Mátame Sanamente

De ashly_madriz

304K 23.4K 13.4K

Cualquiera puede creer que la vida de las porristas universitarias solo se trata de las piruetas, los chismes... Mais

Prefacio
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58 (final).
Agradecimientos e información importante.
Aviso
Aviso 2

Capítulo 43

1.8K 207 219
De ashly_madriz

REINA ABEJA:

Así es como ser una rompecorazones, A los chicos les gusta la apariencia del peligro Haremos que se enamoren de una extraña, una jugadora que les canta "te amo".


Al día siguiente el sol brillaba en todo su esplendor sobre el césped de la facultad, mientras yo me dirigía a paso ligero por la entrada del campus. La noche anterior había terminado con Aiden y yo en una misma habitación y la pésima excusa de que estaba aburrida, me sentía sola y que necesitaba algo de su compañía.

No iba a contarle lo sucedido con Samantha, mucho menos que esta había destrozado el setenta por ciento de mi ropa.

A decir verdad, él estaba actuando de una forma muy extraña e incluso un poco comprometedora. Su preocupación, curiosidad y las desmesuradas muestras de afecto público no eran una parte del comportamiento normal de una persona como Aiden, por el contrario, eran una clara señal de alerta.

Antes del amanecer había despertado e incluso avisado que iría a correr, luego a su entrenamiento matutino en el gimnasio y que posteriormente regresaría con el desayuno y unas palabras de aliento para mi examen.

Esa mañana me encontraba caminando por los pasillos decorados con calabazas de Halloween, intentando recordar cada una de las respuestas para no olvidarlas. Mientras me movía de salón en salón las miradas se posaron en mí y unas cuantas personas se acercaron para felicitarme y entregarme sus buenos deseos de apoyo en mi candidatura.

La noche anterior las redes sociales habían explotado, siendo mi presentación lo primero de las cosas en aparecer en las tendencias de los sitios de chismes y las páginas de cotilleo en la universidad.

Sería una hipócrita si dijera que no quería eso, por el contrario, estaba amando cada una de las fotos y la atención extra sobre mi cabeza si eso molestaba a Samantha. 

Cuando llegué a mi destino saludé a todos con una amplia sonrisa, buscando entre las filas hasta que hallé mi lugar, notando con extrañeza que sobre la mesa reposaba una gran docena de rosas blancas con todo y jarrón.

Me quedé estática, observando con algo de estupor el hecho de que aquello no podía ser normal.

Los jadeos y vociferaciones de mis compañeras no se hicieron de esperar, jalándome del brazo y preguntando si había sido un regalo o si ya tenía algún admirador; para mi mayor lástima no tenía nada que responder y solo opté por callar.

No me gustaban las rosas, tampoco me agradaba su aspecto. Olían como Amanda y la única persona que me regalaba flores y se las aceptaba era Aiden y, como siempre, habían sido girasoles, por lo que el dueño de tal arreglo no tenía nada que ver con él y mucho menos sabía de mi aberración por las mismas.

Las olisqueé con una mueca de desagrado, buscando alguna nota en ellas, hasta que encontré una pequeña tarjeta de vinilo escrita a mano, la cual no indicaba destinatario más que unas simples felicitaciones de su parte y un número de teléfono.

Con un poco de confusión las aparté del lugar y tomé asiento en mi silla, para luego de unos minutos comenzar a rellenar el formulario con las preguntas de mi examen de una forma casi veloz.

Mi mente daba vueltas, me sentía observada y no lograba concentrarme. Odiaba las rosas, su olor me transportaban a mi infancia y al encierro, esas eran dos etapas de mi vida que no quería recordar.

El tiempo paso con lentitud y una vez había terminado salí del lugar a toda prisa, dejando a mis compañeros atrás con el ramo de flores quemándome las manos, esperando encontrarme en el camino algún cesto de basura para desecharlas sin tener testigos de ello.

Cuando me recompuse de mi nerviosismo, intercepté a Katherine saliendo de su aula. Me había despedido de esta la noche anterior al desaparecer de la casa de las animadoras para irme con Aiden, teniendo la excusa de que acababa de cambiar de opinión y que deseaba pasar la noche con él.

El rasguño y los moretones causados por Samantha se encontraban maquillados, siendo camuflajeada a la percepción por un exceso de base y corrector de ojeras, haciéndola parecer un poco mayor e incluso demacrada.

Una vez Kate me vio su expresión cambió por completo.

Me sentía más fresca, ligera y feliz porque era la forma más sencilla de deshacerme de Samantha. Haciendo que sus propios pasos y acciones cavaran su tumba.

Pobre Sam, era una pobre muchacha que soñaba todo el tiempo con convertirse en una mala perra. En nuestros tiempos de instituto era la pobre nerd, ese título no se lo había ganado por inteligente o buena estudiante. Era por su actitud y por según todos ser "fea".

Tomaría su lugar en la escuadra, su popularidad y todo lo que le pertenecía, luego la haría llorar lágrimas de sangre en su —ahora— bonito rostro, o mejor aún, le desgarraría el cuello.

Katherine y yo nos sentamos en la mesa de la cafetería, charlando de forma silenciosa entre nosotras, mientras mirábamos a nuestros teléfonos sin integrarnos a la conversación o siquiera conectar miradas con Sidney y Samantha. Estas parecían más felices de lo usual, conversando entre ellas como era lo común. Ambas observaban con asco sus bowls de ensaladas al ver a las otras hacían típica acción de escupir sin tragar.

Todas masticaban, pero nadie en realidad tragaba. Lo disimulaban cuchicheando y diciendo cosas sobre los preparativos del concurso anual. Juzgaban con recelo a cada una de las candidatas. Si estaban gordas, si se veían flacas, si eran altas o demasiado bajas.

Ninguna se fijaba en que ellas, todas ellas, tenían algún complejo o trastorno alimenticio, el cual habían desarrollado por sus mismas ambiciones al querer pertenecer al equipo de las animadoras.

Para ellas era más importante lucir bien de lejos en la escuadra que no ver sus huesos al espejo cada mañana.

—Entonces, Kira, ¿ya estás lista para la presentación anual de la elección? —Samantha me miró con recelo desde su lugar, rompiendo así la barrera que había creado al estar tanto tiempo en mis pensamientos.

Tuve que sonreírle con cinismo, intentando disimular que no me quería reírme de ella en su cara. Lucía igual de intranquila que la noche anterior, solo que esta vez con el rostro y el cabello perfectos, sin dejar escapar un solo pelo de su cola alta.

—Claro, siempre me ha gustado el Halloween, es la ocasión perfecta para que las brujas y las campesinas se vistan de lo que son —admití riendo, mirando a la nada y en un tono alto para que todas pudiesen escuchar—. Pobres sirvientas, ¿no?

—¿Conque muy confiada? Te diría que es difícil llegar a la final, aún más si te portas como una malcriada. Es una lástima que los bonitos rostros se arruinen accidentalmente, ¿no?

Samantha entornó los ojos tras su mal tacto, todo en ella era tan pasivo agresivo que me daba risa.

¿Acaso era una amenaza?

—¿Por qué? ¿No quieres ceder tu título? —le inquirí, con una leve sonrisa para contrarrestar mi suave tono—. ¿O temes que te lo puedan quitar?

No esperaba que aquello hiciera reír a las demás, incluso a Sidney que en vez de intervenir solo le dio una palmada en la espalda y se carcajeó sobre esta sin que hubiera un mañana. Samantha no pareció tan feliz, por lo que con amargura pateó sus cosas y se levantó de pie para irse, dando zancadas y una última mirada de repulsión.

Todas en la mesa ignoraron su reacción y siguieron comiendo sus cosas como si nada hubiese pasado.

A mi lado Katherine me codeó, dándome una sonrisa cómplice. Recordaba el hecho de que la capitana estaba en ese estado por su culpa, no era una mansa paloma y entre ellas se podían sentir un odio latente que me daba ganas explotar sobre sus cabezas para ver el mundo arder.

No había tenido la oportunidad de hablar con Kate de lo sucedido, se mostraba reacia y a la defensiva, por lo no iba a meterme en donde no me llamaban; suficiente era tener que lidiar con Samantha para tener también que preocuparme por Sidney.

Regresé mi vista a mi teléfono mientras masticaba mi barra energética, desesperada porque el timbre sonara. La risa de Vicky y Hannah se escuchaba más fuerte de lo normal, mientras ambas discutían las últimas tendencias de la moda del momento.

Aiden estaba mandándome mensajes de texto, preguntando sobre mi examen y que esperaba verme por resto de la tarde al terminar el entrenamiento.

Absorta en mis pensamientos sentí la patada de Hannah por debajo de la mesa, haciendo que despegara la vista a mi celular para escuchar a Sidney, quien anteriormente había pedido silencio, mientras yo me encontraba distraída.

—Como ya saben, Kira, Hannah y Vicky serán parte del concurso anual de la belleza del campus. Por lo que me honra como su capitana guiarlas en todo este proceso.

—¿Haremos algo para Halloween? —interrumpió Hannah a Sidney, quien la fulminó con la mirada al no dejarla continuar.

Yo hice una mueca, rodando los ojos y esperando que ambas fueran al grano y terminaran lo más rápido posible de hablar.

—Sí, Hannah. Estarán al frente y como es costumbre todas haremos un espectáculo de baile la noche de la presentación. —Alzó la voz la morena, captando la atención de las personas a nuestro alrededor.

—¿Y qué bailaremos? —inquirí con diversión.

Estaban haciendo alusión a que nadie excepto a mí me parecía importante el hecho de que más que bailarinas éramos atletas. Mis esfuerzos por hacerles cambiar de parecer habían sido en vano.

—Ya que quieres participar debo avisarte que la coach quiere verte antes del entrenamiento, tiene algo para ti.

Sidney estaba ignorando por completo a mis preguntas, por lo que yo le sonreí con satisfacción, creyendo a que se debía a mi presentación del viernes, rogando tal vez, solo tal vez, que las cosas pasaran más rápido de lo pensado.

Iba a comentarle algo, pero antes de que tuviera la oportunidad Samantha había vuelto, arrastrándose a su lugar perteneciente como si no hubiese estado gritando minutos antes.

Mis ojos viajaron en dirección hacia la persona que con ella arrastraba. No eran mentiras de que iba a jugar sucio ya que, parada junto a esta, Luna se escondía como un gatito asustado que tenía miedo de ser devorado por una manada de hienas, o mejor dicho, caimanes con pelos falsos y uñas postizas, sus amigas favoritas.

Si la reina abeja creía que aquello iba a afectarme pues estaba equivocada.

Katherine giró su rostro en mi dirección con incredulidad, como si se estuviera preguntando quién mierda era esa chica y que hacía entre nosotras. El resto estaba igual, a la expectativa, pues Luna no era con exactitud el promedio de quienes solían sentarse en la mesa principal.

—Les presento a mi amiga —habló Samantha de repente, al mismo tiempo que sacaba una de las sillas y la hacía sentarse apuntando hacia donde estaba yo—. Es amiga de Kira y su nombre es Luna.

—¿Y qué hace aquí? —le preguntó Sidney, como si no tuviese remedio.

Luego de escuchar lo que decía me encogí de hombros sin importancia y seguí comiendo de mis barras de proteína como si fuera algo casual, todas las demás lucían incómodas, hasta que Samantha nos miró:

—No seas tan superficial, Sidney. ¿Acaso no puede sentarse aquí? —Su voz sonando con reproche.

—Es que...

—Tú nada, Katherine. Si es amiga de Aiden Jackson no veo porque no pueda ser amiga tuya también, así como eres de Kira —Samantha la interrumpió.

Hasta ahora Luna, ya sentada, solo se quedó mirando los platos durante un momento, luego me miró como si se estuviera preguntando lo mismo que Kate, por qué estaba allí y que coño tenía que ver.

No era mi culpa, Samantha solo era una loca que la estaba usando para humillarme y yo no iba a hacer nada para defenderla. No me agradaba.

—¿Es amiga de Aiden? —jadeó Vicky, sacando su atención de su manicura y dirigiéndola por completo al chisme.

—No solo amiga, creo que hasta salen juntos —soltó Samantha entre risas, todas la miraron ceñudas, ya que para ellas aquello no tenía lógica—. No solo eso, creo que es algo así de Kira como socia... Ya saben, esa clase de socias y no exactamente de negocios.

¿Qué mierda le pasaba?

Tuve que controlarme y solo sonreír, mientras mis manos sangraban producto a las uñas clavadas en la carne de mis palmas. Como todas parecían serias, solo aumenté la intensidad de mi risa, haciendo que las otras también rieran y que Samantha comenzara a quedar como una estúpida.

No iba a ganarme de esa forma.

—¿Alguien te esta preguntando? Disculpa, Sam, pero no estamos en preescolar. ¿Por qué te importaría con quien salgo? ¿Tan mal te caigo?

—Es solo una novatada, Kira, mi equipo y mis reglas. Si no te gusta, te vas.

Antes de que pudiera refutar aquello, Sidney, quien permanecía impasible, se aclaró la garganta y dio un golpe tan fuerte a la mesa que resonó contra mis oídos de forma inesperada.

Esta nunca intervenía o hacía algo, por lo que su expresión me decía que estaba realmente molesta y afectada por la otra.

—¡Ya basta, Samantha! ¿Tu equipo, tus reglas? Entonces te suspendo. ¡No te quiero en mi vista, tampoco en mi equipo! Y tú, Kira, no me hagas echarte también. ¡Ninguna de las dos es importante aquí y si yo lo digo se irán!

Mis ojos y los de las otras se abrieron de par en par. En mi garganta se había formado un nudo y que tuve que tragar en seco para evitar protestas y que yo terminara perdiendo al irme en su contra.

Luego hubo un pequeño silencio. Escuché un sorbo por la nariz y era Luna quien lloraba. Tuve ganas de pararme y reír, pero solo pude fingir encontrarme apenada y decepcionada de mí misma por mi comportamiento.

Samantha parecía en un estado de Shock, pálida e iracunda, hasta que finalmente reaccionó, poniéndose de pie, pateando su silla y tomando a Luna por el codo.

—Prefiero largarme, Sidney. Me voy porque me da mi puta gana, no porque me eches. Me voy porque me tienes harta, ¡porque estoy hasta la puta madre de seguir órdenes de una maldita alimaña como tú! —Samantha había azotado la mesa de tal forma que un par de tazones de vidrio volaron por los aires, cayendo destrozados, hechos añicos sobre el suelo.

Exhalé con fastidio, aunque por dentro estaba disfrutando del show.

El rostro de ambas estaba lleno de ira y desagrado, una mezcla que no podía descifrar, pero que quería descubrir por el simple hecho de que amaba el caos.

Siempre habían parecido tan unidas que el simple hecho de la molestia oculta de Samantha era una nueva pieza en el juego que nunca había visto venir. Su unión siempre había figurado como algo meramente genuino y no superficial.

Desde mi ángulo vi a Sidney apretando la mandíbula, tenía la cólera a mil, tanto que parecía que iba a reventarse los dientes.

—Deberías arrepentirte de ello, Samantha, aunque tal parece que no tienes vuelta atrás.

Sidney era la reina abeja, por lo menos de forma oficial y estaba tratando a su favorita como una sucia cucaracha.

***

Una vez terminada la tarde me encontraba sentada en las bancas del campo de fútbol esperando a Aiden como me había pedido, él estaba en una reunión con su agente, producto a su reciente avance en la temporada.

Sidney había echado a Samantha de la escuadra y por increíble que pareciera, la entrenadora le había dado el sí. Claro que me alegraba, aunque no creía que la fuesen a echar de forma tan simple. Era mucho mejor que la otra en lo que hacía.

La actitud de esta me había sorprendido, la pelea de ambas y como la situación estaba tan tensa en el entrenamiento que podía sentirse palpable.

Revisé mi teléfono esperando tener noticias de Riven, pero este seguía sin comunicarse y por desgracia era una pieza clave en mi plan. Una vez los compañeros de equipo de Aiden comenzaron a salir me recompuse en mi asiento y guardé mi celular.

No quería regresar a la casa de las animadoras para salir salpicada de los problemas de las demás, prefería mil veces regresar a mi casa por más peligroso que fuera o quedarme de paso en un hotel.

Uno a uno los chicos fueron saliendo y me saludaron con cortesía, Aiden no terminaba aún sus pendientes, así que seguí esperando.

A pasos rápidos un alegre Félix se acercó en mi dirección, lucía el cabello excesivamente mojado, haciendo que aquello fuese un factor distractor para su gran sonrisa.

Mis labios se contorsionan en una mueca al verlo venir, era demasiado ruidoso, demasiado fastidioso y demasiado cercano a Sidney. Una mezcla que no me agradaba para nada.

Intenté ignorarlo, pero este se posó frente a mí, bloqueando mi vista de la puerta y haciendo que tuviese que alzar el mentón para verlo.

Llevaba una gran calabaza tallada entre sus manos. El vegetal esbozaba una sonrisa feliz y este estaba imitando en su rostro la misma expresión.

—¡Calabaza, por fin te encuentro sola! —habló de pronto este, al mismo tiempo que soltó la fruta, haciéndola rodar por el césped y sacando una ligera maldición.

—Hola de nuevo, Félix —respondí yo, sin apartar la mirada de mi teléfono—. Bonita tarde, ¿no?

—Tiempo sin vernos, ya sabes, sales con otro, estamos en Halloween, hay calabazas. —Este hundió las cejas, después se dobló para recoger la calabaza y tomar asiento en donde me encontraba yo, obligándome a hacerme a un lado para que pudiera entrar—. Lo siento, me mandaron a hacerte compañía.

Esto no se lo creía ni él mismo.

—Que yo sepa estoy bien —le respondí con indiferencia.

—De hecho, quería hablar contigo, ¿sabes? Aún tenemos pendiente lo de la otra vez.

—¿Yo? ¿Hablar contigo?

Se miró las manos y yo rodeé los ojos con exasperación, siendo un poco más odiosa de lo usual, ya que este era un baboso y no tenía que ofrecer, ni siquiera su compañía. Odiaba su boca floja y su presencia no era la más agradable, era la peor.

Me le quedé mirando, removiéndome en mi asiento incómoda, luego lo vi llevarse la mano detrás de la nuca pensando en que decir, hasta que murmuró:

—Creo que podemos salir un día a dar una vuelta. Te llevaré a bailar, te gusta bailar ¿Ya me viste bailar?

—De acuerdo Félix, tú, Sidney, Katherine, ¿y cuántas más?

En el rostro de este no hubo ningún asomo de diversión. Tenía una expresión seria e incluso severa a pesar de sus palabras atropelladas.

—Hablo en serio —insistió el.

—No hay nada que quiera de ti, mucho menos con tus novias ahí.

Quise levantarme, pero este me tomó del brazo, obligando a mi cuerpo a sentarme; intenté patearlo, pero se apresuró a decir:

—Quiero salir contigo, tú lo iniciaste el primer día de clases, me calentaste y luego te largaste.

Era un baboso y yo estaba perdiendo la paciencia.

Coquetear con alguien por conveniencia no era sinónimo de querer coger. Mucho menos con un tipo tan asqueroso que trataba a las mujeres como él lo hacía.

—No, no voy a salir contigo ni quiero salir contigo —expresé, esquivando su agarre y apartando sus manos que insistían en tocarme.

Si seguía, iba a tener que abofetearlo.

—Te apuesto a que sales con cualquiera. Te vi saliendo con Jackson.

—Lo siento, Félix, no soy tu tipo, ni tú eres el mío. ¿Sabes qué es lo peor? También se lo dije a tu otra chica, Katherine, he estado saliendo con la misma persona por los últimos seis años —emití, escupiendo algunas risas—. Eres poca cosa y no me interesas, no como hombre.

—¿En serio no te interesa nada de mí, calabaza?

No, de él no, pero sí me interesaban cosas de Sidney y de Samantha.

Me quedé quieta, respirando de forma agitada, mientras este ardía de la rabia, parpadeando como un estúpido. Sí, era demasiada poca cosa; era guapo, pero lo que tenía de guapo lo tenía de baboso.

—No. —Fue un sonido austero y severo. Me fijé en que su expresión era confundida. No estaba acostumbrado al rechazo—. Pero sí puedes hacer algo por mí. Yo no te gusto Félix y tampoco te gustara cuando Aiden te rompa la mandíbula si me sigues molestando, pero te gusta el dinero, te encanta el dinero.

—No sé a qué te refieres. —Él negó con la cabeza, no muy convencido de que aquella conversación fuese por un rumbo bueno.

—Eres un maldito gigoló de mierda que se aprovecha de su novia para sacarle un par de billetes de veinte, ¿qué estarías dispuesto a hacer por unos cuantos miles?

Iba a asegurarme decirle algo más, en cambio este se puso de pie con rapidez, llevándose las manos a los bolsillo, tomando de regreso la calabaza que traía entre las manos y llevándosela al pecho como un escudo.

—Como si tuvieses para pagar.

—Sí, tengo para pagarte eso y mucho más. —Le sonreí.

Felix parpadeó con desconcierto y de golpe soltó una carcajada. Fue alta y ocasionó que yo inspirara hondo y lo observara como un adefesio de pies a cabeza.

Entre mis manos tomé mi bolso, buqué mi cartera y saqué varios fajos de billetes de cien, contando uno por uno hasta que llegaron a diez, luego los puse sobre mi pierna y me di el tiempo para apreciarlo.

La idea brillando como un letrero neón dentro de mi cabeza.

Una pequeña prueba, si Riven ya no era mi siervo, lo mejor era contratar a otro y educarlo como propio.

Al verme suspirar, contando cada uno de los billetes con mis manos, sus ojos se abrieron como platos. Estaba a la expectativa, si antes no lo creía ahora sí sabía que era más que verdad.

—¿Qué quieres, calabaza? —se apresuró a decir.

—Muy bien, pequeña cucaracha. Comenzaremos por algo sencillo —murmuré casual, adoptando la postura que usualmente mi madre tenía para dar las órdenes, luego este me instó a seguir con una señal en sus manos—. Veo que no me equivoqué. Ahora bueno, tomaras algo por mí, una pequeña cosa, algo que necesito.

»Antes de que Samantha lo desocupe, tomarás las llaves de su locker y me las traseras.

Esas llaves eran la pieza más importante para acabar con ella y finalizar mi plan, si fallaba estaba jodida. Era más sencillo usar a un conejillo de indias como lo era Félix.

—Sidney me mataría si me la tiro —se quejó este.

—Yo no te estoy pidiendo que te la tires, maldito imbécil. Eres el novio de su amiga, ve y consíguelas, no me interesa como.

—¿Las llaves por los mil? —contestó.

—Las llaves por diez mil, y estos... —Le lancé los billetes, uno por uno, haciendo que tuviera que inclinarse y recogerlos. Esa pequeña humillación era por ser un imbécil y utilizar a Katherine—. Son para este momento.

—Sidney no le habla a Samantha. No sé cómo poder hacerlo.

—Ese es el punto —dije, muy segura de mi misma—. Es un trabajo difícil, por eso diez de los grandes. Si lo haces bien tal vez te dé más.

»Por ahora inclínate y recoge esos, si te apetece puedes hacerlo con la boca.

No era sorprendente o muy difícil de creer que aceptara, desde la primera vez que lo había visto lo había estudiado para convertirlo en algo así como mi esclavo. No me equivocaba en estas cosas y todo era parte de un plan fríamente detallado.

Yo le gustaba, por lo menos mi físico, también le gustaba mi auto, si lo trataba como una perra no iba a importarle.

—¿Para qué vas a necesitar las llaves? —Sonó tranquilo, pero un tanto intrigado.

Yo le solté un resoplido instantáneo, haciendo una mueca con la nariz.

Me estaba comenzando a cansar.

—Primera lección, Félix. Desde ahora eres mi esclavo, los esclavos no hablan, no sienten y no respiran, por lo tanto no preguntan. ¿Quieres rodearte de personas con dinero? Somos sucias, crueles y vengativas. Abre los ojos; accediste y ahora entenderás que no hay vuelta atrás. Si hablas, yo misma buscaré quien te corte la lengua... o mejor aún, lo haré yo.

Parecía aterrado y yo solo estaba regocijándome con su miseria.

En eso, puede divisar la presencia de Aiden saliendo junto con su entrenador. Trotó hacia donde me encontraba yo, cortándole el rollo a Félix y mirándolo con complicidad.

Cuando este estuvo cerca, me lancé encima de él y lo abracé. Rodeando su cuello con mis brazos y dándole un suave beso en la mejilla.

Félix curvó su boca hacia abajo con desagrado y entornó la mirada hacia nosotros. Interrumpiendo el saludo y la buena vibra que desprendía el pelinegro de su cuerpo.

Este lució confundido cuando vio a Félix y no evitó demostrarlo, alzando una ceja en su dirección, pero igualmente lo ignoró restándole importancia.

—No que solo habías tenido un novio, calabaza —murmuró con desdén, mirando hacia abajo y en un tono más alto de lo normal.

—En realidad ella no te está mintiendo —mencionó Aiden con arrogancia, tomándome de la mano y sacándome del alcance del otro.

—Sí, Félix, solo tengo un novio y no se trata de ti. 

X

Comenten mucho en este cap para que suba más rápido el capítulo que todos están esperando. Yo también ando ansiosa. Bueno, ya tenemos al esclavo y todo está por saberse. 

¿Qué les pareció?

¿Una última teoría antes de que todo se revele?

 Tengo los nervios de punta, si les soy sincera este misterio a estado comiéndome por casi dos años desde que comencé a escribir esta historia. Los amo, muchas gracias por leer. Voten y comenten, me encanta leer sus comentarios. XOXO; Ashly. 

Continue lendo

Você também vai gostar

429K 20.3K 70
**PRIMER LIBRO DE LA SERIE PERFECTOS** Ella es inexperta en el amor. Él no quiere volver a querer. Ella es el día y él es la noche. Ambos son diferen...
170K 16.9K 88
Nirali es una joven del Principado de Chariot. A ella siempre le han gustado las historias de fantasía y magia. De hecho, desde las vacaciones de ver...
6.3K 889 14
MC enfrenta un dolor indescriptible y una culpa que la carcome al enterarse por Alan Bloomgate que la mina se ha incendiado sin dejar sobrevivientes...
2.7K 235 12
Acompañar a tu mejor amiga a un evento, que como tal no te interesa, no tiene nada de especial. ¿O sí?