ALCOHOL | KIM SEOK JIN.

By asiawet

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LIBRO UNO. "-Sabes bien que nadie te hace sentir como yo." ©️asiawet. 2018.10. no copia o adaptación sin mi... More

서론.
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By asiawet

Justamente un mes había pasado desde que había ofrecido que Seo Soojin fuera mi acompañante, a pesar de que no necesitaba compañía.

Lejos de querer ocultar mi incertidumbre por lo cercana que se había vuelto en mi espacio, la rutina que habíamos creado no me sentaba tan mal como había predicho; Soojin, de hecho, era una persona interesante.

Sobre todo, cuando se emborrachaba.

Había comprendido que la máscara de altanería que llevaba no era más que el producto de su propia inseguridad cuando se trataba de su estilo de vida. En efecto, me era satisfactorio saber que desde que la había visto la primera vez había vista detrás de aquella faceta, pues, ahora, aquello me daba el permiso de poder verla como quisiese. Por ende, a pesar de que había pasado tiempo con ella en demasía aún mantenía mi moral en el cual dictaba que Soojin no era mucho más de lo que presentaba a los demás. Era insulsa y retraída, así como predecible desde su forma de pensar hasta su forma de vestir.

Dentro del mes en el que había presentado mi presencia hacia la de ella, decidió por compartir conmigo los martes y los jueves. Sobre esto, el estilo de ropa que traía iba en repetición aquellos dos días: leggings y una blusa de tonalidad beige que no acentuaba nada su físico pero que me era de ayuda en no caer en mi naturaleza sexual. Y, aún más, contribuía en observar a su ser como alguien cualquiera a comparación a lo que realmente era: una mujer con la cual compartía alcohol cuatro horas a la semana.

Mi versión sobre su individualidad no se detenía en lo sencillo que era el retraerme de qué atractiva me parecía, sin embargo. Ni siquiera en sus pensamientos o en las opiniones que tenía sobre el jazz, la prostitución o su comida preferida. Más bien, me regocijaba saber que tenía control sobre ella debido a lo bien que la conocía.

Aquello me gratificaba en saber que, si llegaba a cometer un error, la podría hundir conmigo y no lo contrario.

No obstante, en mi desasosiego de observar la ventana mientras me permitía pensar en su persona (y mantenía una sagaz sonrisa en mi rostro), me vi ser empujado de vuelta al comienzo de nuestra relación (si eso podía llamarse) cuando su nombre se iluminó en mi celular el cual vibraba avisando su llamada; porque era un miércoles por la tarde y ella no solía llamarme fuera de su establecido horario.

Y, a pesar de que la había visto anoche, recorrió en mi cabeza que no me parecía una mala idea verla dos noches seguidas como ella propuso una vez tomé la llamada.

A pesar de que no me esperaba tal pregunta de su parte, así como no esperaba a nadie en mi hogar, no conseguí preocuparme por cómo este se veía: me consideraba una persona limpia y organizada. Esto se mostraba en mi reluciente espacio, donde tomé asiento de cara a la puerta de entrada y donde liberé un sonoro suspiro antes de estirarme a la botella de ron, para mí, y la botella de vodka, para ella, en plan de preparar los tragos, como siempre hacía. No obstante, aquella fue la primera y única vez que llegué a arrepentirme de haber puesto el alcohol de manera visible, debido a que, una vez alcancé la puerta para invitar a la peli-negra dentro de mi hogar, pude discernir la cantidad de alcohol que corría por sus venas en la manera en que sus pupilas se posicionaron sobre las mías.

Y, a diferencia de la limpia presentación de mi apartamento, ella tenía una mirada machada en impureza.

No dijo palabra alguna cuando se hizo paso, inconstante y tambaleado, en dirección hacia el sofá que tanto le fascinaba para dejarse caer en este con una mueca de sorna en su rostro. Supe porqué de inmediato, cuando localizó el Absolut en la mesa, como lo había dejado, y liberó una sonora carcajada antes de volver a encontrar a mi persona, aún de pie en la entrada. Me era difícil entender lo que estaba observando, debido a que no era propio de ella en lo absoluto (o eso quería decirme): a comparación con las veces en que podía ver un cambio de personalidad debido al alcohol, me hallé observándola como si fuese una extraña en mi casa. Las veces en que se embriagaba, su persona cambiaba de callada a parlante, así como más sonriente y segura de sí misma. Contrastando esto, sin embargo, ahora había una Soojin que mostraba un gesto pícaro en su rostro acalorado y sus mejillas sonrosadas debido a las bebidas que habían pasado por su garganta.

De todos modos, tuve que salir de mi estado confuso cuando la observé llevar su mano hacia la botella.

- ¿Qué haces? -mascullando, cerré la puerta detrás de mi antes de empezar a dirigirme a su encuentro, sintiendo una ligera fruición en cómo, subconsciente, obedeció a mi reprimenda al dejar su mano al aire ante mi voz. Encontrando sus nudillos contra la palma de mi mano, la obligué a ponerse en pie, atinado en qué tanto había bebido cuando pude oler el ligero sudor que emanaba de su cuerpo cargando de un olor a licor. Así mismo, pude confirmar que su persona no estaba en sus cabales cuando la mirada ruin y vil que mantenía en sus orbes no desapareció con mi cercanía.

¿En qué estaba pensado?

Aún peor, supe que no fue una decisión inteligente el acercarme tanto a ella cuando, de manera lenta, sus nudillos se encontraron apoyados contra mi pecho antes de hacerse paso hacia mi nuca para entrelazarse en mi cuello. Porque la manera en que su calor corporal se manifestó en mi cuerpo consiguió hacerme sentir como si estuviese embriagándome. En efecto, su aliento se sintió como un trago de mi ron preferido.

- ¿Por qué no quiere tener sexo conmigo, Señor Seok?

El colmo de mi restricción a su persona ocurrió cuando la pregunta salió susurrada, baja y de índice seductor en dirección a mi rostro. Y, como si fuera poco, su cuerpo, con toda la intención macabra de hacerme sentir débil, se apoyó contra mi al punto en que pude sentir sus senos apoyados contra mi pecho y, para rematar, estos se encontrando estremecidos.

Lo peor ocurrió cuando no quise moverme.

La apariencia de la mujer, con los ojos vidriosos y los labios ensalivados, consiguió hacerme entender por qué había querido evitar con tanto ímpetu que se acercara a mi persona. Sin embargo, lo que provocó que en mi no hubiese ningún pensamiento secundario o sentido común fue cuando sus manos se hicieron camino hacia mis pómulos y en mi aconteció un miedo a lo que pasaría si sus labios llegaran a juntarse con los míos.

Necesitaba un trago.

Logrando desencadenar mis lujuriosos pensamientos de su habla seductora, desvié la mirada hacia la mesa en donde había logrado servirme un poco del ron que mi garganta comenzaba a necesitar. Así mismo, sujetando su cintura, conseguí que volviera a tomar asiento en el sofá mientras que me encargaba de saciar una de las necesidades que anticipaba mi cuerpo. Y, así mismo, sintiendo el líquido del alcohol quemar mi esófago, me atreví a mirarla otra vez.

No sabía cómo responder a su pregunta, a pesar de que me parecía lo más injusto que pudiese haberme preguntado. Y, cómo se atrevía a mirarme como si quisiese que la tomara allí mismo, cuando en mi no podía caber el deseo de saciar mi carnalidad con ella: porque eso me había prometido. No obstante, lejos de mi sentimiento egoísta e incauto (debido a que si me había preguntado aquello era porque había hecho un buen trabajo en esconder mi apetito sexual), parecía que se estaba ofreciendo a alimentar mi codicia y, joder, llegó a parecerme una estupenda idea.

- Seok... -no acaparé la manera en que su tono había cambiado, como si se hubiese dado cuenta de la gravedad de pregunta que había hecho, pues, sirviéndome otro trago en el vaso encontré sus ojos antes de hablar.

- Recuéstate.

Como si de alguna prueba se tratase, sus ojos cambiaron de una energía traviesa a un aura un poco asustada. De todos modos, aquello me pareció aún más como una invitación a comprobar qué tan lejos su acto llegaría una vez estuviese sobre ella. Así que, así mismo, luego de haber asentado el líquido una vez más en mi hígado, alcancé las esquinas del suéter que vestía y, como si fuera mi turno de ponerla a prueba, retiré la prenda de mi cuerpo a la vez en que me giraba a su encuentro.

Y, de manera paulatina, me dejó confirmar qué tanto poder tenía el alcohol así como mi persona sobre ella, cuando, obedeciendo, dejó caer su cuerpo sobre el sofá.

No tenía mucho que pensarme, siendo lo suficiente galante cuando de suplir la necesidad de mi libido trataba, puesto a que, a pesar de lo mucho que despreciaba la personalidad tan insulsa de Soojin, me convenía alimentar su ego para engrandecer el mío.

No supe el error que iba a cometer, sin embargo cuando, sobre su cuerpo, tal y como predije, ella deshizo el zipper del abrigo que llevaba puesto y caí en cuenta de que no llevaba sostén: como si lo hubiese planeado. Deteniéndome, arriesgando lastimar a mi ego en cómo me hallaba estupefacto hacia mi descubrimiento, sentí mi pene comenzar a palpitar a la vez en que veía sus senos brincar mientras ella terminaba de remover la prenda.

Si cerraba los ojos, tal vez, ella no podría ver lo mucho que su cuerpo me estimulaba.

- Cierra los ojos -susurré, haciendo caso a mi trémula hombría pues cuando sus cejas se fruncieron, sentí que cavaba mi propia tumba cuando la escuché negarse. Lo que consiguió que me arrepintiera de querer tener un porte rígido y controlador a sus ojos fue cuando amagué a alcanzar su rostro y sus pezones rozaron contra mi piel.

Y aquello me puso en una posición vulnerable cuando, viéndome tan de cerca, ella comprendió que podía tener el mismo poder que yo tenía sobre ella, sobre mi.

Sus piernas se enrollaron alrededor de mis caderas ocasionando que mi cuerpo cayera contra el suyo, así como mi palpitante bulto encontró su entrepierna como si de un rompecabezas se tratara. Y, finalmente, sus labios hubiesen acaparado los míos si no fuese porque encontré soporte sobre mis antebrazos.

Lo que evidencié, sin embargo, logró que me sintiese mejor sobre mi incrementado deseo siendo visible a sus ojos. Debido a que, con la voz entrecortada, dejó a quemar la última oportunidad de auto-respeto que tenía ante los míos:

- Por favor, fólleme...

Fue entonces cuando mi fuerza de voluntad volvió hacerse presente, burlándose de cómo estuve a punto de caer en las garras de una mujer que, mientras antes la hallaba común, comprendí que era más pérfida que mi propia persona. Así, me liberé de su caliente agarre, viendo cómo sus ojos dejaban ver una reacción sobria a lo que había revelado para mi. Y, dejándola sentarse sobre sí, a la vez que dejaba que creyese que no tenía control sobre mí, me dejé saber en el sillón separado de donde se hallaba, con una sonrisa y una sensación ansiosa en mi pecho.

Porque había estado por dimitir.

- Lo pensaré -fue lo único que dije.

Porque ella comenzaba a gustarme más que el alcohol.
















a ver, será que seokjin va a dejarse hacer por soojin ?? e.e

feliz fin de semana,
- ema.

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