Nuevo día, mismo trabajo, mismas personas desagradables. Mangel no tiene ni un poco de ganas de ir a trabajar, pero aún así se levanta. En primer lugar no quiere ver a Catalina, en segundo lugar no anda de buen humor como para soportar a clientes impacientes, y en tercer lugar tendrá que ver a la persona que menos quiere ver en estos momentos.
Se da una larga ducha y luego se viste. Desayuna algo simple, toma sus cosas y se va. Ojalá él no haya llegado aún y pueda hablar a solas con Paola, en serio lo necesita.
El transporte llega más rápido de lo habitual, así que llega un poco antes a la cafetería. Paola ya está allí, sentada en el mesón sonriente esperando a los primeros clientes. Pero cuando ve a Mangel su sonrisa desaparece, de inmediato percibe que algo malo ocurre. Éste se acerca a la chica e intenta sonreírle, pero sólo le sale una mueca.
- Hola.- Saluda.- ¿Cómo estás?
Mangel suspira y se sienta frente a ella, luego mira a todas partes esperando no toparse con ella.
- No muy bien que digamos.- Confiesa.
- ¿Qué pasó con Rubén? Ayer saliste corriendo y luego él me dijo que había jodido todo, pero no me dio más detalles. ¿Es muy malo?.- Mangel asiente con la cabeza y baja la mirada.
- Lo vi besando a Catalina en la cocina.- Siente cómo sus ojos se humedecen, pero aguanta las lágrimas. Paola abre un poco su boca en forma de o.
- ¿Por voluntad o... Catalina lo tenía forzado?.- Vuelve a preguntar, tendrá que hablar seriamente con Rubén cuando llegue.
- Por lo que vi estaban muy bien juntos, sin fuerza de voluntad ni nada.- En este punto levanta la vista y mira a los ojos de la chica.- Lo que más me cabrea es que él me vio... y siguió besándola.
Paola susurra un "joder" y se tapa la boca.
- ¿Hablaste con él?.-
- Intentó hablarme, pero no quiero. No quiero que ande dándome excusas baratas para algo que sabía de las consecuencias.-
- ¿En serio no quieres hablar con él? ¿Intentar solucionar las cosas?.-
Sin darle tiempo a responder, la puerta de la cafetería vuelve a abrirse. Ambos miran hacia ella y ven a un Rubén muy despeinado y algo desordenado. Mangel bufa, toma su mochila y se va a la cocina rápidamente sin decir nada. Paola no lo detiene.
Rubén se peina un poco con las manos y se arregla la ropa, tuvo que apurarse lo más que pudo ya que durmió más de la cuenta.
- Lo siento... me quedé dormido...- Le dice a la nada. Paola le sonríe y le hace un gesto para que se siente frente a ella, en el puesto que estaba Mangel. Él asiente y obedece, en silencio.
- No te veo muy bien que digamos.-
- Me siento horrible. Seguramente Mangel ya te contó lo que pasó.- Apoya su frente en su mano y suspira.
- Así es.- Pero va directo al grano.- Me dijo que cuando... se estaban besando, tú lo viste a él, pero seguiste besando a Catalina. ¿Es cierto eso?
Rubén se mantiene en silencio unos cortos segundos, hasta que responde con voz temblorosa.
- No podía moverme... Yo... estaba congelado... sin poder reaccionar. No sabes cuánto me arrepiento.- Se tapa la cara con ambas manos, pero Paola se las quita dulcemente y lo mira a los ojos.
- Deberías intentar solucionarlo.-
- Ayer intenté hablar con él, pero no quiere escucharme. Y es entendible, si fuese al revés yo estaría igual... no sé que hacer, Paola.-
- Claro que sabes lo que tienes que hacer, aunque tome un poco de tiempo. Deja que él piense, y que se de cuenta mejor de las cosas. Pero tú también debes prometerle y prometerte que esto no volverá a pasar, porque si no ¿cómo saldrá adelante su relación?.-
- Lo haré... intentaré hablar con él después... y que pase lo que tenga que pasar.- Paola sonríe y sale del mesón para poder abrazarlo.
- ¿Sabes que lo último ha sonado muy dramático?.- Ríe un poco, Rubén sonríe.
- Ahora que lo pienso, sí.- Acompaña su corta risa.
- No te des por vencido tan fácilmente, estas cosas pasan, pero con esfuerzo se sale adelante.- Ambos se abrazan más fuerte, buscando protección.
- Me encanta cuando hablas como mi madre.- Rubén sonríe.
- Quizá soy tu segunda madre.- Ambos ríen y se separan del abrazo, pero la poca felicidad se acaba cuando Catalina entra muy sonriente.
- ¡Buenos días!.- Aunque no tiene nada de buenos.- ¿Qué tal amanecieron? ¿Listos para un nuevo día de trabajo?
Sin pedir permiso ni nada, va hacia Rubén y lo abraza por la cintura. Él y Paola se sorprenden. Rubén no cometerá más errores, así que se separa disimuladamente de ella.
- Buen día, muy bien y si estoy listo, así que iré a la cocina a lavar unas cosas.- Logra separarse de ella y cuando está a punto de caminar, lo interrumpe.
- Vale, te acompaño.- Pero Paola no permitirá eso.
- Oh, Catalina, necesito que me ayudes a limpiar las mesas y todo acá, por favor. Rubén puede encargarse de lavar las cosas en la cocina, no te preocupes.- Paola sonríe y de mala gana le guiña un ojo a Catalina, mientras le pasa un paño y la empuja levemente hacia las mesas. Ésta asiente, confundida, y comienza con su nueva labor. Rubén le sonríe a Paola en gesto de agradecimiento y se va a la cocina, donde Mangel está lavando algunos platos.
Despacio se pone a su lado y comienza a ayudarlo, secando lo que el pelinegro limpia. Ninguno de los dos habla, pero se nota la tensión en el ambiente. Mangel no le hace caso, no va a tomarle importancia, es sólo trabajo. Pero Rubén no piensa lo mismo.
- ¿Sigues muy enfadado?.- Pregunta tímidamente. Mangel deja de lavar y lo mira directo a los ojos por unos segundos, simple gesto que basta para hacerle entender que está más que enojado, luego sigue lavando.
- ¿Cuántas veces tendré que decirte que estoy muy arrepentido y que lo siento para que me perdones? No quiero que estés enfadado conmigo para siempre.- Vuelve a decir. Pero esta vez Mangel no responde ni lo mira, hace como si Rubén no existiese y se concentra sólo en lavar las cosas.
- ¿En serio quieres esto? ¿Ignorarme siempre?.- Pero, como lo imaginaba, no recibe respuesta. Rubén suspira y asiente.
- Vale, como quieras. Estaré... ordenando algunas cosas, qué se yo. Por si quieres ir y hablar.- Termina de secar lo que tenía en la mano y lo deja en su sitio. Se da media vuelta y antes de irse, le dice una cosa más, lo suficientemente alto para que solo él pueda oírlo.- Te quiero, y mucho.
Comienza a caminar y ordena lo que le aparezca por encima, ya que no se le ocurre nada más que hacer y ni hay clientes. Tiene la pequeña esperanza de que Mangel irá donde está él y querrá hablar, pero eso no sucede.
El resto del día pasa lento y aburrido. Nadie habla mucho, nadie quiere hacerlo. Rubén y Mangel no hablan durante todo el día, pero con Paola un poco. A Catalina casi ni se le dirige la palabra, sólo cuando es necesario y para no levantar sospechas.
Por fin termina la hora de trabajo para todos. Catalina se queda en el lugar con su padre y los otros tres muchachos se van.
- Chicos, yo... quedé para juntarme con alguien, así que no... no podré irme con ustedes.- Sabe que eso será incómodo.- Nos vemos mañana, los quiero.
Les da un beso en la mejilla a ambos, quienes se lo devuelven y sonríen, y luego se va. Los dos muchachos siguen caminando, en absoluto silencio e incomodidad. Rubén, como ambos imaginaban, es el primero en romper el silencio.
- Anda, Mangel. Perdóname. Si quieres te lo repito mil veces para que por fin me perdones. No quiero que estés enfadado conmigo y sólo me ignores, no es nada lindo. Por favor.- Casi suplica. Mangel no le dice nada, ni piensa hacerlo. Puede que sea muy infantil lo que está haciendo, pero no se le ocurre nada mejor, y hablarle no está entre sus opciones.
- ¿No me hablarás?.- Pregunta, pero el silencio sigue entre ambos. Rubén toma aire y luego lo bota.- Perdón, perdón, perdón, perdón, perdón...
Y así sigue durante todo el trayecto. Mientras caminaban, andaban en el bus y entraban al edificio, Rubén no dejaba de repetir aquella palabra. Subieron por el ascensor hasta sus departamentos, y Rubén no se callaba.
- Perdón, perdón, perdón...- Mangel va hacia su departamento y Rubén le sigue, cuando el primero entra, se voltea y le cierra la puerta al castaño frente a su nariz.- Perdón...
Lo último le sale en un susurro. Rubén apoya su frente en la puerta de Mangel y se queda así por unos segundos, hasta que se va a su departamento.
Mangel no tiene ni idea qué hacer. No quiere ver televisión ni jugar play porque sabe que se desconcentrará pensando tonterías. Mira todo el desordenado departamento y decide comenzar a ordenar y hacer aseo. Al menos, ayuda a que no piense demasiado. Le costó muchísimo el hecho de ignorar a Rubén todo el día, pero no iba a hablarle, por muy orgulloso que sonara. Está enfadado, y no hará como si todo estuviese bien.
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Holaa :D ¿A quién le cae mal Catalina? (._.)/ sdksjd muchísimas gracias por leer, las amodoro <3 no olviden comentar y votar, muchos unicornios son felices cuando lo hacen. Nos leemos el viernes *^* un besazo y chao chao
Rubelangel_Vale