—¿Qué es esto?— preguntó Austin confuso —pone que es para Alex.
Su mujer no supo que contestar, no tenía ni idea de qué había en ese paquete o quién había podido dejarlo ahí, y mucho menos de por qué tenía el nombre de su hijo.
—¿Es un regalo para mi?— el pequeño de los Moon se levantó corriendo y con una luz especial en la mirada se acercó a su padre.
—Eso pone— respondió su padre tendiéndole la caja.
El niño la abrió y cuando descubrió lo que había dentro no pudo evitar chillar de la alegría.
—¡Mi perro robot! ¡Tengo un perro robot!
Dando saltos por todo el salón sacó el juguete de la caja y no tardó más de cinco segundos en ponerle nombre.
—Pensaba que Santa Claus no había conseguido fabricar suficientes perros robot— comentó Ava con una sonrisa.
—Supongo que encontraría alguno en el almacén— respondió su madre rápidamente.
Ava rió y sus padres se miraron sorprendidos, ¿acaso sabía ya la verdad sobre Santa Claus? ¡Pero si era muy pequeña! Los niños cada vez descubrían esas cosas antes y era una pena.
Mientras los Moon recogían todo el papel de regalo que inundaba el salón los niños subieron a su habitación a jugar.
—Yo también pensaba que a Santa Claus se le habían acabado— dijo Austin entre risas.
—Ha sido Kira, estoy segura.
—¿Qué?
—El otro día me encontré con ella en el Miami Mall y se ofreció a ayudarme— Ally iba a contar todo lo que había pasado pero estaba completamente agotada —es una historia muy larga, lo importante es que Alex está feliz.
—Descansa un poco, yo terminaré de recoger antes de que nos vayamos.
—Ay no, se me había olvidado— se quejó Ally lanzando un suspiro.
Habían quedado para ir a comer a casa de los De La Rosa. La mayor parte de su familia estaba en México y no podían reunirse así que todos los años intentaban invitar a sus amigos.
—No te preocupes, aún hay tiempo.
Ally volvió a sentarse en el sofá y aunque no hacía frío le pidió a su marido que le pusiese una manta; en cuanto la suave tela rozó su cuerpo cayó en un profundo sueño.
•••
Ya era casi la hora de irse, Austin había hecho todas las tareas que había podido, los niños estaban vestidos con su ropa de domingo, y Ally... Ally seguía dormida en el sofá.
Cuando su marido la despertó y le dijo la hora que era subió las escaleras corriendo, se dió la ducha más rápida de su vida y se puso la ropa que por suerte había dejado preparada la noche anterior. Estaba apunto de bajar para reunirse con su familia y poner rumbo a casa de su amiga cuando recordó algo.
Volvió a entrar en la habitación y de entre la ropa ajustada que hacía tiempo que no se ponía sacó un sobre. Lo guardó en el bolso y tras mirarse en el espejo y acariciar su pequeña tripa salió de allí intentando disimular una sonrisa.
•••
—¡No vas a irte a estudiar a Austria!
—¡Pero Carrie! No entiendes las implicaciones que puede tener este proyecto en el campo de la física, puede cambiar la concepción que tenemos del universo.
—Primero, a mí me llamas “mamá”— dijo Carrie terriblemente enfadada —y segundo, me da igual el universo, no te vas a ir tan lejos.
—¡No es justo!— lloriqueó el pequeño Darrie con los ojos llenos de lágrimas —¡Papá dile algo!
Dez, que estaba leyendo las noticias en su teléfono, dió un respingo al escuchar la queja de su hijo.
—Darrie... mamá tiene razón, ya nos costó que te fueses a Nueva York tú solo y últimamente no paras de dar vueltas por el país, ¡muchas veces ni sabemos dónde estás!
—Pero...
—Ni pero ni pera— dijo Carrie zanjando la cuestión —ahora vístete, nos esperan en casa de los De La Rosa.
•••
—¡Pero que grande está mi pequeño científico!
Nada más entrar por la puerta Darrie se vió envuelto en un abrazo asfixiante cortesía de la madre de Trish.
—Que bien que estéis todos ya aquí, estábamos empezando a tener hambre— bromeó la mujer.
En el salón esperaban los Moon, Trish y JJ.
—¡Feliz Navidad a todos!— saludó Dez con una sonrisa.
Antes de que pudieran sumergirse en una charla sin fin la señora De La Rosa les empujó suavemente hacia el salón donde la mesa ya estaba lista.
Comieron hasta reventar y cuando la segunda tarta llegó a la mesa Trish soltó un bufido.
—Mamá ¿por qué siempre haces tanta comida? No podemos más.
—Bueno, yo un trocito de tarta si me comería...— murmuró Austin que no dejaba de mirar el delicioso pastel de chocolate.
—En ese caso te cedo los honores para partirla— dijo la madre de Trish poniéndola delante del rubio.
Mientras lo hacía guiñó un ojo a Ally, aunque el gesto pasó desapercibido por el resto de personas de la mesa.
Austin cogió el cuchillo y lo hundió en el chocolate, pero cuando estaba levantando el pedazo de pastel para ponerlo en su plato algo hizo que casi se le cayera al suelo.
De dentro de la tarta, que estaba hueca por el centro, se derramó una avalancha de M&M's rosas y azules.
El hombre se quedó paralizado sin saber qué hacer o qué decir. Abrió la boca lentamente pero ningún sonido salía de su interior así que volvió a cerrarla.
—¡Uno de cada!— exclamó Trish riendo —¿no es fantástico?
Austin la miró y empezó a asentir, era como si tuviera todos sus sentidos embotados, ya sabía que iba a ser padre pero descubrir que iba a tener un niño y una niña había hecho que pareciese más real.
—Feliz Navidad cariño— susurró su mujer en su oído.
Le dió un pequeño beso en la mejilla y le pasó el sobre que casi había olvidado. Con las manos temblorosas lo abrió y sacó cuatro fotos, eran ecografías. En ellas había claramente dos bebés, incluso se podía ver como uno de ellos se chupaba el dedo.
En ese momento el estridente sonido del móvil de Trish interrumpió la idílica escena familiar. La mujer lo cogió, aceptó la llamada entrante y puso el altavoz para que todos pudieran oírlo.
—¿¡Lo habéis visto!?— la aguda voz de Megan se propagó por todo el salón de los De La Rosa.
Los cuatro amigos se miraron sin saber que era lo que tenían que haber visto.
—Los de Rolling Stone están tan contentos que me han ofrecido un contrato de redactora jefe, pero decidme, ¿lo habéis visto?
Así que a eso se refería la joven periodista, habían olvidado por completo que su amiga iba a preparar el especial de Navidad de la revista de música más importante del país y por supuesto ninguno de ellos se había acordado de leerla.
—Sí Megan, es increíble, estamos muy orgullosos de tí— contestó Ally mordiéndose el labio.
—Muchas gracias, no os podéis ni imaginar lo feliz que estoy— dijo Megan al otro lado del teléfono.
—Nos ha encantado la parte de... esa con los...— Dez empezó a balbucear sin saber que decir, ignorando las miradas asesinas de sus amigos intentó salir del paso —si... el artículo sobre...
—Megan, ¿sabes que? ¡Voy a tener un hijo y una hija!— Austin salió al rescate de su amigo que seguía soltando frases incompletas.
—¡Enhorabuena! Seguro que son unos bebés monísimos— la periodista sonaba realmente contenta por los Moon —si mi libro sobre vosotros tiene mucho éxito quizás podríais llamar a la niña Megan...
—Ya veremos— rió Ally.
—Por cierto, se que es el día de Navidad, por cierto feliz Navidad— dijo interrumpiéndose a si misma —bueno, se que es el día de Navidad y estaréis juntos como todos los años pero ¿os apetece hacer una nueva reunión virtual? Sigo en Nueva York y hace tanto frío que lo único que quiero hacer es quedarme en el hotel todo el día.
—Nosotros nos ocupamos de los niños, ¿verdad J.J.?— dijo la señora De La Rosa —su hijo menor asintió y los cinco, incluida Carrie, subieron a la antigua habitación de Trish.
•Miami, 2015•
—Me ha llegado esta carta del ayuntamiento, ¿tú entiendes qué tengo que hacer?
Andrew abordó a su amiga nada más verla entrar por la puerta de clase. Sujetaba un papel arrugado en la mano y su cara de preocupación era tan lastimera que Ally se asustó.
Tomó la carta de sus manos y tras leerla por encima supo lo que ocurría.
—El curso está a punto de terminar, tienes que renovar tu visado de estudiante si planeas quedarte aquí más tiempo.
En ese momento Ally fue consciente de sus palabras, el británico solo había ido a estudiar un año en Miami. En teoría iba a seguir la carrera en su ciudad y eso significaría que solo quedaban un par de semanas para que se marchase.
—¿Planeas quedarte más tiempo?— preguntó esta vez más directamente.
Andrew no respondió. No se había planteado ese problema, se había dicho a sí mismo una y otra vez que quedaba mucho tiempo para que acabase el curso pero el momento había llegado y él no estaba preparado.
—Se suponía que solo iba a quedarme este curso, pero...
—No no, lo entiendo— le interrumpió ella intentando que no se notara su tristeza —no te preocupes, Birmingham no está tan lejos.
El británico cogió su mano durante unos segundos y se la apretó en señal de cariño, cuando la soltó los dos suspiraron, ambos querían que ese breve contacto hubiese sido más largo pero ninguno se atrevió a decirlo.
—¿Quieres que demos una vuelta esta tarde? Creo que hay un festival de arte en el puerto, puede estar bien— propuso Andrew.
Antes de que Ally pudiese contestar el profesor entró en la clase así que ella simplemente asintió con la cabeza casi sin mirarle.
•••
En el centro comercial, Austin y Lester trabajaban en la renovación del edificio que había sido Sonic Boom. Entre los dos habían planeado convertirlo en un museo de la trayectoria artística de Austin y Ally, pero aún les quedaba mucho trabajo por delante.
—Creo que esta debería ser la pared principal— dijo Lester marcando la zona en unos planos improvisados.
—Suena bien, aunque me está costando imaginarlo.
Austin miró hacia donde señalaba el padre de su novia, era la pared más alta, justo al lado de las escaleras que llevaban a la antigua sala de ensayo.
También era la pared más afectada por el incendio, el color azul se había sustituido por el gris y el negro.
—Tendremos que pintar— pensó el rubio sin darse cuenta de que lo estaba expresando en voz alta.
—Todo bajo control— rió Lester señalando unos cubos de pintura que había a un lado.
Austin abrió uno de ellos y vio que eran de un amarillo muy llamativo, perfecto para resaltar la pared principal.
Cogió un rodillo y le dió el otro a Lester, en silencio empezaron a pintar la parte inferior donde no necesitaban escalera.
—¿Qué te parece Andrew, el amigo británico de Ally?— preguntó Austin al cabo de un rato.
Lester tardó unos segundos en contestar, miró de reojo al rubio que proseguía con su tarea como su fuese la cosa más importante del mundo. ¿Estaría celoso ese chico tan seguro de sí mismo? Parecía imposible.
—La verdad es que no le conozco mucho, no ha venido a casa más que un par de veces...— empezó a decir dubitativo —pero parece un joven agradable y Ally habla maravillas de él.
—¿Ally habla mucho de él? ¿Qué dice?
—Que es muy amable, que siempre la trata muy bien, ya sabes, ese tipo de cosas.
Austin seguía concentrado en la pintura y no añadió nada más. Pero no era capaz de dejar de pensar en ese chico y su novia, no es que estuviera celoso, es que simplemente había algo en él que hacía que se pusiese a la defensiva. Enfadado empezó a pintar cada vez más fuerte, casi estaba golpeando la pared con el rodillo.
—¿Austin no estarás celoso?
—¿Yo? Pues...
Os dejo con la intriga de que responderá Austin.
Siento haber estado tan ausente, espero actualizar la semana que viene o dentro de dos como muy tarde.
Últimamente estoy muy ocupada pero la cosa está ya más tranquila y tengo más tiempo para mí.
Me quiero comprar ropa de estilo vintage pero no sé donde.