Capitulo 40

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Se quedó dormido allí, con el desastre de su alrededor y con el desastre de su mente.

Despertó cuando ya era de noche, cosa que lo desorientó un poco pero al mismo tiempo le alegró. Se levanto quejumbroso por el dolor de espalda y cuello, admirando el desastroso paisaje que lo rodeaba. Tendría que ordenar todo aquello en algún momento. Se estiró con tranquilidad, pero a los segundos un montón de recuerdos azotaron su cabeza. Contuvo con fuerza las lágrimas y se dirigió rápidamente a su habitación. Se cambió de ropa, se lavó los dientes, la cara y se peinó. Cuando ya estuvo listo, fue donde su móvil y miró la hora: 21:37. No estaba mal. Suspiró, guardó lo necesario en sus bolsillos y salió del departamento.

No tomó bus ni metro, caminó todo el recorrido hasta su destino. Sentía el aire en su rostro, escuchaba los autos pasar, miraba las luces de los postes y luego el oscuro cielo, intentaba distraerse con aquellas pequeñas cosas para no echarse a llorar allí mismo mientras caminaba.

Le tomo una media hora de camino hasta por fin llegar. Observó el lugar por fuera, estaba tal como lo recordaba. Los años parecían no transcurrir en aquella pequeña edificación, o los dueños lo cuidaban muy bien. Rubén no dudaba de aquello, pues debían mantenerlo de buena manera para que nadie sospechase algo. Cerró los ojos y suspiró. Sin más preámbulos entró a paso firme al lugar.

Todo estaba oscuro, pero poco a poco se introducía más comenzaban a llegarle las luces de decoración y la música comenzaba a aumentar de volumen. Cuando por fin estuvo dentro del lugar, vio a toda la gente bailando en la pista, la gente bebiendo, y la gente haciendo lo que él venía a hacer.

Se dirigió a uno de los sofás que por allí abundaban y se sentó, mientras miraba con detalle a toda la gente esperando encontrar a alguien en particular. Estuvo así durante unos minutos, pues no distinguía muy bien a unos de otros. Hasta que por fin lo vio. Parecía que él aún no veía a Rubén, por lo que se levantó y sonrió. El muchacho, distraído durante unos segundos, notó la presencia de Rubén. Ambos se sonrieron, y el muchacho comenzó a caminar lentamente hacia Rubén, atónito. Cuando estaban a menor distancia, frente a frente, el muchacho, casi de la misma altura que Rubén, lo miró de arriba hacia abajo sin dejar de sonreír.

- ¡Hijo de puta tanto tiempo sin verte! – Gritó eufórico, al tiempo que lo abrazaba. Rubén rió y le devolvió el abrazo.

- ¡Eh, gilipollas! – Respondió mientras le daba golpecitos en la espalda. Se separaron al cabo de unos segundos y se fueron a sentar al sofá en el que antes estaba Rubén.

- Más de cinco años sin vernos, ni una llamada, ni un mensaje. ¿Qué te pasó, gilipollas? – Preguntó mirándolo a los ojos.

- Pues tuve que dejar la... ya sabes. Estaba muy mal, muy obsesionado. Mis padres me ayudaron mucho y pues no quería volver, no quería caer en lo mismo. Pero luego de mucho tiempo aquí estoy de nuevo – Respondió, sin perder su sonrisa.

- ¿Ocurrió algo para que vinieras? – En este punto Rubén dejó de sonreír. Pero intentando disimular forzó una nueva sonrisa.

- He tenido muchos problemas últimamente, pero no quiero hablar sobre eso – El muchacho asintió, comprendiendo la situación.

- ¿Entonces vas a querer algo? – Lo miró sonriendo, esperando que respondiera con un sí. Rubén dudó por unos segundos; sabía que cometería un error, sabía de las consecuencias, pero aún así aceptó.

- Volvamos a los viejos tiempos en que nada nos importaba – Respondió con una amplia sonrisa. El muchacho se levantó de un salto.

- ¡Así se habla! Vuelvo en seguida – Dijo mientras se alejaba entre la multitud. Rubén se quedó allí solo sin dejar de sonreír.

Promise? (Rubelangel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora