CAP 39

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El tiempo se alargó, llevo dos semanas aquí, con Max no sucede nada, le confesé lo que sentía pero aún así al día siguiente lo hablamos. Creo que aún sigue en duda, me siento la mujer más horrible del mundo. ¿Qué pasará con Jerome?

—Acepte lo que siento por ti más no significa que seremos algo, no he terminado con mi novio y no te dije lo mucho que estoy enamorada de ti, ni mucho menos si quiero algo.

Él asintió viendo la ventana. Esto duele. Para él y para mí.

Estoy viendo el cielo mientras las cortinas del balcón vuelan. ¿Qué diablos hice? Solo sé que cumpliré mi promesa, le prometí a Jerome que volvería y lo haré. Volveré a él aunque no sé de qué forma. Si supiera que le confesé un amor a un desconocido que a él con años de conocernos. Recuerdo que papá decía que siempre que el corazón dijera que nos sintieramos bien con algo ahí era, pero el mío grita Maximiliano Fiore, con pocos días cambió todo. Nunca negaré esto, él me hace bien. Desde el día que hablamos y dejé en claro que no me interesa para una relación, él se distanció y estaba claro que lo haría. Lo rechacé. Mis amigos me animaron, aunque no sabían la causa verdadera de mi tristeza, salíamos a la playa y a beber. Me reía lo más que podía. Al final de todo, él tiene razón. Dijo que uno no puede amar a dos personas al mismo tiempo, por qué si amabas a la primera, no te pudiste enamorar de la segunda. Tal vez no lo ame o no amo a Jerome, pero eso es improbable. ¡Maldita sea! Mis pensamientos arruinan la mañana tan bonita. Me acerqué al balcón y escuché el mar, las personas y las aves. Creo que esto es tan satisfactorio, bueno si no tuviera la cabeza llena de dudas, lo sería. No quiero salir de aquí. Encendí la radio, normalmente aquí se escucha música en español, que lamentablemente sabes que no domino. Después de varias canciones, que se escuchaban hermosas, pero no sabía la letra así que probablemente no lo sean, algo interrumpió mis pensamientos. Son esos golpes de la puerta. Di el permiso y entró Diana.

—Vaya que no saldrás. —se acostó en mi cama. —Sin tu amor yo no quiero estar, vamos Ana. El aislamiento no es bueno.

Negué con la cabeza.

—¿Me contarás? —me miró fijamente, sus cambios de humor dan miedo. —Tu dijiste que sin analizar la situación, no hallaremos solución.

—Max se declaró.

—No veo problema, es guapo, amable, buen bailarín y sin duda se ve que es monedita de oro. —soltó una carcajada.

—No tanto. En fin, la problemática de mi situación es que yo ya tenía un compromiso muy importante con alguien.

Abrió los ojos muy sorprendida, miró el piso mientras su mano la tenía en el mentón analizando esta problemática.

—¿Cuál de los dos te llama más la atención? —cuestiono.

—Exacto, ambos son muy atentos y excelentes conmigo.

—Indecisa, veamos. Ambos son muy buenos para ti. —miraba el techo con concentración. —Noo, no puedo ayudarte. Quiero hacerlo pero no sé hacerlo, por qué no sé quién te beso mejor, quien te ama más, no que quién daría todo por ti. Quien mataría por verte. No sé quién te conviene por qué no conozco a la otra persona, Ana no sé cómo ayudarte. Esa decisión  es tuya al final del día. Solo si te puedo aconsejar algo. Piensa en ti nada más, suena egoísta, pero solo preocúpate por ti. Solo así escogeras a tu campeón.

La miré fijamente y la abracé.
La señorita Diana Mendoza, hija de dos abogados importantes, nieta de los mejores en su país. Estudiará arquitecta en una universidad considerada de las mejores del mundo. Con un gran número de calificaciones y resultados positivos en exámenes. Ella es mi mejor amiga.

ONE BAD DAY Where stories live. Discover now