—Estamos cerca del hospital, ¿crees que aguante?
—Creo que está despertando pero no es seguro un hospital. Vayamos lo más lejos posible, hagan que Dalton nos haga invisibles a los ojos de la policía.
—Ya está hecho.
Me estaba desangrando pero a Karol no parecía importarle eso, era un dolor tan insoportable que hubiera preferido que me matasen ahí mismo.
Sus pequeñas manos hacían presión a la herida, sonreí al ver su anillo de bodas.
Volví a desmayarme.
Abrí los ojos de vuelta, estaba acostado en una camilla de hospital con cables conectados.
Pero me parecía como si no fuese un hospital en sí, la habitación era horrible con decoraciones horribles y sin aire acondicionado. Moría de calor.
—¿Dónde estoy? —le pregunto a una enfermera vestida muy extraña.
—Hospital central de Hawái señor Pasquarelli. Me alegro que ya haya despertado, le avisaré al doctor para que venga a revisarlo. Casi muere.
Ya entendía por qué sentía tanto calor.
¿En qué momento me trasladaron acá? ¿Cuánto tiempo llevaba en coma?
—Buenos días joven Pasquarelli. Veo que hoy nos ha regalado su despertar...
—Dónde está.
—¿Disculpe?
—Mi esposa. Dónde está.
—No señor, usted ha venido solo —un terror me invade—. Si gusta le podemos llamar a alguien para que venga a verlo.
El fuerte ruido de la televisión vieja me distrae, es un chillido horrible, casi estaba apunto de protestar que la apagasen pero el noticiero me dejó impactado.
—Si, estamos en busca del mafioso ya reconocido Ruggero Pasquarelli y daremos una suma muy alta por cualquier información que nos quieran brindar.
—La joven atestigua que el criminal la ha forzado a casarse con él, es un criminal Demente, tengan cuidado si lo llegasen a ver...
No entendía nada. ¿Qué hacía Karol con Harry en la pantalla? ¿Por qué Karol lo tomaba de la mano? ¿Por qué ha dicho que la he forzado a casarse conmigo?
»Esto no puede estar pasando«
—¡Es mentira! —no supe cómo llegó un jarrón de vidrio a mis manos, pero he roto la televisión cuando lo arrojé.
El dolor me consumía pero el enfado era mayor.
Era una traición.
Me quité los cables conectados e ignoré al doctor que intentaba ayudarme.
Tengo mucho calor, siento que voy a volver a desmayarme en cualquier momento pero no lo hago.
Tomo el teléfono de la mesita de alado y empiezo a teclear números.
—¿Quién habla?
—Dalton. Soy Ruggero.
—¿Ruggero? ¿Qué mierda te ha pasado? ¡Estás muerto!
—¡Estoy en Hawái!
—¡No! ¡Literalmente estás desaparecido!
—¿Y Karol? ¿Dónde está Karol?
—Esa maldita nos ha traicionado.
~~~~~
Desperté de golpe.
Los baches no me dejaban descansar.
—Hasta que despiertas.
—¿Dónde estamos?
—Trasladándonos de estado. Tenemos a toda la policía buscándonos Ruggero.
»Había sido un sueño«
Joder, se había sentido tan real que me quise echar a llorar.
Revisé mi pecho, tenía un vendaje y me dolía como un infierno. El calor no era soportable, olía a excremento de caballo.
Comprendí todo cuando vi que veníamos en la parte de atrás de una camioneta granjera, me puse alerta en dos segundos. ¿Cómo habíamos llegado hasta aquí?
—Ponme al tanto esposa mía.
—Cuando te desmayaste aventé una granada que derribó gran parte del castillo, Simón tuvo que bajar del helicóptero para ayudarme a subirte porque la explosión nos llevó al bosque.
Pilotearon por una hora pero fuimos localizados y decidimos separarnos, los chicos fueron por ayuda.
—¿Por qué no fuimos con ellos?
—Vamos a San Francisco.
—¿Como por qué vamos a un lugar que sabemos que nos encontrarán?
—Amor mío —su sonrisa era macabra, pude sentir un ligero escalofrío recorrer mi cuerpo—. Harry Moore hirió a mi esposo el mismo día de mi boda. Sabes que soy una mujer rencorosa, voy por su esposa y sus hijos.
—¿En qué punto nos encontramos ahora exactamente?
—Ocho horas de camino, a minutos de llegar.
—¿Quién conduce?
—Un granjero Latino, le he pagado un buen dineral. Debes estar actualizado cariño, somos tendencia mundial como los fugitivos más buscados —de su pequeña mano salió una hoja que no había visto, éramos los dos con el título de: "fugitivos del amor". Es una fotografía del video de vigilancia de la tienda de vestidos—. Nos vemos divinos, la pondré en un retrato de fotos.
»Fotos«
Comencé a buscarme los papeles y el rollo de la cámara de nuestra boda. No estaban.
—Están a salvo camino a Virginia, se los he dado a Liam.
—Perdóname, te he dejado sola por mucho rato.
—No te preocupes, lo importante es que estas a salvo.
—¿Cómo sabias lo de la familia Moore?
—Ayer por la mañana Mason me lo hizo saber, sólo que he mentido en lo de que los teníamos rodeados.
—¿Qué relación tienes con ese hombre? Ha traicionado a toda su patria por ti.
—Una historia algo complicada y larga, te la resumo en que se enamoró de mí porque le salvé la vida.
—Tienes pretendientes por todos lados —quise sentarme, pero el dolor era espantoso así que solo me reí para no preocuparla—. Lo bueno es que ya todos saben que eres mi esposa. Acércate y dame un beso.
—No es por ofender rulitos pero hay mierda de caballo en nuestra ropa y...
La jalé e hice que se callara cuando estampé sus labios en los míos.
No protestó. Me recibió más que encantada.
—Nunca será mal lugar para besarte.
Un bache hizo que la camioneta se moviera bruscamente, por un segundo ella se golpeó con un fierro de alado pero no se quejó.
Ella es tan fuerte, yo le he fallado y ella supo salir del problema sin dejarme atrás.
»Fallé«
Tuve que haber prevenido que llegarían a la azote mucho antes que nosotros, tuve que haber prevenido que serían más de cien personas los que vinieran tras de nosotros, tuve que haber visto tantas cosas pero no lo hice. Lo único que sí hice fue quitarnos las pasamontañas y restregarle a Harry que yo había ganado.
No pensé con claridad maldita sea.
Nuevamente el bache hizo que ella se golpeara pero ahora en el brazo.
La atraje de nuevo a mi e hice que recostara su cabeza en mi pecho adolorido para protegerla del metal que había a su lado.
—¿Cómo te sientes de tu pecho? Simón no tuvo tiempo de quitarte la bala, el granjero lo hizo. Perdiste mucha sangre.
—He tenido peores tragedias.
Ahogué un gemido de dolor cuando el otro bache hizo que rebotáramos.
Sé que había tenido peores tragedias, pero en este momento me sentía de la mierda.
—Pronto acabaremos con esto.
Tras media hora de soportar los malditos baches de la carretera, la camioneta se había detenido.
Creía que habíamos llegado pero me equivoqué al escuchar las voces de unos oficiales allá afuera.
Karol actuó rápido e hizo que la gran montaña de paja se desbordara encima de nosotros hasta cubrirnos en el último céntimo de nuestros cuerpos.
Se aferró a mi cuerpo, maldije mentalmente porque su codo se apoyó en mi herida.
—Déjenos revisar atrás.
—Por supuesto oficiales —le dijo el granjero.
Sentí el calor del sol cuando abrieron la lona, nos quedamos unos segundos sin respirar hasta que la lona volvió a su sitio.
Debe de ser como las cuatro o cinco de la tarde, el sol está que mata.
—Harry ha mandado a poner revisión en todas las carreteras hacia San Francisco.
—Me lo suponía.
Por protección ahora que sabíamos que ya habíamos entrado a la ciudad, no nos quitamos toda esta paja de encima.
El sol volvió a calentarnos cuando el granjero volvió a abrir la lona, Karol fue la primera en bajarse.
Lamentablemente yo batallé mucho, era como estar muerto en vida, moría por tomar una ducha y dormir hasta la próxima semana pero lo que me animó a ponerme de pie fue mi mujer; necesitaba ponerla a salvo.
El hombre nos había dejado frente a una casa de madera apunto de caerse. Supuse que Karol la había rentado cuando vi que una persona estaba ahí afuera y le entregó las llaves.
—El pago ya se le debió de haber visto reflejado en su cuenta bancaria —ella se despide del hombre. Yo no. Yo voy directo al lugar. La casa es muy pequeña, no me fue difícil encontrar el baño.
No lo dudé, abrí la regadera y dejé que el agua me cayera en la cabeza.
—¡Ruggero Pasquarelli! Estás muy asoleado y vienes a meterte a bañar, eso te hace mal.
—No me grites por favor, tengo un dolor de cabeza horrible.
—¿De verdad? Déjame ver si hay un botiquín con medicamento.
Vaya, qué atención la suya.
El agua salía negra, el color de mi piel se empezaba a asomar tras toda la mugre, paja y mierda de caballo.
Todo estaba bien hasta que me empezó a salir sangre de la herida; maldita sea.
—Se te ha abierto los puntos, ven aquí que te reviso.
—Estoy bien.
—Dije, ven aquí que te reviso.
La fulminé. De verdad me encontraba muy de mal humor como para que me diera órdenes.
Mas sin embargo le obedecí.
—Hmm no, no se te ha abierto nada. Pero te voy a cambiar el vendaje.
—Deja terminar de bañarme.
—Ya te has lavado el cuerpo, luego te lavas la cabeza. Ahora quédate quieto que te voy a limpiar.
La vi hacer todo.
Se sentó en el retrete con la tapa abajo, con un algodón empezó a limpiar alrededor de la herida y me puso alcohol antes de volver a enrollarme en vendas.
Se sentía lindo ver que se preocupaba por mi.
Joder, ¿en qué momento se hizo mi esposa?
Moría por decirle que aquellos toques que me daba me dolían como un infierno, pero parecía tan concentrada en lo que hacía que preferí no hacerlo.
Me sonrió antes de meterse a la ducha.
Le pasó lo mismo, el agua que caía era negra y roja pero di gracias de que sus heridas no fuesen graves.
—Ven aquí que te lavo el cabello.
»No mi reina, si me lavas el cabello tendré que agacharme y no puedo porque siento que me voy a romper« quería decirle.
—Voy —pero no lo hice.
Tomé mil medicamentos antes de acostarme con ropa limpia, ropa que no era mía y no sabía de quién era.
Quería descansar, lo juro, pero verla salir desnuda y con su carita traviesa me dio a entender que ella quería otra cosa.
¿Acaso no está cansada por todo lo que acabamos de pasar?
—¿Luna de miel en San Francisco?
—Karol estoy un poco cansado...
—Como si te creyera —no se dio cuenta, pero me ha lastimado mucho cuando se puso sobre mi.
Iba a protestar de nuevo, decirle que de verdad moría por dormir, pero fueron sus labios los que invadieron los míos y no le pude decir que no.
~~~~~
Once de la noche marcaba el reloj cuando desperté.
Ella dormía alado mío, sentía más fuerza en mi cuerpo, no recordaba haber hecho intimidad con mi mujer y me preocupé seriamente si me había quedado dormido en pleno acto o no.
»Me matará si me quedé dormido«
Tuve las fuerzas de ponerme de pie e ir por la mochila que Karol venía cargando en todo el camino; mi teléfono estaba ahí. Llamé a Dalton sin dudarlo dos veces. El rostro de la mayoría se vio en la pantalla; Hermes está ahí.
—Ponme al tanto.
—Están muertos.
—No nos han atrapado, no lo estamos.
—No Ruggero, están muertos —dijo Sophia acercándose a la cámara—. La noticia voló por todos lados, no solo eres buscado por la policía en San Francisco, sino también por el crimen organizado de Carlo Brooks —oh mierda—. Las noticias dicen que la policía está registrando todas las carreteras y que la gente de Brooks prácticamente van de casa en casa buscándote hasta por debajo de las piedras.
Nunca debiste irte sin protección.
—Nunca debiste dejarnos acá.
—Nunca debiste destruir el auricular cuando todavía estaban en el castillo.
—Nunca debiste quitarte el pasamontañas.
—Y nunca debiste casarte con una demente como mi hermana.
»Nunca debiste, nunca debiste, nunca debiste«
Joder, esto se me está saliendo mucho de control.
—Debiste de haberte venido directo a Virginia —comienza a decir Agustin—. Pudieron haberse venido con Simón y Liam pero no, ahora estás encerrado ahí.
Karol me quería vengar.
No. Karol se quiere vengar de Harry.
Volteo a verla, esto es una locura. Probablemente la familia de él esté en un refugio anti-bombas siendo protegida por ministros del poder.
Llegar a ellos sería difícil.
No me cuadra que ella no haya pensado en eso desde antes.
El crimen organizado y el FBI nos están buscando, genial.
—Denme soluciones —comienzo a caminar fuera de la habitación, a unos pasos ya estaba en el living.
—Hospitales, aeropuertos, refugios, todo está vigilado por la policía. No pueden entrar ni a un centro comercial porque los descubrirán.
—¿Y mis hijas? —cambio de tema—. ¿Lily, Madison?
—Muertas del miedo —me contesta Ana—. Ya saben que su padre te ha localizado.
—Quiero hablar con ellas.
—Están dormidas, es muy noche.
—Maldita sea.
—Ruggero, la mejor solución es que se esperen donde estén hasta que se baje un poquito el desastre, no salgan de ese lugar, idearemos una plan para ir por ustedes o que ustedes vengan para acá.
San Francisco es un peligro para ustedes y para nosotros.
Descansen, es lo mejor por el momento.
Hermes tenía razón, diablos, estaba en un lugar de nunca escapar.
Colgué la llamada después de estresarme de nuevo.
—No nos quedaremos en la casa sin hacer nada, ni siquiera hay comida —ella lo había escuchado todo.
—Yo saldré por ella.
—En el estado como estás, lo dudo mucho.
—¿Por qué nos trajiste aquí Karol? ¿Cuál es el afán de acabar con su familia si sabes que estarán más protegidos que nunca?
—Porque no lo están —sonríe, oh no, esa sonrisa me da miedo—. Verás, nosotros no estamos en San Francisco, estamos a las afueras. No sé si no te diste cuenta pero esta casa está muy retirada de todo.
Mason y Stewart se pusieron en contacto, los hijos de Harry están con él.
—¿Con Stewart? ¿Desde cuando un trabajador mío me oculta estas cosas?
—Se convirtió en mi mano derecha —camina a mi—. Quedé en encontrarme con él aquí en esta zona, por eso es que hay tanta vigilancia por las carreteras y prácticamente en cada caseta. Porque los niños Moore los tengo secuestrados.
Bueno, al principio no lo sabía, no fue hasta que estaba en el helicóptero y Mason me lo confirmó.
—¿Cómo lo hizo?
—Yo jamás le entregué mi auricular.
¿Podría estar diciendo la verdad? ¿Un Moore nos ayudaría a acabar con otro Moore?
Da igual el plan de Karol, yo necesito tener algo bajo la manga.
Estaba tan agotado como para discutir que decidí sólo sentarme en el horrible sofá que rechinó de viejo.
Karol se fue, no tardó en regresar pero ahora había música en la casa. Era bajita, pero perfecta para escucharla porque no había tanto ruido.
Entonces, se sentó a horcajadas de mi para verme fijamente.
—Sé que te quieres vengar de Harry porque te hizo daño —le digo, últimamente me he sentido muy sensible con el tema de ellos dos y odio sentirme así—. Pero pudiste haber encontrado otro momento y no exactamente el día después que se supone que sería el más feliz de mi vida.
—Sabes que soy vengativa. Si lo hubiera hecho porque Harry me rompió el corazón probablemente sí hubiera encontrado otro momento para vengarme pero, se metió contigo, no lo podía dejar pasar así nada más —sus manos pequeñas se sujetaron de mi cuello—. Se metió con mi familia. Tú eres mi familia.
Me fue imposible no sonreírle a sus palabras.
Si, sigo sin creerme que ya estoy casado.
—¿Entonces matarás a sus hijos porque me disparó a mi y no porque te rompió el corazón? —asintió, me gustaría creerle, pero no estoy muy convencido.
—Me costó mucho confesarte lo que sentía, tenía miedo de repetir la misma historia que la vez pasada.
—¿Cuándo es que confirmaste que me querías?
—Hmm, creo que cuando me empezaste a disparar, tuvimos una carrera y nos hicimos estos tatuajes. Me sentía muy bien estando contigo, y sentí muy bonito cuando pusiste un retrato con nuestra foto en tu escritorio. Me hiciste sentir especial.
—Hablando de la fotografía, desapreció.
—Me la robé.
—Me lo supuse.
—Te quedaste dormido cuando estábamos por hacerlo.
Maldita sea.
—Si, también me lo supuse —sentía que en cualquier momento la Karol posesiva y enojada saldría a la luz y me reclamaría. Pero fue todo lo contrario, me acarició el cabello con ternura—Te lo compensaré.
—No hace falta, tal vez te duela todavía la herida y estés cansado —sonríe—. Será para la próxima.
—Entonces, ¿qué hacemos ahora? ¿Tienes hambre?
De repente Karol se pone de pie y extrañamente extiende la mano para que la tome.
Me quejé por el esfuerzo que hice al hacerlo, creí que diría que saliéramos por algo de comer pero fue todo lo contrario.
Su cabeza se pegó delicadamente en mi pecho al igual que sus pequeñas manitas. La abracé.
—Bailemos —susurró—. Prometiste bailar después de casarnos.
No era que no supiera bailar, es que se me hacía algo muy ridículo y alguna vez en la vida le dije a mi madre que sólo bailaría con mi futura esposa.
Tragué grueso, después, comencé a moverme lentamente. Puedo sentir su corazoncito latir, es tan relajante.
Pero este sentimiento no duró ni un minuto porque fuimos interrumpidos por la puerta. Ambos nos pusimos alerta, quise sacar mi arma pero me di cuenta que no sabía si Karol había cargado armamentos o no.
—¡Soy Nelson! —gritan—. ¡He hablado con usted hace unas horas!
—Ah, ha llegado.
—¿Quién ha llegado? —un hombre de alrededor de 40 o 50 años estaba tras la puerta. Vestía prácticamente como un campesino, y lo primero que señaló fue la enorme mochila que llevaba colgada.
—Buenas noches señorita Sevilla, el horario está perfecto para salir de compras. Mis hombres los están esperando. Aquí les dejo ropa para que se cambien.
—Gracias.
—Y es señora Pasquarelli —lo corrijo—. ¿De qué clase de compras estamos hablando?
—Armamento militar.
Oh santa mierda, no era un campesino, era un traficante de armas que se hacía pasar como uno.
No tuve que sacar la ropa de la mochila para deducir que nosotros también nos haríamos pasar como uno de ellos.
—Los espero afuera, salimos en cinco minutos.
Exactamente pasaron los cinco minutos para ver a mi esposa y a mi vestidos como si fuéramos a ordeñar vacas, y aunque el atuendo le quedaba algo grande me daba risa a mi mismo porque yo la seguía viendo preciosa.
—¿Ruggero campesino Pasquarelli? No te ves sin duda como el rey de la mafia.
—¿Karol campesina Pasquarelli? Tú te ves como una reina.
Su sonrisa se amplió. Vaya, creo que se me ha pegado lo cursi.
—Tenemos que causar un desastre muy grande —su mano busca la mía—. Vamos esposo mío.
...
Moore y Brooks contra los Pasquarelli, ¿hay algo mejor que eso?
Mabel Paz