Mátame Sanamente

By ashly_madriz

303K 23.4K 13.4K

Cualquiera puede creer que la vida de las porristas universitarias solo se trata de las piruetas, los chismes... More

Prefacio
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58 (final).
Agradecimientos e información importante.
Aviso
Aviso 2

Capítulo 53

1.8K 190 41
By ashly_madriz

SED DE VENGANZA: 

Estoy familiarizada con los villanos que viven en mi cabeza, me ruegan para que no los mate aunque ya esté muerta. Soy más grande que mi cuerpo, más fría que esta casa. Soy más malvada que mis demonios, más fuerte que estos huesos. Y todos los me niños gritaban: "Por favor, para, me estas asustando". No puedo evitar ocultar esta horrible energía. Joder, tienes razón, deberías tenerme miedo. ¿Quién tiene el control?


—¿Entonces qué sugieres que hagamos? ¿La buscarás con tu novio más tarde o nos sentamos a esperar? —preguntó Katherine a mi lado, quien de forma descarada miró a nuestro alrededor.

Esa mañana me encontraba sentada en mí pupitre del salón de clases, esperando por la llegada del profesor quien extrañamente seguía sin aparecer.

Le hice una señal a Kate con el dedo para que dejara de hablar, a pesar de que no me podía concentrar en la conversación no la quería escuchar diciendo cosas como esas en medio de la clase. Los siguientes días luego de la fiesta de Halloween transcurrieron con una extraña tranquilidad que me erizaba la piel. Félix me seguía manteniendo informada sobre los escasos mensajes que recibía por parte de Sidney, quien seguía sin aparecer.

Pensaba en ella y en su hermana con regularidad, preocupada por lo que pudieran decir o hacer, ya que ninguna de las dos me lo iba a dejar fácil. No era una tarea sencilla y no iba a respirar tranquila sabiendo que seguramente estaban planeando una satisfactoria venganza contra mi hijo.

Por el momento mi riña no iba a estar dirigida hacia Sidney; mi problema era con Samantha, a quien quería asesinar si no decía la verdad, por lo que debía dejar a la primera tranquila si quería concentrarme en la segunda.

Cuando volví a centrarme en Katherine, ya que llevaba rato divagando en mis pensamientos, me di cuenta de que su mandíbula se encontraba abierta y sus ojos expectantes ante la multitud de personas estaban de par en par.

Todos se abrieron camino vociferando y dejaron que un repartidor vestido de azul se acercara por el pasillo hasta nuestro lugar. Entre sus manos llevaba un jarrón de cristal con una gran cantidad de rosas blancas sumergidas en agua.

—¿Alguien de ustedes es la señorita Becker? —preguntó el repartidor, parado en medio del salón.

Con rapidez me señalaron y tuve que asentir con la cabeza para no quedar mal.

Después de eso este extendió una libreta donde tuve que firmar.

—¿Podría decirme quien envió esto? —me dirigí ante él, llena de curiosidad.

—Disculpe, señorita, pero no poseo tal información. De todas formas puede consultar la tarjeta que envía la floristería y comprobar.

No tuve tiempo de preguntar más nada, ya que a una velocidad casi sobrehumana el repartidor colocó sobre la mesa las flores y luego se giró sobre sus talones como si estuviera huyendo.

Con el rostro pálido saqué la nota que estaba pegada a uno de los tallos y le lancé a Katherine el jarrón sobre el regazo. Después de eso me puse de pie para recoger mis cosas y salir del aula antes de que comenzaran las clases.

Me temblaban las manos y necesitaba tomar aire para poder pensar.

Era la segunda vez que recibía dichas flores. Rosas blancas que me estaban robando el aliento y que no me dejaban respirar. Tal vez era obra de Samantha, me estaba jodiendo la psiquis para frustrar mi vida como le encantaba hacerlo, aun así no tenía sentido. Ella no conocía esa clase de cosas sobre mí como para poder asustarme.

Miré a los lados buscando a las personas que estaban en el campus y cuando me encontré sola sostuve la tarjeta de las flores que me había guardado en el bolsillo antes de salir del aula.

Por extraño que pareciera no tenía alguna etiqueta o un logo que indicara a qué lugar pertenecía, solo era una simple cartulina grabada con un número de teléfono para contactar.

Necesitaba encontrar a Aiden con urgencia, así que miré mi teléfono para comprobar la hora y ver si los entrenamientos de la mañana ya habían comenzado. Desde que las hermanas malvadas no aparecían por la facultad las prácticas estaban siendo canceladas día tras otro. A la coach no parecía importarle y gracias a eso la escuadra comenzaba a debilitarse justo cuando se aproximaban las estatales.

Comencé a caminar por los pasillos y me detuve frente al grupo de chicos ruidosos que vociferaban sentados sobre el césped del campo de juego. La mayoría de ellos eran altos y guapos; cumplían con el típico estándar del deportista universitario, hasta que los mirabas bien y descubrías que, de hecho, eran amables y de un trato generoso.

Con la mirada busqué a Aiden y suspire aliviada al ver que se encontraba sentado hablando, mientras anotaba jugadas en una libreta y se las explicaba a sus compañeros, quienes lo escuchaban de forma detallada.

Lucía un ademán disgustado, ya que las venas de su cuello se encontraban tensas y sus ojos entornados a lo que estaba haciendo me indicaba que estaba diciendo algo importante.

Por lo regular, este tenía tres modos. El primero, donde fingía ser una persona normal con metas y preocupaciones, el segundo, donde era una persona cruel y despiadada, que no conocía la clemencia, y el tercero; el que aún no lograba identificar, pero que de todos modos era más siniestro que todo lo anterior y sin embargo no me asustaba, pero sí despertaba mi curiosidad de forma latente.

Me quedé quieta, observando como garabateaba equis y ceros en los apuntes que realizaba.

Este parecía tan concentrado anotando en su hoja que no me di cuenta que llevaba el suficiente rato mirándolo como para que todos notaran que de alguna forma podía incomodarlos o distraerlos de las jugadas que planificaban para los partidos finales.

—¿Te quedarás parada ahí mirando? ¿O solo no vas a saludar? —musitó Aiden, cuando de repente alzó la cabeza, dejando de hacer los apuntes en su cuaderno y luego me miró.

De las bocas de sus compañeros se escucharon unas risas incómodas que me hicieron sonreír con amabilidad. Esperaba ansiosa a que este se pusiera de pie para que pudiéramos hablar.

Todos en el campus asumían que teníamos algo e indudablemente era demasiado obvio.

—¿Te puedes acercar? —le pedí entre dientes.

Este me miró con el ceño fruncido, pero rápidamente se puso de pie sacudiéndose sus jeans para quitar los restos de grama que se habían acumulado en sus rodillas. Luego caminó hacia mí, estrechándome la mano para caminar, luciendo como otra pareja normal del montón y no como una que estaba planificando cómo desaparecer a casi toda la ciudad.

—Estás pálida y te están temblando las manos ¿no se supone que debías estar en tu clase? —Aiden habló de pronto, al mismo tiempo que tomó mi rostro suavemente y lo inspeccionó—. ¿Qué te pasó?

Minutos antes los dos habíamos tomado asiento detrás de las gradas, donde no había nadie y podíamos hablar.

Hundí la cabeza y de mi bolsillo trasero volví a sacar la tarjeta de papel que ahora estaba arrugada y se la extendí, él la tomó entre las manos y la observó con impaciencia.

—No es la primera vez que recibo flores, ¿sabes? —le indiqué—. Ha pasado varias veces, revisé la tarjeta, pero solo estaba ese número.

—¿Y por qué no lo habías mencionado? —inquirió él con un tono más ronco.

—Porque pensaba que era un admirador—me excusé con firmeza—, al principio me pareció raro, pero luego de la fiesta no volvió a suceder hasta hoy.

Estaba esperando que me creyera, aunque desde el primer momento que comencé a recibir flores supe que algo andaba mal.

A pesar de eso, no quería sacar conclusiones tempranas.

—No podemos pasar este hecho por alto, así que creo que llamaré. Si dejaron un número fue por algo, ¿no?

—¿Qué? —emití en un jadeo de miedo y desconcierto—. No creo que sea buena idea que debamos llamar.

—¿Te parece que no hacer nada es buena idea? —terminó por refutar.

—Pues no, pero al menos nos mantiene seguros.

Aiden dio un paso adelante y se puso de pie, tomando su teléfono entre las manos para luego marcar cada uno de los números de la tarjeta. Después de eso puso el teléfono en altavoz para que pudiésemos escuchar.

Un par de pitidos sonaron, pero al final la llamada fue desviada y la contestadora automática avisó que el número al que llamábamos estaba fuera del área de servicio.

Solté una maldición y busqué apoyo por un instante en él, rogando de que fuera solo una mera coincidencia, aunque de esas no existían muchas en nuestras vidas.

—De acuerdo, Kira. ¿Crees que alguien te esté molestando?

—No lo sé.

Me quedé callada.

El modo en el que había dejado la conversión me decía que estaba planeado algo y que no simplemente iba a dejar que todo pasara.

Aiden no se molestó en volver a hablar, así que al final me decanté por sentarme y divagar, mientras él escribía en su teléfono con una postura desafiante. Lucía enojado, por lo que podía percibir que lo que le estaban diciendo no le disgustaba para mal.

No había muchas opciones. Los dos teníamos la cabeza hecha un lio. Yo, en principal, porque estaba obligando a mi mente a reproducir recuerdos que llevaban rato bloqueados. Había visitado a mi doctor y le había pedido una regresión; pero este se había negado, diciendo que lo mejor no era forzar las cosas y que la hipnosis no siempre funcionaba.

No era tan fácil como sus mierdas de palabras, no podía vivir en paz sin saber dónde estaba mi hijo o si este siquiera seguía con vida.

Los minutos se sintieron como horas y así transcurrió el resto de la mañana, hasta que de un momento a otro, vi a Riven caminar a paso acelerado hacia donde nos encontrábamos nosotros.

No pude contener mi expresión de sorpresa, ya que este estaba lleno de moretones por el cuello y su rostro siempre bronceado no se encontraba mejor.

Me llamaba la atención de que todos los lugares en el mundo en los que pudiese estar se hubiera dirigido a donde estábamos nosotros, por lo que supuse que, con la persona que hablaba anteriormente Aiden por mensaje de texto, era Riven.

—Espero que me hayas llamado para algo importante —demandó el recién llegado con naturalidad.

—Juraba que no ibas a venir —Aiden bufó.

No entendía por qué lo había llamado, así que me quedé fija, viendo como los dos intercambiaban miradas luego de haberse caído a golpes durante el fin de semana. Extrañamente no se sentía tanta la tensión, pero Aiden y Riven sabían disimular muy bien.

—¿Para qué lo invitaste? ¿Va a resolver nuestros problemas? —escudriñé, llena de diversión.

Riven se quedó pensativo, pero ninguno de los dos me respondió. Parecía como si ellos mismos no supieran la respuesta de lo que hacíamos allí.

—En realidad, me debe un favor, ¿no es así, Riven? —intervino Aiden con cierto poder en sus palabras—. Así que se encargará de llamar a Sidney y darle la excusa de que mi tío quiere verla.

»Si quieres sacarle información sobre los muros de los lamentos de Stacy hay que tenderle una trampa.

—¿Muros de los lamentos? —Riven le interrumpió—. ¿De qué mierda están hablando?

No respondí a eso. En cambio me encogí de hombros mientras ellos dos trazaban un plan que lo más seguro es que saliera mal.

Además, no eran estúpidas como para creer que no íbamos a ponerles una trampa para que nos deshiciéramos de ellas.

—No vine aquí a perder el tiempo para algo que podías decirme en casa. No sé qué se supone que harán, pero esto no me suena a un buen plan —dijo Riven de pronto, con un tono abatido y disgustado—. Les montarás una trama, me parece bien. ¿Pero crees que caerán. Si es por lo del mocoso, llevó más tiempo buscándolo que tú y aun no consigo dar con él.

—Entonces no lo buscaste bien —se limitó a responder, aportando una posición de inconformidad—. Voy a matarte si no haces esto, y como la mierda que hablo en serio. Traerás a alguna de esas perras al bosque más tarde o no me interesa cortarle la lengua a la rata de tu padre,

»¿Entiendes eso, Riven?

La amenaza de Aiden bastó para que Riven le sonriera como un imbécil con entendimiento.

Se traían algo entre manos, pero tenía que adivinar qué. No me gustaban las sorpresas ni tampoco ir detrás del resto cuando ya tenían un plan armado listo para atacar.

Tampoco podía usar a Félix como mensajero. La prostituta de su novia lo había engañado, y ahora estaba luciendo su papel mártir por toda la universidad. Sidney y Samantha se habían vuelto una paria. Nadie las quería, nadie las mencionaba para bien y todos querían estar lejos de ellas, exponiendo todas sus fechorías y como alguna de las chicas de la escuadra estaban relacionadas.

Por lo que sí nadie sabía de ellas era mi única forma de contactarlas.

—¿Entonces que sugieren? —les cuestioné desesperada.

—Voltear la tortilla —Aiden murmuró—. La única persona que conocemos que era cercana a Stacy y que no estaba en su jodido muro de lloraderas.

»Da igual quien sea y como sea, pero si hacemos que se pongan una en contra de la otra al final una de las dos terminará por hablar si quiere sobrevivir. Aunque al final ambas terminen muertas, ¿no?

***

Los términos de Riven eran claros. Al final había logrado convencer a Sidney de que fuera a la mitad del bosque en medio de la noche si no quería que le cortaran la cabeza.

Para nuestro favor o desgracia éramos más inteligentes que eso, por lo que al final habíamos decidido salir armados en caso de que ocurriera alguna emergencia. Después de hablar y establecer dónde nos íbamos a encontrar nos dispusimos a esperar.

El rubio se había quedado en casa de los hermanos vigilando a que, por nada del mundo, esta contactara al tío malvado y delatara nuestros planes. Iba a mantenerlo borracho y drogado toda la noche para que no preguntara dónde rayos se encontraba ella o el resto.

El camino era rocoso y empinado, haciendo que los bichos se pegaran a nuestra piel, mientras caminábamos por el bosque en plena madrugada. Las ramas secas nos arañaban ya que nuestras linternas no lograban del todo iluminar; debíamos cruzar algunos senderos para llegar a la colina donde Sidney nos esperaba

Una vez terminamos de subir las colinas, algunos faros iluminaron el mirador más alejado de la ciudad, donde algunas parejas se aventuraban para citas o conversar. Contaba leyendas que no solo era un lugar para el encuentro de los jóvenes enamorados, muchos otros se reunían para matarse o matar.

¿La explicación? El lugar estaba por encima del lago, a cientos y cientos metros de altura que daban con un rompeolas, si caías, no ibas a sobrevivir y tu cuerpo no iba a ser encontrado.

Aiden y yo inspeccionamos el lugar, para encontrarnos con que no había nadie y que todo el territorio estaba completamente desierto.

Los minutos pasaron, hasta que el sonido de ramas rotas se comenzó a escuchar, advirtiéndonos que alguien estaba por llegar.

Una figura alta, morena y esbelta se posó frente a nosotros, al mismo tiempo que se sacudía las rodillas de sus pantalones de escalar para luego acercarse hacia donde estábamos nosotros.

Mis ojos se achicaron, logrando distinguir que la chica que estaba viendo no era Sidney, sino nada más y nada menos que su hermana.

—¿Se te perdió algo, Samantha? —Escuché a mi lado a Aiden preguntar. Su nuez de Adán se balanceó, reafirmando la irritación que había en sus ojos entrecerrados—. ¿Dónde está tu hermana? ¿O es que te reunirás con nosotros en su lugar?

Esta le sonrió, mientras se balanceaba sobre sus caderas de forma angelical.

—No deberían preocuparse por ella, no vengo a aprovecharme de ustedes.

Tuve que controlar mis reacciones, ya que quería arrancarle a Samantha la cabeza del cuello, pero no podía permitirme que mis emociones se mostrarán y delatar mis pensamientos. Iba a dejarle las riendas a Aiden para actuar, ya que suficiente había hecho el día de la fiesta para atacar aún más.

—Entonces, ¿vienes sola o debo esperar a tu hermana? —Aiden le inquirió.

Samantha le volvió a sonreír amplió, sus pestañas se agitaron tanto que me dio la impresión que se estaba quitando un bicho al parpadear.

—Está con tu tío, fornicando tal vez.

—¿Para qué viniste? Ya estoy cansado de esperar y se supone que debíamos ver a la puta de tu hermana, no a ti —musitó el otro bostezando—. Me gustaría irme si no nos dices algo interesante para charlar.

—¿En serio me creen tan pendeja como para dejar a la imbécil de Sidney venir a hablarles a ustedes —se limitó a responder—. Recibí el mensaje de Riven. Si esperan a mi hermana, no vendrá, tiene mejores cosas que hacer.

Estaba algo ansiosa, y a pesar de que no quería intervenir, le murmuré:

—Al grano Samantha, en este momento no tenemos ningún interés contigo, así que puedes irte o quedarte para hablar lo que sea que tengas que decir. ¿Por qué viniste?

—Sostén a tu perro, Kira. —Samantha pasó su mano de nuevo por sus jeans sonriendo con superioridad. Su nariz cada vez más arrugada, mientras fingía limpiar el polvo con sus manos—. Siento que me va a morder en medio de un ataque de rabia.

Enarqué una ceja y le sonreí, mientras Aiden tenía una expresión divertida en los ojos.

»Espera, ¿Es Aiden o Red? —Esta bufó como si se tratara de dos personas distintas—. Como sea, se está volviendo loco y espero que antes de que te mate aprenda a trabajar en algo con su tío y no solo en pulir su polla.

Las palabras parecieron molestarle, ya que la irritación se encendió en los ojos azules de este ante la presencia de Samantha. Este giró la cabeza en mi dirección y luego enderezó su espalda, cruzándose los brazos sobre el pecho con un gesto enojado.

La morena me miró, imágenes de todas las formas en las que podía lanzarla por el acantilado pasaron a mi mente, pero se apagaron tan rápido como vinieron.

Me estaba manteniendo en el fondo todo, por lo que retrocedí un par de pasos y comencé a hablar:

—Sé que esto no es gracioso, Sam. Sabíamos que algo así podía pasar. No somos tan imbéciles como para creer que dejarías a tu hermanita venir. Ahora, quiero que me cuentes algo.

»¿Qué le hiciste a Stacy estos últimos años como para que te odiara? Si no mal recuerdo eran las mejores amigas, ¿o me equivoco?

Sus labios se estrecharon en una mueca fina.

—¿Stacy? ¿Por qué me odiaría? Éramos como hermanas.

Yo la miré con interrogante.

»No me voy a vengar, si eso es lo que les preocupa. No soy como ustedes, y por más de que no esté segura de a qué me estén jugando, vine a aclararles a ambos que no tengo a su estúpido hijo si es lo que piensan, y sí, admito que yo abrí la boca y le conté a Stacy y a su tío sobre ello.

—No te creo —le dije, acercándome. Mi tono cada vez más mordaz.

—No seas tan estúpida, puedes adivinarlo. Yo no me quedaría con la asquerosidad de tu engendro, ni siquiera lo he visto alguna vez. Esto no es nuevo para mí ¿y saben qué? Ciertamente no me importa.

Samantha sonrió. Hubo un destello ladino en sus ojos, como si de un momento a otro tuviera el mundo en sus manos y la posibilidad de destruirlo con solo tocarlo.

—Veo que tu boca vulgar todavía está intacta. —Aiden murmuró, casi luciendo serio.

Entre los dos hubo un duelo de miradas, era Aiden contra Samantha. Dos personas que estaban ideando mentalmente cómo acabar con su enemigo.

Mi piel se sintió demasiado apretada sobre mis huesos, mientras corrían los segundos. Había un leve dolor palpitando en mis sienes, pero este se sintió peor cuando Samantha nuevamente murmuró:

—Me quitaste mi lugar en el equipo, volviste a este pueblo de mierda para destruir mi vida y sí, cometí un error, pero estás buscando a la persona incorrecta, no sé quién tiene a tu hijo, porque mataste a Miranda antes de que pudiera averiguarlo.

Estaba a punto de protestar, de salir de mis cabales, pero me obligué a respirar. Sus palabras eran tan innecesarias, sentía que estaba perdiendo el tiempo atendiendo al mismo círculo vicioso que ocurriría con ella una y otra, y otra vez.

—Acompáñame un momento —le dijo Aiden. La voz que había utilizado no había sido la de una solicitud, aquello era una maldita orden y Samantha en el instante lo supo.

Su boca se torció y el rostro de este se ensombreció.

Giré para mirarlo y justo antes de que el rostro de este llegara a mi campo visual, sus pies ya se estaban moviendo en dirección a Samantha.

La agarró por el cuello y la apartó, arrastrándola hacia el suelo. Su puño se conectó contra el cuero cabello de esta, haciendo que el cabello que estaba desprendiéndose de la superficie de su cráneo sonará como un crujido nauseabundo.

Samantha gimió y se tambaleó, forcejeando con Aiden para que este la pudiera soltar, pero eso no pasó.

—Dile al psicópata de tu novio que me suelte. —Sus ojos me trasladaron con profundidad, pero yo solo me encogí de hombros.

Supe que tenía una expresión divertida en el rostro, mientras sostenía a la chica.

Era más grande y más astuto. Su otra mano la deslizó hacia el cuello, tomando su garganta en un agarre violento, inmovilizándola y haciendo que su rostro se volviera de un hermoso azul púrpura.

Me mantuve quieta viendo la escena. Por primera vez en mi vida estaba presenciando la vulnerabilidad que demostraba Samantha al verme como si esperara que fuera y la salvara del demonio que era Aiden.

Grandes ojos marrones.

Cabello desordenado ocultándola del mundo que la rodeaba.

La ex sub capitana de la escuadra estaba rígida en el suelo, pero no decía una palabra, acostumbrada al maltrato y al dolor.

Si podía decir algo con certeza, era que, cuando Aiden estaba al mando en su elemento, la gente se doblegaba a su voluntad. Se inclinaban a sus pies y obedecían sus órdenes como ratas. Incluso la horrible perra que era Samantha, que apenas estaba descubriendo su verdadero rostro, ya le tenía más miedo cada día.

Él no era como las demás personas y lo sabía, entonces un hijo de los dos sería nada más y nada menos que una mezcla letal.

—¡¿Dónde diablos, Samantha?! —Le gruñó, desafiando. Mientras sus manos jalaban más y más de su cabello.

Las hebras desprendiéndose como hilos deshilachándose.

En menos de una semana había visto a Aiden, quien era una persona normalmente controlada, golpear a dos personas y una de ellas era Samantha.

—¡Para! —le rogó la otra con un movimiento de cabeza en mi dirección—. Déjame en paz.

Aunque estaba disfrutando de ver como este acababa con Samantha, no estaba bien. Me preocupaba la poca serenidad de él y cómo por primera vez en mi vida lo veía tan nervioso. Si algo salía mal no iba a saber cómo reaccionar.

Aiden sonrió cual demonio, mientras los ojos de la chica me taladraron suplicantes, sus cejas juntas y fruncidas. Se veía patética. Me hubiese gustado disfrutar de la vista, pero no quería que se ensuciara las manos con ella y terminase sufriendo.

—Levántate —le ordené en voz baja, acercándome hacia donde estaba—. O te golpearan seriamente.

—¿Ahora me ayudas? —gruñó, su voz ronca, mezclada con dolor.

»¿Por qué no le pides a tus mascotas que lo hagan? Aiden, Félix, Riven. Todos comen de tu mano, Kira.

—Porque quiero que hablemos como personas civilizadas —le confesé.

Quería caminar por las calles y saber que no había dolor en la siguiente esquina. Quería que se detuviera. Y sí, lo admití, quería dejar lo malo de nuevo.

Tragué, y el nudo en mi pecho disminuyó.

—¿Quieren saber la verdad? ―Mis ojos se conectaron fijamente con los de Samantha―. Cuando tenía nueve años mi madre murió, pero eso ya lo saben, ¿no? Mi mundo se sentía tan inseguro, tan distorsionado que no supe que hacer. Luego conocí a Stacy mientras lloraba porque ustedes dos la habían rechazado y todo cambio. Nos hicimos tan unidas, casi como hermanas y fue como si al hacernos amigas ya nada importó.

Surcos llenaron sus ojos mientras se inclinaba en el suelo para levantarse.

―»Pero todo cambio cuando Sidney la hundió. Ella me odiaba y yo no podía entenderlo. No pude entender sus gritos de ayuda y tampoco había alguna explicación. Solo se había ido justo cuando llegaron sus drogas. Ya no tenía una amiga ni a nadie, y en algo te equivocas, Kira, yo no inicié a mi hermana en ninguna mierda de la que hablas, no fui yo, fue la misma Sidney quien nos llevó a Stacy y a mí a toda esa mierda.

»Estaba tan enojada, tan furiosa porque sentía que era por tu culpa que se había vuelto así, así que me fui de lengua y conté lo de tu hijo para ganarme su aprobación cuando se suponía que esa tarde no debía escuchar nada. Hay un montón de mierda que podría decirles para justificar mis acciones, pero la única cosa que diré es que realmente nada de esto es mi culpa. Puede que ustedes recuerden a Stacy como la persona que les arruinó la vida, pero para mí, era tan valiosa como una hermana.

Sus ojos todavía estaban en mí, aún más fuerte que antes, yo no era la culpable de esa mierda.

―Tus palabras no van a herirme. Me arruinaste la vida porque según tú, se la arruiné a Stacy, cuando en realidad ni Aiden ni yo hicimos algo. ―El aire salió de mis pulmones y tropecé con el suelo.

Aiden, quien tenía la mandíbula apretada, no había cambiado su semblante en ningún momento. Parecía incapaz de creerle a Samantha, a pesar de que lucía sincera; a pesar de eso, yo no sabía hacia donde quería llegar con toda esa actitud.

―¿Qué quieres decir con todo esto? ―Este musitó―. Te daré un incentivo antes de que te maten.

Lo vi sacando algo del bolsillo de sus pantalones y minutos después sosteniendo dicho objeto frente a Samantha. Era el brillante collar que habíamos tomado el día anterior de la casa de Stacy.

Inmediatamente los ojos de la chica se abrieron expectantes. Intentaba decir algo pero su cerebro no parecía procesar las palabras que necesitaba para hablar.

―¿Cómo conseguiste eso? ―Samantha habló al final.

Por primera vez notaba lo decaída que se veía esta y lo flaca que se encontraba. Ya no era la belleza del campus, por el contrario, era una humana vulnerable a la que la vida le tendía de un hilo por crecer en un ambiente corrupto.

―No soy un imbécil, quieres nuestra ayuda porque Sidney te delató con mi tío y está a punto de mandarte al matadero, ¿no? ¿O me equivoco? Interceptaste el mensaje que era para tu hermana y necesitas nuestra ayuda antes que te usen como presa después del próximo sábado.

―Vi a Stacy antes de que desapareciera y nunca se quitaba ese collar. ¿Cómo mierda lo obtuviste?

―Porque cuando murió... no lo tenía ―respondió él, haciendo una pausa.

Aiden tenía las manos en los bolsillos y la mandíbula apretada, aparentando cero remordimiento alguno de lo que había hecho, en otras circunstancias, no hubiera violado sus principios para hacer algo como aquello. pero esta era una situación desesperada, por lo que entorné los ojos y le dije:

―Tú necesitas nuestra ayuda y nosotros necesitamos a nuestro hijo. No quieras verme la cara al decirme que no sabes dónde está, igual si no sabes lo conseguirás. Si quieres mantener esa bonita cabeza en tu cuello.

La angustia me paralizó antes de hacerle la pregunta. Iba a morirme si la respuesta era «no», pero necesitaba saberlo.

―Entonces no pueden matarme, ¿no? Así que deberían dejar de verme como su enemiga, y comenzar a tomarme más como una aliada, ya que soy la única que puede dar con el paradero de su hijo, a menos que claro, quieran sacarle la verdad a Heck, cosa que no creo que al final les vaya a resultar, por lo menos estando vivos.

―¿Sabes dónde está mi hijo, Samantha? ―Aiden le preguntó.

―No, pero creo saber dónde y a quién Stacy se lo entregó cuando te lo robaron.

X

Cada vez estamos más cerca del final y cualquier cosa puede suceder. Tenemos dos bandos y en esta historia no existen los héroes, solo villanos. Todos ven a su opuesto como su enemigo y son capaces de eliminar a cualquiera que no coincida con sus ideales o se oponga en su camino y Aiden lo demostró hoy.

¿Qué les pareció el cap?

¿Tienen alguna teoría?

Estoy muy nerviosa porque esta cuenta regresiva cada vez es más corta.

Los amo un mundo, les agradezco por leer, votar y comentar. Estaremos hablando en el grupo sobre el capítulo. XOXO; Ashly.


Continue Reading

You'll Also Like

848 198 32
Katalin se ve obligada a empezar de cero gracias a que su padre se ha enamorado de una mujer que vive en la otra punta del país. Ella tendrá que acep...
707K 42.8K 119
No hay imposibles para Lana Miller, siempre quiere salirse con la suya, y en muchas ocasiones lo consigue, llegando a ser la excepción a todo si se l...
1.8M 148K 53
Ella lo amaba. Él no. Ella daría todo por él. Él por ella no. -Aléjate de mí, no te quiero en mi vida- -Pero sólo vengo a saludarte- -No me molestes...
61.3K 5.1K 53
Tres chicas de distintas personalidades unidas por su amistad. Tres hermanos totalmente diferentes pero queriendo uno a los otros. "Si tú caes yo cai...