Cuarto cuadro

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Shibuya

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Shibuya.
Shibuya podía no ser más lujoso y brillante que Roppongi, podía no ser tan hogareño como Miyagi en el verano-o caluroso-, pero es un lugar lleno de luz y silencio cuando encontrabas el tiempo adecuado.

Te gustaría descubrir los misterios que Shibuya tenía para ti.

¡Agh! Calles del carajo con tanto pinche letrero—sostuviste con fuerza el diccionario— ,eso me pasa por no poner atención a las clases de japonés.

La cita era en menos de diez minutos y tú aún no lograbas encontrar la dirección correcta. Si bien, estabas en el parque, no encontrabas el local donde desayunarían antes de ir a una supuesta "cita de tarea" para ayudar a Yatora. ¿Qué ibas a recibir tu a cambio?

¿Que ganabas con ayudar a un lindo extraño?

— ¡Por aquí, Cielo!

Rápidamente distinguiste la voz de Yatora entre la multitud del parque, caminaste hacia el sujetando la mochila de cintas llenas de prendedores como si te fuera la vida en ello. Creciste bajo la frase "no le habrás a nadie", por ello ni temías andar por las calles en las que creciste, sin embargo un nuevo país conllevaba nuevos riesgos. Como la incomodidad de ser observaba por llevar un overol que te llega a la mitad de los muslos.

— ¿Llegué muy tarde?— sonreíste en forma de saludo, el ojiambar estaba petrificado— ...¿Yatora?

¡¿Cómo era eso posible?!

Cada encuentro que tenía contigo era como ver a una mujer nueva, una más linda y radiante, ¿Era posible que te hicieras más hermosa conforme los días? ¿Sería la ropa? No, la ropa era solo un adorno. Así como cuando instalas materiales alrededor del cuadro para una verdadera vista que te transporte a otro espacio, en este momento Yatora se sentía en el Olimpo.

Tartamudeó cubriendo sus mejillas rosadas con el cuello de la gabardina, su carisma no servía de nada contra tu sonrisa.

— B-buenos días, Cielo— hizo una reverencia, tan poco te has acostumbrado a eso— . Te vez muy linda hoy.

No reaccionaste al cumplido como él esperaba, una sonrisa y reverencia de agradecimiento, la razón se debía a que lo entendiste como un cumplido de cortesía en vez de un coqueteo.

Yatora sufrió ante el fracaso.

— También te ves muy bien Yato-¡Ah!

— ¡L-lo siento!

Esto fue lo que pasó: inclinaste demasiado tu reverencia sin medir el espacio entre ambos y Yaguchi levantó la cabeza sin percatarse de tu acto. En un sonido seco ambas cabezas colisionaron tan divertido que los transeúntes sonrieron.

— ¡Fue mi culpa no tuya! A siempre tiene que pasarme esto...¿Será por aquel espejo que rompí?—detuviste tus pensamientos de golpe al sentir a Yaguchi demasiado cerca— ¿Pasa algo?

— Hueles...hueles a vainilla y-Yatora se desconectó del mundo real, rompió la timidez mientras se acercaba un poco a tu cabello suelto— ...a leche.

Abriste los ojos de golpe entreabriendo los labios de los cuales no salió una sola sílaba. ¡No era posible! Te habías duchado antes de salir de casa, lo que te costó media hora de tiempo y congelarte hasta los dedos de los pies. Quisiste reír por los nervios, una de tus grandes manías, pero lograste contenerte.

Yatora quería escucharte reír ahora.

— ¿De verdad?— olfateaste tu ropa. Tenías cierta esencia impregnada por estar en la cocina— ¡Sabía que debí haber dejado preparado el arroz ayer por la noche!

¿Arroz? ¿De que estabas hablando? Aún así no importaba, tu rostro alegre al alzar la voz era adorable, sus dedos cosquilleaban por tomar un lápiz y dibujar lo que pasaba por su mente.

Le gustaría usar óleos. En su cabeza podía ver un cuadro extraño de un plato abandonado en la nieve, pero estando tan caliente en el interior, como si en medio de una ventisca te esperara en casa un sentimiento que abriga el invierno.

— Es delicioso...¡El aroma! Hablo del aroma.

— ¿De qué mas podrías estar hablando?— bromeaste otra vez. De paso, sacaste el celular del bolsillo para ver la hora, no te percataste de las orejas rojizas del albino— , a todo esto, ¿Donde está tu amiga?

— Le escribiré— palideció al recibir el mensaje de la rubia juguetona, su plan fue un éxito— , dice que no vendrá.

«No voy. Las citas con chicas lindas son de a dos, torpe» escribió explícitamente.

— ¿No vendrá? Bueno, tendremos que ser solo nosotros dos. Andando.

Chocaste hombros guiñándole un ojo pasando tu brazo por debajo del suyo  antes de caminar al restaurante de ramen con banderas rojas y azules.

Yatora.exe ha dejado de funcionar.

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Musa [Yatora Yaguchi-Blue Period]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora