Cuentos de Arlan III: La Crea...

By MavelyMelchor

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«Y, a pesar de todo, ¿nunca te preguntaste por qué pude usarte como lo hice? Fue por la misma razón por la qu... More

*
-Prólogo-
-CAPÍTULO 1-
~ 2: Mirsha~
~ 3: Matt ~
*
-CAPÍTULO 2-
~ 2: Selena ~
~ 3: Mirsha~
~ 5: Mirsha ~
*
-CAPÍTULO 3-
~ 2: Mirsha ~
~ 3: Matt ~
~ 4: Selena ~
*
Guía de pronunciación
Cuentos de Arlan en físico!!!

~ 4: Matt ~

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By MavelyMelchor


«Tenemos que hablar. URGENTE»

Eso era lo que decía el mensaje de Selena al día siguiente de la fiesta en su casa.

Luego de que Mirsha hubiese salido al hospital, llamé a su casa y no me sorprendió que contestara al segundo tono.

—Matt... —empezó ella.

—Lo sé. No me gusta la idea tampoco, Selena, pero no puedo hacer nada.

Esperé un par de segundos en la línea antes de que volviera a decir algo más.

—¿Podemos vernos? —preguntó casi en un susurro—. Cátsup está justo aquí.

—¿Y qué?

—Te juro que esa gata me da miedo... Siento que entiende todo lo que digo.

Justo cuando lo dijo, mi mente proyectó una imagen de ella, parada junto al teléfono, y de la gata, observándola fijamente desde el respaldo de uno de los sillones.

Me dije que solo estaba paranoica, pero luego de todo lo que sabía y de lo que había sentido la noche anterior, tuve que estar de acuerdo en que no exageraba.

Poco después de que la fiesta terminó pude notar el momento en que el limbo se abrió por completo. Algo cruzó a este mundo; algo grande. Luché por cerrar el limbo de nuevo y, si bien lo logré, no pude evitar que una pequeña parte de la esencia del príncipe volviera a él.

Un recuerdo. Lo supe cuando mencionó la fiesta de máscaras. Me dije que no era problema; era solo una imagen que no daría complicaciones a largo plazo, pero entendía la preocupación de Selena. Alguna vez había llegado a temer también que la gata fuese un Animalia, pero lo descarté luego de haberlo comprobado unas diez veces.

Quedé de encontrarme con ella en el mismo Starbucks donde habíamos hablado tantos años antes. El mismo lugar donde, sin quererlo en realidad, ella comenzó a adentrarme en su mundo.

Era incluso la misma mesa, me dije cuando la vi sentada, escribiendo en una computadora portátil mientras esperaba por mí. Sus ojos no miraban el teclado o la pantalla, sino la libreta que yacía abierta en la mesa frente a ella.

Como aquella vez, un frappuccino medio vacío se encontraba junto a su libreta.

—Matt —dijo por saludo cuando me vio.

Me senté frente a ella y la observé guardar su laptop y cerrar la libreta.

—Lo sé, también me preocupa todo esto.

—Ya es demasiado. Algo sucede en Arlan —insistió—. No solo con Mirsha.

—¿Por qué lo dices? —pregunté, temiendo que de alguna forma pudiese haber sabido sobre el rey.

No había vuelto al palacio desde hacía más de dos semanas, pero tuve noticias de que Darius había pasado un par de días en la enfermería. Más por órdenes de Philippa que otra cosa, pero de cualquier forma era una idea preocupante si no se tenía contexto.

Apretó los labios y, luego de parecer dudarlo por un momento, extendió su brazo al frente, levantándose la manga y enseñándome tres arañones en su antebrazo.

—¿Qué rayos te sucedió? —me sorprendí.

—Fue Cátsup.

Alcé una ceja con incredulidad. Sabía que Selena y la gata no se llevaban bien, pero Cátsup no le había hecho algo como eso a ella jamás.

—¿Por qué?

—No sé —respondió encogiéndose de hombros—. Me gustaría decirte que fue una coincidencia, pero ni siquiera estaba cerca de ella como para haberla provocado...

—¿Coincidencia?

Sus labios formaron una fina línea de nuevo, antes de que decidiera acercarme la libreta que aún estaba sobre la mesa.

—Creo que el limbo está escapando a tu control, Matt. Está sucediendo de nuevo. Las cosas pasan cuando las escribo, tal como sucedía antes...

No quería creerlo. Si eso era cierto, entonces todo lo que habíamos hecho hasta el momento no tendría sentido; estaríamos luchando contra algo mucho más grande.

Porque algo quería escapar del otro mundo y, si lo lograba, era claro que yo no podría detenerlo. No pude evitar recordar entonces el encuentro con Daro, y lo que el Demonio me había dicho.

—¿Crees que sea cosa de él? —No necesité pronunciar su nombre para que Selena supiera de quién hablaba.

Negó con la cabeza antes de detenerse con brusquedad. Una vez más, sus labios se apretaron antes de que admitiera que no tenía idea.

Sin saber qué otra cosa hacer, tomé la libreta que ella había deslizado hasta mí, abierta en una página en específico, y comencé a leer. Era una escena sin mucho sentido y supuse que sería parte de algo más; en ella hablaba de una niña que había intentado acariciar a un gato... que le dejó tres profundos arañazos en el antebrazo.

—Creo que no eres lo suficientemente suicida como para intentar acariciar a la gata de Mirsha, ¿o sí? —murmuré, bajando la libreta.

Frunció el ceño, negando con la cabeza.

—Juro que estaba como a cinco metros de distancia, y justo cuando lo escribí ella corrió hacia mí y lo hizo.

»Son justo como los imaginé —añadió en un murmullo, mirándose los arañones.

—Pues... eso te pasa por ser cruel con ese pequeño personaje —intenté bromear sin ánimos. Solo dije lo primero que me vino a la mente.

—Era necesario... A la chica le quedan las tres marcas, pero luego son importantes en su historia —explicó sin prestarme atención—. Pero eso no es todo.

—¿Qué más?

Estiró la mano y regresó algunas páginas, deteniéndose por fin al inicio de algo que parecía un capítulo.

—Esto. Lo escribí el lunes pasado entre clases.

Selena solía dedicarse casi todo el tiempo a escribir. Le iba bien en ello: una editorial había publicado ya cinco de sus novelas y, si bien no eran best-sellers, sí eran bastante populares. Sin embargo, hacía poco tiempo había conseguido también un par de horas dando clases de Literatura en la preparatoria de la universidad. No la escuchaba muy entusiasmada al respecto, y algunas veces terminaba el horario demasiado fastidiada, pero no se quejaba con frecuencia.

En el nuevo fragmento, narraba sobre un tonto accidente en un salón de clases:

Estaba por cerrar la puerta cuando sentí que alguien empujaba desde afuera con tal fuerza que se me escapó de las manos y rebotó contra mi cara. Por supuesto, todos en el salón se dieron cuenta y nadie pudo contener la risa.

Me aparté para dejar pasar al recién llegado, sujetándome la frente con las manos.

El muchacho que asomó la cabeza murmuró una disculpa, avergonzado, y luego se alejó hasta llegar con la maestra, para hablar con ella en voz baja.

Cuando levanté la mirada, me encontré con que Selena me observaba como si quisiera contener la risa. Tenía el codo apoyado en la mesa y su rostro recargado en su mano, dejando solo sus ojos visibles entre sus dedos.

—No sabes cuánto tuve que esforzarme por no reírme de la pobre muchacha —confesó con una sonrisa avergonzada—. Incluso le regalé una cajita de maquillaje, porque, por lo que vi, le quedará un moretón bastante feo.

»Pero —continuó, y una máscara de seriedad le cubrió el rostro cuando bajó su mano—, después caí en la cuenta de que lo que acababa de pasar era exactamente lo mismo que había escrito dos horas antes —terminó señalando la libreta.

Hice una mueca, dejando salir un suspiro de frustración.

—Buscaré la forma de sellarlo desde adentro —murmuré—. Pero, Selena... Creo que la única que podría hacer eso eres tú.

—¿De qué hablas? —dudó.

—Yo solo soy un... mediador, si quieres llamarlo así. Soy parte de este mundo, pero también del otro. Tú eres quien realmente controla todo lo que pasa allá.

»Aquella vez... Dijiste que Daro quería tu sangre para poder unir los mundos. Que quería destruir el otro mundo. Pero ¿no sería eso algo... tonto? Quiero decir, eso implicaría también su propia destrucción. Se destruiría a sí mismo en el proceso.

—No te entiendo.

Levanté una mano, pidiéndole un momento. Necesitaba organizar mis ideas.

—Daro lo sabe, ¿no? Que la Creadora no pertenece al mismo mundo que él.

—Por supuesto que lo sabe —replicó como si fuese obvio.

—¿Y si lo que buscaba no era destruirlo? ¿Si solo buscaba... sellarlo? —Sus ojos marrones se fijaron en los míos, sin parpadear—. Eso le hubiese quitado todo el control a la Creadora, porque su influencia dejaría de llegar hasta allá. Ya fueses tú, o Evelynne. Y sería entonces que...

—Sería entonces que las creaciones podrían construir sus propias vidas; controlar sus propios destinos —completó por mí—. Sería como... Sería como si la historia hubiese terminado por fin y los personajes siguieran con sus vidas. Eso hasta que llegara una nueva Creadora que volviera a crear una entrada. —Asentí despacio—. Y él hubiera podido hacerse con el control aquella vez. Al no haber ningún control de parte de una Creadora, un personaje podría hacer de las suyas en su mundo —añadió.

Me encogí de hombros.

—No quiero pensar en lo que hubiese pasado. Pero esa es mi teoría.

Selena no me miró por un largo rato, luciendo ensimismada y pensando algo muy a fondo.

Tampoco me miró cuando, por fin, habló de nuevo.

—Entonces... crees que se puede sellar desde adentro. —No era una pregunta—. Y eso... ¿cómo crees que afecte eso a Mirsha? —dudó, genuinamente intrigada.

Sin embargo, yo no tenía una respuesta.

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