Al llegar se sentía extraño, no miento, quería ver el alba tocando en mar otra vez, no un edificio donde habita gente con problemas. Llevaba el álbum de fotos. Saludé y pedí ver a Jerome, dijeron que era hora de la comida así que me encaminaron a una celda diferente, pasamos de lado de una reja separando las habitaciones, ahí veía a muchas personas con los uniformes de Arkham, mire a la gente y busque a Jerome. Mientras mi mirada viajaba por el lugar ví a alguien que no creí ver.
—¡Señor Cobblepot! —solté el álbum, fue directo al piso—.
—¡Ana! ¡Ana! ¡Dile a tu maldito novio que no soy su juguete! ¡Me ha atormentado todo el tiempo que llevo aquí!
Mientras él gritaba todas esas cosas yo levantaba mi álbum.
—Señor, por favor algo más de discreción. —dije apenada—.
—Por dios Ana, ¡Todos saben que te tiras a Valeska!
Un guardia soltó una carcajada.
—Señor, lo siento yo no puedo decirle a Jerome que y que no hacer aquí. —le expliqué mientras él seguía exaltado—. Por favor, respeteme, lo que hago con Jerome es asunto mío.
Me di la vuelta, le indiqué al guardia que siguiéramos. El camino se desvió unos pasillos desde la última vez que vine. Ahora estábamos en un área más restringida y poco cuidada, la puerta que estaba enfrente de nosotros se veía fuerte para evitar desastres, ahora sé quién es el desastre. Abrió con una tarjeta especial y un código, me guío y la celda es amplia y sola. Me dejó seguir. Abrió la puerta y se hizo a un lado para que entrará. "Aquí está". Di un paso para el frente y me paralice. Me entró un terror terrible, lo pensé dos veces o más de veinte. Pero entre. Cerro la puerta de inmediato, solo veía el techo. Cuando el valor regreso a mi busque en la cama… ahí estaba con un nuevo corte y mirando el techo.
—Ho… —tosí para aclarar la voz—. Hola Jerome.
El miró de inmediato, se levantó y se acercó rápidamente a mi. Chocó su cuerpo contra el mío, detrás mío estaba la pared, así que me golpeé, sus labios se estamparon con los míos de forma dura y brusca. Gemí ante los golpes. Su boca asaltó la mía, sus labios se movían de forma aleatoria y fuerte, creo que no quería besarme, solo chocar conmigo. Yo intentaba mover mis labios pero era difícil. Con mis manos intentaba empujarlo levemente para que no se interpretará como una grosería, pero no sé separó. Tomó mi nuca y me acercó más, su lengua abrió mis labios de forma ruda y la metió sin previo aviso. Abrí los ojos por la sorpresa y observé los suyos clavados en mí, tenían coraje y deseo. No me dejó de mirar, me sentía pequeña. Cerré mis ojos para evitar la vergüenza, sus besos se hicieron llenos de saliva, ya no podía respirar, sentí una línea de saliva caer por mi mentón, lo empujé ahora más fuerte. Él mordió mi labio inferior muy fuerte, gemí y por el dolor mis ojos se llenaron de pocas lágrimas. Lo empujé más fuerte. El cedió y antes de alejarse mordió más fuerte.
Mi respiración estaba entrecortada, no pude respirar. Jadeaba de manera brusca mientras miraba el piso, el shock duró unos segundos, después lo miré, él tenía los puños cerrados dejando los nudillos blancos por la fuerza, su mirada estaba en mi, se veía molesto, demasiado molesto. Creo que no es momento de hablar de nada. El silencio era incómodo mientras nuestras miradas se encontraban, miradas totalmente diferentes; una llena de coraje y molestia, la otra llena de miedo e intriga.
—¡Tardaste más tiempo! —el grito mientras yo brinque del susto—. ¡Dijiste dos malditas semanas, tardaste más! ¡Creí que no volverías!
Estaba asustada. No sabía qué hacer. Pero guardé la calma lo más que pude. Aunque mis rodillas temblaban, muy en el fondo una vocecita me decía: "Puede que te haga algo, así que obedece".
—Jerome… —me acerque, pero me detuve cuando alzó una ceja—. Pero lo hice, si volví. Yo no te abandoné, te prometí volver y aquí estoy.
El se acercó muy molesto, cerré mis ojos por el miedo, tomó mis hombros bruscamente, solté un suspiro por el dolor, me acercó a su cuerpo y nos quedamos así. Estoy un 95% segura de que es un abrazo. Así que rodeé con mis manos, que temblaban, su cintura. Su olor volvió a mi.
—Eres una tonta, respeta los horarios y las fechas, si dijiste dos semanas son dos semanas, no más Ana. —su mano llegó a mi mejilla.
Asentí, él tomó mi mentón y lo alzó. Me dio un beso más lento pero con la misma pasión. Dió dos pasos para atrás y lo seguí, supuse lo que quería y después de lo que pasó con el sueño yo también lo quiero, pero con él. Bese con más deseo abrí mi boca y él metió la lengua. Nos separamos viéndonos a los ojos, estaban llenos de deseo, me quite el abrigo que tenía y él la camisa del uniforme, se sentó en la cama y me senté encima de él mientras lo besaba. Mis muslos estaban a Su alrededor, los acarició.
—Tienes las manos frías. —me separé dejando un hilo de saliva—.
—Que raro, tengo el pene caliente. —sonrió—. Te va a gustar más.
Me reí, tomó mi cabello, lo jalo para dejar mi cuello descubierto. Empezó a besarlo y a pasar su lengua. Comencé a frotar mi intimidad, sentí una erección. Mis manos fueron a mi falda, él las sujeto.
—Yo lo hago. —Su mano quitó mi falda de un tirón, rompiendo el botón.
Me levanté y la quité, también quite mi blusa. "Esto está mal, idiota" dijo mi pequeña conciencia. "Ajá" le contesté. Me senté a horcajadas de él, lo bese mientras él masajeaba mis pechos encima de mi brasier. Me levanto, enrede mis piernas en su cintura y mis brazos en su cuello. El desabrochó mi brasier, dejando mis pechos al aire.
—¿Cuándo crecieron? —bromeó—.
—¿Eran pequeñas? —me dejo en la cama—.
—No, ahora son más grandes.
Beso mi cuello dejando un rastro de besos húmedos, llegó a mis senos y lamió lentamente el pezón, haciendo un un masaje con dos dedos en el otro. Los pellizco y jalo, con los dientes los mordió un poco, pasó las yemas de sus dedos por el resto, causando que mi piel se eriza. Anhelaba este contacto, la excitación, su piel, su boca, a él. Succiona todo el pezón como si quisiera obtener algo. Cruce mis piernas en un instante.
—No, quiero que el clítoris tiemble.
Asentí. A pesar de que sentía como palpitaba y rogaba atención, mis senos se sentían tan bien.
—Jerome… —solté un gemido—. Por favor hazme tuya, lo quiero y lo necesito. —jadee fuertemente—. Por favor, soy toda tuya pero ya baja.
—Exacto ruega, maldita. —me apreto el seno de forma fuerte—. Qué más.
—Por favor, haz lo que quieras conmigo, pero haz algo, lo quiero.
—Como lo órdenes, pequeña zorra.
Mientras dejaba besos húmedos por mi abdomen, acariciaba mis pechos pellizcando mis pezones.
Cuando llegó a mi ropa interior pasó la lengua por encima, me estremecí, mi cadera se movió sola. Con su dedo empezó a acariciar el borde mis labios, después se detuvo en el clítoris y empezó a mover en círculos. Sentía un gran cosquilleo, por un momento sentí que no había nada más. Lo único que importaba es mi placer. Bajo lentamente mi ropa interior.
—Vaya que alguien necesitaba sexo, estas apunto de correrte.
Era cierto, su mano no dejo que terminara. Paso la lengua por enmedio de mis labios, salió un gemido que rápido tape con mis manos. Solto una carcajada, con sus dedos abrió mis labios y con su lengua movió mi clítoris de un lado a otro de forma lenta, mis caderas se movieron arriba,. Esto quería, quería su lengua aquí. Con la punta masajeo en circulos. Sentí una presion en mi abdomen, lo apreté y se sontió tan delicioso, gemí lentamente mientras suspiros salían. Aprete mis pechos de forma brusca, el movía la lengua, la presión en mi vientre se hizo más fuerte, mis caderas se movían de un lado a otro.
Con su mano me acomodo de forma brusca.
—¿Podrías dejar de moverte? O no quieres venirte zorra.
Asentí lentamente, deje de mover la cadera lo más que pude. Mis manos fueron a su cabello para acercar más su cabeza.
—Sigue así… no pares por favor.
Le pedí entre jadeos. Se siguió moviendo tal como le pedí, en un momento sentí tal presión en mi cuerpo, alze mi cadera sin previo aviso, senti como Jerome se pesco de mi entrada, en ese momento salieron mis fluidos de forma brusca y entre cortada, mis gemidos eran casi en susurros. Su bocas pesco todo mientras yo aún tenía espasmos y salía cada vez menos. Apreté mis pechos de forma brusca mientras solté un gemido más fuerte.
Mi cabeza se alzó y solté un suspiro de liberación. Caí de repente, mis piernas de calmaron mientras la presión se iba lentamente, mis muslos temblaban, tuve un orgasmo tan delicioso y tan agresivo. Jerome subió a mi boca y me dió a probar el fluido, entre un beso con un sabor agradable y salado de por medio sentí tango placer, sabía bien.
—Asi es mi pequeña puta, dame todo tu jugo y bebelo para mí. Pruebate.
Pase lo poco que me pasó.
Se puso en medio de mis piernas y comenzó a bajar solo un poco de su pantalón para ver su erección, comenzó a masturbarla mientras gruñía, pasó su manos por la cabeza y la acarició. Veía atentamente esa escena tan erótica y sensual.
—No solo veas. —decía mientras acariciaba—. También ayuda, perra.
Asentí, mis manos fueron y la toque lentamente, subía y bajaba, con mi pulgar acariciaba la punta.
—Sigue así maldita, gánate mi verga.
La acaricié, pronto comenzó a salir líquido preseminal, tal vez sí lo haga más rápido se corra. Cuando moví más rápido mi mano él la golpeó de repente. Tomó mi cadera y entró de forma brusca en mi. Solté un pequeño grito de dolor y algunos quejidos.
—Espera… Ha pasado mucho. Duele, espera un momento, no te muevas.
—¡Cállate! ¡No estoy muy contento contigo!
Salieron unas pequeñas lágrimas.
Se movió más rápido, mordí mi mano para no sollozar.
Después de algunas embestidas tocó un punto dónde sentí cosquillas, se movió otra vez y lo volvió a tocar, mi vientre sintió calor, aún fueron una cuantas embestidas, después se sintió agradable, el poco dolor que quedaba dolió rico, se movió más rápido y comencé a sentir presión, solté un gemido de placer.
—Ya comenzó a gustarte.
Se movió más fuerte, ahora me gustaba. Se escuchaba nuestra piel chocar, esto es algo que no me gustaba, pero ahora era el sonido que más anhelaba, sus ojos estaban nuevamente en mi se veía molesto, su mirada me daba miedo así que la evite. Baje mi mirada. Sentí sus embestidas y solté suspiros. Sentí un dolor en mis mejillas, me sujeto para que lo viera.
—¿Qué sucede pequeña?. —gruño—. ¿Te da miedo verme?
Negué lentamente.
—Entonces mírame fijamente, mira como te hago mía. Después de tanto tiempo tu, maldito caramelito, eres mía. Más te vale mirarme.
Asentí, sus manos las puso a los costados de mi cabeza, embistió más fuerte, sentí un cosquilleo. Mis caderas se movieron. Solté un jadeo, mire sus brazos y su mandíbula que lo hacía tan varonil. Sonreí y gemi, unas cuantas embestidas y sentí una presión en mis piernas, mi abdomen se tenso provocando una sensación deliciosa, ojalá se quedará siempre. Mis rodillas se querían juntar. Sentía como aspiraba el miembro de Jerome, sentí apretada mi entrada.
—Aprietame así, vamos zorra. Dame tu orgasmo.
Él gimió y dió un golpe a lado de mi cabeza, sus venas resaltan de su frente. Ambos estamos a punto de llegar. Se movió una última vez, sentí como la presión del abdomen se relajaba y se sentía tan bien. Gemí, hasta que sentí los labios de Jerome. Gemidos por ese beso. Él salió antes así que dejó todo su semen en mi abdomen. Se dejó caer en mi.
—Buen sexo, ¿No lo crees mi caramelito?
—¿Ahora soy caramelito?
—Oh cállate maldita zorra.
Ambos reímos
Esto si fue largo... En fin. Tengan un lindo día les amo.