Un beso bajo las estrellas ©✓

By usernotfounted3443

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«Las estrellas siempre serán su recordatorio de que alguna vez tuvieron algo en común» Él guarda secretos. Al... More

★SINOPSIS★
★PRÓLOGO★
★CAPÍTULO 01
★CAPÍTULO 02
★CAPÍTULO 03
★CAPÍTULO 04
★CAPÍTULO 05
★CAPÍTULO 06
★CAPÍTULO 07
★CAPÍTULO 08
★CAPÍTULO 09
★CAPÍTULO 10
★CAPÍTULO 11
★CAPÍTULO 12
★CAPÍTULO 13
★CAPÍTULO 14
★CAPÍTULO 15
★CAPÍTULO 16
★CAPÍTULO 17
★CAPÍTULO 18
★CAPÍTULO 19
★CAPÍTULO 20
★CAPÍTULO 21
★CAPÍTULO 22
★CAPÍTULO 23
★CAPÍTULO 24
★CAPÍTULO 25
★CAPÍTULO 26
★CAPÍTULO 27
★CAPÍTULO 28
★CAPÍTULO 29
★CAPÍTULO 30
★CAPÍTULO 31
★CAPÍTULO 32
★CAPÍTULO 33
★CAPÍTULO 35
★CAPÍTULO 36
★CAPÍTULO 37
★CAPÍTULO 38
★CAPÍTULO 39
★CAPÍTULO 40
★CAPÍTULO 41
★FINAL
★EPÍLOGO
★EXTRA I "29 de julio"
★EXTRA II "soltar"
★EXTRA III "no existe una última estrella"

★CAPÍTULO 34

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By usernotfounted3443

"Crecemos con una idea errónea de lo que en realidad es el mundo, por eso nos decepcionamos tanto al ver lo cruel que es"

TW: ACOSO/ABUSO.

ESTELA TESSIER

"¿Crees qué las marcas qué dejaré en tu linda piel morena se verán como en la de ella, Chéri? Pienso que se verían mucho más bonitas."

Ese mensaje...

Me sentía culpable.

Culpable por callar.

Culpable por si le pasaba algo a esa chica.

Culpable por pasar otra noche llorando.

Culpable…

La presión que sentía de hablar me llevó a llamar a mi madrina, Kris. A media noche me encontraba en el baño mientras lloraba y tenía un ataque de pánico. Por la ducha brotaba agua sin compasión, aprendí que si el agua de la ducha silencia cualquiera de mis sollozos, no quería que mi mamá se diera cuenta que estaba llorando de nuevo.

Mis piernas estaban encogidas hasta mi pecho, sentada en el piso con la espalda apoyada en la pared con porcelana blanca.

—¿Por qué no llamas a la policía? —preguntó y yo tuve una respuesta automática. Tragando saliva con el teléfono en mi mano temblorosa, hablé:

—No me van a creer.

—Estela, tienes pruebas.

—No me van a creer… —susurré después de sorber por la nariz.

—Que no te hayan creído la vez pasada no determina que no te crean en esta. Estela, voy a ir la próxima semana y hablaré con Danielle.

—Lo tengo bajo control. No quiero preocupar a mamá con eso, ella está…

—¿Qué sabes si esa chica está muerta ya y pudiste haberlo evitado si llamabas a la policía? ¿Qué sabes si ese enfermo planea secuestrarte? ¿Sabes lo mucho que puedes evitar si llamas a las autoridades y lo denuncias? —sonaba exasperada, como si le hubiera agotado la paciencia—. Llevas meses callada...es un milagro que estés viva. Pensé que tú…

—¿Qué era más inteligente? Sí, yo también lo pensé.

Todo lo que dijo fue como una puñalada de esas que cargan verdad. Esa realidad que no quieres aceptar.

Mi llanto volvió a intensificarse, las lágrimas dejaban mis ojos y rodaban por mi rostro ya empapado.

—¿Tu psicóloga lo sabe? —quiso saber.

—No…si lo supiera ya hubiese llamado a la policía.

—Mierda, Estela —su tono sonaba cansado, evitando no quedarse sin control.

—El número es de Francia, si denuncio aquí las autoridades no harán nada… —traté de sonar razonable.

—Existen los números digitales.

Y colgó.

Tal vez la había irritado, hasta yo me irritaba a mí misma.

Tragué saliva antes de pararme y quedarme frente al espejo, mirándome fijamente, pareciese que tenía la mirada ida. Era un desastre de mocos, lágrimas, delineador corrido y pelo esponjado, me veía horrible. Pero no me importó si me veía mal o bien. Antes era muy superficial, cuando apenas era una adolescente buscando llamar la atención de todos, pero llegué a un punto donde no me importa ni cómo voy a la escuela.

Ir al psicólogo últimamente había sido solo un accesorio para mi vida. Sí, el año pasado avancé mucho, sin embargo ahora estoy a 20 pasos atrás de poder estar al menos como estaba el año pasado.

Decidí intentar dormir; me acosté en la cama esperando que mis ojos pesaran y se cerraran por si solos. Cada vez que cerraba los ojos, pensamientos se aglomeraban y se hacían lugar para sacarme más dudas.

Llamé a Hannah repetidas veces, ¿Qué tal si ella no estaba bien? Mi presentimiento me decía que le había pasado algo.

Y al final, contestó. Su voz sonaba ronca y entrecortada. La conversación que tuvimos duró nada más y nada menos que la eternidad de 5 segundos, no me dejó pronunciar algo más que un simple y seco "¿Estás bien?" Porque ella me interrumpió diciendo que la dejara dormir, antes de cortar la llamada en definitivo.

[...]

Parecía zombi y por lo impulsiva que de repente me puse, le acepté una salida a Hades.

Me encontraba con un espejo de mano frente a mí, intentando tapar las grandes y notables ojeras debajo de mis párpados. Eso no era todo, pues tú puedes tapar cualquier marca, pero los ojos siempre dirán lo que sientes.

Tenía los ojos irritados de tanto llorar y frotarlos con mi mano.

Diré que me dió alergia, y ya. Problema resuelto.

Qué me caiga un meteorito, por favor, estoy cansada.

Dios, mentira, soy muy joven para morir.

El cremoso corrector en barra se deslizaba con suavidad bajo mis párpados, siendo guiado por mí mano.

—¿Puedes hacerme el delineado? Por favor.

Mamá volteó a mí dirección, para encontrarme sentada en el mesón de granito beige. Ella dejó los platos que lavaba y secó sus manos con la falda que siempre se ponía para ir al trabajo. Bueno, tenía muchas faldas de ese modelo, pegadas a su cuerpo. En este caso usaba una azul marino.

Fácilmente podría hacerme yo el delineado, pero sabía que me quedaría mal.

Caminó a mí con un asentimiento de cabeza. La punta de sus tacones sonaban contra el pulido piso, cuando llegó a estar frente a mí, agarró el lápiz negro y quitó la tapa, dejando a vista la punta fina de pincel.

—¿A qué hora regresas?

—Antes de las ocho —respondí en seco con voz rasposa, bajando el espejo que sostenía para dejar mis ojos a su disposición.

Mamá comenzó a hacer el delineado e hizo un puchero débil. Sus ojos miel me miraron sabiendo que algo había pasado.

—¿Tienes alergia, cariño?

—Sí, desde ayer.

—¿Segura?

Asentí tratando de convencerla, ella ahora delineaba mi ojos izquierdo tratando de que le quedara igual al derecho.

—¿Hades y tú son novios? —cambió el tema al ver que yo no respondí lo anterior preguntado. Después de unos segundos, mamá dió pasos hacia atrás, ya había terminado lo que le pedí—. Recuerdo que mis novios me presentaban a sus familias cuando ya éramos oficiales.

—No, no somos pareja. Ya te lo hubiera dicho. —Exhalé, aliviando la tensión del ambiente. Mis manos en mi regazo jugaban con la tela suelta de mi vestido rojo fuego. Era un vestido muy bonito que mi madre diseñó especialmente para mí, desde mis pechos se ajustaba como una segunda piel a mi cuerpo, pero desde las caderas la falda tomaba vida propia. La tela carmesí rozaba un poco más abajo de la mitad de mis muslos, moviéndose con facilidad.

No llevaba tacones, descubrí que con zapatos altos me mareo más gracias a la anemia.

Ella rió entre dientes, se volteó dándome la espalda, volviendo al lavaplatos para terminar de lavar lo que faltaba.

—Claro. Ya verás que le caes muy bien a tus suegros.

—Lo dices como si Hades y yo fuéramos a durar para toda la vida o tuviéramos la oportunidad de tener algo…

Auch.

—¿No la tienen? —hizo un sonido desaprobatorio con su boca, negando con la cabeza—. Son adolescentes, les queda mucho que vivir, Estela. Deja de ser tan negativa.

—Disculpa por ser tan negativa —murmuré en sarcasmo.

—¿Qué te detiene?

Yo misma.

—Creo que… —dejé la frase incompleta.

—¿Qué crees?

—Mamá, es agotador estar con alguien que no puede ni con ella misma —dije cada palabra lentamente, procurando que ella me entendiera bien. Claro que quería algo con Hades. Quería besarlo sin tener la culpabilidad de ilusionarlo e ilusionarme a mí. Quería hacer todo eso que hacen las parejas sin pensar "no lo podemos hacer, somos amigos y los amigos no hacen eso."

Cerró el grifo y calló por al menos treinta segundos que se figuraron eternos.

—A veces las personas son correctas en un momento incorrecto —volví a hablar en susurros. ¿Cómo una frase que yo misma dije podía hacerme sentir ese vacío en el pecho?

—Y a veces las personas son correctas, pero con tiempo agotado.

Él se quedaría aquí. Y yo me iría a Francia.

No le eches más sal a la herida.

La bocina de un auto interrumpió las próximas palabras que iban a salir de la boca de la castaña. Me bajé rápido del mesón, fue suficiente solamente un pitido para que mi corazón bombeara más rápido.

—Te aviso más tarde si vengo.

Me apresuré a la puerta. El llavero que agarré del mueble con mis llaves resonó, pero fue opacado por un entonamiento de voz.

—¿"Si vienes"? ¿Planeas quedarte a dormir con él?

—No sé...quizás…

—Cuídate, linda. Te quiero. ¿Tienes vitaminas? Llevatelas por si acaso.

—Sí las tengo. ¡También te quiero! —vociferé abriendo la puerta.

Un carro negro del cual no sabía marca o modelo, se presentó a mi vista, el sol radiaba con intensidad contra el metalizado del tinte oscuro. Al frente de mi casa se encontraba él en ese auto. Hades abrió la puerta y salió del vehículo.

Mis piernas comenzaron a moverse a su dirección y pensé:

¿Qué mierda estoy haciendo?

A mí nada más se me ocurre aceptar una salida en estas circunstancias.

Hades recorrió mi cuerpo con tan solo su mirada mientras yo me acercaba a él. Al final se detuvo en mis pies y volvió la vista a mi rostro, notándose una clara sonrisa de boca cerrada.

Las cosquillas en mi estómago se potenciaron, pero no eran de enamorada, simplemente eran nervios.

Y no nervios por estar con él, eran nervios por hacer algo mal frente a sus padres.

«—Le vas a caer bien, no pienses tanto—»Me dije a mi misma.

—Primera vez que te veo con algo rojo —comenzó su frase—. Deberías usarlo más seguido, te queda bien.

Ya al frente de él, le di un golpecito leve en su hombro y sonreí. No pude diferenciar si lo decía en broma o era en serio.

—Quizás eres ciego y no te das cuenta de que he usado mucho rojo cuando estoy contigo.

Hades vaciló antes de responder, como si pensara y la sonrisa se desvaneció. Se inclinó sobre sí mismo para acercar su boca a mí oído como si de un secreto se tratase. De inmediato su aliento abanicó mi mejilla derecha.

—La verdad es que no sabía cómo iniciar la conversación y eso fue lo primero que salió —admitió. Aún sin quitarse, su cabello rozó mi rostro al mover sus labios resecos a mi mejilla para dejar un beso corto y suave, contenía mucha ternura y coquetería a la vez —. Pero cualquier color te queda bien. —Finalmente se alejó y retomó la postura.

Blanquee los ojos sin mala intención, después busqué su mirada penetrante que por el sol el verde de su iris se veía como una mezcla entre múltiples tonos de verdes claros.

Su mirada transmitía tanta tranquilidad.

Y es gracioso, pues antes decía que su mirada solo decía "soy el mejor del mundo, no me miren".

Hades metió ambas manos en los dos bolsillos de su pantalón negro. De camisa llevaba una sudadera verde militar enroscada hasta los codos.

Apreté mis labios en una línea.

—Nunca sabes cómo iniciar una conversación.

Eso era verdad.

—Cualquiera frente a ti se quedaría sin palabras, Estela.

La forma en que dijo cada palabra, tan sereno. Parecía que él se había acostumbrado a decirme cosas lindas, Hades se había acostumbrado a decirme halagos para que mi corazón latiera más rápido por él. No eran de esos halagos de labia barata, eran unos que con tan solo mirarle sabes que no estaba mintiendo ni tenía la intención de ilusionarme.

Hades se volteó al no recibir respuesta de mi parte. Entreabrí los labios y crucé los brazos sobre mi pecho.

Me hizo una seña y no hice nada, absolutamente nada.

—¿No vas a venir? —Hades hizo un ademán para que me acercara, y ahí me acerqué—. Yo siendo amable con usted, y me ignora. Señorita antipática.

Más idiota no podía ser por los nervios.

Sacudí mi cabeza a los costados y fingí estar ofendida por ese "antipática."

—No soy antipática, señor Edevane. —Una de mis manos fue a su pecho y lo empujé un poco al ver como trataba de acercarse más. Entré por la puerta ya abierta, directo al asiento de cuero sintético color blanco. Le di un último vistazo lento—. Igual, antipática o empática, le gusto de las dos formas.

Cerré la puerta procurando que no sonara tan fuerte, con cosas ajenas siempre tenía cuidado. Me acomodé en el asiento esperando que Hades rodeara el auto y entrara. Bajé el tapasol sin dudar ni un segundo, los rayos iban directos a mis ojos.

Los ojos azules podían ser muy lindos, pero la desventaja es que eran sensibles a cada tipo de luz fuerte.

Hades arrancó después de subirse, salió de la residencia a una velocidad regular y en ese corto camino yo iba cambiando de música, frustrada por no conseguir ninguna en el reproductor del carro.

Mi expresión se convirtió en un puchero como cuando era pequeña, quería dulces y no me los daban.

—¿No tienes ninguna de The neighbourhood? —Bufé cuando pasé tres canciones y ninguna era de The neighbourhood—. ¡Hombre sin cultura!

O él vivía bajo una roca, o yo estaba demasiado obsesionada con esa banda que quería que todos la escucharan.

Vamos a quedarnos con la primera opción.

Hades mordió su labio inferior y arrugó sus cejas sin apartar la mirada de al frente, bastante concentrado siguió conduciendo y su dedo índice fue al botón del reproductor.

—¿Cómo no voy a tener música de mi banda favorita, Tessier? —Siguió apretando el botón rápidamente, demasiado rápido—. ¿Quién en su sano juicio no escucha The neighbourhood?

Aparte de linda persona, tiene buenos gustos. Joder.

¿No era que de estos se encontraban sólo en los libros?

—Pon Cry baby —ordené esperando que obedeciera.

—No.

Giré mi cabeza para mirarlo, encontrándome con su perfil.

—¿Scary love?

—No.

—¿Sweater weather?

—Que no —masculló pareciendo que estaba por mostrarme la mejor canción del universo. Me observó de reojo con esa sonrisa lobuna típica en él—. Escucha y disfruta.

Reflections.

Ah, había escuchado esa canción pero solo porque mi playlist estaba en aleatorio. Y cuando la escuché, no lo hice con la intención de disfrutarla o analizarla.

La música invadió mis oídos y presté atención a la letra. Como siempre: The neighbourhood haciendo arte.

—La tengo en una playlist que me recuerda a ti.

—¿Una playlist que te recuerda a mí? —repliqué sus palabras pero en pregunta. Impactada escuché su risita nerviosa, y mis mejillas iban cubriéndose por el tono carmesí.

—Es una playlist donde hay canciones que me recuerdan a ti o hemos escuchado juntos —explicó sin enredarse tanto—. Después te la envío.

Crucé mis piernas y me removí en el asiento antes de mirar a la ventana y ocultar la sonrisa que bailaba en mis labios. Puede parecer poco, pero me fascinaba cuando alguien decía "esta canción me recuerda a ti".

—Tienes buenos gustos.

—Claro que los tengo —dijo y en sus labios danzó una sonrisa torcida—. Por algo me fijé en ti.

Tráiganme una coca que se me bajó la presión.

¿Este es el momento donde me doy de baja, no?

El trayecto se me hizo relativamente corto, aunque su casa quedaba casi al frente de mi residencia, el tiempo con él se me pasaba rápido. Hades estacionó el carro en el estacionamiento de una casa, la de su familia.

Era una casa hermosa, de dos pisos y se veía bastante grande y elegante. El porche tenía un pequeño jardín similar al de las demás casas del vecindario. Los colores neutros eran los que dominaban la primera vista a la casa y un azul eléctrico se llevaba mi atención en los pequeños detalles.

En el garaje había dos carros, contando en donde Hades me trajo, más una camioneta plateada.

¿Qué se suponía que debía hacer ahora? Esperé a que Hades bajara primero y me abriera la puerta después a mí, lo cual hizo. Él tomó mi mano y caminamos hasta la puerta blanca que le daba entrada al interior.

—Créeme, yo estoy más nervioso que tú —musitó inclinándose a mí.

—No lo creo. ¿Por qué estarías nervioso? Son tus padres.

Hades puso su mano en la manilla metálica y tiró de ella para que se abriera. Me dejó entrar a mí primero y de inmediato un aroma exquisito de comida invadió mis fosas nasales. Olía como a comida gourmet, de esas que sirven en los restaurantes.

Según lo que sabía, el padre de Hades tenía empresas, eso explica el porqué la casa era tan linda. Cada detalle se llevaba mi atención como si nunca hubiera estado en una casa. Pero no era que estuviera impresionada, solo estaba ansiosa.

Hades se posicionó a mi lado sin soltar mi mano y me guío hasta la cocina, pasamos por la sala de muebles blancos, por el comedor y llegamos a la cocina donde su madre residía y también, una chica pelirroja bajita.

Ellas conversaban sentadas en sillas por el mesón, hasta que la señora pelinegra que aparentaba ser cuarentona, levantó la mirada hacia nosotros, o hacia mí.

La pelirroja volteó sobre su hombro para mirarnos y la madre de Hades se apresuró en acercarse con una sonrisa de boca cerrada.

Me imagino a las personitas en mi cabeza corriendo de un lado a otro, así como en intensamente.

—Hasta que al fin te conozco. —Se detuvo al frente de mí y yo le di una sonrisa pequeña—. Tanto que he escuchado de ti.

Extendió su mano y yo la estreché. Realmente temía porque mi mano estuviera sudada.

Era una mujer muy elegante y bonita, ya veo de dónde Hades sacó tan buenos genes. Sus características físicas eran similares «por no decir igual» a las de Hades, y también se parecía mucho a Hela.

—Estela —me presenté soltando su mano—. Me llamo Estela.

—Lo sé. —Le dio un vistazo rápido a su hijo y volvió a mí—. Hades ya me lo ha dicho.

¿Qué podría salir mal? Se veía buena persona.

La pelirroja se acercó, pero no me vio de más, solo se dirigió a Hades para murmurar algo que no entendí. Solté la mano de él cuando se alejó un poco para escuchar bien a la chica.

—¿Cómo puedo decirle?

—Señora Rossie, o simplemente Rossie —asentí a sus palabras, ella se relamió los labios—. ¿Te gusta el pavo? —volví a asentir—, hice pavo. Iré a ver cómo está.

Se volteó sobre sus tacones de punta fina y fue a lo que dijo: Ver el pavo al horno.

Miré de reojo y quise saludarla, solo que mi cabeza se bloqueó y no pude decir siquiera un "Hola".

—¿Warum hast du mir nicht gesagt, dass du kommst? —dijo con toda libertad ella, al fin y al cabo yo no la entendía ni pío.

Ich habe nicht erwartet, dass Sie hier sind.

—Hola —robó mi atención y lo primero que pensé fue: ¿Cómo algunas personas tienen la fortuna de tener una voz tan linda?—. Me llamo Jennie. —Ahora se encontraba al frente de mí.

El cabello rojizo le rozaba la mandíbula y el flequillo las cejas, su rostro redondo era decorado por pecas naturales y sus ojos marrones eran tan profundos que podrías perderte en ellos. El jean que llevaba se adhería con facilidad a sus muslos anchos, al igual que sus caderas. Tenía una cintura envidiable que quedaba expuesta gracias al top rojo. Era muy bonita.

Traté de pronunciar algo pero nada salió, y ahí fue donde Hades habló:

—Se llama Estela. El gato le comió la lengua y ya no puede hablar —bromeó, pero yo solo me dediqué a reír un poco.

De seguro me veía estúpida riéndome sola.

Jennie entrecerró los ojos con humor y se le achinaron, ocultando una sonrisa de ironía.

—El gato se supone que eres tú, ¿No?

Bien, y eso fue como decir: La besaste tanto que le comiste hasta el alma.

Pero qué chistes, Jennie.

—Eso fue… —en ese proceso de pensar en qué decir, llegué a la conclusión de que era mejor no decir nada—. Nada, nada.

—¿Están saliendo? Bueno, si estuvieran saliendo ya Hades me lo hubiera dicho.

—Sé guardarme las cosas, aunque no lo creas —se excusó él.

—¿Por qué querrías ocultar que estás saliendo con ella? —esta vez añadió un tono de burla. Se trataban como si fueran hermanos.

—Porque quizás Estela no quiere que lo revele.

La orbes marrón de Jennie se posó en mi y a pesar de que ella era mucho más bajita, me sentí un poco presionada.

—Adiós —murmuró Hades entre dientes mirando a Jennie y me agarró de las caderas delicadamente, sin presionar mucho—. Disculpa si te sentiste incomoda —dijo a mi oído tras de mí, poco después de alejarnos, y acercarnos a la cocina.

Sacudí mi cabeza negando. No me había sentido incómoda en sí, seguro esa presión que sentía era por todo lo que pasó en la noche.

—¿Te quedarás a dormir, linda? —preguntó Rossie sosteniendo la bandeja con un pavo que se veía muy bueno. Ella dejó la bandeja sobre el mesón negro y me dediqué a ver el humo que soltaba aquel pavo.

—Vino a conocerte, no a mudarse, mamá.

—¿Segura qué Hades y tú concuerdan? —soltó eso con una mueca de extrañación en su rostro. Lo que dijo me hizo confundir—. Tú te ves tan...diferente a él.

—¿Diferente en buena o mala manera? —quería saber a qué se refería.

—En buena, linda. Me agradas mucho. —Mi mirada se unió a la de ella y ella miró a Hades con una sonrisa escondida, causando que las arrugas en sus párpados se notarán con facilidad—. Ya sabía que mi hijo tenía buenos gustos.

Al menos sabemos que le agrado, por el momento. Bien.

—Mamá… —masculló y por lo que denotaba su cara, pareciese que lo hubieran expuesto.

—¿Qué? Tampoco se trata de mentir para convivir. Aquí los tres —nos señaló simultáneamente, incluyéndose—. Sabemos que Estela te…

La interrumpió, aunque ya yo sabía lo que iba a decir.

—¿Viste eso en un meme de Facebook?

Hades habló con una seriedad que me hizo querer reír a carcajadas, conteniéndome me mordí el labio inferior y volteé sobre mi hombro a mirarlo.

—Es amargado por nacimiento.

—Claro, claro. Se sabe —reí por lo bajo.

Realmente esperé que esto fuera diferente, así como en los libros que la familia del protagonista odia a la chica y...amor prohibido murmuran por las calles. Voy a dejar el dramatismo, ya entiendo por qué Hades me decía "Francesa dramática."

Nah, no soy dramática.

—Siéntate en el comedor —indicó con su dedo índice—. Serviré la comida.

Ella se volteó a buscar unos platos de porcelana y miré a Hades esperando que él me guiara al comedor.

—¿No vamos a…?

—Ve tú, ayudaré a servir la comida.

La única opción que me quedó fue obedecer, y con piernas gelatinosas y toda la pena del mundo, fui al comedor y tomé asiento. No me gustaba estar sin compañía al lado en una casa que acababa de conocer.

Por estar viendo hacia el suelo no me di cuenta de quién yacía sentado.

El padre de Hades.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo y mi sistema nervioso quedó pasmado. Lo reconocí solamente por haberlo visto en el retrato de Hades y Hela bebés. Eso sí, estaba muy cambiado.

Tenía una expresión dura que se ablandó cuando levanté la mirada y me senté, sí me senté...bastante alejada de él. El cabello castaño mezclado con canas por la edad lo tenía peinado hacia atrás perfectamente. Su atuendo consistía de un traje color azul muy oscuro, se podría confundir con negro, algo sutil pero elegante.

—Buenos días, señor.

Una de sus cejas se levantó y dejó escapar una risa que envió electricidad a través de todo mi cuerpo, dejándolo frío.

—Buenas tardes querrás decir, señorita Tessier —por primera vez escuché su voz, era grave con un tono calmado.

—Sí, buenas tardes, señor Edevane —murmuré esperando que no respondiera.

En ese instante sentí una desesperada necesidad de que Hades apareciera sentando a mi lado. Sin evitarlo mi vista se desvió a la puerta de vidrio, a través de ella se podía ver a Hades y su mamá sirviendo la comida en platos en la cocina.

No me gustaba estar sola con un hombre mayor que yo, y que recién conozco.

—¿Cuántos años tienes? —interrogó.

Me aclaré la garganta tratando de encontrar mi voz.

—17, en unos meses cumpliré 18.

—¿Cuándo cumples 18?

—29 de Julio.

—Falta poco. ¿Usted es francesa, no?

Parecía que me estaba haciendo un cuestionario.

Su iris café clavada en mí esperó a que una respuesta coherente dejara mis labios. Y en el momento que abrí mi boca para hablar, Hades llegó con dos platos llenos de comida, los cuales colocó en la mesa, uno al frente de mí y otro en el lugar donde él iba a comer, a mi lado.

Se sentó y le dirigió una mirada a su padre, era una mirada neutra como si calculara la situación.

—Ella es Estela y…

—Ya la conozco, hijo.

Hades dio un asentimiento de cabeza y ahora me miraba a mí. Era ese tipo de miradas que preguntaban "¿Todo bien?", Le respondí con una simple sonrisa de labios pegados.

La señora Rossie llegó con los dos platos que faltaban y los puso en la mesa de madera negra donde íbamos a comer, uno para su esposo y otro para ella. Rossie se sentó al lado del hombre barbudo, al frente de mí y Hades.

—Espero te guste la comida, querida —el tono cálido que emanaba la voz dulce de Rossie me hizo sentir mejor.

—Seguro que sí —respondí detallando la comida. Se veía todo muy saludable, ensalada, pavo, y papas al horno.

—Mhm, yo la hice —fijó la mirada en su madre—. No te des todos los créditos.

Corté el primer pedazo de pavo con los cubiertos y pensé mucho antes de meterlo a mí boca.

—¿No tienes hambre, Estela? Sí no quieres no comas, linda.

—No se preocupe, si voy a comer… —o eso quería.

Un silencio incómodo invadió el comedor, haciendo que lo único que se escuchara fueran los cubiertos de metal cortando y chocando contra la porcelana.

Un pesado suspiro se notó y después el señor habló:

—¿Piensan tener hijos en el futuro? —La naturalidad en qué preguntó aquello me sorprendió, y me atraganté con el pavo.

Tosí y Hades pasó una de sus manos por mi espalda, dando pequeñas palmaditas.

Al mirar la cara de Hades y Rossie, pude ver que no era la única afectada por la pregunta. Hades tenía los ojos abiertos mirando a su padre directamente, y Rossie también lo miraba a él.

Tenía crisis existenciales todas las noches, no voy a estar pensando en si quiero hijos o no.

—Creo que están muy jóvenes para pensar en si van a tener hijos o no, Hedgar.

El papá de Hades, al que ahora descubrí que se llamaba Hedgar, miró a su esposa con desaprobación, su rostro decía que lo que había dicho su esposa estaba completamente mal.

—Yo a su edad ya estaba pensando en casarme contigo, Rossie. No es excusa.

—Los tiempos cambian —dijo Hades—. Que tú te hayas casado a los 18 no significa que Estela lo haga también.

—Sí, además que Hades y yo somos amigos —murmuré mirando al mencionado.

El señor Hedgar masajeó su sien como si hubiese perdido la paciencia y metió una cucharada de ensalada a su boca. Yo seguía procesando cada palabra que pronunció.

Señor, ahorita lo que menos quiero son hijos.

—¿Ya han tenido relaciones sexuales ustedes?

Y otra vez, retuve el aire en mis pulmones.

De Hades se escuchó un sonido desaprobatorio con la boca, mientras que yo bajé la mirada por la pregunta. La sexualidad era algo de lo que debíamos hablar sin tabúes, pero en éste caso era diferente. Cada músculo de mi cuerpo se tensó por la incomodidad.

—Somos amigos, papá.

—Existen amigos con derechos, hijo. —Soltó una libre y fuerte carcajada. El metal de sus cubiertos chillaron al dejarlos caer sobre su plato—. Tu madre y yo también éramos amigos con derechos.

—Hedgar… —la mujer a su lado se quejó.

—¿Qué? Solo estoy preguntando, Rossie. Tengo derecho a conocer bien a Estela. Por cierto es una jovencita muy linda, Hades eligió a una buena muñeca.

Apreté el mango del cuchillo, los nudillos se me tornaron a un tono pálido

—¿Muñeca? ¿Cómo si fuera un juguete? —Quizás yo había malinterpretado su frase, puede que yo le sacaba lo malo a todo, pero en realidad sí lo entendí así—. Señor, yo no soy muñeca de nadie. Disculpe si siente que le falté el respeto con mi respuesta —levanté la mirada a él—, pero se interpreta de una forma que…

—Déjelo así, seguro malinterpretó lo que quería decir —dijo en conjunto una sonrisa que se esforzó por verse amable, sin embargo a mí me parecía otra cosa.

Asentí tragando todas esas palabras que quise decirle en ese momento. Sí, podía ser muy respetuosa, pero no me importaba decir lo que pensaba.

Estoy segura que entendí muy bien a qué se refería.

Opté por callarme y comer tranquila, no quería hacer un drama ni hablar de más. Preferí dejarlo así, y creí que él también. Rossie alivió la tensión hablando de cosas como en donde Hades y yo nos conocimos, en esas pequeñas conversaciones notaba las miradas que Hedgar me daba, yo trataba de evitarlas.

—¿Su madre la deja ponerse vestidos tan cortos, Estela? —y volvió con sus preguntitas.

—No le veo nada malo a su vestido, Hedgar —respondió de manera fuerte y decidida Rossie.

—Yo lo veo corto, ¿No piensa en que los hombres por la calle la mirarán y se imaginarán cosas indecentes con usted?

Hades me quitó las palabras de la boca, respondiéndole sin guardarse nada.

—Una falda no es una invitación. Si los hombres que la ven no pueden controlar sus pensamientos es culpa de ellos, no de ella.

Sonaba irritado. Y yo lo estaba más, pero trataba de mantener mi calma intacta.

—Le pregunté a Estela, no a ustedes.

Todos me miraron.

—Hedgar, silencio. Coman tranquilos.

Y esta vez no me quedé callada, necesitaba decirlo.

—¿Pensamientos así como los que usted, señor Edevane, tiene de mí? —ladeé la cabeza a un costado—. Pues por esas miradas que me da parece que nunca ha visto a una mujer usando escote ni falda corta. ¿Sabe lo asqueroso qué es mirar a una menor de edad así...? No importa si soy menor de edad, eso no le da derecho a observarme de la manera en que lo hace.

Hedgar suspiró cansado. Será que todo lo que dije le entró por un oído y le salió por el otro, pues volvió a mirar mi escote y después subió la mirada a mí rostro.

—Después se quejan de porqué las violan.

Eso fue suficiente para agotar mi paciencia.

Sus palabras fueron como una espada que atravesó mi pecho y golpeó mi punto débil hasta destruirlo. Los ojos se me nublaron de lágrimas, pero no, no iba a darle el gusto de verme llorar por sus palabras.

La mano de Hades tomó la mía sobre la mesa y yo quité la mía de inmediato, murmuró algunas palabras que no pude escuchar, mi sentido auditivo se agotó.

—Claro, porque su lógica es que si una mujer es violada es culpa de la misma, por lo que llevaba vestida…Que asquerosa su manera de pensar, señor. —Eché la silla hacia atrás y me levanté con cada parte de mí temblando—. Qué pena por usted que no puede controlar sus pensamientos respecto a la chica que su hijo trajo para presentarla —mi voz tembló, pero el coraje que tenía acumulado no dejó que me silenciara—. Por personas como usted las mujeres no pueden salir a las calles tranquilas, porque, después de todo, según su lógica..., es su culpa que las violen y sean acosadas ¿No? porque el hombre no pudo guardarse las ganas que tenía de follar y por eso tenían que arruinar la vida a una mujer que nunca quiso eso...Por enfermos como usted muchas mujeres se callaron, no les creyeron, y muchas ahora están muertas...muchas de ellas fueron silenciadas permanentemente. Y seguro usted no va a cambiar su manera de pensar por lo que dije. Jodase —esa última palabra la dije con desprecio, con asco a todo lo que él dijo.

Me sorprendió el hecho de que no inmutó.

—Te hubieras conseguido a una más calladita, Hades —le dirigió la mirada a él, y luego me dio una a mí como si yo fuera un pedazo de basura que no vale nada—. Esta se ve que es una zorra.

—¿No puedes por primera vez en tu vida tratar bien a alguien? —se levantó de la silla enojado y lo señaló de manera sutil con el mismo sentimiento—. Eres…un asco de persona.

Hades se acercó a mí y me agarró del brazo gentilmente. En mi estado de shock él comenzó a caminar, llevándome hacia las escaleras para subirlas.

—¡Hades! —Hedgar lo llamó con ira, pero para Hades fue un simple silbido que no valía nada.

Nos detuvimos en su cuarto, entramos y los llamados furiosos de su padre fueron amortiguados por la puerta y el alejamiento. Hades se paró frente a mí y tomó mi rostro entre sus manos, juntó nuestras frentes y mis ojos afectados por las ganas de llorar, lo miraron.

—Estela, disculpa por…

—No fue tu culpa —le tranquilicé. En verdad no lo había sido—. No lo fue…

Era increíble cómo su padre había podido destruir la capa de protección que esa parte sensible de mí mantenía. Sus palabras fueron una arma filosa que no tuvo miedo a utilizar. Y de verdad sentía pena por él, por el asco de persona que era.

Hades dejó un beso corto en mi frente y me abrazó, enterré mi rostro en su cuello buscando la manera de callar mis sollozos. Me estremecí en sus brazos, y exploté en llanto.

No conté los minutos ni estuve consciente de cuánto tiempo estuvimos abrazados mientras yo lloraba y decía todo lo que en ese momento no dije.

Solo sabía que Hades siempre estuvo allí.

Allí conmigo.

A todas las chicas que en algún momento han sufrido de abuso/acoso: lamento todo lo que tuvieron que pasar, admiro su fortaleza y si aún no se ha hecho justicia, espero que algún día se haga. Las quiero. 💜

¡Hola! ¿Cómo están?

¿Qué les pareció el capítulo?

Aquí las personas que odian al padre de Hades>>

Estela no merecía escuchar todo lo que el padre de Hades dijo de ella, mi nena:(

¡Gracias por leer!

Modo: una montaña de emociones porque el libro se acaba en 6 caps...

Ig: sophsvc

Nos leemos pronto<3

Soph.

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