capítulo cuarenta y cuatro:
mientras el mundo se derrumba
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La pelirroja ignoró completamente los llamados de Armin a sus espaldas, tomando únicamente su capa y su equipo de maniobras recargado, Leyna se disponía a llegar a Stohess sin importar lo que ocurriera después.
—¿¡Qué se supone qué haces!? ¿¡Solamente llegarás a buscarla!?
—No puedo hacer otra cosa—la pelirroja se dispuso a tomar un caballo para salir de ahí—. Asegúrate que la familia de Sasha se dirija a Jinae, de ser posible te alcanzaré en Ragako para traer a Connie...
—¡Estás actuando por impulso, no sabemos si Annie estará de nuestro lado, no sabemos si Connie ya asesinó a Falco!—expresó Armin lleno de desesperación, al notar que su pareja no paraba de ignorarlo, decidió tomar el brazo de la chica—. ¿¡Leyna, qué es lo que quieres probar!?
—¡NO LO SÉ!—la pelirroja volteó a verlo llena de enojo, mientras sus ojos derramaban terror—. ¡Si podemos tener otro titán de nuestro lado, entonces debemos tratar!
—¿¡Hablas en serio!? ¡Floch y sus hombres podrían apuntar sus armas contra nosotros ahora mismo! ¡Hange, Giselle y Levi podrían haber muerto!—gritó Armin, causando que Leyna retroceda hacia el caballo—. ¡Pero lo único que haces es pensar en Annie! ¡Arriesgaste tu vida por ese soldado marleyano! ¿¡Qué es lo qué te ocurre!? El mundo está derrumbándose... ¿¡Al menos tu egoísta pensamiento entiende eso!?
Becker no dijo nada, las palabras de Armin causaron que sintiera culpa ante sus impulsos, pero lo que había causado dolor en ella, era el hecho de que incluso al borde de la destrucción mundial, se gritaban llenos de enojo.
—Lo lamento, es demasiada presión—el rubio comenzó a lamentarse de nuevo—. Quizás debas irte, ve a casa con tu familia.
—¿Qué?
—Ahora no hay forma de que pueda protegerte—dijo Armin bastante agobiado—. Ni siquiera pude detener a Eren en el momento indicado... no me siento capaz de proteger a lo que más amo, no ahora.
—¿Es en serio?—ante aquella pregunta, el rubio la miró—. ¿En medio de todo este caos, tu solamente piensas en deshacerte de mí?
Las palabras frías de Becker hicieron que Armin se detuviera, ella no solía portarse así, pero debía comenzar a asimilar que su Leyna no era la misma desde que regresó de Marley, la pelirroja se posó frente a él.
—Ya lo arriesgué todo—comenzó a decir—. ¿Sabes por qué huí de casa cuándo era niña? Por que algunos anhelan montañas, valles, una vida simple, pero yo jamás lo quise así, me diste una oportunidad, me empujaste dentro de tu vida, nos perdimos en un sueño que compartiste conmigo... así que lo arriesgué todo para estar junto a ti, ¡Lo arriesgué todo por esta vida que elegimos!
Armin solo la observaba, mientras ella, cegada por su ira, Leyna se acercó al rubio soltando la rienda de su caballo.
—¡E incluso así, me acusas de seguir impulsos egoístas, buscas alejarme de ti con tal de no verte morir!—la pelirroja finalmente soltó aquello que aguantó decir por miedo a las consecuencias—. ¡TODAS LAS COSAS QUE HICE, SOLAMENTE PARA SER TU MEJOR OPCIÓN!
Aquellas palabras estrujaron el alma de Arlert, mirar los ojos de Leyna simplemente lo llenaban de tristeza, pues por un instante, no pudo encontrar a la chica que lo llenaba de esperanza, no pudo encontrar a la mujer que tanto amaba.
¿En qué se habían convertido?
—Lamento haberte dado esa idea de mí... estarías mejor si hubieran elegido darle la jeringa a Erwin.
Becker no encontró una forma de contestar, ya no quedaba nada más por decir, sin más, la pelirroja dio media vuelta antes de subir a su caballo.
Por primera vez, Leyna no volteó a ver a Armin, no tenía el valor, de mostrarle cuanto la habían herido sus palabras.
No podía mirar los ojos de su amado, y únicamente encontrar decepción.
La mano de Giselle se aferró a la orilla más cercana, lo primero que hizo fue subir el cuerpo de su hermano para evitar que se ahogue.
Por un largo instante, la Ackerman se mantuvo junto al río en movimiento, su cuerpo le pesaba a causa del frío ocasionado por el agua, la herida en su hombro dolía y comenzaba a gotear sangre de la venda puesta, pero en cuanto sus ojos se posaron en Levi, se llenó de fuerza para ponerse nuevamente de pie, cargando el cuerpo del Ackerman en su espalda.
Escapar de los jaegeristas no fue fácil, le costó toda la fuerza acumulada en su cuerpo malherido llegar al bosque, no tenía idea de cómo lo logró, era como si todos sus instintos Ackerman reaccionaran por ella al querer proteger a Levi.
En cuanto sintió que la lluvia paraba, y el ambiente se volvía más seguro, paró sus piernas temblorosas.
Soltando un largo suspiro la mujer cayó al suelo totalmente acabada, podía sentir como sus párpados le pesaban, pero no era momento de ceder.
Giselle reunió fuerzas para volver a levantarse, apoyó el cuerpo moribundo en una carreta mal armada, estaba segura de que Levi perdería la vista de un ojo, curó la herida en el rostro para luego vendarla, al ver que no alcanzaron y que aún debía curar la mano de Levi, la teniente desgarró su propia camisa, con aquello y volviendo a costurar el lugar donde Levi perdió dos de sus dedos, rogó por que fuera suficiente.
Mientras preparaba la carreta, al igual que el resto de los eldianos Giselle apareció en los caminos y tuvo la voz de Eren en su cabeza, el retumbar había empezado.
Al momento en que la voz de Jaeger desapareció, la azabache suspiró cansada, por el momento no había nada que pudiera hacer.
Sin embargo, en cuanto quiso ponerse de pie, sintió con claridad como algo tocaba su hombro, y como aquella voz espectral dijo su nombre: Giselle.
—¿¡Qué...?!—la mujer buscó por todas partes, sintiendo como el corazón le palpitaba con fuerza, pero no encontró nada más que a Levi aún inconsciente.
La azabache estaba más que segura de haber escuchado una voz llamándola, no se trataba de Eren, era algo difícil de creer, incluso creyó que solo se trata de delirios por la pérdida de sangre, así que trató de restarle importancia.
Con el paso de las horas la lluvia finalmente paró, la mujer tocó su hombro malherido, el torniquete improvisado debía ser suficiente hasta encontrar la forma de curarse.
—Es probable que tú también lo hayas escuchado... ya empezó—dijo a Levi, sin esperar respuesta alguna—. Esto es aterrador, incluso más que cuando Kenny nos abandonó ¿Lo recuerdas? Ninguno pudo dormir bien a partir de ese entonces, pero estábamos seguros, por que nos teníamos el uno al otro.
Giselle dirigió su vista al cuerpo de su hermano, jamás lo ha visto dormir más de treinta minutos, y esta vez temía que no volviera a despertar.
—Oye, más vale que no mueras, de lo contrario no tendría a quien molestar — sonrió burlona, inevitablemente todos los recuerdos de Levi la invadieron de golpe—. Tampoco vería tu sonrisa cada vez que te reflejas en algo limpio, no tendría quién me obligue a tomar ese asqueroso té o me diga "ridícula" sin razón aparente.
La azabache sintió una fuerte presión en el pecho, invadida por el sentimiento que daba por enterrado hace muchos años.
—Si mueres, estaré completamente sola—soltó—. Ni siquiera sé si Hange sigue con vida.
La Ackerman apretó los puños reteniendo toda sensación de sentimientos tristes en su interior, le había funcionado por más de veinte años.
—En cuánto salga el sol iré a buscarla, no me importa cuanto me lleve—Giselle hablaba con decisión —. Te pondré a salvo y nos alejaremos de todo esto, no permitiré que uno de ustedes muera solo por que no hice suficiente.
Nuevamente el silencio reinó por un instante, pero Giselle sabía que no estaba sola, pudo sentir esa mirada, y al escuchar como unas pisadas se acercaban con sigilo la teniente apuntó el rifle hacia dónde venía el sonido, a medida que la silueta se acercaba, la Ackerman sentía como el alma regresaba a su cuerpo.
—¿Gisy?—Hange bajó el arma de igual forma, antes de poder pronunciar algo más, Giselle ya se encontraba abrazándola con fuerza, a tal punto que ambas cayeron al suelo por el impulso de la azabache.
Pero no pudieron despegarse la una de la otra, el cuerpo de Giselle temblaba, Hange solamente podía apegarla a ella esperando que de esta forma se calmara.
Al momento de apartarse Giselle tomó el rostro de la castaña juntando sus labios contra los suyos, Hange sintió como las manos temblorosas de su amada recorrían su rostro con una delicadeza que no podía explicar.
Había algo distinto en aquel beso, Giselle solía apartarse con rapidez, pero se sentía apasionado como otras pocas veces, el tacto de Hange siempre le traía paz, así no tuviera la capacidad de demostrárselo.
—No sueles hacer eso...—la castaña habló recuperando la respiración.
—¿¡Arrojarme a un rio!? ¿¡Cómo se te ocurre!?—Ackerman habló con molestia—. ¿¡Eres estúpida, dónde demonios estabas!?
—Oye, ya tranquila—Hange apartó la mano de su amada para sujetarla con suavidad—. Estoy aquí, estamos bien.
Hange suturaba la herida en el hombro de Giselle con el poco hilo y aguja que lograron sacar de los suministros de aquel campamento.
La azabache no emitía un solo ruido, Zöe notó como su mirada estaba posada en Levi, quién no había recuperado la consciencia en todo ese tiempo.
—Giselle, tu camisa—recalcó Hange, al notar que estaba rasgada por la parte inferior, no tardó en darse cuenta de lo que había hecho con la misma—. Tus heridas podrían infectarse.
La castaña se quitó la capa para ponérsela a su pareja, quién no emitía un solo ruido, pero una vez más, Giselle no se movía, Zöe tomó el rostro de su amada para mirarla a los ojos, esperando poder apartarla de ese pensamiento por un instante.
—¿Estás bien?
—Ha pasado un día, todavía respira, pero no se mueve—soltó Giselle—. El hecho de que Levi sobreviviera es por ser un Ackerman, pero no sé si él llegue a...
—Estará bien, Gisy, ha soportado peores peligros que una explosión, en cuanto recuperemos fuerzas encontraremos la forma de salir de esta situación—dijo Hange buscando animarla—. Por ahora, no podemos hacer más que dejar que Pixis y Armin manejen la situación.
—Eren, realmente destruirá todo—la Ackerman miraba al suelo mientras volvía a ponerse la manga de la camisa—. Pero las personas en las murallas estaremos a salvo, o algo así.
—Hasta que el resto de los países nos bombardeen supongo que así será.
Giselle se mantuvo en silencio por un instante recordando los caminos—Oí una voz, estaba llamándome.
—¿Hablas de Eren?
—No, era en aquellas tierras de arena, una voz distinta, decía mi nombre, quizás solo era una alucinación, pero no dejo de pensar en ello—dijo la azabache—. Finalmente está pasando, voy a volverme loca.
Zöe la miró por un instante, antes de soltar una pequeña risa, haciendo que Giselle la mire.
—¿En serio, eso es lo primero que se te ocurrió?—Hange a miró divertida antes de negar con la cabeza—. Gisy, eres una Ackerman, tu linaje oculta secretos inexplicables, tu clan se levantó contra el rey hace cientos de años, ¿Quién sabe? Quizás estés conectada con los caminos al igual que Eren.
Giselle se mantuvo callada pensando en sus palabras, tomando en cuenta los dolores de Mikasa, la fuerza sobrehumana, todo parecía rodear al clan Ackerman.
—Todo esto de soldados, clanes inhumanos, titanes... me daría igual si no formara parte de ninguno de esos grupos, tristemente estoy en medio de los tres—admitió la azabache—. Soy muy egoísta con mis deseos, no voy a negarlo, pero ahora que esta podría ser nuestra última noche con vida, mientras el mundo se derrumba, solo pienso en que quiero irme lejos contigo.
Hange se dedicó a escucharla, puesto a que Giselle jamás hablaba de esa forma.
—Mantendría a Levi e Historia ocultos, no me importa pelear por ellos, después de todo nací con ese propósito, soy una Ackerman ¿No?—continuó—. El bosque no es un mal lugar para vivir, y no tendrías que preocuparte por el ejército, ni por nadie, solamente la vejez...
Nuevamente el silencio reinó, Hange no sabía que decir al respecto, en el fondo lo anhelaba, una vida lejos de las responsabilidades como comandante, una vida donde Giselle pueda acompañarla hasta el fin de sus días.
—No podemos darnos esa comodidad.
—Sí, me basta con mantenerlos a salvo—dijo Giselle.
—Esto es más grande que nosotras, Gisy—contestó Hange—. Levi está muy débil, Mikasa tiene su propia pelea... ahora eres la soldado más fuerte de eldia, debemos pelear por algo más grande, para que así, tengamos la libertad que buscas.
—¿Realmente la tendremos?—Giselle sabía que eso era irreal, aún así le gustaba tener esa idea.
—Sólo... prométeme que lo intentaremos—las palabras de Hange hizo que ambas vuelvan a mirarse—. Promete que pelearemos por algo más grande que tú y yo.
—Hange.
—Las he escuchado hablar suficiente—la voz de Levi hizo que ambas mujeres volteen a verlo.
Inmediatamente Giselle se puso de pie para correr a verlo de cerca, sin importar la reacción de su hermano, la azabache lo abrazó con fuerza, sintiendo un verdadero alivio recorrer su cuerpo.
—Jamás he estado más feliz de ver esa cara de enano gruñón.
—Te veías muy feliz actuando como un matrimonio con cuatro ojos—respondió el hombre sarcástico.
—Hola Levi, me alegra que hayas despertado—soltó Hange saludando de lejos.
—Es mejor que comencemos a movernos—añadió Levi—. O a este paso, seremos presa fácil de algún jaegerista.
—Tú tranquilo—Hange levantó la vista hacia las afueras del bosque, claramente se podía apreciar al titán carguero acompañado de Theo Magath—. No tenemos que pelear solos, Gisy ¿Crees qué...?
La azabache se mantuvo callada por un instante, finalmente cedió ante la idea de Zöe.
Ambas mujeres se acercaron hacia los marleyanos honorarios, con la esperanza de poder llegar a un acuerdo de paz.
—Oigan—llamó Hange en un tono inocente.
La voz de la mujer hizo que Pieck y Magath reaccionaran, el titán carguero se aproximó a ellas dispuesto a devorar a ambas mujeres.
Inmediatamente, Giselle posó a Hange detrás de ella, desenvainó una de sus cuchillas y se dispusó a matar a ambos guerreros.
—¡ESPEREN!—gritó Hange, causando que el titán se detuviera.
Pieck y Theo miraron a las superiores de Paradis con confusión, pero la mujer Ackerman se negaba a bajar la guardia.
—Por ahora no nos coman—dijo Hange.
—General, es Giselle Ackerman, ella y su hermano son los soldados de los que Reiner nos habló—informó Pieck.
—Hay que deshacernos de ella, ahora.
—¿¡Qué!? Esperen solo un segundo—pidió Hange, pero fue interrumpida por una seña por parte de la azabache.
Giselle, completamente vulnerable tiró su arma al suelo levantando ambas manos, lo que dejaba ver las manchas de sangre por todo su uniforme y los moretones por el río, causando aún mayor curiosidad en los marleyanos.
—No tengo la intención de pelear con ustedes—habló Giselle—. Mi hermano... es un hombre que se niega a morir, no somos peligrosos en este instante, así que les pido de la forma más humana posible, escúchennos.
Al cabo de un par de horas, Leyna llegó al distrito Stohess, el lugar era un absoluto caos, si bien no había gente devorada por titanes, los escombros de las murallas acabaron con cientos de ciudadanos.
—¡Leyna!—la voz de su amiga ocasionó que ella volteara, Hitch levantaba su mano esperando a que Becker se acercara.
—Gracias al cielo, Hitch—Leyna no dudó en abrazar a Dreyse, aquella reacción causó curiosidad en la policía, pero dadas las circunstancias, se limitó a corresponder al abrazo—. ¿Te hiciste daño?
—No, pero este lugar explotará en disturbios si no hacemos algo al respecto—aclaró—. Leyna ¿Qué está ocurriendo? ¿Qué pasó en Shiganshina?
—Te lo explicaré luego, necesito que vengas conmigo—sin dar mayores detalles, ambas chicas se dirigieron a la base de la policía militar.
Leyna actuaba de manera completamente desconocida para Hitch, pero eso perdió relevancia al momento de ver como una hilera de lo que parecía hielo derretido, manchaba el piso de la base.
—¿Eso viene... del sótano?
—Quédate aquí, si no salgo en dos minutos, entra—ordenó Becker, la joven entró a la habitación en la que el rastro desaparecía.
En cuestión de segundos, una mano mojada tapó su boca, y aquella voz que pensó haber olvidado se manifestó a sus espaldas.
—Grita, y te abro el cuello—dijo—. Comienza quitándote esa capa.
Annie Leonhardt sujetaba con toda la fuerza posible a Leyna, pero en un movimiento veloz por parte de la pelirroja, Becker logró arrojar a Annie hacia adelante, comenzando un forcejeo entre ambas.
Al tener a la muchacha frente a frente, la rubia no tardó en reconocerla. Su rostro era el mismo a pesar de las cicatrices, aquella melena pelirroja había crecido hasta sus hombros, pero seguía tratándose de la chica que conoció en su entrenamiento.
—Tenías que ser tú, Leyna.
—¿Leyna?—Hitch irrumpió en la habitación, sin tomar en cuenta de lo que encontraría—. ¿¡Qué mierda!?
—¡Hitch, la puerta!
La policía cerró la puerta inmediatamente—Hay que contenerla en el sótano.
—No es necesario, está débil, no puede pelear.
—No es cierto—Annie mostró su mano, completamente ensangrentada—. Puedo convertirme en titán si así lo quiero.
—Mientes.
—Pruébame, Becker.
—Esta no era la reunión que esperaba...—soltó Hitch con cansancio, las tres chicas fueron interrumpidas por el sonido de alguien tocando la puerta.
—¿¡Todo en orden ahí!?
Guiadas por la desesperación del momento, la única idea que surgió fue huir por la ventana, mientras llevaban a Annie con ellas.
Dreyse las guió hasta el establo de caballos, planeaban salir del lugar antes de que las cosas se pusieran peor.
—Sí que eres inteligente, Hitch.
—Cállate—dijo ella, mientras tomaba las riendas del caballo—. Leyna dijo que debía sacarte de aquí, eso hice, significa que no hay más turnos para vigilarte.
—Me alegra oírlo—soltó Annie con sarcasmo—. Finalmente dejaré de escuchar todas sus estúpidas quejas sobre los hombres.
—¿¡D-de qué hablas!? ¡Si es Leyna quien habla de su Armin día y noche!—exclamó Hitch con enojo hacia Leyna, mientras el rubor se apoderaba de sus mejillas.
—¿¡Qué dices!? ¡Yo no le dije nada! ¡Si eres tú quien habla de...!
Al darse cuenta de las palabras de Annie, Leyna y Hitch cruzaron miradas llenas de sorpresa, mientras la rubia las observaba con indiferencia.
—¿Entonces todo este tiempo...?
—Estuve consciente, por cuatro años—soltó—. Era como un sueño profundo, lo único que podía escuchar era sus voces, y cuándo salí, la voz de Eren... ¿Realmente va a destruir todo el mundo?
Editado.
Oigan, House of Memories llegó a los 4K, de verdad no tengo palabras para expresar lo feliz que me siento muchas gracias por su constante apoyo.