Almas enamoradas - Kookmin

By Dark-writer-1224

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El amor es el sentimiento menos predecible que existe. El más complicado. El único que no ha podido ser descr... More

Capítulo 1: Primer Encuentro
Capítulo 3: Fantasma
Capítulo 4: Rosas para una Tumba
Capítulo 5: La Ofrenda
Capítulo 6: Piel de Fantasma
Capítulo 7: La Visita de Medianoche
Capítulo 8: Amor Fantasmal
Capítulo 9: La Fiesta
Capítulo 10: Pasado...
Capítulo 11: Paraíso
Capítulo 12: Los Jeon
Capítulo 13: Hasta el Final, parte I
Capítulo13: Hasta el final, Parte II
Epílogo

Capítulo 2: Segundo Encuentro

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By Dark-writer-1224

—¿Se puede saber qué te pasa? — Le preguntó Namjoon, mientras caminaban por las húmedas y sombrías calles de un desolado parque —Estás muy callado.

—Que yo sepa, no soy de las personas que se la pasan charlando todo el tiempo

—Si. Pero no me refería a eso — aclaró el moreno — quiero decir, estás extraño (más de lo normal), desde la noche en que fuimos al cementerio.

Jungkook bajó el rostro y volvió a perderse, por un breve momento, en el recuero del hermoso castaño que había visto noches atrás...

—¿Cómo siguió tu hermano? — Namjoon decidió cambiar el tema al notar la incomodidad de su amigo. Sabía que, si él le quería contar lo que le sucedía, lo haría tarde o temprano. No era necesario presionarlo... Su amistad no necesitaba ese tipo de exageradas atenciones.

Jungkook agradeció el gesto en silencio.

—Mejor. Terminó aceptando que fue su imaginación. Aunque tal vez...— detuvo sus pensamientos de manera violenta. No. Aquello que estaba pensando era totalmente imposible... —Pero no ha podido estar lejos de Hoseok en ningún momento. Es una ventaja que nuestros padres le tengan mucho aprecio por que, de otra forma, no encuentro la manera de que él pudiera quedarse a dormir con él para que esté más tranquilo.

—No pareces celoso — le apuntó su compañero — Un hermano normal lo estaría.

—Confío en Hoseok. Es un chico demasiado maduro y respetuoso. Además, sé que quiere a Taehyung y eso es lo que realmente me importa...

—Tienes razón — admitió su amigo, suspirando profundamente mientras tomaba asiento en una oxidada banca — Si tan solo Seokjin fuera la mitad de lo amable y sencillo que es su hermano, otra cosa sería.

Pasaron unos segundos en silencio, hasta que Jungkook preguntó:

—¿Qué se siente? —El moreno no entendió.

—¿A qué te refieres?

—¿Qué se siente estar enamorado?

—¿Y por qué me lo preguntas a mí? — se asombró el chico

—Porque tú lo estás de Jin

—¡Por supuesto que no! — Se apresuró a decir — ¿Cómo podría interesarme un chico tan arrogante y soberbio como él?

Jungkook soltó una pequeña risita. A veces Namjoon podía llegar a ser tan infantil.

—Si no te interesará, no hablarías así de el — resolvió

—Entonces, ¿Cómo? — exigió saber el otro joven.

—Simplemente, no lo harías — contestó él, encogiéndose de hombros ante lo obvio de la situación — Cuando una persona no ocupa tus pensamientos, tampoco ocupa tu lengua.

Otro pequeño lapso de tiempo transcurrió antes de que Namjoon se enfurruñara en la banca, gruñendo por lo bajo al verse descubierto. En momentos como ese era cuando realmente odiaba lo perspectivo que podía llegar a ser su amigo.

—Deberías hablarle

—Como si fuera fácil — discutió él — Es un chico realmente complicado. Lo primero que hará al saber de mis sentimientos hacia él será burlarse.

—El miedo es un sentimiento demasiado posesivo y autodestructivo ¿no crees? — Inquirió Jungkook, sin esperar una respuesta, mientras se ponía de pie — Nos hace su presa, nos toma como rehenes y nos alimenta diariamente de inseguridades, impidiéndonos, con éstas, tomar riesgos que, muy probablemente, nos llevarían a una gloria personal. No seas uno más de ellos, Namjoon. Hay mucha gente desgraciada, lamentándose y culpando al resto, por los infortunios que sus propios temores les han causado. Soy tu amigo, pero no pretendas que yo te consuele cuando, el mar creado por las aguas de tu tristeza, te haya ahogado de tal manera que la sal de tus lagrimas te queme los ojos y la espesura de tu llanto te reviente los tímpanos y no seas capaz de sentir nada más que dolor.

Namjoon quedó solo a los pocos segundos después. No le sorprendió ni ofendió el hecho de que su amigo se marchara de un momento a otro. Llevaba años de conocerlo y siempre había sido así: Impredecible... solitario... La persona con la que más solía pasar tiempo era con él. (Y no era un período que sobrepasaran los ciento veinte minutos del reloj)

Jungkook caminó hacia el cementerio, ignorando lo tarde que era y las gotas de lluvia que, después de un pequeño descanso, comenzaban a caer de nuevo. Se alzó el cierre de su negra sudadera hasta el cuello y se cubrió los cabellos con el gorro. Sus botas chapotearon en el agua helada que se estancaba en las calles, hasta que llegó a la vieja entrada de arco. Un pequeño chirrido se escuchó cuando su mano empujó la puerta, de delgados barrotes verticales, para entrar por ella. Sus pies se movieron directamente hacia la misma tumba en la que, noches atrás, había visto al misterioso chico que no se borraba de sus pensamientos.

Llegó al sepulcro de cemento gris y empolvado en donde había tenido su extraño encuentro. El lugar estaba vacío, viajó su mirada por todo alrededor y lo único que pudo apreciar fue el lúgubre paisaje, simplemente adornado por los débiles rayos platinados que se filtraban por la espesura de los árboles. Caminó y tomó asiento sobre la piedra plana, sintiéndose absurdamente estúpido al reconocer que, si había ido hacia allá, era sólo por la vana esperanza de volverse a encontrar con el castaño de vestimenta negra y rostro pálido...

Esperó por un momento, tal vez durante el lapso de una hora o dos. El reloj ya marcaba pasado de la media noche para cuando, resignadamente, se dispuso regresar a casa. Na Ra seguramente estaría ya desesperada por su demora.

Apenas había dado el primer paso cuando se detuvo al verlo. El asombro no se hizo esperar en su expresión. No por miedo, o algún sentimiento que se le pareciera, sino porque su belleza le resultaba inexplicable. La blancura de su piel le era única, parecía como si ligeros destellos plateados se escaparan de él... Si hubiera tenido alas, no hubiera titubeado al deducir que estaba frente a un ángel.

De manera espontánea, impulsado por una fuerza recién nacida e recóndita, dio un paso hacia el frente, el mismo paso que el castaño dio hacia atrás.

—No te asustes — pidió — no pretendo hacerte daño

Sus suaves palabras llegaron a los sentidos del chico que no acababa de comprender qué era lo que él quería, por qué estaba ahí, hablándole, en lugar de salir despavorido lejos de él. La mirada verde se fusionó con el café de sus ojos y los pies se le volvieron a sembrar en la tierra, haciéndole imposible el replegarse para cuando él se aproximó hasta que una distancia mínima fue la que los separó.

—No temas — volvió a repetir, avanzando mientras el extraño océano marrón le ahogaba de la manera más deleitante posible. —¿Quién eres? — preguntó, sin dejarle de contemplar bajo ningún instante; y la cuestión fue dirigida más hacia él que para él extraño chico; pues no lograba explicarse qué era lo que lograba desconectarlo de esa manera.

El chico se mantuvo callado.

Jungkook se percató de su vacilación, por lo que prefirió reprimir su curiosidad y no forzarlo.

—Está bien — dijo — Si no quieres contestar, no hay problema — sonrió

El rostro de Jimin permaneció inalterado durante otro par de segundos más; pero ¿Es que acaso él no veía lo obvio? ¿No había tenido suficiente muestra que la que le había mostrado aquella noche como para comprender que él no era... no era humano?

—¿Siempre vienes a este lugar?

Tampoco contestó, pero no era su silencio motivo para que el muchacho se decepcionara y retirara. Al contrario, él se aturdía y maravillaba un poco más ante su enigma que bañaba a los fríos vientos de una escancia incomprensible que le rebatía con fuerza los pies y el corazón y le hacían desear saber los secretos que sus discretos labios guardaban.

Jungkook se aproximó otro paso, rompiendo los límites apropiados entre ambos cuerpos. El intentó retraerse, pero fue una gentil mano, que lo tomó por la muñeca, lo que lo detuvo. Sus expresivos ojos se dilataron al entrar en contacto con el fulgor de esa piel humana y, con un movimiento un tanto violento, se soltó del amable agarre y volvió a retroceder.

—Lo siento — se disculpó él, sin permitir que la distancia entre ambos se acrecentara.

El cayó al suelo al tropezar con una pequeña roca.

Aquello era el colmo, pensó, ni aun siendo lo que era, dejaba de ser torpe...

—¿Te encuentras bien?

Rechazó la ayuda que se le era ofrecida y dirigió su mirada hacia el oscuro sendero del bosque que se abría a pocos pasos de él.

Sólo era cuestión de desvanecerse durante el poco tiempo que le era posible y adentrarse en él para correr y, así, aislarse de mortal que le miraba con expresión atormentada y culpable. Sólo era eso... Una actividad sencilla que no le tomaría más de dos segundos; pero...

—Lo mejor será que me marche — murmuró Jungkook, suspirando, resignadamente, al notar que, de alguna manera inexplicable, su presencia le asustaba — No quiero que por mi culpa te sigas lastimando...

La forma de hablar se le perdió justo cuando, al intentar incorporarse, una suave mano jaló la suya, imposibilitándole alejarse. Retomó su original posición de manera lenta, casi sin atreverse a respirar, como si un falso movimiento pudiera provocar que él se arrepintiera y le soltara.

Y es que él no quería ser liberado... aún no.

Cuánto hubiera dado por poder leer su mente y así saber qué era lo que significaba el brillo pardo de sus pupilas. Cubrió la mano que sostenía la suya con la otra que tenía libre, palpando la piel de apariencia y sensación extremadamente fina. Pensó, debido a lo mismo, en lo posible que sería para el el mezclarse con el viento y desaparecer...

Fue entonces cuando recordó lo sucedido la noche anterior...

—Aquella vez que te encontré, te marchaste demasiado rápido que pareció como si te hubieras vuelto invisible — comentó, sonriendo por el absurdo camino que sus pensamientos habían tomado los primeros minutos que pasaron después de haberlo perdido.

Jimin bajó el rostro. Tal parecía él no sospecha, ni en lo más mínimo, que no eran iguales. Tal vez, era por lo mismo que él aún seguía a su lado... ¿Pasaría lo mismo si se enterará de la verdad? Por supuesto que no.

El dolor pintado en su expresión no pasó desapercibido para el oscuro chico que, apretando gentilmente el agarre de sus manos contra las otras, intentó disipar la desconocida tristeza que surcaba la mirada chocolate.

—Me gustaría tanto saber cómo te llamas — susurró

Jimin sabía que no debía de responder. Él no podía comunicarse con él. Los límites de la naturaleza se lo impedían y, aun sabiéndolo, quería hacerlo... Una voz interior le pedía que lo hiciera y, siguiendo ese instinto enfrenadle, murmuró:

—Jimin

Su voz delicada y vibrante, tan ligera y exquisita, como el repiqueteo de pequeñas y lejanas campanas, era igual de hechizante que el castaño de sus ojos.

Tan encandilado, tan idiotizado, tan abandonado se encontraba Jungkook, que le tomó más de dos minutos el encontrar la relación que tenía ese nombre con un recuerdo familiar en su memoria.

Sus movimientos fueron lentos al transitar su mirada hacia la tumba que yacía a su costado izquierdo y los ojos se le nublaron al comprobar que, efectivamente, las letras talladas en el cemento decían lo mismo...

—Eres Park Jimin — dijo, con voz apenas audible y, a pesar de que Jimin sabía bien que el comentario no había sido dirigido hacia el (pues, lo que Jungkook había dicho era más bien para convencerse a él mismo) y que tampoco se trataba de una pregunta, contestó:

—Si...

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