Capítulo 10 : ¿Una cualquiera?

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Pov. Raúl.

-Yuliza – dije tratando de alcanzarla pero caminaba rápido con esos tacones. Cuando por fin la alcance la tome del brazo y la jale contra mí – Espera.

-¿Qué quieres que espere? Nos vamos ¿no?

-Si – se le veía molesta y todo era por mi culpa como últimamente lo estaba siendo. – Tenemos que irnos.

-Tengo hambre – reclamo mientras se cruzaba de brazos. ¡No le mires los pechos, no le mires los pechos! Me repetí mentalmente.

-Te invito a cenar – su cara era pura duda. Y sin poderlo evitar mire sus pechos que se marcaban sobre el vestido. Como era que toda cubierta era aún más hermosa. Ella no necesitaba mostrar para ser sexy ella era sexy de naturaleza. - ¿Confías en mi?

-La verdad no mucho.

-Si quieres cenar tendrás que hacerlo. Así que sube al auto.

Con paso decidido subió al coche. Me subí y maneje pensando en donde podría llevarla. Hasta que se me ocurrió un lugar elegante de San francisco.

Cuando llegamos a Traveler. Entre como si fuera el dueño del lugar. Abrí la puerta para Yuliza pero como siempre la ignoro y salió como si nada del auto parándose detrás de mí. Mirando el gran restaurante por fuera. La tome del brazo y caminamos a la entrada.

-Buenas noches – dijo un caballero que se comía con la mirada a Yuliza - ¿tienen reservación?

-No la necesito. Llame a el gerente.

-Lo siento no lo tengo permitida.

-¡Que le hables te he dicho!

- ¿Qué Pasa Arnol? – pregunto una voz femenina detrás del muchacho moreno.

-El señor insiste en hablar con usted – explico mientras trataba de esconder su nerviosismo.

-¡Raúl! – saludo acercándose a mí. Gina era hermosa rubia, era una gran amiga, era casada y habíamos estudiando juntos – Lo siento mucho, el muchacho es nuevo. Pasa ¿pero quién es tu acompañante?

-Yuliza, mi prometida – le dije mientras la tomaba de la cintura y dedicándole una mala mirada a Arnol.

-Un gusto – saludo Gina y Yuliza la saludo de beso – Vamos la llevare a la mejor mesa.

Caminamos  había ido muchas veces pero siempre acompañado de mi hermana o solo. Nunca había traído conmigo a nadie más. El restaurante era elegante de un toque dorado y verde. Rosas, y música tocando en vivo, había un hombre que tocaba el piano y otro de violín. Gina nos dio una mesa para dos era como un  sillón café, rosas y velas. Otras parejas reían y se besaban alrededor de nosotros mientras alguna pareja enamorada bailaba al compas de la música clásica.

El mesero vino y para mi buena suerte era Arnol. Pedimos algo para cenar, mientras no dejaba de mirar lo hermosa que era Yuliza y que de la peor manera la había conseguido.

Terminamos de cenar, y pedimos postre. Una y otra vez la venia meterse la cuchara con el paste de queso en la boca y me daba de ganas de ser esa afortunada cuchara. Por una extraña razón sentía que había besado esos labios antes. Pero era imposible ella jamás me lo permitiría.

Cuando acabo el postre y tomo un trago de vino, me pare a su lado y con la mano extendida la invite a bailar.

-¿Bailas conmigo? – pregunte ansioso de tenerla a mi lado aun que sea un rato.

-No creo que sea lo apropiado. – dijo sin  siquiera mirarme.

-Todo en esta vida es inapropiado.

Compromiso a la fuerza.Where stories live. Discover now