¿Adónde va? - le preguntó Senjuro.
Ni idea, pero vamos a comer algo, me muero de hambre - sonrió a su querido hermano, menos mal que se había calmado. "Todo irá bien, Kyojuro" pensó.
Los dos fueron a la cocina, que estaba bastante descuidada. Kyojuro la limpió mientras su hermano lavaba la vajilla.
Senjuro, gracias por comprenderme - le dijo tras haber estado pensando un rato en lo mal que debía estar su hermano.
No te preocupes, hermano. Sé que haces lo mejor para mí - le sonrió el pequeño.
Senjuro cocinó para tres personas y ambos se sentaron en la mesa. El pequeño tenía una pregunta para su hermano.
Oye, hermano - Kyojuro lo miró.
Dime - seguía comiendo a pesar de estar viéndolo.
¿Tu novio no come? - el mayor de los Rengoku se atragantó al escuchar su pregunta, no era su novio. Y no sabía si comía.
No sé, a lo mejor no tiene hambre - no sabía realmente si él podía comer como ellos - iré a preguntarle, si le encuentro.
Rengoku fue a la sala a mirar si estaba allí y lo encontró en el sofá sentado con los ojos cerrados.
Akaza - le llamó sin que abriera los ojos - Akaza - le movió con el dedo índice presionándolo en el hombro.
¿Sí? ¿qué quieres? - dijo abriendo los ojos.
¿Tú comes comida humana? - le preguntó algo indeciso, ¿sería una pregunta estúpida?
No, lo siento, desde que me transformé no he sido capaz, no me sabe bien - dijo volviendo a cerrar los ojos, ¿estaba meditando? ¿en qué pensaba?
Pues entonces sí que no me convertiré en demonio jamás, qué horror no poder volver a probar comida - Akaza frunció el ceño.
Dices unas tonterías que no te las crees ni tú, Kyojuro - dijo mirándole y suspiró - ¿por qué lo preguntas?
Senjuro hizo comida para ti también y no sabía si podrías comerla - Akaza lo pensó, podía ser una buena oportunidad para ganarse su confianza.
Bueno, lo intentaré - se levantó para ir con él a la cocina y sentarse junto a los dos Rengoku, quedando de frente a Senjuro - gracias por la comida, Senjuro-kun. Hace años que no comía comida humana, pero por ti lo intentaré.
Vale, qué aproveche - le sonrió tímidamente el pequeño.
Akaza suspiró, recordaba el sabor de la última vez que lo intentó y era realmente horrible, pero iba a guantarlo por él, para que viese que le importaba y pudiese manipularlo, cuanto antes mejor. Se metió una cucharada de lo que había preparado en su boca y para su sorpresa no sabía mal, incluso podía decir que le gustaba un poco. No estaba delicioso como un buen cuerpo de sangre especial, pero podía comérselo perfectamente.
Está muy bueno, Senjuro-kun. Eres un gran cocinero - exageró un poco su reacción, aunque era increíble que la comida humana no le hubiese dado ganas de vomitar.
Rengoku sonrió para sí mismo, pensó que había escogido el camino correcto para los dos. Al menos Senjuro no tendría que soportar insultos y golpes de su padre. Realmente se sentía feliz por ver que Akaza, la Tercera Luna Superior, le prestaba atención y se preocupaba por él.