Capítulo 15: Baile

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Pov. Raúl.

Los días estaban pasando, El trabajo era tranquilo, el hermano de Daniel, me informo que si habían corrido al hombre ese, que ni su nombre me interesaba.

-¿Puedo pasar? – pregunto mi abuelo.

-Claro que si abuelo – respondí mientras guardaba algunos papeles.

-¿Sabes que día es mañana? – pregunto mientras tomaba asiento.

-El día en  que será oficial mi compromiso con Yuliza.

-Exacto.

Ver a mi abuelo tan feliz, incluso más emocionado que yo, causo en  mi algo de gracia, parecía quien se iba a comprometer era él y no yo.

-Lo sé abuelo, ¿Ya hablo contigo el tío Henry?

-No – dijo con pesar.

-¿Abuelo tu sabes porque mi padre y mi tío no se llevan? – pregunte.

-No me incumbe a mi decirte Hijo, algún día lo sabrás. Se paciente.

-La paciencia no es mi fuerte – respondí mientras tomaba mi pastilla y un gran sorbo de agua, de la jarra que tenia alado.

-Al igual que a tu tío. Es un mal de familia, tu abuela tampoco.

-Cierto – coincidí.

Pov. Yuliza.

-¿No quieres venir a comer con nosotros? – pregunto Concepción con sus amigos.

-Claro – dije mientras apaga el equipo y guardaba algunos papeles

La verdad es que la comida estuvo deliciosa. Y sus amigos eran agradables más de lo que yo esperaba. Me preguntaron sobre mi vida. A lo que respondí algunas cosas y otras las evite.

Los minutos pasaron y era hora de regresar a la oficina.

-Fue divertido –comente mientras caminaba a lado de Concepción.

-¿De verdad? Me alegra saberlo, les caíste muy bien.

La  mire y le sonreí, mañana seria el día en que se revelaría que me iba a casar con Raúl, temía que ya no me trataran igual, sonaba idiota pero sabía que no sería igual. Me senté en mi escritorio y prendí el ordenador.

La puerta de donde estaba la oficina de Raúl se abrió dejando ver al abuelo de Raúl, que me dedico una sonrisa y me beso en la mejilla despidiéndose con tanta familiaridad. Apenas salió, corrí a la oficina de Raúl.

Al verme entrar dejo lo que fuera que estaba haciendo y cruzo la poca distancia que nos dividía para darme un beso en los labios como si fuéramos una pareja de dos locos enamorados, que para ser sincera no estaba muy lejos de la realidad. Poco a poco me estaba enamorando de el, y no era como que quisiera evitarlo. De alguna forma sentía que el es mío y yo suya.

-Mañana es el gran día – susurro mientras repartía muchos besos en mi cara. Se le notaba más que contento.

-Lo sé – le respondí con una sonrisa mientras entrelazaba mis brazos sobre su cuello y él en mi cintura mientras nos besábamos como si nunca nos hubiéramos visto en un largo tiempo y fuera nuestro primer beso, en teoría quería que siempre fuera así.

-Quiero que vayas a la casa – dijo de pronto.

-¿Por qué? Estoy bien aquí, terminare el trabajo…

-No, quiero que estés más que descansada para mañana.

-Raúl, mañana es mi descanso y…

-Por favor te lo ruego ¿si? – su mirada era de lo más curioso, una suplica así por un hombre como él, ¿Cómo se lo podía negar? Era imposible. Con cara rendida asentí con la cabeza.

Compromiso a la fuerza.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora