Un chico amante a las flores...

By LaiOliher

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Luego de pasados dos años desde el día que marcó de mala manera la vida de Bell en el instituto, podría pensa... More

"Un chico amante a las flores"
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Epílogo
Hey!

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By LaiOliher

~DECCAN MARTIN

¿Sería una excusa muy estúpida?

Por supuesto que lo era. Ya lo sabía.

Decirle que pasé solo para dejarle una invitación al cumpleaños de mi hermano nunca me pareció una excusa suficientemente buena para ir a su casa. Era pésima, sin duda. Nadie se encargaba de ir personalmente hasta la casa de alguien a llevarle la invitación de una fiesta que no era propia. Aún menos cuando podía enviarla solo con su amiga o por correo como era típico. Para confirmar de una vez que era una pésima excusa, a nadie se le ocurriría llevar una invitación a una de las personas encargadas de la decoración de la fiesta. Era su responsabilidad estar ahí.

Sí, la excusa era una real basura. Sin embargo, valdría la pena. Bell era... especial, muy especial.

La primera vez que la vi, cuando entré en aquella tienda buscando flores para la hija del nuevo socio de mi padre, ni siquiera llamó mi atención. Había tenido que regresar de mis vacaciones con River con antelación para acudir a esta recepción, el avión se había retrasado para despegar; por lo que llegué más tarde de lo esperado a la ciudad. Me encontraba agotado, mis ganas de acudir a un lugar lleno de personas eran nulas. Como si fuese poco, mi padre me había encargado llevarle un presente a la hija de su socio.

No se me ocurrió nada que regalarle a alguien que lo tenía todo. Tampoco me tomé mucho tiempo para pensar en ello. Para facilitar el trabajo entré a su perfil de Instagram. Allí encontré un post en una florería. En la foto sonreía mirando las flores que se encontraban dispuestas en la fachada del local, y en la descripción recomendaba el negocio. Sin querer seguir perdiendo el tiempo, ya que no tenía mucho, me dirigí allí. A La florería Roux.

Entre el conjunto de situaciones que me llevaron a estar allí y su expresión de no haber deseado levantarse de la cama en la mañana, ni siquiera despertar, nuestro primer encuentro no prometía ser satisfactorio para ninguno. Su cabello castaño, bastante claro, salvajemente despeinado, como si hubiese mantenido una acalorada pelea con un gato minutos antes. Para su fortuna, su melena era lacia. Aquella ropa llena de flores que la hacia parecer parte de la decoración del lugar.

En fin, una chica sencilla. Sinceramente, no era el tipo al que estaba acostumbrado a frecuentar.

No obstante, luego de un diálogo, tuve que reconocer (ante mí mismo) que ella tenía algo especial. Un carácter bastante fuerte contenido en una persona delgada y pequeña, expresado con una voz tan dulce que era casi imposible tomarla en serio. Su rostro aniñado no la ayudaba tampoco.

Pensé que no la vería más, pero coincidimos una hora más tarde y, siendo sincero, internamente me emocionó verla allí. Me pareció divertido tener un poco más de lo que había obtenido en la florería, así que no dudé en activar mi lado coqueto.

Cada vez que coincidíamos su simplicidad me parecía más atractiva. No me preocupó, tanto coexistir tenía que resultar en algo así. Además, nunca le tuve miedo a querer a nadie.

Aún no la conocía en lo absoluto, lo sabía, lo tenía claro. No tenía idea sobre eran sus sueños, o lo que le había roto su corazón convirtiéndolo en polvo, nunca habíamos hablado sobre que la apasionaba; aunque tenía una idea sobre ambas cosas, no sabía que la hacía reír o llorar a ciencia cierta, ni como fue su infancia, que clase de música le gustaba o que siempre desea comer.

Pero últimamente tenía ganas de saberlo. Tenía ganas de saber de ella.

—¿Esa es Bell? —Musité hablando con...con el aire, conmigo mismo.

Arrastraba dos grandes maletas hasta la puerta de su casa con algo de dificultad.

¿Había viajado y regresado en menos de 24 horas? Porque ayer en la mañana estábamos en el gimnasio.

Aparqué el auto y me bajé dispuesto a auxiliarla cuando se encontraba subiendo las pequeñas escaleras del porche. En tanto me acercaba continuaba dudando de si se trataba de ella o no. Llevaba unos jeans simples y un cárdigan marrón, su cabello suelto; más corto de lo que recordaba, y parecía haber aumentado unos kilos y crecido unos centímetros.

—¿Florecita? —Espeté llamando su atención a unos dos metros de ella, era la única forma de salir de dudas.

Y...

No, no era ella.

—Disculpa, te confundí con alguien más —reí avergonzado rascando detrás de mi nuca con nerviosismo. Reaccioné y me ofrecí a cargar sus maletas hasta el porche —. Te ayudo.

—Gracias...

—Deccan...Deccan Martin. Mucho gusto —asentí efusivamente con la cabeza hasta que pensé en lo raro que podía verse y paré —. No sabía que Bell tenía una hermana.

Aquella chica tenía cara de mujer madura, sinceramente. Quizás entre los 35 y 40 años. Pero no quería arriesgarme a meter la pata. Las diferencias entre ella y Bell eran escasas. Ella tenía la nariz ligeramente más ancha, la piel un poco más bronceada y los ojos oscuros. A parte de los centímetros y los kilos de más que noté antes.

—Sí, Bell tiene una hermana...de hecho, tiene dos —rio abriendo la puerta antes de mirarme —. Pero yo no soy ninguna de ellas. Gracias por el halago inconsciente de cualquier manera. Soy Ella, su madre.

Ay, no. Prefería que fuese su hermana.

—¡Oh! Su madre...yo soy Deccan...Deccan Martin —Solté sin pensar, cayendo en cuenta de algo que ella también notó.

—Sí, ya lo dijiste —Sonrió muy divertida con la situación.

Maldije para mis adentros y también sonreí como si todo fuese normal. Como si tuviese todo bajo control.

—Y tú eres...¿Amigo de Bell? —Hizo énfasis en la palabra amigo.

Aún no había consolidado nada con Bell y ya tenía una charla de suegra/yerno.

—Sí, solo amigos...por ahora.

Ambos abrimos mucho los ojos y nos miramos fijamente. No sabía que pasaba por su cabeza, pero en mi mente me estaba riñendo por haber agregado eso. Me puse nervioso a la espera de su reacción. 

—Oh —musitó Ella, que pareció sorprenderse tanto como yo de que dijera eso —. Me parece muy bien que seas sincero.

—La sinceridad ante todo —Agregué fingiendo que había sido sincero intencionalmente.

—Toma asiento ¿Agua? ¿Zumo de frutas? ¿Una gaseosa? —Ofreció mientras yo tomaba asiento.

—No, gracias.

—Bien —me imitó ubicándose delante de mí —. Y ¿Estudias? ¿Trabajas? ¿Cuántos años tienes? ¿Alguna adicción? ¿Ya superaste a tu ex?

Me quedé bloqueado por su ataque repentino.

—Era broma. Pero si el "por ahora" termina, no lo será —estuvo seria por unos segundos pero luego volvió a reír —. ¿No eres muy joven para tomarte la vida tan serio?

Seguro que no pensó eso cuando ella conoció a la madre de un chico que le gustaba.

—Quizás —me limité a contestar.

—No creo que Bell esté aquí, nos contrataron para una fiesta mañana, debe estar en el lugar analizando los detalles ya que yo estaba de viaje —comentó mirando en dirección a las escaleras.

—Esta bien, la veré luego —me puse de pie —. Fue un placer conocerla, Ella.

—Igualmente, amigo "por ahora" de Bell.

Ambos reímos, sin embargo, no creo que fuese por las mismas razones.

Me despedí. A grandes zancadas llegué hasta el auto y estuve exhalando alivio hasta que llegué al hotel donde vivía con mi familia temporalmente, y dónde tendría lugar la fiesta mañana en la noche. Esperando que si el encuentro con la madre de Bell era una prueba del destino mis resultados hayan sido satisfactorios.

A estas alturas ya esperaría a mañana para verla.

Solo son unas horas más.

#

~BELL ROUX

—Esto será una verdadera fiesta —Comentó Luce mirando los alrededores tan asombrada como yo.

—Un acontecimiento para recordar —Coincidí embelesada con el panorama.

Hoy se llevaría a cabo la fiesta de 18 años del menor de los Martin.

Prometía ser memorable. Se llevaría a cabo en la impresionante terraza de uno de los hoteles de la línea "Eternity", perteneciente a su familia.

Cuando digo impresionante me refiero a un lugar realmente esplendido, nada humilde, ostentoso y con pinta de ser bastante caro. Con decir que, a simple vista, puedes notar más de cincuenta arbustos con formas totalmente diferentes, peculiares y complicadas, delimitando la amplia terraza. Sin interrumpir la hermosa vista que ofrece el hotel al ubicarse en la cima de una colina. Una fuente, que podría cumplir la función de piscina, recibe el agua de otras dos fuentes ubicadas en su interior. Sofás redondos y techados, hamacas, asientos particulares equipados con sombrillas o mesas, y también sin ellas. Luces, que aún no estaban prendidas porque no había oscurecido, enredadas en los árboles, alrededor de la fuente, delimitando caminos. Mesas alargadas que, en la tarde, estarían abarrotadas de comida. Un Dj instalando lo necesario para poner a bailar a los invitados y, una barra, con más de un barman en movimiento. Era solo una pequeña parte del montaje de la fiesta.

—Bell ¿Puedes ayudar a traer los adornos de la camioneta? Hay tanto que hacer... —pidió mi madre quejándose del gran trabajo que acarreaba llenar de flores todo el lugar.

—Sí, ahora voy —repliqué girándome a ver a mi amiga —. ¿Luce?

—Voy a llamar a mi padre para preguntarle cuando vendrá —Informó agitando su móvil.

—¿Ya llegó de su viaje? —indagué.

—Sí, ayer.

—Mi madre también llegó ayer.

La mencionada nos echó una mirada pero siguió con lo que sea que estuviese haciendo.

—Nos vemos en un rato entonces —dije y me dispuse a cumplir el pedido de mi madre cuando vi algo que no me dejó muy feliz.

Deccan caminaba hombro con hombro con una chica. Una chica muy elegante. Una chica que no era rubia, no era la tal Myka. Parecían animados mientras conversaban, tanto que ni siquiera mi insistente mirada hizo que voltearan a verme. Se aproximaban a los arbustos perfectamente podados, los más cercanos a la puerta de acceso de la terraza.

Algo en mi interior se encendió, ese algo a lo que comúnmente se le llama: celos. Mi lado más sensato pensó en ignorar todo: el hecho de que él estuviese riendo, pasándola bien con una chica, el hecho de que él se encontrara aquí. Simplemente ignorarlo durante toda la velada. Aunque pareciera infantil.

De igual manera, él me había declarado la guerra.

«Guerra, florecita, guerra»

Esas palabras no salían de mi cabeza.

—Guerra, florecita, guerra —musité con desdén, imitándolo.

Exhalé frustrada y me di la vuelta, lista para proceder a ignorarlo. Pero no podía. Me era imposible pasar por alto que Deccan estuviese charlando con una chica que parecía una modelo de revista. Era como si me hubiese hecho una pequeña herida en un dedo, no era mortal, pero molestaba mucho, demasiado.

Mi faceta más insensata se decidió por una reacción más al límite. Por supuesto, si hubiese sido sensata a la hora de elegir que haría a continuación no sería una triste historia para contar. Una historia penosa y triste para mí.

Tomé un arreglo floral que llevaba uno de los ayudantes que pasaba por mi lado en ese instante. Uno de los más grandes. De esa manera podría decir que lo siguiente sería un accidente por falta de visión.

Lo irónico de la situación es que si hubo un accidente por falta de visión.

Analicé la situación y me ubiqué en línea recta con respecto a la localización de Deccan junto a la chica. El objetivo era toparme "accidentalmente" con él. Comencé a caminar a grandes zancadas y, en verdad, no podía ver nada. Solo me quedaba confiar en mis conocimientos geográficos, físicos y matemáticos. Además de creer en Dios más que nunca y rezar dos «Ave María» y tres «Padre nuestro» para que todo resultara de acorde a lo planeado. Sin embargo, al parecer la conexión con el más allá estaba algo lenta y mis plegarias no llegaron a tiempo. Al ir tomando velocidad, y no ver absolutamente nada, terminé chocando con la persona equivocada; ella, dando un giro en "U" y cayendo de espaldas estancada en los arbustos.

Solo yo caí. Alguien evitó que ella me acompañara a tomar una siesta en los arbustos. No logré mi objetivo y creé una situación vergonzosa para mi. Genial.

Cerré los ojos con fuerza en tanto me discutía entre ponerme de pie y soportar la vergüenza, o quedarme tirada fingiendo estar inconsciente hasta que llegara el fin del mundo. Aunque creía que la segunda era una mejor opción abrí los ojos de a poco. Un rostro conocido fue lo primero que apareció en mi campo de visión: Deccan. Nunca antes había tenido tan pocas ganas de verle.

Tenía una amplia sonrisa estampada en sus labios, quizás me hubiese parecido hermosa si no se estuviese burlando de mí.

—¿Todo bien ahí, florecita?

—Estupendo...no podría estar mejor —sonreí ocultando todo lo que en verdad estaba sintiendo.


N/A

*Saluda de forma cool y divertida*

(Tengo un gran problema que se llama nosabercomoiniciarmonólogos)

¿Les gustó el capítulo? 😏 Pues más les va a gustar el siguiente...

¿Qué les pareció la mamá de Bell? Una suegra fachera eh eh 🤣

¿No les dió ganas de amar más a Deccan en este capítulo? Porque a mí sí 💙

Bien, sé que tenía que actualizar ayer...Tenía el capítulo, solo era editarlo, pero tenía tiempo libre después de 11 días en la escuela y necesitaba liberar tensiones :) Espero me entiendan <3

Sin más, nos leemos el próximo capítulo...Abrazos llenos de amor y con aroma a flores 💙💜💐

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