capítulo cincuenta:
la batalla final.
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Al momento de caer, lo primero que Leyna vio fue como Armin era aprisionado por aquellos colosales.
-¡ARMIN!-la pelirroja se preparó para arrojar las lanzas, pero al momento de estirar su brazo, otra persona tomó de el y la jaló hasta aquella criatura volando por encima de lugar.
El titán de Falco, sobre este se encontraban Annie Leonhardt acompañada de Gabi y toda la tropa.
-¡Sube!-Annie la ayudó a trepar sujetando su brazo con fuerza, hasta dónde todos se encontraban.
-¿¡Qué haces aquí!?
-¡El barco Azumabito se hundió con la transformación de Falco, pero sin importar eso Kiyomi nos dejó venir!-explicó la rubia-. ¿Dónde está Armin?
-Cayó en medio de los titanes, es probable que su vida peligre-al decir aquello, Leonhardt volteó a verla-. Annie, ayúdame.
-Sí, lo traeremos de vuelta-dijo sin dudar.
-¿¡Qué hay de Pieck!?-intervino Reiner-. ¡Ella está en el cráneo! Intentamos explotar la nuca, pero el titán martillo nos detuvo.
-Entonces haremos ambas cosas-dijo Giselle-. Yo cubriré a Pieck, un grupo salvará a Armin, y el otro irá por Eren para atacar la nuca al mismo tiempo, usaremos la explosión del colosal.
-Comandante...-susurró Mikasa.
-Mikasa, ahora mismo no pienses en eso-Leyna la tomó de la chaqueta llamando su atención, para evitar que pierda los estribos-. Debemos buscar a Armin, de lo contrario nadie va a salvarse.
-Tienes razón-respondió la azabache.
Pronto los dos equipos se dividieron, mientras Pieck cambiaba de titán cada cierta cantidad de tiempo, Giselle peleaba contra cada bestia que intentara atacar a Jean.
-¡Pieck, comandante, salgan de aquí antes que alguno las atrape!
-¡Jean, cállate y avanza!-ordenó la Ackerman, lanzándose del cadáver de un titán para luego acabar con otro-. ¡No mires atrás, solo explota esa maldita nuca!
Kirschtein miró con preocupación a su comandante, pero ella tenía razón. Giselle peleaba con toda la fuerza que aun acumulaba, Pieck salió de su titán cuantas veces pudo, la resistencia de ambas mujeres era innegable.
Leyna, Mikasa y Annie se encargaron de buscar a Armin, la pelirroja notó a todos los titanes rodeando el esqueleto gigante, entre ellos pudo notar a uno en particular.
-Ese es Bertholdt-pronunció-. Incluso el está siendo utilizado como marioneta.
-Imperdonable-soltó Annie-. ¡Ahí!
La rubia apuntó a uno de los titanes entre todos los que se movían, pero ante la confusión del momento, ni Mikasa ni Leyna pudieron distinguir a quien apuntaba.
-¡Ese! ¡El cerdo o lo que sea ese titán!
-¿¡Cuál!?
-¿¡Dónde!?
-¡Ese de ahí, esa cosa!
-¡Maldición, hay que tomarnos esto en serio!-gritó Leyna, llamando la atención de ambas chicas-. ¡Allá va uno que está huyendo!
Las tres soldados miraron a lo que parecía un titán bestia con forma de Okapi.
-¡Acorralemos a ese, luego lo detendremos! ¡Ve, Falco!
Al saltar del lomo de Falco, Annie se transformó en titán, Leyna y Mikasa la rodeaban.
La titán hembra peleaba arduamente junto a Leyna y Mikasa, pero en un movimiento veloz por parte de otro titán pasado, Leonhardt fue derribada.
-¡Annie!-Leyna gritó aproximándose a ayudarla de la forma que fuera posible, pero antes de poder acercarse, el titán de Bertholdt las miró, haciendo que ambas duden de moverse.
Annie cubrió a Becker con sus manos esperando que el titán de Hoover acabara con ellas, pero eso no ocurrió. Sin entender lo que estaba ocurriendo, Leonhardt observó como el titán colosal de su amigo acabó con todos los titanes a su alrededor como una especie de protección.
La pelirroja decidió aprovechar esa oportunidad, la vista de Leyna se posó en aquel titán con forma de Okapi, el que aprisionaba a Armin, su primer impulso fue atacarlo con toda la fuerza que tenía.
Utilizando su equipo de maniobras, Becker se aproximó hasta el titán mientras preparaba las lanzas relámpago necesarias, confiando únicamente en su puntería y fuerza de voluntad, la pelirroja hizo el movimiento definitivo para salvar a su novio.
-¡DEVUÉLVEMELO!-arrojando su lanza contra aquella bestia, la explosión sacó de la boca a Arlert.
Leyna lo tomó en sus brazos para dirigirse a la palma de la mano de Annie, quien los sostuvo.
En cuanto la vista de Armin fue recuperando claridad, encontró a su amada mirándolo, protegiéndolo de cualquier ataque.
-Leyna... perdona, pero ahora todos estaremos bien-soltó Arlert.
-¿Qué...? ¡ANNIE!-Leyna trató de alertar al titán que los atacaba por detrás, pero antes de que ocurriera, el titán de Grisha Jaeger intervino.
Leyna no tardó en reconocer al titán de Ymir y el de Porco Galliard, todos aquellos cooperaban para acabar con los titanes adversarios.
Giselle sujetó fuertemente a Pieck protegiéndola de cualquier bestia que intentara acabar con ellas, al subir al titán de Falco nuevamente, la Ackerman pudo notar como los titanes del pasado estaban colaborando, todos miraban asombrados ante aquella escena..
-Giselle-llamó Finger, ganando la atención de la mencionada-. Te lo agradezco, fuiste mi escudo ahí abajo.
-Recupera fuerzas, debemos volver a pelear pronto-pidió la Ackerman, para luego mirar a la niña Braun-. Gabi, ese fusil puede acabar con un titán pequeño, apunta a los bestia, muchos son de menor tamaño, no gastes munición en acorazados o colosales.
-¡Sí comandante!-exclamó la menor, recargando su arma.
El sonido de un llamado distrajo a los hermanos Ackerman.
-¡Hey!
-No puede ser-soltó Levi, al mirar, Giselle quedó igual de sorprendida-. Zeke...
Emanando de aquellos huesos gigantes, Zeke Jaeger llamó la atención de los Ackerman.
-¿¡Querían verme!? ¡Aquí me tienen, hermanos Ackerman!
-Levi, ve, yo te cubriré desde...-en ese instante, Giselle sintió un fuerte sonido invadiendo su cabeza, obligándola a soltar un grito de dolor mientras se cubría.
-¡GISELLE!
-¿¡ESTÁ BIEN!?-Gabi trató de socorrerla, pero era como si algo hubiera detenido sus sentidos, y un horrible zumbido apareció en su cabeza.
-¡Ya no, por favor, ya para!-Giselle pedía a gritos que aquellas voces dejaran de llamarla, pero nada parecía servir.
-¡Gabi, Pieck, protéjanla!-ordenó Levi, empuñando su cuchilla con enojo.
Al momento en que todo el caos parecía haberse detenido, Giselle volvió a levantar la vista encontrándose con los caminos.
-Que hermoso día es, si tan solo lo hubiese notado antes, después de toda la matanza que hice, eso es pedir mucho...-Zeke habló antes de que Levi Ackerman bajara del lomo de Falco, directo a cortarle la cabeza, de esta manera deteniendo el avance del retumbar.
-¡Eres... un estúpido suicida!-Jean usó los explosivos pata abrir la nuca de Eren, liberando al ciempiés brillante.
Giselle se encontraba de rodillas ante aquel desierto sin fin, cansada de ver ese mismo cielo estrellado, cansada de absolutamente todo.
-¿Esto es vivir en un limbo, o simplemente ya estoy muerta?-dijo la azabache con simpleza-. Esperaba algo mejor... unas cornetas quizás.
El silencio era lo único que la rodeaba, aun en medio de toda esa calma, Giselle estaba dominada por el enojo.
-Te pedí que me dejaras en paz, Eren-comenzó a decir-. Nada de lo que digas o hagas logrará que me ponga de tu lado.
La azabache se puso de pie mirando hacia el cielo estrellado.
-¿¡Qué esperabas, niño!? ¿¡Qué traicionara a mi hermano, a Hange, qué traicionara a Mikasa y Armin cómo tú lo hiciste!?-exclamó la mujer al borde del llanto-. ¡Adelante, enciérrame aquí, prefiero morir a volver a pelear a tu lado!
Tras ello, la azabache se mantuvo en silencio, a pesar de sentir como algo se aproximaba a sus espaldas.
-¿Qué es lo que quieres?
-¿Vas a quedarte ahí parada, gritándole al cielo como si hubieras perdido la cabeza?
-Supongo que no tengo más por hacer.
-Yo no te enseñé eso.
-Tú no me enseñaste nada.
-Creí que habíamos dejado los rencores atrás.
-¿Lo hicimos? No lo sé, moriste antes de aclararlo-Giselle encogió los hombros.
-Hoy estás más arrogante de lo que acostumbras, mocosa.
-Eso creo... es que estoy agotada.
-Bien, supongo que tenemos tiempo de sobra-Kenny Ackerman se posó junto a su hija, haciendo que ella lo mire sin expresión alguna-. Anda, te ves patética ahí.
-Solo dime un cosa, viejo cabrón-Giselle dirigió su vista a su padre-. ¿Realmente eras tú quien me habla?
-¿Eres tan estúpida para no entenderlo?-la azabache rio sin ganas.
Kenny comenzó a caminar por aquel desierto solitario, Giselle dudó en seguirlo, pero finalmente accedió.
-Entonces solo somos tú y yo.
-No exactamente-Kenny comenzó a explicar-. Llevo cuatro años en este lugar, pensé que era una castigo por la basura que fui, pero se trata de una especie de limbo, para todo aquél que haya portado el poder de un titán.
-Pero tú no...
-¿Crees qué ese poder que poseemos es un regalo de los dioses?-interrumpió Kenny-. Escucha Giselle, los Ackerman estamos condenados al mismo destino que los portadores de titanes, vivir en los caminos por la voluntad de Ymir.
-¿Has estado aquí todo este tiempo?
-No es tan aburrido como parece, por lo menos hay tranquilidad-continuó-. Hasta que cierta mocosa idiota decidió que quería renunciar a todo, y huir con su novia como si de una chiquilla rebelde se tratara... pero de ser tan fácil, todos seríamos libres de este estúpido cuento sin fin.
El Ackerman paró de hablar en cuanto notó que Giselle hizo lo mismo, su vista se dirigió a su hija, se encontró con la mirada vacía de la misma.
-Como una chiquilla rebelde-murmuró ella.
Kenny no dijo nada, se limitó a escuchar, su hija soltó una risa agotada, ya no sabía que más hacer, y antes de poder notarlo, las lágrimas volvieron deslizarse por el rostro de la Ackerman.
-Toda mi vida he obedecido, así pretenda no hacerlo, es tal como lo dijiste, todos somos esclavos de algo -murmuró ella, tras un largo silencio-. Primero lo fui de ti, traté de ser la hija perfecta, al no lograrlo me esforcé por ser la mejor soldado, pero ella me hacía sentir diferente... dime algo Kenny ¿Era mucho pedir?
A medida que hablaba, Kenny la miraba sin expresión, Giselle se veía exhausta, sus ojos verdosos no reflejaban más que un vacío, ya no quedaba rastro de la soldado más fuerte de la humanidad.
Una vez más, Giselle solo era un alma teñida en la soledad a la que estaba encadenada.
-"Se buena" "Se amable, Giselle" "No llores, es de cobardes" "¡Obedece!"-siguió, recitando todas esas frases que atormentaban su mente -. Hice cada cosa que me pidieron, y aún así, lo perdí todo.
La azabache apretó los puños con rabia, su mirada estaba en el suelo pero la ira reflejada en su llanto era más que evidente.
-¡Ella... era lo mejor que tenía! ¡Y solo he podido llorar su muerte una maldita vez! ¡ESTOY HARTA! ¿¡Qué más quieres!? ¡Si ya no tengo nada!
Giselle lloró incansablemente, sintiéndose el ser más patético que podía existir, por su cabeza pasó la idea de que quizás se lo merecía, quizás su egoísmo la había llevado a eso.
Quizás amar en una guerra fue la peor decisión de su vida.
-Tienes una oportunidad-tras un largo silencio Kenny habló, haciendo que ella levante la vista-. Hace mucho tiempo, cuando solamente existía materia en este mundo, como incontables masas de cosas aparecieron y desaparecieron, pero uno de ellos, sobrevivió.
Giselle no comprendía aquellas palabras, sin embargo, no tenía otra opción que escuchar.
-Lo conocemos como "vida", tomo nuevas formas para multiplicarse.
-El ciempiés...-repitió Giselle, recordando las palabras de Gabi-. Es la verdadera naturaleza del poder de los titanes.
-No es coincidencia que los Ackerman estemos malditos, como una tropa de idiotas dispuestos a morir en nombre de quien nos domina-explicó-. Aunque, quizás exista una forma... de darle fin a este estúpido linaje.
-¿De qué hablas?
-Si alguien no acaba con ese monstruo, esto volverá a ocurrir.
Giselle abrió los ojos, sintiendo el terror invadirla.
-Romper el ciclo...-susurró.
-Quizás si decides acabar con la naturaleza titán, logremos salir de este limbo-Kenny continuó-. Los muertos podemos transferir nuestro poder a los Ackerman vivos.
Por un corto instante, la mirada de Giselle volvió a iluminarse, todavía tenía una oportunidad de librarse del instinto Ackerman, podía romper la maldición de los cambiantes de una vez por todas.
-Entonces, si tu me das...
-Supongo que será el fin-Kenny miró el rostro de su hija una vez más-. Aunque no me molestaría si decides quedarte.
-¿Qué?
-Estás en un limbo, tienes la oportunidad de renunciar a esto, dejar que otros se encarguen de darle fin, cabe la posibilidad de que nadie salga de aquí, es una mierda ¿Sabes?
La mujer lo pensó por un instante, una vez más su deseo egoísta la invadía, por un instante, la niña atrapada en la ciudad subterránea salió a flote dejándose llevar por la idea de vivir una eternidad con la primera persona que amó: Su padre.
Pero antes de acceder, un recuerdo la invadió de golpe, aquella última promesa que hizo.
《 Pelea por algo más grade que tú y yo. 》
-No lo harás ¿No es así?
-No puedo hacerlo-la azabache aceptó finalmente lo que haría-. Hice una promesa.
-Eso creí-dijo el hombre-. Maldita mocosa, si haces esto, al final perderás toda tu fuerza, pero que el día que decidas morir, podrás hacerlo siendo recibida por aquellos que amas, y no atrapada por una sangre que jamás pediste.
Al escuchar aquellas palabras, Giselle Ackerman sintió como nuevamente la esperanza se acumulaba en su cuerpo, podía liberar a los Ackerman, podía salvar a Levi.
Podía ver a Hange aunque sea una vez más.
-Lo sé, por eso lo hago.
-Solamente quieres volver a verla ¿No?-dijo el hombre-. ¿Cuál era su nombre?
-Hange.
-Una vez me des tu fuerza... no volveré a verte ¿Verdad?
-No lo necesitarás.
-Viejo cabrón, sigues sin entenderlo, siempre voy a necesitarte.
Sin poder contener su emoción ante el momento se lanzó a los brazos de su padre, el Ackerman inmediatamente correspondió a aquel abrazo, siendo el primero y el único abrazo de padre e hija que alguna vez se darían.
Giselle agradeció infinitamente aquel encuentro, había aclarado todas sus dudas, y su objetivo estaba marcado: Acabaría con la naturaleza titán.
Al separarse, el rostro de Giselle mostraba una determinación nunca antes vista, por primera vez en toda su vida, quería vivir.
-Papá, acabemos con esto.
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