LILY'S BOY

Autorstwa jenifersiza

1.3M 143K 79.9K

Antes de que comience su tercer año en Hogwarts, Harry se enfrenta a tres semanas enteras de tiempo sin super... Więcej

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60
Capítulo 61
Capítulo 62
Capítulo 63
Capítulo 64
Capítulo 65
Capítulo 66
Capítulo 67
Capítulo 68
Capítulo 69
Capítulo 70
Capítulo 71
Capítulo 72
Capítulo 73
Capítulo 74
Capítulo 75
Capítulo 76
Capítulo 77
Capítulo 78
Capítulo 79
Capítulo 80
Capítulo 81
Capítulo 82
Capítulo 83
Capítulo 84
Capítulo 85
Capítulo 86
Capítulo 87
Capítulo 88
Capítulo 89
Capítulo 90
Capítulo 91
Capítulo 92
Capítulo 93
Capítulo 94
Capítulo 95
Capítulo 96
Capítulo 97
Capítulo 98
Capítulo 99
Capítulo 100
Capítulo 101
Capítulo 102
Capítulo 103
Capítulo 104
Capítulo 105
Capítulo 106
Capítulo 107
Capítulo 108
Capítulo 109

Capítulo 52

9.6K 1.1K 341
Autorstwa jenifersiza

Después de un excelente fin de semana, Harry sonreía mientras se dirigía a desayunar el lunes. Había jugado al quidditch; se había besado con su novio; había terminado todos los deberes y por fin había hablado con Sirius. Su padrino había recuperado el espejo, y Harry estaba satisfecho de que lo estuviera haciendo bien por sí mismo; al parecer, el señor y la señora Weasley se habían mudado de nuevo a la Madriguera ahora que los niños estaban en el colegio, por lo que era más fácil que Sirius pasara más tiempo en Seren Du.

El buen humor de Harry murió en cuanto vio la primera página del Profeta.

Susan lo agarró de camino a la mesa de Gryffindor, redirigiéndolo a Hufflepuff en su lugar, y tan pronto como se sentó le empujó el periódico en su dirección. Al leer el titular se le encogió el corazón. -Oh, no lo hizo-.

-Sí lo hizo-. La mirada de Susan fue suficiente para que Harry se sorprendiera de que el periódico no estallara en llamas.

Umbridge se había hecho llamar "Alta Inquisidora de Hogwarts". Lo que, según aprendió Harry al leer el artículo, significaba básicamente que podía crear las normas escolares que quisiera, y decidir qué profesores se consideraban adecuados para sus puestos.

-Mira-, instó Susan, señalando el final del artículo. -Los ancianos del Wizengamot Griselda Marchbanks y Tiberius Ogden han dimitido en señal de protesta-.

-¿Dimitieron?- Harry se hizo eco en voz baja. -¿Qué significa eso?- ¿Cómo puede alguien renunciar a un puesto hereditario?.

-Han cedido sus asientos a Dumbledore por delegación-, explicó Susan, con una mirada agria. -Como gesto de apoyo-.

A Harry se le revolvió el estómago. Si bien estaba a favor de hacerles la puñeta al Ministerio, no quería que Dumbledore obtuviera más poder en el proceso. -Genial-. Eran dos puestos más que tendrían que intentar arrebatarle a Dumbledore. Peor aún, dos puestos de los que no conocían a los herederos. -Marchbanks es el puesto de Tremblay, ¿verdad?-, comprobó, y Susan asintió.

Tremblay y Ogden eran dos linajes que no habían hecho público su árbol genealógico en el último siglo. Ni Marchbanks ni Ogden tenían hijos que nadie conociera, y ambos eran algo mayores.

Si les ocurría algo mientras Dumbledore ocupaba sus puestos, sería casi imposible reclamárselos al director.

-Señor Potter-. Harry se enderezó y se giró para ver a Umbridge de pie frente a él, con ojos fríos. Su mirada se desvió por un momento hacia el papel que tenía en la mano, y una pequeña sonrisa de suficiencia cruzó sus labios. Harry la odiaba. -¿Puedo preguntar qué estás haciendo?-.

-...¿Desayunando?- Respondió Harry, confundido. Su sonrisa se tensó.

-Esta es la mesa de Hufflepuff. Tú eres un Gryffindor-.

Oh. Era como Dumbledore de nuevo todo el pasillo estaba lleno de estudiantes en la mesa de la casa equivocada, y sin embargo Harry era claramente el problema.

-Susan y yo estábamos discutiendo los últimos artículos del Profeta. El Ministerio aprueba que los alumnos se interesen por la actualidad, espero-.

A su lado, Susan estaba quieta como una estatua, observando cómo los ojos de Umbridge se entrecerraban.

-Diez puntos de Gryffindor, señor Potter-, declaró dulcemente. -Vuelva a su mesa, por favor-.

Susan le puso una discreta mano en el brazo antes de que pudiera discutir, lanzándole una mirada de advertencia con un pequeño movimiento de cabeza. Harry contuvo un suspiro. -Sí, profesora-. Le devolvió el papel a Susan y se puso en pie, dirigiéndose a sentarse con Neville en Gryffindor. Tenía el ceño fruncido cuando se sentó. -Odio a esa zorra-, murmuró. Neville tarareó de acuerdo.

-Prepárate. A partir de ahora sólo empeorará-, advirtió con tristeza. Harry apretó la mandíbula si ella quería jugar, él podía jugar.

Tenía a la mitad de los alumnos de Hogwarts de su lado, después de todo.

Comenzó otro lunes infernal, afortunadamente sin la interferencia de Umbridge en Historia de la Magia. En esa clase, Harry se sentó en la parte de atrás con Susan, sobre todo observando cómo se enfadaba más y más en silencio por toda la situación. Cuando le escribió una nota preguntándole si tenía un plan, ella se limitó a fruncir el ceño.

Era demasiado tentador utilizar Pociones como una oportunidad para desahogar su ira, pero Harry no quería llevar a Snape demasiado lejos; si alguien se daba cuenta de que estaba siendo un poco más indulgente con Harry de lo habitual, habría preguntas. Así las cosas, había una "D" roja en su redacción sobre la Piedra Lunar, aunque Harry sabía que era de una calidad al menos A, si no E.

Refunfuñó por ello, e hizo unos cuantos comentarios que le valieron un descuento de puntos por parte del severo profesor, pero a Harry no le preocupaba. Le iba bien en sus otras clases, podría recuperar esos puntos fácilmente.

Tenía la esperanza de que Adivinación le diera un poco de tregua a su mal humor, ya que Parvati y Lavender le habían prometido ayudarle con su diario de sueños; esa esperanza se desinfló rápidamente, cuando la trampilla se abrió justo cuando Trelawney estaba repartiendo ejemplares de El oráculo de los sueños, y una figura achaparrada y familiar apareció por ella. -Buenas tardes, profesora Trelawney-, saludó Umbridge alegremente.

Junto a Harry, Lavender apretó tanto su pluma que el tallo se rompió, goteando tinta sobre el mantel. Parvati temblaba de rabia.

Harry desapareció sin palabras el desorden, antes de que ninguno de los profesores pudiera darse cuenta. -Tranquilas-, advirtió a las chicas en voz baja, viendo cómo Umbridge se colocaba al frente de la clase, con el portapapeles en la mano.

La profesora Trelawney no era una de las profesoras favoritas de Harry -(de hecho, teniendo en cuenta que fue la Vidente que hizo la profecía que resultó en la muerte de sus padres, Harry estaría perfectamente feliz de no volver a verla en su vida)-, pero incluso él sentía simpatía por ella, al ser inspeccionada por Umbridge. Estaba claro que la mujer pensaba que la Adivinación era un montón de basura; y, de hecho, que Trelawney era un fraude.

Si las miradas pudieran matar, Umbridge estaría doblemente muerta por las miradas que Parvati y Lavender le dirigían. Las dos habían renunciado casi por completo a la interpretación de sus sueños, escuchando descaradamente cómo Umbridge acosaba a Trelawney para que le diera una predicción. -Así no funciona la Vista, bruja-, susurró Lavender con veneno.

Con las manos temblorosas y los ojos aún más abiertos de lo habitual tras sus gafas, Trelawney tartamudeó su habitual predicción grave peligro. Lo cual, honestamente, viendo que Umbridge era profesora de DADA en Hogwarts, probablemente no estaba muy lejos de la realidad. Sobre todo si seguía por el camino que llevaba, Lavender Brown mataría a la mujer en persona.

Harry sólo se sorprendió a medias cuando Trelawney se acercó a él, cogiendo su diario de sueños para empezar a interpretarlos; naturalmente, cada uno anunciaba una muerte espantosa y dolorosa. Después de cada predicción, los ojos de Trelawney parpadeaban esperanzados hacia Umbridge, como si predecir la muerte del estudiante que más odiaba le diera puntos a la vidente.

Harry no podía culparla por intentarlo.

Lamentablemente, no pareció impresionar a la mujer con aspecto de sapo, y cuando sonó la campana Umbridge miró fijamente a Trelawney, prometiendo que se pondría en contacto con los resultados de su inspección pronto, y luego bajó delicadamente la escalera.

De algún modo, se las arregló para llegar antes que ellos a su propia aula para la siguiente lección. Harry la estudió detenidamente, sonriendo cuando vio la reveladora distorsión de la magia de glamour alrededor de sus mejillas, el leve arqueo de su pecho ¿había corrido hasta allí, sólo para poder estar esperando en su escritorio en un intento de parecer imponente?

Esperaba que alguien la hubiera visto.

Las dos chicas de Gryffindor seguían echando humo de Adivinación, así que Harry las dejó, tomando su asiento habitual junto a Neville. No fue una sorpresa que Umbridge les pusiera a leer el capítulo dos, ni tampoco lo fue que Hermione levantara la mano y anunciara que había leído todo el libro y que tenía Opiniones.

Podía ser una molesta espía para Dumbledore, pero su dedicación al aprendizaje en este caso concreto estaba resultando profundamente entretenida para Harry, incluso cuando su enfado con Umbridge crecía con cada palabra que salía de la boca de la asquerosa mujer.

-Estoy aquí para enseñarte utilizando un método aprobado por el Ministerio que no invita a los alumnos a dar su opinión sobre asuntos de los que entienden muy poco-, dijo Umbridge con asco, pareciendo mucho más satisfecha de hacer callar a una niña de dieciséis años de lo que debería un adulto. Harry resopló en silencio después de dos veranos con Remus Lupin, apostaría a que entendía mucho más sobre hechizos y su clasificación que Umbridge y Hermione juntas. Pero no quiso hablar. Intentaba ser bueno.

-Puede que tus anteriores profesores te permitieran más licencias, pero como ninguno de ellos -(quizás salvo el profesor Quirrell)- habría pasado una inspección del Ministerio...-

-El profesor Lupin tiene una Maestría en Defensa otorgada por la Sociedad Internacional de Magia Defensiva-, estalló Harry; el desprecio hacia su querido padrino era un paso más en su ya desgastado temperamento. -Estaba más cualificado para impartir esta clase de lo que tú nunca estarás. El profesor Quirrell, en cambio, tenía a Voldemort asomando por la nuca... pero claro, quizá el Ministerio lo apruebe-.

Umbridge lo miró fijamente a los ojos, con las fosas nasales encendidas de furia. Harry oyó a Neville soltar un silencioso y resignado -Harry, no-, pero ya era demasiado tarde.

-Creo que otra semana de castigo le vendría bien, señor Potter-, le dijo Umbridge. No se inmutó.

Valía la pena.

-No puedo creer que hayas acusado al Ministerio de estar del lado de Quien Tú Sabes-, siseó Neville en cuanto estuvieron libres del aula.

-¡Fue ella la que dijo que Quirrell pasaría la inspección!- replicó Harry. Su amigo le lanzó una mirada inexpresiva eso no era una excusa, y ambos lo sabían. -No podía quedarme sentado y dejar que hablara así de Remus-.

-Que lo defiendas sólo va a empeorar las cosas, lo sabes-.

Harry se salvó de tener que responder al ver a Hannah Abbott acercándose a Parvati delante de ellos, susurrando algo al oído de la chica y apurando el pasillo. Al pasar, les dirigió a Harry y a Neville una mirada mordaz y una pequeña inclinación de cabeza.

-¿Ahora mismo?- murmuró Neville, y Hannah volvió a asentir con la cabeza y siguió caminando.

Harry oyó que Parvati le decía algo a Lavender sobre la necesidad de ir al baño antes de la cena, prometiendo ponerse al día. Él y Neville se desviaron casualmente del flujo de estudiantes que se dirigían al Gran Comedor, y Harry se dirigió a un pasillo que los llevaría justo a la salida del aula en la que a Susan le gustaba reunirse.

-Este es el peor momento-, refunfuñó, consultando su reloj -(tenía que estar en el despacho de Umbridge a las cinco)-, pero no iba a saltarse la reunión. Umbridge sólo llevaba un día como Alta Inquisidora y todo el ambiente del colegio había cambiado.

La gente le tenía miedo. Y Harry no iba a tolerar eso.

Los Hufflepuffs habían sido tan diligentes como el animal de su casa; todos los herederos estaban reunidos en poco tiempo, todos con aspecto de descontento. -No puedo estar aquí mucho tiempo-, advirtió Harry. -Tengo otro castigo con Umbridge a las cinco, y realmente quiero asegurarme de comer algo-. Si iba a estar derramando sangre toda la noche, no quería darle la satisfacción de que se desmayara.

-¿Otra vez?- Preguntó Ernie con incredulidad.

-Tienes que aprender a mantener la boca cerrada, Potter-, dijo Pansy. -Aunque, por curiosidad, ¿qué querías decir con que Quirrell tenía al Señor Tenebroso en la nuca?-.

Todas las miradas se dirigieron a Harry, y éste hizo un gesto para que no lo vieran. -Es una larga historia, se la contaré en otro momento-. Desde luego, la mayoría de sus aventuras de fin de curso habían sido un total misterio para el resto del colegio. -¿Para qué nos necesitabas, Susan?-.

-Toda esta mierda del Alto Inquisidor cambia las cosas. ¿Supongo que todos hemos tenido al menos una lección inspeccionada?- Todos menos Sullivan asintieron. -Bueno, está claro que está buscando sangre-.

-Fue horrible con la profesora Trelawney-, resopló Parvati.

-Olvídate de Trelawney-, descartó Cassius. -Le sacó una cinta métrica a Flitwick-.

Harry aspiró con fuerza -(¿Cómo se atreve?)-.

-Ahora que tiene el poder, puede añadir cualquier regla que le guste a los Estatutos de Hogwarts, siempre que Fudge lo firme-, explicó Susan al grupo con cara de mala leche. -No podemos dejar que nos detenga, pero tenemos que tener cuidado-.

-Leíste el periódico-, intervino Anthony, -ella está aquí para sacar a Dumbledore. En eso se va a concentrar-.

-Sí, pero lo quiere fuera porque cree que da demasiada libertad a los alumnos-, espetó Susan. -Va a restringir todas las libertades que pueda, para tratar de hacer enojar al director-.

-Como usar magia en las clases-, murmuró Padma con sorna. Eso le recordó a Harry algo que Sirius había dicho, en el espejo, la noche anterior.

-Me enteré por... un amigo-, tartamudeó evasivamente, -fuera de Hogwarts, que dice que Fudge no quiere que usemos magia en clase de Defensa porque cree que Dumbledore está entrenando a los alumnos como su propio ejército personal, para tomar el Ministerio-.

A primera vista, parecía algo sacado del Quisquilloso. Pero Harry pudo ver cómo las palabras se instalaban en la mente de sus compañeros herederos con una fuerte resonancia.

-¿Cómo, en nombre de Merlín, hemos acabado con un imbécil tan absoluto al frente de nuestro país?-. Susan suspiró desesperada, con la cabeza entre las manos. Harry hizo una mueca de simpatía.

El hecho de que Dumbledore dirigiera el colegio significaba que la gente salía de él olvidada y complaciente; la gente olvidada y complaciente naturalmente votaba a líderes olvidados y complacientes.

No es de extrañar que haya sido tan fácil para la oscuridad prosperar.

-Todos vamos a suspender nuestros exámenes-, se quejó Padma, con la voz temblorosa. -¡Nunca entraré en la Academia de Vigilancia sin al menos una E en Defensa!-.

-¿Por qué no haces que Harry te enseñe?-, sugirió Blaise en voz baja. Cuando Harry lo miró, el chico alto estaba sonriendo. -De hecho, ¿por qué no le pedimos a todos que nos enseñe Harry? No sólo a aprobar nuestros exámenes. Puede que Fudge tenga una bagatela por cerebro, pero... convertirse en un ejército para acabar con el Ministerio suena bastante divertido, ¿no?-.

Harry parpadeó incrédulo. -Tú... ¿quieres que haga qué?-.

-No es mala idea, en realidad-, dijo Hannah, con aspecto pensativo.

-¡No los estoy entrenando a todos para asaltar el Ministerio!- protestó Harry -¿Cómo iba a hacer eso?-.

-No, ese es mi trabajo-, respondió Susan con una sonrisa agresiva. -Pero llevas diciendo desde el año pasado que la lucha se avecina, y ahora que Quien-tú-sabes ha vuelto... deberíamos estar preparados. Todos somos objetivos, como herederos. Tenemos que saber cómo defendernos-.

Harry apenas podía creer lo que estaba escuchando. -Sólo soy de quinto año. No sé nada-. Claro, había estado entrenando con Snape y Remus y Sirius durante los veranos, pero... la mitad de eso no era nada que pudiera enseñar a los alumnos.

-Te has enfrentado al Señor Tenebroso más que nadie que siga vivo-, le recordó Draco con suavidad. Sus ojos plateados eran serios al cruzar las miradas con Harry. -Tú sabes cómo es. El hecho de que te enfrentaras a él y sobrevivieras, el año pasado...- Se interrumpió, negando con la cabeza. -Siempre has sido el mejor en Defensa. Y te conozco, sabes más hechizos de combate que cualquier otro alumno de este colegio, te lo garantizo-. Sus labios se curvaron en los bordes, una sonrisa desafiante. -Por lo menos, piensa en lo molesta que se pondrá Granger cuando todos tengamos mejores resultados que ella en los exámenes finales-.

Harry resopló a su pesar ese último punto era muy tentador.

Susan tenía razón, aunque odiaba admitirlo. Todos eran objetivos, y Voldemort ya había demostrado que no le importaba si alguien era estudiante o no antes de matarlo. La idea de que cualquiera de sus amigos se viera atrapado en una pelea y no pudiera defenderse, cuando Harry tenía la oportunidad de ayudar... hacía que su estómago se volviera de plomo.

-Bien-, aceptó. -Pero si estamos haciendo esto, no somos sólo nosotros. No somos los únicos objetivos los muggles y los mestizos, irá a por todos ellos. Necesitan ser capaces de defenderse, también-.

-Cuanta más gente esté involucrada, mayor será la posibilidad de que Umbridge se entere-, advirtió Anthony con duda.

-Sólo preguntaremos a aquellos en los que podamos confiar. De todos modos, la mitad del colegio piensa que soy un loco mentiroso, no les interesará. Pero... es una idea-. Miró su reloj y luego maldijo. -Tengo que irme. Piénsalo y vuelve a llamarme. Pensaré en algunas formas de mantenerlo todo en secreto-.

Hizo un gesto apresurado por encima del hombro para evitar cualquier protesta y salió corriendo de la habitación. Eso les daría algo más que Umbridge para hablar, al menos.

Apenas le dio tiempo a preparar un apresurado sándwich de carne asada cuando llegó al Gran Comedor, y lo engulló mientras caminaba a toda velocidad hacia el despacho de Umbridge, haciendo lo posible por no atragantarse. Llegó justo a tiempo, se tomó medio minuto para serenarse y entró en el despacho. Como antes, el escritorio con su blonda de encaje tenía la Pluma de Sangre y algunos pergaminos sobre él, y Umbridge estaba sentada en su propio escritorio, sonriendo con dagas en los ojos. "Ya sabes lo que tienes que hacer", le dijo, señalando el asiento vacío.

Harry se sentó y comenzó a escribir. En cuanto sintió el dolor en el dorso de la mano, dejó caer el glamour; no serviría de nada si la falsa cicatriz no se reabría como Umbridge había previsto. No se había curado del todo -(Snape le había advertido que tardaría semanas, incluso con el dittany)- y el dolor era peor que nunca cuando la piel se abría, la sangre brotaba y goteaba por su mano.

No se inmutó, no vaciló, no hizo ningún ruido. La satisfacción ardía en su interior: tenía que ser muy irritante para Umbridge, verle totalmente indiferente a la tortura a la que le estaba sometiendo.

Ella no sabía que él había pasado toda su infancia siendo entrenado para hacer todo tipo de tareas sin mostrar dolor. Si no había ni siquiera moqueado cuando Vernon lo había enviado al colegio con tres dedos rotos a los ocho años, un pequeño corte en el dorso de la mano no iba a hacerlo.

Pasaron las horas. Alrededor de las diez, Umbridge le hizo una seña para que se acercara, inspeccionando su mano. Un ceño fruncido cruzó sus labios. "No es un recuerdo tan permanente como esperaba", murmuró. "No importa. Al final de esta semana, estoy seguro de que lo conseguiremos".

Ella lo despidió con una sonrisa sacárica, y Harry se alejó despreocupadamente. Sólo cuando estuvo solo utilizó los hechizos que Snape le había enseñado, limpiando la sangre reseca en su piel.

Realmente, ya estaba perdiendo su toque, dejándolo ir sólo una hora después del toque de queda. La pérdida del tiempo de los deberes era más un castigo que el dolor podría ser.

Angelina lo alcanzó en el desayuno a la mañana siguiente, con una mirada premonitoria. -George me ha dicho que te han castigado otra semana-.

-Lo siento-, le dijo él, haciendo una mueca. -Es que...-

-No has podido evitarlo, ¿verdad?-, espetó ella, y luego titubeó. -Harry, sé que es difícil. Sé que ella lo tiene todo para ti. Pero, por favor, por mi bien, ¿puedes intentar controlar tu temperamento? Nunca ganaremos la copa de quidditch si mi jugador estrella está siempre castigado-.

Dijo esto justo cuando McGonagall pasaba por delante de la mesa de Gryffindor. La bruja de pelo gris se congeló, girando sobre sus talones para mirar fijamente a Harry. -¿He oído bien?-, dijo, levantando una ceja. -¿Más castigos, Potter?-.

-Otra semana con la profesora Umbridge-, confirmó él mansamente. Los labios de McGonagall se adelgazaron.

-¿Después de la conversación que tuvimos la semana pasada?-.

-Dijo cosas desagradables sobre el profesor Lupin-, argumentó Harry, levantando la barbilla de forma desafiante. Su expresión se suavizó por un momento, pero no duró mucho.

-Creo que ambos sabemos que el profesor Lupin no querría que te tomaras la molestia de argumentar en su favor-, dijo McGonagall brevemente. -Especialmente contra alguien cuya opinión valora tan poco-.

Ese añadido, un comentario más tranquilo que el comienzo de su frase, hizo que Harry sonriera. -Por supuesto, profesora. No volverá a ocurrir-. Ella tenía razón, naturalmente; Remus no querría que Harry desperdiciara su aliento con Umbridge. Ella era tan exasperante.

-Procura que no ocurra-, fue la escueta respuesta de su jefa de casa, antes de subir a la mesa principal.

Angelina parecía desconcertada por la conversación, tal vez por la flagrante, aunque silenciosa, indiferencia de McGonagall hacia su compañero. -Bueno-, tartamudeó, frunciendo el ceño hacia Harry una vez más. -Te pierdes el entrenamiento del jueves, pero habrá otro el sábado. Tienes suerte de que sepa lo bueno que eres, Potter-.

-Realmente lo siento-.

Angelina se desentendió de sus excusas, echándole un último ojo antes de volver a sentarse con los gemelos.

Después de su pequeño intercambio con McGonagall en el desayuno, Harry se alegró en silencio cuando entró en Transfiguración esa misma mañana y vio a Umbridge instalada en un rincón del aula, mientras McGonagall saludaba a sus alumnos como si no se diera cuenta de la intrusión.

Lo que siguió fue quizás la lección de Transfiguración más entretenida de la vida de Harry. McGonagall fue absolutamente magistral en sus respuestas cortantes y secas a cada interrupción de Umbridge; Harry quedó impresionado por su carácter ecuánime, y aún más por la forma en que hizo que Umbridge pareciera haber sido abofeteada en múltiples ocasiones. Hizo una lista de todas sus calificaciones y reconocimientos -(que eran muchos)- y llamó brevemente la atención de Harry mientras lo hacía, con una mirada que brillaba con una diversión bien escondida.

Ella había escuchado los detalles de sus críticas a Umbridge, entonces.

Era hermoso verlo; no había ningún profesor en la escuela más cualificado, competente o realizado que la profesora McGonagall, e incluso Umbridge lo sabía. Es más, McGonagall había sido tanto profesora de Transfiguración como jefa de Gryffindor durante tanto tiempo, que habría una absoluta indignación por parte del público en general si fuera destituida por el Ministerio. Al fin y al cabo, muchos ex Gryffindors ocupaban puestos en el Ministerio.

-Bueno-, dijo Umbridge con cierta debilidad, después de una puñalada bien dada a su propia destreza docente. -Ciertamente has estado en esto durante bastante tiempo. Incluso se podría decir que demasiado tiempo-. Se rió como una niña. -Después de todo, no querríamos que el nivel bajara por la complacencia-. Una luz tortuosa entró en los ojos de Umbridge. -¿Tal vez una demostración de uno de tus alumnos? Sólo para asegurarte de que no estás perdiendo tu toque-.

Las fosas nasales de McGonagall se encendieron. -Si hubieras prestado atención, te habrías dado cuenta de que todos los alumnos han estado practicando sus hechizos durante toda nuestra conversación, Dolores-, dijo. Eso sólo hizo que Umbridge sonriera más.

-Entonces no les importará hacerlo para mí una vez más-. Se giró hacia la clase y sus ojos pasaron por delante de Hermione cuando la chica levantó la mano con confianza. Harry supo lo que venía mucho antes de que ella lo dijera. -¿Sr. Potter, quizás?-.

McGonagall le dirigió una mirada, y Harry dejó que sus labios se movieran en la más mínima de las sonrisas. Hace uno o dos años, esto podría haber significado un desastre, pero ahora no; ahora, Harry estaba ascendiendo rápidamente a la cima de su clase en la mayoría de las asignaturas. Transfiguración no era una excepción.

-¿Me da un ratón nuevo, por favor, profesora?-, pidió, el epítome de un estudiante modelo.

-¿Ha perdido el primero, señor Potter?- comentó Umbridge con sorna, pero fue ignorada; McGonagall sacó un flamante ratón de la caja de su escritorio y lo dejó frente a Harry. Había una advertencia en sus ojos para que no la defraudara, pero Harry no se inmutó.

Levantó la varita, pronunció el encantamiento con claridad y dio un golpe de muñeca.

Al instante, el ratón desapareció por completo.

-Muy bien, Potter. Cinco puntos para Gryffindor-, concedió McGonagall con un asentimiento decisivo. Se volvió hacia Umbridge, cuyo rostro volvía a adquirir el color de los Vernon-Dursley. -¿Satisface eso tu curiosidad, Dolores?-.

Umbridge soltó un silencioso resoplido y volvió a garabatear notas en su portapapeles, hasta que sonó la campana.

Harry no estaba seguro de qué se sentía mejor, si la absoluta indignación que Umbridge mostraba por el hecho de que Harry fuera un mago competente, o la expresión de indignación que tenía Hermione; en su escritorio, junto a la cola que aún se movía del ratón medio desvanecido de Ron, había una sola pata de ratón.

El viernes por la noche, Umbridge mantuvo a Harry en detención hasta las once y media; parecía decidida a hacer el mayor daño posible antes de tener que dejarlo ir una vez más.

-Esto debería bastar por ahora-, declaró satisfecha, una vez que hubo inspeccionado su mano. -Espero que por fin haya aprendido la lección, señor Potter-.

Harry se limitó a asentir, dándole las buenas noches y dirigiéndose a las mazmorras.

Para su sorpresa y temor combinados, Snape no estaba solo en sus aposentos.

-Voy a matarla-, gruñó Remus, con los ojos brillantes del lobo mientras acunaba la mano de Harry entre las suyas. -¿Cómo se atreve a dañar así a mi cachorro?-.

-Moony, estoy bien-, aseguró Harry con tono tranquilizador. -Esto no es nada, de verdad-. Le iba a quedar una cicatriz, se daba cuenta, incluso con la atención de Snape. Pero podría unirse a las demás cicatrices de su cuerpo.

Se preguntó qué pensaría Umbridge si le enseñaba todas las marcas que le había dejado su tío, si le decía que tenía algo en común con los muggles que los métodos muggles eran más efectivos, en realidad, así que más le valía mejorar su juego.

-¡No es nada, esto es ilegal!- argumentó Remus. Snape le puso una mano en el hombro y el hombre se desplomó cansado. -No quiero que recibas más detenciones tratando de defenderme, Harry. Me encanta que estés dispuesto a luchar así por mí, pero de verdad, ella no merece la pena-.

-No fue sólo por defenderte-, dijo Harry, tratando de no retorcerse mientras Snape frotaba dittany en la herida sangrante. -Fue sobre todo por señalar que Quirrell estaba poseído por Voldemort-.

-Tampoco es una causa digna-, señaló Snape con rotundidad. -Por el bien de Salazar, Potter haznos un favor a todos y aprende a mantener la boca cerrada-.

-Si estoy castigado, ella no tiene tiempo para nadie más-, replicó tercamente. Hasta donde él sabía, Umbridge sólo tenía una Pluma de Sangre.

-¡No eres responsable de toda la maldita escuela!- siseó Snape. -¿Cuánto tiempo tardaremos en acabar con esas tonterías sin sentido con las que Albus te ha llenado la cabeza?-.

-Por favor, cachorro-, intentó Remus con seriedad. -Ya me preocupo bastante por ti, con Dumbledore tan cerca de ti. No me des otra cosa para ponerme gris-. El intento de broma fue débil, pero hizo que la culpa se retorciera en el estómago de Harry.

-Es que... la odio, mucho. Está poniendo a mucha gente en peligro con su ridículo plan de estudios aprobado por el Ministerio-.

-Pero eso no es algo que vayas a arreglar teniendo un castigo con ella todas las noches-, fue la respuesta de Remus. Cuando Snape se apartó de la mano casi curada de Harry, el hombre lobo se abalanzó para abrazarlo. -Que haga lo que ha venido a hacer complicarle la vida a Dumbledore. Todos sabemos que es temporal. En cuanto el Señor Tenebroso vuelva a salir a la luz, Fudge y Umbridge perderán toda credibilidad, y ella se quedará con el culo al aire-.

Harry frunció los labios. -Eso es confiar mucho en que Voldemort haga un movimiento-. Observó a los adultos con desconfianza, y su mirada se dirigió al antebrazo de Snape. -¿Qué sabes tú que yo no sepa?-.

-Muy poco, en realidad-, aseguró Remus. -Sólo que Voldemort va claramente tras la profecía. Has visto lo que le pasó a Podmore en el periódico, supongo-.

-¿Imperius?- presumió, y Remus asintió.

-Creemos que sí. Ciertamente, están tratando de meterse en el Departamento de Misterios; por suerte, los Inefables son uno de los pocos departamentos genuinamente competentes del lote-.

-Ojalá mi conexión con él fuera más útil-, refunfuñó Harry. -Estoy tratando de bloquear mi parte lo mejor que puedo, pero con los sueños... No sé si no está celebrando reuniones o simplemente me mantiene fuera de ellas a propósito, pero todo lo que estoy recibiendo de él es este maldito pasillo interminable con una puerta cerrada-.

La columna vertebral de Snape se puso rígida. -¿Puedo echar un vistazo?-.

Harry asintió, y unos ojos oscuros se encontraron con los suyos. Se obligó a relajarse al sentir la intromisión, empujando sus sueños al primer plano de sus pensamientos. Snape no se entretuvo, y cuando Harry parpadeó, el hombre tenía el ceño fruncido. -Es el Departamento de Misterios-, confirmó. -Está tratando de despertar tu curiosidad-.

-¿Cree que yo tendría más suerte que él para entrar?- murmuró Harry, poniendo los ojos en blanco. Al menos ahora sabía por qué sus sueños eran tan repetitivos. De repente, se le heló la sangre. -Si me está dando estos sueños a propósito, ¿crees que lo sabe? ¿Que soy un horrocrux?- Peor aún; ¿sabía que Harry era consciente de que era un horrocrux?.

El rostro de Snape era grave, pero negó con la cabeza. -Lo dudo. Hay poca o ninguna información sobre un recipiente humano para un horrocrux; además, teniendo en cuenta lo que pasó la noche... la noche en que te hiciste esa cicatriz, dudo que la división de su alma fuera intencionada. Probablemente la reacción mágica fue suficiente para astillar un trozo, puesto que ya era tan frágil por los rituales de horrocruxes anteriores. Probablemente piense que es un residuo mágico de la maldición asesina fallida-. Una sonrisa sombría cruzó sus finos labios. -Puede que no esté al tanto de tantos de sus planes como Lucius Malfoy, pero soy a quien acude el Señor Tenebroso para investigaciones mágicas difíciles y oscuras. Si él estuviera investigando la posibilidad, yo lo sabría-.

Harry trató de tranquilizarse por la confianza en el tono del hombre, pero seguía sintiendo frío.

Al menos ya no le dolía tanto la mano.

Czytaj Dalej

To Też Polubisz

196K 11K 18
El maldito NTR pocas veces hace justicia por los protagonistas que tienen ver a sus seres queridos siendo poseidos por otras personas, pero ¿Qué suce...
517K 34.9K 42
{Segunda parte de : "La Obsesión del Mafioso} Sinopsis: Imagínate conocer a un sensual hombre, super millonario, que te haya ofrecido su ayuda para p...
25.7K 4.2K 17
Hay fantasmas enterrados en las paredes de la mansión en Westchester. Secretos encerrados en el laboratorio de Kurt Marko y en lo que antes fue la sa...
1.8K 190 4
🎉 ㅤㅤㅤ Ronarry. Twitter AU. Julio 2023 / mayo 2024. No sé, por el cumpleaños de Harry.