Yaguchi prestaba poca atención en clase, algo muy inusual, mascando la orilla del bolígrafo el día del festival artístico daba vueltas en su cabeza una y otra vez, miró de reojo a Yotasuke apuntando en su pequeña libreta.
Achicó los ojos con cierto recelo al recordar el ataque de celos que estuvo a punto de sufrir, el cual terminó siendo una puesta en escena divertida. Llegó de cambiarse cuando te observó hermosa al lado del puesto de comida.
—¿Cielo?—fue ignorado sin ninguna intención, pero ver a Sekai con peluca mantenía toda su concentración y energía en evitar reír.
—¡Te ves tan adorable!
—No es verdad—soltó el de lunares paralelos bajo los ojos con esa típica cara de desagrado—Solo quiero irme a casa y...
—Jugar pokemon. Lo sé.
Yatora se sorprendió al oírlo. Sabia que te hiciste amiga de comida con Miki, yendo cada cierto tiempo a degustar alguna comida o postre, pero esto le tomó desprevenido. Muy desprevenido.
¿Desde cuando hablabas con Yotasuke?
—¡Amor! Tienes que probar esta deliciosa.
Sintió...sintió la misma inseguridad que transmite su cuadro cuando se atreve a pintar junto al "genio", toda su confianza se aleja bañada en una disolución de pintura. Trata de recordar el hermoso momento de esa mañana, el sabor de tus besos, la dulce manera que tienes de abrazarlo...pero no. No puede.
Se siente inseguro. Yotasuke es mejor que el en arte, y una parte de le susurra que podrías encontrar un chico mejor, aunque esa pieza de yeso que se construyó con tu amor se mantiene diciendo: ¡Pelea! ¡Puedes hacerlo! ¡Eres el hombre que ella escogió!
—¿...Tora? ¡Yatora!
—No responde.
—¿Debería palmearlo?—el de lunares asintió.
Te acercaste a tu novio de mirada perdida, parecía estar sometido en un trance largo y pasional, Yaguchi Yatora tiene un gran potencial. ¡Una enorme habilidad para aprender!
Así como él te muestra cuando debes amarte quieres que este también lo comprenda, el porqué debe escuchar su verdadera voz.
Porque está allí, adentro.
Con suavidad te acercaste al chico y propinaste una palmada algo dura sobre su cabeza devolviéndolo a la realidad, así como te arriesgaste a noquearlo de nuevo con el sonoro beso que diste en su mejilla.
Recuperó el 50% de su inspiración.
Por el resto del festival trató de no alejarse de ti.
—¿Qué piensas hacer para el examen final?
¡Poop!
La burbuja de recuerdos pintoresco fue reventada. Yatora parpadeó dándose cuenta de que era el último en salón, por los dioses del arte, este es su suelo y debería estar prestando la mayor atención, aunque...tu eres también su sueño.
—No lo sé—contestó avergonzado. Yotasuke pasó de ser un rival artístico a otro tipo de rival—¿Qué tienes planeado?
El de menor estatura elevó los hombros restandole una increíble importancia al proyecto final que los haría cambiar de año, graduarse de su primer año, Yaguchi no sabía si era demasiado confiado o se reservaba el compartir sus propias ideas para no temer ser plagiado...lo cual es muy inteligente.
—Conejos.
Demonios.
¿Qué se supone que expondrá?
—¡Yo haré algo extremadamente grande que no podrá caber por la puerta!—Incluso Yakumo tenía una idea, muy típica de él.
Hachi le siguió.
—Haré la pintura y le mejor juego de mesa que hayan visto.
Sentía que estaba de nuevo en el comienzo, los requisitos del examen le daban vuelta como los pinceles girando dentro del vaso de agua, el remolino mezcla los colores diluidos mostrando combinaciones inesperadas.
Necesitaba una idea nueva, estaba desesperado, quiere mostrar su pasión, pero ¿Qué sentía cuando hizo el f-100? ¿Dónde está el fervor de terminar el mikoshi en casi un día?
¿Qué está sintiendo ahora?
—¿Quieres ir a comer?
—¿Ah?
Yatora se detuvo abruptamente para mirar a Yotasuke parado junto a él en la estación de tren, le recuerda a esa vez que fue derrotado por el chico durante las clases de invierno.
Amó sus clases con Ooba.
—D-dije que quiero comer—soltó Sekai mosqueándose, para Yatora no pasó desapercibido el como trató de encogerse dentro de su chaqueta.
El examen consistía de un cuadro, un cuaderno de bocetos y una fotografía de algo que les apasione, algo que amen con tal fuerza que les haga que les recuerde porqué aman el arte. La parte más difícil resulta ser la exposición del porque escogieron lo que escogieron...
Tal vez...solo tal vez debía darse un ligero respiro o comenzaría a delirar con pintura al óleo.
—¿Y que quieres comer?—preguntó rascándose el incómodamente.
Ambos no son del todo amigos, aunque espera que el algún punto sus voces artísticas puedan encontrarse. Después de todo de eso se trata el arte, explicar algo sin la necesidad de usar palabras. Eso explicaría porqué el de lunares no habla demasiado.
—Tamales.
Subieron juntos al tren, sin embargo dio unos pasos tambaleantes debido a la punzada en su cabeza. Esa es la señal de que tiene que dejar de pensar. Nunca es bueno bajo presión, tampoco en el arte...¡Alguien dele un abrazo, un beso y una aspirina!
El arte es hermoso, pero doloroso, confuso y estresante.
En menos de lo que se imaginó se encontraba parado fuera del restaurante donde tú te encontrabas desarrollando una nueva especie de arepa.
—¡Miren quién esta aquí, mamá! ¡Tu futuro yerno!
—¡¿Dónde?!
Como si alguien hubiera colocado un cartel de advertencia color neón, abandonaste la cocina para evitar tu madre y hermana acosaran a Yaguchi con temas de boda, sin embargo solo te encontraste con tu queridísima mamá pellizcando las mejillas de Takahashi.
¿Pero qué?
—¡Es tan adorable!
—¿Verdad que sí? —Sekai te lanzó una mirada pidiendo auxilio—pero...este no es Yatora.
—¿Cómo que no?
Tu madre se detuvo, permitiendo que el chico escapara con rapidez para colocarse en el lugar más seguro que podía encontrar en 0,4 segundos. Detrás de ti.
Colocaste tus brazos en jarras, tu hermana mayor se acercaba sosteniendo a tu novio con rostro tenso. Algo no estaba bien con él.
—¡Mamá! El yerno está por aquí.
—Oh, ¡Yatora! Bienvenido, bienvenido. Mi linda hija los llevará a su mesa en un instante...
¿Adivinen quién es la linda hija?
Yatora entendió la cuarta parte del español de su futura suegra mientras era arrastrado por Amelí a una mesa siendo seguido por Yotasuke.
Su cabeza hizo un espacio de entre todos los botecillos de pintura vacíos para ti y tu sonrisa, para ti y esas caderas pronunciadas que bamboleaban cuando caminabas, no podía evitar caer hipnotizado por su musa
Su novia, la persona que...ama.
—¡Eso es!
—¿Qué cosa, cariño?—dijiste apuntando el pedido del peligro.
—¡Eres la persona que más amo! ¡La que me inspira!
Estaba tan feliz por ese descubrimiento que no notó la confesión que había soltado tan fuerte para que todos los clientes pudieran entenderlo. Algunos comensales suspiraron: ah, el amor joven.
—T-tora, ¿Te sientes bien? ¿No tiendes fiebre?
—E-estoy bien, Amor.
—¿Seguro? —colocó sus manos sobre las tuyas que sostenían sus suaves mejillas pálidas. Te encantaba la textura de las manos del artista—A veces piensas demasiado, tanto como yo cuando habló de gusta, aunque eso haga que nos duela la cabeza.
Después de su examen final quedaron el salir a un lugar que jamás viste, parte del acuerdo como turista que aún permanecía en pie, sin embargo esas salidas iban a anticiparse.
—Se mi musa para este proyecto.
Te extrañó su actitud, cruzaste tus brazos en jarras, un hábito muy tuyo.
—¿No se supone que ya lo era?
—Pero esta vez no seré el único que aprecie tu belleza, Cielo—tragó. La idea le quemaba—. Sé la dueña de mi proyecto final para la Universidad...
Proyecto final: Musa.
Su musa. El como es el hombre más feliz por ser novio de una mujer tan espectacular que lo hace amar el arte cada día.
Expresar el porqué eres tu la mujer imperfecta más perfecta.
¡Hey! Lamento actualizar tan tarde, esta semana tuve un cumpleaños importante y estuve muy ocupada, además de los dolores de cabeza, sentía que solo escribía tonterías debido al cansancio.
Quiero comentar que nos encontramos en la recta final para que este libro termine, espero les esté encantado tanto como a mí escribirlo. No duden en comentar, amo leer sus pensamientos. En fin, este capítulo tiene mucho texto...¡Disfrutadlo!
-Bleak