delito de probar sus labios sería una realidad.

"Cálmate de una jodida vez, Boonchuy, ni se te ocurra hacer nada de lo que estás pensando, Marcy es tu mejor amiga, no lo arruines"

Se recordó, obligándose a mantener sus manos en su sitio, no importa cuánto anhelara llevar a cabo su malicioso plan.

La culpa arañó el fondo de su pecho, e incluso si ella quería ese beso, era casi un hecho que iba a ser rechazada y su acción sólo causaría más daño que beneficio.

No valía el riesgo.

Al menos no, cuando lo que estaba en juego era la confianza de Marcy.

No podía perderla por un impulso de estupidez.

Y menos con un beso al estilo Spiderman.

—Listo— la voz de la taiwanesa la trajo de regreso a la realidad — Terminé, ya no hay ninguna hoja— proclamó extendiendo una enorme sonrisa.

La piel de sus mejillas estaba pintada de un rosado bastante lindo y las hebras ébano caían alrededor de su pequeño rostro debido a la gravedad, lo que hacía que sus latidos fueran más pesados, pues el nivel de ternura que la imagen provocaba en la pelicaoba era casi dañino para su salud.

Un montón de alarmas comenzaron a activarse en su cabeza.

—...— Anne no dijo nada, no podía, estaba demasiado ocupada admirando a Marcy.

—Anne ¿Pasa algo?

Aquella pregunta le tomó por sorpresa.

¿Acaso había notado todo su debate mental?

— ¿Qué?

Distancia.

— ¿Estás bien?

"Necesitas poner distancia, ahora"

—Sí, ¿por qué... preguntas? —la Boonchuy intentó hablar con su tono usual, pero su voz salió muy baja y algo congestionada.

—Te quedaste callada— señaló la Wu.

Mierda.

— Es sólo que, recién me di cuenta que tú cabello ha crecido mucho este semestre— Anne comenzó a incorporarse, diciendo lo primero que se le había cruzado por la mente y Marcy se hizo a un lado para que sus cabezas no chocaran.

Salvada.

— ¿Mi cabello? — le miró fijamente, antes de atrapar uno de los mechones que se escurrían por los costados de su rostro.

—Si, en junio lo tenías más o menos a esta altura— la atleta movió sus manos, señalando su propio mentón y sonrió, probablemente era mejor desviar la conversación— Y ahora te llega casi al cuello.

—Bueno, ahora que lo mencionas, si está más largo— concordó la jugadora— Realmente no me fijo mucho en mi aspecto, pero es cierto que ahora tengo que atarlo cuando estoy haciendo tarea en casa, quizá debería cortarlo.

"Actúa normal"

—Me gusta como se ve ahora—Anne se puso de pie y recogió su libreta— Pero, si comienza molestarte, siempre puedo ayudarte— añadió levantado su mano y haciendo unas tijeras con sus dedos, atrapando en el acto uno de los mechones brunos e hizo el movimiento de cortar.

Marcy parpadeó un par de veces antes de reírse.

—Mientras no me dejes calva, mi cabello es todo tuyo.

— ¿Te recuerdo cuando quisiste hacerme ese cambio de imagen en 6to grado?

Y cómo olvidarlo, Sasha y ella habían usado la rasuradora de su papá para darle un corte "moderno" a la castaña y no había salido exactamente bien.

Anne había terminado con el cabello tan corto que tuvo que usar un gorro de invierno por más de 8 meses.

— ¿Ah? ¿Me estás avisando de tu venganza? Que infame — dramatizó.

—Por supuesto, soy un villano honrado. Mua-ja-ja, —bromeó pasando su brazo alrededor de los hombros de la Wu, moviendo sus dedos para enfatizar su pobre intento de risa malvada, la chica soltó una carcajada en respuesta— Anda, tenemos que irnos si queremos buenos lugares en las gradas.

— Bien, bien, tú ganas Conde Drácula.

—Si... Espera ¿Cómo acabas de llamarme?

Definitivamente era mejor si fingía que nada estaba ocurriendo dentro de esa cabeza suya.

*.~.*.~.*

Las personas caminaban en grupos o parejas, charlando entre ellos mientras se dirigían al campo de fútbol de la preparatoria Saint James.

Marcy los observó, sin mucho interés, mientras se recargaba en uno de los muros que pertenecía a la barda de ladrillo del campus.

Las multitudes no eran de su agrado y los deportes tampoco.

Lanzó un suspiro y con sus ojos grises buscó a su mejor amiga entre las personas que llegaban de todas direcciones.

Anne le había dejado en la entrada mientras estacionaba a Bessy, para que no tuviera que caminar demasiado, después de todo y desde la opinión de la tenista, debía estar agotada por pasar poco más de una hora y media de pie repitiendo los ejercicios de pizzicato.

Aunque eso no le molestaba.

En realidad, le gustaba caminar junto a Anne, así fuera del estacionamiento a la entrada o mientras daban un paseo por el centro comercial.

La atleta solía tener este hábito de balancearse ligeramente hacia los lados al caminar, marcando, sin darse cuenta, un ritmo constante y armónico contra el brazo de Marcy, que conseguía mantener relajada a esta última.

Con Sasha eso no sucedía, pues la rubia, siempre caminaba con prisa y solía dejar a Anne y Marcy atrás si estas se distraían.

Pero no pudo negarse al gesto amable y bien intencionado de la Boonchuy, por lo que ahora le tocaba esperar.

Cuanta gente.

Era una locura la cantidad de personas que asistían a un partido de preparatoria.

Bueno, algunas obsesiones sanas debían tener los adolescentes y padres del SJHS y de la otra escuela.

Pero seguía siendo una situación agobiante.

No quería imaginarse cómo estaría la cosa si hubieran llegado tarde.

—¡Marcy! — la voz de Anne provino del interior de la multitud, pero la Wu no pudo verla en un primer instante, hasta que una familia completa cruzó la acera.

Anne agitaba su mano, al mismo tiempo que daba pasos largos para llegar lo más pronto posible donde la azabache.

—Hey— la atención de Marcy recayó sobre dos cucuruchos grandes rellenos de palomitas de maíz—¿Y eso?

— Ya que no pudimos conseguir los Wontons de queso, pensé que podíamos comer esto. Toma de caramelo para ti— explicó entregándole un cucurucho— El viejo Wally los está vendiendo fuera del estacionamiento externo.

—¿Te tocó tan lejos? — cuestionó tomando una de las palomitas acaramelada y llevándosela a la boca para probarla, sabía bastante bien.

—Es una locura, parece que a los de Eastwood les encanta el fútbol, toda esta gente es de ellos— señaló a la masa de personas a su alrededor— también traje bebidas— añadió metiendo su mano al bolsillo de su chamarra— Dr. Pepper de cereza para la dama— sonrió ofreciéndole la lata de gaseosa.

Marcy miró con ligera sorpresa la lata.

Anne siempre conseguía sus favoritos.

—Gracias Anna—Banana.

—No hay de qué Marbles— le sonrió.

—Creo que deberíamos entrar, a como se ven las cosas, no tendremos lugares para sentarnos si seguimos paradas aquí — apuró la ajedrecista y la castaña asintió.

—Eso es verdad — Anne levantó su mano libre hacia Marcy —¿Vamos?

Si pensarlo dos veces la Wu tomó la mano de su mejor amiga.

La Boonchuy sabía muy bien que Marcy tendía a ponerse un poco ansiosa al tener que caminar dentro de una multitud, por lo que desde pequeñas había adoptado aquella costumbre de ofrecerle un poco de apoyo mediante el contacto físico.

Marcy estaba realmente agradecida con ella debido a esto.

Anne era su cable a tierra en este tipo de situaciones que le ponían incómoda.

Y así, tomadas de la mano se dirigieron hacia el campo juegos, necesitaban llegar pronto a las gradas o la sentencia de Marcy terminaría volviéndose realidad y no tendrían lugar para sentarse.

Por el amor del universo, había un gentío.

Incluso había una fila para acomodarse en los asientos.

Que locura.

Un poco sorprendidas por el aforo que el evento deportivo estaba teniendo, llegaron al final de la fila para esperar su turno para entrar a la zona de las gradas. Se pararon cerca de la barandilla que separaba la parte posterior de las graderías con los vestidores y se toparon con el equipo de Saint James, quienes se dirigían al campo.

—¡Wu! — una voz masculina resonó y ambas chicas se giraron—¡Hola! — Owen se acercó a la reja.

¿Por qué siempre le llamaba por el apellido?

Anne hizo una mueca.

"Ella tiene un nombre amigo"

Aunque pensándolo bien, la idea de que llamara a la jugadora de una forma más familiar, no le agradaba para nada.

—Hola — respondió el saludo con cortesía— ¿Listo para el juego?

—Por supuesto, pero sin presiones, sólo el entrenador nos matará si perdemos este partido— contestó dibujando una enorme sonrisa— Por cierto, cuando el juego termine ¿puedo hablar contigo?

¿Qué?

—¿Eh?

Mierda.

—Es importante, en verdad necesito preguntarte algo ¿Podrías esperarme aquí? — volvió a preguntar con un notorio carmín en sus mejillas.

¿Este chico acaso quería convertirse en un tomate?

Por el amor del universo, ¿No podía ser más obvio?

Sin embargo, la Boonchuy tenía que admitir que estaba celosa de sus agallas para no ocultar el hecho de que Marcy le atraía.

Marcy parpadeó un tanto sorprendida por la solicitud, desde esa tarde y tras la conversación con Anne en su auto, inconscientemente se había programado para prestar más atención al lenguaje corporal de su compañero de mesa.

Diablos, en efecto el chico actuaba raro cuando le hablaba.

Si era franca, no sabía cómo sentirse respecto a eso.

Sólo era muy extraño.

Los nervios de Anne se endurecieron y aflojó su agarre sobre la mano de la taiwanesa.

Sin embargo, Marcy no la soltó, al contrario, entrelazó sus dedos reafirmando su agarre.

El corazón de Anne se agitó debido a ello.

Los ojos chocolate se posaron en el perfil de la Wu.

Marcy estaba muy incómoda.

"Por supuesto, a ella no le gustan estas cosas, es obvio que ya se dio cuenta que este chico gusta de ella"

Anne miró con irritación al pelirrojo.

Ese chico era la causa de todo esto.

—Está bien— aceptó y un vacío se instaló en el estómago de la de rizos.

Mierda.

—¡Genial! — celebró.

—¡Simons deja de coquetear con las chicas y ve de una vez al campo! — el grito del entrenador tomó desprevenidos a los tres adolescentes.

Pero Anne lo agradeció.

Su sangre hervía.

—Debo irme, nos vemos más tarde— se despidió el más alto corriendo hacia donde estaba el resto de su equipo.

Ambas chicas lo vieron irse, pero ninguna dijo nada sobre lo que acababa de suceder.

Por culpa de ese chico, las mariposas de Anne se estaban convirtiendo en avispas asesinas.

—Marcy— Anne rompió el silencio cuando las personas frente a ellas comenzaron a avanzar de nuevo en la fila, los estaban acomodando por bloques, de ahí que el taheño hubiera tenido la oportunidad de incordiar.

—¿De qué crees que quiera hablar? — preguntó la de melena ébano con un tono monótono, su rostro no mostraba ninguna emoción elegible.

Seguramente mil escenarios comenzaban a formarse en su cabeza ante las palabras del Simons.

Los orbes grises se notaban turbios por la ansiedad.

Anne respiró hondo y le dio un pequeño apretón para que la mirara.

—Honestamente, no lo sé— mintió, hablando lo suficientemente alto para que Marcy pudiera escucharla por sobre el barullo de la multitud— Pero, no creo que sea para algo malo...— Anne necesitaba ignorar sus propias emociones si quería ser una buena mejor amiga— En cualquier caso, si llega a molestarte o decirte algo malo, lo moleré a golpes— añadió levantado su mano con el cucurucho, y su gesto habría sido más efusivo al chocarlo contra su otra palma, pero dicha extremidad estaba felizmente atrapada entre los dedos de la violinista.

Marcy rio.

—Por favor no— se recargó contra ella— No sería bueno que te lastimaras las manos antes de tu último campeonato de primavera.

—Marbles ¿Qué dices? — inquirió exagerando sus palabras y sus ademanes, jalando a Marcy para colocarla en una posición de baile, cuidando no tirar las rosetas de ambas—Por mi dama daría mis brazos y mis piernas, daría todas mis tierras y mis años...— las personas al rededor les miraron como dos bichos raros.

¿Quién en su sano juicio se ponía a hablar como si estuviera en un teatro y a dar piruetas en una fila después de todo?

Marcy se relajó en su totalidad y soltó una carcajada, dejando que Anne la meciera de un lado a otro.

Toda su ansiedad se estaba esfumando.

Anne estaba intentando hacerla reír.

Y estaba funcionando.

Finalmente, Anne se detuvo, pero mantuvo a Marcy pegada a su cuerpo y su vista se clavó en esas dos piedras preciosas de un gris oscuro que le robaban el aliento.

—Estoy segura de que así no iban las líneas del Barón Hemsworth en su confesión a la duquesa— comentó la pelinegra mirando a su mejor amiga de toda la vida con gracia.

Anne estaba recitando las líneas distorsionadas del protagonista de la última obra escolar.

—Perdone majestad, no he terminado mi discurso— la tailandesa mantuvo el tono aristócrata— Lo que quiero decir es que, aunque el Duque Reinhardt rompa su corazón, hallará en mi, las piezas para repararlo, yo estaré de su lado, incluso si el mismo infierno se vuelve contra usted y no dudaría en entregar cada parte de mi cuerpo para preservar a tan hermosa flor que nadie ha conseguido tocar...— terminó de recitar.

Marcy sonrió aún más.

—¡Dejen de jugar y avancen! — gritó alguien a sus espaldas, rompiendo la dulce y juguetona atmósfera que se había comenzado a formar alrededor de ambas adolescentes y Anne se giró con el ceño fruncido.

Las personas les observaban.

A ninguna le importo realmente.

—Viejo consíguete una vida y deja a los demás ser felices— le riñó.

El tipo solamente le hizo una seña y su acompañante le dijo que dejara de pelear.

—Acabas de romper la cuarta pared— Marcy le dio un codazo en el estómago, sin aguantarse la risa— pero el desconocido tiene razón vamos.

—Ugh, las personas no aprecian el talento— profirió riéndose del tipo que seguía enfurruñado en la parte posterior.

Que aguafiestas.

—Yo sí, me encanta cuando hablas así.

—¿Así cómo Majestad? — preguntó usando de nuevo su tono dramático.

—Oh Dios, eres una boba. No puedo creer que sigas recordando tus diálogos.

—Soy una actriz muy comprometida.

—Aunque sólo fuiste la suplente.

—Pero hice la última presentación cuando George se comió ese burrito echado a perder— le recordó ofreciéndole su mano libre para ayudarle a subir los escalones.

Por fin entraron a las gradas y buscaron un buen lugar en las butacas de la parte superior. Tras encontrar un sitio en la penúltima hilera se sentaron y Marcy observó a Anne detenidamente.

—¿Qué pasa? — cuestionó la castaña al sentirse observada.

—Gracias.

—No sé de qué hablas Marbles— fingió demencia sacando la Sprite de su bolsillo.

La pelinegra rodó los ojos, Anne solía hacer eso cada vez que la notaba estresada.

Siempre actuaba de la forma más hilarante que pudiese imaginar, sólo para hacer que su humor mejorará y nunca asumía su hazaña.

Desde niñas Anne siempre actuaba como su caballero.

—Está bien...— Marcy asintió y se recargó en el hombro de la morena.

Anne disfrutó del gesto y las mariposas volvieron.

Ese día esas pequeñas habían estado revoloteando en su interior con más frecuencia.

Bueno, era hora de concentrarse en el futbol.

*.~.*.~.*

— ¡Vamos Saint James! — gritaron a coro varias personas alrededor.

El chico con el número 8 en su camiseta atrapó el balón y corrió alrededor de veinte yardas antes de ser derribado por otro adolescente corpulento. Lo que ocasionó que la tribuna del SJHS estallara en más gritos de ánimo.

Anne miró sin demasiado interés la situación que se desarrollaba frente a ella.

El futbol americano era su deporte menos favorito.

Y en ese instante una de las razones con más peso sobre su desagrado hacia el juego, llevaba un jersey con el número 12 y el apellido Simons impreso en la espalda.

La expresión de la Boonchuy denotaba su disgusto hacia el muchacho.

Y es que, desde que habían llegado y el pelirrojo había saludado a Marcy antes de entrar al campo, Anne podía jurar que en cada oportunidad que tenía, la mirada del chico se dirigía a su querida amiga.

A su lado, Marcy observaba el juego detenidamente, sin ser consciente del patrón que Owen había adoptado de voltear a cada pequeño descanso en su dirección.

"No le prestes atención"

Se decía una y otra vez, recordando que Marcy no estaba particularmente atraída por él jugador.

Pero eso no bastaba para ayudarle a relajarse.

Todavía le inquietaba demasiado la incomodidad que había notado en su pequeña amiga hace rato.

Y ¿sí a Marcy comenzaba a gustarle ese sujeto, aunque fuera sólo por curiosidad y porque ella y Sasha le habían metido la duda con sus comentarios?

Maldita sea.

De nuevo comenzaba a sentirse enferma del estómago.

"Madura"

Su voz interna estaba siendo jodidamente molesta ese día en particular.

El marcador iba 45—50, los visitantes de Eastwood High iban ganando por una anotación.

Sasha lideraba al equipo de animadores y aunque su cara mostraba una enorme sonrisa mientras ejecutaba la coreografía con sus compañeros, Anne podía notar que estaba bastante molesta por el marcador, pues solo restaban 8 minutos del último cuarto e iban perdiendo.

Tampoco ayudaba a que la afición del oponente fueran prácticamente el 70% de los asistentes al partido.

Era un poco abrumante.

El entrenador de Saint James, el profesor Torres gritaba indicaciones desde el lateral y los uniformados lila-cobre se hacían señas entre ellos ajustando sus posiciones para la próxima jugada.

Anne se llevó un puñado de palomitas a la boca, era la tercera bolsa y la segunda lata que le compraba a Wally.

El mariscal de campo, Kendall Sanders, gritó las palabras para ratificar la estrategia de juego que el entrenador les había dado y todos los jugadores del lado de Saint James, se prepararon.

El silbato sonó y Kendall retrocedió, mientras los defensas se ocuparon de bloquear a los chicos de Eastwood y así darle el tiempo suficiente a Simons de correr directo a la zona de anotación.

La Boonchuy levantó su bote de Sprite y se lo llevó a los labios para darle un sorbo, no podía evitar desear que su propio equipo perdiera, pero justamente en el momento que ese pensamiento cruzó por su mente, el balón fue lanzado y atrapado por Owen, el marcador cambió y el tipo sentado a su lado se emocionó tanto que terminó haciendo que derramara la gaseosa directamente sobre ella.

¡Grandioso!

— ¡¿Qué demonios te pasa viejo?!— gritó realmente enojada y el chico junto a ella la miró apenado.

— ¡Lo siento! — se disculpó el muchacho sin saber qué hacer.

— ¿Anne? — Marcy se giró hacia ella tras escucharla gritar.

—Esto es un desastre— gruñó levantándose.

"Lo que faltaba"

—¿Estas bien? — cuestionó Marcy bastante preocupada, intentando imitar a la castaña, pero Anne la detuvo, sosteniéndola por lo hombros.

— Sí, sí, Marce, no te preocupes, estoy bien, pero tengo que ir a limpiar todo esto o terminaré pareciendo un caramelo.

—Entonces vamos al baño.

—No, es mejor si te quedas acá Marbles, el partido está por acabar y sabes cómo se ponen las salidas, es mejor que no te muevas hasta que todo se tranquilice— se negó la de rizos al notar como las escaleras comenzaban a llenarse por las personas que, molestas o resignadas se retiraban del área de espectadores, pero Marcy hizo un puchero.

—Pero...

—Volveré rápido. Lo prometo.

—Está bien— aceptó no muy convencida de dejar ir a la tailandesa.

Anne fulminó al sujeto que le había tirado la gaseosa antes de abrirse paso por los asientos, ya comenzaba a sentirse pegajosa en la zona del pecho por el azúcar de la soda.

Definitivamente su noche estaba yendo de maravilla ahora.

Renegando bajó hasta el pasillo entre las gradas y se deshizo de su abrigo, por lo menos éste no se había mojado.

"¿Mi suerte puede empeorar?"

Si.

Había una fila espantosa en la entrada de los sanitarios de mujeres.

La castaña no supo exactamente cuánto tiempo estuvo esperando su turno, pero al ver que la cola se hacía más grande y que las personas comenzaban a irse supuso que el partido había terminado.

Genial.

Finalmente llegó a uno de los lavabos y tras sacarse la camiseta, quedándose sólo en la camisetilla tirantes que solía usar debajo, procedió a enjuagar la tela con el jabón de manos, no le importaba realmente que las otras personas presentes le miraran, estaba acostumbrada a cambiarse en los vestidores con sus compañeras del equipo de tenis.

Anne frunció el ceño, la humedad de la tela y la textura glutinosa de la bebida a medio secar, eran un poco grotescas.

Definitivamente no podía volver a ponérsela. Necesitaba cambiarse.

Recordó entonces, que en la cajuela de Bessy debía traer alguna de sus mudas de ropa limpia para los entrenamientos, así que hizo la nota mental de cambiarse una vez que ella y sus amigas fueran a su auto.

Anne se miró por un par de segundos en el espejo.

"Pero que cara, chica" se reprochó.

Su faz estaba endurecida por toda la mezcla de emociones incontrolables que estaba sintiendo. Frustración, celos, anhelo, alegría, desconcierto.

Demasiadas cosas que asimilar.

La Boonchuy volvió a ponerse su chamarra y la cerró en su totalidad para que su ropa interior no estuviese expuesta. Lanzando una maldición y colgándose al hombro su camiseta, salió del baño y se dirigió dónde se supone que Marcy le esperaba.

—¡Anne!

Sasha agitaba su mano al otro lado del pasillo, la rubia estaba rodeada de otras animadoras, pero al entrar en contacto visual con la tenista, se apartó de ellas.

—Hey—la atleta se acercó hasta donde la Waybright se encontraba parada.

—¿Te dije o no te dije que ganaríamos? — cuestionó la capitana poniendo las manos en jarra y alzando una ceja.

—Si, aunque por un momento realmente lo dudé amiga, los chicos lo estaban haciendo muy mal.

—Oh, ni que lo digas, Owen estaba especialmente desconcentrado— comentó llevándose la diestra bajo el mentón— Me pregunto sí se deberá a Marcy.

Anne se tensó.

¿Por qué tenía que mencionar a ese tipo?

Pero Sasha estaba en lo correcto. O al menos esa era la misma conclusión a la que ella también había llegado después de ver como el pelirrojo había estado distraído mirando a Marcy durante todo el partido.

—Sobre eso...

Por un instante pensó en contarle a Sasha sobre la petición del corredor, pero no era algo que le correspondiera contar, así que se calló.

—¿Qué pasa? — la de mirada áurea ladeó el rostro con extrañeza, Anne se había puesto repentinamente seria.

—No, nada, es que tengo que ir por Marcy, se quedó en las gradas— sacó sus llaves de su bolsillo— Sí quieres ve subiendo tus cosas, estoy en la cuarta fila del estacionamiento externo— se las lanzó y Sasha las atrapó.

¿Pero qué mosco le había picado a la Boonchuy?

Desde el término de la jornada escolar, la de melena rizada estaba actuando raro.

—Okay— alargó la última silaba sin entender del todo por qué Anne parecía enojada— Oye ¿Me perdí de algo?

—¿Eh?

—Estas actuando raro desde temprano— el cerebro de la rubia comenzó a trabajar.

"Específicamente, desde que Owen le habló a Marcy" agregó la blonda en su cabeza.

El par de zafiros que yacían en los quinqués azules brilló con suspicacia.

La aspirante a marine, tenía una capacidad de análisis del lenguaje corporal bastante desarrollada, por lo que inmediatamente captó la tensión en el cuerpo de la pelicaoba.

Ay carajo.

Anne comenzó a entrar en pánico.

¿Sasha ya la había atrapado?

La heredera de los Waybright era demasiado astuta y ella era un desastre para ocultar sus emociones, sobre todo este día en específico, así que por supuesto que había notado su extraño patrón de comportamiento.

Joder, joder, joder, joder. Sasha era definitivamente la segunda persona en todo el universo, después de Marcy, que no debía de saber sobre la existencia de sus sentimientos.

—¿De qué hablas? — desvió la mirada y la rubia adolescente se cruzó de brazos.

—Boonchuy, te conozco desde la primaria, sé cuándo estas molesta— añadió después de 20 segundos sólidos en los que se dedicó a observarla fijamente, suspiró para después apuntarle con las llaves— Y hay algo que en verdad te está haciendo enojar— añadió mientras levantaba del suelo su bolso deportivo con su ropa para la fiesta, acto seguido señaló con una de las llaves su propia quijada— Se te saltan las venas de la mandíbula cuando te enojas, así que anda, dime ¿Qué está pasando?

¿Y ahora qué diablos decía?

No había forma de que le contara la verdad.

Anne pensó en que decir por un par de segundos, soltó un suspiró e intentó relajarse, no necesitaba que su propio cuerpo la delatara ahora.

Debía de haber alguna forma de zafarse de aquella conversación.

Pero los ojos azules eran sanguinarios, no le dejaría tranquila tan fácilmente.

—¿Podemos... hablar de eso luego? Todavía no ordeno mis pensamientos — inquirió con voz suave y firme, si bien, por el momento no podía pensar en una mentira lo suficientemente creíble para decirle a la porrista, Anne confiaba en que mostrarle a la rubicunda que estaba dispuesta contarle lo que le pasaba en el futuro cercano, la haría desistir de sus planes para interrogarla.

Eso debía comprarle al menos un par de días.

Sasha le echó un vistazo de pies a cabeza.

Algo le decía que esa declaración era una pantalla de humo.

Entonces se dio cuenta de dos cosas, primero, en efecto, algo verdaderamente complicado debía estar sucediendo y segundo, la cosa tenía que ver con Owen y Marcy, porque desde que mencionó el nombre del chico, la expresión de la más alta se había ensombrecido.

Pero Anne no estaba dispuesta a abrirse.

La tailandesa no solía pedirle tiempo para tratar un tema trivial, así que dio por hecho, que por más que preguntara, ella no le diría nada hasta que estuviera lista.

—Bien, no voy a presionarte, cuéntamelo luego— se rindió y es que, desde hace mucho tiempo, había tomado la decisión de no empujar a sus dos mejores amigas más allá de sus límites.

No después de cierto evento que sucedió durante el 9no grado.

Así que no ejercería presión.

Incluso si no entendía ni un carajo.

—Gracias— respiró aliviada la morena.

—Aunque sólo para estar segura. No te gusta Owen y no estás en un raro triángulo amoroso secreto con Marcy ¿o sí? — preguntó con simpleza.

Aunque la animadora había soltado aquella sentencia con toda la intención de sondearla.

Anne casi se atraganta con su propia saliva.

¡¿Gustarle Owen?!

¡No!

"¡Es Marcy!" objetó Anne en su cabeza y se mordió la lengua para no decirlo.

—¡Por supuesto que no! — gritó un poco, demasiado, alto que incluso algunas personas de los alrededores les voltearon a ver— ¿Cómo diantre llegaste a esa conclusión?

"Bingo"

Bueno, Owen definitivamente no era la persona que le gustaba, así que no estaba mintiendo del todo.

—Hey, sólo preguntaba, relájate— Sasha sonrió encogiéndose de hombros— Bueno, entonces me voy adelantando, las espero en el auto.

Un tanto mortificada, Anne vio a Sasha dirigirse al estacionamiento.

Giró sobre la parte redonda de sus pies y regresó a las gradas, la muchedumbre ya se había dispersado en su mayoría, así que la tailandesa buscó con la mirada a la pelinegra, pero no la vio sentada en el lugar en que la Wu había acordado esperarle así que se giró para echar un vistazo alrededor.

¿Dónde estaba Marcy?

El rostro de Owen vino a su mente.

Cierto, el chico le había pedido hablar.

La buscó entonces en el campo de juego y sus ojos chocolate no tardaron en encontrar la menuda figura de la azabache.

Marcy estaba cerca de los banquillos de los jugadores y efectivamente, se encontraba conversado con el atleta.

Owen se rascaba la nuca mientras sus labios se movían de arriba hacia abajo.

Anne no podía escuchar absolutamente nada.

Sus piernas se movieron en automático y comenzó a bajar los escalones a zancadas.

Su corazón latía pesadamente, podía sentirlo en sus oídos y las yemas de sus dedos se humedecieron con el sudor.

Marcy.

Por la posición en la que estaban no podía leer la expresión en el rostro de la taiwanesa, pero su postura era totalmente rígida.

Maldición.

El chico se rio y le entregó a la Wu algo pequeño y blanco que Anne no pudo identificar.

"¡Detente!"

Le rugió su sentido común.

Sus pies se detuvieron abruptamente en el borde de la línea que separaba el concreto del césped.

No debía cruzar esa línea.

No.

Bajo ningún motivo podía irrumpir en esa conversación.

Debía respetar la privacidad de Marcy.

Se mordió el labio y les dio la espalda.

Carajo.

Apretó las manos en puños y clavó su vista en el cielo que estaba pintado de oscuridad, sin embargo, ninguna estrella se veía ya que la contaminación lumínica de la ciudad lo impedía tajantemente.

"Eres su amiga" repetía una y otra vez en su cabeza.

Honestamente estaba empezando a odiar esa maldita oración que desde hace semanas estaba repitiéndose como disco rayado.

Pero su corazón era sordo al parecer.

Sin poder seguir resistiéndose volvió a girarse y su mirada se encontró con la de Marcy a mitad de camino.

Su corazón se detuvo.

No había visto jamás esa expresión en su cara.

Mejillas sonrojadas que intentaban competir con una remolacha, ojos inquietos que no podía detenerse en ningún lugar.

¿Timidez? ¿Nerviosismo?

¿Qué clase de expresión era esa?

"Por favor no"

Owen se despidió de la azabache con cierta torpeza y Anne no pudo moverse.

Marcy caminó hasta donde ella, sus mejillas rojas se hacían más brillantes conforme la distancia entre ellas disminuía.

"Por favor..."

Su cuerpo no le estaba respondiendo.

—Anne ¿Qué pasó con tu camiseta?

—Está completamente empapada— Anne desconoció su propia voz, como si de un momento a otro hubiera sido expulsada de su propio cuerpo y aquello fuese una proyección de cine— pero ¿Qué pasó contigo, amiga? — esa pregunta tan animada definitivamente no sonaba como ella.

Vio a Marcy sonrojándose más, en aquella pantalla empañada por mil pensamientos, en que se había transformado su cabeza.

—Sasha y tú tenían razón— comenzó a decir con tono ansioso—Me dijo que le parecía muy bonita y me invitó al baile...

La violinista tiró hacia atrás de su oreja uno de los mechones negros.

—Vaya, sí que tiene agallas— Anne sintió una sonrisa dibujarse en sus labios, pero no era verdadera.

—También me dio una carta— mostró el papel doblado en su palma y se masajeó el cuello con incomodidad.

—Quien lo viera siendo tan romántico.

"Cállate"

Su corazón palpitó dolorosamente.

—Ahh, es tan raro— se quejó la Wu en un tono tembloroso que caló en las grietas que comenzaban a formarse en el pecho de la castaña.

—¿Y qué le dijiste?

—Nada, no me dejó. Me pidió que le respondiera el lunes.

—¿Y piensas darle una oportunidad?

Marcy abrió sus labios y le dedico una mueca escarnecida.

Anne cerró sus ojos, regalándole una sonrisa calmada a la chica frente a ella.

No quería saber la respuesta.

—¿Crees que debería hacerlo? — cuestionó la pelinegra bajando la voz.

—No.

Mierda.

¿Acababa de decir eso en voz alta?

Anne abrió sus ojos con sorpresa y terror al caer en cuenta que había dejado ver sus verdaderos pensamientos sin querer.

Marcy no dejó de verla, había una chispa extraña en sus iris grisáceos.

—... ¿No?

—Ah, quiero decir...— la sangre subió rápidamente por sus mejillas y las mariposas salieron de su encierro para darle más problemas— Si dices que no te gusta... no es bueno decirle que si... además, deberías ir al baile con alguien que te guste— añadió rascándose la nuca.

Ahora Anne quería llorar.

—Pensé que me dirías que lo hiciera...— soltó una risa contenida— me alegra que no lo dijeras, yo también estaba pensando en eso— confesó la azabache con alivio— entonces...

Anne vio a Marcy juntar sus manos y jugar con sus pulgares.

Aquello era uno de sus tics nerviosos.

—...

—Probablemente no debí decir directamente que pensáramos en los atuendos, debí hacer la pregunta desde el principio— murmuró y Anne se perdió en el monologo sin sentido de Marcy.

—¿Qué?

Marcy inhaló profundamente antes de hablar.

—Anne ¿Irías al baile conmigo?

Y las mariposas se fueron volando.

¿Qué supone que significaba esa invitación?

"No te ilusiones" le dijo su voz interior "Es porque eres su mejor amiga"

Era sólo por eso ¿No?

Continuará.

Notas:

Hola, espero que les haya gustado este capitulo, nos vemos en el siguiente

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