R E B O R N • Koisuru Boukun

By Uzuchia14

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Ahí estaba queriéndote a escondidas de una sociedad llena de prejuicios y tabúes, la misma sociedad que nos a... More

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P R É F A C E
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🍀Un poco del mundo R E B O R N🍀
C A T O R C E
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C U A R E N T A Y S I E T E

V E I N T E

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By Uzuchia14

Narrador omnisciente


En la tranquilidad de sus hogares creyeron que estarían a salvo siguiendo la rutina: nada de salir, nada de quejarse u chistar, nada de siquiera asomarse por la ventana y mucho menos, nada de dejarse ver con el otro. Sus padres enfurecidos habían ordenado la total prohibición en sus hijos de encontrarse con "el causante de esta desgracia".

Para Soujin Suzuki, su hijo había sido seducido por todo lo malo en el momento que puso un pie fuera de Nagoya. Regreso al pueblo siendo distinto, cabello largo, anteojos y una tiránica aura a su alrededor. Para él, Souichi estaba tan corrompido que se dejó convencer del hijo de su mejor amigo. Por otro lado, para Yamaguchi Sato, padre de Tetsuhiro, su preciado hijo había sido manipulado por ese maestro desobediente quien solo quería conseguir manchar la reputación de los Sato metiendo a Tetsuhiro en aquel horroroso enredo amoroso, en aquel triangulo. Ambos padres, amigos de toda la vida, decidieron que el culpable era el hijo del otro y por ende su amistad se veía afectada.

Dos días después y la decisión había sido tomada: Les darían un susto a sus hijos y así, los arreglarían.

Porque según ellos, sus descarriados hijos estaban defectuosos y con necesidad de un apretón de tuercas.

Un apretón violento.

Esa tarde ambos jóvenes habían sido sacados de sus casas por dos guardias cada uno. Mientras eran llevados al famoso "hoyo" en donde las voces se perdían para siempre, las personas los miraban expectantes. Tetsuhiro recibía miradas de molestia, aunque algunas le veían con compasión y con deseos de que no le suceda nada. Por otro lado, y para su desgracia, Souichi solo era apedreado con ojos fulminantes y deseos de que se le ponga alguna condena.

Lo que había sido para ellos una discusión pequeña, tonta, para el pueblo fue algo grande y merecedor de alguna condena. Y con eso quedaba demostrado cuan hipócrita era la sociedad en donde se castigaba a un inocente por la mínima señal de amor por otro varón.

Amor que para Souichi no existía.

Y para Tetsuhiro si, por parte del sí.

Ver como el malo del cuento era su "senpai" le dolía, ya que Souichi no tenía culpa alguna, ni siquiera entendía que sucedía.

No había respeto, no habían suplicas validas: solo había ganas de corregir personas para preservar el buen nombre de la nación.

Tetsuhiro caminaba, sus manos estaban amarradas tras su espalda y detrás de él iban dos hombres fornidos y más altos que él. Souichi era casi arrastrado, sus brazos estaban siendo prisioneros de dos pares de manos fuertes que apretaban el agarre. Los padres de ambos caminaban más atrás siendo para ellos más importante la vergüenza que sentían, que sus asustados hijos.

El "hoyo" estaba ahí, a pocos metros, sus grandes y metálicas puertas imponían temor. Fueron abiertas y ese fue el punto de encuentro para ambos jóvenes.

Verde y miel se juntaron en una mezcla donde el miedo y la desesperación eran el ingrediente estrella. Tetsuhiro parecía tener un mejor control en su creciente temor, después de todo él era un soldado. Souichi también quiso verse fuerte, pero sus soles derramaban lágrimas y su cerebro le lanzaba imágenes de sus desgracias pasadas.

Se observaron sin decir palabra, como si se despidieran y se pidieran perdón el uno al otro.

No entendían nada, y creyeron que no lo entenderían ya que nadie le explicaría razones a un cadáver.

Entonces ambos dejaron de ver la luz del sol para ingresar al oscuro lugar. El pasillo tenuemente iluminado por bombillas a los lados estaba en silencio, era largo y sombrío. Al final había una puerta metálica más pequeña. Estando cerca de esta, la puerta se abrió y como si fuese la entrada al infierno, se dejaron oír sollozos, llantos, lamentos y suplicas. Por todas partes, y ellos buscaban de donde provenían las voces, pero no había manera de ponerle cara los espeluznantes sonidos.

Sintieron un escalofrío recorrer sus columnas, evitaron mirarse, evitaron siquiera rozarse a toda costa.

Fueron llevados a una habitación gris en donde entraba luz diurna por una ventanita colocada en la pared, arriba, esta tenía barrotes. En medio de la sala vacía había una mesa pequeña la cual era acompañada por dos sillas frente a frente y en medio brillaba el filo de un cuchillo.

Ambos fueron sentados en las sillas, ambos tragaron grueso y ambos sintieron que se ahogaban.

La puerta se cerró, los padres de ambos jóvenes se posicionaron detrás de sus respectivos hijos y colocaron las manos en los hombros de estos.

-¿Por qué estamos aquí? –Se atrevió a preguntar el pelinegro con sus ojos puestos en los guardias quienes permanecían en silencio. –Ya les hemos dicho que fue un rumor, un mal entendido ¿bien? Si tan solo nos dejaran explicar bien todo se darían cuenta que... -Un golpe a la mesa por parte de su padre, y el cerro la boca.

-Que esto es una locura y una maldita injusticia –Termino Souichi la oración del contrario. –Pero claro, ustedes siempre buscaran la mínima cosa para hacer un escándalo ¿no? –Sus soles observaron a los hombres presentes y terminaron en los orbes de su amigo, y juro leerle la mente.

Deja de provocarlos, por favor.

Se escucho en su cabeza con la voz de Tetsuhiro, una voz temblorosa y asustada.

La puerta rechino, el director de aquel sitio hizo acto de presencia. Se adentro en la habitación fría y cerro detrás de él. Camino hacia los presentes y se detuvo en medio de ambos jóvenes, de lado izquierdo, justamente frente al mango del cuchillo el cual dividía la mesa.

-Souichi Suzuki, parece que los rumores de su comportamiento insolente no son falsos –Inicio su monologo el señor barbudo, petiso y de cuerpo fornido. –Será mejor que ahora se comporte ya que todo está en su contra ¿No cree? –Camino hacia detrás del aludido apartando al padre de este. Ahora sus grandes manos eran las que estaban en los hombros del profesor. A diferencia de su progenitor, ese hombre afinco el agarre, apretó sus dedos contra la piel del pelilargo y casi podía sentir sus uñas a punto de clavarse.

Sus alarmas se dispararon, tenerle detrás, tan cerca de él, con sus zonas sensibles estando tan a su disposición le hizo estremecer de puro pánico.

Lo que pareció el pasar de un simple segundo para todos los presentes, para él fueron los minutos en los que sufrió aquel ataque en la escuela.

Así que se removió violentamente sobre la silla queriendo deshacer aquel toque. No podía soportarlo, no quería soportarlo.

El director soltó una risita al verle inquieto, moviéndose incomodo. Entonces dejo de reír de repente, le tomo del cabello y Souichi se detuvo en seco. El director acerco su rostro al oído del menor y ahí susurro:

-O se queda quieto, o le juro que haré que jamás vuelva a mover un musculo... -Amenazó enderezándose nuevamente. Los vellos del profesor se erizaron tan solo sentir su aliento rozarle el cuello y la oreja trayéndole un mal recuerdo.

Se sintió mal, se sintió tan presionado que casi rompía en llanto.

Pero se contuvo y asintió despacio, obediente.

-Entonces ¿Qué querían explicarnos? –Pregunto soltando al pelilargo de mala gana.

Tetsuhiro inhalo aire, y luego exhalo listo para hablar.

-Él y yo teníamos una salida amistosa, nos encontraríamos en el bar para beber un rato junto a otra persona, un cantinero amigo que trabaja ahí –Mintió en aquello sabiendo que su amigo Hiroto corroboraría esa historia solo para ayudarlo, a pesar de no ser cierta. –Hacia días atrás habíamos planeado vernos ahí, pero yo no asistí. Su enojo viene porque le deje plantado la primera vez, y la segunda lleve a otra persona sin avisarle y... -Se quedó callado pensando en cómo contar lo restante sin que esto sonara mal. –Y él no es sociable, entonces el motivo de su enojo es que yo lleve a alguien que él no conocía y estar rodeado de desconocidos le pone incomodo –Finalizo. Sus orbes miraron a Souichi buscando alguna señal de molestia en su cara por lo que dijo, pero el rubio parecía estar en otro mundo con su mirada perdida en la mesa.

-Eso no tiene sentido –El director se cruzó de brazos. –Si tu amigo está besando a una dama, tu deber es solo dejarlo y sentirte feliz por él y su conquista, no formar un berrinche y hacer que tu amigo deje a esa dama. Dígame Tetsuhiro ¿Cuál fue el motivo por el cual termino relación con Kanako Tanaka?

-Le dije claramente que mi tiempo libre se estaba acabando por mis deberes militares, y no tendría momentos disponibles para ella. También admití que aún no me siento preparado para una relación, pero ella lo tomo a mal –Tetsuhiro fue pellizcado disimuladamente por su padre –Yo la amo, no quise herirla y he estado buscando su perdón en estos días –Confeso aquello, una mentira preparada por el hombre detrás suyo. –Por eso pido piedad, y que me dejen remediar el error.

Al acabar de hablar, Souichi se sintió mal con lo último que Tetsuhiro dijo "Remediar el error" ¿Él de verdad era el culpable? ¿Era ese ser irreverente del que todos hablaban?

El director asintió despacio ante lo dicho por el varón a su derecha, el más fácil de manipular según él. Ahora vendría el más interesante, el profesor de biología con carácter impredecible al cual le encantaría molestar bastante para hacerle sacar las garras y tener una excusa perfecta para castigar su insolencia.

A él le gustaban así, fuertes, a ellos podía reprenderlos mejor, a las malas. Le gustaba llevarlos al límite de su desesperación para así conseguir dominarlos a su antojo.

Los que eran como Tetsuhiro, amables, más dóciles, le aburrían ya que solían rendirse fácilmente.

- ¿Algo que agregar, Souichi? –Pregunto el barbudo hombre desviando su mirada al pelirubio. Este pareció salir de su trance, y le regreso la mirada, aunque de una mala manera.

-Todo es mentira –Tetsuhiro le observó confundido, pidiéndole con los ojos que dejara de comportarse como un valiente– Soy sociable, solo me incomode porque de hecho estoy enamorado de Tetsuhiro. Yo soy homosexual, yo quería acabar con una relación, yo hice todo mal –Achinó un poco sus ojos, la figura borrosa de aquel hombre se movió a un lado, cambió el soporte de su peso de una pierna a otra. - ¿Eso es lo que quieres oír? ¿O prefieres que me ponga a llorar y suplique por mi vida? –Dejó de mirarlo, le dolía la cabeza de solo tratar de enfocar su imagen. –Todo de lo que se me acusa es falso, señor director. Yo no he cometido algún delito, yo no he hecho nada para que nos tengan aquí como si fuésemos delincuentes ¡No somos unos malditos delincuentes! –Protesto el ojimiel. –Pero bueno... Que se puede hacer contra una manada de primates –Finalizó. Diez segundos le bastaron para darse cuenta que estaba hundiéndose más, pero no podía controlar su viperina lengua, no podía pensar antes de hablar, no bajo tanta presión.

–Basta Souichi-san... –Pidió Tetsuhiro en un susurro lastimero.

El director miro a uno de sus subordinados, le hizo un asentimiento de cabeza y de repente la mesa fue estampada con algo. Un guardia tomo la mano de Tetsuhiro y la coloco sobre la tabla fría y metálica donde la sostuvo con fuerza. El ojiverde no pudo disimular su miedo, intercalo su mirar de Souichi a su mano, su padre, el padre del pelilargo y finalmente termino por posarse en el cuchillo que era levantado de la mesa.

Cuchillo en mano, el otro soldado observo a su superior esperando órdenes.

Entonces Souichi se arrepintió de su insolencia al ver como el miedo se veía reflejado en los orbes cristalizados de Tetsuhiro.

Iban a cortarle un dedo.

- ¡Esperen! –Exclamo un Souichi asustado. - ¿¡Qué creen que hacen!? ¡Él no ha hecho nada, maldición!

-Cállese –Ordenó el director a la par que le tomaba del cabello una vez más, más brusco, más violento. Se posiciono detrás de él y nuevamente se acercó a su oreja. –O le baja a su tonito, o le haremos un collar con el dedo de Tetsuhiro como un recordatorio de lo que está mal ¿Entendió?

-Sí, sí, si entendí –Asintió con la cabeza levemente, el agarre en su cabello era tan fuerte que apenas podía moverla.

Tetsuhiro tenía la respiración agitada, buscaba ayuda en su padre, pero este ni siquiera estaba en su campo de visión ya que se había apartado hacia atrás para darle espacio al guardia de agarrarlo.

-Esto es injusto... Esto es una maldita injusticia a dos personas que no han hecho nada –Dijo el profesor, aunque esta vez más dócil, sin subir su tono de voz para no exasperar al frio director. –Están haciendo de algo diminuto algo gigante ¿Por qué? ¿Por qué buscar motivos para torturar personas?

-En el momento en que miras a otro hombre con amor más allá de uno amistoso, esto deja de ser una injusticia y se convierte en un programa para varones descarriados –Comento de manera casi divertida. –Y eso es lo que haremos contigo, con él.

Yamaguchi no apartaba los ojos de Souichi fascinado por su comportamiento rebelde, tan distinto a Souijin.

- ¡Yo no lo he mirado con amor! –Recalcó, aunque de nada sirvió. –Papá, detén esto, detenlo... Ya hemos entendido, maldición, ya basta de esta mierda... –Suplicó al borde del colapso, su vocabulario dejo de ser respetuosos y se convirtió en todo lo contrario, en el que jamás usaba en público.

La primera vez que Tetsuhiro veía al mayor decir tantas malas palabras, solía ser educado dentro de lo que cabía.

Supuso que estaba en su límite

El director no pudo sentirse más satisfecho de haberlo llevado a ese punto, a esa delgada línea entre el control y el desespero.

El campo de visión del biólogo se vio totalmente oscurecido por una mano que le tapo. Entonces escucho decir un "córtenlo".

- ¡No, no, no! –Pidió Tetsuhiro a gritos.

No le dio tiempo a nada, el sonido del cuchillo impactar con la mesa le enmudeció, y el grito de Tetsuhiro congelo su anatomía entera como si hubiese desprendido una helada ventisca hacia él. Su cuerpo temblaba, el miedo corría por sus venas a tal velocidad que casi las hacia estallar. Su corazón bombeaba con fuerza, golpeaba frenético su pecho a punto de salírsele del tórax. Un sudor frio corrió su frente. No podía creerlo, el sonido del impacto hizo eco en su mente y se repitió sin cesar.

Era su culpa.

Sus dos manos fueron agarradas y colocadas en la mesa a la fuerza, él se puso rígido para que no sucediera, pero dos contra uno siempre tenía un final predecible. Entonces sus dedos sintieron algo húmedo entre ellos, no tuvo que pensarlo dos veces para darse cuenta que era la sangre que Tetsuhiro seguro botaba por su herida.

Aquello le hizo detonar.

Trato de apartar sus manos como pudo, pero estas eran sostenidas con tal fuerza que su piel empezó a arder por el forcejeo.

-Deberíamos cortarle el cabello, parece una mujer... Oh, eso es lo que quiere, ¿Parecer una dama para conquistar a Tetsuhiro? –Pregunto riendo. - ¿Qué opinas Tetsuhiro, se ve bien? ¿Mejor que Kanako? –Ahora observo a un pálido ojiverde.

Su manera de reír y de decirle las cosas solo le dejo en claro que su objetivo era meterse en su mente, en jugar con ella para sacar su lado más vulnerable. En su formación, se le explico cómo esa era una manera típica del enemigo para obtener información mediante la tortura mental. Lo sabía, sabía que eso era lo que querían conseguir, pero aun así no podía evitar sentirse miserable, asustado, y mal.

Él podía controlarse, estaba intentándolo, en cambio Souichi no.

¿Cómo es que una simple discusión había provocado esto? Se pregunto Tetsuhiro mientras veía a su querido "Senpai" forcejear con los guardias, le escuchaba pedir que le soltaran y estos solo le gritaban que se callara.

El pelinegro, silenciado por una mano, observo como las lágrimas se deslizaban por el rostro del hombre frente a él. Las gotas bajaban, se asomaban por debajo de la extremidad del guardia que le tenía los ojos tapados, y estas caían cuando llegaban al borde de su perfilado rostro. Sus labios estaban entreabiertos, queriendo decir algo, aunque sin poder siquiera pasar aire. Souichi se veía tan aterrado que Tetsuhiro sintió su corazón quebrarse.

-Espero hayan aprendido la lección, sentimos haber sido tan duros con ustedes –El hombre tomo el cuchillo y lo dejo en la mesa en una posición donde el filo de este rozaba uno de los dedos de Souichi, específicamente el dedo de en medio. El pelilargo contuvo la respiración, luego respiro en inhalaciones cortas.

El director hizo un movimiento de cabeza, Tetsuhiro fue levantado de la silla y este objeto cayó al suelo. Aun silenciado, fue sacado de la habitación. Minutos después se hizo lo mismo con Souichi, cegado camino por lo que pareció el pasillo por donde anteriormente entro.

Le empujaron fuera, sus ojos se achinaron ante la repentina luz diurna. Estando en el suelo, alzo la cabeza y a su alrededor pudo adivinar que había personas observándole.

Pero ninguna era él.

Su padre le levanto bruscamente, y se lo llevó de ahí.

El pelilargo apenas podía caminar decentemente, estaba tan en shock que no asimilaba ni siquiera su liberación, mucho menos pensó en mirarse los dedos para corroborar que lo que había sentido era sangre.

Había provocado que a Tetsuhiro le cortaran un dedo.

No podía con eso, no podía siquiera pensarlo.

Entonces se desmayó.

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