Compromiso a la fuerza.

By Amairan

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Imagina que un accidente cambia tu vida y la de un empresario. Esto le paso a Yuliza una teibolera. Ante sus... More

Compromiso a la fuerza.
Capítulo 1 : Accidente
Capítulo 2 : Te encontré
Capítulo 3: No importa
Capítulo 4: Cásate conmigo
Capítulo 5: ¿Nuevo hogar?
Capítulo 6: Me tiene sin cuidado.
Capítulo 7 : Doctor.
Nota
Capítulo 8: Problemas y Recuerdos.
Capítulo 9 : Presentación.
Capítulo 10 : ¿Una cualquiera?
Capítulo 11: Sacrificio.
Nota Urgente
Capítulo 12: Raúl.
Capítulo 14: Trabajo.
Capítulo 15: Baile
Capítulo 16: Amor.
Capítulo 17: Recuerdos
Capítulo 18: ¡¿Qué?!
capítulo 19: Adiós
Hola Lectores
SUPER IMPORTANTE
Capítulo 20: Recordandote
Capítulo 21: Es mío
Capítulo 22: ¿En dónde está el amor?
Capítulo 23: Lo que sea por ella.
30 de Marzo
Comienzo: Isabel
Capítulo 24: Mi cielo.
Comienzo: Wilson.
Comienzo: Dejame explicarte
Capítulo 25: Una verdad
Comienzo: Años
Capítulo 26: Dime que...

Capítulo 13: Subasta

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By Amairan

Pov. Raúl.

Después de los sucesos de ayer, Daniel había llegado mientras tenia abrazada a Yuliza sin soltarla.

-¿Puedo pasar? – pregunto Daniel desde la puerta de Yuliza.

-Si – dije mientras Yuliza se separaba de mí y se limpiaba las lágrimas que tenia sobre el rostro. – Vamos a mi despacho – camine fuera del cuarto dejando a Yuliza allí sola mientras Daniel me seguía con paso lento.

Sabía que me esperaba apenas cruzáramos la puerta del despacho un gran sermón de Daniel de toda esta situación que le había causado a Yuliza. Pero tenía claro que iba a seguir firme y fiel a lo que había decidido, no quería que lo supiera, porque sabía que me dejaría o me tendría lastima, y era lo que menos quería ahora que… que la quería.

Porque por más que lo negara no podía, la quería y la forma de quererla no era sana. A pesar de que ya me lo había confesado a mí mismo, no me atrevía a confesárselo a ella ni a nadie, aun que Daniel lo intuía no me atrevía a decirlo y no ser correspondido.

El sermón de Daniel duro poco, se centro mas en preguntarme que sentía por ella, que daría por ella y que tan importante era para mí. Solo lo mire y no respondí a ninguna de ella desviando la mirada, no podía mentirle pero tampoco me atrevía a decirle la verdad.

-Sea, lo que sea que sientas por ella – había dicho antes de irse – Díselo ahora que puedes, porque si lo sigues callando, cuando llegue el momento será tarde y la abras perdido para siempre.

Sus palabras me habían hecho pensar más de lo que quería admitir, no podía concentrarme si quiera en los papeles que tenía enfrente.

-¿Entonces le parece bien el hecho de que lo compremos señor? – pregunto uno de los socios de mi abuelo, trate de recordar que había dicho pero no podía. Últimamente cuando teníamos esas juntas estaba tan distraído en cosas personales, cuando tiempo atrás todo era diferente.

Me la pasaba pensando en el trabajo, que mi vida personal no era de vital importancia, no desde que ella había llegado, y se robara cada segundo de mis pensamientos.

-Lo siento, no le estaba prestando atención, tengo muchas cosas en la cabeza.

-Se nota – se escucho desde el fondo de la mesa, no tenía que ser adivino para saber que había sido Daniel. Lo mire y solo le sonreí dándole a entender que le capte a lo que quería decir.

-No se preocupe señor, se está subastando unos terrenos cerca del hotel MIRROR’S que como usted sabe nos lleva la delantera en el negocio y por lo tanto es nuestra competencia y gracias a ellos estamos yendo algo en picada, y por más que hemos renovado no vamos muy bien que digamos. Pero conseguir esos terrenos podría ser una gran ganancia por que servirá estar más cerca de la competencia y podremos hacer grandes lucros con ello.

Pensé en sus palabras, era cierto que era nuestra competencia, pero entre el dueño general de MIRROR’S había mucho más que competencia de trabajo solamente. No nos soportábamos, ni siquiera nos podíamos ver porque nos amargábamos el día. Un odio y un rencor que había surgido de la nada empezando por él. Y no por mí.

Y la verdad era muy tentador eso de comprar los terrenos cerca de allí, tan solo para molestarlo.

-Si, me parece que será una gran inversión comprar esos terrenos, lo malo es que será en una subasta y sé que saldrán caros porque muchas empresas lo van a querer, pero valdrá la pena. Envíenme en uno de los papeleos todo sobre esa subasta.

Con esas palabras di por terminada la junta. Cuando entre a mi despacho me recosté en el sillón  de piel y trate de concentrarme pero no podía, solo de imaginar la cara de Yuliza, cuando lo descubriera lo que estaba haciendo para ella… solo de imaginar su cara, brotaba una sonrisa de mi rostro. Sabía que su paciencia no era uno de sus fuertes y lo demostró mientras discutíamos.

-¿En serio no me vas a decir que están haciendo allí afuera? Llevan una semana construyendo quien sabe que.

-No, es una sorpresa.

-Pero yo quiero saber, hasta ya le pusieron unas lonas alrededor y lo cuidan por la noche para que no me acerque.

-Porque eres muy curiosa.

-Yo no dije que no lo fuera, pero por Dios, quiero saber.

-No, Yuliza.

Me miro con el seño fruncido, mientras cruzaba los brazos del enojo. Trate de no reír al ver su gesto de impaciencia. Así que tome el periódico que estaba en la mesa y me senté para desayunar.

-¿No quieres desayunar? – le pregunte mientras ocultaba mi rostro en el periódico.

-No, hasta el hambre se me quito – respondí mientras caminaba hacia las escaleras y desaparecía de mi vista.

A veces era tan  obstinada. Me levante del sillón mientras no quitaba de mi vista la puerta. Mañana sería el primer día de trabajo de Yuliza. Le había pedido a mi secretaria que cambiaria de puesto ella seria la nueva secretaria de Daniel y Yuliza la mía, claro que le tendría que explicar en qué consistía el trabajo.

Agarre el periódico que estaba leyendo La empresa MIRROR’S la sensación de los hoteles será el mejor. Parece que los demás solo son igualaciones.

Leer ese artículo solo hacía que mi odio creciera. También había otro artículo donde decía que el Raúl Wilson, uno de los grandes dueños de diferentes cadenas de hoteles, casinos y otras propiedades a su mando, por fin se casaba con una hermosa dama que era totalmente desconocida. Y que el compromiso se aria oficial en unos días. Ese artículo estaba en primera plana con una foto mía alado de mi abuelo.

La imagen me hizo sonreír. Ver la cara de Mara no tenia precio. Y sobre todo a Enrique cuando viera que incluso con felicitaciones estaba en primera plana y que su querida prima Mara, no llegaría a ser parte de la familia.

La realidad era que me iba a casar con ella para callar a mi padre con el miedo a perder las empresas así que lo que hice fue proponérselo a Mara, prima de Enrique Emswarts el que manejaba las empresas MIRROR’S al principio había dicho que no, pero luego que sería algo así como una alianza, claro que le quito la diversión que quería y me proponía para fastidiarlo. Pero ahora eso era historia.

-Raúl ¿Estas listo? - Pregunto Daniel irrumpiendo en mi oficina.

-Si…. No la verdad no. – respondí con una sonrisa mientras tomaba mi maletín con papeles y una chequera.

-Si lo estas, vamos – comento.

La verdad es que era una broma nuestra. Salí rápido con él mientras tomábamos el ascensor. Hoy era el día, el gran día. Tendríamos que jugárnosla el todo por el todo con las tierras. Hoy seria la subasta tan esperada. Llegaba suficiente dinero como para comprar muchas más tierras pero esas, prácticamente eran una mina  de oro.

Daniel se estaciono en una entrada muy elegante donde se llevaría a cabo la subasta, entramos y había unas sillas con nombres en especifico y los meseros paseando de aquí para allá con charolas de vino. Daniel tomo uno al igual que yo mientras tomábamos asiento. Unas sillas mas adelantes de nosotros estaba Enrique Emswarts ¿Por qué no me sorprendía?

-Daniel ¿llamaste a la amiga de Yuliza? – le pregunte para matar el tiempo.

-Ya te había dicho que si, hace más de tres horas.

-Lo siento, estoy nervioso. Temo que esto nos salga mal.

-No saldrá mal, ten fe Raúl.

-Fe… es lo que menos tengo al igual que la paciencia.

Pov. Yuliza.

Abrí la puerta y no podía creer lo que tenia ante mí. Mer estaba allí parada.

-¡No puede ser! ¡Mer! – grite mientras la abrazaba.

-Yuliza – dijo devolviéndome el abrazo más fuerte de lo necesario. – Que alegría verte de nuevo.

-Pasa – dije mientras me hacia un lado.

Mer y yo pasamos horas poniéndonos al corriente, me platico que su madre ya estaba mejor y que apenas yo me había mudado un sobre con mucho dinero le habían dejado en el buzón. Y con eso pago la cirugía y su madre ya estaba en reposo.

No necesitaba que me dijera mas para saber que la vida de mi amiga estaba muy bien. Cenamos y jugamos con Alicia mucho tiempo. Me dijo que Daniel le había hablado porque volvería a trabajar cuidando a mi hermana, mientras yo comenzaba a trabajar como secretaria.

-¿Por qué ese afán de querer trabajar? La verdad Yuliza, no es por nada pero yo quisiera tu suerte, vives más que bien, y te compra lo que necesitas, no entiendo por qué quieres trabajar.

-No quiero depender de él, toda mi vida he trabajado. No va hacer la excepción. Pero me alegra que estés aquí.

-Yo igual me alegro de estar aquí.

Alicia no tardo en dormirse pero Mer, ella tuvo que irse a ver a su madre.

Pov. Raúl.

-10 millones – dije mientras levantaba la mano.

-20 millones – respondió Enrique.

-30 millones – subaste, las personas habían dejado de subastar al ver la cantidades que nos estábamos peleando Enrique Emswarts me miro de mala gana.

-40 millones de dólares – subasto.

-100 mil millones de dólares  - grito una voz varonil desde el fondo. Las exclamaciones de la gente mientras intentaban ver quién era.

-¿Ves quien es Daniel? – pregunte a mi amigo.

-No – dijo tratando de ver pero era imposible.

-Vendido al señor a la una…- no iba arriesgarme era una gran cantidad – a las dos… - y al parecer Enrique tampoco se iba arriesgar – Y a las tres. ¡Vendido al señor del fondo felicidades! ¡Le pido que por favor pase a mi oficina al firmar los papeles!

La gente se fue dispersando, mientras me iba con Daniel.

-Parece que no valió suficiente la pena para seguir subastando esas hermosas tierras – dijo una voz detrás de mí.

-Vámonos Raúl, no lo vale – Daniel me agarro del brazo.

-No lo vale Enrique – le respondí. Dando la cara al hombre que más detestaba en la vida. Enrique Emswarts, desde que había empezado a construir sus hoteles cerca del nuestro.

-O te estás quedando sin dinero a y saludo a tu prometida de mi paso – dijo mientras se iba. Lo odiaba, sin ganas de discutir camine hasta la salida.

-¡Raúl! – me gire para ver quién me llamaba.

-¡Tío! – dije mientras me acercaba a él, lo abrace como hace tiempo no lo hacía. Mi tío Henry era de lo mejor, era el hermano de mi padre solo un año menor. La verdad es que mi padre y él desde que tenía uso de razón no se llevaban muy bien y mi tío para no hacer conflicto se distancio y de vez en cuando lo veía.

-¿Cómo estas Raúl? Me entere que te harán una fiesta de compromiso.

-Si tío, estas invitado.

-¿quieres ver que tu padre se haga una furia? – rio bajo al imaginarlo – No sobrino, suerte por cierto te tengo un regalo – saco un sobre café – Compre las tierras, vi que eran muy importantes para ti. Te las obsequio están a tu nombre.

-Así que fue usted.

-Si, por supuesto tómalo como un regalo de bodas adelantado. Disfrútalo. – y sin más se fue.

Abrí los papeles y si, las tierras estaban a mi nombre. Mi tío era todo lo contrario a mi padre. Cuando tenía 14 años nos veíamos todo el tiempo, mi padre siempre estaba de viaje, él, venia para navidad y si no podía nos enviaba regalos tanto a mí como a mi hermanastra.

Incluso me iba a buscar a la escuela y nos escapábamos para ver una película y jugar conmigo. El siempre vio por mí como un padre. Y era algo que le agradecía profundamente. Aunque cuando yo cumplí los 18 años nos dejamos de ver, pero el día de mi cumpleaños o de navidad llegaban regalos de su parte con una carta solo eso bastaba para mí. Un día mi padre se entero que teníamos contacto y discutieron demasiado fuerte. Jamás voy a entender ese odio que le tenía a mi tío.

¿Qué había pasado para que dos hermanos se odiaran tanto,  hasta el extremo de no verse y evitarse?

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