Arriésgate Liz.

By Alleguerra

1.8K 574 2.5K

Muchas veces nos aferramos a relaciones que nos hacen daño, simplemente decidimos quedarnos por miedo a estar... More

Prólogo
Capítulo I: Conociendo A Raell
Capítulo II: Encuentro Fatal
Capitulo III: Raell Al Rescate
Capítulo IV: Se Terminó
Capítulo V: Ahogada En La Verdad
Capitulo VI: Mala Idea
Capítulo VII: En La Misma Habitación
Capitulo VIII: El Reto.
Capitulo IX: ¡Raell Traidor!
Capitulo X: Tu Paz, Es Mi Paz Liz
Capitulo XI: ¿Que Me Estas Haciendo Liz?
Capitulo XII: ¿Nos Daremos Un Tiempo?
Capitulo XIII: Todo Por Ella
Capitulo XIV: Desde Cero
Capitulo XV: Andrea Fuera De Control
Capitulo XVI: Te Casas Y Punto
Capítulo XVII: Te Lo Buscaste Aaron .
Capitulo XVIII: Hasta Nunca Aaron
Capitulo XIX: Al Perderte, Me Encontré ♥️
Capitulo XX: Solo Tú Y Yo
Capítulo XXII: ¿Vives Con Él ?
Capitulo XXIII: Raiden
Reparto Masculino
Capitulo XXIV: Tu Mirada ♥️
Capitulo XXV: ¿Y Ahora Qué?
Capitulo XXVI: Celos
Capítulo XXVII: Resentimientos
Capitulo XXVIII: Mi Luz
Capítulo XXIX: Malentendido.
Capitulo XXX: En Mil Pedazos
Capitulo XXXI: Dejar Ir
Capitulo XXXII: Perdonar Sana El Alma
Capitulo XXXIII: te Seguiré Amando
Capitulo XXXIV: Aun Dueles
Capitulo XXXV: ¿Raell Que Haces?
Capitulo XXXVI: Noticias
Capitulo XXXVII: La Cizaña En Forma De Cuñado
Capitulo XXXVIII: El Mirador .
Epílogo

Capitulo XXI: Es Un Buen Partido 😏

38 12 108
By Alleguerra

¡Me muero de la vergüenza!

Tener a mis padres dándome riña por no contarles mi problema amoroso en casa de Raell era el colmo de los abusos. Incluso viviendo de mí.

Me disculpé como mil veces desde que llegamos con mis padres y en ningún momento cesó su molestia. Los entendía, no debí ocultar la verdad tanto tiempo.

—¿Y ahora vives con otro chico que no es tu novio? —susurró mi mamá disgustada.

—Es un amigo mamá.

—Y es un buen partido —comentó mi padre animoso.

—¡Papá! —chille avergonzada. Gracias a Dios Raell había salido para darnos privacidad.

—¿Qué tiene de malo hija? —se defendió—, me agrada el muchacho, además le gusta el fútbol y le va al Barca.

Y con eso ya se ganó su corazón. Por supuesto que si.

—Sé que he tomado malas decisiones y les he mentido, pero deben confiar en mí —les pedí—. Tengo muchas ganas de salir adelante y dejar esto atrás.

—Y te creemos conejita, pero han sido muchas emociones fuertes y queremos protegerte —mi padre me acarició la espalda con amor.

Sonreí con pesar. Me hacían tanta falta.

—Gracias papi, por estar aquí para mí —les sonreí con cariño.

Los amaba muchísimo, ellos hacían tantos sacrificios por mí para que pudiera tener una carrera universitaria y no los iba a defraudar. Cumpliría mi sueños y se sentirán orgullosos de mí.

—Queremos confiar en ti hija pero no vuelvas a mentirnos, somos tus padres y merecemos respeto —puntualizó mi madre severa.

No le discutí nadita su riño, porque no se escapaba de la razón.

Por suerte, platicamos un rato más de mis clases para desviar el tema amargo y ellos me contaron su rutina en Valencia. Me preocupó un poco que mi abuela Mercedes estuviese algo enferma.

—Para Navidad ¿irás a casa verdad? —mamá levantó la cejas expectante.

—Sabes que siempre paso Navidad con ustedes —les aseguré.

—Bueno, lo pregunto porque como últimamente éstas enfocada en otras cosas —el tono reprobatorio de mi madre no cesó.

Suspiré para mis adentros, las cosas estarían así con ella hasta que logre quitarse su cólera. Mi padre en cambio siempre ha sido más susceptible y comprensivo conmigo, de pequeña incluso de joven iba corriendo a sus brazos cuando estaba asustada, o incluso cuando hacía algo mal tenía la confianza de contarle a él en lugar de mi mamá. Hemos tenido más confianza nosotros dos.

Él me aconseja en lugar de juzgar o reñir, es una figura paterna que emana corrección en lugar de quejas y pues, quizás por eso he tenido la libertad de pedirle consejos cuando me siento perdida.

La puerta principal se abrió y Raell entró con varias bolsas de compras en sus manos, fui enseguida ayudarlo y me agradeció en un susurro. Le sonreí en respuesta.

—¿Todo bien? —se aseguró y asentí.

—Tu por lo visto te fuiste de compras sin mí —le reñi.

Se supone que iría con él para ayudarlo.

—Tus padres son prioridad en este momento —afirmó—, además no había casi víveres y como ellos pasarán el día aquí deben tener algo digno para comer.

Fuimos a la cocina y dejamos las bolsas en la encimera. Me le quedé mirando por un momento, sin poder creer lo atento, bondadoso y tierno que es este chico.

—¿Qué ocurre? —preguntó al notar mi atención.

—Que eres un amor —le hice saber risueña.

Note su leve sonrojo y como bajó la mirada a su regazo. Eso me hizo dar un raro estrago en el pecho, porque mis palabras lograron afectarle de esa forma. Era primera vez que sacaba un sonrojo en alguien.

—Si quieres le preguntamos que desean comer a tus padres, yo lo hago —ofreció para desviar el anterior momento.

—¿Cocinas? —eso me impactó.

De buena manera.

—Viví cinco años sólo en Italia, tuve que aprender muchas cosas.

¡Pero mira! Donde me diga que sabe cantar y toca instrumentos es el hombre perfecto.

—Pues entonces cocina lo que desees, igual encantada te ayudo —ofrecí.

Aceptó mi propuesta y primero ordenamos los víveres en los estantes, luego buscamos lo necesario para la comida. Raell decidió preparar Rabioles con brócoli y queso Parmesano de acompañante. Casi se me hace agua la boca, adoro la comida italiana.

Mis padres también se unieron a nosotros en la cocina y al final mi mamá ayudó a Raell a picar las legumbres y todo lo que hiciese falta. Mi papá y yo quedamos de segundo plano en la mesa del comedor, mirando todo lo que hacían los chef de hoy.

—¿Segura que estás bien conejita? —preguntó a mi lado—. Tus ojos se ven tristes.

Bajé las pestañas, tratando de ocultar mi desánimo. Él era bueno descubriendo mis silencios, algo así como Raell.

—Estoy tratando de superar todo esto, pero la verdad duele mucho el proceso —le hice saber.

Con él no tenía tabú.

—Las desilusiones son así cariño, dolorosas.

Asentí, —Demasiado diría yo, aveces siento que no lloraré más y es cuando más lágrimas tengo —hice mohín.

—Todo ese dolor se consumirá con el tiempo, solo debes tener paz y distraer tu mente.

—Eso hago, el trabajo y las clases me ayudan mucho.

—Y Raell también —comenta risueño, viéndolo de reojo.

—Si, él ha sido mi paz en medio del proceso.

—Prométeme algo —pidió papá y lo miré atenta—. Que no te cerraras al amor por esta mala experiencia.

Hice una mueca, sin poderle prometer eso.

—No lo sé...

—Promete a ti misma eso hija, porque no es justo que mientras tu sufres Aaron haga su vida de nuevo sin problemas —aconsejó.

—Seguir con su vida sin problemas lo dudo mucho, debe estar ahogado en líos en este momento .

Podía imaginar como estaban sus padres furiosos porque Andrea se enteró de todo y no habrá boda. Por una parte me alegra que no se salieran con la suya y por otra, me da pesar con Andrea por como supo las cosas.

—Que nada en su vida te afecte ahora hija, sé fuerte y no caigas en sus enredos —siguió diciendo papá.

Le sonreí y tome su mano para dejar un beso en sus nudillos.

—Gracias Papi amado, por ser tan precioso conmigo.

Ambos nos derretimos de amor y nos regalamos una sonrisa, pero no una cualquiera, sino de esas que te aseguran que pase lo que pase nos tendremos el uno al otro.

—Te amo hija, no lo olvides —dio un guiño.

Yo le lancé un beso, pidiéndole a Dios que no me falte este señor. Porque sin él mis días serían oscuros.

—¿Y Raell no vive con sus padres? —se interesó por mi amigo ahora.

—No, al parecer su madre murió y a su padre no lo conozco —le conté lo poco que sé.

—Pues es un muchacho feliz y seguro de si mismo a pesar de perder a su madre.

Lo miré de reojo también, picaba el brócoli hablando animoso con mi mamá sobre algo.

—Aveces no entiendo como logra ser tan fuerte en situaciones abversas.

Siempre lo voy admirar por eso y de hecho, me motiva cada día a seguir adelante sin tantas quejas. Él tiene una vida activa a pesar de sus pasados tormentos y es un ejemplo a seguir. No conozco toda su historia, pero puedo imaginar que no ha sido fácil.

—Tiene algo especial, es una calidez inexplicable en su forma de ser —mi padre seguía encantado con él.

Así es Raell, un encanto ante todo el que lo conoce.

—¿Tienen mucha hambre? —preguntó mamá al otro lado de la encimera.

Papá y yo asentimos.

—Pues ya está lista la comida —nos avisó Raell.

Entre todos preparamos la mesa y nos sentamos luego a comer. Todo  se veía delicioso.

—Espero que les guste —dijo Raell.

Por cómo se veía mi plato lleno de salsa y color no dude que estuviese bueno, cuando lo probé no me decepcioné porque estaba riquísimo. La sazón de mi mamá y Raell juntas eran un sueño.

—Ya conseguí compañero de cocina para Navidad —musitó mamá mirando a mi amigo.

Él le sonrió, —Me gusta la cocina.

—Pues espero verte en Navidad con Liz, en casa hacemos una celebración muy acogedora en familia —básicamente lo estaba invitando a nuestra casa en Valencia.

Eso me sorprendió, porque al principio estaba algo recelosa con mi amistad con Raell. Supongo que ya cayó en sus encantos también.

—Será un gusto acompañarlos en Navidad —él aceptó amable.

Ya luego hablaríamos de eso.

Comimos en tranquilidad, contando anécdotas de mi familia más que todo y Raell las escuchaba encantado, mis padres terminaron amandolo hasta el final de su visita.

Los abracé muy fuerte antes de dejarlos ir. Los extrañaría mucho, todavía faltan como quince días para Navidad y poder ir a Valencia.

—Los espero en casa —mamá se aseguró una vez más y asentimos.

—Ya sabes lo que hablamos —papá susurró en mi oído cuando me dio un abrazo.

Le di una reconfortante sonrisa como respuesta y los vimos partir en su auto.

No fue tan mala su visita después de todo.

Raell y yo entramos a la casa y luego de ordenar la cocina y algunas cosas pendientes nos fuimos cada quien a su habitación. Me urgía una ducha, repasar tarea y dormir. Estos días habían sido agotadores tanto mental como físicamente.

—♥️ —

En mi habitación me puse a estudiar algunos detalles del plano, quería asegurarme que las medidas estuviesen bien antes de empezar con mi maqueta.

En eso, me llegó un mensaje de Andrea, diciendo que saliera porque estaba afuera. Mi frente se arrugó en sorpresa.

¿Andrea a esta hora aquí?

Preocupado salí de mi habitación para  abrirle la puerta, cuando lo hice vi dos bolsas en su mano.

Me sonrió.

—Hola Pintin, estaba aburrida en lo de Val y quise venir contigo y Liz —saludó y entró a la casa.

Yo cerré la puerta y le di la bienvenida.

—¿Y Liz? —preguntó sentándose en el sillón.

—Esta en su habitación.

—¡Liz ven acá! —le gritó para hacerse notar—. Mira traje hamburguesa para cenar.

Me tendió una de las bolsas y la sostuve, la otra bolsa permaneció con ella y al principio me extrañó, pero luego caí en cuenta que había una botella de vino dentro.

Eso no me pintó bien.

Liz salió de la habitación y nos hizo compañía, sorprendida también de ver Andrea aquí.

—¿Andi?

—¡Liz, hola amiga! —le lanzó un beso como saludo—, mira traje cena y Vino, espero que me acompañes con unas copas.

Liz permaneció neutral, pero para no ser descortés asintió. Se encargó de la bolsa de comida y la de vino y fue a la cocina. Yo la seguí más atrás.

—¿Vas a beber con ella? —pregunté preocupado.

Ya he lidiado con Andrea ebria y no es fácil, no quiero imaginar como sería con ellas dos así.

—Solo un rato, si está aquí debe sentirse sola y triste —Liz me intentó persuadir.

—Pero el Vino no es la solución a la tristeza —puntualice.

—¿Entonces le decimos que se vaya? —hablaba bajo, para que Andrea no escuchara desde la sala.

—No, pero no quiero que bebas mucho vino ¿esta bien? —le pedí, acercándome a ella para poder cotillear mejor.

Sus bonitas iris quedaron atrapadas en las mías, luego de cortar el espacio entre los dos. Estábamos frente a frente.

—No perderé el control —aseguró.

Tire un mechón de cabello detrás de su oreja y su mirada no abandonó la mía. Comencé a sentir calor y mi respiración se volvió pesada. Me encantaba cuando me veía así, fijamente.

—¿Lo prometes? —me quise asegurar de su autocontrol con el vino.

—¿Qué cosa? —preguntó perdida.

—Que no abusaras con el Vino —resalté de nuevo.

Bajó la mirada y eso me preocupó.

—Mejor vamos con Andrea, esta sola en la sala —me esquivó y se fue con ella.

Quedé preocupado en mi lugar, esa mirada triste que me dio antes de irse con Andrea no era buena señal, ella quería beber, quería embriagarse para ahogar sus temores.

¡Jesús! Ayúdame Padre.

No me gusta que mis seres queridos consuman alcohol para distraer el dolor, porque eso simplemente no quita nada. Al contrario, te hace peor persona y que el dolor se multiplique.

Que lo sabré yo, que fui esclavo del Vocka desde la preparatoria. Mejor dicho... Desde la muerte de mi madre.

Fui con las chicas a la sala, Liz y Andrea platicaban y como supuse ya habían abierto la botella de alcohol. No quería pensar lo peor, pero Andi tenía un severo problema con el Vino, cada vez eran más frecuentes sus borracheras e incluso muchas veces, la vi tomando en la mañana.

No quería que se volviera adicta a eso, o algún problema de alcoholismo.

Me senté en el sillón callado, observándolas. Ellas parecían estar tomando jugo, una copa tras otra y me dolió la cabeza. A ese paso tendré que lidiar con ambos terremotos. Porque Andrea es un tornado ebria, se mueve para todos lados, se ríe por todo, se sube a las sillas a bailar, luego llora y de último se queda dormida donde sea. La última vez la levanté del lavamanos.

Liz todavía no sé cómo se porta pasada de tragos, hasta ahora mantiene el control pero esta noche es diferente, lo noto en su mirada. Quiere beber hasta la inconsciencia ¿Cómo lo sé?, porque ya he pasado por eso.

—¿Quieren comer? —pregunté, porque al menos con comida en su organismo será peor la cruda.

Ambas negaron la cabeza y gruñi por lo bajo, resignado a lo peor.

¿Qué más da? Si ambas chicas hacen conmigo lo que se les pega la gana.

—Iré a mi habitación a revisar algo del trabajo —avisé y Liz me vio lastimera, quizás decepcionada porque no me quedaré con ellas.

Lo siento princesa, pero no puedo ver como te destruyes sin poder hacer nada.

Me hice camino a mi cuarto y aquí me quedé, tratando de concentrarme en el plano pero fue inútil, mi mente estaba en esa bendita sala, con ese par de mujeres que quieren acabar con mi cordura últimamente.

Cuando logré concentrarme, no tomé en cuenta ni el reloj, todo era lineas aqui, acotados allá y simetrías en todos lados. Me dio alivio saber que todo con mi plano estaba en orden, mañana podría empezar a comprar los materiales para la maqueta.

Si logro que acepten este proyecto del nuevo centro comercial en las afueras de Barranquilla para que los visitantes puedan distraerse en el camino, podré abrirme camino en la arquitectura a nivel regional. Será la entrada perfecta a mi reputación y así podré abrirme paso a otras sucursales.

Este será mi primer proyecto, por eso soy minucioso con todos los detalles. No puede existir más de un por ciento de falla. En realidad, en ningún proyecto debería; sino todo se derrumba y todo el rollo es para mí.

—¡Brindemos por los novios, ole!

Mis sentidos despertaron cuando escuché la voz de Liz. Me levanté rápidamente de mí sitio de trabajo y salí a la sala. Ambas estaban con la botella casi terminada y riéndose sin sentido.

¡Ya empezó la primera etapa de borrachera!

—¡Raell viniste! —Andrea aplaudió feliz.

Liz me miró seria, como enojada conmigo.

—¡Eres un Traidor, no dejaste aquí solas! —reclamó.

Andale.

Esta chica era de temer, ni ebria dejaba de armar líos.

—¿Ya se acabaron la botella? —pregunté cruzado de brazos.

—Ya casi —Andi era un desastre, balbuceaba cada palabra.

Ni hablar de Liz, quien todavía me miraba enojada. Era una ternura en realidad, porque más bien parecía una pataleta manipuladora suya.

—Yo tengo sueño —Andrea bostezó cómo un caimán.

—¿Tan rápido?, pero si todavía queda vino y penas que ahogar —Liz volvió a servir vino.

—Yo me voy a mi cuarto —avisé serio. No tenía nada que hacer aquí.

—¡Si vete! Así como todos se van en mi vida —Liz habló, o mejor dicho tartamudeo.

Fui hasta ella y le intenté quitar la botella, por supuesto dio pelea y la escondió detrás del cojin del mueble.

—Liz no hagas esto difícil, dame esa botella —le pedí severo.

—¿O sino qué? —me retó.

Levanté una ceja ¿me estaba desafiando?

—¡Uh si! Pelea y beso —canturreo la otra borracha y me di paciencia.

—¿Quieres jugar conmigo Liz Torre?

Ladeo una sonrisa burlona, —¿Crees que no puedo?

Mire sus labios, estaban húmedos y rojizos por el vino. Me di fuerza de voluntad para ignorarlos, porque de verdad estaban tentadores.

—Sé que puedes, pero no estamos en condiciones de jugar —advertí.

Cortó el espacio entre nosotros y trague grueso. Ésta chica quería acabar conmigo con sus juegos absurdos.

—Yo quiero jugar —susurró cerca de mis labios.

¿Qué le pasa?, esta cavando huecos que no debería. Si el Raell del pasado sale, no quedará ni un centímetro de su dulce boca que no pruebe.

—Liz, no hagas esto, estas ebria y no sabes lo que haces —sisee, calmando mi respiración.

Sus manos fueron a mi pecho, bajando hasta mi abdomen y detuve su camino. Sostuve las suyas con firmeza y se tambaleo un poco, pegando su cuerpo al mío por completo. Torso con torso, frente a frente.

—Casi me haces caer —hizo puchero.

—Yo nunca te dejaré caer princesa —acaricié su mejilla con cariño.

Ella cerró los ojos y se dejó hacer por mí. Sus labios, los miré de nuevo y mordí los míos para evitar besarla.

Esto no estaba bien, no podía sentir deseos por ella. Los estaba conteniendo por razones obvias.

—Vamos a que duermas, bebiste demasiado.

Traté de llevarla al cuarto y abrió los ojos enojada.

—¿No vas besarme?

Su pregunta me dejó desalmado.

—¿Quieres que lo haga?

Levanté una ceja.

—¿Lo harás? —preguntó seductora, acercándose más a mí.

—¿Liz qué haces?

Mi corazón empezó a bombear fuerte.

—¿No es obvio?

Intentó acercar sus labios a los míos pero la detuve. Estaba ebria, dolida y confundida. No me sorprendería que  en este momento piense que soy Aaron.

—Suficiente, a la cama.

La tuve en mis brazos como un saco de papas y protestó, le di una rápida mirada a Andrea y ya estaba dormida en el sillón. Por lo menos no hizo show esta vez.

Caminé por el pasillo con el terremoto ebrio Liz en mi hombro y en su habitación la puse en la cama, ella me miró furibunda, con ganas de golpearme.

La mire divertido.

Al parecer le gusta pelear cuando está ebria.

—¡No soy un jodido costal para que me trates así Raell! —gritó.

¡Vaya!

Su fiera interna quiere salir.

—Vamos a ver si entendí —empecé y se quedó callada—, hace unos minutos me querías besar y ahora me quieres golpear. No hay más Vino para ti jovencita.

Le tome el pelo a su absurda pelea.

—¡Vete de aquí! Eres cruel conmigo —se cruzó de brazos con una pataleta.

—Descansa Liz.

Me hice camino a la puerta y sentí cómo sostuvo mi brazo impidiendo que continuara.

La mire fruncido.

—Quédate conmigo hasta que me duerma —su mirada de oso panda me puso blandengue en cuestión de segundos.

Suspiré rendido, porque con ella no podía.

—Nada de besos ¿esta claro? —advertí.

Ella asintió y fui a la cama para hacerle compañía, preguntándome a mi mismo porque estoy aceptando esta locura. Ambos nos acomodamos en el colchón y Liz me sorprendió cuando reposo su cabeza entre mi cuello, su mano rodeo mi estómago y su pierna mi pierna.

Quedé pasmado en mi lugar, enredado entre esta preciosa mujer que se metió en mi vida y mis pensamientos en un abrir y cerrar de ojos.

La observé y tuve que mantener mi autocontrol, llevaba puesto un short de algodón y una camisa de tirantes que hacía juego. Seguramente su pijama para dormir antes que llegara el huracan Andrea con su botella de Vino.

Su aliento chocaba en mi cuello, haciendo eco en mi oreja dándome escalofríos. Traté de mirar a todos lados, menos a su trasero que estaba a mi entera vista. El short se había levantado cuando rodeó mi pierna con la suya y dejaba mucho a la imaginación.

Calma Raell, el viejo hombre murió y ahora eres un caballero.

Me repetí mil veces cuando venían los pensamientos perturbadores.

¿Por qué acepté quedarme a solas con mi peligrosa tentación?

Porque eso era Liz en este momento, un peligro para mí cordura.

Estaba hermosa, su piel suave y delicada, su respiración erizando mis vellos y la calidez de su cuerpo demasiado reconfortante.

—Tengo sueño —la oí balbucear en mi cuello.

Acaricié su cabello para apurar su somnolencia. Mientras más rápido se duerma, menor será mi tortura con ella aquí encima.

—Duerme hermosa, ha sido un largo día —susurre en su coronilla.

Ella levantó la mirada, con sus ojos directo a los míos y sus labios a centímetros de mi boca.

No por favor, así mi autocontrol no sirve.

—Eres un amor, Raell —habló quedito, casi un susurro inaudible.

Quedé embobado en su mirada, su carita tierna y sus labios húmedos.

Ay Liz ¿acaso quieres acabar conmigo?

Quise besarla, hundirme en sus labios y  que se me olvidara el mundo, incluso el rollo tan grande por el cual la conocí. En este momento mi conciencia pedía a gritos auxilio, pero mi alma y mi corazón pedían en extremo su boca.

Ella también se dejó envolver en el momento, porque su mano empezó acariciar mi abdomen por encima de la camisa y cerré los ojos perdido en mi autocontrol. Si esto seguía así, no me importará nada y la haré mía aquí mismo.

—Liz por favor, no —pedí en una súplica.

—Me estoy sintiendo bien aquí contigo —dijo la condenada, dibujando círculos en mi pecho y respire hondo.

Estaba ebria, por eso actuaba así. Mi Liz cuerda jamás tendría la osadía de tocarme como ahora.

Abrí los ojos y se había quedado dormida ya... Vi sus labios, mojados y perturbadores y miles de pensamientos vinieron a mi mente. Fácilmente podía besarla y ahogar este fuego que me estaba consumiendo en este instante.

—¡Liz amiga! —el grito estruendoso de Andrea me hizo aterrizar de inmediato.

Todo perturbado y sudado, me levanté de la cama con cuidado de no despertar a Liz y cubrí mi rostro con ambas manos.

¿Qué estaba pasando conmigo?

Sentí la dureza en mi pantalón y negué la cabeza. Esto estuvo apunto de salirse de control.

¡Yo no podía sentir esto por Liz!

Es mi amiga, la ex de mi mejor amigo y no solo eso, yo soy un hombre diferente al de antes. Ya no soy el Raell mujeriego y seductor del pasado, estoy intentando cambiar y ser capaz de respetar a una mujer hasta después del matrimonio.

Como debe ser.

Calmando mis emociones, respiro hondo y mirando a Liz dormir me repito a mi mismo que es prohibida en muchos sentidos.

Sino quiero terminar calado en menos de un mes, no puedo quedarme a solas en una misma habitación con ella. Provoca mucho deseos en mí y pararlos de ahora en adelante será difícil.

Cierro los ojos y dándome autocontrol a mi mismo, salgo de esa habitación determinado a olvidar lo que pasó esta noche.

Liz no produce nada en mí y mañana ella ni siquiera se acordará que fue de lo más provocativa ante mis ojos y casi nos comemos la boca a besos.

*****

Empezó a hervir esta sopa 😏😂😂

Pobre Raell, ya se dio cuenta que Liz está atormentando sus emociones ♥️

¿Podrán vivir juntos y no besarse en el intento? Ya lo veremos...

Un besote hermosas lectoras.. Las amo mucho 😍😍

Continue Reading

You'll Also Like

445K 28.8K 29
Escucho pasos detrás de mí y corro como nunca. -¡Déjenme! -les grito desesperada mientras me siguen. -Tienes que quedarte aquí, Iris. ¡Perteneces a e...
79.2K 4.2K 18
Para lenna el solo era el mejor amigo de su hermano aún si ella quería que fueran más. Para alessandro ella era más que que la hermana de su mejor a...
11.5M 298K 23
Alexander Vintalli is one of the most ruthless mafias of America. His name is feared all over America. The way people fear him and the way he has his...
105K 13.6K 163
Entra para obtener más información de la historia 💗