Caótico Pasado (#1 Trilogía V...

Oleh KarenLeto

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Cuando Connor Davis ve el caos en el que está viviendo, decide que es hora de cambiar algo en su vida. Lo qu... Lebih Banyak

Sinopsis:
Prólogo:
Booktrailer 2021 || Nota de autora
Capítulo 1: De nuevo aquí
Capítulo 2: Reencuentros
Capítulo 3: Calma, descorazonada
Capítulo 4: No cambia nada
Capítulo 5: Tic
Capítulo 6: Tercera oportunidad
Capítulo 7: Relaciones físicas
Capítulo 8: Sentimiento extraño
Capítulo 9: Culpa
Capítulo 10: Desconcierto
Capítulo 11: Olvidar
Capítulo 12: Herida abierta
Capítulo 13: Visita al pasado
Capítulo 14: Cayendo
Capítulo 15: Feliz cumpleaños
Capítulo 16: Huida
Capítulo 17: Tentación
Capítulo 18: Homúnculo
Capítulo 19: Bellezas
Capítulo 20: Posesivo
Capítulo 21: Egoísta
Capítulo 22: Tragos y... sentimientos
Capítulo 23: Incertidumbre (Parte 1)
Capítulo 23: Incertidumbre (Parte 2)
Capítulo 24: Efusividad
Capítulo 25: Martin Kline
Capítulo 26: Desesperanza
Capítulo 27: Dolor
Capítulo 28: Planes
Capítulo 29: Te protegeré
Capítulo 30: Tómame a mí
Capítulo 31: Pertenecer
Capítulo 32: Nuestra
Capítulo 33: Hagámoslo
Capítulo 34: Pequeño engendro
Agradecimientos

Epílogo

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Oleh KarenLeto






CONNOR:




—Por favor, díganme que eso es sharpie —mascullo cuando una diminuta mano cae sobre mi antebrazo para sostener su regordete cuerpo. Un minúsculo corazón negro está dibujado en el dorso de su mano.

—Papi —detengo la bobina cuando su cabeza llena de rizos castaños se inclina sobre mi brazo. Le digo al cliente que tomemos un descanso y él accede diciendo que necesita usar el baño.

—Por supuesto que no es real, jefe. Ella solo quería parecerse a su papi —dice Cata, tratando de llegar a Lorna para llevársela pero ella le frunce su pequeño ceño, negándose a soltarme. Sonrío ante ese gesto—. Bien, mini jefa, no te molestes conmigo, pero debes dejar a tu papi trabajar

—No, quiero a papi —niega con su cabeza, enviando sus alborotados rizos sobre sus ojos porque Teagan se niega a cortarlos y Lorna tiene la tendencia de su madre de perder cosas, por lo que los broches que Teagan le puso esta mañana para apartar el cabello de sus ojos desaparecieron en el transcurso del día.

—Oh, ya llegamos a esa parte del día donde Lorn-een se pone mimada —se burla Rafe desde su lugar donde tatúa a una chica que se la ha pasado lanzando indirectas sobre vivir sola y estar aburrida esta noche.

Lorna hace un puchero y me mira con sus grandes ojos verdes. Veo el reloj de la pared y suspiro. Es cerca de su hora de dormir, normalmente ya estaríamos en casa esperando a Teagan, pero hoy tuve demasiado trabajo y me atrasé.

Con el paso de estos tres años y bajo la protección de Smith, la tienda tuvo más clientes y me asocié con Cata para usar una parte de la tienda para la venta de la ropa que ella misma diseña y hace, así tenemos los suficientes ingresos para mantenernos los tres y a la chica que Cata consiguió para apoyarla en la recepción después de que Courtney se graduó y Teagan consiguió un trabajo real.

Al principio Teagan trabajaba con nosotros y cuidaba de Lorna al mismo tiempo, pero ahora debo hacerme cargo y Rafe o Cata la vigilan cuando estoy ocupado.

La tomo en brazos, levantándome del taburete y ella inmediatamente recarga su cabeza en mi hombro. El cliente regresa del baño y le indico que se acomode mientras voy a la recepción por uno de los muchos cuentos que Teagan guardó ahí para ella.

—Hagamos un trato, ricitos de cobre —hago cosquillas en su abdomen y ella suelta una risita—. Vas a contarnos un cuento a mí y a Hal, y después te contaré dos cuentos cuando lleguemos a casa, ¿te parece?

Arrastro uno de los taburetes pequeños donde ella podrá recostarse a mi lado mientras termino el trabajo al que solo le faltan unos minutos más.

— ¡Es un buen trato, sobrina! Acéptalo —grita Rafe por encima del ruido de la bobina.

—Creo que lo tienes controlado, jefe, así que iré a casa —ríe Cata despidiéndose. Murmuro un agradecimiento por quedarse hasta más tarde y ella toma sus cosas, lanzándole un beso a Lorna—. ¡Adiós, muñeca!

Ruedo mis ojos mientras Lorna ríe. Teagan hoy la vistió con un overol de mezclilla y una blusa de rayas roja junto a unos converse del mismo color que hizo que en automático Cata la asociara con un muñeco diabólico y terminó por llamarla "muñeca" durante todo el día.

— ¿Entonces nos contarás un cuento, ricitos de cobre? —insisto, usando el apodo que molesta a Teagan porque dice que la hago ver como una versión pobre de ricitos de oro. Dejo a Lorna sobre el taburete y ella se sonroja cuando Hal le sonríe, pero toma el libro y choca su puño con el mío, aceptando el trato—. Bien, te escuchamos

Enciendo la bobina mientras Lorna abre el libro y empieza a contar la historia desde su versión interpretando los dibujos.

Termino mi trabajo escuchando sus adorables expresiones dramáticas y no puedo evitar sonreír todo el tiempo.



(...)

Lo primero que escucho al abrir la puerta del departamento es música y lo primero que veo es a la perezosa perrita que Jimmy le regaló a Lorna, la cual se encuentra durmiendo en uno de los sofás.

Lorna se sobresalta cuando cierro la puerta pero continúa durmiendo, froto su espalda y camino hacia la cocina. Teagan se encuentra ahí, preparando la cena y baila la música que sale de la laptop sobre la encimera. Se gira con la sartén en su mano y me paralizo cuando se asusta al vernos, pero afortunadamente reacciona a tiempo y salva la cena de caerse.

— ¡Mierda, me asustaste! —deja la sartén en medio de la mesa que ya se encuentra puesta.

— ¿Debo empezar a preocuparme de que no estés atenta a quién entra por la puerta? —alzo una ceja y ella aprieta sus labios con fuerza, rodeando la mesa hasta detenerse frente a mí.

—Hace poco dejé de tener pesadillas y sobresaltarme con cualquier maldito ruido parecido a un disparo, así que me niego a vivir todo el tiempo alerta en mi propia casa —se estira hacia Lorna y me agacho para que pueda besar su mejilla. Cuando intento besarla, mueve su cabeza y termino besando su mejilla.

— ¿Sigues molesta? —suspiro con cansancio y reacomodo a Lorna en mis brazos. La pequeña engendro envuelve sus brazos con fuerza alrededor de mi cuello, escondiendo su cabeza en un costado del mismo. Teagan me hace una seña hacia la habitación de Lorna y caminamos por el corto pasillo.

—Es que aún no entiendo porqué no puede ir a una guardería, Connor. Quiero que se integre con otros niños, solo convive con jóvenes y adultos tatuados —alza sus brazos con exasperación, entra a la habitación, yendo hasta la cama de Lorna y aparta la manta azul con dibujos de cohetes que dejamos que la pequeña engendro eligiera por su cuenta y que, como toda niña obsesionada con esa película animada de juguetes, decidió que esa manta era la indicada para su cama.

—Por si no te has dado cuenta, vive con dos adultos tatuados —replico, inclinándome para dejar a Lorna sobre su cama. La pequeña engendro se aferra a mi cuello por unos segundos, pero aparto sus brazos con cuidado y beso un costado de su cabeza. Teagan le cambia la ropa al pijama sin despertarla, luego besa su frente y asegura las cosas a los costados de la cama que evitan que ruede al suelo. Me muevo a la puerta de la habitación y me recargo en la pared con los brazos cruzados mientras la observo cubrir a nuestra hija.

—Ese no es el problema, si no que no convive con niños —enciende la lámpara de noche y se gira hacia mí siguiendo con un tema que sabía que no dejaría ir tan fácilmente.

—Falta poco para que vaya al preescolar, no veo cuál es la prisa, ahí conocerá muchos niños insoportables —me encojo de hombros y salgo de la habitación. Teagan apaga la luz del techo y me sigue hacia el comedor.

—Pero así podrías encargarte de la tienda sin que ella esté siguiéndote todo el tiempo —insiste, haciendo que me detenga abruptamente y ella choca contra mi espalda. Me giro y, tomándola desprevenida, coloco ambas manos a los lados de su cuello y la beso de una forma que nos deja sin aire a ambos. Ella se aferra a mi camisa y me sigue el beso con la misma intensidad. Bajo una de mis manos y aprieto una de las mejillas de su culo cubierto por su pantalón de ejercicio que no usa para ejercitarse. Ella se sobresalta y rompe el contacto, pero su respiración se escucha tan agitada como la mía. Estiro un brazo alcanzando una de las sillas del comedor y me siento, guiando a Teagan a acomodarse entre mis piernas abiertas.

—No me molesta que ella esté siguiéndome todo el tiempo, es la única que me mantiene de buen humor en el trabajo —retomo el tema una vez que me aseguro que está más relajada y no tan a la defensiva. Ella parpadea y suspira, enfocándose nuevamente en nuestra conversación—. Y sé que ella está lista para enfrentarse al mundo, que así como puede lidiar con hombres tatuados imponentes, lo hará con niños come pegamento

Teagan ríe y pasa sus dedos a través de mi cabello. Me inclino y recargo mi cabeza en el centro de su pecho, ella se estremece cuando paso mi nariz por la curva de uno de sus pechos cubiertos por una diminuta blusa de tiras.

»Así que si necesitas que admita que el que no está listo aún para dejarla ir soy yo —susurro contra su piel y deposito un beso por debajo de su clavícula. Sus dedos en mi cabello se envuelven con más fuerza—. Lo admito, no estoy listo para dejar de cuidar a ricitos de cobre

— ¡Que no la llames así! —golpea mi hombro y después suspira, cruzándose de brazos para evitar que siga distrayéndola, pero no funciona porque eso le da una mejor posición y su pecho sube y baja con rapidez, lo que me hace saber que ella conoce el efecto que tiene el cruzar sus brazos. Me inclino e inhalo el dulce aroma a chocolate en su cuello.

—Ya no lo haré —prometo falsamente y ella resopla con cansancio. Por supuesto que seguiré llamándola de esa manera.

—De acuerdo, comprendo tu punto, debiste haberlo dicho desde que lo mencioné y nos habríamos ahorrado toda la discusión —coloca sus manos a cada lado de mi mandíbula y levanta mi cabeza hacia ella. Se acerca y me besa.

—Te dije desde antes de firmar ese papel que íbamos a discutir y mucho —susurro contra sus labios. Con la punta de mi lengua separo sus labios y luego atrapo su labio inferior entre los míos. Teagan se pega más a mí y ambos hacemos un ruido ronco con la garganta cuando pasa sus piernas por encima de las mías, colocándose a horcajadas y se frota contra mi dureza—. Y me gusta la forma en que arreglamos nuestras discusiones absurdas 

Me levanto con ella rodeando mi cintura y empiezo a caminar hacia nuestra habitación.

—La comida va a enfriarse —jadea cuando cierro la puerta con seguro a nuestras espaldas y la dejo caer sobre la cama. Saco mi camisa y desabrocho mi pantalón mientras ella se deshace de su ropa con rapidez. Desde que la pequeña engendro llegó a nuestras vidas, estos momentos a solas son contados. No voy a quejarme, a pesar de que cada mañana me levanto con la sensación de que todo esto, la casa y mi propia familia son solo un sueño, solo me hace falta voltear al otro lado de la cama y encontrarme con las dos mujeres más importantes en mi vida durmiendo abrazadas después de que mi hija astuta pase a nuestra habitación por la noche, es esa imagen la que me trae paz, la que me reafirma que esto es real. 

Teagan repite que la cena se enfriará pero continúa desvistiéndose y muerde su labio inferior, mirándome con deseo. 

—Me importa una mierda, estoy más hambriento de ti —tomo un preservativo del cajón más alto de la cómoda junto a la puerta y voy hacia la cama. Sus ojos color avellana se ven ansiosos, pero dejo de verla cuando mi cabeza se detiene entre sus piernas abiertas y la pruebo, sus dedos inmediatamente van a mi cabello, jalando de él con vehemencia. Llevo mis manos a cada lado de su cintura, acercándola más a mi boca, probándola y tocando los puntos sensibles que conozco de memoria hasta que golpea el colchón con su mano diciendo mi nombre y ahoga el grito que le sigue a su liberación. Me aparto y sus piernas caen sin delicadeza extendidas sobre la cama.

—Eso fue... Whoa —balbucea, pasando sus brazos alrededor de mi cuello cuando me he puesto el preservativo y me coloco entre sus piernas.

—Aún no termino —digo en un susurro ronco invadiendo su cuerpo de nuevo. La beso para callar los sonidos que salen de ambos y con una mano en su muslo la hago subir una pierna para tener un mejor ángulo sobre ella.

Aprovecho el tiempo y beso cada parte de su cuerpo, admirando cada marca que quedó en ella después de tener a Lorna, cada trazo de tinta que se tatuó en el pasado y los que he tatuado yo en los últimos años. 

Guío mis caderas contra las suyas y cuando me mira con las mismas emociones intensas de años atrás arremolinándose en sus ojos, sé que he dejado una marca mucho más fuerte que un trazo de tinta en Teagan Price-Davis y que de una forma no visible, ella se ha tatuado en mi piel.











TEAGAN:



—Amigo, ¿en qué diablos te metiste? —mascullo, balanceándome en la punta de mis pies con las manos en la cintura—. Tienes más agujeros que un colador

Observo el cuerpo frente a mí y hago una mueca. Que me guste mi profesión no significa que ame ver cadáveres desnudos a menudo. Hago anotaciones en el informe de las posibles causas de la muerte de este hombre sin identificación que fue encontrado en un barranco a las afueras de la ciudad y suspiro detrás de mi mascarilla protectora.

—Se ve rebosando de felicidad por su trabajo, señora Davis —me sobresalto al escuchar la voz proveniente de la puerta de la solitaria habitación. Me giro, encontrándome con mi vecina y compañera de trabajo.

Courtney West tuvo gran influencia en que me aceptaran en este trabajo en el que poco a poco he ido ganando experiencia. Ella estudió criminalística y desde que era universitaria ya tenía la oferta de trabajo del detective que ayudó en nuestro rescate después de que el Pantera me secuestrara.

—Me recuerdo todos los días que yo elegí esta escalofriante profesión —me encojo de hombros y ella ríe. Su aspecto ha cambiado mucho desde que trabajaba en la tienda de tatuajes, ahora parece toda una mujer profesional sin esas botas de combate que solía usar, las cuales reemplazó por unos bonitos zapatos altos que se ven realmente cómodos. Aunque fuera del trabajo sigue teniendo la misma esencia de chica ruda, el jeep en el estacionamiento es una prueba de ello.

—Lo mismo digo —sacude su cabeza y alza una ceja—. Pero en serio pareces algo frustrada en lugar de esa cosa loca que haces de concentrarte y hacerme terminar creyendo que ni siquiera parpadeas

—Es el cumpleaños de Jimmy, quería ir a casa temprano y este hombre colador llegó, no sé si termine a tiempo —inclino mi cabeza hacia atrás, viendo hacia las luces del techo y vuelvo a suspirar.

—No tienes porqué terminar hoy —bajo mi cabeza para volver mi atención a ella.

—Lo sé, pero me gusta adelantar lo más que puedo —explico, dejando la tabla de anotaciones en una de las camillas metálicas.

—No todo es trabajo, yo voy a casa ahora y justo venía a preguntarte si sabías si Lorna está en el departamento o si aún sigue en la tienda con el ex jefe —saca su celular del bolsillo de su chaqueta y frunce el ceño a la pantalla mientras continúa hablando—. Tengo un nuevo juguete que encontré para Terrie y Silky, quería dárselos a Lorna para que le lleve uno a Evans

Terrie es el perro pug de su novio y Silky la perrita que Jimmy le regaló a Lorna justo un día después de que mi mimada hija vio una perrita en la calle y dijo que quería una. Fue ese día cuando tuve una seria charla con los hermanos Davis acerca de consentir demasiado a la pequeña engendro. No quería que mi hija se convirtiera en una odiosa niña consentida.

—Sigo sin entender porqué quieres hacerle creer a Charlie que odias a su perro —río por lo bajo, sacudiendo mi cabeza. Ella alza su vista del teléfono y sonríe de una forma un tanto malévola.

—Porque vivo para hacerlo enojar —dice con simpleza y no me queda más remedio que sonreír porque pese a eso ellos han mantenido una relación estable todos estos años.

—Lorna está en casa de Issa, las gemelas la cuidaron hoy porque la llevaron de compras para la fiesta de cumpleaños de Jimmy —le informo, acercándome para cubrir el cuerpo del hombre colador que no tiene registro de alguien que pueda venir a reclamarlo. Courtney tiene razón, no tengo porqué terminar hoy. Los datos más relevantes ya los tengo en el informe. Solo falta papeleo.

— ¿Puedo dártelos a ti entonces? —pregunta, apartándose de la pared cuando salgo y cierro la fría habitación para entrar hacia los lavabos donde me deshago del equipo médico y froto mis manos con mucha agua y jabón.

—Sí, puedes dejarlos en mi casillero —respondo y ella asiente, yendo a la salida—. Pero la llave está...

—No necesito la llave, señora Davis —me mira sobre su hombro y guiña un ojo—. Recuerda con quién estás hablando

—Por supuesto, ¿cómo no lo pensé? —digo con ironía, ella solo ríe, despidiéndose con un gesto.

Y la verdad es que a veces olvido lo que ella fue en el pasado. Lo que todos fuimos y lo que hicimos.





(...)

Inhalo el exquisito aroma de la loción del pecho que abrazo con mucha fuerza y soy bendecida con un apretón igual de fuerte.

—Vas a romperlo, niño-niña —escucho decir a Rafe.

—Es que míralo, es todo un adulto —mi voz suena amortiguada por la camisa de Jimmy. Su pecho se sacude en una risa.

—No eres tan mayor que yo, enana-Teag —sostiene mis hombros, obligándome a soltarlo de mi mortal agarre.

—Eres el Davis pequeño, cállate Jim-Jimmy —levanto mi cabeza para poder verlo a los ojos y golpeo su pecho con suavidad—. Déjame darte cariño

—Yo creo que tu esposo es el que se ve más necesitado de tu cariño porque llegaste tacleando a Jimmy en un abrazo en lugar de saludarlo a él y a mi sorprendentemente gruñona sobrina

—Son padre e hija, no te sorprendas de eso... ¿ahora porqué está gruñona mi bella Lorn? —extiendo mis brazos hacia la pequeña de rizos que camina hasta mí con un puchero en su labio inferior.

—Tío Jimmy no comparte, mami —me hace tomarla en brazos y me esfuerzo mucho en mantenerla porque ella ha rebasado el peso adecuado para tenerla en mis débiles brazos. Solo Connor puede sostenerla sin problema. Y como si supiera mis pensamientos, él se levanta del sofá en el que estaba sentado y estira sus brazos hacia Lorna. Ella no duda y pasa a los brazos del atractivo hombre tonto.

Le sonrío en agradecimiento y él guiña uno de sus ojos, haciéndome agrandar mi sonrisa.

—La mini descorazonada quiere comer pastel antes de tiempo —Bailey se asoma por la cocina semi vacía del departamento de Jimmy, en el cual acaba de mudarse, y es la razón por la que estamos celebrando su cumpleaños aquí. Issa e Itza están conversando con Hudson en la cocina mientras beben alguna de las famosas bebidas de mi homosexual amigo. Winnie y Steven vendrán más tarde después del trabajo.

Bailey me saluda con un beso en la mejilla y saca su lengua infantilmente hacia Lorna, ella le responde con el mismo gesto y Connor solo rueda sus ojos.

—El tío Jimmy aún no pide un deseo, cariño —presiono la punta de su nariz con mi dedo y ella ríe—. ¿Puedes esperar a que él pida un deseo?

—Sí, mami —su regordete brazo rodea mi cuello sin soltar el hombro de Connor y besa un lado de mi cabeza, imitando la forma en que yo la saludo al llegar a casa.

—Por supuesto, a tu madre le dices que sí y conmigo peleas —se queja Bailey, apuntándola con su dedo índice. Connor se agacha para besarme, cubriéndome de la vista de Bailey. Lorna suelta una risita cuando queda apretujada entre ambos—. Déjame reprender a tu hija, chico tinta, no te interpongas

—Cuando tengas tus propios hijos podrás reprenderlos, deja a mi hija en paz —dice Connor con un gruñido. Lorna imita su gruñido, haciéndonos reír a todos.





(...)

—Ella es hermosa, Teagan —dice Hudson sentándose a mi lado mientras observamos a Connor y Rafe jugando con Lorna.

—Lo es, y no me molesta admitir que es porque tiene mucho parecido a su abuela paterna biológica —sonrío—. Charleen era hermosa

—Puedo imaginarlo —hace una pausa, riendo cuando Lorna salta a la espalda de Rafe rodeando su cuello en una llave. Mi hija es igual de enérgica que yo cuando era niña y tiene mucho que ver con que Smith hizo prometer a Connor que iría al gimnasio después de todo el asunto del Pantera, así que fue inevitable que Lorna aprendiera lo que es una llave al acompañar a su padre a las sesiones de entrenamiento de Smith. 

— ¿Cómo va todo con Amanda? ¿Para cuándo le harás la propuesta? —lo codeo para llamar su atención. Él se gira e inmediatamente me arrepiento de preguntar cuando veo su gesto triste.

—Las cosas con Amanda terminaron —suspira y desvía su vista a sus manos sobre sus muslos. Suspira con pesar—. Quiero la cosa del matrimonio, la casa y los hijos, pero no es así para ella y respeto eso, así que terminamos la relación

—Lo lamento —coloco una mano sobre su antebrazo en consuelo. Él parpadea de vuelta hacia mí.

—Es mejor así, no perderemos tiempo en una relación en la que tenemos distintas expectativas. Ya llegará alguien quien tenga las mismas metas que yo —es un gesto rápido, pero como estoy muy atenta y soy algo chismosa, logro verlo cuando su vista se desvía por unos segundos hacia donde las gemelas se encuentran de pie cerca de la ventana al otro lado de la habitación.

—Itza... tú... —jadeo con sorpresa y él abre mucho sus ojos, negando rápidamente.

—No, no, Teagan, no digas nada —masculla, sonrojándose. Abro y cierro mi boca, ahogando un gritito de emoción. Itza es mayor que él, pero no veo impedimento cuando este chico tiene la madurez necesaria para conquistar a la gemela Davis.

—Pero, pero... —aprieto mis labios con fuerza cuando él vuelve a negar porque empezamos a llamar la atención de los demás.

—Ella no me ve de esa forma, solo soy el amigo de su hermano y de su cuñada

—Eso no importa, si lo intentas puede suceder —insisto, sintiéndome más emocionada con la idea—. Sé que ella tiene las mismas expectativas de una familia. Todos aquí, excepto tú claro, tenemos familias disfuncionales y deseamos estabilidad. Ella desea esa estabilidad, pero no ha encontrado al indicado

— ¿De qué indicado hablan? —pregunta Jimmy apareciendo detrás de nosotros y Hudson se tensa.

—De... Itza, que aún no ha encontrado al indicado pero sé que pronto lo hará —explico, girándome hacia él—. Y que todos pronto encontrarán también a su indicado o indicada si es eso lo que desean

Miro rápidamente a Hudson que parece querer mezclarse con el sofá y luego regreso mi mirada a Jimmy. Él asiente con lentitud y un brillo de anhelo cubre sus ojos. Hace años no me habría sorprendido que él deseara formar una familia, pero desde que me reencontré con los hermanos Davis, pensé que el menor de ellos había cambiado de idea con respecto a eso. Solo que el gesto en su rostro dice otra cosa ahora.

Antes de que pueda preguntarle algo, el timbre del departamento suena y Jimmy parpadea, incorporándose.

—Esos deben ser Winnie y Steven. Ya era hora, porque Lornie-Lorn va a matarme si no le doy pastel en los próximos minutos —sigo su mirada hacia mi hija, encontrándome con que efectivamente, ella lo está mirando con el mismo gesto amenazante que su papá suele usar.

Jimmy corre a la puerta y yo entrecierro mis ojos hacia Lorna, quien a cambio hace un puchero en mi dirección en un gesto manipulador. A su lado, Connor y Rafe ríen presenciando la escena, incluso escucho a Hudson soltando una risita.

Mi manipuladora hija sonríe, encantada con el efecto que causa en estos atractivos hombres.

—Eh... ¿Teagan? —me llama Jimmy desde la puerta, manteniéndola medio abierta como si intentara cubrir a quien esté fuera. Frunzo el ceño en confusión—. ¿Puedes venir un segundo a ayudarme a sacar la basura del edificio?

— ¿De acuerdo? —me levanto, extrañada con su petición y voy hacia la puerta, alcanzando a ver cómo Connor le dice algo a Rafe y él asiente, mirándome. Mi sobreprotector esposo me sigue a la puerta y cuando Jimmy se hace a un lado para que pueda salir al pasillo casi regreso corriendo dentro del departamento, pero me topo con el torso de Connor, quien al ver lo mismo que yo me atrae hacia su pecho y entrelaza su mano izquierda con la mía.

La mirada de ella va a nuestras manos entrelazadas y sé lo que ve. Las alianzas de oro en nuestros dedos y las iniciales tatuadas. Su mandíbula está tan apretada como para ver los músculos moverse.

—Iré adentro a entretener a... a todos —Jimmy carraspea y antes de entrar señala a la mujer frente a nosotros—. No es bienvenida aquí, haré que le restrinjan la entrada al edificio

Y lo dice con total seriedad que no dudo ni por un segundo que realmente lo hará. Él entra al departamento y los tres nos quedamos en el pasillo en silencio. Puedo sentir la tensión emanando de Connor y la incomodidad en ella.

— ¿Qué haces aquí? ¿Cómo diablos supiste dónde buscarme? —mascullo contenida. Ella parpadea como si se sorprendiera de que esté hablándole.

—Vine a hablar contigo, mi psiquiatra lo sugirió —explica con más incomodidad aún. Sé por papá que parte de las condiciones que hubo en el divorcio fue que Lucrecia tendría que acudir a un tratamiento psiquiátrico y psicológico para que papá accediera a dejarle la casa, a pesar de que él quería venderla. Lucrecia no tenía a dónde ir, no tenía una buena relación con su única hermana y detestaba la idea de tener que ir a vivir con ella de todas formas. Así que Lucrecia accedió al tratamiento y lo ha llevado por los últimos dos años para tratar su depresión y no sé qué otro diagnóstico más.

—No veo de qué podríamos hablar y aún quiero saber cómo diablos estás aquí —me mantengo firme a pesar de estar enfrentándome a ella después de tanto tiempo. Heridas que había suturado desde que Lorna nació empiezan a picar en mi pecho.

—Te busqué en la casa de Issa y yo... yo las vi, la vi —doy un respingo y el agarre de Connor se hace más fuerte. Sé que él lucha contra todas las cosas que quiere decirle solo porque nuestra hija está dentro del departamento y no quiere tener una pelea que pueda asustarla—. Sabía que tenías una hija aunque Peter trató de ocultarlo, se olvidó que después de treinta años juntos tenemos demasiados conocidos en común, así que lo supe hace dos años. La vi salir hoy de la casa de Issa y las escuché, tú le pusiste...

Hace una pausa y cierra los ojos, abrazándose a sí misma.

»Le pusiste su nombre. La llamaste igual que mi Lorna —lleva una mano a su pecho y su voz se vuelve aguda con el dolor que experimenta al mencionar a mi hermana. Ella pudo ser la peor madre para mí, pero fue una madre para Lorna, su amor y su dolor por ella es quizá lo más sincero que Lucrecia pueda sentir—. El psiquiatra dijo que debía intentar disculparme por todo lo que hice, pero no me sentía lista al cien por ciento y estuve a punto de irme, pero luego la vi y yo...

— ¿Estás tratando de decirme que no vienes a disculparte conmigo sino que estás insinuando que quieres conocer a mi hija? ¿Al fruto de tu indeseada hija y el hombre al que siempre llamaste "bastardo"?

—Yo solo, creí que... soy su abuela... tiene derecho a conocerme... —un brillo de desesperación se instala en sus ojos y casi caigo sobre mi trasero si Connor no me estuviera sosteniendo.

—No vienes aquí por mí, lo acabas de decir, ibas a marcharte y la viste a ella —sacudo mi cabeza con incredulidad—. Vienes aquí tratando de tener una relación con mi hija porque buscas...

Llevo mi mano libre a mi boca y ahogo un grito. Es tan loco y típico de ella que me cuesta decirlo en voz alta.

»Buscas a mi hija porque crees que puede sustituir a Lorna

Ella da un paso atrás cuando Connor me suelta bruscamente y la encara con enojo marcado en cada uno de sus movimientos rígidos.

—Lárgate. Y no mires atrás. Más te vale que olvides que siquiera existimos, porque has hecho daño para toda una vida, no voy a permitir que le hagas daño a mi hija con tu locura. No voy a permitirte lastimar a mi familia, soy capaz de lo que sea para protegerlas y no me importan las malditas consecuencias

Lucrecia parpadea, claramente sin esperarse esa amenaza. Connor me había defendido antes de ella, pero no de esta forma feroz con la que lo hace ahora.

—Vete —me acerco a Connor y tomo su brazo, deteniéndolo de dar otro paso cerca de ella.

—He avanzado mucho en mi tratamiento, pero no puedo... no puedo hacer esto contigo... son sentimientos difíciles de dejar ir y tu hija... ella es tan bonita que pensé que podría intentarlo con ella

—Fue una idea estúpida, jamás te dejaré acercarte a ella. Ahora vete —finalizo, señalando el final del pasillo. Lucrecia nos observa por unos segundos más, pero sé que la única razón por la que se detiene es por la necesidad de tener otra niña de la que ocuparse, pero eso jamás sucederá.

Sin decir otra palabra da media vuelta y se marcha por el pasillo desapareciendo escaleras abajo. Suelto un fuerte suspiro y dejo caer mi cabeza sobre el brazo de Connor. Él rodea mi cintura y me atrae en un abrazo.

—No dejes que ella tenga el poder de afectarte de nuevo, niña bonita. Ella no vale ni uno solo de tus pensamientos

—No le daré ese poder, no le daré el poder de venir aquí y arruinar la fiesta de Jimmy. No le daré el poder de desestabilizar mi felicidad

Y no lo hago, finalmente solo veo esta como una oportunidad de cerrar este ciclo con ella después de no haberla enfrentado por haberme entregado al Pantera sin detenerse a pensar que estaba enviándome a lo que pudo ser mi muerte.

Lucrecia ya no tiene ese poder. Lucrecia es mi pasado y es ahí donde se quedará.





(...)

—Eres una artista, Lorn —alboroto sus rizos, ganándome una sonrisa de dientes pequeños.

—No, soy una niña, mami —rueda sus bonitos ojos verdes como si yo fuera la tonta ignorante y no ella. Toma su cuaderno y corre a mostrarle a Rafe el dibujo de un unicornio deforme del cual todos le mentimos diciendo que es hermoso.

—Listo, niña bonita —me estremezco cuando Connor retira la tinta de mi brazo, pasando su mano con más lentitud de la necesaria. Me sonríe, conocedor del efecto que tiene en mí. Me levanto con su ayuda, parándome frente al espejo para ver mi nuevo tatuaje. Una cosa cursi que se me ocurrió de mi silueta y la de Lorna tomándonos de la mano.

—Es lindo y nuevo, me gusta —es todo lo que digo. Connor asiente en acuerdo y me ayuda a prepararme para irnos. Lorna se aleja de su tío Rafe cuando una chica llega para tatuarse con él y a mi hija parece no agradarle no tener toda la atención de su tío, por lo que decide venir hasta nosotros y colgarse de una de mis piernas. Me despido de Rafe y Cata, llevando a Lorna conmigo a cuestas mientras ella se ríe—. Adiós a todos, secuestraré al jefe porque me prometió una cena decente

—Disfrútalo, jefa —dice Cata con diversión.

—Claro que lo disfrutaré, mi querida pelirroja —insinúo, causando su risa. Connor toma sus llaves y da algunas instrucciones antes de obligar a Lorna a soltar mi pierna y toma su mano, después estira su mano libre, tomando la mía también. Sonrío, satisfecha.

Los tres subimos al cruiser entre risas cuando Lorna se aferra al cuello de Connor, impidiéndole que la deje sobre su asiento especial. Cuando ella por fin se rinde Connor se acomoda en el asiento del conductor y comienza a conducir mientras escuchamos a Lorna cantando alguna canción de rock que debió haberse aprendido por la música de fondo en la tienda de tatuajes.

— ¿Te imaginaste alguna vez que este terminaría siendo un día normal para ti? —pregunto de forma distraída viendo por la ventana.

—Nunca —siento su mano sobre mi muslo, lo que me hace voltear a verlo. Se encuentra concentrado en la carretera y solo me mira de reojo por unos segundos—. Pero no lo cambiaría por nada ahora

Observo su mano en el volante donde la alianza de oro brilla y el tatuaje detrás de su oreja donde están las iniciales de los tres. Nuestra pequeña familia. Luego veo hacia atrás entre los asientos, descubriendo que Lorna ahora alza sus brazos siguiendo la letra de la canción en la radio y me sonríe, llevando la palma de su mano a su boca para después lanzarme un beso. Finjo atraparlo y me reacomodo en el asiento, observando el perfil de Connor.

—Yo tampoco —aseguro, tomando la mano que descansa sobre mi muslo. Él entrelaza nuestros dedos y lleva mi mano a su boca, dejando un beso a la altura de mis nudillos.

Sigue el coro de la canción y empiezo a cantar junto a Lorna. Su voz es mucho más bonita que la mía, pero la pequeña engendro chilla con emoción al escucharme y me estiro nuevamente entre los asientos, simulando un micrófono que ella finge tomar para cantar.

— ¡Papi! ¡Canta! ¡¿Siií?! —grita con sus brazos al aire—. ¡Canta!

—Vamos, Connie, canta con nosotros —apoyo a mi hija subiendo el volumen a la canción y Connor ríe, pero finalmente cede y canta unas partes del coro. Lo que tiene a Lorna eufórica y me hace soltar una carcajada porque mi hija es increíble.

Es una niña increíble y única. Lucrecia se equivocaba, Lorna jamás sustituiría a su tía porque sus personalidades son diferentes, ambas son únicas. Lorna Charleen es tan única y especial que alegra mis días con cada cosa nueva que aprendo de ella y la amo por eso.

La amo. Amo cada parte de mi inesperada y no planeada familia. Los amo a ambos de una forma que no pensé que podría, de una forma que siempre temí amar, pero con ellos me siento a salvo, con ellos me sobran motivos de alegría porque son todo lo que nunca antes pedí, pero siempre necesité.

Son mi pasado, mi presente y mi futuro.




















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