Capitulo 37

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Por la mañana, Rubén despierta sin tener idea de todo lo que ha ocurrido. Toma desayuno como siempre, se ducha como siempre, y hace todo normalmente. Le manda un mensaje de buenos días a Mangel, además preguntándole cómo está, pero este no responde. Lo deja pasar, seguramente sigue durmiendo. Se pasa la mañana jugando videojuegos, y cuando se aburre comienza a ver la televisión. Revisa su móvil cada dos por tres revisando si Mangel le había respondido, pero nada. No quería ir en seguida a su departamento, así no parecería un desesperado; pero luego pensaba en si estaría llorando y necesitase de él. Meditó un rato más la idea, hasta que se convenció y fue.

Tocó la puerta varias veces, lo llamó por su nombre, siguió tocando, pero nadie salio a abrir. Pensó que podría seguir dormido, pero la idea no le convencía mucho, pues Mangel no dormía hasta tan tarde. Probó con intentar abrir girando el pomo, aunque desde antes de girarlo se sintió un estúpido, nadie deja la puerta sin llave por la noche. Aún así lo giro... y la puerta se abrió. Se quedó parado un rato, mirando confundido lo que acababa de suceder. ¿Por qué la puerta estaba abierta? Mangel nunca la deja así por la noche.

Entró cauteloso al departamento.

- ¿Mangel? – Lo llamó, pero no obtuvo respuesta. Miró detalladamente el interior; faltaban bastantes cosas, cuadros, figuras de acción, fotos, algunos libros.

Caminó hasta la habitación del pelinegro y allí la sorpresa no fue menor. El armario estaba abierto, y nada de la ropa que antes se guardaba estaba allí. Tampoco los posters, ni las demás figuras de acción, o los pocos peluches que mantenía en la repisa. Y hablando de la repisa, ya casi nada estaba allí. No habían fotos, ni cuadernos, ni nada. Tampoco estaba el ordenador, o el play. Siguió mirando el resto del pequeño departamento, no quedaba mucho, y de Mangel no había ni rastro. Revisó el lugar en donde Mangel guardaba las maletas, y ninguna de ellas estaba allí. En ese punto comenzó a preocuparse. Sacó su móvil y marcó el número de Mangel, pero tras varios intentos nadie contestó. Se fue nuevamente al salón y miró bien, en busca de algo, cualquier cosa. Hasta que por fin lo encontró, una carta encima de la mesa. Se acercó a esta y en letras grandes, al lado de la carta, había un papel que decía "Para Rubén". Extrañado, tomó la extensa carta y, con los ojos llorosos, comenzó a leerla.

"Rubén, mi amor:

Sinceramente no sé cómo empezar esto, pues las lágrimas casi ni me dejan visualizar correctamente, por lo tanto te ruego me perdones si hay alguna falta de ortografía o algo por el estilo. Seguramente te estés preguntando dónde cojones ando, por qué no estoy en el departamento, por qué faltan tantas cosas. Y es que he tenido que irme. Así de sencillo y así de complicado. Te he mentido, cariño. Nada estaba bien cuando hablé con mis padres en la cocina. Mi padre me obligó a esto, me hizo empacar mis cosas e irme con él y toda mi familia a no se dónde, pero seguramente un lugar lejos. Y he tenido que aceptar obligado, porque si no lo hacía él te haría la vida imposible a ti, y realmente no quiero eso. Mi padre tiene el suficiente poder como para destrozar a una persona sin siquiera tocarla, por eso temía de lo que podía llegar a hacerte. Por favor, perdóname. Perdóname por hacerte eso, por irme sin haberte dicho adiós, sin haberte dado un largo beso y sin decirte lo importante que eres para mí. Perdóname por ser tan cobarde de despedirme mediante una carta, y no cara a cara, pero sabía que si lo hacía de la última manera nada saldría bien, pues sé que tu no te rendirías tan fácilmente y darías la pelea con mi padre; y yo no quiero eso. Te amo muchísimo, ¿lo sabes? Muchísimo, como a nadie. Que nunca se te pase por la cabeza que hice esto para alejarme de ti, porque estarías horriblemente equivocado. Eres una de las personas más importante en mi vida, pero a veces hay que hacer sacrificios para que la otra esté bien. Y este ha sido mi sacrificio.

Enamorarme de ti ha sido una de las cosas que nunca me arrepentiré, pues me has hecho sentir tantas cosas que nunca nadie lo había logrado. Enamorarme de ti ha sido perfecto, simplemente perfecto. No sabes cuánto te extrañaré, desde ahora que escribo esto ya te estoy extrañando, pues sé que cuando la leas yo ya estaré lejos. Te amo, y en serio creo que somos la pareja perfecta, pero en el momento equivocado. Las cosas no se dieron como quisimos, y debemos aceptarlo, por más que nos duela. Y en serio esto me duele. Me duele aquí en el pecho, donde dicen que tenemos el corazón.

Promise? (Rubelangel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora