LILY'S BOY

By jenifersiza

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Antes de que comience su tercer año en Hogwarts, Harry se enfrenta a tres semanas enteras de tiempo sin super... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60
Capítulo 61
Capítulo 62
Capítulo 63
Capítulo 64
Capítulo 65
Capítulo 66
Capítulo 67
Capítulo 68
Capítulo 69
Capítulo 70
Capítulo 71
Capítulo 72
Capítulo 73
Capítulo 74
Capítulo 75
Capítulo 76
Capítulo 77
Capítulo 78
Capítulo 79
Capítulo 80
Capítulo 81
Capítulo 82
Capítulo 83
Capítulo 84
Capítulo 85
Capítulo 86
Capítulo 87
Capítulo 88
Capítulo 89
Capítulo 90
Capítulo 91
Capítulo 92
Capítulo 93
Capítulo 94
Capítulo 95
Capítulo 96
Capítulo 97
Capítulo 98
Capítulo 99
Capítulo 100
Capítulo 101
Capítulo 102
Capítulo 103
Capítulo 104
Capítulo 105
Capítulo 106
Capítulo 107
Capítulo 108
Capítulo 109

Capítulo 45

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By jenifersiza

Harry no se había dado cuenta de lo mucho que había llegado a valorar la libertad del verano hasta que se la quitaron. Puede que Grimmauld Place no sea una jaula como lo había sido Privet Drive, pero no deja de ser una jaula. Que se alegrara de haber sido rescatado y llevado a un lugar en el que se le ofrecía información pero se le negaba, en el que sus deseos eran totalmente ignorados en favor de lo que otra persona creía que era mejor para él. 

Claro, los que esperaban que estuviera satisfecho no sabían el refugio seguro del que habían arrancado a Harry, pero era irritante de todos modos. 

Por lo menos tenía algunos amigos que eran comprensivos.

Y había recuperado a Sirius como es debido. Eso también era bueno. 

Harry estaba harto de que lo empujaran a pasar tiempo con Ron y Hermione, sobre todo desde que ambos parecían haberse dado cuenta de que Harry ya no tenía inclinación mágica por su compañía. Ellos tampoco querían pasar tiempo con él, aunque Hermione seguía haciendo un buen esfuerzo. Todos parecían estar seguros de que su abrasividad se debía al trauma que había sufrido en los últimos meses, y que volvería a ser el mismo alegre de siempre cuando volvieran las clases. 

Era una pena que no se dieran cuenta de que era perfectamente alegre con ciertas personas. 

Por ejemplo, estaba contento en la biblioteca con Fred, George y Ginny, bajo la supervisión de Bill mientras buscaban en la biblioteca de los Black algo peligroso. -No sé por qué este es nuestro trabajo-, reflexionó Ginny mientras sacaba una enorme pila de libros de la estantería, depositándolos en la mesa frente a Bill. El rompedor de maldiciones estaba revisando cada libro en busca de magia desagradable, y se suponía que también estaba revisando el contenido en busca de algo oscuro o alarmante, desechando los libros que creía que serían considerados inapropiados.. En realidad, sólo los dividía en dos pilas una para que permanecieran en la biblioteca y la otra para sacarla de contrabando a través de Remus hacia Seren Du. No es que Bill supiera dónde acabarían, sólo que Remus los llevaría a un lugar seguro. 

-Mamá pensó que Hermione podría tener demasiada tentación de leer si lo hacía-, proporcionó Fred, haciendo levitar los libros de vuelta a la estantería una vez que Bill terminó con ellos. 

-Porque nosotros cuatro somos, por supuesto, absolutamente alérgicos al concepto mismo de la lectura-, continuó George secamente. -Oye, Harry, ¿me prestas este?- Levantó un libro de la pila de "furtivos", sobre el uso en pociones de productos de criaturas de contrabando. Harry resopló.

-Si puedes mantenerlo oculto de tu madre, claro-, aceptó. George le guiñó un ojo, encogiendo el libro y guardándolo en el bolsillo. Ambos gemelos ya tenían una pequeña colección de libros en sus bolsillos que habían prometido cuidar, y Bill también tenía una pila propia. A Harry no le importaba; mientras los libros se mantuvieran fuera de las manos de Dumbledore y su calaña, le parecía bien que sus amigos asaltaran la biblioteca todo lo que quisieran. También sintió una especie de regocijo vengativo cuando pensó en lo decepcionada que estaría Hermione con sólo los restos "apropiados" de la vasta colección. 

Por supuesto, ella había tenido acceso a la biblioteca durante todo el verano antes de que él apareciera, así que tal vez ya se había saciado.

Resopló para sí mismo; como si eso fuera posible, con Hermione Granger. 

Los cinco continuaron su trabajo con bastante alegría, hasta el momento en que Sirius llamó a la puerta, llamándolos para que bajaran a comer. Ron y Hermione ya estaban en la cocina cuando llegaron; les habían asignado a Remus la tarea de limpiar uno de los salones del piso superior, y no parecían tan contentos con la tarea como el equipo de la biblioteca.

Harry ignoró el asiento perpetuamente vacío al lado de Ron, dirigiéndose al otro extremo de la mesa para sentarse entre Ginny y Bill. La señora Weasley chasqueó la lengua al ver el espacio que había entre Harry y los otros dos tercios del "trío de oro"; luego, algo en su mirada se suavizó y sonrió. 

-Me alegro de que este verano les permita a ti y a Ginny pasar mucho tiempo juntos, querido Harry, pero ten cuidado de no descuidar a tus amigos-, dijo, guiñando a Harry un ojo conspirador, mientras él la miraba con total confusión. A su lado, Ginny gimió en voz baja.

-Mamá, te lo he dicho mil veces, no es así-, insistió. La señora Weasley se rió, acariciando la cabeza de su hija mientras dejaba los platos frente a ellos.

-Sólo digo; un primer romance es emocionante, y sé lo que es querer pasar todo el tiempo con ellos, pero las amistades también son importantes-.

Harry, que acababa de tomar un sorbo de agua, se atragantó. -Lo siento, ¿qué?- De reojo, notó que Sirius se mordía el labio para no reírse, mientras Remus suspiraba exasperado. 

-Te lo dije-, dijo Ginny, poniendo los ojos en blanco. -Mamá lee el Witch Weekly, pero no el Quisquilloso-.

Harry parpadeó. -Señora Weasley, Ginny y yo no estamos saliendo-, dijo. Eso sólo hizo que ella sonriera más.

-No hace falta que me ocultes nada, querido, Arthur y yo estamos encantados. Siempre y cuando cuides bien de nuestra pequeña-, añadió con una risita. Ginny se sonrojó tanto como su pelo.

-No, en serio, no lo estamos, yo... ¿has pensado eso todo el verano?-. La incredulidad se coló en su voz. -Seguro que alguien te ha enseñado el artículo del Quisquilloso-.

Los labios de la señora Weasley se fruncieron. -Oh, ese pequeño y tonto trapo siempre ha estado lleno de tonterías. De verdad, ¡me sorprende que el viejo Xeno Lovegood consiga suficiente dinero para mantenerlo impreso!- Le hizo un gesto para que se fuera, y empezó a lavar los platos en el fregadero.

Harry hizo una mueca, así que había visto el artículo. Pero se negaba a creerlo. -Quiero decir que no sé lo suficiente como para comentar el resto de las cosas que aparecen en el Quisquilloso-, admitió -(claro que muchas parecían tonterías, pero Harry no era tan arrogante como para asumir que todo lo que no entendía era inventado)- -pero ese artículo lo escribí yo. Le pedí al padre de Luna que lo publicara. Ginny y yo no estamos saliendo; soy gay-.

El agua chapoteó en el borde del fregadero cuando la señora Weasley dejó caer bruscamente una cacerola. -De verdad, Harry deberías tener más cuidado con lo que permites que los medios de comunicación digan de ti, aunque sea en una revista pequeña como esa. Independientemente de lo que creas que puedes sentir, es bastante precipitado ir y difundir algo así por todas partes; después de todo, sólo tienes catorce años-.

Harry se puso rígido. Al otro lado de la mesa, vio a los dos gemelos hacer una mueca. Un silencio forzado llenó la cocina.

-¿Así que conozco mi propia mente cuando piensas que salgo con tu hija, pero cuando digo que soy gay es precipitado?- Harry empezaba a darse cuenta poco a poco de por qué casi siempre se emparejaba con Ginny para hacer las tareas en Grimmauld. La ira bullía en su vientre.

-Mamá, vamos, otra vez esto no-, empezó Bill, suspirando. 

-Si no estás con Ginny, está perfectamente bien, Harry-, dijo la señora Weasley, ignorando a su hijo mayor. -Aunque los dos harían una pareja maravillosa. Pero no hay necesidad de ir diciendo cosas que no puedes retirar-.

-No es probable que me retracte-, replicó Harry bruscamente. Deseó poder decir algo sobre Draco, algo que hiciera que la señora Weasley se diera cuenta de que no estaba simplemente confundido, o cualquier otra cosa que ella se hubiera convencido de que pasaba por su cabeza. Por otra parte, dudaba que incluso su relación con otro chico la hiciera cambiar de opinión al respecto; no parecía haber servido de nada para George o Charlie, por lo que había oído. 

-Creo que él sabe lo que piensa, Molly-, dijo Sirius, con un ligero gruñido en su voz. La señora Weasley resopló.

-Bueno, tú dirías eso, ¿no?-, murmuró con sorna. Harry apretó las manos bajo la mesa, tratando de refrenar su magia antes de que hiciera estallar los platos. 

-Voy a comer en mi habitación-, declaró, poniéndose en pie. Miró a los gemelos y a Ginny. -Nos vemos en la biblioteca en media hora-.

-Harry, de verdad, no es necesario...- intentó la señora Weasley, pero él la ignoró, recogiendo su plato y dirigiéndose a la puerta. Antes de que pudiera salir, la oyó suspirar. -Ya entrará en razón, Ginny querida, no te preocupes-, dijo en voz baja, aunque en el silencio absoluto de la cocina se entendía perfectamente. 

-¡No me gusta Harry, mamá!- protestó Ginny con rabia. -No querría salir con él ni aunque fuera heterosexual, que no lo es-.

Harry no se quedó para nada más que Ginny pudiera haber dicho; por mucho que se alegrara de que ella lo defendiera, estaba demasiado cansado para sentarse a escuchar a la señora Weasley intentando convencerlo de su propia sexualidad. Se le formó un nudo en el pecho; ¿por qué tenía ella tanto problema con eso? No sólo por Harry, sino también por sus hijos. ¿Realmente se trataba de querer que tuvieran hijos?.

Sacudió la cabeza, golpeando la puerta de su habitación con la cadera. Ya no importaba; lejos quedaban los días en los que esperaba la aprobación de Molly Weasley.

Dios, no podía esperar a que empezaran las clases.

Después de aquella fatídica tarde en la cocina, la señora Weasley había permanecido en un llamativo silencio, aunque las sonrisas de aprobación que dedicaba a Harry y Ginny cada vez que se miraban empezaban a irritarles. Aunque Harry no era de los que se involucraban en las relaciones de otras personas, una parte de él esperaba que Ginny aceptara pronto estar con Neville, sólo para no tener que soportar que la empujaran cada cinco minutos.

Además de su obstinada insistencia en que Harry y Ginny hacían una pareja maravillosa, la señora Weasley parecía totalmente ajena a la tensión entre Ron y Hermione y el resto de la casa. Llegó un momento en el que Harry empezó a preguntarse si ella estaba bajo algún tipo de encantamiento Confundus, sólo para que Remus le asegurara que Snape había comprobado discretamente a todos los miembros de la Orden y que, lamentablemente, sus acciones eran totalmente suyas.

La confirmación de que la señora Weasley había estado sacando dinero de sus bóvedas por su propia voluntad endureció algo dentro de Harry: ya no se sentía mal por reprenderla cuando se ponía demasiado prepotente. 

Se guardó lo mejor que pudo, cada día le hacía echar más de menos a Seren Du. Ni siquiera podía distraerse con las reuniones de la Orden que se celebraban con regularidad; se cuidaban mucho de mantenerlo muy alejado de cualquier asunto de la Orden, aunque Sirius y Remus le contaban cualquier cosa que necesitara saber. Por lo que parecía, el grupo de élite de Dumbledore estaba bastante estancado en sus planes para hacer frente al ascenso de Voldemort y sus seguidores. 

Harry se preguntó si Dumbledore les hablaría alguna vez de los horrocruxes. No le cabía duda de que el hombre los conocía, aunque estaba claro que no tenía ni idea del que residía bajo sus propias narices, en el relicario. 

Harry se sintió aliviado cuando Bill lo apartó una tarde, cuando cualquiera que pudiera sospechar de esas cosas estaba distraído en otro lugar. -Quería probar algo. ¿Te importa...?- Levantó su varita, haciendo un gesto con la mano libre hacia la cicatriz de Harry.

-Hazlo-, asintió Harry, preparándose mientras Bill lanzaba algo en un idioma que Harry no reconocía. Hubo una extraña sensación de tirón, tanto sobre la cicatriz como en el centro del pecho, y Bill pareció aliviado. -¿Para qué era eso?-.

-Uno de los otros rompedores de maldiciones que trabajan en esto se preguntaba si la exposición continuada al horrocrux desde una edad tan temprana podría tener una especie de efecto de mezcla en el alma del huésped-, explicó Bill. -Pensó que, dado que tu magia crecía alrededor del fragmento de alma, podría asimilarlo de forma que los hiciera casi indistinguibles-. La alarma debió mostrarse en la cara de Harry, ya que Bill continuó rápidamente. -El hechizo que acabo de hacer confirmó que son dos entidades separadas y distintas. Se pueden separar-, aseguró. Harry se desplomó visiblemente aliviado. -Todavía no sabemos cómo, pero lo averiguaremos-.

Bill hablaba con tanta seguridad que Harry no pudo evitar creerle. -¿Y el relicario?-.

-Destruido-, confirmó Bill.

-Gracias a Dios-, murmuró Harry, aunque la inquietud se acumuló en su pecho. -Aunque, Bill, el otro día estuve pensando en algo ¿cuánto sabes de lo que pasó con Ginny en su primer año? ¿Con la Cámara de los Secretos?-.

Había estado jugando con la idea desde que habían descubierto el relicario y se había dado cuenta de que su cicatriz no era el único horrocrux. Cuanto más lo pensaba, más sentido tenía.

Bill frunció el ceño. -¿Algo sobre que mataste a un basilisco? Voy a ser sincero, mamá y papá no nos contaron mucho-. Harry se lo esperaba. Le hizo un rápido repaso de los acontecimientos a Bill, centrándose más en el extraño comportamiento del diario de Tom Riddle y menos en la situación del basilisco. Aun así, al final de la historia Bill tenía los ojos muy abiertos y un poco de color verde detrás de sus pecas. -Maldita sea, chico-.

-Sí, por algo Dumbledore lo escondió bajo la alfombra-. El Profeta se habría divertido mucho al saber que el director había dejado que un basilisco vagara por el colegio durante un año. -De todos modos, creo... creo que el diario era otro horrocrux-.

El rostro de Bill se volvió grave. -Por lo que parece, creo que puedes tener razón-. Enarcó una ceja. -¿Supongo que no tienes acceso al diario ahora, para que pueda hacer pruebas con él?-.

Harry negó con la cabeza eso habría sido útil, pero teniendo en cuenta que utilizó el diario para ayudar a liberar a Dobby, no podía arrepentirse de haberlo devuelto. 

-Ya me lo imaginaba. Ah, bueno, haré que el equipo lo investigue. No sé si hay alguna forma de encontrar horrocruxes, sobre todo de una forma que no permita al viejo Cara de Serpiente saber que estamos tras él, pero al menos podemos empezar a pensar en otros que pueda tener. No puede haber hecho demasiados más; el alma sería demasiado inestable para que se resucitara a sí mismo después de unas ocho o nueve escisiones-.

A Harry se le revolvió el estómago ante la idea de que existieran tantos horrocruxes en el mundo. -Espero que no sean tantos-.

Bill hizo una mueca, asintiendo con la cabeza. -Tú y yo, amigo-. Se pasó una mano por el pelo, que por una vez estaba suelto. -Bueno, si esa suerte de Potter se mantiene, quizá te tropieces con un par más en tus aventuras-, comentó con ironía. Harry resopló.

-Nunca se sabe-. No estaba seguro de hasta dónde llegaría la suerte de los Potter. -Al menos ya se han quitado dos de encima, seguro-. Con suerte, pronto podrían añadir el tercero a la lista. -¿Estás... has averiguado algo más, con mi cicatriz?-.

El pelirrojo parecía disculparse, lo que era una respuesta en sí misma. -Estamos trabajando en ello. Te prometo que se nos ocurrirá algo. Gorrak tiene a los mejores y más brillantes de Gringotts en el caso... y a mí- añadió, sonriendo tímidamente. Harry le dio un codazo en el costado, poniendo los ojos en blanco.

-Gorrak me ha dicho que eres uno de los mejores que tienen, no te pongas humilde conmigo ahora-, bromeó. Bill apartó a Harry de un codazo, sonrojado.

-De todos modos, lo solucionaremos. Tú céntrate en las otras trescientas cosas que parece que tienes en tu vida-, bromeó. 

Teniendo en cuenta que Bill sólo estaba al tanto de la mitad de los planes secretos de Harry, eso parecía un eufemismo. El rompedor de maldiciones le revolvió el pelo a Harry, indicando el fin de la conversación, y salieron de la habitación en la que se habían refugiado, abriendo la puerta directamente en la cara de Tonks. Ella se detuvo a trompicones, mirando entre los dos con las cejas alzadas. -¿Hay algo que debería saber, ustedes dos?-, preguntó, con una insinuación en su voz. Harry se sonrojó con fuerza. Bill, por su parte, se limitó a reír.

-Como si no fuera a aprovechar la oportunidad de cabrear a mamá con eso, si fuera el caso-, se burló, apoyando la mano en el hombro de Harry. -Además, Tonks, ya sabes dónde está mi interés-.

-Ah, sí-, dijo Tonks, con una mirada taimada. -Bonita chica interna veela-.

Los ojos de Harry se abrieron de par en par. -¿Chica interna?- Se dio la vuelta, mirando a Bill. -¿Fleur está de pasante en Gringotts?- No podía pensar en otra chica veela de la que pudieran estar hablando, no después de la forma en que Bill se había comportado en la tercera tarea. Y Harry sabía, por su última carta de Fleur, que ella había estado buscando trabajo en Gringotts en Inglaterra, aunque se había trasladado a Grimmauld antes de que ella pudiera decirle algo más.

-Mierda, había olvidado que eran amigos-, murmuró Bill, con las mejillas sonrosadas. Tonks se iluminó.

-Harry, ¿conoces a la chica que le gusta a Bill?-, preguntó emocionada. Harry sonrió.

-Fue la campeona de Beauxbatons. Es estupenda-. Miró a Bill. -Yo que tú la invitaría a salir en seguida. No le impresiona un hombre que espera-. Ella diría que sí, Harry estaba seguro de ello. 

El rubor de Bill se iluminó, mientras Tonks cacareaba. -Eso lo has dicho tú, Weasley-, se burló ella. -Ahora, vete; tengo que hablar con Harry aquí-.

La vergüenza de Bill se desvaneció ante la preocupación, pero Harry se sacudió discretamente su preocupación. No estaba seguro de lo que quería Tonks, pero dudaba que le hiciera algo con media Orden alrededor. Sirius dijo que su prima era de las buenas. 

-Te alcanzaremos en un rato-, le aseguró Harry al mayor de los Weasley, y siguió a Tonks hasta el pequeño salón cercano. Mantenía la mano preparada para sacar su varita de la funda, sobre todo cuando ella cerró la puerta con privacidad. Se giró hacia él, y sus ojos se dirigieron al movimiento... y enseguida se entristecieron. 

-Estoy de tu lado-, soltó. -Quiero decir... quería pedirte perdón, por cómo me comporté cuando vinimos a buscarte a casa de tus parientes-.

Harry se tensó, mirándola con desconfianza. -¿Por qué, porque te sientes mal por haber tardado tanto en darte cuenta?- preguntó, con cierta dureza. 

-No, porque lo supe desde el principio y estaba tratando de ver si Ojo Loco decía algo-, fue la respuesta. Tonks suspiró, y su pelo pasó del rosa al morado intenso. -Bueno, no sabía los detalles. Creo que ninguno de nosotros lo sabía. Pero... Sirius es mi primo. Supe desde el principio que las cosas no estaban bien entre él y Dumbledore. Hablé con él de eso, las pocas veces que estuvimos los dos solos en la casa. Me dijo que estaba preocupado por ti, que sabía que los muggles no te trataban bien... y que sabía que Dumbledore lo sabía, y seguía enviándote allí de todos modos-.

Intentando mantener el rostro impasible, Harry se quedó internamente con los ojos abiertos ante la avalancha de información. Eso no era lo que esperaba, ¿por qué Sirius no le había avisado de que había hablado con Tonks?.

-¿Así que tú tampoco eres el mayor fan de Dumbledore, entonces?-, conjeturó, preguntándose exactamente qué podía salirse con la suya. Tonks resopló burlonamente.

-Ni mucho menos. El viejo siempre ha metido la nariz en más sitios de los deseados-, replicó ella. -Estoy aquí porque Kingsley está aquí. Y Kingsley está aquí porque quiere que Voldemort se vaya, y sabe que es más probable que eso ocurra con Dumbledore que con el Ministerio-. Hizo una pausa. -Sirius me dijo que eres el heredero de los Black-, admitió. Eso te convierte en familia. Y si ya has aprendido algo sobre ser un Black, es que la familia es lo primero-. La sonrisa que le lanzó fue despiadada, y Harry le devolvió la sonrisa.

-Mencionó que había hablado con tu madre. No me dijo que te lo había dicho a ti-. Era agotador, tratar de llevar la cuenta de quién sabía qué secretos. Harry lo escribiría si no le preocupara tanto que la información llegara a manos equivocadas. 

-La mayoría de la gente cree que, como mamá fue desheredada, me importa un bledo todo eso del Wizengamot de sangre pura-, dijo Tonks. -Eso me convierte en un buen objetivo para que gente como Dumbledore intente pasarse a su lado. En lo que respecta a la Orden, creo que todos los sangre pura pueden ir a la horca. No estoy tratando de entrometerme en cualquier secreto que tengas; sólo quería que supieras que tienes un aliado en mí, para cualquier cosa que necesites. Kingsley también, aunque no lo parezca- añadió, interpretando correctamente la mirada de Harry. Harry no había pasado mucho tiempo con el auror mayor, pero por lo poco que había visto, el hombre parecía muy... de manual. -Es el jefe de la familia Shacklebolt. Lleva años tratando con Dumbledore en el Wizengamot, sabe cómo trabaja el director. Y sabe cómo funciona el Ministerio. Pero aunque técnicamente era un Ravenclaw, siempre ha tenido un sólido lado Slytherin-.

Tonks sonrió, y Harry le devolvió la sonrisa.

-Es bueno saberlo-. No les dejaría entrar en lo que realmente estaba haciendo, no hasta que supiera hasta qué punto podía confiar en ellos. Pero definitivamente era bueno saber que había dos miembros más de la Orden que no eran marionetas descerebradas de Dumbledore.

Sería mucho más fácil robarlos a su lado, una vez que estuviera listo.

Bill y Tonks se quedaron a cenar, y a Harry le hizo gracia la forma en que ambos se miraban con recelo, devolviendo la mirada a Harry como si pudieran intuir de algún modo de qué había necesitado hablar con él el otro. Harry lo ignoró todo, charlando con Remus en su lugar. Al menos hasta que Bill se aclaró la garganta. 

-Hoy he recibido una carta, mamá. Con algunas noticias que te alegrarán-, dijo, reprimiendo apenas una sonrisa. La señora Weasley lo miró con curiosidad. La sonrisa de Bill se amplió. -Charlie ha conseguido un trabajo como adiestrador principal en la reserva del norte de Gales. Estará en casa el fin de semana. Para siempre-.

Todos los pelirrojos de la sala lanzaron exclamaciones de sorpresa y alegría, la señora Weasley incluso derramó unas lágrimas de alegría. -¡Oh, Arthur! Nuestro chico vuelve a casa!-.

El señor Weasley le cogió la mano y le besó el dorso, radiante. -Es una noticia brillante, Bill-, dijo. 

-Haré que le preparen una de las habitaciones de arriba-, empezó diciendo la señora Weasley, pero Bill negó con la cabeza.

-Oh, no se preocupe; le he ofrecido mi habitación libre para cuando no esté en la reserva-, aseguró. La señora Weasley emitió un silencioso sonido de protesta, y Bill le sonrió. -No te ofendas, mamá, pero nadie quiere volver a vivir con sus padres después de haber vivido solo durante cinco años-. Su voz era juguetona, y el señor Weasley le dio un picotazo a su mujer en la mejilla.

-Deja que los chicos tengan su espacio, amor. Seguro que Charlie vendrá mucho a cenar. Y a las reuniones de la Orden-, recordó. Eso pareció aplacar a la matriarca... o, al menos, su entusiasmo lo eclipsó todo.

Mientras los gemelos se preguntaban en voz baja si podrían conseguir que Charlie les trajera a casa escamas de dragón para experimentar con ellas, Harry sonreía ante su pastel de pastor. Con Bill y Charlie de vuelta en el Reino Unido, eso significaba que pronto estarían listos para ocupar sus puestos en el Wizengamot.

Sus planes empezaban a encajar. No podía esperar a ver cómo se desarrollaban las cosas.

A la mañana siguiente, Harry se despertó con un agudo jadeo, con los ojos grises vacíos como lo único que podía ver. Maldijo en voz baja, apretando las manos en el edredón: su cerebro había fundido de algún modo su culpabilidad tanto por Cedric como por Dudley, hasta que su sueño se convirtió en ver cómo un dementor se llevaba el alma de Cedric en medio de aquel cementerio. 

Harry aún podía sentir el frío.

Se duchó en un intento de entrar en calor, contento de que aún fuera demasiado temprano para que la mayoría de la gente estuviera despierta, y deseando desesperadamente estar todavía en Seren Du. Allí, las pesadillas eran recibidas con un abrazo comprensivo de Remus, una taza de té de Ceri, y luego al menos una hora de obligar a su cerebro a ocuparse de cosas más productivas haciendo duelos con Snape.

Harry no podía creer lo mucho que echaba de menos al maestro de Pociones.

Las pesadillas en Grimmauld Place eran algo totalmente diferente; Harry había borrado todo rastro de su rostro cuando bajó a desayunar, sin querer que la señora Weasley o Hermione comenzaran a interrogarlo con preocupación, como si estuviera a una palabra equivocada de otra pelea a gritos.

Puede que no estuvieran muy equivocados con esa apreciación, pero las pesadillas no serían el detonante. Estaba muy cansado. Después de semanas de libertad para procesar su dolor, Remus y Snape e incluso Sirius dándole el espacio y la comodidad para hacerlo en sus propios términos, tener que encerrarlo a cal y canto -o peor aún, representar su dolor para la satisfacción de los demás- estaba empezando a roerlo, constantemente, haciendo que le picara la piel y se le revolviera el estómago. No sería tan malo si pudiera escabullirse para un rápido abrazo con cualquiera de sus padrinos, pero apenas había un momento de privacidad en Grimmauld. En cierto modo era peor que la Madriguera el verano anterior; a pesar de ser una casa mucho más grande, todo el mundo parecía congregarse en las mismas cinco habitaciones, y Harry no era lo suficientemente valiente como para ir a explorar en las habitaciones que no habían sido completamente limpiadas y despejadas de magia oscura. Esconderse en su habitación sólo le servía hasta cierto punto Ron y Hermione habían descubierto dónde estaba después de la primera semana. 

Con el colegio cada vez más cerca, parecían haber decidido que era el momento de devolver a Harry al redil... o alguien se lo había ordenado, tal vez. En cualquier caso, eso significaba que ahora los dos lo acosaban constantemente para que les prestara atención, Ron lo acosaba para que jugara al ajedrez o para el Snap Explosivo, mientras Hermione le preguntaba incesantemente por sus deberes de verano. 

Tuvo suerte, durante el desayuno. Ron estaba ocupado atiborrándose de comida y Hermione parecía demasiado cansada para comenzar la inquisición de Harry. Pudo agachar la cabeza y desayunar, e ignorar las miradas de preocupación que Sirius le dirigía. Remus se había ido, sin duda de vuelta a Seren Du por el día. Una parte de Harry le odiaba por poder viajar con tanta libertad. 

Como Hermione no estaba bien -(Harry la oyó murmurar algo a Ginny sobre calambres y decidió sabiamente no preguntar más)-, los adolescentes se permitieron una mañana sin tareas. Harry le dijo a Ron que él tampoco se sentía bien, y el pelirrojo, ajeno a todo, decidió que sus dos amigos habían cogido claramente los mismos gérmenes, así que fue a molestar a los gemelos mientras ellos descansaban.

Por desgracia, la suerte de Harry empezó a fallar alrededor de la hora de comer.

Estaba comenzando a esperar que él también pudiera tener una tarde tranquila -(quizás la suficiente privacidad para llamar a Draco por el espejo, incluso)- cuando Ron reclamó el asiento a su lado en la mesa. -Muy bien, amigo. Parece que te sientes mejor-.

Harry no respondió. 

-Supongo que Hermione se queda en su habitación por hoy-, continuó Ron, imperturbable. -Mira, ¿crees que, ya sabes, mientras ella no está, podría echar un vistazo a tu ensayo de Encantamientos? No me deja copiar el suya, ni siquiera para tomar apuntes y poder escribir mi propia versión. Sigues diciéndole que ya lo has hecho. ¿A menos que estés mintiendo? Puedes decírmelo, amigo. Podemos hacerlo juntos, antes de que se entere y te grite. Merlín, va a ser una pesadilla este año con los exámenes finales que se avecinan-. Se rió. Harry no lo hizo.

-He escrito mi redacción-, confirmó.

-¡Brillante!- Ron sonrió. -Entonces, ¿me lo prestas?-.

-No-.

El pelirrojo titubeó. -¿Qué? Vamos, amigo. No voy a copiarlo, sólo quiero ver lo que has escrito para saber que voy por el buen camino-.

Harry apretó los dientes. El dolor de cabeza de bajo nivel que tenía desde que se había despertado se estaba extendiendo rápidamente, y el pulso le latía en las sienes. Ya podía sentir el zumbido de su magia bajo la piel; después de haberla estirado al máximo mientras entrenaba con Snape la primera mitad del verano, no le estaba sentando bien estar encerrado estas últimas semanas. 

-Vamos a entrar en quinto año, Ron. Ya deberías ser capaz de escribir tu propia redacción de Encantamientos-, dijo. Ron resopló.

-Suenas como Hermione-, se quejó. -Amigo, en serio, yo...-

-No, Ron-, le cortó Harry, con la voz más alta de lo previsto. A su alrededor, todo el mundo se quedó en silencio. -No puedes copiar mi redacción, y yo no soy tu 'compañero'-. Su tenue control sobre sus emociones se hizo añicos, junto con la jarra de zumo de calabaza que había en el centro de la mesa. La silla se golpeó contra las baldosas y se puso en pie. -¡Haz tus malditos deberes y déjame en paz!-.

Apenas había comido, pero no le importó, saliendo furioso de la cocina antes de que alguien pudiera llamarle. Era una estupidez para enfadarse tanto, ni siquiera le importaba la redacción de Encantamientos, pero que Ron le hablara como si todo el año pasado no hubiera pasado, como si él y Harry siguieran siendo mejores amigos... era el colmo. 

Llegó a su habitación y dio un portazo a su paso, tirándose en su cama. Su magia saltó ansiosa para proteger la puerta, y Harry deseó más que nada poder maldecir algo, o salir volando, o simplemente salir de esta maldita casa. Estuvo a punto de llamar a Ceri para que lo llevara a Seren Du, sin importar las consecuencias. Sirius había conseguido escaparse durante unas horas una semana antes de que Harry se trasladara allí; seguramente podrían hacer algo para darle la misma libertad.

Sin embargo, nunca se lo pediría. No valía la pena arriesgarse: ahora que Harry estaba aquí, se desataría el caos si pasaba desapercibido durante más de diez minutos. 

Además, si iba a Seren Du les costaría mucho trabajo hacer que volviera a salir.

Un golpe en la puerta le hizo gemir, pero su ira disminuyó cuando reconoció la magia de Sirius al otro lado de la puerta. Dejó caer su pupila, invitando al animago a entrar y rodando sobre su costado. Sus mejillas se sonrojaron ante la mirada de su padrino. -No estoy enfadado contigo-, aseguró Sirius. -No como lo está Molly. Pero puede aguantarse, francamente su hijo menor es un imbécil-. Harry resopló. -¿Gritarle ha servido de algo?-.

-Me hizo sentir un poco mejor-, murmuró Harry, haciéndose a un lado para que Sirius pudiera unirse a él en la cama individual. El mayor se arrastró junto a Harry, apoyándose en el cabecero y estirando las piernas. Después de un rato, Harry rodó más cerca de él, enterrando su cara en el costado del hombre. -Odio esto, Padfoot-, admitió, con los ojos escocidos por las lágrimas. -Esta casa... ya es bastante mala de por sí, pero es que no me dejan en paz. No tengo intimidad y demasiados secretos y todavía no puedo dormir una noche entera sin despertarme de una pesadilla a otra, y en cuanto me despierto no hacen más que acosarme y sólo va a empeorar cuando vuelvan las clases porque Dumbledore estará allí, ¡y a nadie aquí parece importarle que Cedric esté muerto o que Dudley esté muerto ni nada! Ni siquiera puedo salir a tomar aire fresco-. Al otro lado de la habitación, el escritorio traqueteó. Harry se tragó el nudo de emoción que tenía en la garganta. -Quiero ir a casa, Sirius-, susurró, mirando al hombre con ojos desesperados, enrojecidos y llorosos. 

-Lo sé, cachorro-, suspiró Sirius, pasando la mano por el pelo de Harry. -Yo también lo sé-.

Culpablemente, Harry se dio cuenta de que Sirius había estado atrapado en esta casa tanto tiempo como él. Abrió la boca para disculparse, pero Sirius negó con la cabeza. -No, no lo hagas, tengo años de experiencia estando atrapado en este basurero con gente que odio-, dijo con ironía. -Diría que al menos tenemos algunos buenos de nuestro lado -(los otros chicos Weasley, y Remus, e incluso Tonks cuando está cerca)-, pero realmente no es lo mismo cuando todo lo que necesitas es un día o dos para ti-. Siguió acariciando el pelo de Harry, y el chico se inclinó hacia el tacto, sintiendo que la tensión se escapaba lentamente de su estructura. -Lo siento, cachorro. No has tenido tiempo de procesar nada de lo de tu primo, eso es un duelo complicado si alguna vez he visto uno. Y diablos, aún no has asimilado la muerte de Cedric, no realmente-. Su voz era cómplice, y Harry no lo negó. La muerte del Hufflepuff todavía se sentía como una herida abierta en su pecho. -Ojalá pudiera hacer más para ayudar. Ojalá no fuera tan fácil para Molly mandarme en mi maldita casa-.

-Tiene a Dumbledore de su lado-, señaló Harry. -Nunca tuviste una oportunidad-.

-Ninguno de los dos lo hizo-, convino Sirius. -Ojalá pudiera llevarte a casa y dejarte volar y nadar y hornear con Ceri durante un tiempo. Desearía poder llevar a Draco allí, y a Cissa también, sacarlos de las garras de ese bastardo, llevarlos a un lugar seguro. Pero... la seguridad no durará mucho, en estos días, hasta que hayamos hecho algo al respecto. Y hacer todas esas cosas sólo traería más problemas sobre nuestras cabezas-.

Harry tarareó en silencio, de acuerdo. Lentamente, su respiración empezaba a estabilizarse de nuevo, sus emociones se iban agotando hasta que todo lo que tenía era agotamiento y una profunda y dolorosa tristeza. -No era mi intención tener una crisis tan grande-. No iba a disculparse con Ron, pero tendría que lidiar con la incomodidad que seguiría, y probablemente con una reprimenda de Hermione por su temperamento, cuando se enterara. 

-Creo que te debes más que unas cuantas de esas-, replicó Sirius. -De todos modos, Ron se estaba comportando como un gilipollas: tenías razón, es lo suficientemente mayor como para hacer sus propios deberes-. Su mano dejó de moverse, descansando en la nuca de Harry, un peso reconfortante. -Pero puedes dejarle fuera de aquí hasta la cena. Y los gemelos y yo aumentaremos nuestro juego de bromas para tratar de mantenerlo alejado de ti. Sólo quedan dos semanas hasta el colegio, y entonces tendrás a todos tus otros amigos cerca, y será más fácil evitar a Ron y Hermione-.

Había una tristeza en la voz de Sirius, y el corazón de Harry se apretó; él podría volver al colegio y escapar de Grimmauld Place, pero Sirius no. -¿Estarás bien cuando me vaya?-.

-Oh, no te preocupes por mí, cachorro-, contestó Sirius, con una bravuconada al borde de su sonrisa. -Una vez que todos ustedes se hayan ido será fácil para mí fingir que me enfurruño en mi habitación todo el día. Puedo hacer que Ceri me lleve a casa y pasar el rato con Beaky bajo el sol. Después de todo, el año pasado me las arreglé bien-.

Harry recordó todos los días en que había llamado a Sirius y había visto las sombras en su rostro. Todas las veces que Remus se había quedado en Seren Du para hacerle compañía. Sirius estaba mucho mejor, pero las cicatrices de Azkaban seguían presentes. -Siempre me preocuparé por ti-, confesó, hundiéndose más en el pecho del hombre. Sirius lo abrazó con fuerza.

-Lo sé, muchacho. Pero, sinceramente, estaré bien. Puedo sobrevivir a cualquier cosa después de Azkaban-.

Harry suspiró, anhelando el día en que Sirius -(y él mismo)- ya no tuvieran que sobrevivir, sino que pudieran disfrutar realmente de la vida.

-Dos semanas parecen una eternidad-, admitió en voz baja. Incluso en casa de los Dursley, el verano nunca se había alargado tanto.

-Dímelo a mí-, aceptó Sirius con un bufido. Luego se puso serio. -¿Quieres que le pida a Snape más Sueño sin Sueño?-.

Era una oferta tentadora, pero Harry negó con la cabeza. -No ayudará a largo plazo-. Sólo retrasaría los sueños. No podía tomar la poción para siempre. -Sólo... ¿podemos quedarnos aquí un rato?- Era agradable, estar en la tranquilidad con Sirius. Casi como estar de vuelta en casa.

-Todo el tiempo que quieras, chico-, aceptó Sirius sin dudar. Empezó a acariciar de nuevo el pelo de Harry, jugando con los desordenados mechones negros. -No tenemos que irnos hasta que tú quieras. O si quieres echarme y tener algo de tiempo para ti, también está bien. Sólo iré a hechizar todos los pantalones de Ron para gritarle cuando se empalme-.

Harry se atragantó, enterrando risas impotentes en el jersey de Sirius. -Quizá dentro de un rato-, aceptó. 

No podía negarle a un merodeador su diversión, después de todo.

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