Arriésgate Liz.

By Alleguerra

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Muchas veces nos aferramos a relaciones que nos hacen daño, simplemente decidimos quedarnos por miedo a estar... More

Prólogo
Capítulo I: Conociendo A Raell
Capítulo II: Encuentro Fatal
Capitulo III: Raell Al Rescate
Capítulo IV: Se Terminó
Capítulo V: Ahogada En La Verdad
Capitulo VI: Mala Idea
Capítulo VII: En La Misma Habitación
Capitulo VIII: El Reto.
Capitulo IX: ¡Raell Traidor!
Capitulo X: Tu Paz, Es Mi Paz Liz
Capitulo XI: ¿Que Me Estas Haciendo Liz?
Capitulo XII: ¿Nos Daremos Un Tiempo?
Capitulo XIII: Todo Por Ella
Capitulo XIV: Desde Cero
Capitulo XV: Andrea Fuera De Control
Capitulo XVI: Te Casas Y Punto
Capítulo XVII: Te Lo Buscaste Aaron .
Capitulo XVIII: Hasta Nunca Aaron
Capitulo XIX: Al Perderte, Me Encontré ♥️
Capitulo XX: Solo Tú Y Yo
Capitulo XXI: Es Un Buen Partido 😏
Capítulo XXII: ¿Vives Con Él ?
Capitulo XXIII: Raiden
Reparto Masculino
Capitulo XXV: ¿Y Ahora Qué?
Capitulo XXVI: Celos
Capítulo XXVII: Resentimientos
Capitulo XXVIII: Mi Luz
Capítulo XXIX: Malentendido.
Capitulo XXX: En Mil Pedazos
Capitulo XXXI: Dejar Ir
Capitulo XXXII: Perdonar Sana El Alma
Capitulo XXXIII: te Seguiré Amando
Capitulo XXXIV: Aun Dueles
Capitulo XXXV: ¿Raell Que Haces?
Capitulo XXXVI: Noticias
Capitulo XXXVII: La Cizaña En Forma De Cuñado
Capitulo XXXVIII: El Mirador .
Epílogo

Capitulo XXIV: Tu Mirada ♥️

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By Alleguerra

Para muchos el perdón es un acto de cordialidad donde decides dejar atrás el rencor y el odio, hacia una persona que te hizo daño.

En el sermón del domingo dijeron exactamente lo mismo cuando fui con Raell y los chicos a la iglesia, solo que una parte me incómodo bastante: sabes que perdonaste realmente cuando permites que el agresor forme parte de tu vida como si nada hubiese pasado.

Todavía lo estaba asimilando...

Número uno porque ese día el pastor pareció haberme seguido toda la semana, hablando tantas cosas con las que me identifiqué. Sobretodo el perdón.

Era como si indirectamente me estuviese diciendo: anda con Aaron y perdona que casi te mata, que te engañó muchas veces y te humilló como le vino en gana y permite, que forme parte de tu vida nuevamente. Es más; sean mejores amigos ahora.

¿Acaso era una broma?

¿Cómo podría olvidar o perdonar todo lo que me hizo?

Lo más insólito es que el pastor hablaba ese día como si nada, como si fuese súper fácil ir por la vida perdonando a los que nos ofenden gravemente.

Esa palabra me ha tenido inquieta estos días, porque no logro asimilarla.

-Hola cuñadita -escuché a mi lado.

Miré y Raiden me sonrió. Alcé mis cejas con sorpresa de verlo en la universidad.

-Vaya ¿tú aquí? -no pude ocultar mi curiosidad.

Él me hizo compañía en la mesa, con una bolsa de papas fritas en su mano. Estábamos en la cafetería de la universidad.

-Estudio aquí para tu sorpresa -avisó y alce mis cejas-, antes eras una estudiante más pero ahora que te conozco me vi en la obligación de buscarte.

-¿Y eso por qué? -indague espectante.

-Porque es mi deber cuidar a la futura novia de mi hermano -dijo galante y me sonroje.

-Ya sabes la verdad, no soy novia de Raell realmente -recordé lo que hablamos cuando llegó a la casa.

-Cierto, pero me gusta escucharlo porque así no siento culpa.

Mi frente se frunció, -¿Culpa?

-Si, de coquetear contigo -me dio un guiño.

Rodé los ojos divertida. Desde que me conoció lanzaba su flirteo muy seguido.

-Eres coqueto desde que te conocí -le espete mofada.

Ladeo una sonrisa.

-No lo puedo evitar, eres muy hermosa...

-Bien, ponle pausa a tu película romántica -lo señalé con mi tenedor dando esa orden antes de continuar-: Primero que todo esa labia barata ya me la sé, segundo no estoy interesada en ti porque no eres mi tipo y tercero, somos amigos o nada.

Aclaré lo puntos de una vez. No iba a dejar avanzar esto más de la cuenta. Con chicos como Raiden había que ser radical y frívola, porque mucha confianza trae malos entendidos.

-Vaya, odiosa. Así me gustan más -siguió de coqueto y volví a rodar los ojos.

Ni hablar... Los mujeriegos del mundo no tienen compostura.

-Y a mi me encanta dar manotazos cuando se propasan -advertí, por si acaso.

-Puedo vivir con eso.

Negué la cabeza rendida, este chico usaría mis palabras a su favor siempre. Así se mueven los cazadores de bragas y ve que tenía experiencia con ese tipo de hombres.

Me quedé en silencio y seguí comiendo sin darle importancia a su presencia.

-Eres muy aburrida Liz -comentó, masticando sus papas como un chivo.

-Eres libre de irte.

Ladeó una sonrisa, -Me encanta tu odiosidad, me pone mucho -guiñó el ojo.

Yo casi suelto un jadeo disgustada.

-Qué pesado eres. Con razón estás soltero ¿Así logras llevarte alguien a la cama?

-Te sorprendería.

-Pues pobre de la que caiga en esa labia barata y vulgar -fui seca. De verdad que es patético.

Para nada como su hermano, Raell si sabía halagar a una mujer con decencia.

-¿Quieres que active mi plan seductor real? Porque estoy tomándote el pelo en realidad -su mirada picardiosa me hizo saber que no mentía.

Reconozco que en cierta forma estaba siendo pesado hace un momento para bromear, pero estoy segura que tiene otras mañas para flirtear y no quería nadar esas aguas.

-Ya te lo dije, amigos o nada -corté su rollo.

-¿Tienes miedo de caer en mi brazos? -retó y sentí un vuelco en mi vientre.

Seducción es seducción y es muy peligroso cuando se tiene cerca.

-Basta ya o me voy y no te hablo más -advertí.

Alzó sus manos en rendición.

-Esta bien, por hoy lo dejaré estar.

-Por hoy, por mañana y por siempre -lo apunté con el dedo.

-Lo que digas... Dulce Liz -sus descarados dedos viajaron por debajo la mesa tocando mi pierna por encima del Jean.

Le di un manotazo y soltó una carcajada.

Presentía que mi vida se volvería complicada con Raiden en ella.


Llegué a casa luego de clases y aproveche a organizarla, era muy hermosa y merecía estar impecable. Además que así compensaba y atribuía un poco el quedarme aquí.

Limpié mi habitación, el pasillo, la sala, la cocina y cada rincón que pude. No quise ir a la habitación de Raell para no invadir su privacidad, ya luego la ordenare con su permiso. También aproveché para lavar mi ropa y hacer la cena. Sé que será reconfortante para él llegar y tener la cena lista y todo ordenado.

Raiden no daba señales de aparecer y lo agradecía grandemente, no quería tenerlo solo conmigo aquí en la casa. Deseé con todas mis fuerzas que Raell llegara primero.

La cena estuvo lista y me tocó sentarme sola a comer, vi la hora en mi celular y marcaba las nueve. Se me hacía raro que Raell no llegara aún. Marqué su número y lo llamé.

-Hola princesa.

Respondió y mi interior reaccionó al llamarme así.

-¿Estas bien? ¿Ya vienes a casa?

Moví mi espagueti con el tenedor esperando su respuesta.

-Si voy llegando, tuve que esperar a Andrew porque no puedo conducir.

Explicó y asentí a la nada. Cierto, su brazo enyesado.

-Okey, puedo quedarme tranquila entonces.

-No te preocupes, dentro de poco estoy contigo.

-Bien, te esperaré.

-¿Cada día de tu vida?

Esa pregunta me pareció de lo más tierno del mundo.

-Cómo me dijiste una vez: Hasta que mi luz deje de brillar.

Escuché su risita cariñosa al otro lado de la línea y consumió todo cansancio del día. Siempre era bueno hablar con él, me reiniciaba la vida.

-Te quiero Liz, ahora te veo.

Nos despedimos y seguí comiendo mis macarrones con queso. Los preparé porque sé que son sus favoritos.

La puerta se abrió y mi corazón se iluminó emocionada, pero cuando vi la mata de pelos de Raiden hice mohín. Al final si llegó primero que Raell.

-¡vaya! Huele rico -dijo y llegó conmigo a la cocina.

Ocupó un taburete y me sonrió.

-¿Qué? -pregunté fruncida por su mirada fija.

-Te vez de un tierno como ama de casa -soltó esa babosada y sin poderlo evitar me reí.

Era tan torpe.

-¿Debo tomarlo como un halago? -arquee una ceja.

En un santiamén cortó el espacio entre nosotros, me sostuvo de la cintura y con una fuerza impresionante me giró en el taburete para quedar enfrentados. Él entre mis piernas.

Mi respiración flaqueó.

-Esa impertinente boquita -delineo mis labios-, y ese mal carácter que tienes deberían ser sometidos por mí -susurró cerca de mi boca y mi corazón latió fuerte.

¿Qué le pasa a éste?, ¿Quién le dio tanta confianza para tratarme como si le perteneciera?

-¡Aléjate Raiden! -lo intenté empujar pero me aferró a él, sosteniendo mi cadera con firmeza.

-Estas muy tensa Liz, déjame relajarte -siguió susurrando entre mi cuello y todos los vellos se me pusieron de punta.

¿Qué gana con esto? Yo no merezco ser seducida con tanto descaro.

Mi respiración se puso pesada y cuando su intención fue a besarme, la puerta se abrió cortando el gran rollo. Aproveché su distracción y lo alejé de mí con un empujón.

¡¿Qué iba a pasar aquí?!

Es que golpeare a Raiden si vuelve a ponerse intenso.

-¡Hola princesa! -saludó Raell Al entrar.

Nos divisó en la cocina y nos miró fruncido, Raiden a unos metros fingiendo beber agua y yo plantada en el taburete asimilando la situación anterior.

-¿Todo bien? -preguntó desconfiado, mirando a su hermano sobretodo.

-Claro hermanito, todo perfecto -pasó a su lado dando un palmada en su hombro y se perdió por el pasillo hacia su habitación.

-¿Te hizo algo? -Raell preguntó hacia mí dudoso todavía.

¿Será mi sonrojo lo que nos delata?

-¿Qué podría hacerme? -me hice la desentendida.

No quería causar problemas entre los hermanos.

-Te sorprendería sus atribuciones -resaltó-, y si esta solo con las chicas es un pesado -advirtió.

Que come, que adivina.

-Nada que no pueda controlar -resté importancia-. Hice macarrones con queso, tus favoritos.

Sus ojos se iluminaron con mis palabras.

-Gracias Liz, eres mi héroe.

Dejó un beso en mi frente y lo mire sonriente.

-Tú eres mi héroe -dije más bien.

-¿Nos cuidamos y protegemos entonces?

-Promesa -le di un guiño.

-Promesa -besó mi mejilla ésta vez.

Fui a servirle su cena porque con su brazo lastimado no podía hacer mucho y comimos juntos. Su compañía era todo lo que estaba bien en mi vida.

-¿Qué tal tu día? -se interesó por mí como siempre.

-Bien, estudiando y solitaria -hice una mueca-. Te extrañé mucho.

Su sonrisa me iluminó la noche.

-Y yo a ti, definitivamente mi trabajo no es igual sin ti.

-¿Solo tu trabajo? -arquee un ceja bromista.

-Mi vida entera no es igual sin ti -repuso.

-Así está mejor.

No reímos y después de comer lave los trastes sucios. Dejé la comida de Raiden en el microondas y cuando pensaba irme a mi cuarto Raell me llamó.

-¿Pasa algo?

-Tengo que trabajar en mi maqueta y necesitaré algo de ayuda ¿te gustaría formar parte de eso? -pidió y a él no podría negarle nada.

-Encantada te ayudo.

-Otra cosa, necesito cambiarme de camisa y con el yeso es incómodo...

-Al igual que ésta mañana, te ayudaré con eso -le hice saber.

En la mañana tuve que ser su modista, porque quitarse la camisa con una sola mano es un reto para cualquiera y ponérsela ni se diga.

Fuimos a su habitación y busqué su ropa de dormir, era un chándal y una guardacamisa blanca. Él se fue a duchar y cuando volvió ya tenía puesto el chándal, así que lo ayude a ponerse la camisa.

Se sentó en la cama porque era más alto que yo y se me haría incómodo, me coloqué frente suyo y lo ayude con la guardacamisa luego, pasando con cuidado el yeso por la prenda.

Intenté durante todo el proceso no mirar su firme y bronceado abdomen por mucho tiempo. No quería ser una pervertida fisgona o algo por el estilo. Porque enserio, Raell estaba muy guapo y hasta ahora era muy obvio para mi vista.

Note que su cabello goteaba y quitando la toalla de sus manos seque su mata de pelos bien. Él se sacudió como si fuese un perrito y nos reímos.

-Quedó fresco como una lechuga Señorito Raell -avisé lo obvio.

-Gracias princesa.

Observé su sonrojado rostro y el cabello enmarañado que caía sobre su frente, por instinto; me acerque para peinarlo con mis dedos. Los tiré hacia atrás y él se dejó hacer por mí, en este momento estaba parada frente a él, entre sus piernas mientras estaba sentado en la orilla de la cama.

La vista era espectacular desde mi posición y un calor repentino me invadió el alma.

Acaricié los vellos de su barba, notablemente crecida y su mano viajó a mi mejilla, tirando hacia atrás un mechón de mi cabello.

-Esta algo larga -dije, refiriéndome a su barba.

-Y tú muy hermosa -susurró y un ardiente escalofrío subió por mis pies.

No sé en qué momento me incliné tanto, que nuestros labios estaban apunto de rozarse. Su mirada me dejó cautivada, presa, atrapada. En este momento era la persona más irresistible de ver y yo estaba en primera fila.

-Liz...

Susurró con voz ronca y casi jadeo en mi lugar.

-¿Si?

-Estamos muy cerca -sus susurros en lugar de volverme a la tierra, me ponían más lela.

-unjum.

Ni sabía lo que decía.

Él sostuvo mi mejilla y cerré los ojos esperando (aunque me costara admitirlo), sentir sus labios sobre los míos. Tenía mucho tiempo sin hacerlo y la costumbre se me estaba haciendo costumbre.

Más de lo debido...

-Hermanito tienes...

La voz de Raiden y el abrir de la puerta nos hizo aterrizar de golpe. Yo me enderece y mire a todos lados menos a Raiden.

-¿Interrumpo algo? -preguntó burlón.

-Debes tocar la puerta Raiden ¿cuántas veces te lo tengo que decir? -lo riñó Raell.

-Lo siento, no sabía que Liz estaba contigo -me miró picardioso.

-¿Qué quieres? -espetó Raell.

-Ya vuelvo -avisé mi huida y fui al baño para darme un respiro.

Reposada en la puerta, cerré los ojos y me di autocontrol.

Un día y ya había sido consumida por la tentación dos veces.

Estos hermanos Figueroa querían acabar con mi ritmo cardíaco.

*******

😂 😂 😂

Pobre Liz, demasiado power por un día!!!

Eso pasa cuando se vive con dos galanes...

Nos leemos prontitoooooo mis amores

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