R E B O R N • Koisuru Boukun

By Uzuchia14

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Ahí estaba queriéndote a escondidas de una sociedad llena de prejuicios y tabúes, la misma sociedad que nos a... More

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🍀Un poco del mundo R E B O R N🍀
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D O C E

96 20 10
By Uzuchia14

POV TETSUHIRO

Pedaleando de regreso a casa mi cerebro me mostro los recuerdos recientes que había almacenado, más específicamente: Hace unos minutos. Pensando con claridad, me he dado cuenta que Souichi actuaba un tanto extraño, evitaba contacto visual y se alejaba más de mi como queriendo evitar contacto físico. No sé si se debe a mi imaginación o realmente sucedía algo, y mi mente enseguida recordó cuando me pido darle espacio, y cuando se negó a salir conmigo. Algo me decía que ese varón quería evitarme, pero ¿Por qué? No recuerdo haber hecho algo para molestarlo, y mucho menos decir algo que haya podido causar enojo en él. Por más que buscaba algún motivo a eso, no había algo que pudiese rescatar para tomarlo como razón de su notable incomodidad.

Quizás debería preguntarle directamente, aunque eso podría incomodarlo más. En fin, preferí pensar en nuestra salida y aquello me regreso la sonrisa. El que me haya dicho que, si me hizo muy feliz, aunque aún estaba la posibilidad de que él se haya sentido presionado y solo haya aceptado para deshacerse de mí. Me causaba una molestia en el pecho aquella idea, y no sonaba tan descabellada conociendo al susodicho.

Ahora tenía la duda plantada en mi cerebro ¿Había aceptado solo para complacerme?

Llegue a casa con una maraña mental. Me baje de la bicicleta y la deje donde siempre: apoyada a la pared. Solía no ponerle cadena o algún tipo de protección contra hurto, en este pueblo no solían suceder esas cosas con la ley extremista de este sitio.

La puerta se abrió y me lleve una gran sorpresa: Mi madre salió de casa con Kanako. Ambas mujeres me miraron con una sonrisa y yo no tuve remedio que corresponder aquel gesto. Me acerque para saludarlas a ambas con un pequeño beso en sus mejillas.

-Kanako-chan ¿Qué hace aquí? -Pregunte. Inmediatamente me di cuenta que soné grosero y mi madre me lo certifico con su pesada mirada.

- ¿Y tus esos modales Tetsuhiro? –Reclamo pasando sus ojos de arriba abajo sobre mí con notable enfado. - La he invite para charlar –Respondió a mi pregunta en lugar de la jovencita.

-Una disculpa, no quise ofenderla, solo me ha parecido extraño verla aquí -Rápidamente arreglé mi error. Kanako soltó una risita.

-No se preocupe -Me tranquilizo mientras echaba su cabello hacia atrás. -Solo he venido por petición de su madre.

-Nuevamente discúlpeme, no quise sonar mal educado. Es un placer tenerla aquí, Kanako-chan –Repetí curvando un poco mi labio a modo de sonrisa amistosa y apenada.

Ella hizo un ademán con la mano restándole importancia, aunque yo seguía sintiéndome igual de grosero. Entramos a la casa llevados por mi madre con la excusa de querer cenar con nosotros, sabía que su objetivo era tenernos cerca para complacer a papá con su alocada idea de juntarnos. Avanzamos hasta el comedor en dirección a la gran mesa. Sentados y comiendo trozos de pan con queso y vino, mi madre comenzó una amena charla con la rubia mientras yo estaba distraído en los aperitivos que Margaret nos dejó.

De mi mente no salía Souichi, no podía dejar de pensarlo a él y esa sensación que me daba su compañía: incomodidad. Y no por mi parte, si no por parte de él y es que me estaba dando cuenta cuán difícil era descifrarlo. Así era él después de todo, hermosamente difícil. También estaban esos nervios que aparecían cuando se ve a la persona que te gusta sonreír, o cuando sabes que saldrás con dicha persona, así me sentía, como un adolescente enamorado, aunque enamorado solo y eso era lo más doloroso del amor.

Mi madre me nombró por lo que supuse, tercera o cuarta vez. Salí de mi trance dándome cuenta que había estado moviendo sobre el plato un cuadro de queso con el tenedor creando un leve rechinido con el roce del metal y la cerámica. Di un sobresalto sobre la silla y observé sus ojos cafés.

- ¿Ah? -Pronuncie distraído. Mamá colocó los ojos en blanco y resoplo tomando su copa de vino entre sus dedos para alzarla suavemente de la mesa y guiarla a su boca.

-He pensado en que mañana tú y Kanako-chan pueden salir un rato a divertirse –Dió un sorbo a su vino al terminar de hablar.

-Lo siento, mañana tenía pensado ir al bar y... -Mi madre enseguida me interrumpió alegando que dicho sitio no era adecuado para una dama dando por hecho que yo y ella saldríamos, no escuchaba lo que decía, simplemente lo ignoró.

Estuve en silencio unos segundos en los que pensé en cómo salir de esto sin sonar mal educado con la señorita, lo que menos quería era parecer un odioso con ella y conseguir un regaño. ¿Y ahora? Mañana tenía intenciones de salir con Souichi en ese bar, ya estaba pautado un lugar y una hora, no podía simplemente hacerle un desplante cuando fui yo el que insistió mucho. Definitivamente no puedo cancelarle, así como así, serie grosero de mi parte y con él no quería tener ninguna situación en la cual yo quedara mal, no sabiendo su personalidad.

-Una cena será más adecuada y caballerosa de tu parte, amor -Sus dedos acariciaron tras mi oreja en un intento de gesto maternal que camuflaba sus intenciones de controlarme.

-Pero... -Intente refutar su decisión, ella ladeó un poco su cabeza fijando su mirada café en mi con más intensidad. De ella saque lo insistente, creo. Calle un momento en donde apreté los labios, el silencio empezaba a tornarse incomodo dejando ver mi falta de decisión sobre Kanako y salir. Desvié mi mirada a la mencionada, ella esperaba una respuesta con una actitud desinteresada, fingida, ya que podía notar a través de sus orbes celestes que deseaba oír un "si". Carraspeé la garganta y sonreí nuevamente –Me parece una idea fantástica. Pasare por usted a las seis y media, a las siete la regresare a su casa para no molestar a su padre con una hora muy tardía de regresar una dama a casa -Propuse. Tal vez con ese horario pueda estar disponible a las ocho para Souichi. - ¿Le parece bien, Kanako-chan?

Ella asintió sonriendo con emoción, tomo la copa de vino y antes de dar un sorbo dijo: -Está bien –Acepto, dio un trago a su bebida y yo asentí cerrando la conversación.



Amanecer de un nuevo día y yo ya estaba observándome frente al espejo mientras cambiaba mis ropas una y otra vez. Estaba ansioso por hoy, tenía una "cita" con dos rubios. Una la cual había deseado y planeado, otra a la cual me habían metido casi a la fuerza. Pensé en que, por lo menos, Kanako era una chica agradable y conversadora. No tendría problema alguno con ella y el tiempo se nos pasaría volando mientas charlábamos.

Para cualquier caballero, Kanako resultaría una joven hermosa y llena de luz. Sus vestidos coloridos ceñidos a ellas concluían que tenía un bonito cuerpo, sus ojos grandes y redondos eran de un celeste precioso. Hasta para mi ella era una dama linda, y a pesar de que había estado con mujeres, yo tenía gustos más fuertes hacia los hombres, específicamente si llevaban cabelleras rubias y ojos color sol.

Pensar en que llegará el día que mis padres notaran mi rechazo hacia mujeres y me cuestionaran sobre eso, me asustaba. Me aterraba, mi padre era muy insistente con el tema de las féminas y mi heredero. ¿Sería él capaz de entregarme a las autoridades de saber mi enamoramiento hacia otro hombre?

Esperaba que no, y si era así, esperaba al menos que mi madre hiciese algo.

Mi mano se posó sobre el sombrero que llevaba en mi cabeza, lo levante para apartarlo y dejarlo en la mesita que tenía detrás de mí. Me miré una vez más y decidí que sin el sombrero estaría mejor.

El reflejo del espejo se movía conmigo. Sonreí ladino e imagine que usaría Souichi ¿Una típica camisa verdosa? ¿Sus pantalones amarillos? ¿Esa boina que le daba aires a detective mientras me observaba curioso? Como una versión de Sherlock Holmes biólogo, me observaba a la vez que su cerebro científico maquinaba cosas como el porqué del color en mis ojos, o de mi cabello.

Así me lo imaginaba, todo el tiempo pensando y preguntándose cosas.

En medio de mis indagaciones mentales, Margaret apareció por la puerta pillándome mientras yo le sonreía al espejo. Enseguida mis labios se relajaron en una línea recta y un pequeño sonrojo apareció en mis mejillas causado por su mirada divertida.

- ¿Qué hace, cariño? -Preguntó entrando a mi habitación. Apenas me di cuenta que llevaba ropa doblada cuidadosamente en sus manos. Dejó las prendas en la cama y se acercó a mi mientras sus ojos me escaneaban de arriba a abajo. - ¿Poniéndose lindo para Kanako? -Su sonrisa maternal se vio reflejada en el espejo.

-E-eh... Si –Respondí dudosamente, ella notó eso enseguida y lo supe por el cambio de expresión visual que hizo.

Dos palmaditas en mi espalda y Margaret soltó una risita. -Es una chica muy linda, Tetsuhiro, pero a mí usted no me engaña -Sus manos me dieron la vuelta, cara a cara, pude sentir como leía mi mente con su mirar. -Conozco el brillo en sus ojos, y esa dama no se lo provoca -Sus dedos llevaron un mechón de mi cabello tras mi oreja. No dije nada, solo suspiré y negué con la cabeza.

Si, ella conocía ese brillo, lo vio encenderse con vehemencia cuando entregue mi corazón a una persona que permaneció en el anonimato para ella, y lo vio apagarse por la lluvia que mis ojos derramaron cuando esa persona se fue de mi vida.

- ¿Qué dice, Margaret? Ella... Ella me agrada. Me parece una mujer interesante, si no, no saldríamos juntos -Me defendí vagamente. –No puedo decir que me gusta, apenas nos "reencontramos", pero podría funcionar.

-Ha aceptado por tu madre, no porque usted haya querido. Mira cielo, tiene ya edad suficiente para decidir por usted mismo y si esa dama no es para ti, no permita que tus padres lo idealicen a su lado. Y más importante, no la ilusione, es más caballeroso rechazar a tiempo a jugar con los sentimientos ajenos -Acomodó el cuello de mi camisa y luego sus manos plancharon esta. -Ya me lo contaras. -Dió fin a aquella charla mientras me regalaba otra sonrisa, esta vez a labios cerrados, y se marchó.

Seguí con los ojos el camino corto que recorrió para ir a la puerta, la puerta hasta que esta se cerró dejándome en silencio. El sonido que creo aquel cierre acompaño el girar de mi cabeza hacia el frente.

Esa mujer parecía conocerme mucho más de lo que yo creí.





El reloj dió las seis en punto. No lo supe en ese momento, me encontraba dentro de la ducha lavando mi cabello. El agua caliente se deslizaba por mi cuerpo y lo relajaba de la tensión que comenzaba a crearse por mis pensamientos con respecto a hoy y el desenlace que tendrán ambas salidas. Finalicé mi ducha cuando estuve limpio, salí del baño con una toalla cubriendo mi desnudez y me dirigí a la habitación dejando caer gotas de agua en el suelo por mi cabello mojado.

Frente a mi cama, pude observar la ropa que me pondría, estaba cuidadosamente estirada y previamente planchada. Me sentía como alguna chica enamorada alistándose para su primera cita, aunque yo tendría dos, y una de ellas quizás no se podría considerar una.

Seque mi húmedo cuerpo con tranquilidad. Empecé a vestirme sin prisas, aún faltaba para las seis y media y yo no pretendía llegar a esa hora tampoco. Sentado en mi cama con las manos en las agujetas de los zapatos siendo anudadas, pensé en que quizás debí avisar a Souichi sobre el imprevisto en el que mi madre me metió por si llegaba tarde dada alguna casualidad, pero confiaba en que nada sucedería y yo podría llegar puntual. Solo una cena, y dejaría a Kanako en su casa.

Me puse sobre mis pies, caminé al armario y abrí la puerta la cual llevaba el espejo pegado. Observo mi apariencia dando un visto bueno a esta, todo estaba bien, nada fuera de lugar o arrugado. Finalizo con colocar una pulsera en mi muñeca, peinarme y di por terminado todo.

Salgo de la habitación, me encamino a la cocina y Margaret al oír mis pasos se giró a verme. Ella sonrió, junto sus manos sobre su pecho y se acercó a mí con una incamufable emoción que se me hizo tierna, como una madre feliz de que su hijo salga con su primer amor y ella se haya encargado de su atuendo.

- ¡Esta muy guapo! –Caminó en círculos a mí alrededor ojeándome de arriba abajo, finalmente se plantó frente a mí, acomodó un poco mi cabello. –Se me hace raro verlo sin sus... -Sus palabras quedaron en el aire con el taconeo que empezó a oírse. Ella se alejó un poco de mi al imaginar de quien se trataba. Mi madre entra a la cocina y al verme, también sonrió orgullosa.

-Kanako estará encantada cielo, te vez muy bien -De nuevo aquel gesto, sus dedos acariciaron mi oreja y yo me sentí alguna marioneta. -Ten -metió dinero al bolsillo de mi camisa y yo la miré queriendo recordar que yo ganaba con mis labores militares. Enseguida me silencio y alegó que era para algún detalle para Kanako.

Asentí despacio, un tanto incomodo y observé a ambas mujeres.

-Me voy –Anuncie queriendo ya huir de ahí. Me despido de las dos y salgo rápido antes de recibir alguna otra orden u oír alguna palabra vergonzosa sobre lo que debería hacer con Kanako.

Salgo de la casa, me dirijo a la bicicleta que reposaba en la pared. Enseguida paró en seco. ¿Llevaría a Kanako ahí? La imagen mental de mí y Souichi yendo en bicicleta enseguida se hizo presente en mi mente.

No lo haría, ese espacio solo era suyo. Y bueno, no era adecuado llevar a una dama en una bicicleta sabiendo que ella usaría falda.

Retrocedí, gire un poco mi cuerpo y seguí derecho pisando la grava a los cinco pasos.

Camine despacio, sin prisas o apuros. Mi reloj marcaba las seis y veinticinco así que aún había tiempo. En el camino me detuve en algunos puestos recordando las palabras de mi madre y decidí que regalarle lo que sea estaría bien.

Elegí una cadena delgada, llevaba una piedra celeste como dije y creí que le gustaría por combinar con sus ojos. Saque el dinero, pague y la vendedora me la entrego en una linda bolsita color rosa atada con un listón blanco. Agradecí guardando la bolsa en el bolsillo de mi camisa. Observe el reloj nuevamente, con un poco de ansiedad, a decir verdad; seis y treinta y dos.

Estuve caminando un rato hasta que divisé el hogar de la mujer, avance a la entrada y me detuve frente a la puerta. Toque un par de veces, espere y finalmente la ella salió. Llevaba un vestido rojo brillante. Amarrado a su cintura, un cinturón amarillo mediano el cual acentuaba su figura. Su rostro estaba adornado con un leve maquillaje, y sus orejas llevaban dos perlas como aretes los cuales hacían juego con su collar.

Se veía preciosa, debía admitirlo.

Ese Tetsuhiro que alguna vez gusto de damas, ahora mismo admiraba la belleza de esta. La mujer bajo los dos peldaños de la pequeña escalera frente a su puerta y con eso, cerró su hogar.

-Buenas noches, Tetsuhiro-kun -Saludo sonriente.

-Buenas noches Kanako-chan. Luce usted muy hermosa -Me atreví a decírselo consiguiendo un sonrojo de su parte con una sonrisita nerviosa, eso causo que yo sonriera también ante la idea de su ternura en esos gestos.

-Usted también luce muy bien -Respondió algo tímida. Con su mano hecho su cabello hacia atrás.

Alce mi brazo doblado, el de ella se engancha al mío cuando entendió lo que quise decirle sin palabras. Ambos nos pusimos en marcha y el oír sus tacones sobre la grava me hizo sentirme egoísta.

Debí traer la bicicleta, supongo que caminar en tacones era incomodo ¿No? Bueno, ella eligio ponérselos ¿Supondría ella que la llevaría en la bicicleta? Esto es complicado, con Souichi no tendría que preocuparme. Ella se notaba cómoda y alegre, me hizo sentir menos mal.

«Fukouka» se leía en letras grandes sobre el letrero colocado en la parte de arriba de aquel restaurante que se había vuelto mi favorito.

He traído aquí a dos rubios, Mi mente se burló de mí por ese pensamiento tonto. Abrí la puerta cediéndole el paso a la mujer la cual agradeció. Me adentre al sitio luego y ambos buscamos una mesa con la mirada.

Ese lugar estaba lleno.

La única mesa disponible era aquella que siempre compartía con Souichi, que casualidad tan absurda ¿Era esto acaso una novela juvenil? No cabía duda. Al estar sentado ahí, mi cuerpo desprendió un sentimiento de estar haciendo algo indebido, algo malo; Si, era el creer que traicionaba a Souichi. Ignore ese pensar sin sentido, tenía que acabar con esto lo más temprano posible para estar disponible.

La cartilla de comida vino acompañada de otra la cual avisaba sobre platillos especiales. Enseguida Kanako y yo pedimos uno de estos, aunque su costo fuese más elevado. Un delicioso plato de arroz en salsa de verduras acompañado de tenpura bañado con salsa dulce, con todo eso venia una ración pequeña de sushi y por si no fuese poco, dangos de postre.

Sonaba a que acabaríamos llenos a reventar.

Al terminar de pedir los alimentos, el mesero se fue dejándonos solos. Kanako me observo y yo a ella pensando en que decir.

-Casi se me olvidaba, le he traído un presente -Comente al recordar el regalo que compre para ella. La bolsita quedo sobre la mesa y se la extendí.

Ella la tomo sorprendida.

-No debió molestarse -Quiso abrirla, pero se detuvo. -La dejare para después de la cena siguiendo el dicho de "Lo mejor viene de ultimo" o... ¿Cómo era? -Colocó el objeto sobre sus piernas y río un poco.

-Creo que "Lo mejor para lo último" –Quise recordar como se decía ese dicho, pero mi mente solo repitió lo que acababa de decir impidiéndome concentrarme. Reí encogiéndome de hombros suavemente.

-Yo no he traído nada... Me disculpo por eso –Me miró apenada. Hice un ademán con la mano restándole importancia alguna, no esperaba que ella lo hiciese tampoco.

-No era necesario, yo quise sorprenderla –Aclaré queriendo disipar su pena.

-Para la próxima seré yo quien lo sorprenda a usted –Decidió con seguridad haciendo una mueca divertida, como cuando un personaje de alguna película toma una decisión importante y alza el puño mirando al horizonte luego de asegurarse que eso haría.

Yo solo reí un poco pensando en que no habría una próxima vez, no quería una próxima vez por más grosero que sonara. Y no es que tuviese algo contra ella, solo que las palabras de Margaret me hicieron eco en la cabeza.

No la ilusiones a ella

No podría, era una chica muy noble y yo no soy quién para ilusionarla y usarla como escudo hacia mis padres. Como una especie de complemento para una imagen falsa de mí.

Una charla después, y la comida se hizo presente en nuestra mesa. Humeante y con una pinta deliciosa, ambos empezamos a consumir los alimentos mientras bromeábamos y reíamos. Debía admitir que me la estaba pasando bien con ella. Tan bien que la cena se alargó, y con ella se fueron las horas del reloj. Siete y cincuenta y aun no terminábamos con los alimentos, y yo ni siquiera me detuve a ver el reloj que con tanta ansia recordé colocarme para no fallar a mi encuentro con Souichi.

Kanako me contaba sobre la vez que su travieso hermano había escondido unos productos de la carnicería de su padre, y este enfurecido buscó y buscó para luego darse cuenta que habían sido enterrados en el jardín. Yo reí, vaya niño. Kanako aclaró que eran enlatados y yo pensé en que ese chiquillo merecería un castigo si hubiese sido carne.

Ocho y diez, finalmente acabamos con nuestros alimentos y los platos vacíos fueron retirados. Las risas se apaciguaron en el momento que ambos empezamos a beber de nuestros batidos. Kanako se alejó pareciendo recordar algo, y su pequeña mano tomo la bolsita.

-Veamos que es -Emocionada, saco la cajita que había dentro y la observo unos segundos para luego abrirla. Sonrió sacando la cadenita plateada y me miro. - ¡Es hermosa! Muchas gracias, Tetsuhiro-kun.

-No hay de que, enseguida esa piedra me recordó a sus ojos y pensé que le gustaría -Comente mientras daba un último trago a mi batido. Había sonado muy romántico y enseguida me golpee mentalmente.

-Es hermosa... -Murmuró mientras retiraba su collar de perlas. Observó mi regalo desabrochando este para colocarlo en su cuello. Me puse de pie para ir detrás de ella ayudarla en un gesto caballeroso, quedarme mirando como trataba de colocarlo sería muy tonto de mi parte. Regresé a mi asiento cuando el collar estuvo colgando en su cuello mientras ella acariciaba la piedra con su dedo.

-Esto es muy cursi -Su risita se me hizo contagiosa, solo sonreí. -Parece alguna película romántica, solo falta el beso en la mano.

No supe porque, quizás por seguirle al juego, pero acerque mi mano a la suya para tomarla y besar el dorso de esta. Kanako siguió riendo mientras hacia un ademán con su otra extremidad.

-Ya ya –Apartó su mano delicadamente al yo soltarla. Acompañe su tenue risa con la mía.

Los dangos llegaron segundos después y nos dispusimos a comerlos.

La cena había acabado. Nos pusimos de pie luego de pagar, y ambos salimos del sitio. Camine por las frías calles con aquella dama acompañándola a su hogar. Sentía que algo estaba faltando, pero iba tan metido en la conversación con la mujer que ignore ese sentimiento.

Frente a las puertas de madera, Kanako me observaba con una pequeña sonrisa agradecida. Hizo una reverencia, beso mi mejilla y entro a su hogar.

Me quede ahí parado hasta que la puerta se cerró. El sonido de la grama en aquel gran frente verde me hizo girar seguro de que había alguien detrás de mí. No había nadie, y pensé que había sido algún animal así que solo caminé hasta la grava.

Ocho y media.

Mi reloj me recordó eso que me hacía sentir extraño. Mis ojos se abrieron y mi corazón casi se detuvo ¡Souichi!

Corrí velozmente al bar, algunas personas me observaron confundidas y otras me lanzaron regaños por tropezar. No me importo, solo quería llegar al sitio y encontrarlo ahí esperándome aún.

Pero no estaba.

Había llegado y él no estaba.

Había dejado plantado al hombre del cual me costó sacar un "sí". Hombre que parecía estar incomodo a mi lado, y ahora, seguro estaba colérico de la ira contra mí.

Y me sentí el peor de todos.

¿Ahora como conseguiría su perdón?

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