HOUSE OF MEMORIES β–¬ attack...

By onlytbrave

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ππ‹π€π˜π‹πˆπ’π“
oi. huye, leyna
ii. ser una soldado
iii. la graduaciΓ³n
iv. demuestra tu valor
v. sangre inocente
vi. defensa de trost
vii. pelea
viii. cenizas sin nombre
ix. experimentos perdidos
x. la legiΓ³n
xi. inicio de la expediciΓ³n
xii. sacrificio
xiii. captura de la titΓ‘n hembra
xiv. invasiΓ³n
xv. bienvenida a casa
xvi. ataque al castillo
xvii. los guerreros
xviii. el secuestro
xix. grito
π€π‚π“πŽ πƒπŽπ’: Ashes on the Fire
xx. seΓ±al de humo
xxi. reencuentro
xxii. secretos desvelados
xxiii. un ΓΊltimo adiΓ³s
xxiv. la niΓ±a desamparada
xxv. la noche de la reconquista
xxvi. retorno a shiganshina
xxvii. la ΓΊltima esperanza
xxviii. en la cuerda floja
xxix. volverte a ver
xxx. el mundo exterior
xxxi. parte de vivir
xxxii. el plan
xxxiii. infiltrada
xxxiv. la otra cara de la moneda
xxxv. la triste verdad
xxxvi. los demonios de paradis
xxxvii. la bala asesina
xxxviii. carril de recuerdos
xxxix. al momento sΓ³lido
xl. esclavos
xli. ataque sorpresa
xlii. el juicio
xliii. la ΓΊltima noche
xliv. mientras el mundo se derumba
xlvii. huesos hechos cenizas
xlvi. el puerto
xlvii. arrebol
xlviii. las alas de la libertad
xlix. en la profundidad
l. la batalla final
lii. hacia el Γ‘rbol en aquella colina
π„ππˆπ‹πŽπ†πŽ
𝐄𝐗𝐓𝐑𝐀 𝐈: leyna & armin
𝐄𝐗𝐓𝐑𝐀 𝐈𝐈: la tropa 104
Agradecimientos
π‹πŽπ’π“ 𝐎𝐍 π˜πŽπ”: segundo libro

li. bengala

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By onlytbrave

capítulo cincuenta y uno:
bengala.

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Leyna bajó del titán mandíbula, encontrándose con los sobrevivientes del Liberio, todas las explosiones y gritos causaron un ruido blanco en sus oidos, su vista se posó en el frente, los titanes colosales peleaban esperando a que uno de los dos cayera.

Los ojos de Leyna estaban fijos en Armin, el titán colosal golpeaba a Eren esperando poder derribarlo, sin embargo era algo imposible en ese punto. Becker sabía que ir tras él no serviría de nada, únicamente contaba con dos lanzas, sus compañeros estaban agotados, y tenían cientos de civiles detrás de ellos.

No había forma de pelear.

—¿El retumbar se detuvo?—Connie y Jean se posaron junto a Leyna observando la escena.

—Aún no—Giselle habló finalmente, siendo socorrida por Gabi y Levi—. Levi, dime que lo mataste...

Levi asintió mientras cruzaba miradas con su hermana, había cumplido su promesa con Erwin Smith.

Leyna miró a su alrededor, la gente de Marley empezó a rodearlos, inmediatamente Gabi corrió a los brazos de sus padres, al igual que Pieck.

—¿¡Dónde está Reiner!?—Giselle caminaba apoyada en Mikasa—. Y ese maldito ciempiés, vive incluso tras la explosión del acorazado.

—¡Hay que alejar a Eren de la cosa brillante!

—No—Giselle habló, poniéndose firme una vez más—. Alejar la naturaleza titán solo retrasará lo inevitable, hay que matar al ciempiés.

—Oye ¿Ahora de que estás hablando?—dijo Levi con molestia.

—El retumbar podría reiniciarse, además—Giselle recogió las lanzas de Mikasa—. Si me acerco podría cortarlo profundamente, las explosiones lo partirían en pedazos.

—Giselle, no.

—No me digas que hacer.

—Iré contigo.

—No es necesario, no voy sola—ante sus palabras, el hombre mostró confusión—. ¿No los sientes? Hange y Erwin tenían razón, todos nuestros compañeros caídos, no están mirándonos... van a nuestro lado.

Levi la miró con una tristeza irremediable invadiendo su cuerpo, no había certeza de que su hermana o él vivirían, por lo tanto, era el momento de decir adiós.

—Hange decía la verdad—Levi hizo que Giselle lo mirara a los ojos—. Eres parte de este desenlace.

—Solo espero no decepcionarla, al menos con esto—dijo Giselle con simpleza, Levi posó su mano en el hombro de la mujer—. Oye, vuelve por mí cuándo todo termine.

—Sí—soltó el azabache.

Giselle dio una última mirada a su hermano, en el fondo algo le decía que no habría un reencuentro.

Al momento de separarse, pudo notar como aquél ciempiés comenzó a emanar un humo, la azabache buscó explicación únicamente mirando a la criatura.

La expresión de Connie formó una de terror—¿No es... lo mismo qué en Ragako?

Leyna levantó la vista hacia sus compañeros incrédula, y pronto lo asimilaron, iban a convertirse en titanes puros.

—¡Suban a Falco, salgan de aquí!—ordenó la mujer Ackerman, preparándose para pelear contra el ciempiés.

Mikasa tomó el brazo de Leyna, pero al sentir que ella no daba un solo paso volteó, la muchacha tenía su vista fija en el pueblo del Liberio, como Gabi abrazaba a sus padres, la mirada de la niña hizo que por instante recordara que ella también fue una niña de pueblo, una que quería proteger a sus padres, una que había dañado a esas personas, y tal como se lo había prometido a Falco, pagaría por lo que hizo.

—¡Vamos!—pidió la azabache.

Leyna negó la cabeza con suavidad—No puedo dejarlos.

Mikasa miró a espaldas de Leyna, Jean y Connie habían tomado la misma decisión, todos ellos se convertirían en bestias puras.

—¡Pero Leyna, y si Armin...!

—Él lo entenderá—interrumpió la pelirroja, haciendo que la azabache calle—. Está bien...

—Leyna—Mikasa tomo la mano de la chica, sintiendo como las lágrimas amenazaban por salir.

—Ya no hay tiempo, por favor asegúrate que encuentre a alguien que lo ame, que viva una vida sin remordimiento —Leyna, a pesar de encontrarse llorando se mantuvo firme en sus palabras—. Dile a Armin que sigo con él, hasta el final de la línea.

Mikasa no quería despedirse, se negaba a aceptar que también debía renunciar a ellos, a su única amiga, que debía permitir a Leyna Becker morir.

—¡Ya vete!—pidió la pelirroja en un tono de desesperación.

La azabache miró a sus compañeros una vez más, apretó la mano de su amiga antes de soltarla para subir a Falco.

Sin más, Becker tomó las lanzas relámpago que cargaba en su espalda, para luego acercarse a Giselle.

—Confiamos en usted, comandante Ackerman—soltó la pelirroja, acto seguido Jean y Connie imitaron su acción, la azabache se limitó a mirarlos.

Leyna posó el puño sobre su pecho al igual que sus compañeros, entregando sus jóvenes corazones una vez más.

Giselle observó a la tropa 104 con orgullo, asintiendo con la cabeza la mujer cargó las lanzas consigo para alejarse del lugar usando su equipo de maniobras.

Becker suspiró agotada, por fin había terminado, al menos para ella. La pelirroja volteó a sus amigos, Connie y Jean la abrazaron poniéndola al medio, mientras el humo comenzaba a rodearlos, los tres soldados de la 104 miraron al frente, el cielo estaba azúl, y el sol brillaba con intensidad, esa sería la última imagen que podrían recordar.

Pero se irían con la frente en alto.

—Entonces, este es el final, nos lo dejan a nosotros—dijo Springer—. ¿Recuerdan nuestra graduación? Maldición, terminamos salvando al mundo.

Becker volteó a ver a Connie, el chico le guiñó el ojo de forma divertida, a lo que ella respondió con una corta risa.

Posteriormente Leyna giró su vista hacia Jean Kirschtein, aquel muchacho que alguna vez sintió su rival, pero al final del día se convirtió en su hermano, Becker ladeó la cabeza aceptando su final.

—Marco estaría orgulloso de ti—Jean habló dedicándole una sonrisa.

—Lo estaría de ambos...—continuó Leyna—. Te veo del otro lado.

—Que así sea.

Mientras sentía como el humo comenzaba a acercarse cada vez más a su rostro, la vista de la chica se posó una vez más en el cielo, pensando en lo azul y despejado que se veía.

"Me hubiera gustado ver otro arrebol, pero me conformo con los que compartí contigo" pensó, sacando la pistola de bengalas que cargaba en su cinturón "Armin, mi dulce amor, cumple tu promesa, y vive".

Un segundo antes de que el humo invadiera su cuerpo, Leyna Becker disparó aquella bengala amarilla por los cielos esperando que alguien pudiera verla, fue una misión cumplida.

Armin y Reiner voltearon hacia donde los titanes se habían transformado, y aquella bengala amarilla causó que el alma de Arlert se estrujara.

Giselle no volteó, no tenía el valor de ver morir a aquellos jóvenes que entrenó por cuatro años, si debía cumplir su deber, debía hacerlo sin dudar.

Mientras, Reiner, y todos los titanes puros convertidos rodeaban al ciempiés, la comandante enganchó su equipo al titán acorazado.

—¡Reiner!—llamó la mujer apoyada en el hombro del titán—. ¡Tú y todos los  cambiantes deben alejar a los titanes puros!

Braun dudó ante las órdenes de la Ackerman, pero en cuanto Pieck cayó del cielo y Annie se unió a detener a los titanes puros, comprendió que no había mejor opción.

—¡SÓLO HÁZLO!

Ante aquel grito y la complicación de la situación, el titán acorazado se alejó del ciempiés asegurándose que ninguno de los titanes puros se acerque, al notar aquello, Pieck y Annie decidieron unirse, debían confiar en la decisión de Giselle.

Tras ver como los titanes lograron liberar el espacio del ciempiés, la azabache reconoció los rostros de la tropa 104, los jóvenes convertidos en titanes sin razonamiento.

Aquella imagen causó un sentimiento de tristeza en ella, una vez más debía despedirse de quienes apreciaba.

"¿Estarán viéndome? ¿Realmente no estoy sola en este momento?" Giselle se preguntó a si misma mientras usaba el equipo para elevarse "¿Ella... está conmigo?"

La Ackerman tuvo pensamientos fugaces involucrando a todas aquellas personas que aún podía recordar. La risa de Isabel Magnolia, el color de los ojos de Farlan, tenía recuerdos borrosos su escuadrón riendo, de Petra y Mike, el primer encuentro con Erwin y como aquello cambió su vida.

Por un instante recordaba la última voluntad de Emily Ciprianno, su vieja amiga, quien conoció el amor, y aun así,  sacrificó su vida por algo más grande que ella.

Su pensamiento se centró en Kenny Ackerman, recordando ese único abrazo que se dieron, la última vez que vio a Historia Reiss, un recuerdo de Levi y ella en la infancia invadió su memoria de golpe.

Finalmente su mente le regaló un último pensamiento dedicado a Hange Zöe, el sonido de su risa, su tacto, el color de sus ojos, ese último adiós, todo de ella.

Era momento de honrar a todo aquél que alguna vez le importó, a todo aquél que amó.

Giselle se acercó lo suficiente a la bestia incrustando las cuchillas alrededor del ciempiés, dejando una lanza en cada herida abierta que provocaba, su último ataque se centró en la cabeza de la criatura, la azabache sintió que ese corto instante pudo convertirse en una eternidad, solo debía tirar, acabando con todo de una vez por todas.

Sin dudarlo, de un jalón con toda la fuerza de su padre, la explosión con la magnitud de diez lanzas relámpago destruyó por completo el cuerpo de aquél monstruo.

La explosión hizo que saliera disparada con tal fuerza de impulsarla metros a la lejanía, la mujer sintió como la onda expansora desgarró la piel de sus brazos con los que intentó curbir su rostro.

Al momento de impactar contra el suelo, lo único que asimiló fue el impacto en su cabeza, tenía un zumbido en los oidos, el cuerpo ensangrentado, y su vista estaba completamente nublada, aún así decidió mantener los ojos abiertos.

Mientras en lo alto, Armin peleaba con toda la fuerza que aun acumulaba en su ser, Mikasa Ackerman saltó por los aires para meterse a la boca del titán fundador.

Acabando con el chico que buscaba la libertad.
















Leyna abrió los ojos apoyada en la arena, su vista no tardó en adaptarse nuevamente a ese ambiente con el que comenzaba a familiarizarse, los caminos, al momento que se puso de pie, pudo reconocer a la silueta parada junto a ella.

—Es probable qué no quieras hablarme...

—¿Estoy muerta?

—No.

—¿Y tú lo estás?

Eren no respondió, tenía la mirada baja, las manos en los bolsillos, era un ser casi irreconocible para ella, aun así, llena de molestia, Leyna se acercó a jalarle la oreja con bastante fuerza.

—¡Ahg, Leyna!—Eren se sobó ante el jalón de su amiga.

—¿¡Y BIEN, VAS A HABLAR O TE HAGO HABLAR!?—expresó llena de enojo—. ¡EREN JAEGER MÁS VALE QUÉ EMPIECES O TE VOY A...!

—¡Está bien, espera!—el chico se alejó con algo de miedo—. No has cambiado nada, desde que te conocí... pero tú solo eras una niña, muy pequeña.

—¿Una niña pe...?—Ante aquellas palabras, Leyna solamente se confundió aún más, y manteniendo su enojo se acercó a Eren una vez más—. ¡Deja de decir estupideces, y suelta todo, por que vaya que tienes que hablar!

—¡Bien, bien!—Jaeger volvió a retroceder, tomando aire—. ¿¡Puedes escucharme primero!?

Con el ceño levemente fruncido, Becker suspiró, dispuesta a caminar junto al chico.

—Durante la ceremonia de inauguración, vi que llamaste la atención de muchos, incluyendo la de Armin—comenzó a decir—. Lo cierto es que siempre fuiste tú, Leyna.

—¿De qué hablas?

—Cuándo éramos cadetes, mencionaste un sueño que tuviste, recordabas sentir el viento y el sonido del mar, incluso sin conocerlo, ese deseo ya habitaba en ti, por que es tu destino—explicó él—. Aquél día cuando huiste de Jinae, hice lo necesario para que encontraras a Armin, y comenzarás a ser su motivación.

Con aquellas palabras, Leyna comenzaba a entender todo, durante todo ese tiempo el retumbar estaba predestinado, y debía cumplirse tal como Eren lo dictó.

Leyna recordó inmediatamente el primer sonido de las olas que apoderó su mente, la primera imagen borrosa que tuvo del manto azul.

—Ya lo recuerdo, aquel sueño...—Becker nuevamente tuvo ese recuerdo invadiendo su mente—. Fuiste tú, Eren.

—Si no hubieras llegado a la vida de Armin, si no le hubieras dado de esa chispa que él tanto ama, el bucle se reiniciaría—completó—. Pero eso jamás hubiera ocurrido, no importa cuan lejos estén, ni cuánto tiempo les lleve, volverán a encontrarse.

—Pero dijiste que yo era su segunda opción, en todo lo que hiciera—Leyna volvió a mirarlo, y pudo notar el sonrojo en sus mejillas—. ¿¡AH!? ¿¡Y ahora que dije para que te pongas así!?

—Con respecto a eso, te pido disculpas—soltó Jaeger—. Decirte todo aquello era la única forma de provocarlos, en realidad no pienso nada de eso.

—¿Entonces... es verdad que él y Annie no tienen una conexión?

—Los titanes heredan recuerdos, no sentimientos—aclaró—. Y de ser posible, los pensamientos de Bertholdt no hubieran podido contra la voluntad de Armin ¿No crees?

—Sí, ya lo sé—Leyna apretó los labios mirando al frente—. ¿Puedo preguntarte si lo que dijiste de Mikasa es cierto?

—¿¡Qué!? ¡Acabo de decirte que no!

—¡Eso dijiste sobre mí, quiero saber de Mikasa!

—¡Qué te importa!

—¡Claro que me importa, la he visto hacer todo tipo de cosas por ti y tú le dijiste esas cosas horribles!—exclamó llena de enojo.

—¡Pero yo jamás podría odiarla!—se defendió Eren—. ¡Yo sólo quería hacerla feliz... como Armin contigo!

Leyna quedó absolutamente atónita, mientras Eren volvía a sonrojarse, dejándolos en un largo silencio.

—No se lo digas, por favor.

—Pero aún puedes hacerlo.

Eren tenía la vista baja—Se acabó.

—¿En serio?

—Giselle asesinó al ciempiés, no hay naturaleza titán, los liberó, y yo...

Becker sintió como un nudo se formaba en su garganta, y antes de poder notarlo, era ella quién se encontraba llorando.

—¿¡Y ahora qué te dije!?

—¡Tú, cabeza hueca, se supone que nos acompañarías!—exclamó entre su llanto dándole un suave empujón—. ¡Se supone que estarías ahí! ¡Y ahora te vas, como si nada!

Eren volvió a agachar la vista—No quiero morir, Leyna, quiero hacer todo lo que dijiste, quiero ver cómo tu y Armin se casan, a sus hijos, quiero estar con todos, quiero estar con Mikasa...

—Entonces vámonos—pidió, tomando el brazo del chico—. Eren, volvamos con los nuestros.

—Armin siempre habla del brillo en tus ojos, al principio creí que era consecuencia de su enamoramiento por ti—dijo el chico—. Pero luego, recuerdo aquel día en el distrito Orvud, cuando estuve al borde del quiebre mental... me miraste, tus ojos emanaban esperanza, una chispa de luz que jamás he visto antes, justo como el fuego, tienes un alma flamante, Leyna Becker.

La chica lo miró con tristeza, pero en el fondo aceptaba su verdad, y es que efectivamente, era el final.

—Quisiera poder hacer algo por ti.

—Eres única en todo aspecto, pero esta vez no hay nada que podamos hacer.

—Entonces... ¿Te veré de nuevo?

Eren apretó los labios antes de volver a dirigir su mirada ella—Buena suerte, te espera una hermosa vida.

Leyna sonrió limpiando los rastros de lágrimas.

—De hecho, si hay algo que puedes hacer por mí—pidió el chico—. Cuándo tus fantasías se conviertan en tu legado, prométeme un lugar en tu casa de recuerdos.

Para Leyna, la petición de Eren no tenía sentido en ese momento, pero confiaba lo suficiente en él para saber que pronto encontraría un significado a aquello.

—Oye, te veré luego, número cinco.

Al escuchar aquel apodo, Eren le regaló una corta sonrisa, despidiéndose de la chica de cabellos rojizos que marcó el destino del salvador de la humanidad.

—Adiós, número cinco.

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