"Todos terminaremos igual. Así que arriésgate, sueña, grita, busca lo desconocido, vive. Porque en algún momento ya estaremos frente a la puerta de nuestro último día."
ESTELA TESSIER
Los adolescentes desesperados pasaban caminando aceleradamente con una bandeja roja en sus manos, dirigiéndose a donde estaba la comida. No sé porqué pero el olor que tenía el comedor me recordó a cuando estábamos en educación física de primaria y todos salían oliendo horrible.
Por otro lado, le había agarrado manía a todo y no quería comer en la escuela.
—Come o vendrán los… —Axel puso un dedo sobre su labio y elevó la mirada al cielo, pensando en algo ingenioso. Pero seamos sinceros, su frase se arruinó desde que mencionó la palabra "come".
Arrugué mi rostro conteniendo una carcajada.
—¿Los monstruos debajo de mi cama? —Aparté la mirada de su bandeja con una gran salchicha bañada en salsa de diferentes tipos—. No soy una niña, Axel.
—¿Y qué eres? ¿Un avión?
—¿Qué?
—Estás diciendo que no eres una niña...pero yo veo que tú—
—No, soy un helicóptero —sonreí con ironía al terminar de decir aquello.
Crucé las piernas, sentada frente a él en la peor mesa que podríamos haber elegido nunca. Lastimosamente todos los lugares para sentarse adentro estaban ocupados, así que nos tocó sentarnos en las del campus. Odiaba la intensidad con la que el sol radió ese día.
—¿Cuánto sacaste en el examen? —Esta vez obtuve una visión donde Ax miraba su teléfono y dejaba de comer. Soltó el sándwich sobre la bandeja en seco, con los labios manchados de salsa.
—17 de 20...no me esforcé tanto y tampoco estoy para estresarme, estoy tratando de estar tranquila.
Quería evitar tener ataques de ansiedad a toda costa. Últimamente había estado más relajada, no quería que todos los problemas se me unieran, mi estado terminaría peor.
—Mi hermana está hospitalizada —avisó leyendo en su celular. Me tranquilicé cuando vi una sonrisa colarse en sus labios, iluminando su rostro—. Y tienen el tratamiento.
Una de mis comisuras se levantó y me llenó una sensación de alivio. No sabía cómo, pero sus padres habían conseguido el dinero necesario para el tratamiento de asma y todos los medicamentos que requiere además de aquel mencionando.
—Quiero ir a visitarla —murmuré. Puedo decir que Alexa, su hermana, me conoce desde que tiene memoria, pues hace casi nueve años fue que conocí a Axel, ella apenas tenía unos días de nacida.
Amaba quedarme en casa de él y cuidar a su hermanita. Hubo una vez que sus padres me pagaron por cuidarla una noche dónde ni ellos ni Axel podían cuidarla.
Recorrí con la mirada todo el campus y a las personas en el, y me encontré con un pelinegro vestido de colores neutrales entre tanto color. Pero me di cuenta que no iba a sentarse a alguna mesa para digerir algo. Él se estaba yendo a otro lado, dejando el aire libre.
—Nos vemos en…
Traté de no perderlo de vista.
—¿En?
—En…
—¿En qué, Estela? —preguntó, sacándome de mi esfuerzo en que no se perdiera de mi perspectiva—. A veces pienso que Hades te hizo un amarre o algo así.
Se rió y yo lo miré incrédula.
—¿Un amarre? —Sonaba gracioso y curioso la manera en que lo dijo.
—O tú a él, quién sabe.
Una mirada y expresión de confianza se plantó en mi rostro. La sombra de una sonrisa se podía ver claro.
Remojé mis labios—. No necesito de un amarre o lo que sea para que se enamore de mí. —Para una persona con mil inseguridades eso sonó irreal, incluso la voz en mi cabeza dudó, pero era verdad. No dudaba de el enamoramiento que alguien podía tenía en mí. Eché la silla del color del sol para atrás y me levanté—. Nos vemos en la clase de historia.
Bueno, tal vez las estrellas se alinearon el día que nos conocimos y decidieron nuestro destino.
¿Dónde había quedado esa chica que desde cierto punto dejó de creer en el amor? No lo sé, y no quiero que vuelva.
Aunque puede que me vuelva adulta y me quede sola. O tan sola no, adoptaré perritos.
Caminé apresurando mi paso y esquivando a personas, unas me ignoraban mientras que otras me veían con ojos a los que no presté atención.
El motivo por el que quería alcanzarlo, era porque estuvimos cinco días sin hablar. Ningún mensaje. Ninguna llamada. Ni siquiera vino a clases en los últimos cinco días.
Y no era porque estuviera enojado conmigo o yo con él, simplemente me dijo que se sentía mal y no iba a asistir. Sabía que el último día que nos vimos yo había tocado un tema sensible para él que quizás no debí ni mencionar. Aparte, ayer se cumplieron 3 años desde que pasó lo que pasó con su hermana.
Sólo quería saber si estaba bien.
Llegué a su destino y el mío a causa de seguirlo: El salón de arte. Cuando llegué, Hades estaba sentado en un banco de madera frente a un lienzo. Con su mano sostenía un pincel fino que pocos segundos antes fue sumergido en pintura negra.
Entré al lugar sin dudarlo ni un segundo, quise ver si me robaba su atención, pero en cambio él siguió mirando el lienzo en blanco.
—¿Cómo estás? —pregunté libremente, no había nadie más además de nosotros dos. Mientras me acerqué Hades suspiró.
—Mal, tengo bloqueo creativo.
Esa mención me hizo recordar todas las veces que me frustraba por no tener inspiración.
Me senté a su lado. Él se deslizó un poco sobre aquel banco para darme espacio.
—Me refería a otra cosa...y sobre esto —señalé el espacio vacío con la mirada—. Busca inspiración en otra parte, algo que no sea lo habitual.
Me dediqué a mirar sus ojos y detallar cada parte de su rostro cuando él me dió un asentamiento. Las ojeras debajo de sus esmeraldas eran sinónimo de cansancio, pero no solo eso me daba señal de aquello. Pues, puedes estar mal pero cubrirlo con una sonrisa y ya está, Hades no se esforzaba en cubrirlo porque tal vez era más fuerte que él.
Causó que el pincel sostenido por él, comenzara a danzar sobre el espacio en blanco que debía ser rellenado con alguna historia. El arte se trata de eso, no importa en qué forma se presente; siempre va a transmitir una historia.
—He estado normal. Lo siento si no… —se calló un momento para acercar su rostro más al lienzo, procesando la línea deforme que había hecho—. Disculpa si no respondí tus mensajes.
—No, no te preocupes. Sé que necesitas tiempo.
Los días en los que no hablamos estuve planteándome la idea de...quizás, proponerle ser algo más serio. ¿Y qué por qué lo pensaba? Sabía que si yo no lo hacía, él tampoco. Después de todo yo había sido la primera en decir que necesitaba tiempo para pensar.
Me quedé pensando más la idea de pedirle ser algo, hasta que Hades habló:
—La estuve buscando.
Una sonrisa de boca cerrada se presentó en sus labios, y al parecer ese día mis neuronas no funcionaban porque cuando sacó su tablet de su bolso, seguía sin entender.
—Inspiración en otra parte, en otro tipo de arte. —Me entregó la tablet ya encendida con un fondo estrellado, pero no pude detallarla bien hasta ponerla al frente de mí—. Los artistas se inspiran en todo, y para mí, tú eres mucha inspiración.
Mi boca se abrió y si la mantenía abierta seguro me entraría una mosca, como diría mi mamá. Un dibujo de una chica morena, de ojos azules y cabello rizado estaba de perfil mirando las estrellas.
Era yo.
La manera en que estaba dibujada era hermosa, no era la corriente perfeccionista, sino una desordenada. Había estrellas en mi rostro, mi cabello estaba desordenado y muchas otras cosas que tardaría horas en explicar.
Hades tenía mucho talento.
Él carcajeo, pero era una risa que ocultaba nervios—. ¿Tan feo está que no sabes qué decir?
Sonreí con los ojos cristalizados.
—Está tan bonito que me dejaste con las palabras atragantadas.
Bajé la tablet a mí regazo y una lágrima bajó.
Ya, sabía que era muy demasiado sensible.
Y que un dibujo no podía hacerme llorar.
Pero en realidad lo sentí como un "te quiero" de su parte.
Era hermoso llorar con una sonrisa plasmada en el rostro.
—¿Tan mal quedó que te hice llorar? —inquirió, robándose un pequeño puño en su hombro.
—Eres un idiota.
—¿Por qué? Explicalo.
Limpié una de las próximas lágrimas que caerían por mi rostro, precavida.
Hades tomó la tablet y la guardó de nuevo en la mochila negra, combinable con él. Estaba frente a mí, sentado a horcajadas en el banco beige sin nada a los costados. Se acercó más a mí y luego un mechón de mis rizos entre sus dedos se encontraba. Jugaba con el delicadamente prestando bastante atención.
—Porqué lo eres.
—Porqué te hago sentir todas las cosas a las que le tienes miedo —saboreó cada palabra con satisfacción antes de soltarla—. Esa es la respuesta.
—Les tenía miedo —corregí—. Ya no.
Cuando a causa del amor tu corazón se llenó de dolor, de traumas y miedo, piensas que el amor te hace débil. Y después, descubrí que el amor indicado no te hace débil, te hace fuerte.
Cómo el amor propio, por ejemplo. También el amor que te trasmite esa persona, o esas.
—¿Me ves como un arte?
—Algo más lindo y complejo que un arte.
Él tenía la capacidad de hacer mi pecho explotar en mil emociones con tan sólo decir una frase. Si fuéramos un dibujo animado, de seguro en mi pecho se verían fuegos artificiales explotando, de diferentes colores para representar todo lo que me transmitía, no era solo una cosa.
—También dibujé a… —se silenció y yo esperé una respuesta, la cual ya sabía al presenciar su silencio intrigante—. Nada, que también dibujé la vez que… —sonrió mostrando los dientes—, la vez que nos fotografiaron y dijeron que nos—
—Que nos besamos, sí. —Una risotada dejó mi garganta. En ese momento yo pensaba que lo de él y yo solo era un juego, me coqueteaba y yo lo seguía por simple entretenimiento—. Ya, ahora no puedo negarlo.
—¿Qué no puedes negar? —Él quería que lo dijera.
Incliné mi cabeza a un costado, sin inmutarme.
—Que nos besamos. De hecho, nos besamos varias veces, no solo una. —Un tono rosado tenue comenzó a propagarse en sus mejillas, extrañaba hacerlo sonrojar—. ¿Crees que existan más veces?
Y para mí sorpresa, Hades me respondió:
—¿Tú quieres que existan más veces?
—Eso depende de que si tú quieres —recalqué al quedarme sin qué decir.
Su índice viajó desde el centro de mis senos hasta mis labios, terminando su recorrido en mis mejillas. Cortando mi respiración en todo ese camino donde traté de no verme afectada por su acción. Finalmente apretó con sus dedos mi cachete derecho, juguetón al igual que su sonrisa y mirada.
—Entonces ya sabes la respuesta, estrella.
Hades se levantó del banco y agarró su bolso para poner una de las tiras sobre su hombro. Tomó distancia de mí, en ese instante mi respiración regresó a la regularidad, y él se veía bastante satisfecho.
Puse mis manos sobre mis rodillas y me senté con la espalda derecha, sin inclinarme, solo mirándolo de reojo.
—Entonces podemos practicar algún día. Vi en Google que un beso quema 12 calorías por minuto.
Lo decía en broma.
Lo vi en internet un día que estaba aburrida y empecé a buscar en Google datos sin sentido, así que no sabía con seguridad si eso era real.
—Le hablé de ti a mí madre y me dijo que… —cuando cortó el seguimiento de sus palabras, yo sonreí sin intención y esas cosquillitas en mi vientre se manifestaron—. Dijo que quería conocerte.
—Pero ¿Le dijiste que somos algo? —Al mirarlo él ya estaba debajo del marco de la entrada, ya por irse. Disimulé la sonrisa.
Apretó sus labios.
—Ella sabe que no.
—¿Y, entonces por qué le hablas de mí?
—Por qué es suficiente lo que siento por ti para hablarle sobre ti.
El teléfono en el bolsillo de mi pantalón sonaba y vibraba de una forma donde solo yo podría escuchar, no le di importancia por estar pendiente nuestra conversación.
Mis dedos temblorosos siguieron el camino que había tomado la pintura negra ya seca en el lienzo, aquella que Hades había pintado sin concordancia. Era más normal que nos presentáramos a nuestras familias después de un tiempo de relación, pero a veces la oportunidad se presenta y no hay que desaprovecharla.
—Yo te aviso cuando tenga tiempo y pueda ir.
Hades asintió comprendiendo y cuando se fue sentí que mis nervios explotaron.
Claro, había tenido tres novios y ninguno me presentó a su familia.
También dudo que le hayan hablado de mí.
Así que sí, tenía derecho a estar nerviosa y ansiosa. ¿Qué tal si no le caía bien a su mamá? Las cosas podrían salir muy bien, o muy mal. Prefiero la primera opción. Hades nunca me había hablado claramente de sus padres, pero las pequeñas cosas que me decía me disgustaba.
Según lo que dijo, entendí que su hermana, Hela, se había suicidado por la vida que le dieron sus padres a partir de sus 10 años.
¿Y si das mala impresión?
Despeje mi mente de cualquier pensamiento negativo o desmotivador. Iba a ser yo misma, si no les caía bien pues ya era su problema, no el mío. Tampoco era monedita de oro para caerle bien a todos.
Mi celular vibró por no sé, había perdido la cuenta de cuántas notificaciones llegaron en los últimos minutos. Me digne a sacarlo de mi bolsillo y encenderlo, revelando las notificaciones en la pantalla con fondo de estrellas.
"+2 mensajes de Mamá <3"
"6 llamadas perdidas de Mi rubia favorita♡"
"+2 mensajes de Número no registrado"
Y era otro número, porque el anterior lo había bloqueado.
El sentimiento de inutilidad me absorbió otra vez al recordar todas las veces que intenté decirle a mi mamá, pero estaba ocupada o simplemente yo no tenía el valor para decirle.
Ese sentimiento de miedo se sentía tan familiar, el temor de contarle a alguien lo que te pasa y que no te entienda o te tome de mentirosa, ya lo había vivido.
Debería ser al contrario, ¿No? El que esta vez sí fuera más valiente para hablar. Pero no, seguía como la primera vez. Estancada en lo mismo.
Desearía tener la capacidad de hablar sobre mis problemas al igual que como debato sobre los problemas en los que los adolescentes actuales son sumergidos.
Mi pulgar estremecido dió un toque a la notificación que me aterraba. Al principio la conversación se veía como si fueran los únicos dos mensajes que había enviado, pues era un número diferente al que siempre me escribía.
Y cuando vi la imagen que fue enviada, mi respiración se entrecortó por segunda vez en el día.
El cuello pálido de la que parecía una chica tenía moretones, la forma de una mano como si hubiesen tratado ahorcarla con todas sus fuerzas. La imagen de Hannah llegó a mi mente, su cuello la última vez que la vi, pero cuando noté el pelirrojo de un cabello, dudé que fuera ella. Además conocía su piel, en el cuello Hannah tenía lunares, la chica de la imagen no.
Abajo de esa foto, en otro mensaje de él un ":)" terminó la conversación.
Bueno, conversación nunca fue, mejor digamos: Terminó de mostrar sus mensajes.
Le tomé captura a la imagen, en caso de que la borrara y pase algo, yo tendría pruebas. Todo éste tiempo he estado guardando todos sus mensajes en capturas.
Se me revolvió el estómago al pensar en esa chica, ¿Ella estaba bien?
El miedo de que no lo estuviera me invadió.
Y después, otro mensaje llegó.
★
Sí, amo dejar los capítulos con final abierto, je.
¡Hola! ¿Cómo están?
Disculpen por no actualizar la semana anterior, no tenía tiempo :(
Parte favorita del cap>
¿Teorías?
¿Qué piensan de ese desconocido?
Corazón azul (💙) por esos momentos entre Hades y Estela <3
Ig: sophsvc
¡Gracias por leer! Nos leemos el próximo SÁBADO o MIÉRCOLES.
Soph.