capítulo treinta y cinco:
la triste verdad.
Los tres meses infiltrada en el ghetto pasaron de forma lenta y tortuosa, aparentar ser alguien completamente distinto mientras hablas con las personas que masacraron a tu pueblo era algo demasiado agotador mentalmente, sin embargo Leyna estaba segura de que después enviar su informe final, el ataque de Paradis sería pronto.
Su estadía en tierras enemigas no fue la mejor, las noches estaban llenas de gritos por parte de los enfermos en el hospital, además que la simple presencia de Zeke Jaeger le revolvía el estómago, de todas formas, se mentalizó lo suficiente para no perder la cordura.
Desde su llegada, Eren había hablado muy poco con ella, inevitablemente sintió un auténtico vacío, pues su amigo no era la persona que solía ser, e inconscientemente comenzaba a extrañarlo.
Pero no todo era tristeza, ya que cierto soldado de las filas marleyanas no había permitido que Leyna se mantuviera en soledad, dejando de lado su cooperación, Colt y Falco Grice habían sido personas muy amables con ella, incluso comenzaba a considerarlos amigos, si tan solo fuera posible.
Aun así, estaba segura que no serían capaz de corromperla, su familia, y verdaderos amigos la esperaban en Paradis, esa era la única razón por la que hacía todo lo necesario para volver a verlos pronto.
La pelirroja caminaba por las calles del Liberio, mientras sus ojos reflejaban asombro ante la gran feria que rodeaba el lugar, había comida de todo tipo, música, incluso hombres parados en zancos disfrazados de payasos, jamás en su vida creyó ver una feria así de grande.
-¡Señorita Ámbar!-la voz de un niño hizo que ella saltara, notó que se trataba de Falco, Udo, Zofia y claro, Colt-. ¿¡Ya probó estas delicias!? ¡Creó que moriré por la emoción!
Falco y Udo devoraban sus helados, mientras la niña comía con bastante calma, a su lado Colt soltó una risa.
El mayor de los Grice levantó la vista hasta Leyna, quien tras regalarle una sonrisa como saludo aclaró la garganta apartando la vista con leve nerviosismo.
Durante todo ese tiempo, Leyna le ocasionaba eso, y tardó en comprender el porqué, sin embargo planeaba finalmente decirle como se sentía, después de todo era el día perfecto, con algo de timidez Colt extendió su brazo de forma que Leyna pudiera engancharse del mismo-. ¿Te gustaría acompañarme a ver el lugar?
-Adelántense, iremos a buscar a Gabi ¿No es así?-Falco jaló a su par de amigos en dirección contraria.
Soltando una corta risa a causa de los niños, Becker finalmente cedió envolviendo su brazo con el de Grice. Victorioso, Colt comenzó a caminar a la par de la pelirroja, dispuesto a pasar lo que quedaba del día junto a ella.
Por primera vez en tres meses, la soldado de Paradis sintió haber dejado su papel de Ámbar, y finalmente comenzó a comportarse como Leyna.
¿Y cómo no? Todas aquellas maravillas no le permitían quedarse quieta, desde la comida como el maravilloso algodón de azúcar hasta los músicos en una plaza, que llamaron la atención de ambos jóvenes, reunidos alrededor de un círculo montones de gente se dejaba llevar por la melodía jamás escuchada, Leyna no pudo evitar sonreír, pues a pesar de no ser como su hogar, en realidad no estaba mal.
Colt la miró de reojo mientras una idea se formulaba en su cabeza, no podía apartar la vista de ella, aunque lo intentara era imposible, su mirada bajó hasta la mano de la pelirroja, cuestionando si realmente quería tomarla.
Por otro lado, Leyna miraba el lugar ignorando por completo la mirada de Colt, había olvidado por completo que aquellas personas intentarían matarla si supieran la verdad, que si Colt supiera la verdad, la mataría sin dudar.
Pero ese era el costo de ser joven y vivir en guerra ¿No es así? Aquel pensamiento invadió la cabeza de Leyna de golpe, haciendo que todo el escenario se pusiera en cámara lenta y recordara que todo, incluso su amigo Colt, era parte de la gran mentira que montó.
Y que en cuestión de días tendría que renunciar a ello, para liberar a Paradis.
Debía matar a la gente del Liberio para que Paradis obtuviera su victoria, debía regresar a su inhumanidad como una soldado.
-¿Leyna, estás bien?
La voz de Armin Arlert resonó, después de cerrar los ojos y sacudir la cabeza de Becker reaccionó regresando, se trataba de Colt-¿Ámbar, necesitas algo?
-Hay que irnos...-Leyna sintió como de un instante a otro la escena recordaba velocidad, ocasionándole desorientación.
-De acuerdo-Colt notó como su expresión cambió abruptamente, con la intención de sacarla de ahí tomó la mano de la chica, pero esto no duró demasiado.
-¡No me to...!-la primera reacción de Leyna fue soltarlo de forma algo violenta haciendo que él se sorprenda, aquellos pensamientos estaban ocasionándole otro arranque, era el tercero en el mes, pero jamás le había ocurrido en público-. Perdón, necesito espacio.
El muchacho asintió comenzando a abrirse paso entre la multitud para alejarse con ella, su instinto fue llevarla hasta el muelle que no se encontraba muy lejos de ellos, donde tomaron asiento.
-Lo lamento, no sabía que sufrías de arranques... fue irresponsable de mi parte-mencionó el rubio algo apenado.
-Son consecuencias de la guerra ¿No es así?-respondió, sin muchas ganas de explicarle la situación completa mientras movía los dedos para quitar esa horrible sensación de hormigueo en sus manos.
Lo cierto era que desde la recuperación del muro María, Leyna Becker no había sido la misma.
Todo comenzó con pesadillas, los gritos de Bertholdt o el recuerdo del cuerpo de Armin calcinado, incluso una imagen borrosa del cuerpo de Marco aquel día en Trost, seguido de pequeños flashbacks en momentos inoportunos, creía haberlo controlado, hasta aquellos arranques de ira que le daba horribles sentimientos de agobio y unas incontrolables ganas de llorar.
Sentía que era una verdadera carga para Armin, Sasha, Mikasa o Jean, pues eran los que habían presenciado varios de esos ataques sin embargo Leyna se había propuesto evitarlos hasta estar en soledad, pues no quería causar mayores problemas a las personas que tanto apreciaba.
A pesar de lidiar con el miedo de que un día, ya no pueda controlarlo.
-Lo siento, creí que ya no ocurrían.
-No, está bien-Colt se aseguró de no hacerla sentir culpable-. Debí imaginarlo, yo tampoco debí obligarte, después de todo estuvimos en la misma guerra.
-Así es, somos malditos soldados de la maldita nación de Marley, un país que no ha hecho más que aterrorizar a otros y masacras pueblos enteros, dejando familias rotas-soltó llena de ira-. Un país que de querer asesinarnos en masa lo harían.
-Eso ya lo sé-dijo Grice con la cabeza baja-. Es por eso que quise convertirme en guerrero, para alivianar un poco todo este odio hacia nosotros.
-¿Y qué se siente? ¿Saber qué un día tendrás el poder de un titán? ¿Qué podrás matar en masa, acabar con civilizaciones y gente inocente en nombre un país como este?
El rubio se mantuvo en silencio.
-Tú también has matado...
-No Colt, tú no eres igual a mí, y jamás podrías serlo-dispuesta a dejar el lugar la pelirroja se puso de pie.
-¡Ámbar, espera!-sin pensar en las consecuencias Colt tomó la mano de la joven-. No pretendo hacerte creer que eres igual a mí, solo digo que fuimos víctimas de una misma guerra.
-Víctimas-soltó ella-. ¿Realmente lo somos, Colt?
Grice la miró con bastante confusión, por más que se esforzara en comprender su punto no podía lograrlo.
-Eso creí-Becker se zafó del agarre inmediatamente, Colt la observó hasta que la muchacha se perdió nuevamente en la multitud.
-Maldición-Grice volvió a sentarse pensando en todo lo ocurrido, jamás creyó que Ámbar se llegaría a comportar así.
Pero algo que no sabía, era que Ámbar solo era parte del teatro armado por Leyna.
Becker caminó con prisa hasta el hospital evitando cualquier mirada sobre ella, de haber tenido un poco de cuidado quizás hubiera evitado aquel empujón que la haría chocar miradas de reojo con aquel hombre.
-Perdone...-Reiner Braun musitó sin darle la importancia necesaria, hasta que reconoció aquellos ojos caoba-. ¿¡Qué!?
El soldado Braun volteó a ver sin poder creer lo que había presenciado, a pesar de haber querido bloquear los recuerdos de su vida en Paradis, habían miradas que jamás podría olvidar, entre ellas estaban esos ojos que tanto caracterizaban a Leyna, su excompañera.
Por más que buscara entre la multitud, le fue imposible encontrarla nuevamente, incluso retrocedió y buscó en miradas ajenas, sin tener éxito, fue entonces que cayó en la conclusión de que había sido producto de otra alucinación, apenado, regresó a su camino.
Leyna sintió como el corazón se le saldría del pecho, y como la ira la invadía nuevamente, Reiner era inseguro, pero no lo suficientemente estúpido para no notar que se trataba de ella, estaba convencida que, de no haberse cubierto con el sombrero y el saco, la hubiera encontrado.
Avergonzada de su error a causa de sus pensamientos Becker se propuso no volver a tener ninguna distracción, ya que dentro de dos días la legión iría por ella y atacaría Marley.
Hasta entonces no volvería a estropearlo.
Una noche antes del gran evento, Zeke, Eren, y Leyna se encontraban en uno de los depósitos del hospital con nada más que la luz del foco iluminándolos.
-Tenemos todo cubierto, ¿No es así? Esperen una brillante actuación por parte mía-añadió Zeke burlón, Eren solamente miraba a un punto fijo en el suelo.
-Mientras dan el discurso serás transportado fuera de la zona, de acuerdo al plan pondré la primera linterna para el dirigible de esa forma Sasha podrá ubicarse, sin mayores dudas creo que en efecto, todo está cubierto-dijo Leyna revisando entre sus cosas si tenía todo lo necesario.
-Parece que estás entusiasmada por el reencuentro con los tuyos, es una lástima para Colt-añadió el mayor de los Jaeger.
-Está de más decir que planeo no se entere-intervino Becker con molestia, ganando que Eren la mirara, la pelirroja se reincorporó-. Para evitar distracciones.
-Eso no está al alcance de mis manos, Leyna-respondió Zeke-. Será mejor que tú también mantengas tu teatro hasta que estés segura de que no te encajará una bala en el cráneo.
Becker sacó su equipo anti-persona, mirando el arma detalladamente.
-Así será.
AHHH, ya comenzaron las consecuencias del estrés post traumático de Leyna, y agárrense se viene el ataque a Marley.
Buenomevoy, hasta el jueves.