LILY'S BOY

By jenifersiza

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Antes de que comience su tercer año en Hogwarts, Harry se enfrenta a tres semanas enteras de tiempo sin super... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60
Capítulo 61
Capítulo 62
Capítulo 63
Capítulo 64
Capítulo 65
Capítulo 66
Capítulo 67
Capítulo 68
Capítulo 69
Capítulo 70
Capítulo 71
Capítulo 72
Capítulo 73
Capítulo 74
Capítulo 75
Capítulo 76
Capítulo 77
Capítulo 78
Capítulo 79
Capítulo 80
Capítulo 81
Capítulo 82
Capítulo 83
Capítulo 84
Capítulo 85
Capítulo 86
Capítulo 87
Capítulo 88
Capítulo 89
Capítulo 90
Capítulo 91
Capítulo 92
Capítulo 94
Capítulo 95
Capítulo 96
Capítulo 97
Capítulo 98
Capítulo 99
Capítulo 100
Capítulo 101
Capítulo 102
Capítulo 103
Capítulo 104
Capítulo 105
Capítulo 106
Capítulo 107
Capítulo 108
Capítulo 109

Capítulo 93

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By jenifersiza

En la víspera de Año Nuevo, todos los miembros del círculo de confianza de Harry que no se alojaban en el castillo para las fiestas se dirigieron a la mansión Longbottom, que estaba decorada con la elegancia que cabía esperar de Augusta Longbottom.

Harry se inclinó ante la anciana y luego le ofreció la botella de jerez que había traído. -Felices fiestas-, saludó. -Gracias por invitarnos a su casa-.

-Su familia siempre es bienvenida en la mía, heredero Potter-, aseguró ella, con un atisbo de sonrisa en su severo rostro. -Posy les mostrará el salón-. Al oír sus palabras, un elfo doméstico apareció a su lado, sonriendo alegremente a Harry y su familia.

-Los invitados sigan a Posy, por favor-, chistó, guiando el camino.

Harry estaba mucho menos ansioso en esta visita a la Mansión Longbottom; a diferencia de su fiesta de cumpleaños, la gente no estaba aquí específicamente para verlo. Además, esta vez no iba a mentalizarse para tener sexo con Draco. Ese barco ya había zarpado, muchas veces.

Así que estaba relajado mientras seguía a la elfa doméstica hasta el salón, que ya estaba lleno de gente, con una segunda elfa doméstica revoloteando con una bandeja de bebidas.

-¡Harry!- Neville se acercó, sonriendo. -Me alegro de verte, amigo-. Miró al resto del grupo. -¿No hay profesor Lupin esta noche?-.

-Demasiado cerca de la luna-, explicó Sirius. -Pero te manda saludos-.

Harry pensó más bien que se trataba menos de la luna llena de la noche anterior y más de querer recibir el año nuevo con Snape, pero no iba a decir nada.

A un lado, Harry vio a Amelia Bones de pie con un vaso de agua en la mano, y la saludó, dirigiéndose a ella. -Me alegro de verte de nuevo en pie-, dijo a modo de saludo.

-Gracias. Estoy totalmente recuperada, gracias al amigo de Augusta. Y, según me han dicho, a los esfuerzos de Severus Snape-. Sus ojos se entrecerraron expectantes, y Harry se encogió de hombros.

-Poco puedo decir sin desvelar lo que no me corresponde compartir-, le dijo. -Pero confío en el profesor Snape con mi vida-.

-Es bueno saberlo-, respondió ella. -Ahora, no te quitaré toda la noche hablando de negocios; eso sería demasiado grosero por parte de ambos-. Se rió. -Ve, pasa tiempo con tus amigos-.

Harry le sonrió, dirigiéndose obligatoriamente a saludar al resto de sus amigos, preguntándose cuántos más llegarían. Para su sorpresa, Percy Weasley estaba allí, charlando con Bill y Fleur. -Hola, Percy. No esperaba verte aquí-.

-He estado ayudando a Madam Bones-, explicó, jugueteando ansiosamente con sus gafas. -Revisando el papeleo para asegurarme de que todo pueda ser procesado correctamente una vez que el Ministerio sea accesible de nuevo. Ella, ah, me invitó-.

-Y luego me lo dijo a mí para que me asegurara de que realmente viniera-, bromeó Bill, alborotando el pelo de Harry a modo de saludo. -No iba a dejarle pasar el Año Nuevo solo en su piso-.

Percy se sonrojó.

-¡Hemos vuelto a reunir a todos los Weasley!- declaró Fred, apareciendo de la nada a la izquierda de Harry, mientras George aparecía a su derecha. -Bueno, todos los buenos, al menos-.

-Excepto papá. No pude sacarlo a escondidas-, añadió George. -Mamá está en pie de guerra desde que Charlie soltó la bomba en Navidad-.

El señor Weasley le había escrito a Harry, tal y como le había prometido, disculpándose infinitamente por las acciones de su esposa... y por las de Ron, ya que evidentemente Bill y los gemelos le habían explicado al hombre que su hijo había estado espiando a Harry para Dumbledore. Harry no lo culpaba; estaba tan ocupado trabajando para mantener a su familia, que se le escapaba fácilmente.

No estaba seguro de cómo se iba a tomar todo esto Dumbledore, pero francamente en ese momento eso estaba bastante abajo en la lista de preocupaciones de Harry. Últimamente, todo lo que hacía Dumbledore para intentar vengarse de Harry sólo hacía que el director pareciera más senil a los ojos de los alumnos, alumnos que escribían a sus padres sobre lo extraño que estaba actuando el director estos días.

El público de la fiesta no era tan numeroso como el del cumpleaños de Harry, ni tan enérgico; todos estaban aquí para pasar un rato juntos fuera de la atmósfera opresiva del castillo, estar con sus seres queridos todos juntos antes de separarse una vez más. George y Blaise estaban prácticamente pegados a la cadera, compadeciéndose de Cassius y Oliver sobre lo mucho que apestaba tener a uno de ellos atrapado en la escuela mientras el otro estaba graduado.

Era agradable, ponerse al día con gente que no había visto en mucho tiempo. La burbuja de Seren Du era maravillosa, pero podía sentirse un poco aislado después de un tiempo, cuando apenas podía salir. Los últimos años en los que la Navidad se celebraba en Hogwarts o en Grimmauld, estaba acostumbrado a que las fiestas implicaran la visita de todo tipo de personas.

Y por mucho que quisiera a Draco, era genial pasar tiempo con gente de su edad que no fuera Draco.

Y a medida que se acercaba la medianoche, salieron al patio empapados de encantos calentadores, listos para el espectáculo de fuegos artificiales que los gemelos habían montado. Harry apostaba a que en esta época del año hacían una fortuna con los fuegos artificiales.

Pasó el brazo por la cintura de Draco, con una copa de champán en la otra mano. -Nunca he tenido a alguien a quien besar a medianoche en Año Nuevo-, comentó, sonriendo la única vez que podrían haber estado cerca, en cuarto año, había demasiada gente alrededor para que se escabulleran y se besaran mientras el reloj daba las doce.

-¿Quién dice que voy a besarte?- Draco dibujó, enroscando la nariz.

-Si no lo haces, estoy seguro de que alguien de por aquí lo hará-, replicó Harry, haciendo ademán de examinar sus opciones. Draco puso los ojos en blanco y metió la mano en el bolsillo trasero de los vaqueros de Harry.

-No, no lo harían. Saben que no deben unirse a ti-, dijo, rozando la mandíbula de Harry. -Soy el único lo suficientemente tonto para eso-.

-¿Todos listos?- Llamó Sirius de repente, y la sala quedó en silencio. El perro animago agitó su varita y, de repente, un cronómetro flotó en lo alto, con números dorados brillantes que se acercaban a la medianoche. El agarre de Harry a Draco se tensó.

-¡Diez! ¡Nueve! Ocho-. Todos gritaron con la cuenta atrás, que explotó en chispas cuando llegó a cero Harry se volvió, sellando su boca sobre la de Draco, con las burbujas de champán aún en sus lenguas. En lo alto, los fuegos artificiales silbaban, crepitaban y golpeaban, pero la mitad del público ni siquiera prestaba atención, demasiado absortos el uno en el otro. Harry dejó que el beso se prolongara tanto como se atrevió mientras seguía rodeado de sus amigos y familiares, y luego se apartó, con los ojos verdes encontrándose con los grises llenos de lujuria. -Te amo-, susurró, viendo a Draco sonreír en respuesta. Sus primeras palabras de un nuevo año.

-Te amo-, fue la respuesta, con el brazo de Draco abrazándolo. Levantaron la cabeza para ver el resto de los fuegos artificiales, los rostros se iluminaron de azules, verdes y rojos con cada destello de color en el cielo.

Cuando el espectáculo terminó, todos vitorearon, y los gemelos se adelantaron con exageradas reverencias. -¡Por 1997!-, gritaron, levantando sus copas al unísono. Todos los demás copiaron el movimiento, brindando por un nuevo año.

-Y por tener a la gente que queremos aquí para compartirlo con nosotros-, añadió Sirius en un brindis propio, enviando una sonrisa cariñosa hacia Charlie. Todos estaban más que contentos de brindar por eso.

Harry dio un sorbo a su champán, y luego levantó su copa por tercera vez, mirando a sus amigos reunidos. -Por el fin de la guerra-, dijo, todos guardaron silencio. -Va a ocurrir este año. De un modo u otro, las cosas habrán terminado el año que viene por estas fechas. Es una promesa-.

Un mar de rostros solemnes levantó sus copas en respuesta. -Por el fin de la guerra-, se hicieron eco, y bebieron.

-Atrevida promesa-, murmuró Draco, una vez que todos se dirigieron de nuevo al interior. -¿Seguro que puedes cumplirla?-.

-Absolutamente-, dijo Harry con seguridad, sonriendo.

Después de todo, cumplía diecisiete años en verano.

Voldemort no duraría mucho más que eso.

A pesar de que la lectura del Profeta era a menudo un ejercicio de extrema contención del propio temperamento, seguía llegando un ejemplar a Seren Du cada mañana. En la mañana del 2 de enero, la primera página declaraba que la noche anterior se habían producido disturbios contra el Ministerio en Rochester.

Los disturbios contra el Ministerio significaban que la gente se había defendido contra los mortífagos. Harry arrugó la frente ante el periódico, leyendo lo que podía mientras Snape lo sostenía. -¿De qué va todo eso?-, preguntó, señalando el artículo. Snape bajó el periódico para mirarlo, sonriendo.

-Parece que los secuaces del Señor Tenebroso se encontraron con la horma de su zapato en su intento de asalto de anoche-, dijo. -El público está aprendiendo a defenderse-.

-Tonks me habló de eso en casa de los Longbottom-, dijo Sirius. -Dijo algo sobre un grupo de Hufflepuffs recién graduados que dirigían una especie de negocio de clases de defensa. Un negocio del tipo "paga lo que puedas", todo muy secreto, por supuesto. Pero van por ahí enseñando a la gente lo más básico: desarmar, aturdir, sacar varitas. Tonks dice que le dicen a la gente que tú les has enseñado todo lo que saben- añadió, mirando a Harry. -Quise preguntarte sobre eso, pero se me olvidó. ¿Sabes algo al respecto?-.

-¿Los Hufflepuffs, dijo Tonks?- aclaró, obteniendo un asentimiento. Una lenta sonrisa cruzó los labios de Harry. -Serán Patrick y los chicos, entonces. Cho dijo que habían hecho negocios juntos en algo. Son los compañeros de dormitorio de Cedric-, explicó, la sonrisa vaciló al recordar a su amigo de Hufflepuff. -Estaban en la HA el año pasado. Supongo que me impresionaron un poco-. Sacudió la cabeza, asombrado. -¡Eso es brillante!- Era perfecto, a menudo se había desesperado en la HA por la cantidad de usuarios de magia promedio que no tenían idea de cómo defenderse en una pelea. Claramente, los chicos de Hufflepuff habían estado escuchando.

Esperaba que llegaran a más gente. Esperaba que se mantuvieran a salvo.

-No hace falta mucho para deshacer cincuenta años de educación de Defensa de mala calidad-, comentó Remus con pesar, dedicando una sonrisa a Harry.

-Quizá los mortífagos se lo piensen dos veces antes de ir a por las familias mágicas si esto es lo que consiguen con ello-. Por supuesto, eso sólo significaba más ataques a los muggles, pero esos eran más difíciles ni siquiera Voldemort quería exponer al mundo mágico, así que tenía que tener cuidado con lo que elegía. Si sus opciones eran tan limitadas, le costaría hacer mucho daño real.

-Entre esos muchachos y el rango de defensa de los gemelos, tal vez sí lo haga-, convino Sirius.

Sólo podían esperar.

Los primeros días de enero pasaron volando y, antes de que Harry se diera cuenta, se enfrentaban a su último día en Seren Du antes de volver a Hogwarts. Además, hacía un tiempo horroroso en el exterior, como si la propia naturaleza comprendiera los sentimientos de Harry por volver al castillo.

Había otra cena familiar completa planeada para la noche como una última despedida, pero hasta entonces los chicos fueron dejados a su suerte. Y, con el quidditch fuera de la agenda, eso les dejaba con opciones algo limitadas. No es que les importara.

Harry se tumbó de espaldas en la cama de la habitación de Draco, un lugar al que no solían ir, pero si Sirius iba a ser un pesado, probablemente comprobaría primero la habitación de Harry. Así que habían colocado unas protecciones de señuelo en esa puerta y se escabulleron hacia la de Draco, con las manos ya tirando de la ropa.

-¿Por qué tanta prisa?-, dijo burlonamente mientras Draco tiraba de la cremallera de sus pantalones. -Deberíamos aprovechar la oportunidad de ir despacio mientras la tenemos-. Una vez que estuvieran en Hogwarts, el único tiempo libre que tendrían sería el de las tardes y el ocasional fin de semana. Había pocas oportunidades para hacer el amor despacio en un castillo lleno de trescientas personas.

-La prisa es que te quiero dentro de mí-, gruñó Draco en respuesta, sonriendo mientras la polla de Harry saltaba bajo su mano. -Podemos hacerlo despacio en la segunda ronda-.

Ahora Harry le gustaba como sonaba eso. -Bueno, en ese caso-. Se dio la vuelta, sacándose los pantalones y los bóxers y tirándolos a un lado. Los ojos de Draco se oscurecieron, y se arqueó hacia Harry, besándolo acaloradamente.

-Aunque me encanta tenerte encima de mí de esta manera-, jadeó Draco, cortándose con un jadeo cuando Harry le quitó la ropa interior, -en realidad tenía otra cosa en mente-.

Harry ladeó la cabeza, confundido. -Pero... dijiste...- Lo habían probado de las dos maneras, y normalmente su preferencia era que Harry estuviera encima.

Draco sonrió con malicia. Lo siguiente que Harry supo fue que estaba de espaldas, con Draco a horcajadas sobre sus caderas. El Slytherin cogió el frasco de lubricante y se apoyó con una mano sobre el hombro de Harry y la otra entre sus propias piernas. Harry no pudo hacer otra cosa que mirar con ojos llenos de lujuria cómo Draco se estiraba, empujando contra sus propios dedos. Entonces, apretó una mano resbaladiza alrededor de la polla de Harry, arrodillándose más arriba, y de repente Harry se dio cuenta de a dónde iba esto.

-Oh, Dios mío-, respiró, viendo cómo Draco se colocaba en posición, hundiéndose lentamente sobre la longitud de Harry. No estaba seguro de a dónde mirar al espacio entre ellos, que se iba reduciendo gradualmente a medida que él presionaba más dentro de su compañero, o a la cara de Draco, pintada de éxtasis. -Joder-. No quería moverse, no cuando Draco se estaba tomando su tiempo para adaptarse, no se atrevía a hacer nada que pudiera alterar esta gloriosa visión. Cada centímetro más le provocaba chispas de placer caliente; cada vez que Draco se movía, su respiración se entrecortaba. Cada gemido que emitía llegaba directamente al corazón de Harry.

Finalmente, Draco se sentó por completo, abriendo los ojos grises y lanzando a Harry una sonrisa dolorosamente atractiva. -¿Está bien?-, comprobó, abriendo un poco más las rodillas. Harry tragó saliva.

-Dime que puedo moverme-, suplicó sin aliento. -Dime que puedo tocarte. Yo... Draco, por favor-.

Draco ajustó su posición, estabilizándose, dejando escapar otro pequeño medio gemido cuando la polla de Harry rozó su próstata. -Puedes moverte-, aseguró. -Sólo... despacio-.

Harry no estaba seguro de que durara lo suficiente como para hacer algo más. Apoyó los hombros en las almohadas, sólo un poco, para no tener que forzar el cuello para ver. Entonces, con una mano agarrando la cadera de Draco, empezó a mover las caderas ligeramente. Cada movimiento hacía que Draco se sacudiera y jadeara, inclinando mejor su cuerpo hasta que gritó de placer. Se inclinó hacia delante, apoyándose en Harry, empujando hacia abajo con cada empuje hacia arriba para profundizar aún más. Su propia polla se balanceaba entre ellos, goteando sobre el estómago de Harry, y cuando Draco se inclinó un poco más hacia delante la presión alrededor de Harry golpeó perfectamente, arrancándole el placer con un último empujón, todo su cuerpo se puso tenso como una cuerda de arco mientras se gastaba dentro de su amante. Draco se quedó inmóvil, observándolo, y cuando la bruma del orgasmo empezó a desvanecerse, Harry levantó la vista; Draco seguía empalado en su polla, que se ablandaba rápidamente, y la suya seguía dura como una roca y sonrojada.

-Espera-, jadeó Harry, bajando las dos manos para sacar a Draco de su carne sensible, con la cabeza zumbando. Antes de que Draco pudiera apartarse, Harry arrastró al rubio hacia su pecho, obligándole a sacar los brazos y a agarrarse al cabecero para no caer de bruces.

-Harry, qué... ohhh-. Sus palabras se perdieron en un gemido cuando Harry tomó la longitud de Draco en su boca, el Slytherin a horcajadas sobre sus hombros. Harry se agarró a sus muslos, tomando todo lo que podía, pidiendo más. El movimiento de Draco fue tentativo al principio, pero cuando Harry no se ahogó ni protestó, se volvió más audaz, follando dentro de la boca de Harry; no duró mucho, sus dedos tirando del pelo de Harry fueron el único aviso antes de arquear la espalda y correrse.

Harry hizo todo lo posible por tragar, pero algo seguía goteando por la comisura de la boca, y cuando Draco se echó hacia atrás, el rubio soltó un gemido bajo, mirándolo. -Joder-, gimió, con las pupilas tan abiertas que apenas se veía el gris. -Eres... joder-.

Harry sonrió, sacando la lengua para recoger el desastre que había hecho. -Como si pudieras hablar-, replicó, con la voz un poco ronca.

Draco se inclinó y le besó, sin importarle el sabor de su boca, y por un momento Harry se preguntó si su segundo asalto no sería tan rápido como el primero. Pero el calor entre ellos pronto se calmó, Draco se retiró y se acomodó de lado, con las piernas enredadas con las de Harry.

-Así que eso fue nuevo-, comentó Harry sin aliento, frunciendo los labios. -¿Llevas tiempo planeando eso, o...?-.

Draco se sonrojó, el color bajando por su pecho. -He estado leyendo uno de los libros que cogiste en el Infinito en verano-, admitió. -Sonaba... intrigante-.

Los ojos de Harry se abrieron de par en par. -¿Te refieres a los, ah libros románticos, o...?-.

Draco se puso aún más rojo. -El instructivo-, confesó en voz baja. La polla de Harry hizo un débil intento de recuperación temprana.

-Oh-. No había pensado que Draco estuviera interesado en eso. Diablos, le había llevado seis meses de relación para estar siquiera dispuesto a mirar el libro que le había regalado George a Harry, y eso era insulso comparado con algunas de las cosas del Infinito. -No lo has hecho sólo por mí, ¿verdad?-, preguntó, con el estómago hundido por la preocupación. Draco se burló.

-¿Parecía que no lo estaba disfrutando?- replicó, con una ceja arqueada. -Aunque no me esperaba... eso-. Se mordió el labio. -¿Te... gustó?-.

-¿Chuparte así?- ¿Ser inmovilizado bajo Draco, que el rubio le follara la cara de esa manera? -Sí. Sí, me gustó-. Sólo había imaginado algo así en sus fantasías más atrevidas.

La mayor parte del tiempo, cuando estaban juntos, él y Draco se ceñían a lo que conocían. No era aburrido, ni mucho menos incluso las cosas conocidas seguían siendo lo suficientemente nuevas como para ser emocionantes, ya que había mucho de sus cuerpos por aprender. Pero algunos de los libros del Infinito hacían que Harry se diera cuenta de lo mucho que no sabían, que no habían probado todavía.

Y eso sin hablar de los libros que hablaban de las torceduras.

-Bueno, si quieres probar más cosas nuevas, adelante-, le aseguró Harry, dándole un beso en la mandíbula, con su magia deslizándose sobreellaos en un perezoso encantamiento de limpieza. -Si no nos gusta, no pasa nada, hacemos otra cosa. No tiene por qué ser difícil-.

-Bastante seguro de que lo es, para la mayoría de las cosas de ese libro-, argumentó Draco, lanzando una mirada señalada hacia abajo que hizo que Harry se riera.

-Ya sabes lo que quiero decir-. Deslizó una mano en el sedoso cabello de Draco, admirando la línea de los altos pómulos de su novio. -No sientas que no puedes pedirme cosas así. Lo peor que puedo hacer es decir que no-. Sonrió descaradamente. -Tal vez podríamos leer el libro juntos y anotar las cosas que nos gustan a los dos-.

-¿Intentas ponerme deberes de sexo, maldito empollón?- Preguntó Draco rotundamente, y Harry soltó una carcajada.

-Estoy diciendo que esa primera idea tuya era ridículamente sexy, y quiero ver qué más queda bien-. Se abalanzó, inmovilizando al Slytherin juguetonamente. -Siempre me dices que amplíe mi paladar-.

-No me refería a eso-, argumentó Draco, poniendo los ojos en blanco. Entonces, su humor flaqueó, un borde cauteloso en su expresión. -No estás... aburrido, con lo que hacemos, ¿verdad?-.

-¿Qué? Merlín, no!- Besando a Draco suavemente, Harry le acarició el pelo. -Draco, amor, podría besarte durante horas y nunca aburrirme. Diablos, creo que subestimas el tiempo que paso sólo mirándote. Neville dice que tengo un problema-, añadió, sonriendo de forma ladeada. -Me encanta todo lo que hacemos. Pero las cosas nuevas también pueden ser divertidas-. Su sonrisa se suavizó, la mano ahuecando la mejilla de Draco. -Ya hemos pasado el punto en el que me preocupa que te asuste cualquier parte de mí-, confesó sus cicatrices, su cuerpo, el trozo literal del Señor Tenebroso que había tenido en su cabeza. Draco no había movido una pestaña ante ninguna de ellas. -Siento que eso se extiende a mis sucias fantasías sobre ti, también. Ciertamente quiero escuchar tus fantasías sucias-. Se inclinó para dar otro beso, amando la forma en que los labios de Draco se separaban para él tan fácilmente. -Tenemos toda la vida para descubrir lo que nos gusta y lo que no-, dijo, pensando en la cajita de terciopelo que ahora vivía en un compartimento oculto en el cajón de su escritorio. -No hay que ser tímido para pedirlo ahora-.

La manzana de Adán de Draco se balanceó. -Supongo-. Sus dedos recorrieron las crestas de la columna vertebral de Harry. -Y... eso de besarme durante horas... ¿es una oferta?-. Las cejas rubias pálidas se alzaron. Harry sonrió.

-Absolutamente puede serlo-.

No había mentido nunca, nunca se aburriría de besar a Draco. Y tenían horas antes de que los esperaran en la cena.

Tomar el Traslador de vuelta al colegio al día siguiente se sintió como ser forzado desde el sueño más increíble por un balde de agua fría en la cara. Llegaron a los aposentos privados de Snape, y Harry se despidió de Draco con un beso antes de subir a la Torre de Gryffindor; ahora que habían vuelto, nadie podía saber que Snape había estado con ellos durante las Navidades. Nadie, excepto McGonagall.

En la sala común, todo el mundo se quedó mirando.

-¿Es cierto que vas a salir con Draco Malfoy?- Preguntó Colin con valentía. Harry se rió entre dientes.

-Sip-, confirmó, provocando una oleada de murmullos. -Desde cuarto año-, añadió, por si ese rumor no había cobrado suficiente fuerza.

-¡Caramba!-, respiró Colin, con los ojos pálidos tan redondos como los de un elfo doméstico.

-¿Es eso de lo que todo el mundo ha estado hablando durante todo el descanso?- preguntó Harry divertido. Colin se encogió de hombros y se sonrojó.

-No es lo único. Pero... bueno, en realidad no estabas para que te preguntáramos sobre ello-.

Eso era justo. -Bueno, aquí estoy-, dijo, extendiendo los brazos de forma demostrativa. -Muy enamorada de Draco Malfoy, que no es en absoluto un mortífago, ni tampoco su madre. Fingimos que nos odiamos porque su padre lo mataría si supiera la verdad y, francamente, cualquier otra pregunta que cualquiera de ustedes pueda tener sobre nuestra relación probablemente no sea de su maldita incumbencia-.

Vio a varias personas enrojecer en toda la sala común; sin duda gente con el tipo exacto de preguntas que Harry nunca iba a responder en público.

-Tengo una pregunta más-, dijo Colin, y Harry enarcó una ceja. El chico, habitualmente tímido, esbozó una sonrisa sorprendentemente atrevida. -¿Crees que Vicky Frobisher saldría conmigo si se lo pidiera?-.

Una risa sorprendida se deslizó de los labios de Harry. ¡Colin era definitivamente un Gryffindor de corazón! -Creo que deberías intentarlo y ver qué pasa-, replicó, guiñando un ojo. -Pero te advierto que si le rompes el corazón a nuestro guardián, nuestros batiadores pueden romperte la cara-.

Colin palideció un poco, pero su sonrisa no decayó.

Harry sólo tuvo tiempo de charlar con Colin y dejar su baúl antes de que llegara la hora de la cena. Encontró a Neville en los dormitorios, que había llegado antes con un Traslador. Se alegró de tener a su amigo para bajar al Gran Comedor; estaban los dos solos, ya que el Traslador de Ginny no llegaría hasta más tarde.

Cuando llegaron al vestíbulo, Harry vio una cabeza rubia que le resultaba familiar y que se acercaba por el pasillo que llevaba a las mazmorras. -¡Eh, Malfoy!-, llamó, y varias cabezas se volvieron, incluida la de Draco.

A pesar de los rumores que habían corrido, la mitad de la gente de los alrededores parecía esperar una pelea. A Draco le brillaron los ojos, y a Harry no le pasó desapercibida la expresión de sufrimiento que Theo le dirigió a Neville, y que éste sin duda le devolvió. -¿Qué quieres, Potter?- se burló Draco. Harry no pudo aguantar su expresión de ojos duros durante mucho tiempo, rompiendo en una sonrisa.

-¿Te sientas conmigo?-, preguntó dulcemente, moviendo las pestañas. Draco resopló.

-Si insistes-, aceptó, poniendo los ojos en blanco.

-¿Así es como van a estar los dos, ahora?-. se quejó Neville a medias, caminando con ellos hacia el Gran Comedor.

-Hasta que Harry se aburra de escandalizar a la gente, lo más probable-, convino Draco -parecía totalmente resignado a la perspectiva, pero no tan molesto por ello. Harry sabía que no era así; él disfrutaba tanto de escandalizar a la gente como el propio Harry. Era un Black, vivía para el drama.

Todavía no habían regresado todos los alumnos, pero sí la mayoría. Harry se alegró de poder evitar a Ron y Hermione durante un tiempo más.

Mientras él y Draco se acomodaban en la mesa de Gryffindor, Harry miró por casualidad a Dumbledore. El anciano parecía aún más desgastado que antes de las Navidades; Harry se preguntó hasta qué punto le estaba afectando la maldición del brazo, ahora que no tenía los protectores del castillo para reforzarlo. Tal vez ni siquiera duraría hasta el final del año.

Pero la falta de brillo en sus ojos no se debía a su evidente agotamiento; había muerto en el momento en que Harry y Draco habían entrado, con las manos enlazadas entre ellos.

Harry sonrió para sí mismo. Que Dumbledore pensara lo que quisiera. Harry había dejado de ocultar partes de sí mismo por su propia seguridad. Ahora era más fuerte que eso, más fuerte que Dumbledore.

Fue como cualquier otra cena en Hogwarts, charlando con sus amigos sobre cómo habían ido las cosas en el castillo mientras él no estaba, excepto por el hecho de que no tenía que preocuparse constantemente por lo cerca que estaba sentado de Draco y por si sus comentarios podían ser tomados como demasiado coquetos... y porque la mitad del pasillo los miraba como si fueran extraterrestres.

Harry no sabía a qué venía tanto alboroto. No era como si él y Draco hubieran pasado de odiarse a ser novios en un abrir y cerrar de ojos; habían dado al colegio unos meses de su amistad para acostumbrarse.

Ginny llegó a mitad de la cena, se coló en el banco junto a Neville y los saludó a todos alegremente. Varios metros detrás de ella, mucho menos alegres, estaban Ron y Hermione, sentados en el otro extremo de la larga mesa, lanzando alguna que otra mirada a Harry, pero sobre todo fingiendo que no existía.

No era la primera vez que Harry pensaba que el pequeño arrebato de Charlie en la Madriguera podría haber sido una bendición disfrazada; ahora que todos sabían que no era un pequeño idiota inconsciente, podría finalmente obtener algo de paz de sus intentos de enterrar el hacha de guerra.

Cuando Harry cogió la jarra de agua, un repentino silencio descendió sobre los estudiantes que le rodeaban. -Señor Malfoy-. Harry se sobresaltó Snape había aparecido, observando a los dos con su ganchuda nariz, con su fría mirada fija en la mano de Draco en la espalda de Harry. -Diez puntos de Slytherin. Por conducta impropia de tu casa-.

Siguió caminando, con la túnica ondeando detrás de él. Aunque ambos sabían lo que iba a pasar, Harry sintió que Draco se estremecía un poco.

Snape tenía que hacerlo, tenía que desaprobarlos públicamente ahora que habían trazado una línea tan flagrante en la arena. Su reputación dependía de ello.

Pero que le quitara puntos a su propia casa, delante de todo el colegio... era como decir que Draco ya no era un Slytherin a sus ojos. El corazón de Harry se apretó con simpatía cuando los ojos de su novio se apagaron, sus hombros se encorvaron ligeramente. -¿Estás bien?-, preguntó suavemente, rozando un ligero beso en su mejilla. Draco asintió, con la mandíbula apretada.

-Bien. Está bien-.

Sin embargo, apenas tocó el resto de la cena.

Incluso cuando Draco y Harry habían sido públicamente amigos, todavía había algún tipo de esperanza entre los auténticos partidarios de Voldemort de que se le pudiera convencer. Lo trataban con respeto, en caso de que volviera a su lado. Snape era neutral con él. Todo eso cambiaría ahora.

Draco se encargaría de ello. Era fuerte. Pero eso no significaba que a Harry tuviera que gustarle.

Se quedaron hasta que el vestíbulo empezó a despejarse, aunque todos sus amigos pudieron darse cuenta de que sus corazones ya no estaban en la conversación. De camino a la salida, Harry se detuvo en el vestíbulo de entrada, tirando de Draco para darle un beso firme. Podía sentir los ojos sobre él, pero no le importaba, no quería que Draco se fuera a la cama triste. -Te veré por la mañana-, murmuró, intentando desesperadamente no sonrojarse, sabiendo que todo el mundo podía oírle. -Te amo-. No se avergonzaba de ello. Ya no iba a ocultar sus sentimientos.

Eso le valió un parpadeo de sonrisa genuina. -Sap-, acusó Draco, apretando su mano. -Te amo. No te olvides de terminar esa redacción de Transfiguración esta noche-.

Harry resopló en voz baja. -Y dicen que el romance ha muerto-. De mala gana, dejó que Draco se fuera, observando cómo se dirigía hacia Slytherin durante unos instantes antes de que Neville y Ginny le dieran un empujón hacia las escaleras.

Sólo quedaban seis meses de curso. Podían soportarlo.

Apenas había transcurrido una semana del nuevo curso y Severus ya había sido convocado al despacho del director.

Preguntándose cuál podría ser el último problema -(en privado, esperando culpablemente que fuera la progresión de la maldición oscura en el brazo del anciano)-, Severus subió las escaleras giratorias, entrando en el despacho. Albus no parecía estar sufriendo, más de lo habitual de todos modos. Se veía tan cansado como siempre, mostrando su edad de una manera que nunca había tenido.

-Ah, Severus-, saludó, sonriendo. -Me alegro de que hayas podido llegar tan pronto. Por favor, siéntate-.

Severus lo hizo, ignorando los ofrecimientos habituales de té y caramelos de limón. -¿Me necesitaba para algo, director?- No pudo evitar notar que la percha de Fawkes estaba vacía ¿cuándo fue la última vez que vio al fénix? Ciertamente había pasado mucho tiempo...

-Más o menos-, respondió Albus, juntando las manos sobre el escritorio. -Es con respecto al señor Potter-.

Severus levantó una ceja indiferente. -¿De verdad? ¿Qué había hecho el mocoso ahora?- ¿Cuánto control de daños iba a tener que emprender?.

Albus se rió, aunque su corazón no estaba en ello. -No es nada que él haya hecho. Más bien algo que le hicieron, hace muchos años, ahora-. Su mirada se volvió seria. -¿Has oído hablar de los horrocruxes, Severus?-.

La sangre del maestro de Pociones se convirtió en hielo. -El término me es familiar, aunque no estoy seguro de dónde-, respondió, manteniendo la voz uniforme, tratando de no reaccionar exteriormente. ¿Se había dado cuenta Albus de que Harry había cazado varios horrocruxes?.

Puso una cara de disgusto apropiada mientras Albus le explicaba los horrocruxes, revelando finalmente que el Señor Tenebroso había creado varios de los suyos. -El anillo que me puse tan apresuradamente durante el verano era uno de ellos-, le dijo Albus, sacudiendo la cabeza. -Admito que mi insensatez se apoderó de mí con ese-.

Severus resistió el impulso de resoplar, eso era un eufemismo. -Agradezco esta información, Albus, pero admitiré que no estoy seguro de por qué la compartes conmigo. Si el Señor Tenebroso se entera de que lo sabes...-

-Tengo fe en que podrás seguir ocultando mis secretos a Voldemort, Severus-, aseguró Albus, sonriendo ligeramente. -Este en particular. Hay, de hecho, un horrocrux que ni el propio Voldemort conoce-. Su sonrisa se desvaneció, y sus ojos se encontraron con los de Severus. -Reside dentro de la cicatriz de la maldición del señor Potter, y lo ha hecho desde la noche en que murieron sus padres-.

Severus se tensó, dejando que la sorpresa se reflejara en su rostro; no la sorpresa por el conocimiento, sino por el hecho de que Albus lo compartiera con él. -Yo... ¿cómo es posible?-.

-Creo que debido a la cantidad de horrocruxes que creó Voldemort, su alma era lo suficientemente inestable como para astillarse en un fragmento cuando fue golpeado con la maldición asesina de rebote. En busca de un huésped, ese fragmento se adhirió al único ser vivo que había cerca, el propio joven Harry-. Albus suspiró, recostándose en su silla. -Me di cuenta del fragmento mientras realizaba algunas exploraciones médicas al señor Potter antes de colocarlo con sus familiares. También por eso supe que el Señor Tenebroso no había fallecido como todos esperaban. Tomé algunas precauciones esperaba que, por muy pequeño que fuera ese fragmento de alma, se desprendiera por sí mismo cuando Harry creciera y no fuera un problema en su vida posterior. Lamentablemente, me temo que no es el caso-.

Severus se mordió una mueca; tomaba precauciones, en efecto. El tipo de precauciones que implicaban atar la magia familiar de un infante, dejándolo con gente que le sacaría hasta la última pizca de valor propio.

-¿Este fragmento aún reside dentro de Potter, entonces?-.

-Es más fuerte que nunca, creo-, confirmó Albus, con tanta consternación fingida en su voz que Severus casi se rió. -He observado a Harry de cerca, a lo largo de los años; al principio, pensé que había superado el fragmento. Cuando llegó aquí, tan parecido a su padre, y se clasificó en Gryffindor...-

Porque, por supuesto, nadie malo podía entrar en la casa del león.

-Te cuento esto, Severus, porque eres la única persona que sabe que me estoy muriendo. Y la única persona en la que puedo confiar la verdad absoluta-. Albus lo miró fijamente a los ojos, y Severus levantó instintivamente sus escudos de Oclumancia. -Para que Voldemort se vaya de verdad, Harry Potter debe morir-.

Un largo y conmovedor silencio. -Creía que te gustaba el chico, Albus-.

-Me gusta. A pesar de nuestras recientes... diferencias, me importa mucho-. A Severus le sorprendió, entonces, cómo el director podía decir eso con una cara tan seria, como si Harry no hubiera sido un peón en su juego desde el momento en que la vida abandonó el cuerpo de Lily Potter. -Ojalá hubiera una solución alternativa. Pero he llegado a la conclusión de que todas mis precauciones han sido inútiles, y el fragmento de alma que hay en el interior de Harry es lo bastante fuerte como para influir en él... quizás, con el tiempo, lo bastante fuerte como para dominarlo por completo. Convertirlo en un anfitrión para el alma restante del Señor Oscuro. No podemos permitir que eso ocurra, tanto por el bien del mundo como por el de Harry. El chico que conocí nunca sería capaz de vivir consigo mismo si su cuerpo fuera utilizado para el mal-.

El chico que Albus sabía que era una mentira y que siempre lo había sido, pero Severus endureció su rostro en un ceño grave. -¿Debe morir de alguna manera en particular?-.

-Una vez pensé que su muerte debía ocurrir a manos de Voldemort, para destruir realmente el fragmento de alma que llevaba dentro. Un acontecimiento trágico, pero necesario. Ahora, sin embargo, no creo que importe tanto. Pero debe morir antes de que alguien pueda intentar destruir la forma mortal actual de Voldemort. Estoy trabajando en descubrir el resto de sus horrocruxes confío en que, para cuando esta maldición se apodere de mí, habré destruido todos menos el de la cicatriz de Harry-.

Severus se burló de él. -¿Así que deseas que acabe con tu vida y con la del chico Potter?- presumió con desgana. -¿Alguien más que quieras añadir a la lista, ya que estás en ello?- Cualquier otro acto para condenar verdaderamente su alma a los ojos del mundo.

-No te pediría esto si tuviera otra opción, Severus-, insistió Albus disculpándose. -Y puede que no te necesite para acabar con la vida de Harry. Siento cierto nivel de responsabilidad por él; si llega el momento en que la influencia del horrocrux dentro de él se vuelve demasiado peligrosa para ignorarla, yo mismo llevaré esa carga, si todavía soy capaz. Sólo quería que lo supieras en caso de que esta maldición me golpee antes de que surja esa oportunidad-.

Oír a Albus hablar tan despreocupadamente de matar a un alumno hizo que a Severus se le revolvieran las tripas. -Si el muchacho ha de morir ante el Señor Tenebroso, ¿quién dará el golpe final? La Profecía...-

-Las profecías son cosas complicadas, Severus-, respondió Albus. -No siempre se interpretan como uno espera. Creo que el poder para derrotar al Señor Tenebroso del que se habla en la Profecía es, en cierto sentido, el horrocrux; Voldemort no puede ser derrotado hasta que no se le haga frente, así que realmente ese poder recae en Harry-.

Severus dudaba que Albus lo creyera de verdad, seguramente no se había convencido de que la Profecía completa significaba que Harry tenía que morir para que el Señor Tenebroso fuera asesinado.

-Entiendo-, confirmó solemnemente. -Así que una vez que el chico se haya ido, una vez que estos horrocruxes hayan desaparecido... ¿entonces cualquiera puede derrotar al Señor Tenebroso?-.

Los ojos de Albus centellearon, una pálida imitación de su brillo habitual. -Me atrevo a decir que incluso tú mismo podrías cometer el acto, por así decirlo-.

Una sonrisa forzada, como si eso fuera todo lo que pudiera pedir. Como si fuera a dar la bienvenida a la muerte de un niño sólo para obtener la venganza final de uno de sus odiados amos. -Tal vez-, aceptó.

-Gracias, Severus. Eres el único en quien confío con este conocimiento-. Albus se inclinó hacia adelante, mirándolo implorante. -El único que conozco que es lo suficientemente fuerte para hacer lo que hay que hacer-.

Más bien el único cuya alma ya estaba lo suficientemente condenada.

Sin embargo, Severus actuó como si apreciara la fe del director en él y esperó a que lo despidieran. En el camino de vuelta a sus aposentos, reorganizó mentalmente sus planes de la noche para pasar una o dos horas en casa; Remus y Sirius tendrían que enterarse de esto.

Si Albus decidía que tenía que asegurarse de que Harry muriera antes que él mismo, tendrían que protegerlo.

Si el primer trimestre del año escolar apenas había encontrado a Dumbledore en el castillo, el segundo lo encontró en todas partes.

El director parecía aparecer constantemente en la esquina de la visión de Harry; cruzándose con él en los pasillos entre las clases, observándolo durante las comidas; incluso había sido sorprendido alejándose del campo de quidditch una tarde, justo después de un entrenamiento que Harry había terminado prematuramente debido a que una de las bludgers actuaba de forma particularmente agresiva hacia él.

Snape le había advertido de la revelación de Dumbledore de que Harry tenía que morir, pero Harry apenas podía creer que el director estuviera intentando matarlo ya.

-Creo que está intentando meterme en el Ala Hospitalaria-, dijo Harry a sus amigos en la reunión de herederos, con el rostro sombrío. -Hoy ha intentado hacerme tropezar en lo alto de la escalera del sexto piso-. Sólo los rápidos reflejos de Harry le habían salvado de caer en picado varios pisos abajo.

Los gemelos Patil jadearon, horrorizados. Incluso Daphne parecía enferma.

-¿Pero por qué? ¿Qué podría ganar él al herirte de esa manera?- preguntó Anthony, con el ceño fruncido.

-Quizá quiera volver a ponerme los bloqueos mágicos-, pensó Harry en voz alta, encogiéndose de hombros. -O tal vez hay algún nuevo ritual que quiere hacerme. No lo sé, pero en cualquier caso, apuesto a que me necesita solo e inconsciente. Los planes del viejo son cada vez más descabellados cuanto más cerca está de reventar los zuecos. Sólo Merlín sabe lo que tiene bajo la manga estos días-.

-No dejaremos que te afecte-, declaró Neville con vehemencia. Harry le lanzó una rápida sonrisa.

-Te lo agradezco. Pero estaba pensando... si él está mejorando su juego, nosotros también deberíamos hacerlo-. Un grupo de rostros perplejos le devolvió la mirada. -Creo que deberíamos soltar la información de que me puso compulsiones en primer año-.

Susan aspiró con fuerza. -¿Sólo las compulsiones, o también los bloqueos mágicos?-.

-Sólo las compulsiones, por ahora. Contarle a la gente lo de los bloqueos mágicos podría sonar demasiado increíble-. La confianza general en Dumbledore podía estar disminuyendo, pero no estaba seguro de que fuera tan baja todavía. -Incluso podemos añadir que hizo que Ron y Hermione se hicieran pasar por mis amigos, para vigilarme. Ellos saben que yo sé de eso, ahora-. Si eso significaba que el resto del colegio los odiaba, mejor aún.

-Podemos hacerlo-, le aseguró Parvati. -¿Con cuánto detalle quieres entrar? Ya sabes, sobre el resultado de las compulsiones-.

-No digas demasiado-, dijo Draco. -Si los rumores son demasiado detallados, parecerá sospechoso. Deja que se quede en que Harry odia a todos los Slytherin, y confía en el director. El molino de chismes suplirá el resto-.

Harry asintió con la cabeza las ideas que se le ocurrieran al resto del colegio serían probablemente mucho más dañinas que cualquier cosa que él pudiera difundir.

-Eso debería ser bastante fácil-, dijo Parvati con una sonrisa tortuosa. -Si hay algo de lo que a la gente de este colegio le encanta hablar, es de Harry Potter-.

Harry resopló; ¡acaso no era esa la verdad!.

Con un plan en marcha, los herederos comenzaron a dispersarse, queriendo seguir con el resto de la tarde. Draco había prometido estudiar con Theo y Ernie, así que Harry se despidió con un beso y se dirigió hacia Gryffindor con Neville.

-Oye, Harry-, comenzó Neville, y cuando Harry lo miró se detuvo en seco, al ver lo ansioso que parecía el chico más alto. -¿Podemos... podemos hablar de algo?- Un rubor subió hasta las orejas de Neville. -Es... algo privado-.

-Yo... sí, claro-. Harry frunció el ceño le pareció oír pasos, y cuando giró la cabeza podría haber jurado que vio la cola de unas túnicas de color púrpura brillante. -Vamos-. Dirigiéndose al pasaje en pársel más cercano, Harry siseó para abrirlo. -No hay nada más privado que esto-, bromeó, una vez que estuvieron a salvo dentro. Neville se rió a medias. -Entonces, ¿qué pasa?-.

-Yo... tú y Draco han estado juntos desde hace un tiempo, ¿sí?- comenzó Neville. Harry parpadeó al verlo.

-...¿Si?- ¿Qué tiene que ver eso?.

-Y tú... tú y él, han... ya sabes...- Neville tartamudeó, impotente, y pasaron unos minutos antes de que Harry captara la esencia de su insinuación.

-¿Estás preguntando si hemos tenido sexo?-, preguntó, levantando una ceja desconcertada. La cara de Neville se puso imposiblemente más roja.

-Yo... ¿tal vez?- El chico rubio se cubrió la cara con las manos. -No es asunto mío, lo sé, pero...-

-Mira, Nev-, dijo Harry, dándole una torpe palmadita en el hombro. -Eres mi mejor amigo, y te quiero, pero... si estás teniendo algún tipo de crisis de sexualidad, no creo que yo sea la persona con la que hablar de eso-. Ginny seguramente necesitaba saberlo antes que Harry.

Neville levantó la cabeza, con los ojos muy abiertos. -¿Qué? No. No soy... ¡no es que haya nada malo en ello! Pero soy heterosexual-, insistió. Harry volvió a fruncir el ceño si no era eso, ¿qué era?.

Finalmente, Neville dejó escapar un largo e inseguro aliento. -Yo... creo que Ginny quiere tener sexo. Conmigo-.

-Oh-. Harry era el que se sonrojaba, ahora.

-Quiero decir, hemos hecho... cosas-, continuó Neville, y Harry deseó desesperadamente que no le llegara la imagen mental de dichas cosas. -¡Y es genial, de verdad! Pero ella sigue soltando todas esas insinuaciones, y yo sólo... creo que quiere, ya sabes. Hacerlo-.

-¿No es así?- preguntó Harry, preguntándose si tenía que tener una conversación con su pseudo-hermano sobre el consentimiento y la presión en una relación. Seguramente Fred y George ya habían cubierto eso con ella.

-¡Yo sí! Al menos. Creo que sí...- Neville se pasó una mano frustrada por el pelo. -Sé que quiero que mi primera vez sea con ella. Y que sea la suya también, para que podamos descubrirlo juntos, pero... sé que hizo algunas cosas con Michael, cuando estaban juntos. A veces parece que ella tenía esta ventaja y yo todavía estoy tratando de alcanzarla-. Hizo una mueca. -¿Estoy dando demasiada importancia a esto? No quiero hacerla sentir mal por haber estado con Michael antes que conmigo-.

Esto no era en absoluto como Harry había esperado que fuera su tarde, y deseó que le hubieran dado algún tipo de advertencia, algún tiempo para preparar una respuesta.

Pero Neville era su mejor amigo, y había ayudado a Harry en muchas cosas. Y aunque la mayoría de los libros sobre sexo y relaciones que Harry había leído -(que era una cantidad sorprendente, en estos días)- trataban sobre relaciones homosexuales, supuso que la mayoría de los conceptos básicos debían aplicarse también a las relaciones heterosexuales.

-Mira, Nev, si estás realmente nervioso por ello, habla con ella-, dijo encogiéndose de hombros. -Ginny no querrá hacer nada con lo que no estés completamente de acuerdo. Tal vez esté soltando indirectas porque cree que lo quieres, ya tienes dieciséis años y todo. Si quieres ir más despacio, dile que quieres ir más despacio. Definitivamente hay algo que decir sobre ir despacio-. Sonrió para sí mismo, recordando toda la diversión que había tenido con Draco antes de que pensaran en el sexo con penetración. -No es una competición, no importa lo que te digan. Mientras ambos se diviertan-.

-Yo no... no quiero del todo que vaya más despacio-, admitió Neville vacilante.

-Entonces creo que esa es una conversación que debes tener con ella, en lugar de conmigo-, dijo Harry diplomáticamente. -Y, como siempre, tengo libros si los necesitas-.

Eso hizo que Neville soltara una risita. -Eres prácticamente un Ravenclaw-, se burló, chocando su hombro contra el de Harry. -Yo... gracias, Harry. Eso realmente ayuda-.

Harry no estaba seguro de cómo, teniendo en cuenta que la mayoría de sus consejos sólo habían sido "habla con tu novia", pero sonrió igualmente. -Cuando quieras, amigo-.

-Así que... lo han hecho ustedes dos, ¿verdad?- Neville comprobó. -Llevan mucho tiempo juntos, seguro que sí-.

-Lo hemos hecho-, confirmó Harry, volviendo a sonrojarse.

-¿Cómo es?- Neville soltó la pregunta antes de que pudiera pensarlo mejor.

-Un poco diferente para mí que para ti, creo-, bromeó Harry, riéndose cuando los ojos de Neville se desorbitaron. -Es... quiero decir, es brillante. Lo mejor de la historia. Pero eso es más porque es Draco, creo, que porque es sexo-. No tenía ninguna comparación, pero dudaba que algo pudiera sentirse ni la mitad de bien con otra persona.

-¿Duele... duele?- La pregunta era mucho más tentativa. -Algunas de las cosas que he escuchado, de los otros chicos... no quiero herirla-.

-Nev... Voy a ser completamente honesto contigo aquí. No sé qué pasa con las partes inferiores de una mujer y no quiero saberlo nunca-, le dijo Harry sin rodeos, haciendo una mueca. -Yo... tú sabes sobre la preparación y todo eso, ¿verdad? ¿Y el lubricante? ¿Los heterosexuales usan lubricante?- Neville parecía que se iba a morir si Harry seguía con esa línea de preguntas, así que cambió de tema. -Seguramente hay alguien con más conocimientos que yo a quien podrías preguntarle sobre esto. Diablos, incluso te prestaré el espejo para hablar con Sirius, si quieres. Ya se ha acostado con gente con vagina-. No todas habían sido mujeres, Sirius lo tenía muy claro, pero por las historias que Remus le había contado sobre la salvaje juventud de Sirius, Harry estaba bastante seguro de que su padrino tendría consejos más útiles sobre el tema.

Neville sacudió la cabeza con vehemencia. -No tengo en absoluto la suficiente relación con tu padrino como para pensar en eso-.

Harry frunció el ceño, pensativo. -¿Y qué hay de Susan?- Su amigo más alto lo miró fijamente. -Ustedes dos son íntimos, ¿verdad? Desde que ella y Amelia viven contigo y todo eso. Y estoy como un noventa y cinco por ciento seguro de que ella y Theo lo han hecho-. Se encogió de hombros. -Probablemente ella pueda ayudarte. Diablos, definitivamente más que yo-. No sólo se trataba de discutir sobre sexo con un solo pene involucrado, algo en lo que tenía cero experiencia, sino que se trataba de Neville y Ginny, su mejor amigo y su hermana pequeña, y honestamente podría quedar marcado de por vida si tenía que profundizar demasiado en los detalles allí.

-¿Y si se ríe de mí?-.

-Es Susan-, señaló Harry con rotundidad. -No se reirá de ti-. Probablemente estaría encantada de impartir algo de conocimiento, y avergonzar a Neville en el proceso. -Es eso o preguntarle a la propia Ginny-.

-¡No puedo hacer eso!- Harry estaba a punto de empezar con el discurso de "si no puedes hablar de ello, no tienes nada que hacer", pero entonces Neville continuó -No quiero que piense que es su responsabilidad hacer que no le duela. Puede que ella no sepa más que yo. Sólo... quiero que sea bueno, para ella-.

El corazón de Harry se derritió, sólo un poco. -Entonces ya estás diez pasos por delante de la mayoría de los tíos, por lo que he oído decir a Lavender y Parvati-, dijo con ironía. -Y mira el lado bueno Ginny está loca por ti, amigo. Aunque seas una mierda, estoy seguro de que te daría otra oportunidad... ¡eh!- Esquivó el hechizo de las piernas de gelatina que le lanzó Neville.

Le miró y Neville le devolvió la mirada, y lo siguiente que supieron fue que los dos chicos estaban riendo, apoyándose el uno en el otro por la fuerza.

Harry se alegró, de verdad, de que Neville se sintiera lo suficientemente cómodo como para acudir a él para hablar de esas cosas.

Pero si acababa teniendo una conversación similar con Ginny, no necesitaría que Dumbledore lo matara la fuerza de su rubor se encargaría de ello sin problems.

Como siempre, gracias a Parvati y Lavender, los rumores de que Dumbledore usaba encantos de compulsión corrían por el colegio antes de que terminara la semana. Y Dumbledore estaba furioso.

En privado, Harry pensó que eso era lo que alimentaba los rumores con tanta rapidez: lo único que haría que Dumbledore se enfadara tan visiblemente era que fueran ciertos, y todo el mundo lo sabía.

Por supuesto, hubo intentos de retribución. Sólo unos días después de los primeros rumores, empezaron a surgir más rumores de que Harry se había vuelto Oscuro, que pasaría sus vacaciones de Navidad con el propio Voldemort, haciendo planes para eliminar al director y gobernar juntos el mundo mágico.

A Harry no le molestaron tanto esos rumores como Dumbledore probablemente esperaba que lo hicieran. Demonios, cosas similares habían estado flotando por ahí durante meses; la gente que pensaba eso siempre iba a pensar eso, y él estaba cansado de tratar de convencerlos de lo contrario.

Formaban una minoría que se reducía cada vez más con cada día que Dumbledore actuaba de forma extraña.

Sin embargo, todos los susurros estaban iniciando una especie de guerra civil dentro del colegio un enfrentamiento entre los que estaban del lado de Dumbledore y los que estaban del lado de Harry, una clara división entre los alumnos. Ron y Hermione eran la fuerza que guiaba al bando que apoyaba a Dumbledore, y contrarrestaban las acusaciones de falsa amistad con diatribas furiosas sobre cómo habían hecho todo lo posible por ser amigos de Harry, pero éste había empezado a alejarse de ellos tras el regreso de Voldemort, inclinándose cada vez más hacia la magia oscura y los ideales de los sangre pura.

Si alguien hubiera prestado atención, se habría dado cuenta de que la mitad de las cosas que utilizaban como prueba -(la ruptura de su amistad, la relación de Harry con Draco)- habían comenzado antes de la resurrección de Voldemort. Pero, bueno; detalles como ése rara vez eran necesarios en chismes tan jugosos.

Los profesores, a su favor, intentaban mantenerse al margen. Probablemente porque pensaban que serían despedidos si apoyaban a Harry públicamente. Sin embargo, sabía cuáles estaban de su lado podía verlo en sus ojos, los que pensaban que era malvado. De la misma manera, podía ver la solidaridad en aquellos que lo apoyaban.

Últimamente no había visto mucho a Hagrid. Harry esperaba que no fuera a propósito. Después de todo, ambos estaban ocupados.

A pesar de todo, las clases continuaron. La HA continuaba. Las sesiones de entrenamiento de Harry con Snape continuaron.

Y, para mantener la cordura, continuaron sus encuentros nocturnos con Draco. Tal vez unas cuantas noches más de las que realmente deberían, teniendo en cuenta la cantidad de trabajo que Harry tenía últimamente, pero... la escuela apestaba, y la única paz real que podía conseguir estos días era en los brazos de su novio, por asquerosamente cliché que fuera. Una o dos horas con Draco antes de acostarse era a veces lo único que le impedía hechizar a todos los mierdecillas entrometidos que murmuraban insultos en voz baja cuando pasaba por delante de ellos.

Harry volvía de uno de esos encuentros, cruzando la corta distancia entre la Sala de Menesteres y la Torre de Gryffindor. Su paso era ligero, su cabeza aún estaba confusa por la fuerza del orgasmo que Draco le había arrancado. Casi se habían quedado dormidos juntos, allí sólo un empujón del propio castillo le hizo arrastrarse fuera de los brazos de Draco y volver a su sala común.

El castillo seguía dándole codazos, en el fondo de su mente, y frunció el ceño ante esa sensación. "Me voy, me voy", murmuró en voz baja, con la mandíbula desencajada en un amplio bostezo.

Mientras lo hacía, no se dio cuenta de la figura sombría que había detrás de él, envuelta por la magia. Y no se dio cuenta del chorro de fuego de hechizo que se dirigía hacia él hasta que fue demasiado tarde.

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