LILY'S BOY

By jenifersiza

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Antes de que comience su tercer año en Hogwarts, Harry se enfrenta a tres semanas enteras de tiempo sin super... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60
Capítulo 61
Capítulo 62
Capítulo 63
Capítulo 64
Capítulo 65
Capítulo 66
Capítulo 67
Capítulo 68
Capítulo 69
Capítulo 70
Capítulo 71
Capítulo 72
Capítulo 73
Capítulo 74
Capítulo 75
Capítulo 76
Capítulo 77
Capítulo 78
Capítulo 79
Capítulo 80
Capítulo 81
Capítulo 82
Capítulo 83
Capítulo 84
Capítulo 85
Capítulo 86
Capítulo 87
Capítulo 88
Capítulo 89
Capítulo 90
Capítulo 91
Capítulo 92
Capítulo 93
Capítulo 94
Capítulo 95
Capítulo 96
Capítulo 97
Capítulo 98
Capítulo 99
Capítulo 100
Capítulo 101
Capítulo 102
Capítulo 103
Capítulo 104
Capítulo 105
Capítulo 106
Capítulo 107
Capítulo 108
Capítulo 109

Capítulo 37

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By jenifersiza

Para alivio de Harry, no tuvo que esperar mucho tiempo; Snape llegó a las once de la mañana del primer día de verano, y miró a la tía Petunia mientras Harry recogía las pocas cosas que había desempacado.

La visión de la enorme casa solariega alivió una tensión que Harry ni siquiera se había dado cuenta de que cargaba, pero frunció el ceño desconcertado cuando Remus fue el único que los saludó. -¿Dónde está Sirius?-.

-Entra, te lo explicaremos mientras tomamos el té-. Remus le abrazó, pero no dijo nada más hasta que estuvieron cómodamente instalados en el salón, con un juego de té en la mesa de centro y un plato lleno de bollos caseros de frambuesa; Ceri estaba encantada de tener a Harry de nuevo en casa.

-En primer lugar, Sirius está bien-, aseguró Remus, antes de que Harry pudiera preocuparse demasiado. -Pero es posible que no lo veas mucho este verano. Dumbledore lo ha... convencido de ofrecer una de las otras propiedades de la familia Black como sede de la Orden del Fénix-.

Harry había oído hablar un poco de la Orden, por los relatos de Remus y Sirius sobre sus padres. La resistencia de Dumbledore contra la oscuridad. -¿La Orden se ha vuelto a formar, entonces?-.

Remus asintió. -En cuanto Sirius y yo nos fuimos de Hogwarts, Dumbledore nos hizo reunir a los antiguos. Le preguntó a Sirius si podía usar la casa tal vez tres días después del regreso de Voldemort. Todo sucedió muy rápido, está claro que tenía sus planes esperando desde hace tiempo-. El hombre lobo no parecía impresionado. -No podemos decirte exactamente dónde está -(está bajo un encantamiento Fidelius)-, pero está en Londres. Desgraciadamente, como Dumbledore no tiene ni idea de este lugar, cree que Sirius ha estado viviendo fugado durante el último año, y le ha invitado a vivir en el cuartel general-.

Parecía tan contento con que Dumbledore invitara a Sirius a vivir en su propia casa como Harry, e incluso Snape hizo una mueca. -También lo están vigilando, entonces-, conjeturó Harry, cabizbajo. -¿Encerrado en esa casa bajo el pulgar de Dumbledore tanto como se supone que yo estoy en casa de los Dursley?-.

-Eso es todo, sí. Sirius se escapará para venir aquí cada vez que pueda -(ha estado cultivando felizmente un personaje bastante gruñón, para excusarse de encerrarse en su habitación durante horas)-, pero me temo que no nos verás tanto como el verano pasado. Albus sabe que tengo mi propia casa, aunque no sabe dónde está, y sabe que actualmente no tengo trabajo, así que espera que esté en el cuartel general con bastante frecuencia-.

-Y en lo que respecta a Albus, es dueño de mi alma, de mi cuerpo y de cada minuto de mi tiempo-, atajó Snape con una mueca, -así que es difícil decir qué esperará de mí este verano-.

-Entre los tres, deberíamos arreglárnoslas para tener siempre a alguien aquí que te haga compañía-, aseguró Remus. -Pero puede que las cosas estén un poco más tranquilas durante el próximo mes o así. Con un poco de suerte, Dumbledore accederá a trasladarte poco después de tu cumpleaños, como siempre-.

-Puedo mantenerme ocupado-, dijo Harry, aunque no pudo ocultar del todo su decepción. -Estoy contento de estar aquí-.

Reclamó uno de los bollos para él, y luego miró a los dos adultos que estaban en el otro sofá. -Entonces, ¿cuánto puedes contarme? ¿Qué está tramando Voldemort, lo sabes ya?- Sólo había pasado una semana desde la noche de la tercera tarea, pero a Harry le parecía que había pasado una edad en la que Voldemort podía estar reuniendo fuerzas y números.

-Todavía no he sido convocado, aunque sospecho que lo seré pronto ahora que el curso ha terminado-, le dijo Snape. -Muchos de los antiguos seguidores del Señor Tenebroso han regresado a él, y pronto se acercarán a otros nuevos-.

-¿Alguien ha encontrado ya a Karkaroff?-.

Snape hizo una breve mueca. -Se encontró a Igor, sí. Ya no está... con nosotros-.

Harry ya lo esperaba, pero aun así le hizo estremecerse. El hombre había sido espeluznante, pero no merecía la horrible muerte que le habían dado a manos de Voldemort y los suyos.

-Aparte de eso, no hay mucho que contar-, admitió Remus, apoyándose en el brazo del sofá. Parecía cansado, aunque Harry no estaba seguro de si era la luna llena o simplemente el estrés de la última semana. -La Orden se está reuniendo. El Ministerio sigue negando cualquier indicio del regreso de Voldemort; sin duda, pronto empezarán a despedir a cualquiera que esté demasiado cerca de Dumbledore-.

-Pero seguro que Dumbledore quiere que haya tantos de los suyos en el Ministerio como sea posible-. preguntó Harry, confundido. Si Dumbledore quería mantener su control sobre el mundo mágico, seguramente tendría que mantener el Ministerio bajo su control.

-Oh, mantendrá a algunos de los suyos allí. Aquellos que logren ocultar su lealtad, o que sean demasiado valiosos para despedirlos. Pero piénsalo así, Harry: el Ministerio va a caer, tarde o temprano. Con Fudge al mando, es un barco que se hunde. ¿Cómo se verá si todos los que están del lado de Albus Dumbledore son removidos de sus puestos, y entonces el Ministerio se desmorona?-.

Todo empezó a tener sentido para Harry. -Parecerá que la gente de Dumbledore era la que lo mantenía a flote-, se dio cuenta. -Entonces, cuando todo acabe, el Ministerio pasará a manos de la gente de Dumbledore para que lo vuelva a arreglar-. La perspectiva le produjo náuseas.

-Albus ha estado jugando a este juego durante más tiempo del que nosotros tres hemos estado vivos, juntos-, señaló Snape, con los labios en una fina línea. -Es peligroso, para nosotros, intentar jugar contra él-.

-Es un riesgo que vale la pena correr-, insistió Harry. -La gente morirá si no lo hacemos. Yo moriré si no lo hacemos. Me niego a dejar que me utilice a mí o a cualquier otra persona para favorecer sus propios beneficios-.

-¿Cómo han ido las cosas por tu parte?- Preguntó Remus, cogiendo otro bollo. -Cómo ha sido el colegio, a raíz de... todo-.

-Sinceramente, no estoy muy seguro-, admitió Harry. -Más o menos me mantuve al margen, después de todo. Estoy seguro de que el profesor Snape ya te ha contado lo que dijo Dumbledore en la fiesta de despedida-. Ambos adultos asintieron. -Así que sí, está eso. Definitivamente hay mucha gente que no está convencida de todo esto. Quién sabe lo que pensarán el año que viene. Tengo que escribirle a Susan en cuanto sea seguro; me dijo que Neville les había contado a todos los herederos lo que había pasado en el cementerio, pero no pude reunirme con ellos antes de que terminaran las clases. Todos están todavía en shock por lo de Cedric, creo-. Harry trató de no pensar demasiado en ello, aunque era difícil con las pesadillas. Si dejaba que el agujero abierto en su corazón se apoderara de él, sería inútil.

-Comprensible-. Remus se pasó una mano por el pelo. -Parece que ahora mismo estamos jugando a la espera, en su mayor parte-.

-Bueno, yo no quiero hacer la vista gorda mientras espero-, insistió Harry. -Quiero hacer todo lo que pueda este verano-.

Ceri entró en la habitación para convocarlos a almorzar, y Remus insistió en que no se hablara de guerra en la mesa. Por suerte, Harry se distrajo con la llegada de Sirius.

-No hay nadie en casa-, aseguró, rodeando la mesa para apretar los hombros de Harry y luego dejarse caer en el asiento a su lado. Ceri hizo un gesto con la mano, y un cuarto plato se acercó flotando. -Supongo que Remus te ha puesto al corriente-.

-Ahora vive en el cuartel general de la Orden-, dijo Harry, frunciendo ligeramente el ceño. -¿Quién más está por allí?-.

-Soy el único que está allí a tiempo completo-, explicó Sirius, hablando entre bocados de comida. -Pero hay asuntos de la Orden todos los días desde que Dumbledore reclamó el lugar. No en todas las reuniones caben todos. Y se ha hablado de que toda la familia Weasley se ha mudado allí ahora que han terminado las clases. Albus dice que es porque su casa es demasiado fácil de alcanzar, y todo el mundo sabe que son una familia alineada con la luz, pero en realidad apuesto a que quiere que sus pequeñas marionetas estén bien y cerca de la acción, para poder darte información a cuentagotas sin decirte nada importante-.

-Ya tiene otra cosa si cree que Ron y Hermione me van a decir algo más que el maldito tiempo que hace estos días-, dijo Harry con un bufido. -¿No se ha dado cuenta de que ya no nos hablamos?-.

-Ah, pero las amistades adolescentes son volubles, y necesitarás todos los amigos que puedas conseguir en estos tiempos difíciles-, respondió Sirius en su mejor imitación de Albus Dumbledore. -Tendrás que tener cuidado con esos dos. Si alguien va a hacer que Dumbledore se dé cuenta de que te has desprendido de tus hechizos, son ellos-.

-Nada de hablar de guerra en la mesa, Sirius-, advirtió Remus. Sirius puso los ojos en blanco, pero siguió comiendo obedientemente hasta que su plato estuvo vacío. Harry le siguió rápidamente, queriendo volver a lo importante cuanto antes.

Una vez que todos terminaron, volvieron al salón, Sirius sentado en el sofá junto a Harry con los pies metidos debajo de él.

-Quiero entrenar-, declaró Harry. -Más duro que el verano pasado. Quiero estar lo más preparado posible cuando llegue la guerra. Sé que soy joven, pero soy parte de esto, y necesitaré saber todo lo que pueda-.

-Lo sabemos-, convino Remus, y Harry parpadeó. Había estado preparado para luchar por eso. -No tiene sentido mantenerte escondido y esperar que no te metas en problemas. No ha funcionado ni una sola vez todavía-, añadió con una breve sonrisa. -El horario puede ser un poco más errático, pero podemos trabajar contigo como lo hicimos el año pasado. Severus probablemente cubrirá la mayor parte; si alguien sabe lo que necesitarás saber para luchar contra Voldemort, es él-.

-Prescindiremos del tiempo dedicado a practicar las tareas escolares-, le dijo Snape. -Tengo fe en tu capacidad para aprobar los exámenes finales sin un verano de preparación extra. Te enseñaré lo que pueda, pero debes estar dispuesto a aprender. Todo-. Sus ojos oscuros se clavaron en los de Harry. -No todo lo que tengo que enseñarte será luz. A veces sólo se puede combatir la oscuridad con la oscuridad-.

-Lo aprenderé-, dijo Harry. -Confío en ti-. Snape no le enseñaría nada que no fuera útil. Necesitaba saber cómo funcionaba el otro lado para poder luchar contra ellos.

-Una vez que hayamos aprendido cuáles son los primeros movimientos de la Orden y de Voldemort, será más fácil planificar a más largo plazo-, dijo Sirius. -Deshacerse de Voldemort no será sencillo, pero tiene que haber una manera, y apostaría cualquier cosa a que Dumbledore sabe cuál es. No se lo dirá a nadie, por supuesto, pero tal vez si deja suficientes pistas seremos capaces de descubrirlo-.

-¿Seguro que golpearlo con una maldición asesina servirá de algo?- preguntó Harry, con el ceño fruncido. Los tres adultos pusieron cara de asco.

-El Señor Oscuro ha dedicado mucho tiempo al estudio de la inmortalidad-, reveló Snape. -El hecho de que haya logrado regresar significa que debe haberlo conseguido hasta cierto punto. Cualquier magia que haya realizado debe ser revertida antes de que podamos librarnos de él-.

La perspectiva de que Voldemort fuera inmortal hizo que a Harry se le sentara el almuerzo en el estómago. -Fantástico. Por supuesto, el secreto lo tiene Dumbledore. Merlín no quiere que se lo cuente a nadie por si le roban la gloria-.

-Encontraremos la manera-, juró Sirius.

-¿Cuánto voy a dejar que Dumbledore me controle este año?- preguntó Harry. -Seguro que a estas alturas tiene alguna idea de que el encantamiento de Compulsión no se ha pegado. Y voy a ser sincero, no creo que pueda obligarme a volver a jugar limpio-. Se había alejado demasiado de ese comportamiento, y si volvía a él podría no ser capaz de hacer lo que necesitaba.

-Deja que piense que simplemente te has hecho demasiado mayor y demasiado fuerte para que la Compulsión se mantenga-, sugirió Remus. -Si mis sospechas son correctas, ahora tiene cosas más importantes en su plato, pero mientras pueda mantenerte cerca y abatido será feliz. De hecho, es posible que prefiera que te aísles de Ron y Hermione, siempre y cuando no te vea ganar demasiados amigos nuevos. Querrá que sientas que no tienes nada por lo que valga la pena vivir, cuando esté listo para que te sacrifiques-.

Era un momento sombrío, sin duda, cuando hablaban de ello con tanta claridad. -Siempre y cuando no se entere de que he perdido el bloqueo mágico-, respondió Harry. -¿Cómo me aseguro de que no se entere?-.

-La comprobación fue fácil para los duendes, pero es una magia complicada para los magos. Necesitaría tenerte solo y desprevenido durante al menos treinta minutos-, explicó Snape. -No termines en el Ala Hospitalaria, y deberías conseguir evitarlo-.

Harry se las había arreglado para mantenerse al margen de los cuidados de Pomfrey durante la mayor parte del año anterior... hasta el final, al menos. -Haré todo lo posible-.

-Tendrás que tener mucho cuidado al conocer a los otros herederos, este año-, dijo Sirius. -Cuanto más se acerquen a la mayoría de edad, más querrá Albus mantenerlos separados. ¿No tiene uno de ellos diecisiete años ahora? ¿El chico Warrington?-.

-Sí. Aunque su tío no le dejará ocupar el puesto de la familia-. Harry tuvo una idea, y se volvió hacia Snape. -¿Qué va a pasar con los Slytherin? Todos los que tienen padres mortífagos?-.

-De momento, nada-, aseguró Snape. -El Señor Tenebroso aún no está tan desesperado como para querer marcar a los magos menores de edad. Tendrán que desempeñar su papel en el colegio, por supuesto, algunos más abiertamente que otros. Y yo también debo desempeñar mi papel. Pero los Slytherin son muy ingeniosos-.

Harry se alegró aún más de haber conseguido llegar a casi todos los herederos de Slytherin antes de que Voldemort regresara. Había otros estudiantes con padres mortífagos, por supuesto, pero los de su año constituían una parte sólida de ellos, y necesitaban saber que tenían opciones. Con un poco de suerte, los más jóvenes evitarían la guerra, y los mayores... Harry rezó para que pudieran mantener las bajas al mínimo.

-Intentaremos mantener fuertes las relaciones entre casas con los Slytherin, especialmente con los más jóvenes-, prometió. -Los que tienen que hacer su papel son una cosa, pero la reputación de la casa Slytherin ya es bastante mala. Lo último que queremos es que un grupo de niños de once y doce años piense que el resto del mundo mágico los odia. Así es como nos metimos en este lío, para empezar-. Y eso también era culpa de Dumbledore. La astucia y la ambición nunca fueron sinónimo de maldad.

-Protegeré a mis pupilos lo mejor que pueda-, dijo Snape. -Lamentablemente, como el Señor Tenebroso debe creerme leal, los que están cuestionando su lealtad nunca vendrían a mí. Se agradecería tener otras vías para ellos-.

-Tal vez Blaise podría ser eso para ellos. Su madre es neutral, todo el mundo lo sabe. Le enviaré un mensaje en cuanto pueda-. Harry tenía una larga, larga lista de lechuzas para enviar lo antes posible.

-Hablando de lechuzas, ¿sabes si los gemelos han hecho algún progreso en la resolución de nuestro pequeño problema de vigilancia?- preguntó Sirius. Harry se encogió de hombros.

-Ni idea, sólo pude preguntarles en el tren. Supongo que sólo tengo que esperar que nadie me mande una lechuza hasta que lo descubran. ¿Me están vigilando ya?-.

-Sí; diez personas en horario rotativo, para vigilarte a todas horas del día. Has tenido suerte; Albus estuvo a punto de poner a Moody en la rotación, pero luego supongo que le encontró otro trabajo-, dijo Remus. Harry hizo una mueca; Moody y su ojo mágico habrían hecho muy difícil ocultar la ausencia de Harry. -Lamentablemente, no me quiso poner para ello. Dijo que sería injusto obligarme a vigilarte cuando no se me permite hablar contigo-.

-Básicamente no puede confiar en que no le des el juego-, dijo Harry con pesar. -No es completamente tonto, entonces-.

-No, parece que no-, convino Remus.

Sirius miró su reloj e hizo una mueca. -Probablemente debería volver al cuartel general; alguien suele pasar a eso de las cinco para asegurarse de que no estoy haciendo travesuras-.

-¿Esperan que no haya travesuras? Realmente los tienes engañados, ¿no?- Harry sonrió. Sirius soltó una carcajada.

-En su mayor parte. Doce años en Azkaban me dan una excusa para todo tipo de rarezas de personalidad-.

-¿Y las rarezas que tenías antes de ir a Azkaban?- dijo Snape. -¿Cuál es tu excusa para eso?-.

Sirius se rió más fuerte. Se inclinó para dar un abrazo a Harry, alborotándole el pelo. -Intentaré escaparme de nuevo cuando pueda, pero usa el espejo o envía a Ceri si me necesitas urgentemente-. Se despidió de Remus y Snape, y luego llamó a Ceri para que lo llevara de vuelta.

-Deberías ir a desempacar tus cosas, Harry-, sugirió Remus. -Creo que ya hemos dicho todo lo que podemos por ahora-.

Harry dejó obedientemente a los adultos solos y recuperó su baúl del pasillo, haciéndolo levitar hasta su habitación. Encendió el inalámbrico para escuchar música mientras deshacía el equipaje, con una sonrisa en la cara por estar de nuevo en su propia habitación. Era bueno estar en casa.

Harry estaba dispuesto a meterse de lleno en el entrenamiento al día siguiente, pero Remus tenía otras ideas. -Es tu primer día de verdad del verano, cachorro-, insistió durante el desayuno, -y sé que una vez que empieces será lo único que hagas. Tómate el día de hoy para divertirte, para acostumbrarte a estar de nuevo aquí. Ve a molestar a Buckbeak, te ha echado de menos-. Su rostro se suavizó con conocimiento de causa. -No has tenido un tiempo real de paz y tranquilidad para procesar lo ocurrido desde la tercera tarea, ¿verdad?-.

El corazón de Harry se retorció dolorosamente. -Eso ha sido sobre todo intencionado-. Había tenido una noche en casa de los Dursley, en la que había leído un libro para mantenerse distraído del vacío en su pecho.

Remus resopló, sacudiendo la cabeza. -Por muy mala que sea tu madre, a ella tampoco le gustaba enfrentarse a su dolor. Su padre murió justo en la época de exámenes de sexto año, y ella lo sobrellevó hasta que estuvo a punto de sufrir un colapso-. Puso una mano en la espalda de Harry, frotando tranquilamente. -Tómate un tiempo para permitirte sentir las cosas. Lo agradecerás más adelante-.

-¿Y si hago los deberes todo el día?- sugirió Harry esperanzado. Remus lo fulminó con una mirada plana.

-Haré que Ceri confisque todos tus libros de texto. Nada de deberes hasta que te hayas divertido un rato-. Parpadeó, sus propias palabras resonando en su cabeza. -No creo que sea así como se supone que funciona el castigo. Eres un chico raro-.

-Eso me han dicho-. Harry pensó en seguir discutiendo, pero Remus estaba bastante decidido, y hacía tiempo que no volaba. Su Saeta de Fuego había estado muy descuidado desde Navidad. -Bien. ¿Puedo ir a volar? ¿Estarás en casa hoy?- Snape ya había salido por asuntos de la Orden, y Harry no debía ir a volar si no había nadie en la casa, por si acaso pasaba algo malo.

-Estaré aquí hasta las cinco; esta noche hay una reunión de la Orden, así que estaremos todos fuera durante una hora o así, pero volveremos a tiempo para la cena-.

-Está bien-, aseguró Harry. Podía soportar un par de horas solo. -Nos vemos en la comida. Gracias por el desayuno, Ceri!-, añadió a la elfa doméstica, que le sonrió.

Parte de la tensión en los hombros de Harry lo abandonó en cuanto dio una patada al aire, y cerró los ojos contra la brisa mientras volaba en lentas vueltas alrededor del medio campo. La última vez que había estado en su escoba, había vencido a Viktor Krum. La última vez que había estado en su escoba había estado con Cedric.

Una parte de Harry odiaba a Remus por obligarle a hacer un balance de sus emociones así, pero sabía que era lo mejor. En el colegio todo había sido tan ruidoso; incluso cuando la gente le daba espacio, los susurros habían seguido presentes. No se había sentido con derecho a llorar a Cedric cuando había gente como Cho y Patrick alrededor; gente que había conocido a Cedric durante años, que lo había querido.

Todavía no se sentía con derecho a llorar a Cedric ahora. No cuando era su culpa que el chico estuviera muerto.

Todos a los que se lo había dicho le habían gritado por pensarlo, pero no veía cómo podía ser de otra manera. La Copa era un Traslador por culpa de Harry, Cedric había tocado la Copa por culpa de Harry; estaba muerto por culpa de Harry.

Harry se preguntó si le habría dolido menos si no hubiera pasado la mitad del año conociendo a Cedric, haciéndose amigo de él, compitiendo contra y junto a él. Si Cedric fuera un estudiante cualquiera de Hufflepuff, ¿seguiría sintiendo una oleada de dolor cada vez que pensara en él?.

Era tan injusto. Cedric era uno de los mejores. Por algo era campeón de Hogwarts, pero más que eso, había sido bueno. Tan Hufflepuff que a veces había vuelto loca a la gente, en el mejor de los sentidos. Había esperado unirse a los aurores cuando saliera del colegio. Había querido luchar contra Voldemort; le había dicho a Harry, una noche, que estaría a su lado cuando llegara la lucha.

Pero la lucha lo afectó demasiado, demasiado pronto.

Harry soltó un grito que se perdió en el aullido del viento al acelerar, y se dio cuenta de que estaba llorando. No había llorado desde la noche en el ala hospitalaria.

El agujero en su corazón había vuelto, más grande que nunca, y Harry se imaginó metiendo la mano en su pecho y agarrando los bordes y simplemente tirando hasta que el agujero fuera tan grande que lo consumiera por completo, simplemente dejando que todo su dolor y su rabia se derramaran hasta que fuera todo lo que quedara de él. A veces, le parecía que ya lo había hecho.

Se alegró, y mucho, de que no lo dejaran en casa de los Dursley. Ya era bastante malo estar allí durante un verano normal; si lo hubieran dejado solo con sus parientes muggles y toda esa pena y rabia, seguramente se habría vuelto loco. No había nada más que hacer que sentarse y preocuparse en los bordes del agujero, caer más y más profundo dentro de él, dejar que la culpa lo tragara.

Se sorprendió cuando escuchó una campana a lo lejos: ¿cómo era ya la hora de comer? Apenas había empezado. Pero, al parecer, llevaba mucho más tiempo de lo que creía en su dolor. Tenía las manos tan apretadas alrededor de la escoba que le dolía moverlas, pero cuando sus pies tocaron el suelo, el agujero de su corazón se hizo un poco más pequeño.

No estaba mejor por arte de magia. Como había dicho Madam Pomfrey, no había ninguna poción o hechizo que pudiera arreglar eso. Pero era un comienzo.

Se alegró de que sólo estuviera Remus en la cocina cuando entró; no creía estar preparado para que Snape lo viera en ese estado. El rostro del hombre lobo se suavizó y le tendió los brazos. Harry no dudó en caer en ellos, enterrando su cara en el pecho del hombre. -Lo siento mucho, cachorro-, murmuró Remus, acariciando su pelo. -Sé que era un amigo tuyo, y que era demasiado, demasiado joven. Lo siento-.

Harry pensó en su propio dolor, y pensó en lo que debió de ser para Remus la muerte de los padres de Harry. No habían sido mucho mayores que Cedric, y eran prácticamente su familia. -¿Cómo lo hiciste?-, preguntó entrecortadamente. -¿Cómo seguiste adelante, cuando perdiste a mamá y a papá?-.

-Sinceramente, durante mucho tiempo, no lo hice-, admitió Remus. -Pasé por una mala racha. Pero al final me di cuenta de que Lily me habría dado una patada en el culo hasta el domingo si hubiera visto en lo que me había convertido, y James habría estado justo detrás de ella-. Abrazó a Harry. -Sé que suena duro, pero lo mejor que puedes hacer por los que has perdido es vivir. Seguir viviendo, incluso cuando ellos no pudieron, porque esa vida es preciosa y nunca sabes cuándo se va a acabar. Nunca se acaba, no de verdad. Hay días en los que apenas puedo respirar por lo mucho que echo de menos a James y a Lily. Pero esos días se alejan, con el tiempo. Sobre todo ahora que te tengo de nuevo en mi vida-.

Harry guardó silencio durante un largo momento. -Va a morir más gente, ¿verdad?-.

-Es muy probable, sí-, confirmó Remus, con la voz teñida de tristeza. -La guerra y la muerte van de la mano. Pero si somos inteligentes y tenemos suerte, las muertes serán mínimas. Y si tenemos mucha suerte, todos los que nos importan sobrevivirán a la guerra. Pero no puedo prometer nada-. Se inclinó para besar el pelo de Harry. -No puedes culparte de todas las víctimas de la guerra, Harry. Incluso de las que crees que podrías haber evitado. Por ahí va la locura, y te quiero demasiado para dejar que te hagas eso-.

-Yo también te quiero, Moony-. Harry aún se maravillaba de lo fácil que era decir esas palabras y sentirlas, después de años de no tener a nadie a quien decírselas. Tenía tanto, tanto que agradecer en estos días. -Lo... lo intentaré-. La culpa era una criatura difícil de sacudir, pero estaba trabajando en ello.

-Es todo lo que puedo pedir-. Remus sonrió, dándole una palmadita en la espalda y guiándolo hacia la mesa. -Ahora siéntate y come, debes estar hambriento-.

Remus se fue a la reunión de la Orden a las cinco, y Harry se entretuvo reorganizando su estantería; poco a poco iba llenando el espacio, y estaba deseando comprar más ahora que estaba en casa. Casi se había quedado sin libros de ficción por completo. Cuando Ceri lo llamó para cenar, se sintió ligeramente decepcionado por no ver a Sirius, y enfadado una vez que escuchó el motivo.

-La familia Weasley y Hermione Granger se mudan al cuartel general esta noche-, le dijo Remus, haciendo una leve mueca. -Es antes de lo que esperábamos. Será más difícil que Sirius se aleje, pero promete que vendrá tan a menudo como pueda-.

-¿Qué hacen todos allí, entonces? Seguro que no están metidos en la Orden; ¡la mitad de ellos aún están en el colegio!- Harry no podía ver a la señora Weasley dejando que sus hijos se involucraran en un consejo de guerra, con Dumbledore o sin él.

-Oh, ciertamente no-, confirmó Remus. -Estarán limpiando sobre todo, supongo; la casa está en un estado un poco lamentable. A los gemelos no les gustó que los dejaran fuera de las reuniones, ya que son mayores de edad, pero Molly los desautorizó-.

-No me cabe duda de que encontrarán la forma de espiar a finales de mes-, señaló Snape secamente. Harry resopló.

-Para el final de la semana, más bien-, comentó. -Son muy rápidos cuando están bien motivados-. Apuñaló una patata asada. -¿Qué más está tramando la Orden?-.

-No mucho, la verdad. Todavía estamos reuniendo gente y corriendo la voz. Albus tiene a algunas personas en el Ministerio tratando de eliminar a los que no son leales a Fudge, pero va lento-.

-Varios miembros de tu guardia parecen preocupados porque no has salido de la casa-, le dijo Snape. -Albus sugirió que sólo estabas de duelo. No le preocupa tu falta de movimiento; con un poco de suerte, seguirá así-.

-Sólo han pasado unos días-, dijo Harry dudando. La gente no se creería la excusa del duelo por mucho más de una o dos semanas, seguramente.

-No conseguí hablar con los gemelos, pero ahora que viven en el cuartel general debería ser más fácil. Parecían sorprendidos de ver a Sirius allí; creo que pensaban que estaría contigo-, añadió Remus.

-Saben que no estuve en casa de los Dursley el verano pasado. Probablemente asumieron que estaría más con Sirius que contigo; saben que Sirius es mi padrino, no saben que tú eres prácticamente mi otro padrino-. Esa proclamación hizo que una breve sonrisa se dibujara en el rostro del hombre lobo.

-Bueno, si quieres enviarles un mensaje, avísanos y encontraremos la manera de hacérselo llegar-.

-Deberían decirles que son los Merodeadores-, sugirió Harry con una sonrisa. -Entonces harían cualquier cosa por ustedes-.

-Eso lo dejaremos para cuando realmente necesitemos un favor-, devolvió Remus. -O cuando Sirius se vuelva loco y necesite una distracción-.

-Que Merlín nos ayude a todos si esos tres se unen alguna vez-, suspiró Snape. -Es una pequeña misericordia que sólo tenga que sobrevivir un año más de ellos en el colegio-.

-Estará tranquilo sin los gemelos por aquí-, coincidió Harry, aunque probablemente Snape se alegraba más que él. -Entonces, puedo empezar mi entrenamiento mañana, ¿no? ¿Qué es lo primero?- Tomarse el día para relajarse había sido bueno, y muy necesario, pero estaba ansioso por empezar a hacer cosas.

-Lo sabrás por la mañana-, dijo Remus, sacudiendo la cabeza con una sonrisa indulgente. -Si te lo decimos ahora, te pasarás el resto de la noche leyendo sobre el tema y dándonos la lata para que empecemos pronto-.

-Bueno, sí. ¿Qué otra cosa se supone que voy a hacer en toda la noche? Me has prohibido hacer los deberes-. Snape enarcó una ceja ante eso, y Remus se sonrojó.

-Deja de hacerme parecer un monstruo por querer que disfrutes de tu libertad veraniega-, argumentó, poniendo los ojos en blanco. -Si estás tan desesperado por escribir una redacción, no te lo voy a impedir-.

Harry se encogió de hombros; en realidad aún no quería hacer los deberes. -Estoy abierto a sugerencias-.

-Eres un mocoso, eso es lo que eres-, gruñó Remus juguetonamente. -Puedes jugar al ajedrez conmigo, y contarme cómo han ido las cosas con Draco. Recibir información de segunda mano de Sirius probablemente no sea tan precisa como me gustaría-.

Harry no pudo evitar sonreír ante la mención de su novio, aunque la sonrisa se vio disminuida por el hecho de que no había conseguido pasar tiempo con él en la última semana de curso. Estaba desesperado por escribirle. Lo haría por la mañana, si era seguro.

-¿Debo estar presente en esa conversación?- preguntó Snape con desesperación. Remus sonrió.

-Bueno, eres bienvenido a irte a la cama temprano-, dijo. -Pero tenemos tan poco tiempo juntos estos días...-

Harry se rió mientras Snape miraba a su compañero, sin impresionarse por el flagrante intento de manipulación emocional.

Y aun así, los siguió hasta el salón, dejando que Remus se apoyara en sus piernas mientras se sentaba en el suelo a jugar al ajedrez con Harry, fingiendo ignorarlos mientras leía un libro y Harry hablaba efusivamente de Draco. Sin embargo, Harry sabía que no era así; se daba cuenta de que el hombre estaba escuchando, ya que sus labios se fruncían cada vez que Harry mencionaba algo que Draco hacía y que era particularmente Slytherin.

Le importaba. Sólo que se negaba a admitirlo. Pero Harry estaba empezando a aprender sus palabras.

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Es lo que pasa cuando juegas con asuntos del corazón... Sin saberlo, buscas llenar y recompensar ese vacío que otro no puede. Comienza con unos po...