Hace años que no pienso en ti,
no así,
no allí,
no de esas maneras.
Hace años que no miro esto,
hace un tiempo que ya no te veo
al cruzar la calle
ni en una canción.
¿Por qué?
¿Por qué has tenido que aparecer?
Me hablas ahora y yo no puedo,
no puedo ceder.
¿Por qué tuviste que hacerme creer?
Que ahora estaría en paz, sin formas.
Y sin miedo a caer.
Ahora eso ya no importa,
retorno al punto de partida.
No quedarán muchos días
Hasta que empecemos otra vez.
¿Por qué tuviste que volver?
Hoy no quería pensar en tu piel,
esos recuerdos de lo que nunca fue
no existirían si no había fuego.
Esas memorias que se activan,
de aquellas tardes sin medida
(y sin café).
Yo voy abajo,
tú vas arriba...
tu mente me dice ven,
y yo te dejo entrar
porque no consigo notar
lo que estás diciendo en realidad.
Ay, sin duda qué locura traes,
yo no quería esto ahora, ¿sabes?
Pierdo la fuerza y gana la emoción
del corazón sin par
ni amor.
Así hacía tiempo que no sonreía,
porque hacía años que no me vestía
con la ropa del lector, oh,
en esta vieja habitación, no.
Y hacía tiempo que no venías.
Hasta ahora, pasaron días y semanas
con pensamientos que no ardían tanto
como la vista
de aquel mundo
casi quemado.
Este día no era para ti, pero
como siempre, debería preverlo.
Buscas siempre ser mi foco de atención.
Una vez que estás no te sueltas.
Y una vez más me compartes tus cadenas.
Aunque no quiera, aparecerás en todas partes.
Y yo intento e incluso logro soltarme.
O al menos eso parecía;
nunca me dejas ir sin más.
Este dos no es para tus palabras,
pero vienes y te lo apropias.
No sé si sabes lo que me ha costado
el esfuerzo que supuso darte de lado.
No debes saberlo,
porque no respetas
el espacio
ni el día de la memoria.
¿Sabes cuándo has ganado?
Cuando consigues que el otro quiera quedarse
contigo.
A pasar el tiempo, a vivir sin frenos.
Porque así es como sabes que estás vivo.
Así es como sabes que nadie te ha dejado solo...
Como aquella voz sin tiempo,
como aquel nombre dibujado
en negro sobre fondo blanco.