Que electricidad

By pondwritess

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enemies to lovers ⚡️ More

prólogo
que lo hayas disfrutado
podemos estar así todo el día
ya he visto lo suficiente
no sabes nada de mi
pero si eres tú la que has venido
¿te diviertes?
perdona por preocuparme
¿te puedo pedir algo?
no estás sola
¿por qué te importa?
al menos piensas en mi
¿por qué debería confiar en ti?
no somos amigos
hasta que te canses de mí
no me importa
quédate conmigo
eso no te lo crees ni tú
no sé que tipo de persona eres
que fácil lo ves todo
una malísima idea
yo siempre quiero
guilty pleasure
cuando tú quieras
pide un deseo
echarse de menos
fluye
todo y nada
nosotros
tenemos todo el tiempo del mundo
Quién lo iba a decir
electricidad

Las mejores cosas suceden cuando no las esperas

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By pondwritess

Samantha bloqueó la pantalla de su móvil al ver que había recibido un correo importante.

Ese maldito correo que llevaba una semana esperando y que no recibía, por fin lo tenía, por fin iba a salir de dudas.

Había presentado uno de sus poemas a un concurso, el premio era la publicación del mismo y una buena cantidad de dinero. Dudó, pero finalmente decidió que era momento de hacerlo, era momento de enfrentarse a sus miedos y presentar al mundo su verdadera cara. Presentar a la verdadera Samantha. La Samantha llena de miedos, la que se emociona, la que siente intensamente (más de lo que le gustaría reconocer), la que se preocupa por los demás, la que se enamora incondicionalmente y siente miedo a sufrir. La Samantha que sueña con ser mejor persona, la que sueña con hacer algo que le llene.

Las siguientes semanas después de que tuviese esa conversación con Flavio no fueron muy diferentes, apenas se habían visto. Cada uno estaba tan absuelto en sus cosas que preferían dejar todo fluir y les iba bien, porque después de un día ajetreado solo les apetecía dejarle un mensaje al otro, tan solo dos líneas para hacer saber que se tenían presenten y que estaban bien... Detalles que marcaban la diferencia.

Cuando Samantha le comentó al chico que iba a presentar uno de sus poemas a un concurso, este se sintió orgulloso de ella, de todo lo que había crecido desde que la conoció, de lo mucho que se estaba dejando conocer y no solo lo estaba dejando a él, sino al mundo y eso era lo más importante. Él siempre supo que había algo en ella, más que esa fachada de niña popular que se empeñaba mostrar al mundo. Claro, en redes seguía publicitando alguna que otra marca que había contactado con ella, pero no eran gran cosa, no era famosa como tal, tan solo tenía un pequeño público que le permitía colaborar con marcas. Pero ella ya no prestaba tanta atención a esas cosas, había dejado de contestar los mensajes proponiéndole cosas, tan solo lo hacía ocasionalmente.

El chico acababa de salir de la ducha cuando recibió un mensaje de la rubia diciéndole que había recibido un e-mail del concurso. No quería abrirlo.

Ella no le pidió nada, tan solo le hizo saber que le daba miedo abrirlo. Era normal, a todos nos da miedo ver aquellas respuestas que esperamos con ansias, pueden ser muy buenas o muy malas.

Flavio no lo dudó ni un segundo, se vistió rápido y emprendió rumbo hacia el apartamento de la chica, sabía que ese e-mail no iba abrirse solo. También sabía que no le había dicho a nadie más que se había presentado a ese concurso, él era el único que lo sabía y en parte se sentía privilegiado. Le gustaba tener esa clase de secretos con ella, de ser el único que sabía cosas importantes de ella, se sentía valorado por ella y eso hacía que las ganas de verla aumentaran. Las ganas de verla y sus sentimientos que llegados a este punto no se esforzaba por negarlos.

Él sabía que se había enamorado, lo había hecho de la forma más sana y pura. Se enamoró incondicional e irrevocablemente sin quererlo, sin buscarlo, pero aprendió que las mejores cosas ocurren así: sin quererlo y sin planearlo.

Pasó por la panadería de debajo de su casa y compró unos dulces caseros para llevarle, un pequeño detalle. Él confiaba en ella y en que ganaría ese concurso, había leído esos poemas y para él eran buenísimos, pero si no ganaba, no pasaba nada, tendría dulces y estaría con ella para hacerle ver que eso era el principio de un camino.

Cuando tocó el timbre del piso, se encontró con una Maialen ojiplática, la cual no esperaba para nada verlo allí y menos con una bolsa de la panadería de abajo.

— Mira a quién tenemos por aquí – comentó la castaña con una risita. – Imagino que a mí no vienes a verme.

— Imaginas bien, pero hola, ¿cómo estás?

— Que decepción, pero gracias por preguntar, estoy bien – contestó dejándolo pasar y cerrando la puerta. – ¿Has traído dulces? Seguro que no son para mí.

— Son para Samantha – confesó.

— Jolín, macho, hoy no es mi día – se quejó divertida. – Sam está en su habitación, haciendo no sé qué. No quise molestarla por si está usando el mambo, no quiero encontrarme con esa imagen en mi cabeza.

Flavio se rio ante aquel comentario.

— Seguro que puedes coger alguno, no creo que se coma ella todos, pero si no, otro día te traigo a ti – le dijo sincero

— Me gusta ese plan – la chica se quedó pensativa durante unos segundos y lo miró como si estuviera haciéndole una inspección. – Espera, eso quiere decir que vas a volver y si vas a volver quiere decir que... ¿me he perdido de algo?

— No sé, creo que no.

— Lo último que sé es que le tocaste el piano. Que romántico grillito, tú sí que sabes cómo ganártela, aunque no te hace falta hacer nada para eso, ya la tienes ganada.

— Bueno..., no ha pasado gran cosa desde entonces, así que tampoco podría decirte si te has perdido de algo. Estamos en esa fase de dejar fluir las cosas, hablamos de vez en cuando y no sé, – se encogió de hombros y soltó un suspiro – he venido sin avisar, quizás no quiere que esté aquí.

— Flavio, has venido a verla a ella exclusivamente con una docena de dulces, ¿de verdad crees que no le va a hacer ilusión verte? Tira para adentro.

— Supongo que tienes razón.

— Claro que la tengo, siempre la tuve, y ahora estáis los dos enamorados y sin estar juntos. Sois tontísimos los dos, pero creo que estáis haciendo las cosas bien, no trae nada bueno forzar las cosas, creo que os estáis conociendo más individualmente. Es importante conocerse uno mismo en todas las fases de su vida y el estar enamorado es una de ellas. Es importante conocer cómo es uno en ese ámbito, cómo afecta a su vida, qué aporta, qué se siente, qué puede aportar a la otra persona..., y creo que lo estáis haciendo bien. Echarse un poco de menos es buena señal y a vosotros os hacía falta para daros cuenta de que estáis locos el uno por el otro.

Flavio la miró y solo sonrió sin mostrar los dientes. Supuso que tenía razón, estaba conociendo esa fase de sí mismo que desconocía por completo, la de un Flavio enamorado y lo mejor de todo es que le gustaba como se sentía. ¿Cómo no iba a gustarle si era correspondido?

Con timidez se acercó a la puerta de la habitación de la chica y abrió despacio. Entonces la vio tirada en su cama, dormida. Se acercó sigiloso a la cama y se sentó a su lado, dejó los dulces en la mesita de noche y volvió su mirada hacia ella.

Pensó en lo bonita que estaba dormida, tan despreocupada de todo, calmada. Su cuerpo se movía al ritmo de sus respiraciones, cualquiera podría dudar que estuviese preocupada por aquel correo. Estaba seguro de que aún no había abierto y que el motivo de esa siesta era no pensar en ello.

Se mantuvo quieto, observándola durante unos largos minutos, hasta que la chica se movió un poco e hizo que su cara fuese tapada por sus mechones rubio. Flavio los apartó con cuidado para seguir observando su cara y sonrió al ver que estaba haciendo caritas mientras dormía.

Con cuidado se tumbó en la cama, junto a ella y se quedó así durante un largo rato, tan solo viéndola dormir. Juró que podía pasarse la vida así, viendo a la persona más bonita que había visto en su vida, al menos para él.

La chica se movió de nuevo e inconscientemente echó su brazo encima de él, quedando de esta forma un poco más pegada, dándole a Flavio una visión más cercana de ella. El chico sonrió y comenzó a enredar sus dedos en uno de sus mechones. Era la primera vez en mucho tiempo que estaban de esa forma, lo había echado de menos. Aún la echaba de menos aun teniéndola tan cerca y es que se puede extrañar a alguien aun teniéndola cerca, porque hay muchas formas de echar de menos a alguien.

Él extrañaba sus miradas, esas que iban dedicadas a él, su sonrisa y que el fuera el culpable de las mismas. Sus caricias, sus besos, sus suspiros, sus abrazos, su cuerpo, su piel, el simple contacto con ella, el placer de sentirla, sus charlas, sus bromas... Echaba todo de menos, aunque ahora estuvieran cerca, aunque hablasen de vez en cuando, aunque se hubiesen visto, no era lo mismo. La necesitaba al completo y no solo un pequeño porcentaje. Necesitaba dejar de extrañarla y eso era algo que le costó darse cuenta y admitir.

No supo cuando tiempo estuvo de aquella forma, el brazo ya le dolía un poco al no haber cambiado de posición y de no haber parado de jugar con su pelo, pero tampoco quería moverse, quería tenerla así durante un rato más.

Samantha se movió lentamente, se había acostado para no tener que mirar ese correo, lo abriría cuando estuviese preparada, quizás por la noche o al día siguiente. Daba igual cuando lo abriese, el caso es que no estaba preparada, daba igual si era positivo o negativo, no sabía cómo abarcar cualquier resultado porque todo significaba una asimilación.

Abrió los ojos poco a poco y se percató de que no estaba sola. Reconoció su olor y supo que se trataba del chico, en ese momento abrió los ojos de golpe sorprendida de encontrarlo en su cama.

— Flavio – exclamó incorporándose mientras no le quitaba ojos de encima, ¿estaba soñando? Ni ella sabía.

— Buenas tardes – saludó con una sonrisa. - ¿Has dormido bien?

— Sí, pero... ¿tú que haces aquí? ¿Por qué no has avisado de que venías? Madre mía, y yo dormida, que cuadro, ¿pasó algo?

— Era una sorpresa – confesó y se incorporó para sentarse. – Sé que ese correo te preocupa y si mi instinto no me engaña, aún no lo has abierto, así que quería estar contigo para que no estuvieses sola a la hora de verlo. Te traje dulces, para celebrar o ahogar las penas, lo que sea. Cuando llegué estabas dormida y no quise despertarte así que aquí me quedé.

La rubia no pudo evitar derretirse con aquel gesto del chico, había ido a su casa solo para que ella no estuviese sola para abrir un simple correo, aunque para ella no era un simple correo, era una casilla de salida. Era imposible no quererlo si tenía esos detalles con ella, incluso cuando no eran nada, a riesgo de que ella pudiese echarlo, él se había atrevido a ir sin avisar solo para que no estuviese sola.

En ese momento deseó tirarse encima de él y comérselo a besos, pero no lo hizo, tan solo lo miró y sonrió de medio lado.

— Gracias – agradeció y se acercó a él dándole un beso en la mejilla. Es lo máximo que se permitió hacer, no quería parecer demasiado eufórica. No porque no lo estuviese, porque la Samantha de su cabeza estaba saltando, gritando, rodando cual croqueta en su cabeza, como si de una adolescente se tratase. Hacía tanto tiempo que no se sentía de esa forma que casi podía sentirlo como si fuese la primera vez.

— Para eso estamos, no tienes que agradecerme nada, lo hago porque quiero y porque te quiero – lo soltó así sin más, sin pensar. Fue una de estas cosas que te salen solas sin pensar porque es lo que sientes y quizás luego te arrepientes al decirlas, pero él no lo hizo. No se arrepintió de soltarlo porque estaba harto de callarse y guardar todo lo que sentía.

— Eres el mejor – Samantha había oído perfectamente lo que el chico le dijo y no quiso darle mucha importancia porque él tampoco se la había dado, no porque ella no sintiese lo mismo, sino porque no era momento para hablar de ello. Ella estaba en ese punto de su vida que le daba igual admitir lo que sentía, eso también era parte del proceso de crecimiento que estaba viviendo como persona. Quizás debió de decirle algo, no quería que él pensara que a ella no le importaba, así que se acercó un poco a él y apoyó su cabeza en su hombro rozando su cara como si fuese un gatito. – Hueles muy bien – comentó y esa fue su forma de responderle sin decirlo directamente.

— Gracias – sonrió y pasó su brazo por los hombros de ella, haciendo que esta se acurrucara en él. – Eres un gatito.

— Sí – confirmó al mismo tiempo que fingía el ronroneo de un gato y frotaba su cara con el pecho de él.

— La gatita quiere mimos – dijo con voz tierna.

— Quiero – respondió hablando como si fuese un bebé de tres años.

— No creo que eso sea problema – sonrió y hundió sus dedos entre su pelo para acariciarla. - ¿Has visto los dulces?

— Sí, pero lo dejamos para cuando abra eso que ya sabes – no quiso nombrarlo, aunque sabía que no podía retrasarlo por mucho más tiempo.

— ¿Quieres que lo abramos juntos? – propuso.

— No sé. Tengo miedo, Fla – confesó. – Sé que es un simple concurso y que eso no define nada, se han presentado muchas personas y estoy segura de que con mucha más experiencia que yo, pero me da miedo conocer el resultado, tanto para bien como para mal. Si gano, ya sea el primer premio como el segundo o tercero, significará asumir que he ganado y que alguien más piensa que mis poemas sirven de algo, pero si no gano nada, tendré que asimilar muchas cosas. No pasa nada si no gano, era solo una posibilidad, pero no sé cómo abarcarlo.

— Si no ganas, no pasa nada, que hayas participado ya dice mucho de ti, es una forma de enfrentar tus miedos y quiero que sepas que estoy muy orgulloso de ti, de la persona que eres porque esta eres tú de verdad. Siempre ha sido así, solo te estas dejando conocer y me alegro de que sea así.

— Gracias, supongo que tienes razón. Es solo que no sé cómo abarcar mi futuro en este momento.

— Un concurso no define tu futuro o si eres bueno o no, se presentan muchas personas y hay un jurado que de una forma u otra juzga lo que a ellos le parecen. Eso no significa que tus escritos sean malos, no lo son.

— Tú que vas a decir, si muchos hablan de ti – confesó entre risas.

— Aunque hablasen de un árbol, tu forma de expresar hace que te atrape en el primer verso y eso no lo consiguen muchas personas – Samantha juntó sus labios y sonrió dejando un beso en el hombro del chico. – Yo tampoco sé muy bien qué hacer con mi futuro, no sé si debo seguir preparando las oposiciones, las cuales llevo solo un mes estudiando y ya estoy harto o si debo centrarme en el piano y no sé...

— Como persona que ha dejado su trabajo porque no le llenaba, te aconsejo que hagas lo que te llene de verdad y no hagas nada por los demás, sino por ti. No pasa nada si no quieres hacer oposiciones y quieres centrarte en el piano o si no quieres seguir con el piano. No le debes nada a nadie, salvo a ti mismo y decidas lo que decidas, estará bien porque lo has decidido tú en base a lo que te hace sentir bien. Yo te voy a apoyar, así que, si mañana dices que no quieres una de las dos cosas, estaré contigo y si quieres seguir con las dos, también está bien. Solo que no deberías de ponerte más presión de la que puedes soportar, no pasa nada por aceptar que no se puede llevar todo a la vez. Entiendo que quieras seguir con la carrera que has estudiado, pero en sí, no les debes nada a nadie. La carrera es un complemento más, lo aprendí en mis horas libres en la agencia de viaje, por eso me animé a dejarlo todo y mírame, sin saber que hacer.

— Parece que ninguno de los dos sabemos que hacer.

— Pero tenemos suerte de que nos tenemos el uno al otro – lo miró a los ojos y sonrió sincera.

— Es una suerte haberte encontrado entre tantas personas.

— Quizás no fue suerte, pero tuvo que ser así. Siendo sincera, aportas a mi vida cosas que nadie más es capaz de aportar y no quiere decir que los demás estén mal, sino que es diferente. Contigo siento una electricidad que hace que me sienta conectada a ti y creo que es muy bonito sentirse conectada a alguien.

Ahí estaban los dos, hablando de cómo se sentían de la forma más natural del mundo, sin forzar una conversación, sino improvisadamente, como toda su relación.

— Electricidad es una buena forma de definirlo – dijo el chico mientras acariciaba su brazo. – Al principio saltaban chispas hasta que conseguimos un poco de luz.

— ¿Y ahora?

— Ahora creo que hay bastante luz.

— Yo también lo creo.

Ambos se miraron fijamente a los ojos, la conversación era intensa, sus sentimientos estaban a flor de piel. Se estaban diciendo te quiero en mil formas diferentes, sin planearlo, simplemente porque lo sentían así. Se perdieron en la mirada del otro como no hacían en mucho tiempo y pudieron jurar que en ese momento iban a besarse. Sus labios se buscaban, sus respiraciones comenzaron a acelerarse por la simple cercanía, pero ese beso no llegó, solo fue un duelo de miradas, que tampoco era poca cosa. Decirse todo con la mirada es la forma más directa de sentirse conectado con alguien y así lo hacían ellos. Sentían la electricidad en sus miradas, las chispas en el buen sentido y la luz iluminando todo. Era una buena metáfora para ellos.

— Creo que es hora de abrir el correo... - se animó a decir. Sabía que fuese cual fuese el resultado, estaba con él y no hay nada mejor que sentirse apoyada por alguien.

— No hace falta que te fuerces si no estás preparada.

— Quiero hacerlo, quiero leerlo como una tirita, quitármelo de encima y aceptar el resultado, me da igual cual sea.

— En ese caso, no soy quien, para impedírtelo, yo te apoyo, ya lo sabes.

La chica sonrió, cogió su móvil, lo desbloqueó y abrió la aplicación de Gmail, en la cual se encontraba aquel correo que tanto miedo le daba abrir.

Buscó la mano del chico antes de comenzar a leer, la apretó fuertemente y, finalmente, abrió el correo.

Estimada Señorita Gilabert,

Agradecemos plenamente su participación en nuestro concurso de poesía. En Editorial Girasol buscamos nuevos talentos, sin distinción de sexo o edad, queremos brindar la oportunidad a personas que buscan cumplir su sueño, ya sea con la poesía o con historias. Buscamos personas que tengan algo que aportar al mundo.

Hemos leído su poema y queremos felicitarla por la delicadeza de sus palabras y el mensaje tan importante que has querido trasmitir. La decisión de elegir a los tres ganadores ha sido muy difícil, así que, sintiéndolo mucho, su poema no ha podido ser premiado en esta ocasión, pero no queremos que esto le pare, al contrario. Le animamos a que continúes escribiendo, ya que pensamos que puedes dar mucho más.

Desde Girasol, no queremos que se quede con un sabor amargo después de leer este correo y nosotros tampoco queremos pasar por alto su talento. Su poema no ha sido premiado, pero nos gustaría leer otros escritos, en caso de que los tenga, para proponerle una serie de ideas. Entendemos si no es algo que desea o esperaba, no podemos hacer mucho más. No podemos hacer ganador a todos los participantes, pero tampoco podemos no reconocer el talento de una persona y dejarlo escapar. Un concurso no define nada, creemos que tiene más potencial, por eso queremos ver si estamos en lo cierto.

Quedamos a su entera disposición y entendemos y respetamos si no quiere enviar ningún otro escrito, en ese caso le deseamos suerte y le animamos a que continúe escribiendo.

Un cordial saludo,

María González

Directora

Samantha no entendía muy bien qué le estaban pidiendo. No había ganado, pero a su vez querían leer más de ella, proponerle ideas..., ¿qué ideas? Ella solo participó para enfrentar su miedo y ahora la editorial le estaba pidiendo leer más de ella sin haber ganado el concurso. Quizás no era tan buena como para ganar un concurso, pero tampoco tan mala como para que le rechazaran por completo.

— ¿Vas a enviarlos? – preguntó el chico.

— No sé... no pierdo nada con enviarle más, tampoco sé qué hacer con ellos y no creo que quieran robármelos.

— Envíale solo dos o tres por las dudas, no les envíes todos.

— Eso haré. La verdad es que no sé qué pensar, no sé qué quieren de mí...

— Han visto tu talento, creen en ti.

— Yo también creo en mí – confesó, hacía mucho tiempo que no lo hacía y ahí estaba ella, confiando en aquellas palabras que escribía desde el corazón.

— Yo también creo en ti.

— Gracias – se acercó a él y le dio un beso en la mejilla. – Supongo que le enviaré dos o tres y que sea lo que tenga que ser, el concurso ya está perdido, no tengo nada más que perder.

— Pero si puedes ganar, sea lo que sea, yo estaré aquí.

— No sé de dónde has salido, Flavio Augusto, pero en este momento puedo jurar que eres una de las personas más perfectamente imperfecta del universo y tengo muchas ganas de besarte y no sé si debería – se detuvo durante unos segundos y lo miró. – A la mierda todo.

Agarró la cara del chico y lo besó como estaba desando hacer desde hacía semanas, desde que se marchó, desde que lo vio por primera vez después del verano, desde que se despertó de la siesta. No importaba en qué momento temporal se encontrase, siempre iba a tener ganas de besarlo y ahí estaba ella, haciendo lo que quería hacer.

En ese momento Maialen abrió la puerta y los encontró devorándose mutuamente, literalmente. Puso sus manos sobre su boca en señal de asombro y cuando quiso irse para no interrumpir, Samantha se percató de la presencia de su amiga quien los miraba con asombro.

— ¡MAIALEN! – se quejó la rubia. – ¿Por qué no tocas antes de entrar?

— Es que nadie me respondía cuando estaba tocando y entré... Solo quería saber si queríais unos zumitos naturales que acabo de hacer – mentira, ella solo quería cotillear un poco con la excusa de los zumos, pero no sabía exactamente cómo hacerlo.

— ¿En serio? – inquirió la rubia sin creerse nada de lo que su amiga decía.

— Titi, no desconfíes de mí – soltó. – Pero eso da igual, no os interrumpo más que veo que estáis muy ocupados – dijo entre risas.

— Estamos bien – dijo el chico sin poder contener la risa.

— Sí, además tengo algo que contarte.

— ¿Sois novios ya? – preguntó emocionada. La rubia negó con la cabeza y se rio. – Jolines, a ver cuando me dais una alegría.

La rubia le contó todo a su amiga, desde el concurso, hasta la propuesta de la editorial. Pensó que era momento de hacerlo y qué mejor manera que compartir aquello con las dos personas que más la apoyaban.

Esa tarde Flavio se quedó con las chicas sin intenciones de nada, solo el estar allí y pasar tiempo de calidad con la rubia, haciendo que su relación se fortaleciera sin necesidad de títulos, por el momento. Todo estaba sucediendo de forma natural, dejándose llevar.

Las mejores cosas suceden cuando no las esperas. 

NOTA DE LA AUTORA

Holaa que tal, perdón por ir tan lenta subiendo, ojalá pudiese ir más rápida, pero entre una cosa u otra, yo no puedo escribir tanto. No obstante, el siguiente a este, ya está casi listo, así que la semana que viene habrá capitulo y no tendréis que esperar mucho... ojalá dos por semana, pero la vida no me da para más. 

Este capitulo tiene azuquita, es tierno y como veis cada uno está forjando su futuro y sus cosas, aunque no es tan fácil y bueno, creo que han evolucionado mucho desde el primer capitulo. Espero que os haya gustado. Leo vuestras oponiones. 

Muchas gracias por todo, como siempre. 

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