Grown up (Camren Gip)

By helensalaz2

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Cuando me encontré por primera vez con Lauren Jauregui, no tenía ni idea de quién era... bueno, aparte de lo... More

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Capitulo final 💗💗
Epílogo

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By helensalaz2

Camila

Nos sentamos en el suelo en la sala de estar comiendo comida china.

Cuando fui a poner la mesa, Lauren volvió a poner los platos en el gabinete y llevó la bolsa a la sala de estar. Luego sacó la mesa de café para dejar espacio para que nos sentáramos y tiró dos almohadas en el suelo.

Nunca fui buena comiendo con palillos, pero me dio una lección y abrió la boca para probar mis habilidades. Por supuesto, mezclé la salsa de camarones Szechwan, y salpicó toda su camiseta blanca. Resultó ser algo bueno, porque se la quitó por el resto de nuestra cena.

Dios, era más deliciosa que la comida, y la comida china era una de mis favoritas.

Me las arreglé para meter tres granos de arroz en la boca.

—Hablé con Ryan esta tarde.

Los palillos de Lauren estaban a medio camino de sus labios, y se detuvo. —¿Tu hijo?

Negué.

—Ojalá. Tenemos que hacer unos trabajos en nuestros pilotes de soporte, y quiere estar aquí cuando el contratista venga a hacer un presupuesto.

—¿Cuándo viene?

—Mañana a las dos. Solo quería hacerte saber antes de que apareciera. Asintió.

—Gracias. Aprecio que me dijeras.

Hablamos y pasamos cajas de comida para llevar. Me encantó lo cómoda que parecía Lauren en mi casa.

—Hay un festival de música en las próximas semanas en Randall Island —dijo—. Pensé que tal vez podría conseguirnos boletos. Uno de los muchachos de los Backstreet Boys estará cantando.

—Me encantaría. Siempre he querido ir a un festival de música. Está realmente en mi lista.

Lauren sacó un trozo de pollo de anacardo del recipiente que tenía en sus manos y me lo tendió con sus palillos. Abrí la boca y me incliné para tomarlo, pero lo retiró antes que pudiera agarrarla y me dio un beso rápido en su lugar.

—¿Tu lista?

—Dinah me hizo una lista post-divorcio de las cosas que tengo que hacer.

—Qué bien. ¿Qué más hay ahí? —Me dio el trozo de pollo y sacó uno para ella.

—Ir a Roma, conseguir un perro, mantener mi árbol de Navidad por unos meses después de Navidad, solo cosas que siempre quise hacer y que mi ex estaba en contra.

Me di cuenta que nuestra pequeña escapada de compras tocaba otro artículo de mi lista. Era una conversación totalmente inapropiada para la cena, y algo fuera de mi zona de confort para hablar. Pero hoy había sido muy divertido, y sabía que Lauren agradecería que compartiera, así que decidí ser audaz.

—Y... anal.

Lauren comenzó a toser. Pensé que podría estar ahogándose con el pedazo de pollo que se había metido en la boca. Su cara se puso roja.

—Oh, Dios mío, ¿estás bien?

Golpeó su pecho con la palma de la mano y buscó su cerveza. Tomando un gran trago, tosió un poco más antes de hablar con voz ronca.

—¿Me estás tomando el pelo? No puedes decir que tienes anal en tu lista de tareas mientras estoy masticando.

—Oh. Lo siento. Pensé que apreciarías eso, especialmente con nuestras compras de hoy.

Sus ojos se oscurecieron.

—Necesito ver esta lista de tareas pendientes. Mejor aún, me ofrezco voluntariamente para ayudarte a marcar todos los ítems este verano.

—Ni siquiera sabes qué más hay en ella.

—No me importa una mierda. Estoy aquí para servir.

Me reí, y realmente no era de soltar risitas.

—Todo una chica exploradora. Siempre dispuesta a echar una mano. Sacudió la cabeza.

—Mierda. ¿Es eso lo que hacían en los exploradores? Pensé que ayudaban a las ancianas a cruzar la calle. Si hubiera sabido que había bolas anales y porno involucrado, me hubiera unido.

Nos reímos cuando sonó el teléfono de Lauren. Miró hacia el identificador de llamadas, y su rostro parecía desgarrado por contestar.

—Es Devin. Mi director financiero.

—Contesta si es necesario.

—¿Seguro que no te importa?

—De ningún modo. Voy a limpiar y abrir una botella de vino.

Mientras Lauren atendía su llamada telefónica, guardé la comida china sobrante y abrí una botella de vino. Vertiendo dos copas, me quedé en la cocina para darle algo de privacidad.

Cuando terminó, me encontró mirando el calendario en el refrigerador. Estaba sosteniendo la página de julio y mirando el mes de agosto cuando pasó sus brazos alrededor de mi cintura y besó mi hombro.

—¿Tienes planes por venir?

—No. Me di cuenta que solo faltan seis semanas y media para el Día del Trabajo.

—¿Te preocupa encontrar un trabajo cuando comience la escuela? Obtienes tus resultados la próxima semana, ¿verdad?

Por supuesto que estaba preocupada por encontrar un trabajo. Pero eso no era lo que pesaba en mi mente en este momento. Solo quedan seis semanas y media. ¿Qué demonios estaba esperando? Ya me había perdido casi la mitad del verano. Tic-Tac. Tic-Tac. Ya era hora, ahora o nunca. La invité a quedarse esta noche, pero, curiosamente, no fue hasta este momento que decidí que la deseaba ahora. Nunca era la historia de mi vida, y quería vivir un poco.

Respiré hondo y vacié mi copa de vino de un solo trago antes de girarme en los brazos de Lauren para enfrentarla.

—Me preocupa que ya haya desperdiciado la mitad del verano alejándote.

Sus ojos vacilaron, y podía decir que quería una confirmación de lo que estaba diciendo.

Me asustaba muchísimo, pero había terminado de tener miedo.

—Te deseo, Lauren.

Ahuecó mis mejillas y jaló mi rostro para encontrarse con el suyo. Nuestros labios chocaron en un beso que era apasionado, pero diferente de los otros que habíamos compartido. Era más lento, menos frenético, más sensual y más profundo.

La forma en que me abrazó y se tomó su tiempo me hizo sentir que atesoraba el momento tanto como yo. Los besos entre Ryan y yo siempre habían sido un medio para un fin: el paso uno que tenía que completarse antes que pudiera pasar al paso dos. Nunca me había sentido como si realmente disfrutara besándome. Y, para ser honesta, tampoco recuerdo haber sentido lo mismo por él. Al menos no desde hace mucho tiempo. Pero quería besar a Lauren durante horas.

Me presionó contra el refrigerador y me levantó, guiando mis piernas para envolverse alrededor de ella. Se apretó entre mis piernas separadas, y gemí en nuestras bocas unidas, sintiendo lo dura que ya estaba. Dios, la deseo.

La deseaba contra el refrigerador, en el piso de la cocina, en la mesa, en los mostradores; si dependiera de mí, no perderíamos ni un minuto más de nuestro tiempo moviéndonos a otra parte. Pero Lauren debe haber tenido otras ideas. Agarró mi trasero, cambió mi peso en sus brazos y comenzó a moverse.

—Nada me encantaría más que follarte contra la pared. Pero han pasado dos años para ti, y quiero cuidarte bien, lo que significa que consigues mi boca hasta que estés empapada y lista para que mi polla pueda deslizarse dentro de ti.

Oh Dios.

Empezó a subir las escaleras.

—Incluso pensar que no has estado con un nadie en dos años me pone dura como una roca. Estar cerca de ti me hace sentir como una especie de cavernícola neandertal. Me sorprende que no haya golpeado a tu compañero de estudio en la cabeza y que te haya llevado a casa conmigo cuando llegaste con él.

Dentro de mi habitación, Lauren me bajó. Sacó su billetera de su pantalón y sacó una tira de condones, tirándolos sobre mi mesa de noche antes de tomar asiento en la cama. Todo mi cuerpo se estremeció con la forma en que se tomó su tiempo mirando mi cuerpo. Sus ojos se llenaron de calor, y se lamió los labios como si no pudiera esperar para devorarme.

—Desvístete para mí. Quítate el vestido.

Su voz era áspera, pero tenía un tono sexy de autoridad que me excitaba.

Sosteniendo su mirada, deslicé las tiras de mi vestido de un hombro, luego el otro, antes de bajarlo a mis tobillos y dejar que se apilara en el suelo. La forma en que Lauren me miró me hizo sentir desnuda de una manera que no esperaba. Era como si no solo quisiera ver mi cuerpo, quería verme desnuda.

Se lamió los labios.

—Eres hermosa. He fantaseado con estar dentro de ti todos los días desde que comenzamos a escribirnos, y no tenía idea que serías una mujer hermosa por dentro y por fuera.

Mis entrañas se estaban convirtiendo en papilla. Esta mujer podría ser dueña de mí, podría encender mi cuerpo con palabras sucias en un minuto, diciéndome las cosas que quería hacerme y luego hacer que mi corazón se hinchara con su lado dulce. Era una combinación malditamente peligrosa. No había mucho que no le diera en este momento.

Lauren levantó la barbilla.

—Quítate el sostén.

Nerviosa, mis dedos se movieron detrás de mi espalda hacia el broche. Aunque la forma en que sus ojos se oscurecieron mientras lentamente me quité el sostén de los hombros y revelé mis pechos me dieron confianza para mantenerme erguida. Se tomó su tiempo observándome, y mis pezones se hincharon y se endurecieron bajo su mirada.

—Las bragas.

Vi cómo su hermosos ojos verdes tomaban un color casi negro mientras me devoraba con la mirada.

De pie frente a ella completamente desnuda, mi corazón latía fuera de mi pecho con anticipación. Lauren se levantó y me tendió la mano. Me besó hasta que mis rodillas se sintieron demasiado débiles para sostener mi peso. Luego cambió de lugar y me guió para sentarme al borde de la cama.

Cayendo de rodillas delante de mí, puso sus manos en mis muslos y abrió mis piernas.

—Quiero que mires. —Levantó una pierna y dejó caer un tierno beso en la parte superior de mi pie, mirándome por debajo de sus gruesas y oscuras pestañas—. Mírame lamer tu dulce coño hasta que te vengas en mi boca.

Oh Dios.

Perdí esa batalla muy rápido. En el minuto que su boca tocó entre mis piernas, mi cabeza cayó hacia atrás con un gemido. Hasta aquí llegó lo de mirar. Lamió lentamente, trazando el contorno de mis labios antes de revolver su lengua sobre mi clítoris. Provocó y chupó, aumentando la intensidad de sus movimientos, junto con mi hambre.

Sin embargo, no me obligó a cruzar la línea de meta. En cambio, me provocó con la amenaza del orgasmo, y luego redujo la velocidad, retrocediendo, manteniéndolo ligeramente fuera de alcance. No estaba segura si era intencional o no.

Tratando de aclarar mi cabeza, miré su rostro entre mis piernas. Lauren levantó la vista, sintiendo mi mirada en ella. Mostró una sonrisa maliciosa y se retiró para mover lentamente mi clítoris con su lengua. Me estremecí, y el brillo en sus ojos se intensificó más.

Oh Dios mío. La maldita. Sabía exactamente lo que estaba haciendo.

—Mira, y te haré venir.

Se había estado conteniendo hasta que hice lo que dijo. Frustrada y un poco enojada, clavé mis dedos en su cabello y la jalé más fuerte contra mí. Habían pasado tantos años desde que estuve excitada, y tuve la repentina urgencia de patearle el culo por negarme el orgasmo.

Oí una risa ahogada, pero luego su lengua se clavó en mí.

—Sí. Sí.

Las cosas se volvieron frenéticas después de eso. Lauren gruñó y lamió, tanteó y chupó. Todo dentro de mí se construyó, mis músculos se hincharon y se tensaron, preparándose para que el clímax se afianzara.

—Lauren...

Empujó dos dedos dentro de mí y chupó con fuerza mi clítoris mientras me miraba. Mi cuerpo tembló mientras mi orgasmo comenzó a empujarme hacia abajo. Luché para mantener nuestras miradas fijas, pero cuando la gran ola golpeó y mis músculos comenzaron a contraerse alrededor de sus dedos, me caí de nuevo en la cama y dejé que me ahogara.

Llegué al clímax más largo y más duro de lo que jamás podría recordar. Se sentía como años de olas de orgasmo que se habían estado acumulando y convirtiendo en un tsunami. Luché por recuperar el aliento cuando volví en mí.

Mientras estaba ocupada tratando de recomponerme, al parecer Lauren también había estado ocupada. Un minuto, estaba recostada en el borde de la cama, tratando de recoger los pedazos después que me destrozara, y al siguiente se habían ido sus pantalones, y me llevó hasta la cabecera.

—¿Estás bien? —Lauren me besó justo encima de mi ombligo. —No. —Resoplé—. Estoy enojada contigo, en realidad.

Se rió y lamió la parte inferior de mi pecho derecho.

—Oh ¿sí? ¿Por qué?

—Te pasaste el último mes y medio diciéndome cosas bonitas y tratando de hacerme dormir contigo... cuando todo lo que tenías que hacer era eso. Perdiste tanto tiempo, maldita seas.

Lauren chupó mi pezón y lo tiró entre sus dientes, haciendo que mi espalda se arqueara de la cama. Puso atención en el otro antes de trepar para cernirse sobre mí.

—Solo tendremos que recuperar todo el tiempo perdido.

Sentí lo dura y caliente que estaba, apretada contra mi clítoris hinchado. Hace un minuto había estado agotada y satisfecha, y sin embargo ahora estaba desesperada por tenerla, por tener el resto de ella.

Apartó un mechón de cabello de mi rostro y se inclinó para besar mis labios. Mis manos viajaron por su espalda y se deslizaron en su bóxer. Apreté su culo duro y nuestro beso se calentó rápido. Cuando rasqué mis uñas a lo largo de su espalda, gimió.

—Mierda. Necesito estar dentro de ti.

Levantó y sacó su bóxer antes de estirarse para agarrar un condón. Usar los dientes para rasgar el paquete fue la cosa más sexy que había visto en mucho tiempo. Lauren escupió la envoltura en el piso y luego tomó mi mano y me guio para envolverlo alrededor de ella mientras se enfundaba.

Cuando me di cuenta de lo alejados que estaban mi pulgar y mi índice, no estaba segura de si debía estar excitada o preocupada. Había sido un tiempo realmente largo.

—Ábrete para mí, hermosa. Ábrete ampliamente.

Nuestros ojos se encontraron, e hice lo que me pedía, abriéndole las piernas a lo largo de la cama. Alineó la gruesa cabeza de su polla con mi abertura y empujó dentro muy lentamente. No había visto bien qué tan grande era; solo sabía que era grueso. Pero Lauren parecía entender que necesitaba tomarse su tiempo. Movió sus caderas hacia adentro y hacia afuera, estirándome un poco más con cada empuje, profundizando un poco más hasta que finalmente estuvo completamente dentro de mí.

—Joder. —Sus brazos temblaron, y murmuró contra mis labios—. Te sientes tan increíble.

Capturó mi lengua y me besó apasionadamente mientras entraba y salía. Estaba tan mojada, y mi cuerpo se apretó a su alrededor como un puño. Rompió nuestro beso y se echó hacia atrás para mirarme.

—Hermosa. —Aceleró sus embates y me sonrió—. Tan jodidamente hermosa. —La habitación estaba en silencio excepto por el sonido de nuestros cuerpos golpeando uno contra el otro. Se agachó y me agarró por detrás de una de mis piernas, doblándola por la rodilla. El cambio de posición apretó mi cuerpo a su alrededor aún más, y comenzó a frotar el punto sensible dentro de mí.

Oh Dios. Aquí viene de nuevo.

Clavé mis uñas en su espalda, y entendió lo que necesitaba, moviéndose cada vez más rápido y fuerte, penetrándome con cada empuje y jodiéndome profundamente. Mi clítoris palpitaba y mi corazón estaba fuera de control.

—Lauren... —llamé.

Las venas de su cuello se hincharon, y su respiración se volvió desigual. Sabía que también estaba a punto de perder el control.

—Vente conmigo —gimió—. Siénteme.

Se estrelló tan fuerte que casi me sacó el aire. Pero era exactamente lo que necesitaba. Mi cuerpo se apretó a su alrededor y comenzó a latir. Lauren sintió que la golpeaba, lo vio en mi cara y corrió a su propia liberación.

—Joder —rugió.

Vi como su mandíbula se tensó, y me penetró dos veces más antes de hundirse en mí tan profundamente que jadeé.

Colapsando, enterró su cara en mi cuello y me besó mientras recuperaba el aliento. Podía sentir su semen caliente dentro de mí, incluso a través del condón. Por mucho que me sintiera abrumada y agotada mental y físicamente, no pude evitar pensar que, si se había sentido tan bien con un condón, ¿cómo demonios se sentiría piel con piel?

Lauren levantó la cabeza y me miró. Entrecerró los ojos.

—¿En qué estás pensando ya? Mi cerebro podría no funcionar hasta mañana después de eso.

Me reí.

—Nada.

—Ni siquiera lo intentes. —Dio un toque a mi sien—. Sé cómo luces cuando las ruedas en tu cabeza están girando.

Sonreí. La mujer me dio sexo oral mientras la observaba y luego casi me folló hasta el olvido, sin embargo, todavía era modesto cuando se trataba de hablar de sexo.

Pero estaba siendo tonta, así que fui honesta.

—Estaba pensando en lo bien que probablemente se sentiría sin el condón.

—¿Estás tomando la píldora?

Aunque no había tenido ninguna razón para hacerlo los últimos años, todavía la tomaba para regular mi período. Asentí.

Lauren saltó de la cama tan rápido que me sobresaltó. Pensé que tal vez había algo mal.

—¿Qué... qué pasa?

—Me voy a deshacer de este maldito condón.

Fue al baño y regresó en diez segundos. Se arrastró sobre mí. —¿Lista?

Me reí.

—¿Lista para qué?

Lauren agarró mi mano y la bajó para llevarla entre sus piernas. Estaba tan dura como lo había estado antes que tuviéramos relaciones sexuales.

Leyendo la confusión en mi cara, sonrió.

—Pasaste la primera mitad del verano diciéndome todas las razones por las que no creías que veinticinco era lo adecuado para ti. —Se alineó, y con un firme empuje de sus caderas, empujó dentro de mí—. Ahora puedo pasar la segunda mitad mostrándote todas las razones por las que veinticinco es el adecuado para ti.

🙊🙊🙊🙊 nos leemos pronto 😉😉

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