LILY'S BOY

By jenifersiza

1.3M 143K 79.9K

Antes de que comience su tercer año en Hogwarts, Harry se enfrenta a tres semanas enteras de tiempo sin super... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60
Capítulo 61
Capítulo 62
Capítulo 63
Capítulo 64
Capítulo 65
Capítulo 66
Capítulo 67
Capítulo 68
Capítulo 69
Capítulo 70
Capítulo 71
Capítulo 72
Capítulo 73
Capítulo 74
Capítulo 75
Capítulo 76
Capítulo 77
Capítulo 78
Capítulo 79
Capítulo 80
Capítulo 81
Capítulo 82
Capítulo 83
Capítulo 84
Capítulo 85
Capítulo 86
Capítulo 87
Capítulo 88
Capítulo 89
Capítulo 90
Capítulo 91
Capítulo 92
Capítulo 93
Capítulo 94
Capítulo 95
Capítulo 96
Capítulo 97
Capítulo 98
Capítulo 99
Capítulo 100
Capítulo 101
Capítulo 102
Capítulo 103
Capítulo 104
Capítulo 105
Capítulo 106
Capítulo 107
Capítulo 108
Capítulo 109

Capítulo 46

11.6K 1.2K 913
By jenifersiza

En ese momento, Harry sintió que merecía una medalla por no haber hechizado a Ron Weasley hasta convertirlo en un charco de lodo. Hermione estaba casi igual de mal, pero afortunadamente estaba distraída porque la señora Weasley había declarado la biblioteca "segura". A menos de dos semanas de su regreso a Hogwarts, la joven bruja estaba decidida a leer todo lo que fuera humanamente posible.

Entre tanto, acosaba a Harry sobre el estado de sus deberes de verano, su futuro calendario de repaso y cualquier otra cosa que se le ocurriera para picar, por supuesto.

Ron seguía hablando con Harry como si aún fuesen mejores amigos, cacareando lo genial que sería volver al colegio y cómo Harry les patearía el culo a los Slytherin en el quidditch con su Saeta de Fuego. La obsesión por dominar a las otras casas -(especialmente a la de Slytherin)- le ponía de los nervios.

Harry tenía que preguntarse cuál era su objetivo: si Dumbledore les había dicho que siguieran haciéndose amigos suyos, ¿era ésta la forma en que pensaban hacerlo? Claro, podría haber funcionado cuando se conocieron, pero entonces tenía once años y se ahogaba en encantos de compulsión. Se habría hecho amigo de una estatua si los hechizos de Dumbledore se lo hubieran indicado.

Le estaba quedando increíblemente claro que había una razón por la que la pareja no tenía más amigos que el otro, y Harry. 

-Seguramente esto es demasiado, incluso para ellos-, musitó a Remus una tarde, escondido en el dormitorio del hombre lobo. -Si de verdad querían volver a ser amigos, habría pensado que lo intentarían con un poco más de delicadeza-.

-No creo que ninguno de esos dos sepa lo que es ser suave-, respondió Remus secamente. -Sin embargo, parece extraño. Hermione es una chica inteligente, debería haberse dado cuenta de que hacer que te enfades no es probable que les hagas gracia-.

-Sólo cree que estoy luchando con mis sentimientos-, murmuró Harry, recordando algo que le había oído decir a Tonks cuando creía que Harry no podía oírla. -El único sentimiento con el que estoy luchando es el que me dice que pegue a Ron-.

Remus resopló, sacudiendo la cabeza. -Al menos tienes a Ginny y a los gemelos-.

Harry hizo una mueca lo hizo, pero los gemelos estaban encerrados en su habitación a todas horas tratando frenéticamente de desarrollar más productos de broma para el próximo año escolar, y pasar tiempo con Ginny sola estaba provocando que la señora Weasley hiciera todo tipo de comentarios incómodos. 

-Me preocupa lo que Dumbledore pueda hacer que Ron y Hermione hagan si no vuelvo a tener amistad con ellos pronto-, confesó, hablando por fin en voz alta algo que le rondaba la cabeza desde hacía tiempo. -Es decir, está claro que sabe que sus compulsiones han fracasado. Si lo intenta más, o...- A Harry no le gustaba pensar hasta dónde podría estar dispuesto a llegar el director. Ron y Hermione tenían acceso a él en la Torre Gryffindor; su dormitorio, su baúl, todo. Si Dumbledore les presionaba para que hicieran algún tipo de magia sobre Harry por su propio bien, poco podía hacer para escapar de ello.

-Si lo necesitas, siempre puedes fingir amistad con ellos-, señaló Remus. -Añadirá otra carga a tus hombros, pero podría ser necesario para mantenerte a salvo-.

Un zumbido sin compromiso sonó en la garganta de Harry. Entonces su ceño se frunció, mientras otro pensamiento que llevaba tiempo gestándose por fin afloraba en voz alta. -¿Crees que Dumbledore los ha hechizado, como a mí?- Odiaba lo esperanzado que sonaba. -¿Les ha puesto compulsiones para que me traten de cierta manera?- Si no hubiera tenido la seguridad de sus otras amistades a lo largo de su cuarto año, el trato de Ron hacia él después de que su nombre saliera del Cáliz lo habría devastado: habría estado desesperado por recuperar al pelirrojo para cuando se dignara a disculparse. ¿Dumbledore iría tan lejos, para mantener a Harry vulnerable?.

Remus suspiró, pasándose una mano por el pelo. -Es posible-, admitió, aunque sonó dudoso. -Hay una reunión antes de la cena, si quieres. Puedo hacer que Severus se quede e intente revisarlos-. 

Harry alzó las cejas. -¿Estaría Snape realmente dispuesto a quedarse a cenar, aquí?- El hombre era siempre uno de los primeros en marcharse cuando terminaban las reuniones de la Orden. Harry no lo había visto más de cinco minutos en total desde que había dejado Seren Du. 

Una pequeña y cariñosa sonrisa se dibujó en el rostro de Remus. -Lo hará si se lo pido-, aseguró, y Harry sonrió.

-Haría cualquier cosa si se lo pidieras-, bromeó, viendo cómo el hombre lobo se sonrojaba. Era extraño, pensar en Severus Snape de esa manera, pero era absolutamente cierto; si había algo que Harry había aprendido en el último año, era que el Slytherin viviría y moriría a instancias de Remus Lupin. 

-Muy bien, basta de eso-, murmuró Remus, dando un codazo en el hombro de Harry. -A menos que quieras que mencione la lista de cosas que Draco estaría dispuesto a hacer por ti-. 

Fue el turno de Harry de sonrojarse, y negó con la cabeza. -Dejaré de hacerlo-, prometió. -Pero... si a Snape no le importa, sería genial-. Al menos así lo sabría. Entonces podría dejar de esperar.

-Puede que incluso lo disfrute; llegar a torturar a los Gryffindors incluso en verano-, bromeó Remus. -También será bueno para ti desahogarte con alguien que no te trate como si fueras de cristal-.

Harry no podía negar que eso sonaba bien. No había esperado echar tanto de menos la franqueza de Snape, pero después de tener a media casa cojeando a su alrededor -(incluso Remus y Sirius a veces, aunque trataban de no hacerlo)- no podía esperar a agredir a alguien que fuera igual de cortante a cambio.

Efectivamente, cuando Harry y los demás adolescentes pudieron bajar a la cocina después de la reunión de la Orden, había una figura alta y vestida de negro en la habitación.

Valió la pena sólo por ver cómo se le escurría la sangre de la cara a Ron.

-El profesor Snape se queda a cenar-, declaró la señora Weasley, con falsa alegría en la voz y confusión en los ojos. Harry no podía culparla realmente; si él no lo hubiera pedido, nunca habría ocurrido. Se preguntó qué tipo de motivo había dado Snape para ese extraño comportamiento. 

-Pero...- Cualquier protesta que pudiera haber hecho Ron murió cuando los ojos oscuros se estrecharon en su dirección. En cambio, se le escapó un pequeño chillido y se apresuró a sentarse lo más lejos posible de Snape. 

Harry, más que dispuesto a desempeñar su papel, lanzó una mirada malhumorada al profesor de Pociones. La diversión brilló en los ojos del hombre durante un breve instante. 

Snape terminó sentado entre Remus y Kingsley; los dos miembros de la Orden más tolerables, en lo que a él respecta. Aunque disimuló su disgusto por tener que sentarse al lado de Remus. 

A Harry le sorprendió que el hombre lobo pudiera mantener la cara seria durante todo aquello. Más que eso, le asombraba que nadie, excepto él y Sirius, pareciera darse cuenta de que los insultos malhumorados de Snape, seguidos de las réplicas ingeniosas y demasiado suaves de Remus, eran la pareja coqueteando.

Asqueroso.

-Así que, Severus-, dijo alegremente el señor Weasley, pasando un cuenco de coles por la mesa. -¿Estás listo para la vuelta al cole? ¿Sientes que el castillo está demasiado tranquilo ya?-.

-¿Preparado para que mi tiempo sea invadido por imbéciles que apenas saben preparar una Solución Hinchante?- Sorteó Snape, enviando una mirada señalada en dirección a los adolescentes de Gryffindor. -Creo que no-.

El señor Weasley se rió, como si se tratara de una broma. -Ah, pero estoy seguro de que hay algunos chicos con talento en la mezcla que hacen que todo valga la pena-.

-Nos esforzamos al máximo, papá-, chirrió Fred con valentía, ganándose su propia mirada de Snape. 

-Es una pena que sólo nos tenga un año más, ¿verdad, profesor?- añadió George. Los dos parecían animados por el hecho de que -(supuestamente)- no podían ganarse el castigo durante las vacaciones. Aunque Harry notó que no eran lo suficientemente audaces como para intentar alguna travesura en la mesa. Había visto a George embolsarse unas gominolas en el momento en que había visto a Snape en la cocina; sin duda el entretenimiento de la noche se había reprogramado. 

-Al contrario, señor Weasley; creo que todo el colegio se alegrará si los dos llegan a la graduación-.

Eso sólo hizo que los gemelos sonrieran más. 

La posibilidad de que no llegaran a la graduación hizo que la señora Weasley frunciera los labios. -Será mejor que se esfuercen este año-, advirtió. -Después de todo, sólo tienen una oportunidad de hacer los exámenes NEWT; nunca conseguirán un buen trabajo en el Ministerio sin ellos. Tengo la intención de pedirle al profesor Snape que los vigile de cerca, que se asegure de que no se metan en líos-.

-Tengo mejores cosas que hacer que evitar que un par de Gryffindors sean expulsados-, dijo Snape con frialdad. Su ira no pareció molestar a la señora Weasley, que siguió mirando fijamente a sus hijos gemelos. 

-Tienen mucho que vivir, saben: sus tres hermanos mayores obtuvieron excelentes resultados en el NEWT-.

Harry ocultó un ceño fruncido detrás de un bocado de cordero asado ¿cómo se atrevía a compararlos así con sus hermanos? Eran personas diferentes. Además, no era como si hubiera algo de lo que preocuparse realmente; Fred y George tenían excelentes notas, cuando realmente importaba. Puede que sólo tuvieran tres OWL cada uno, pero todos eran Os -se necesitaba mucho cerebro para idear las bromas y hechizos que creaban, después de todo.

Lo único más ridículo que los gemelos suspendieran sus NEWT era la idea de que alguno de ellos consiguiera un trabajo en el Ministerio.

-Deja a los chicos en paz, Molly-, dijo Sirius lánguidamente. -Estoy seguro de que les irá bien en sus exámenes. Si hasta James y yo pudimos enderezarnos lo suficiente como para aprobar nuestros NEWT, esos dos se las arreglarán bien-. 

-Un buen ejemplo, Black, teniendo en cuenta que tú y Potter fueron los que más castigos recibieron en su séptimo año-, señaló Snape con acidez. Sirius se limitó a sonreírle.

-Ah, es muy dulce que lleves la cuenta por nosotros, Snivelly-.

Snape frunció el ceño. -Sólo para ver si un número determinado acababa en expulsión-.

-¿A qué número llegaste, Sirius?- preguntó George.

-Veremos si podemos superarlo-. Fred estaba sonriendo, justo hasta que una cuchara de madera le golpeó en el hombro.

-¡Claro que no! Sirius, no te atrevas a animarlos-, espetó la señora Weasley. -Sinceramente, piensa en la clase de ejemplo que le estás dando a Harry, aunque sea-.

Sirius miró a su ahijado y le guiñó un ojo. -Yo diría que Harry lo está haciendo muy bien, teniendo en cuenta todo esto-.

-Si te refieres a que está siguiendo los pasos de su arrogante padre, chucho, tendrías razón-. Snape dejó que sus ojos se posaran en Harry, con un claro desafío. Un escalofrío recorrió la espina dorsal de Harry... oh, estaba en marcha.

-No hables así de mi padre-, replicó acaloradamente, mirando al profesor. -No era arrogante-.

-Cuida tus modales, Potter-, le reprendió Snape. -Me da miedo pensar con qué clase de mentiras fantasiosas te han llenado la cabeza el chucho y el lobo este verano, aplaudiendo tu imprudencia al romper las reglas-. Sus ojos brillaron, una sonrisa de desprecio torció sus rasgos. -Este año no habrá un Torneo de los Tres Magos para acariciar tu ego exagerado. Tal vez aprendas por fin algo de humildad-.

-Me las arreglé muy bien sin los tres años anteriores al Torneo-, replicó Harry. Era difícil mantener la mirada de odio en sus ojos; esto era divertido. Cuando sintió que una sonrisa amenazaba con asomarse, sacó toda su frustración por estar atrapado en Grimmauld. -Seguro que habrá algo que me mantenga ocupado. Otro profesor mortífago, quizás. ¿Ha contratado ya Dumbledore a un nuevo profesor de Defensa?-.

-El profesor Dumbledore, Potter-, corrigió Snape. -Y eso no es asunto tuyo-.

-Eso es un no, entonces-. Los labios de Harry se crisparon. -Caramba, ¿realmente se está volviendo tan difícil encontrar gente que no quiera matarme?-.

Alguien más abajo en la mesa se rió. Harry pensó que podría ser Tonks. 

-A pesar de lo que seguro que te ha dicho tu padre perro, el mundo -(y la práctica de personal de Hogwarts)- no gira en realidad en torno a titi-, le espetó Snape.

-Sí, chico; los profesores de Defensa caían como moscas mucho antes de que tú entraras en escena-, bromeó Bill, guiñándole un ojo a Harry. 

El resto de la Orden se las arregló para calmar la situación, manteniendo una conversación relativamente civilizada durante el resto de la cena, aunque Harry no pudo evitar hacer algunos comentarios sarcásticos a Snape, que fueron devueltos con maldad. Se sentía bien poder discutir con alguien que no se limitara a mimarlo y a ser condescendiente. Alguien que podía manejar si la lengua venenosa de Harry se volvía demasiado afilada. 

También ayudaba el hecho de que los demás lo miraban como si estuviera completamente loco o fuera increíblemente valiente, al hablarle así a Snape, incluso fuera de la escuela. Tal vez fuera una tontería por su parte, pero ayudaba a cimentar la reputación de Snape como odioso murciélago de las mazmorras, sobre todo cuando le prometía a Harry una semana de castigo una vez que las clases volvieran a empezar.

-¡No puedes hacer eso! Es verano!- argumentó Harry indignado, haciendo que Snape sonriera satisfecho.

-Mírame-, siseó.

-Creo que es suficiente por una noche-, cortó Remus, con su cara de profesor "decepcionado" bien puesta. -Harry ha tenido un verano difícil, Severus; no puedes castigarlo por las cosas que dice fuera del colegio. Aunque realmente debería disculparse- añadió con una mirada punzante hacia el adolescente de pelo oscuro. Harry resopló malhumorado, mirándoles fijamente.

-Lo siento, señor-, soltó. Remus le dirigió una mirada que indicaba que tal vez estaba exagerando un poco, pero Harry se mantuvo firme.

-No importa-, desestimó Snape. -Estoy seguro de que se ganará esas detenciones pronto una vez que comiencen las clases, si no puede aprender a mantener una lengua civilizada en su cabeza. Debería haber esperado que su actitud empeorara una vez que Black se involucrara en su cuidado-.

Eso hizo que Sirius volviera a estallar, y realmente, esos dos se divertían demasiado metiéndose el uno con el otro. 

-¿Por qué no te acompaño a la salida?-, dijo Remus, elevando su voz lo suficiente como para que se oyera por encima del tono mordaz de Sirius. -Molly, gracias por la cena, fue encantadora-. Volvió la cara de decepción hacia Harry. -Cachorro, esperaba algo mejor de ti. El profesor Snape es un invitado aquí, e incluso en verano sigue siendo tu profesor-.

Incluso sabiendo que era sólo una fachada, el tono seguía provocando un retorcimiento de culpa en las tripas de Harry. Pero se lanzó de lleno a la angustia adolescente, burlándose y empujando su silla hacia atrás. -Como sea-, murmuró. -Estaré en la biblioteca-.

Salió de la cocina, logrando llegar hasta la intimidad de la biblioteca antes de estallar en carcajadas. No tuvo que esperar mucho antes de que la puerta se abriera, Remus y Snape se deslizaron dentro y cerraron la puerta tras ellos.

-Mocoso-, acusó Snape sin calor, y Harry le sonrió.

-No me digas que no lo has disfrutado-. 

Un parpadeo de sonrisa fue la única respuesta que dio el hombre alto. 

-Sí, sí, muy divertido, los dos-, dijo Remus, poniendo los ojos en blanco. -Sinceramente, creí que le ibas a dar un ataque al corazón a Molly, por la forma en que se llevaban. Y Sirius también-. Los miró a ambos con exasperación. -A veces pienso que me equivoqué al conseguir que se hicieran amigos-.

-Demasiado tarde-, chistó Harry, sonriendo. -Además, como si ustedes dos pudieran hablar francamente me asombra que nadie se haya dado cuenta de la verdad, de todo ese coqueteo-. 

Eso hizo que los rostros de ambos se sonrojaran. -La gente ve lo que quiere ver-, dijo Remus, encogiéndose de hombros. -Y no te ofendas, Severus, pero nadie en esa habitación quiere ver ni siquiera un indicio de que tengas vida sexual, y mucho menos conmigo-.

Snape le dedicó una rápida sonrisa a su compañero, con los ojos encendidos. -Ellos se lo pierden-.

-Eh, hola, todavía estoy aquí, por favor, para-, suplicó Harry, sabiendo que este era su castigo por ser un descarado delante de media Orden. -¿Volvemos a lo nuestro, por favor? Profesor, ¿logró probarlos?-.

La pareja se puso seria, y Snape se volvió hacia Harry. -Ni el señor Weasley ni la señorita Granger están sometidos a ningún hechizo, ni de coacción ni de otro tipo-, confirmó en voz baja. La mandíbula de Harry se tensó el pequeño fragmento de esperanza que había mantenido vivo en su pecho murió. 

-Bien. Todo... son todos ellos, entonces. Están trabajando para Dumbledore por su propia voluntad-.

-Es probable que los haya manipulado para que crean que te están ayudando. O, al menos, ayudando al mundo mágico en general-, dijo Snape. Eso hizo que Harry se sintiera un poco mejor, pero su estómago seguía agriado; puede que fueran instrucciones de Dumbledore, pero su despreocupación por el estado emocional de Harry era toda de ellos.

-Gracias por comprobarlo, señor. Se lo agradezco-.

Snape asintió. -Me he tomado la libertad de comprobar a los otros niños Weasley: ellos también están limpios. Evidentemente, el director no los ve como una amenaza a su control sobre ustedes-.

Eso sí que eran buenas noticias, y el alivio aumentó en Harry. -Esperemos que siga así-. Hasta ahora, sólo Remus y Sirius habían sido encantados de alguna manera, aparte del propio Harry. Las dos personas que tenían más posibilidades de sacar a Harry de las garras de Dumbledore. 

-Vigila bien a tus allegados: si crees que su comportamiento es sospechoso, dímelo y los pondré a prueba-, aseguró Snape. -Hemos llegado demasiado lejos para dejar que el descuido sea nuestra perdición-.

La perspectiva hizo que Harry se sintiera mal; si Dumbledore sospechaba de alguno de los herederos, sólo harían falta unas cuantas compulsiones bien colocadas y quizás algún suero de la verdad para que todo el trabajo de Harry fuera destruido. 

-Todos estaremos atentos-, prometió. 

Satisfecho, Snape asintió, y luego se volvió hacia Remus. -¿Necesitas algo más, o podemos irnos?-.

-Vayan ustedes, yo iré en un momento-. Remus pasó una suave mano por el brazo de Snape, dirigiéndole una mirada que Harry no podía empezar a descifrar. Snape se limitó a asentir, y desapareció. 

-¿Está todo bien?- Preguntó Harry, mirando al hombre lobo con dudas. ¿Por qué necesitaba Remus quedarse atrás?.

-Dímelo tú-, volvió a decir Remus. -Esas insinuaciones sobre el profesor de Defensa no eran sólo para irritar a Severus-.

El remordimiento inundó las tripas de Harry. -Sabes que no estaba hablando de ti, ¿verdad?-, aseguró rápidamente. -Aquella noche con Colagusano fue un accidente: eras el mejor profesor de Defensa que he tenido, y nunca debiste irte. No te cuento en el número de los que intentaron matarme-. No quería que Remus pensara que Harry le culpaba de lo ocurrido, ni siquiera por un minuto.

El hombre sonrió ligeramente. -Es bueno saberlo, pero no era eso lo que quería decir-. Harry parpadeó, confundido. -¿Tan preocupado estás de que el profesor de este año te ponga en peligro?-.

-Oh. Bueno, eh, el historial no ha sido fantástico-, señaló Harry. -Yo no diría preocupado, más bien... ¿esperando lo peor? Aunque es preocupante que estemos tan cerca del término y aún no tengamos uno-. Cualquiera que fuera una contratación de tan última hora estaba destinado a ser un problema, por una u otra razón.

-En eso no te equivocas-, convino Remus con una mueca. -Con un poco de suerte, te tocará alguien simplemente incompetente y no realmente peligroso-.

Harry, pensando en Lockhart, no dijo nada sobre cómo lo primero podría convertirse fácilmente en lo segundo. -Mientras apruebe mis OWLs, no me importa de ninguna manera-.

-Creo que esa es una asignatura de la que no tienes que preocuparte, cachorro-, dijo Remus, revolviendo el pelo de Harry. -Podrías hacer el examen de Defensa mañana y sacar un 10, estoy seguro-.

Harry se engatusó; la verdad es que estaba deseando hacer los exámenes. Para poner en práctica todo lo que había estudiado en secreto, todo el progreso que había estado ocultando. 

-Es en Pociones donde espero el O-, admitió. -Quiero ver la cara de Snape cuando tenga que admitir que no soy tan inútil como insistió-.

Remus se rió. -Severus tiene toda la fe en que saques un O. De lo contrario, no te habría dejado aflojar las clases de Pociones a principios de verano-. Su sonrisa se volvió cariñosa, como solía hacer con el moreno Slytherin. -Te presionará mucho en clase, pero eso es sólo porque sabe que puedes hacerlo bien. Aunque tenga que montar un escándalo por dejar entrar a Harry Potter en su clase de NEWT-, añadió burlonamente.

Mirándolo, Harry no podía creer que nadie en la casa fuera consciente de la verdadera relación entre ambos. Diablos, que nunca se les hubiera escapado cuando eran adolescentes, y mucho menos los adultos que eran ahora. -¿Oye, Remus?- El hombre lobo enarcó una ceja expectante. -¿Cómo es que ni siquiera la Orden sabe lo tuyo con Snape? Puedo entender que lo mantengan en secreto en el colegio y todo eso, pero... todo el mundo aquí ya sabe de qué lado está-. Tenía que ser agotador, fingir que odiabas al hombre que amabas incluso en la comodidad de un lugar que se suponía seguro. 

La mirada del Merodeador se volvió melancólica al encontrarse con los ojos de Harry. -Es complicado, Harry-, suspiró. -Parte de ello es simplemente la reticencia de Severus a bajar la guardia entre gente en la que no confía. La mitad de la Orden cree que sigue siendo leal a Voldemort y que sólo juega con Albus para mantenerse a salvo. Si una sola persona dijera algo incorrecto delante de la gente equivocada...-

Harry hizo una mueca podría significar la muerte de Snape.

-Pero además, no podemos dejar que Dumbledore se entere. Gran parte de su confianza en Severus, gran parte de la posición de Severus y el conocimiento que obtiene de él, se debe a que cree que Severus le debe todo a él. Necesita creer que Severus no confía en nadie más que en él; que no tiene nada propio por lo que vivir-. Había dolor en sus ojos, un dolor familiar para Harry.

Se preguntó cuánto tiempo llevaba Snape creyendo que esa era la verdad.

-Lo siento-, dijo Harry en voz baja. -Esa... esa no es forma de vivir-.

-Es lo que es-, descartó Remus, logrando una media sonrisa. -Siempre hemos mantenido nuestra relación oculta, y nos ha servido hasta ahora. Con el tiempo no será necesario, pero hasta entonces... lo tengo de nuevo en mi vida, y eso es lo más importante. No necesito que otras personas sean conscientes de mi amor para que sea real-.

Harry no podía imaginarse lo que fueron esos doce años para ellos, cuando Sirius estaba en Azkaban y Snape y Remus estaban separados y todos se sentían tan, tan solos en muchos sentidos. Ya habían sido bastante duros para Harry, de niño. Los adultos tenían todo tipo de problemas.

No podía imaginar tener que pasar doce años fingiendo que no sentía lo que sentía por Draco.

-Espero que consigas sincerarte al respecto, pronto-, dijo en su lugar. Remus sonrió, apretando su hombro. 

-Tú y yo, cachorro-. Miró el reloj. -Me despido, si no te importa. Creo que has estado aquí el tiempo suficiente para que los demás piensen que ya has terminado de enfadarte-.

Harry hizo una mueca; le sorprendía que no les hubieran interrumpido ya. -Sí, probablemente. ¿Nos vemos mañana?-.

Remus lo abrazó, besando la parte superior de su cabeza. Si Harry crecía mucho más, tendría que agacharse un poco para que el hombre lobo lo hiciera, y eso le hizo sonreír. -Muy temprano. Que pases una buena noche, cachorro. Duerme bien-.

-Tú también-. 

Remus dio un paso atrás, y en un abrir y cerrar de ojos se fue. El estómago de Harry se apretó con envidia Snape y Remus podían volver a Seren Du y estar solos. 

Algún día, él podría volver allí, con Draco y con su familia. Sólo tenía que aguantar hasta entonces.

El fin de semana trajo consigo un zumbido de emoción, y una tormenta de hornear cortesía de la señora Weasley.

Charlie estaba en casa.

Como había prometido, vino a cenar el día que regresó de Rumanía, con una quemadura aún roja en el antebrazo que ni siquiera se había molestado en intentar ocultar de la mirada desaprobadora de su madre. Apareció con Bill, atrapando inmediatamente a Ginny cuando se lanzó sobre su hermano mayor. -Uf, cuidado con los codos, Gin-, bromeó, burlándose de ella incluso mientras la levantaba en un abrazo. El resto de sus hermanos se agolparon junto a él, llenos de preguntas sobre la reserva galesa y lo que Charlie haría allí. Harry se mantuvo al margen, aunque Charlie se las arregló para abrirse paso entre el mar de pelirrojos para darle un abrazo a Harry. 

-Me alegro de verte, chico-, se entusiasmó, y luego sus ojos se ensombrecieron. -Siento lo de Diggory. Y lo de tu primo-.

El corazón de Harry se apretó. -Sí. Gracias. Pero bienvenido de nuevo-.

-¡Oh, otra vez tú no!- El fuerte gemido de Tonks hizo que ambos levantaran la vista: estaba de pie en la puerta, sonriendo a Charlie. -Pensé que me había librado de ti para siempre-.

-Cállate, me quieres-, declaró Charlie, cruzando a grandes zancadas para envolver a la auror en un abrazo más fuerte del que incluso Ginny se había ganado. Tonks chilló, apartándolo cuando intentó darle un beso exagerado en la mejilla. 

Harry había olvidado que ambos eran amigos; parecía que hacía toda una vida que le habían presentado a Tonks en el Mundial de Quidditch. 

-Espero que te coma un dragón-, dijo Tonks, limpiándose la mejilla con una mueca exagerada. Charlie soltó una carcajada.

-Yo también te he echado de menos, amiga-.

La conmoción había atraído a los últimos miembros de la casa hasta la cocina; Sirius estaba en la puerta, con Remus al hombro, con cara de diversión y desconcierto por las travesuras de la pareja. 

-Tú debes ser Charlie-, saludó Sirius, tendiendo una mano. Charlie la estrechó, con sus ojos azules recorriendo a Sirius.

-Y tú eres el infame Sirius Black-, respondió. -Tengo que decir que tienes mucho mejor aspecto que en esos carteles de "Se busca"-. Sus mejillas se enroscaron en una sonrisa cuando Sirius se rió.

-¡Eso espero! Esos fotógrafos de Azkaban nunca sacaron mi lado bueno-.

Remus también se presentó, y lo siguiente que supo Harry fue que todos estaban siendo arreados hacia la mesa, que gemía bajo el peso de toda la comida que la señora Weasley había cocinado para celebrar el regreso de su hijo.

Por una vez, Harry fue totalmente ignorado en la cocina de Grimmauld Place: todos querían saber qué había hecho Charlie desde la Primera Tarea, que fue la última vez que estuvo en casa. El fornido pelirrojo estaba en plena forma, contándoles a todos historias de sus dragones y de los compañeros de trabajo que había dejado atrás en Rumanía. Parecía triste por haberse separado de ellos, pero su alegría por estar de nuevo con su familia era evidente. 

Nadie miró siquiera a Harry, excepto cuando Charlie le dijo que los huevos de Cola de Cuerno habían eclosionado, y que era más feroz que nunca. -Por si alguna vez te apetece un segundo asalto-, bromeó, con los ojos azules brillando. Harry resopló.

-Me quedo con el quidditch, gracias-, respondió secamente. Charlie podía quedarse con sus dragones, muchas gracias.

Su regreso a Hogwarts estaba tan cerca que Harry casi podía saborearlo; tan cerca que se había olvidado por completo de las listas de libros, hasta que Ginny llamó a la puerta de su habitación con dos sobres en la mano. -Un poco justo, ¿no?-, comentó, rompiendo el suyo. 

-Menos mal que sólo hay dos libros nuevos-, coincidió Harry, escudriñando su lista para el próximo año. Ginny resopló.

-Habla por ti. Tengo suerte de poder tener los libros viejos de George; Diagon va a ser una pesadilla-. 

Harry hizo una mueca. -¿Vamos a hacer un pedido de lechuzas, o...?-

-Mamá va a salir y a coger todo, una vez que hayamos pensado en lo que todos necesitamos. Así que supongo que tú pedirás con la lechuza-. Sus ojos castaños eran cómplices era plenamente consciente de las incursiones de su madre en la cámara acorazada de Harry, y de las medidas de seguridad puestas en marcha para impedirlo. El estómago de Harry se apretó; nadie había notado nada raro, todavía. Con suerte, Gringotts podría mantenerla fuera sin hacer sospechar de Harry. 

Ginny miraba expectante el sobre que tenía en la mano, y Harry lo ojeó: sólo los dos trozos de pergamino, como siempre. -¿Qué?- le preguntó, desconcertado.

-Oh, nada. Sólo esperaba... bueno, quinto año, ¿no? ¿Insignias de prefecto?-.

-Oh, sí-. Eso se le había olvidado por completo a Harry. -¿Crees que Nev, tal vez?-.

Ginny se animó -Espero que sí. Su abuela estaría encantada-.

Harry también lo esperaba; Neville sería un gran prefecto. Además, podría animarle a salir de su caparazón un poco más. 

Se oyó un chillido agudo en el piso de abajo, seguido de cerca por la señora Black escupiendo palabrotas desde su retrato. Harry y Ginny compartieron una mirada cómplice. -¿Hermione?-.

-Hermione-, coincidió Ginny.

Era imposible que la prefecta de Gryffindor no fuera ella. -Merlín nos ayude-, murmuró Harry en voz baja, haciendo que la pelirroja soltara una risita. Lo último que necesitaba Hermione era la ilusión de autoridad. 

Decidiendo acabar con el asunto, la pareja se dirigió al piso inferior para encontrar a los compañeros de curso de Harry; efectivamente, Hermione sostenía una brillante insignia de prefecto como si fuera lo más preciado del mundo.

La sorpresa fue la insignia a juego en la mano de Ron.

-No puede ser-, murmuró Ginny. Luego, más fuerte; -Ron, ¿eres prefecto?-. Dijo la palabra como quien dice hongo o forúnculo lleno de pus. Su hermano la fulminó con la mirada.

-¿Qué se supone que significa eso? Sí, soy prefecto-. Cuadró la mandíbula en señal de desafío, y sus ojos se dirigieron con suficiencia hacia Harry.

-¿Qué?- La señora Weasley había escogido ese momento exacto para pasar por allí, llevando una pila de ropa sucia. Ron levantó la vista y le mostró a su madre la insignia. -¡Oh! ¡Oh, Dios! Ronnie!-.

Los gemelos fueron convocados por la conmoción, y parecían igual de disgustados que Ginny cuando se dieron cuenta de lo que había pasado. Sus bromas no pudieron ocultar del todo el destello de dolor que cruzó el rostro de ambos cuando la señora Weasley declaró que eran "todos los de la familia".

-Felicidades, Ron-, dijo Harry una vez que ella se hubo marchado con la promesa de comprarle a Ron una escoba nueva. La mirada engreída de Ron regresó, y Harry sonrió de manera uniforme. -Es bueno ver que Dumbledore confía en tu capacidad para manejar la carga de trabajo de un prefecto además de tu revisión del OWL. Personalmente, me alegro de tener que ocuparme sólo de estudiar y del quidditch-.

La expresión del pelirrojo vaciló, claramente no había pensado en el esfuerzo real que suponía ser prefecto. 

-Tienes tus prioridades bien claras, Harry-, coincidió George, sonriendo. -Nada de esa tontería de la responsabilidad-.

-No hay necesidad de estar celoso, Harry-, dijo Hermione con primor. -Estoy segura de que el profesor Dumbledore tenía sus razones para elegir a Ron antes que a ti-.

-Oh, completamente-, coincidió Harry, sacándola de sus casillas. -Me meto en demasiados problemas, quedaría mal si me premiara por ello. No, en serio, la mejor de las suertes para los dos. Aunque siento que probablemente haya jodido esos horarios de repaso en los que has trabajado tanto, Hermione-.

A su lado, notó que la mejilla de Ginny se crispaba por el esfuerzo de mantener la cara seria. Hermione frunció el ceño. -Oh, no, tienes razón: ¡debería reescribirlos ahora!-. Se giró como si fuera a marcharse, pero se detuvo. -Harry, ¿te parece bien que me prestes a Hedwig para decírselo a mamá y a papá? No la necesitas, ¿verdad?-.

Harry estuvo tentado de decir que no sólo para ser difícil, pero Hedwig no había salido realmente de Grimmauld desde que Harry había llegado; no había querido arriesgarse a escribir a nadie, sin estar seguro de lo que Dumbledore podría considerar inaceptable. -Sí, hazlo; le vendría bien la oportunidad de estirar las alas. Creo que está en el salón de arriba, el de la ventana grande. Voy a terminar de empacar-.

Y así subió las escaleras, dejando a Hermione charlando ansiosamente con Ron sobre los ajustes que iba a hacer en sus horarios de repaso, sin darse cuenta del horror que aparecía en la cara de Ron.

Harry sonrió para sí mismo; oh, eso era demasiado fácil.

Si Dumbledore esperaba que Harry se enfadara por no ser prefecto, es que realmente había perdido la cabeza.

A pesar de lo que había dicho, Harry no tenía mucho que empacar. Sólo había traído de Seren Du lo que necesitaría para el año escolar, y unos cuantos hechizos rápidos hicieron que todo se apilara ordenadamente en su baúl. Pero con sus habituales sombras agitadas por la noticia de ser prefecto, Harry aprovechó para sacar su espejo de dos caras. -Draco Malfoy-.

Tras unos instantes, el rostro del rubio apareció en el cristal. Una opresión en el pecho de Harry se alivió. -Hola. Te he echado de menos-.

El rostro de Draco se suavizó. -Yo también te he echado de menos, Cara rajada-. Tenía unas ojeras que hicieron que a Harry le doliera el corazón. -Merlín, no puedo esperar a salir de aquí mañana. ¿Has visto que por fin han llegado las listas de libros? Pensé que se habían olvidado, de verdad-.

-Creo que Dumbledore acaba de encontrar un nuevo profesor de Defensa-, suplió Harry. -Tengo que decir que no me impresiona su elección de libros, sean quienes sean. Slinkhard, ugh-. Hizo una mueca, y Draco tarareó de acuerdo.

-No sé quién es, pero papá dijo que Fudge está muy contento por el nombramiento, así que eso no presagia nada bueno-.

Definitivamente no lo era; un pequeño nudo de inquietud se formó en el vientre de Harry. Tal vez había sido demasiado frívolo en sus bromas sobre los profesores que intentaban matarlo.

Los profesores que intentan apoyar al Ministerio podrían ser peores.

-De todos modos, eso no importa. Veámoslo, entonces-, incitó Draco, con los labios curvados en una sonrisa de satisfacción. Harry parpadeó, perplejo. -Vamos, Potter-. Sus ojos plateados se oscurecieron juguetonamente. -Te enseñaré la mía si tú me enseñas la tuya-.

Entonces su mano apareció en el marco, con sus largos dedos acunando cuidadosamente una insignia de prefecto verde y plateada. 

-¡Oh!- El estómago de Harry dio una complicada vuelta de emociones alegría; orgullo; un breve arrebato de celos; frustración, porque Draco estaría ahora más ocupado. -Yo, eh, no llegué a prefecto-.

Dos cejas rubias pálidas se dispararon. -¿En serio?-.

-¿Dumbledore, dándome autoridad?- Señaló Harry con un bufido. -No seas ridículo... podría hacerme pensar que realmente valgo algo-. Puso los ojos en blanco, esperando que Draco no captara el pequeño giro de amargura mientras su broma se quedaba corta. 

-Esperaba que quisiera mostrar un poco de apoyo a su Chico de Oro, teniendo en cuenta lo que el Profeta ha estado diciendo de ti todo el verano-, razonó Draco. Su ceño se frunció. -Lo siento. ¿Quién es, entonces; Longbottom?- Harry debió poner alguna cara, porque Draco palideció. -No me digas que es Comadreja-.

-Él y Hermione-, confirmó Harry secamente. -Todos están muy orgullosos-.

-Las barbas de Merlín-, murmuró Draco. -Granger era un hecho esa insignia ha sido suya desde primer año. Pero Weasley, ¿en serio? ¿En qué estaba pensando Dumbledore?-.

-Probablemente en algún tipo de incentivo para que Ron me vigilara-, dijo Harry encogiéndose de hombros. Había tenido tiempo para pensar en ello, y tenía sentido. -Darle algo para que se enseñoree de mí y lo mantenga contento, algo que el famoso Harry Potter no tiene. Mejor que dármelo a mí y tener otra cosa por la que Ron pueda estar celoso-. Dios, Harry estaba agotado por todas las posturas. -Creo que le he cabreado por no enfadarme por ello. En lo que a mí respecta, es una cosa menos por la que preocuparme-. Sonrió a su novio. -Esperaba que significara más tiempo libre en mi horario para escabullirme en las aulas no utilizadas, pero está claro que voy a estar terriblemente solo en ese aspecto-.

-Al contrario, sólo significa que tengo una razón para estar fuera después del toque de queda, mientras tú tienes esa elegante capa tuya-, devolvió Draco, con una ronquera en su voz que hizo que el corazón de Harry tartamudeara. 

Su cumpleaños parecía haber sido hace eones, ahora. No podía esperar a tener a Draco en sus brazos de nuevo. -En serio, estoy orgulloso de ti. Sé que has trabajado muy duro para conseguir esa insignia-. Ron probablemente diría que el padre de Draco le había comprado la insignia, pero las notas de Draco hablaban por sí solas.

Un pálido rubor subió a las mejillas del rubio, una sonrisa de satisfacción cruzó sus labios. -Gracias. Esperaba que fuera Blaise, sinceramente; es una opción más sólida desde el punto de vista político-.

Era el único chico de quinto año de Slytherin que no estaba directamente relacionado con los mortífagos. -Dejando a un lado a tu padre, creo que a Snape le habría dado un ataque si hubiera sido cualquiera que no fueras tú. Dumbledore no lo habría desautorizado en esto-. No como lo había hecho casi definitivamente con los Gryffindors no había manera de que McGonagall hubiera elegido a Ron Weasley por encima del resto. Diablos, incluso Seamus habría sido una mejor elección que Ron.

-Estoy deseando quitarle puntos a Weasley la primera vez que me insulte-, dijo Draco con una sonrisa de satisfacción, y Harry se rió.

-Dios, ahí va nuestra oportunidad en la Copa de las Casas-. Ni siquiera la capacidad de Ron de quitar puntos los salvaría, teniendo en cuenta que los ajustes de puntos de los prefectos debían ser revisados por el jefe de la casa.

Hubo un extraño golpe en el lado del espejo de Draco, y el chico de Slytherin se congeló. -Tengo que irme-, susurró. -Te veré mañana-.

Antes de que Harry pudiera decir nada, el espejo se quedó en blanco. Gruñó en voz baja.

Cuanto antes estuviera Draco lejos de ese infierno, mejor.

Aquella noche hubo una fiesta en Grimmauld Place, para celebrar a los dos nuevos prefectos. Alguien había conjurado una pancarta y la cocina estaba decorada en rojo y oro. La mitad de la Orden estaba allí -(ya fuera para celebrar o simplemente para disfrutar de la comida gratis)- y la señora Weasley estaba más contenta que en todo el verano mientras revoloteaba entre los grupos de gente, ofreciendo bebidas y comida, entusiasmada con el nuevo prefecto de la familia. 

-Harry, querido, lo siento mucho, pero no he podido conseguir tus nuevos libros de texto-, dijo, con el ceño fruncido. Harry se tensó. -Los duendes han cambiado las reglas no me dejaron entrar sin que estuvieras allí, aunque tenía tu llave. Los habría comprado con el resto, pero, bueno, el libro de Slinkhard no es barato, y...-

-No se preocupe, señora Weasley, los pediré esta noche antes de irme a la cama-. Hedwig ya había regresado de casa de los padres de Hermione, llevando una carta de felicitación y unos dulces sin azúcar. -Probablemente estén reforzando la seguridad debido a que Voldemort ha vuelto. Preocupados por la gente bajo Imperius y demás-. Dijo esto con un encogimiento de hombros displicente y una media sonrisa, y la matriarca de los Weasley suspiró.

-Algo así, me imagino. De verdad, no sé en qué estaba pensando Albus, dejando las listas del colegio tan tarde en el curso. Todos esos pobres de primer año en Diagon hoy, ¡apenas sabían qué camino era hacia arriba!- Se alejó, dirigiéndose a saludar a Kingsley cuando entró por el floo, todavía con su uniforme de auror.

Harry acabó de pie con Charlie y Tonks, con una cerveza de mantequilla en la mano. La metamorfomaga se había unido al clan Weasley esta tarde, con el pelo rojo hasta la cintura y pecas en las mejillas. 

-Sprout hubiera preferido desenterrar los invernaderos antes que hacerme prefecta-, declaró Tonks, sonriendo. -Este, en cambio, era el orgullo de Minerva McGonagall-. Le dio un codazo a Charlie en el costado, y él se puso colorado.

-Sólo cuando no estaba castigado por intentar colar criaturas en el dormitorio-, protestó. -O en detención contigo por algún tipo de problema u otro-.

-¿La hija de Andrómeda Black? ¿Problemas?- Cortó Sirius con un grito burlón, llevándose la mano al pecho teatralmente. -¡Pues yo nunca!-.

Harry había sabido que Charlie y Tonks estaban en el mismo año en Hogwarts, pero era ahora cuando se daba cuenta de lo inseparables que habían sido en su época escolar. -Casi se podría pensar que los problemas son cosa de familia o algo así-, comentó con descaro. Sirius soltó una carcajada.

-O algo así-, coincidió. -No te preocupes, prima querida; los Blacks nunca fuimos prefectos. Sólo la prima Cissa consiguió alguna vez una insignia de nuestra generación de la familia-.

-¿Quieres decir que no fuiste prefecto?- Harry fingió sorpresa, ganándose otra risa.

-¿Yo? Sabes muy bien que estuve en demasiados castigos con James como para conseguir esa insignia. No, ese era el honor del querido Remus. Él era el chico bueno-.

Miraron hacia allí, donde Remus estaba aparentemente atrapado en una conversación con Hermione, una conversación bastante unilateral, por lo que parecía. 

-Puedo ver eso-, reflexionó Charlie. -Tiene ese aire de confianza-.

-Es todo mentira-, aseguró Sirius. -Fue responsable de tantas bromas como Jamie y yo, sólo que era mejor para que no lo pillaran. Maldita nariz de hombre lobo, pequeño tramposo-, refunfuñó con cariño. Se metió entre Charlie y Harry, pasando un brazo por encima de los hombros de su ahijado. -No, una insignia de prefecto es más problema de lo que vale. Ahora, la insignia de capitán de quidditch, esa es la que quieres, cachorro. Todas las ventajas, ninguna responsabilidad. El baño de los prefectos es un infierno-.

-Tú tampoco fuiste capitán de quidditch-, dijo Harry, levantando una ceja, y Sirius le guiñó un ojo. 

-No, pero Robin Waters fue capitán de Ravenclaw, y fue muy generoso con la contraseña. Por el precio adecuado-.

-Ahórrame los detalles-, dijo Harry, burlándose y haciendo reír a Charlie. 

-Definitivamente, ser capitán de quidditch es menos trabajo que ser prefecto-, dijo, y luego sonrió descaradamente. -Yo lo sabría, he sido ambas cosas-.

-Ooh, de acuerdo, fanfarrón-, se burló Sirius, con los ojos grises brillando. 

Al otro lado de la habitación, Harry vio que Ron lo miraba; toda la tarde, el pelirrojo había estado esperando que Harry hiciera algo, o dijera algo; cualquier tipo de señal de celos. Tenía que estar comiéndole por dentro que a Harry realmente no le importaran las insignias.

Tonks se escabulló para ir a hablar con Kingsley sobre algo, y Harry dejó a Charlie y a Sirius jugueteando entre ellos para ir a buscar más comida. Cuando se volvió hacia la multitud, dio un salto: Ojo Loco Moody estaba justo al lado de su hombro, con un ojo azul eléctrico fijado en Harry. -Muy bien, Potter. Tengo algo que enseñarte-.

Harry sabía que no era el mismo hombre que lo había acosado todo el año anterior, pero eso no lo hacía menos inquieto: durante todo el verano había quedado claro que Moody era un hombre de Dumbledore hasta la médula, y Harry no se fiaba de él ni un segundo. No obstante, dejó que el hombre le guiara hasta un par de sillas vacías en la mesa de la cocina, y observó cómo sacaba una fotografía doblada de su bolsillo.

No tenía ni idea de por qué eso era algo que Moody pensaba que podría disfrutar. Contemplando a todas las personas que habían formado parte de la Orden original, muchas de ellas ahora muertas o peor, viendo a los sonrientes padres de Neville, no muy lejos de los suyos. Tantos otros rostros demasiado jóvenes, sin saber lo que les esperaba.

Ya no tenía hambre.

-Sí, gracias, Moody-, murmuró, devolviendo la foto y emprendiendo una rápida huida. No llegó muy lejos la señora Weasley llamó a un brindis a los dos prefectos, con las mejillas sonrosadas y el brazo alrededor de un Ron que se retorcía, con una Hermione radiante al otro lado.

En otra vida, Harry podría haber sentido algo al ver aquello; envidia, u orgullo, o algo así. En su mayoría, sólo estaba aburrido. 

Charlie había abierto una botella de whisky de fuego, manteniéndola cuidadosamente oculta a sus padres mientras se la pasaban a Bill y Tonks e incluso a Kingsley. Por muy tentador que fuera quedarse a ver cómo se emborrachaban, Harry sabía que no pasaría nada realmente interesante con la señora Weasley cerca. En cambio, se acercó sigilosamente a los gemelos, que estaban retando a Ginny a comer unas judías Bertie Botts cada vez más sospechosas.

-¿Quieren subir?-, preguntó en voz baja, con los ojos dirigidos hacia la puerta. 

-Claro que sí-, fue la respuesta inmediata de Ginny, lanzando una extraña judía morada a Fred. -¿Cartas?-.

Los cuatro se escabulleron fuera de la cocina notados por Sirius y Bill, pero no detenidos y pasaron de puntillas por el retrato de la señora Black, dirigiéndose a la habitación de Harry. Allí, cerraron la puerta y se pusieron cómodos en el suelo, Harry sacó una baraja de cartas de su mochila donde esperaba con su ropa para el día siguiente. 

-Tengo que decir, amigo, que estaré encantado de ver la parte de atrás de esta casa-, comentó George, barajando las cartas con pericia. Harry hizo un ruido de acuerdo.

-Me gustaría no dejar atrás a Sirius. Pero será genial volver al colegio con todos-.

-¿Extrañas a tu novio?- arrulló Fred, riéndose cuando las mejillas de Harry enrojecieron.

-Espera, ¿saben quién es?- Preguntó Ginny, entrecerrando los ojos hacia sus hermanos gemelos. La pareja compartió una mirada.

-No podemos confirmar ni negar-, dijo George, aunque estaba sonriendo, lo que realmente lo delataba por sí mismo. Ginny frunció el ceño.

-No es justo-.

-Lo siento, Gin. No es sólo mi secreto el que hay que contar-, se disculpó Harry a medias. Había muchas cosas que ella sabía, pero todavía muchas que no, y Harry no estaba seguro de lo buena que era su Oclumancia todavía. La seguridad de Draco era demasiado importante.

Ginny se burló. -A ver si te doy alguno de los buenos chismes sobre mi propia vida amorosa, Potter-.

Hizo una cara que hizo que ella le diera una patada en la espinilla. -Definitivamente puedes guardarte ese cotilleo para ti. Incluso si se trata de Neville. Especialmente si es Neville-. Había algunas cosas que no necesitaba saber sobre su mejor amigo y su pseudo-hermana pequeña.

La mención del otro Gryffindor hizo que Ginny se sonrojara, lo que por supuesto hizo que los gemelos se burlaran de ella sin descanso; primero sobre Neville, pero luego sobre un chico de Ravenclaw con el que aparentemente se había estado escribiendo. 

Harry sacudió la cabeza, todavía desconcertado por toda la situación. Al final lo solucionarían, esperaba.

Evidentemente, la fiesta de abajo no fue tan emocionante como se pretendía; uno a uno, la gente subió a la habitación de Harry: primero Sirius, con la cara sonrojada y empezando a sentir melancolía al pensar que todos iban a la escuela por la mañana. Poco después llegó Bill, quejándose de que la gente insistiera en que se cortara el pelo. Charlie llegó poco después, lo que por supuesto significó que Tonks se uniera también, y luego Remus los olfateó, pareciendo divertido al ver a tanta gente apiñada en el dormitorio de Harry.

-Así que aquí es donde terminó la verdadera fiesta, ¿no?- comentó secamente, arrebatando la botella de whiskey de fuego de las manos de Sirius y apurando un trago. -Molly sigue pensando que todos se han ido a casa sin despedirse-.

-Ups-, Charlie soltó una risita, apoyándose en el borde de la cama de Harry. -Probablemente no deberíamos quedarnos mucho tiempo, de todos modos. El trabajo por la mañana y todo eso-.

-Y ustedes tienen que coger un tren-, dijo Tonks, sacando la lengua a los adolescentes de Gryffindor. -Lo que significa que tengo que asegurarme de que lleguen a ese tren-.

-Ugh, ¿tenemos un guardia?-.

-Tienes un guardia-, corrigió Bill. Harry puso los ojos en blanco.

-Qué suerte tengo-.

Alguien en el piso de abajo hizo algún tipo de ruido fuerte, lo que activó el retrato de la señora Black. Sirius gimió, arrastrándose hasta ponerse de pie. -Será mejor que me ocupe de eso-, murmuró, pasando por delante de Charlie y entre los gemelos, llegando finalmente a la puerta. Se balanceó un poco al caminar, y tanto Harry como Remus suspiraron.

-Sabíamos que este día sería difícil para él-, dijo Remus, encontrando la mirada de Harry con tristeza. -Iré a asegurarme de que no se muera bebiendo. Vayan a la cama, niños, se hace tarde-.

-Sí, profesor-, cantó Tonks, antes de estallar en risas. El hombre lobo puso los ojos en blanco.

-No me refería a ti, pero es bueno saber en qué punto está tu edad mental-, bromeó, sacudiendo la cabeza. -Buenas noches a todos-.

Ese pareció ser el fin tácito de la fiesta; Ginny se escabulló antes de que su madre o Hermione pudieran encontrarla y decir algo sobre su presencia en la habitación de Harry. Los gemelos se aparecieron de vuelta a su propio dormitorio. Tonks le aseguró a Harry que lo vería por la mañana y se escabulló; antes de que los dos mayores de los Weasley pudieran hacer lo mismo, Harry extendió la mano para agarrar el brazo de Charlie. -Oye, Charlie; ¿sabes que me debes un favor? ¿Del partido de buscadores del verano pasado?-.

-¿Qué necesitas?-, preguntó el pelirrojo sin dudar. Harry se mordió el labio.

-Yo... ¿podrías vigilar a Sirius, mientras yo estoy en el colegio? Sólo pásate por aquí de vez en cuando, para asegurarte de que está bien. Asegúrate de que tu madre no lo moleste demasiado. Me preocupa que esté encerrado aquí-. Claro, Sirius podría llegar a Seren Du a veces, pero no sería lo suficientemente a menudo para el gusto de Harry.

El rostro de Charlie se suavizó, y palmeó el hombro de Harry. -Lo haría aunque no te debiera una-, aseguró. -No te preocupes, chico. Sirius es un buen tipo; evitaremos que se sienta demasiado solo-.

Bill murmuró algo que Harry no captó del todo, pero lo que fuera hizo que Charlie se sonrojara tanto como su pelo, mirando a su hermano. -Cállate-, siseó, volviéndose hacia Harry. -Tú preocúpate de tus cosas, deja que nosotros nos ocupemos de Sirius, ¿sí?-.

Harry sonrió, quitándose un peso de encima mientras se despedía de los dos, finalmente solo en su habitación. 

Sirius probablemente estaría bien. Pero no estaba de más tener un par de ojos más sobre él, sólo para asegurarse.

Continue Reading

You'll Also Like

1.8K 190 4
🎉 ㅤㅤㅤ Ronarry. Twitter AU. Julio 2023 / mayo 2024. No sé, por el cumpleaños de Harry.
23K 1.6K 15
Como dice el titulo estos son one shots de los personajes de Harry Potter (la mayoría será entre Harry y Tom, algunas veces Draco) ☒No hetero ☒Los pe...
25.7K 4.2K 17
Hay fantasmas enterrados en las paredes de la mansión en Westchester. Secretos encerrados en el laboratorio de Kurt Marko y en lo que antes fue la sa...
119K 9.4K 20
Zero, un joven de 16 años con sobrepeso, se gana la vida inmerso en el mundo de los videojuegos y los animes, revelándose como un completo otaku. Ha...